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miércoles, 5 de junio de 2024

Crecimiento y panza vacía… @dealgunamanera...

 Crecimiento y panza vacía…

El plato fuerte de la semana, Sandra Pettovello. Dibujo: Pablo Temes

El crecimiento de Francos, la falta de gestión y de equipo de Pettovello y la gira de Milei marcan las contradicciones del gobierno nacional.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 01/06/2024 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

La eyección de Nicolás Posse de su poltrona al frente de la Jefatura de Gabinete fue una buena decisión de Javier Milei; el nombramiento en su reemplazo de Guillermo Francos, también. Le llevó seis meses al Presidente convencerse de los problemas que le generaba Posse, “el Mudo”, según el apodo con el que era conocido en los pasillos del poder. Nadie sabe bien qué vio Milei en quien fue su jefe durante el tiempo en que trabajaba en Aeropuertos Argentina 2000 para haberlo nombrado en un cargo de semejante relevancia. Desde el primer minuto hubo abundante evidencia de que el ahora despedido funcionario se encargaba de trabar las gestiones de los otros ministros. Uno de los que más las sufrieron –si no el que más– fue precisamente Francos, que vio cómo en más de una ocasión los acuerdos que tejía con la oposición eran borrados de un plumazo por “el Mudo”, sobre quien, además, se sumaron sospechas –que en algunos casos se transformaron en acusaciones– de ser el instigador de operaciones de inteligencia sobre otros miembros del gobierno libertario. Una de las consecuencias adversas más importantes de este embrollo con Posse fueron las dificultades que se multiplicaron en todo el tortuoso proceso del tratamiento del proyecto de ley Bases y Puntos de Partida para Libertada de los Argentinos, incluido el paquete fiscal.

Los primeros pasos de Francos han sido la contracara de todo eso. Por lo pronto, al nuevo jefe de Gabinete se le conoce la voz. Habla, explica y responde preguntas. No hay duda de que tiene otro aplomo, políticamente hablando. También ha quedado claro que tiene margen para actuar. “El Presidente no entiende de política”, fue una de las frases más significativas de Francos a lo largo de la semana que pasó. Habrá que ver si logra imprimirle al Gobierno el nivel de gestión que le ha faltado desde el comienzo del mandato.

La gestión. 

He aquí un tema sobre el que Milei debería reflexionar seriamente. Lo que ocurrió con la falta de gas en estas dos últimas semanas es una muestra clara de esa deficiencia y de sus consecuencias. La situación, que representó un incordio y un daño para muchas empresas y trabajadores que utilizan sus vehículos como medio de vida, pudo haber sido mucho peor. En efecto, la escasez de gas llegó a tal nivel que estuvo a punto de gatillar el cese automático del suministro, lo que hubiera dejado sin abastecimiento las viviendas en gran parte del país. Alguien se dio cuenta de esto a último momento y puso en marcha la maquinaria para que se hiciera efectivo el pago de la carga de gas proveniente de Brasil que estaba esperando en el buque anclado en el puerto.

El otro ejemplo elocuente es el escándalo de la falta de distribución de alimentos que dejó descolocada a la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello. Pettovello tiene dos problemas de base: el primero es la dimensión de su ministerio; el otro, la falta de equipos. La decisión de la ministra de echar y denunciar al secretario de Niñez, Adolescencia y Familia, Pablo De la Torre, está generando un terremoto político dentro del oficialismo con incriminaciones cruzadas. Pettovello acusa a De la Torre de irregularidades por contrataciones y desmanejo de la distribución de alimentos, mientras que, por su parte, desde el entorno del exsecretario señalan a la ministra diciendo que ella estaba al tanto de todo y que nada se hacía sin su conocimiento y consentimiento. Es humanamente imposible conocer los pormenores de cada rincón de la gestión en una estructura sobredimensionada.  

La falta de distribución de alimentos es –por sobre todas las cosas– la exhibición de una mayúscula insensibilidad. Debería haber una profunda autocrítica dentro del Gobierno por este hecho que, por otra parte, le ha venido como anillo al dedo a Juan Grabois que, en el medio de denuncias por hechos de corrupción en el manejo de la ayuda social que lo comprometen, demostró tener muy buena información acerca de la existencia de alimentos que no se repartían. El Gobierno termina pagando un costo social y otro político.  

La gestión y la falta de muñeca política.  

