jueves, 21 de diciembre de 2017

Jubilaciones Mínimas y AUH... @dealgunamanera...

Las Jubilaciones Mínimas y la AUH perdieron 7 (siete) puntos de su poder adquisitivo en los últimos meses.

ISEPCi | Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana

En lo que va del año el valor de la Canasta Básica Total para una familia de dos adultos y dos niños pequeños, subió $2.191,66.

© Isaac Rudnik – Marcelo Maqueda. Octubre 2017. ISEPCi | Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana. 
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De acuerdo al relevamiento mensual realizado desde el Índice Barrial de Precios (IBP) sobre los productos de la Canasta Básica de Alimentos (CAB) en 400 comercios de 20 distritos del conurbano bonaerense, en setiembre los precios aumentaron 1,57%. Por su parte la Canasta Básica Total (el total de los productos básicos que además de los alimentos, las personas necesitan para vivir adecuadamente) sumó un aumento similar. 


Luego del amesetamiento que los precios de los alimentos que presentaron en los meses de  mayo y junio (+0,71%), el espiral ascendente registrado en la primera parte del año parece retomar la curva en los meses de julio, agosto y septiembre (+4,56% en ese trimestre). En lo que va del año el valor de la CBT para una familia de dos adultos y dos niños pequeños,  subió $ 2.191,66.


La curva ascendente que muestra el gráfico para este último trimestre no plantea una perspectiva optimista para los últimos meses del año, si tenemos en cuenta que están anunciados importantes ajustes en tarifas y combustibles.

Los anuncios oficiales

En agosto pasado el gobierno anunció los aumentos que corresponden por la Ley de Movilidad sancionada en 2008, para las jubilaciones y las asignaciones sociales que empiezan a regir desde setiembre 2107, pero que se cobran efectivamente a partir del 1° de octubre. El Jefe de Gabinete, Marcos Peña, dijo entonces que el incremento interanual ascendía al 28%, por lo que con una inflación estimada para el mismo período del 21 al 23%, estábamos en presencia de un fortalecimiento del poder adquisitivo de 5 a 7 puntos. 

Según el IBP desde setiembre de 2016 la CBA tuvo un incremento del 17,46% y la CBT subió 19,92%, por lo que la recuperación del poder adquisitivo de las prestaciones mínimas sería aún mayor. 


Sin embargo para saber cómo repercuten los aumentos de precios de los productos básicos de consumo en el poder adquisitivo de los sectores de menores recursos, es necesario observar detenidamente la evolución de la inflación mes a mes, y en qué momento llegan los incrementos de las remuneraciones mínimas.


Si comparamos los salarios que efectivamente percibían el mes de septiembre los receptores de las remuneraciones mínimas con la suba de los precios, se ve claramente que en los últimos doce meses jubilados y beneficiarios de la AUH tuvieron pérdidas del poder adquisitivo no menor de siete puntos.  Los que reciben el salario mínimo corrieron un poco más de cerca detrás de los aumentos de precios: “solo” habrían perdido entre dos tres puntos de su ya menguado poder adquisitivo. Recién cuando comiencen a recibir los valores anunciados por el gobierno en agosto –pero cobrados efectivamente en octubre- empezará el reintegro del deterioro sufrido en los meses anteriores, sobre el que habrá que ir descontando los nuevos aumentos de precios.

Por lo que la supuesta recuperación de las remuneraciones mínimas por encima de la inflación está lejos de ser cierta. 


Memoria, Verdad y Justicia... @dealgunamanera...

“Mi padre fue obstetra en la maternidad clandestina de Campo de Mayo y no lo perdono”…


Un efecto inesperado vuelve como un boomerang sobre los impulsores del 2x1: alzan la voz hijas de represores que, paradas sobre las premisas de memoria, verdad y justicia, condenan lo hecho por sus padres. Quieren reunirse, aportar datos, ayudar. Aquí, el relato de Erika Lederer, hija de un genocida que formó parte del plan sistemático de robo de bebés desde Zona Norte.

© Escrito por Guillermo Lipes (Agencia Telam) Publicado el miércoles 24/05/2017 por la Revista Anfibia de la Ciudad Autónoma de la Ciudad de Buenos Aires.