En el Senado de la Nación, la oposición estuvo a punto de arrebatarle al Gobierno la posibilidad de alzarse con un dictamen para llevar la ley de Bases y el paquete fiscal al recinto. El hombre salvador volvió a ser Guillermo Francos. No es casualidad. Pero el precio que tuvo que pagar el oficialismo fue altísimo. Entre otras cosas prometer que los cambios en el proyecto de ley votados por la Cámara alta no podrían ser modificados por Diputados, aunque tengan los votos para hacerlo. Al presidente Milei le importa poco avanzar a los tumbos mientras la rueda libertaria siga girando. En lo personal sigue cosechando la admiración –tal vez la palabra adecuada sea curiosidad– de distintos empresarios y líderes mundiales. Más allá de la tapa en la revista Time, Javier Milei es el hombre de moda. El Presidente debería saber que semejante toque de popularidad no significa ni se traduce en un aval directo a su gestión política. De todas maneras, ante la lánguida –o mejor dicho– e inexistente agenda internacional del Alberto Fernández, la Argentina ha dado un salto de calidad. El primer mandatario tiene una visión de futuro anclada en la desregulación con base tecnológica. Es un apasionado de los avances que en otros tiempos tenían su base en Silicon Valley. Eso es música para los oídos de los hombres de negocios que buscan terreno fértil para ampliar sus inversiones y desarrollar nuevos proyectos. Nuevamente el abismo con la Argentina kirchnerista anclada en la memoria selectiva, el pasado proyectado hacia el presente y las alianzas con personajes jurásicos y polémicos como los Moyano, los otros gremialistas vetustos anclados en sus interminables mandatos y los barones del Conurbano, cuya única razón de ser es mantener un status quo a costa del sufrimiento de la gente, es enorme.

Milei necesita imperiosamente dar una señal clara de que está pensando en la gente para poder sostener todo lo antes mencionado. No se puede mantener la idea del crecimiento tan anhelado con la panza vacía. La baja de la inflación debe apuntalarse con la puesta en funcionamiento del resto de la economía. La gente necesita trabajar para poder seguir creyendo.







   

domingo, 17 de marzo de 2024

El rey está desnudo… @dealgunamaneraok...

El rey está desnudo…

El presidente sigue desfilando sin ropas por los desvanes del poder. Su indumentaria fue adquirida por las corporaciones locales y extranjeras para que su desnudez sea menos evidente.

© Escrito por Jorge Elbaum el sábado 16/03/2024 y publicado por el Diario El Argentino de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.   

Repasemos: Javier Milei es el único presidente en la historia democrática argentina que asume el poder con menos de un 20 por ciento de legisladores propios, que carece de una estructura partidaria propia y que no cuenta con gobernadores acólitos. Sus alianzas políticas se sustentan en el conglomerado partidario que obtuvo el tercer puesto en las últimas elecciones, que se encuentra hoy fragmentado. Su soporte simbólico más compacto, sin embargo, se monta sobre las propaladoras mediáticas y las redes sociales que han logrado –hasta el momento– conferirle un halo de fortaleza y seguridad útil para disimular su escasa red de contención institucional y su endeble equilibrio psíquico. 

Los titulares de los últimos días corroboran esa hipótesis: el radicalismo entra en crisis por el voto partido en el Senado y el pretendido superhéroe libertario vuelve a extorsionar a la sociedad con la promesa de la dolarización. En este nuevo capítulo, a ser sustentada por otro crédito del FMI que ya le advirtió que no había plafón para esa política. Mientras vuelve a encaramarse en espejismos promisorios acelera en la curva amenazando con la confrontación contra los gobernadores. Mientras el palacio tiembla, los sindicatos empiezan a moverse en forma descoordinada y los usuarios del transporte se miran aterrados ante las amenazas de aumentos. La licuación de salarios y jubilaciones comienza a hacer mella entre los propios votantes libertarios y las derrotas políticas siguen acumulándose en los pasillos del Congreso.  

Las diferentes apuestas legislativas no encuentran apoyos sólidos y el engranaje simbólico que lo rodea continúa fingiendo demencia. Insisten en disfrazar la debilidad en virtud: frente a sus votantes de 2023 se sigue explotando el imaginario de una especie de superhéroe (Milei), encargado de combatir contra los 
molinos de viento del “poder profundo” de la política, de las castas y de los enemigos de la prosperidad económica. Muchos de sus acólitos empiezan a dudar acerca del tiempo disponible para evitar que se note su desnudez.  

Pero esa continúa siendo su fortaleza. La fantasmagoría del uso de un traje blindado que descree de fechas de vencimiento. Sin embargo, en el prospecto de la historia política se inscriben, también, los hitos de los límites, las postrimerías y los desenlaces. La vigencia de su firmeza radica en la paciencia –por ahora apenas alterada– de los sectores más postergados, que fueron también parte de su sustento electoral, luego de sufrir sendas frustraciones con Macri y Fernández. En ese rechazo de los dos últimos gobiernos aparece una de las explicaciones de la pasividad política actual de los opositores: en Unión por la Patria se asume la frustración por el último cuatrienio y/o se disimula la ingratitud hacia el último presidente, que buscó gobernar sin quien lo instituyó como primer mandatario.    