 Ricardo Lederer fue uno de los genocidas que actuó en el centro clandestino de Campo de Mayo durante la última dictadura cívico-militar. Fue uno de los obstetras responsables del robo y apropiación de bebés orquestados desde la maternidad ilegal instalada allí. También intervino en los llamados ‘vuelos de la muerte’, cuando los represores tiraban a detenidos-desaparecidos vivos al río o al mar. Formó parte del levantamiento carapintada y, cuando dejó de ser militar, integró la Policía Bonaerense, trabajó para la empresa Techint y los astilleros Astarsa, emblema en Zona Norte. Lederer se suicidó en 2012, horas después de conocerse la restitución de identidad del nieto recuperado 106, Pablo Javier Gaona Miranda, con cuya firma el médico había avalado la identidad falsa con la que fue entregado a sus apropiadores. Ayer, el genocida volvió a ser noticia. Pero no por su accionar sino por el de su hija, Érika, dispuesta a abrir su historia y convocar a otros hijos de represores que rechacen lo hecho por sus padres y sostengan las premisas de memoria, verdad y justicia.

A través de un texto publicado en Revista Anfibia, una entrevista brindada a Télam y un mensaje ya ramificado por doquier, instó a juntarse a quienes padecieron y padecen lo mismo que ella. A construir desde el lugar “de mierda” que les tocó: “Ahora bien, ¿juntarnos para qué? No para seguir regodeándonos en nuestros dolores, sino para organizarse con miras a aportar datos a los familiares que aún hoy buscan justicia, nietos y poder llorar sus muertos. Cuando la palabra circula la historia permanece viva. Cuando nombramos generamos presencia. Y es entonces que podemos estar seguros de que no nos han vencido”.

“No lo perdono, no sé si lo odio. También me preguntaron si lo quería, pero no me hago esa pregunta… No tuve odio, tuve tristeza porque quise que cambiara…”, respondió la joven cuando le preguntaron su odiaba a su padre. Dos días después de la marcha contra el fallo de la Corte, en la convocatoria contra el 2 x1, Erika escribió en su Facebook: “Pienso en voz alta: Los hijos de genocidas que no avalamos jamás sus delitos, esos que gritamos en sus caras la palabra asesino y Memoria, Verdad y Justicia, por pocos que seamos, podríamos juntarnos, para aportar datos que hagan a la construcción de la memoria colectiva”.

En la entrevista concedida a la agencia oficial, la mujer explicó: “La expectativa es que se vaya sumando gente para generar relatos de estas historias que dejaron huella. Y para eso hay una página de Facebook en la que vamos encontrándonos. Se llama Historias Desobedientes y con Faltas de Ortografía. Nos va a servir para reconstruir nuestros relatos, rellenar algunas lagunas y lograr historias habitables. Nos vamos juntando de a poco. Es muy loco no haber tenido conexión antes. Lo primero que dije es que no voy a perder un minuto en discusiones que ya no doy porque la queja no sirve de nada. La consigna es reunirnos para aportar datos, contar historias que a otros les sirvan. Reunirnos para sanar porque no hay noción de los daños que aún se siguen produciendo. También destaco que no nos ponemos en pie de igualdad con los hijos de desaparecidos. En todo caso estamos al servicio, pero no nos sentimos con voz”.

“LOS HIJOS DE GENOCIDAS QUE NO AVALAMOS SUS DELITOS, QUE GRITAMOS EN SUS CARAS LA PALABRA ASESINO Y MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA, POR POCOS QUE SEAMOS, PODRÍAMOS JUNTARNOS Y APORTAR DATOS”

Aquí, el texto completo de Érika Lederer publicado en Revista Anfibia:

Me llamo Erika, con K, porque en noviembre de 1976, en Salta, un par de botas metieron el miedo suficiente en el Registro Nacional de las Personas como para que nadie se opusiera a anotar un nombre que no estaba permitido. No supe nunca de qué se vanagloriaban al contar esa anécdota. Imaginarlo es sencillo: se jactaban con alegre impunidad, del poder que a diario ejercían en las pequeñas cotidianidades.

No llegué a cumplir un mes en la provincia norteña. A mi viejo, médico obstetra y carapintada, años más tarde, lo trasladaron a La Plata. Recuerdo y sé que se conservan fotos del festejo por el campeonato mundial de fútbol en la plaza de aquella ciudad. Para el año ‘79 estábamos en Campo de Mayo, uno de los grandes centros clandestinos de detención. Mi viejo era uno de los obstetras de la maternidad que allí funcionaba. Allí, ese mismo año, nació mi hermano.

Tengo algunos recuerdos de esos años, como cuando destruí la guardería que tenían para los hijos de los milicos. Me veo saltando de cuna en cuna, despertando bebés. Recuerdo también una jirafa enorme, grande muy grande para mis dos años y ocho meses. Tengo presente también las palizas que recibía por infiltrarme entre las botas durante los desfiles.

Fue cuando estaba en tercer grado, alrededor del año 1984, cuando algo del relato familiar empezó a no encastrar. Esas grietas en la historia son las que poco a poco fueron sembrando dudas y desconfianza en relación al relato hegemónico familiar. Ni Papá Noel existía ni mi viejo era tan bueno.