Los primeros cien días de gobierno de Milei ya han transcurrido. En el retrovisor se acumulan las pataletas y los despidos de colaboradores. Cada uno de los exonerados acumulan resentimientos que fagocitan el entramado interno de las derechas más o menos libertarias. El desorden, la impericia y la negación de la realidad se acumulan en los pliegues de la incremental suspicacia del 
círculo rojo: mientras apuestan en forma denodada al éxito del brutal ajuste se miran desconcertados ante el peligro de su potencial desilusión. Prevén que la contracara del Macri-Mileísmo pueda devenir en un populismo desenfrenado.   

Mientras tanto, las diferentes piezas del rompecabezas social continúan su tarea de alineación y balanceo, sin lograr compactarse. Sucede que la especulación política apela a una temporalidad masiva: los actores políticos consideran que hay que mirar en forma estratégica. Y que eso requiere la paciencia de un armado aluvional. Conjeturan que la lógica de la política ha sido cuestionada con la elección de Milei y que su potencial revalorización solo puede provenir de una efervescencia originada en el entramado social, tanto de los movimientos como del espacio intersindical, acompañada de una solapada presencia política. En lenguaje peronista: desensillar hasta que aclare.    

Quizá sea este el entramado que le brinda ventajas competitivas a Juan Grabois, quien transita un puente que va desde la dirigencia social hacia la referencia política. Juan no puede ser acusado de “casta” por quienes utilizaron el fracaso de Alberto Fernández para homologar a la reacción macrista con el movimiento nacional y popular. No fue parte del laberinto de la formalidad edulcorada de los consensos ni se postuló a través de las buenas maneras, asociadas a las prerrogativas de las sutiles imposturas.   

Los tiempos mediatos parecen encaminarse hacia propuestas esperanzadoras, pero al mismo tiempo radicalizadas.   

P
arece haber quedado atrás, por lo menos parcialmente, el consensualismo del empate suma cero, el acomodo de la rosca y la parafernalia de la retórica vacía. Milei desenmascara a la derecha y Grabois se postula para ser uno de sus antagonistas. Mientras que el presidente cabalga sobre la crueldad sacrificial de los más vulnerables, el reservorio de lo social se prepara para dar pelea. En apenas seis meses la ebullición será evidente. Las referencias políticas, para ese momento, podrán recuperar algo de su autoridad desteñida, solo si son capaces de asumir el fin de la timidez y la moderación.



   

domingo, 3 de marzo de 2024

Se abrió una puerta… @dealgunamaneraok...

Se abrió una puerta…

Una sesión ordinaria, bien ordinaria. Javier Milei. Dibujo: Pablo Temes.

Un presidente hasta ahora intransigente se mostró dispuesto al diálogo. Descolocó a más de un político.     

©
Escrito por Nelson Castro el sábado 02/03/2024 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.



El discurso de Javier Milei tuvo tres ejes esenciales: el primero consistió en una reseña de la situación que heredó, que incluyó en la enumeración algunos de los casos de corrupción y malversación de fondos públicos que se descubrieron y se corrigieron; en el segundo se explayó sobre las medidas económicas adoptadas en los primeros 80 días de gobierno; y el tercero, la propuesta del Pacto de Mayo con los gobernadores y legisladores. 

Fue un discurso que pudo ser entendido por todos y que llegó a la gente. Claramente, la primera parte fue la más fuerte desde el punto de vista de lo que representa. Hay en desarrollo un nuevo escenario social –que el Presidente comprende muy bien– y que tiene que ver con los privilegios de la dirigencia política, sindical y social. En eso, da en el blanco porque describe un sistema que les ha permitido a prácticamente todos –alguna excepción siempre hay– beneficiarse a través del uso de los dineros públicos. El uso de los pasajes de Aerolíneas Argentinas asignados a legisladores, gobernadores y otros funcionarios para sumar millas y lograr tickets gratis para viajar por el país y el mundo ejemplifica muy bien esta situación escandalosa propia de lo que el Presidente llama la casta. Los nombres concretos que dio potenciaron su discurso. 

No se quedó solo en el peronismo y sus aliados –Cristina Fernández de Kirchner, Sergio Massa, Pablo Moyano, 
Juan Grabois, Máximo Kirchner y Roberto Baradel–, sino que se extendió hasta Gerardo Morales por el repudiable caso de persecución judicial abusiva a quienes osaron retuitear un mensaje que lo molestó. El silencio de la UCR en cualquiera de sus variantes es vergonzoso.

Sin margen de error


Se había fogoneado la idea de un discurso cargado de insultos y furia incontenible. Afortunadamente, nada de eso ocurrió. La exposición fue fuerte y directa. El tono, en cambio, fue agresivo. Es el tono de Milei. Es curioso escuchar la queja de muchos peronistas acerca de esto. 

Olvidan que 
CFK era –es– igual. Si revieran varios de los discursos de inauguración de las sesiones del Congreso que pronunció “la condenada”, observarían que ella hacía lo mismo y le agregaba un tono de maestra ciruela con el que pretendía erigirse en dueña de la verdad. 

Lo más débil del discurso tuvo que ver con las medidas destinadas a paliar la dificilísima situación por la que están atravesando vastos sectores de la sociedad. 

Lo único que hizo el Presidente al respecto fue reconocer esa dificultad y augurar que aún faltan más penurias por venir antes de llegar a la prometida mejoría con la cual se ilusionan él y sus seguidores. Pidió paciencia y se jactó –una vez más– de su legitimidad de origen. Ese caudal de votos en el cual se apoya para hacer equilibrio ante la falta de tropa propia en la arena política. En verdad, nadie debería haberse sorprendido por esa falta de anuncios. No hubo anuncios porque el Gobierno no tiene un menú diferente del que está ofreciendo. La sinceridad es algo que hay que reconocerle. Hasta aquí, la mentira no ha sido parte de la esencia de su gestión. Milei asoma como un hombre honesto, y eso es parte de su capital. 

El así llamado Pacto de Mayo, que en su texto escrito con caligrafía reminiscente de 1810 exhibía una falta de ortografía –en la propuesta 5 se lee “la rediscución” en vez de “rediscusión”, que es lo correcto–, Milei busca reflotar la ley ómnibus que, entre sus puntos, incluye los superpoderes del Presidente. El anuncio de esta iniciativa permitió entender el mensaje críptico que por la mañana el jefe de Estado había lanzado a las redes con la alusión al pasaje del Éxodo 34:1 – 25, “Y Dios dijo a Moisés: alisate dos tablas de piedras como las primeras, y escribiré sobre esas tablas las palabras que estaban en las tablas primeras que quebraste”. La elección de la ciudad de Córdoba para la firma del pacto no es casual ni se debe a que Connan, el mítico can del Presidente es de Córdoba, sino a que allí es donde obtuvo el mayor porcentaje de votos de su aplastante victoria electoral de noviembre pasado. La iniciativa pone como condición la aprobación de la ley ómnibus, pero, en simultáneo, abre una negociación en busca de acuerdos que encabezarán el jefe de Gabinete, Nicolás Posse; el ministro del Interior, Guillermo Francos; y el ministro de Economía, Luis Caputo.  

El club de la pelea


Esto marca una diferencia de lo que vino ocurriendo hasta ahora en donde nadie sabía a ciencia cierta quiénes eran los negociadores oficiales del Gobierno. Esto permitirá darle a la negociación otrovolumen político. Está claro también que esta apertura a la negociación es producto de una estrategia. Milei tensó la cuerda hasta el máximo con el caso Chubut para abrir esta instancia que comunicó el viernes. Como ya se ha dicho en esta columna, el primer mandatario suele pisar el freno centímetros antes de estrellarse contra la pared. 


La situación actual ha cambiado drásticamente. Ya no se trata de un presidente inflexible, sino de un hombre que, con habilidad, abrió una puerta al diálogo y colocó y descolocó a más de un gobernador. Será difícil para los mandatarios provinciales rechazar esa oferta. Una actitud semejante tendría un costo político muy alto. 

La jugada del 
Gobierno tiene sustento para llegar a buen puerto. Hubo alivio en gran parte del arco político de las provincias y también en los empresarios, que veían con preocupación la intransigencia inicial. “Milei abrió la única puerta que le permitirá avanzar con un plan de gobierno sostenible. Y comprometió a toda la clase política para la realización de esa tarea en este país donde la economía depende siempre de los vaivenes políticos, este nuevo escenario podría traer algo de tranquilidad”, reflexionó un hombre de negocios.

La duda sigue siendo el cuadro que pintará la realidad social. La paciencia de la gente no depende de su buena voluntad. Se trata directamente de las penurias que la clase media y media baja y los más necesitados pueden soportar. Alguien en el Gobierno debería advertirle al Presidente la necesidad de sostener y promover medidas paliativas que le permitan llegar con algo de aire a la tierra prometida. De lo contrario, el camino se tornará peligroso y utópico.
Las cosas no están como para poner al país a caminar por la cornisa.



domingo, 24 de diciembre de 2023

En el medio está la gente... @dealgunamaneraok...

En el medio está la gente...


Patricia está con nosotros, nada malo podrá ocurrirnos. Pablo Temes.

La sociedad sabe que hay crisis y que nada se logra sin sacrificio. El Gobierno precisa lucidez.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 24/12/2023 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.