De esa época recuerdo mis problemas para vincularme, el asma y el miedo a hablar. Algo no encajaba en mi pequeña lógica. Un par de años después, siendo todavía una estudiante primaria, escuché de boca de mi viejo -entre otros relatos- el de los vuelos de la muerte. (Nunca pude entender cómo se las arreglaba con el Juramento Hipocrático ya que la paradoja es insalvable: la mano que cura es la misma mano que puede torturar, dar a luz, decidir sobre la vida y también, criar, acompañar al colegio, abrazar y golpear. Un devenir incesante de disociaciones, ninguna gratuita).

También recuerdo el no poder hablar, los golpes, la vergüenza, los textos prohibidos, las películas vedadas y, principalmente, lo mal fundado de los argumentos por los cuales habría uno de creer su visión de la historia era la correcta. Creo que todo ello fue deslegitimando la figura paterna y me permitió interpelarlo e interpelarme.

Para ese entonces, se escondían ejemplares de Página/12 en casa como parte de los temas de los que no se podía hablar, en especial con Mercedes. ¿Qué tenía de particular la familia de mi compañera de colegio? Puedo decir que agradezco infinitamente haber tenido luego una cantidad inmensa de Mercedes que me abrieron los ojos. Lo extraño es que ellos nunca supieron todo lo que sembraron en mí. La duda quiebra lo hegemónico.

¿Por qué hay tantas cosas de las cuales no se puede hablar? ¿Por qué papá aparece en un diario? Página/12 lo había escrachado por defender a Camps (y uno va creciendo, leyendo –nada más hermosamente subversivo, para usar el término que ellos entienden– e informándose respecto de quiénes eran esos personajes siniestros). Pero hay edades donde no se cuenta con esa información o no se la puede abordar. Un niño no está preparado para asimilar que sus padres no hacen bien las cosas.

El 24 de marzo de este año mi hija menor, Alba Libertad, me preguntó con sus 9 años (¿será casual la adquisición de conciencia a esa edad?), si de vivir, su abuelo estaría preso. “Sí”, le respondí de inmediato. Nunca la vi llorar como ese día. Nunca. Algo se había quebrado en aquella niñez, pero no podía ser de otro modo. Recordé que a esa edad yo le preguntaba a mi viejo si él había matado. Hay preguntas de las cuales no hay regreso posible, porque son de algún modo mayéuticas y nos solicitan como sujetos. Al salir de la caverna, después de encandilarse y ver las imágenes verdaderas, el esclavo debía regresar para contar lo que había visto fuera de ella.

Que la verdad duele es cierto, pero es necesaria, para poder construirse como sujeto. Y eso vale también para los que debemos hacernos cargo de la mierda que nos toca. No se puede vivir eternamente disociado.

A los hijos de los milicos -y más si tu viejo era comando y carapintada- nos formaban en ciertos valores más que en otros; es decir, se nos educaba para ser gallardos. El peor defecto que podíamos detentar era el de ser cobardes. Agradezco que haya sido así: había que tener valentía para mirar al verdugo a los ojos y, aun así, mantener la palabra. Memoria, Verdad y Justicia. Clarito y sin claudicar.

Todas esas inquietudes, esas fisuras dentro del relato totalitario paterno, estallaron cuando tenía 15 años, quizás todavía 14. Si el tipo que debía cuidarme encañonaba a mi vieja delante mío, era capaz de cualquier otra cosa. Lo personal es político. El respeto a un Otro, los abusos de autoridad y de poder, la violencia como modo de disciplinamiento se juegan dentro y fuera del seno familiar. ¿Si mi viejo podía golpearme con la ferocidad que lo hacía, siendo su hija, por qué no lo haría con personas desconocidas?

“QUE LA VERDAD DUELE ES CIERTO, PERO ES NECESARIA, PARA PODER CONSTRUIRSE COMO SUJETO. Y ESO VALE TAMBIÉN PARA LOS QUE DEBEMOS HACERNOS CARGO DE LA MIERDA QUE NOS TOCA”

Tendría alrededor de diez años cuando recogí un gato de la calle. Por si no lo saben: los felinos no son los animales preferidos de un castrense. Entendí, tijera de jardinero mediante, que lo de las siete vidas es puro camelo. El gato fue desechado en una bolsa negra de basura. Estos métodos terminan por amedrentar cualquier subjetividad.