El megadecreto anunciado por el presidente 
Javier Milei el miércoles a la noche debe ser analizado en su fondo, en su forma y en sus eventuales resultados. Respecto de la cuestión de fondo  hay que señalar que su contenido le ha permitido a la sociedad argentina tener la noción clara y la dimensión exacta de la maraña de disposiciones regulatorias que afectan su vida cotidiana. Desde la muy mala ley de alquileres hasta la ley de góndolas y un largo etcétera que, además, han servido para crear una burocracia que alimentó la letal corrupción que se extiende por todo el país. Ejemplo de ello –entre tantos– es el registro automotor, muchos de cuyos titulares son personas vinculadas al poder de los diferentes turnos. Los gobernadores no están exentos de esta crítica. Esto no significa que el Estado no deba tener a su cargo un rol de regulación en situaciones bien puntuales en las cuales grupos dominantes quieran imponer sus condiciones para eliminar todo tipo de competencia. Eso no es lo que ha ocurrido con el Estado elefantiásico que el megadecreto expone. Ese Estado elefantiásico ha, paradojalmente, consolidado la fortaleza de esas posiciones dominantes y favorecido la corrupción.      

En un sistema republicano las cuestiones de forma hacen a su esencia. La división de poderes es un pilar fundamental sobre el que se asienta la estructura institucional de la Argentina. El objetivo de tal condición es claro: evitar que alguien tenga la suma del poder total. En el transcurso de la historia, esa fue una aspiración que tuvieron varios líderes políticos: Juan Manuel de Rosas, Julio Argentino Roca, Juan Domingo Perón, Carlos Menem y, últimamente, Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner. En el caso de los Kirchner fue esa división de poderes la que evitó que el proyecto chavista que encarnaban se concretara.

Algunos puntos del decreto deben pasar por el Congreso inevitablemente

Los decretos de necesidad y urgencia (DNU) nacieron como un instrumento que, bajo la justificación de una necesidad extrema y excepcional dieron pie a una aberración que permitió al presidente de turno eludir la participación del Congreso en la elaboración de instrumentos legislativos. Menem abusó de los DNU, lo que llevó a que, con un intento de limitarlos, se reglamentara su uso en la reformada Constitución de 1994.  

Imaginemos por un momento que, en vez de Javier Milei, esto lo hubiese hecho la expresidenta. Desde esta columna se estarían exponiendo las mismas críticas. De hecho, destacados abogados profesores de Derecho Constitucional de afinidad ideológica declarada con el actual gobierno no dudaron en calificar a alguno de los puntos del megadecreto como inconstitucional. Por lo tanto, hay algunos puntos del decreto que deben pasar por el Congreso inevitablemente. Si así no fuera, se exponen a que en el futuro un gobierno de signo contrario elimine también de un plumazo lo que hoy se quiere imponer del mismo modo.

Los resultados de todas medidas serán los que terminarán de darles su vigencia. Si los prometidos beneficios se hacen realidad, las ideas de Milei tendrán terreno fértil y cambiarán la cultura política de la sociedad. Si no, retornará lo mismo que se acaba de ir, pero mucho peor. Es un riesgo demasiado grande como para cometer errores de forma que condicionan todo el armado.   

El Gobierno sabe que el momento de acelerar con medidas antipáticas es ahora

“Si el Presidente hubiese enviado una parte del decreto como proyecto de ley al Congreso de la Nación, no tengo dudas de que hubiese tenido mejor recepción general y que habría tenido el apoyo de la mayoría en ambas Cámaras. Estoy de acuerdo con el Fondo de las medidas, pero no puedo aceptar el camino elegido para imponerlas”. La reflexión pertenece a una diputada nacional del ala dialoguista de Juntos por el Cambio y demuestra claramente que las cosas podrían haberse hecho mejor. Al fin y al cabo, parte del peronismo no kirchnerista también habría apoyado las medidas en el Parlamento dejando en soledad al kirchnerismo duro y los sectores más radicalizados de la izquierda. Sin embargo, para el Presidente este DNU es algo más que una batería de medidas políticas. Forma parte de su concepción del poder, y de su batalla contra la burocracia de “la casta”. Victoria Villarruel, desde el Senado, y el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, ya están tejiendo alianzas para intentar tomar el control de la comisión bicameral permanente que controla los DNU. En el Gobierno son optimistas y alegan que “en los 40 años desde el regreso de la democracia nunca se rechazó un DNU”. El problema es que esto no termina aquí. Apenas una parte de lo que viene es la ley de reforma tributaria. Son, al menos, 10 capítulos con decenas de artículos que versan sobre el blanqueo, retenciones, posibles moratorias, impuestos internos y la polémica vuelta de ganancias. Quienes conocen el derrotero de leyes, decretos y normas para desregular la economía y todos los aspectos que hacen a la vida en sociedad que eran controlados por el Estado aseguran que el camino será áspero por lo menos hasta fines del mes de mayo. En el Gobierno saben que el momento de acelerar con medidas controvertidas o antipáticos es ahora. La pregunta sigue siendo la misma: ¿podrá la gente de a pie soportar algunas de las consecuencias de estas medidas de apertura? Es cierto que la liberación de precios es consecuencia directa de los desastres del gobierno anterior. La inflación –que recrudecerá al menos hasta marzo– es responsabilidad del gobierno de los Fernández y, en especial, de la irresponsabilidad del exministro candidato Sergio Massa, pero las consecuencias actuales las sufre la gente, y es una incógnita el tiempo que podrán sostenerse en pie ante la llegada del sinceramiento de precios percibido como un ajuste descomunal.

Argentina pelea por volver a ser un país normal. Los 20 años de kirchnerismo hicieron estragos. Se libra una batalla cultural que tendrá en pie de guerra a los Belliboni de la vida, los D’Elía y los Grabois. Lo peor que puede pasar es quedarse a mitad de camino. El Gobierno deberá tener la lucidez suficiente para administrar dos años de tragos amargos. Nada se logra sin sacrificios, pero en el medio está la gente.



   


domingo, 6 de agosto de 2023

Rumbo a las Paso. Gestos que no dicen nada… @dealgunamaneraok...

 Rumbo a las Paso. Gestos que no dicen nada…


En ropa de combate. Patricia Bullrich. Dibujo: Pablo Temes.

Llega a su fin una campaña devaluada, en la que ya nada sorprende. Unos ignoran la realidad, otros privilegian la pelea fratricida.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 05/06/2023 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

“No puedo pagar la luz”. El testimonio de un habitante del Conurbano Bonaerense que muestra ante las cámaras de televisión la factura que lo ha dejado estremecido se reproduce por miles. También entre los comerciantes de distintos puntos de la Ciudad de Buenos Aires. 

Algunos de ellos piensan en cerrar. En contraposición a esta realidad indiscutible y dura las mismas pantallas traen la palabra de la inefable portavoz presidencial Gabriela Cerruti, negando que ello sea así. Una vez más, kirchnerismo puro. Aquí no pasa ni ha pasado nada.

En esa misma dimensión cabalga la campaña de Sergio Massa. El candidato habla como si el ministro de Economía y el Gobierno fueran de otro. Por eso, evita al máximo posible su contacto con periodistas que no le responden. Cuando eso ocurre, la insustancialidad de sus respuestas queda expuesta sin tapujos y su malhumor se hace indisimulable. Se enoja y, entonces, a quien le formula preguntas y repregunta con agudez y fundamentos, lo único que atina a decirle es que le está faltando respeto. Es lo que pasó en Córdoba el jueves pasado. Vale la pena recordarle al ministro-candidato que el enojo, es algo propio de los necios. 

Es cada vez más difícil hacer encajar la realidad en el relato. No hay peor ciego que el que no quiere ver.   

Mientras tanto, el deterioro de la situación económica no se detiene. La euforia del anuncio del nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional tuvo la duración y el efecto de un leve suspiro. No cambió nada. En el Gobierno viven día a día o, mejor dicho, hora a hora. Nada se puede planificar en este torbellino de impericia. Nada se puede prever. El dólar blue sigue imparable. Ya nadie tiene dudas de que seguirá en ascenso hasta las elecciones. El cepo a las importaciones y la falta de reservas del Banco Central dan testimonio en ese sentido. No hay “¡Ah, pero Macri!” que alcance a parar esta debacle. Lo único a lo que recurre el Gobierno es a estrangular aún más el cepo con el consecuente aumento de las dificultades para la importación de insumos que son esenciales para el aparato productivo. Aún así, el Presidente y el gobernador de la provincia de Buenos Aires se solazan hablando de cifras de un crecimiento económico que nadie ve. Otra vez, ¡kirchnerismo puro!  

Un condimento extra alimenta la incertidumbre política. La cantidad de encuestas que pululan entre los diferentes candidatos no sorprende por la polarización entre los competidores, sino por arrojar resultados muy dispares entre sí con diferencias que, en algunos casos, llegan a los 10 puntos. Otro dato que abona la falta de certezas: en las elecciones provinciales que ya se han celebrado con un cronograma diferente del nacional hubo hasta el momento, más de un millón de votos en blanco y un aumento exponencial del ausentismo. La gente no está yendo a votar.   

En el oficialismo temen que un resultado que lo deje relegado al tercer puesto o una derrota contundente, dispare una incontenible inestabilidad política, económica y social derivada de la falta de poder real hasta las elecciones generales. Sergio Massa ya ha tomado nota de esta posibilidad y se prepara para cubrir cualquier escenario. Puertas adentro se sigue quejando por el fogoneo a la candidatura de Juan Grabois, que distintos sectores estimulan a modo de fuego amigo. El tigrense está convencido de que Máximo Kirchner y su madre, la vicepresidenta en funciones, están a la cabeza de ese movimiento. La explicación es sencilla: el relato no puede claudicar y la figura del actual ministro de Economía no puede crecer lo suficiente como para acumular un poder tal que le permita borrar de un plumazo lo que queda de kirchnerismo duro. CFK es experta en los juegos de poder y sabe que Sergio Massa no es confiable para su futuro inmediato. En este contexto, todo puede suceder. Incluso lo impensado: parece una burla del destino, pero el principal candidato presidencial de Unión por la Patria aún no pudo hacer pie con un acto en La Matanza, bastión histórico del peronismo en general y del kirchnerismo en particular. Sucede allí algo muy particular.

Una campaña sin sorpresas


En el Movimiento Evita perciben cierta inclinación del ministro por el intendente Fernando Espinoza, quien deberá competir en la interna municipal con Patricia Cubría, esposa de Emilio Pérsico, líder del movimiento. Massa prefiere no correr riesgos y dejar que Axel Kicillof siga negociando para llegar a buen puerto. La otra razón por la cual el candidato oficialista no hace pie en lo más profundo del Conurbano es la propia realidad: con base en datos oficiales se estimó que la pobreza fue en el primer trimestre de este año de 38,7%. Prácticamente 4 puntos porcentuales más arriba con relación al mismo período de 2022 (34,3%). Peor aún, cerca de 100 mil chicos cayeron en la indigencia en un año. 

“En la Argentina no hay hambre”, había dicho sin inmutarse unos días atrás la vocera presidencial quien, además minimizó el impacto  de la pobreza en los niños. Más de lo mismo. Es cada vez más difícil hacer encajar la realidad en el relato. No hay peor ciego que el que no quiere ver. 

Dentro de No tan Juntos por el Cambio no existe la paz. La ex orgullosamente bonaerense María Eugenia Vidal lo sabe muy bien. Apenas se pronunció públicamente a favor de Horacio Rodríguez Larreta, una catarata de críticas de sus correligionarios le cayó encima. Uno de los más vehementes fue el diputado nacional 
Cristian Ritondo, quien aseguró que la exgobernadora le había dicho que se mantendría neutral. Ritondo fue ministro de Seguridad en el gobierno de Vidal, pero parece que la ferocidad de la interna está por sobre los vínculos y las lealtades. Es tiempo de pronunciamientos. Al menos eso creen en la coalición opositora. Jorge Macri le venía pidiendo un gesto inequívoco a HRL, y ahora Patricia Bullrich hace lo propio con Mauricio Macri. ¿Es acaso más importante forzar una declaración de un “compañero de equipo” que salir a buscar con propuestas y sentido común el apoyo de los votantes? 

Ya nada sorprende en una campaña devaluada y llena de gestos que no dicen nada.
 



   

domingo, 16 de julio de 2023

Chicanas y Agresiones. Un espectáculo decadente... @dealgunamaneraok...

 Un espectáculo decadente…


Sin lugar a dudas estamos ante la campaña más pobre, desordenada y carente de contenido de los últimos 30 años. 

© Escrito por Nelson Castro el sábado 15/07/2023 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

En el círculo áulico que rodea al ministro de Economía había caras de alegría y un sentimiento de euforia el jueves tras la difusión del índice de inflación de junio. El 6% clavado sorprendió a propios y extraños. Por lo bajo, no fueron pocos los que en el Gobierno le bajaron el tono inmediatamente a la algazara. 

“En los bolsillos de la gente esto no hace ninguna diferencia”, se sinceraba un funcionario con contacto diario con la calle. Le asistía la razón. El índice de Precios al Consumidor toma como precios de referencia aquellos que el Gobierno congeló. El problema es que la disponibilidad de los productos que entran en ese acuerdo es siempre limitada. A muchísima gente se le hace literalmente imposible acceder a esa mercadería. Debe conformarse a comprar lo que encuentra a un valor que supera el de los precios acordados. Pero no sólo el bolsillo de la gente no guarda relación con la euforia gubernamental. Tampoco el dólar parece haber tomado nota de lo que el oficialismo presenta como una baja de la inflación. Los 27 pesos que aumentó el dólar blue en esta última semana, expresa no sólo las idas y vueltas para cerrar un acuerdo con el Fondo Monetario, sino también la vulnerabilidad de la economía argentina. Por más que el relato intenta mostrar lo contrario, todo está atado con alambres.

De nada de esto habla Sergio Massa en sus apariciones públicas. Es evidente que, aunque lo niegue, ya tiene puesto el traje de candidato y eso se deja ver en todo lo que hace. Piensa que con un sobreactuado despliegue de actos e inauguraciones todo se tapa. Esto es propio de los que se sienten en una posición de debilidad. Es la que hoy en día exhibe el ministro. Una de las consecuencias de tal debilidad es el sesgo que ha adquirido su campaña, basada principalmente en el ataque a sus adversarios. En el Gobierno han vuelto a echar mano al recurso del miedo para cooptar votos bajo pretexto de que si ellos no son gobierno, sobrevendrá la debacle.

Un Massa para cada gusto


¿Se puede estar aún peor? Todo lo que hay son afirmaciones negativas y acusaciones contra sus adversarios. Una campaña electoral pivota sobre esas premisas cuando no hay nada positivo que mostrarle a la sociedad. Es lo que le está pasando al oficialismo: no hay logros económicos; la inseguridad reina por doquier, la salud pública está colapsada, la educación pública con un deterioro imparable y el narcotráfico enseñoreado en extensas zonas del país. El nivel de desorden y decadencia que azota al país es fácilmente palpable en cada uno de los ámbitos de la vida diaria. La gente ya no puede más.

Massa está convencido de que, si en la interna de No tan 
Juntos por el Cambio se impusiera Patricia Bullrich, sus chances de ganar la elección en octubre aumentarán. Hacia ella apunta. Es la rival perfecta para polarizar en un eventual ballottage. La ideología siempre manda. En su entorno se esfuerzan por recordar las condiciones en las que asumió: “Sergio se hizo cargo de la Argentina cuando nadie más quería tomar el mando. Logró darle estabilidad a un gobierno que estaba terminado. Como dijo la vicepresidenta no arrugó y va para adelante, eso nadie lo puede negar”. La kirchnerización del tigrense tampoco es algo que se pueda negar. El ministro y candidato necesita impregnarse de kirchnerismo duro para evitar que esos votos terminen en manos de su competidor en la interna, Juan Grabois. Años atrás juró que no volvería a calzarse el traje K y que iba a “barrer con los ñoquis de La Cámpora”; ahora necesita convencer a todo su espacio que, nuevamente, es uno de ellos. La vice en funciones sabe que, por el momento, es la mejor carta que tiene en el mazo y no duda en elogiarlo públicamente aunque para ello deba taparse la nariz.

Camino largo y tedioso

La inauguración del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner es un episodio de esta campaña pobre en ideas que merece un capítulo aparte. La obra debió haber estado terminada mucho tiempo atrás. Pasaron al menos dos años de gastos innecesarios en materia energética que se traducen en más de 5 mil millones de dólares despilfarrados por la inoperancia. Hay además, una investigación muy bien documentada del colega de CNN Ignacio Grimaldi quien sacó a la luz reuniones secretas entre el Gobierno y empresarios de Techint meses antes de la licitación para la construcción del tramo final del gasoducto que terminó en manos de esa empresa. Las licitaciones en obra pública siempre fueron el talón de Aquiles del kirchnerismo y la puerta de entrada a los negocios propios y la corrupción. La Justicia deberá investigar estos últimos episodios.

En el acto inaugural se los vio “unidos y organizados”. Allí compartieron escena CFK, Alberto Fernández y el propio Sergio Massa para una simulación de puesta en marcha que fue sencillamente vergonzosa. Al día siguiente, comenzaron a circular los videos tomados por los verdaderos operarios y trabajadores del lugar que mostraban cómo se desmontaron los caños que luego fueron llevados en camiones con destino incierto. Todo fue una farsa para alimentar la campaña. Las explicaciones posteriores del Gobierno pasaron a formar parte del relato al que nos tienen acostumbrados.

Un tembladeral


La oposición tampoco fue capaz de dar una imagen superadora. Allí nadie tiene siquiera la intención de bajarle el tono a las disputas internas. Mucho menos la conciencia del daño que le están haciendo al proceso democrático lavando constantemente los trapitos al sol sin discutir ideas o proyectos de país que puedan poner a disposición de los votantes.


La ausencia de debate propiamente dicho, le quita a la campaña su razón de ser. El ciudadano deberá acudir a las urnas con muy poca información de calidad acerca de lo que realmente harán los candidatos que se disputan el poder. Sin más, lo que domina la escena es la agenda política –de los políticos– basada en la chicana, los personalismos y las agresiones que poco aportan a la esencia del proceso electoral.


La brecha que separa las preocupaciones de los ciudadanos de a pie con el espectáculo decadente que venden quienes aspiran a ocupar un cargo es abismal. Sin lugar a dudas estamos ante la campaña más pobre, desordenada y carente de contenido de los últimos 30 años. La dirigencia política toda, está en deuda con los argentinos –una vez más–.