Otra cosa que intenta quebrar un milico es la voluntad; nada de sacar los pies fuera del plato. Estudié Derecho (aunque me gustaba la filosofía, carrera vedada) con un único objetivo que me acompañó año a año: recibirme e irme de esa casa. Para ese entonces mi viejo ya no era milico, pero lo había receptado la Policía Bonaerense, Techint y los Astilleros Astarsa. Recuerdo la última golpiza, ya de grande, después de que me encontrara un periódico troskista. Entré a mi habitación y vi todo dado vuelta, como en las requisas dentro de lugares de encierro. Me juré irme y nunca más volver, cosa que sucedió.

En agosto de 2012 recuerdo haber festejado la aparición de Pablo Gaona Miranda, el nieto 106. Durante la noche y acorralado por la situación judicial mi viejo decidió quitarse la vida. Se hizo justicia popular.

Poner en cuestionamiento (en duda) el relato totalitario paterno es necesario como primer paso para la toma de conciencia (mi viejo no está haciendo las cosas bien). Y en relación a la identidad, vivir bajo el yugo de la incertidumbre y de no saber quién es uno, no es algo que posibilite la construcción de una subjetividad sino lábil.

Cuando se comunicaron desde Abuelas ante la posibilidad de que mi ADN fuera compatible con los aportados al Banco Nacional de Datos Géneticos (BNDG), la primera sensación que tuve fue la de traición. Hiciera lo que hiciera estaba traicionando; o bien a quien me crió o bien a mis propias convicciones que son las que me llevaron a la sede de Abuelas (Virrey Ceballos 592), y luego al Durand. Lo cierto es que no fue compatible y esto implicaba hacerse cargo de que era la hija de este personaje. Desde esa certeza es que pude hablar y asumir el camino que me tocaba. Un camino no elegido, pero que sin embargo me es propio. Por esa razón, y siendo existencialista, no sentí necesidad de cambiar mi apellido, pero sí un compromiso genuino con la búsqueda de la verdad.

El milico suele ser implacable y hay que estar preparado para defender una idea (Julio López es un argumento en este sentido).

Mientras escribo esto, mi hijo me envía un mensaje de texto preguntándome si su abuelo se había suicidado. Hasta ahora sabía todas las cosas que había hecho, incluso sabía que si su abuelo viviera estaría en cana. Pero no sabía cómo había terminado. No creí oportuno hablarle del suicidio a su edad, me parecía una crueldad innecesaria. Sin embargo hoy debo responder esta pregunta de la única manera posible, con la verdad. Y el dolor de niño otra vez.

Además, no olvidemos, que nunca se arrepintieron. Mi viejo jamás se arrepintió.

Cuando leí el artículo de Anfibia sobre Mariana, la hija de Etchecolatz, se me vinieron a la mente -y al cuerpo, principalmente- mil recuerdos. Es difícil deshacerse de ellos; son como una música en sordina, para nada alegres por cierto. La disociación, la culpa, la angustia (porque uno puede comprender racionalmente que no tuvo nada que ver, pero carga la piedra de Sísifo de todos modos) encuentran a la palabra como cura, como instrumento para nombrar y generar presencia, quién sabe si una anécdota no viene a completar lagunas o dar un poco de luz a los relatos de familiares que aun hoy buscan respuestas.

Cuando ellos piden olvido, nosotros tenemos el deber cívico y humano de dar presencia y memoria; la palabra nombra y mantiene vivo el relato. Por eso el relato de Mariana emociona, convoca y, en cierto modo, obliga. Nos interpela a contar; decir lo que sabemos, por poco insuficiente o mal articulado que sea. Coadyuvar a la construcción de la historia es un compromiso colectivo. Todavía faltan nietos por aparecer y cuerpos por despedir (hasta en la edad antigua se les permitía sepultura a los muertos del enemigo).

Leer el testimonio de la hija de Etchecolatz me genera, más allá de la angustia por los recuerdos, la posibilidad de transformarlos en acción plena de sentido, lo cual es más útil y consecuente. Así surgió la idea de juntarnos. Hijos de milicos genocidas, bajo una única consigna inclaudicable: Memoria, Verdad y Justicia. Y esto es necesario dejarlo más en claro que nunca por el contexto actual: se reciben a familiares de genocidas en oficinas de gobierno, se otorgan beneficios en la ejecución de las penas a los genocidas condenados, se hizo campaña (y se ganó una elección) contra el “curro” de los derechos humanos y el más alto órgano jurisdiccional argentino desoye instrumentos internacionales en la materia y argumenta y sentencia en favor de aplicar la famosa pero no vigente ley del 2×1. Esto es borrar lo logrado con años de lucha. Es increíble que se vuelva a escuchar hablar de dos demonios. Fue uno y se llamó Terrorismo de Estado. No hay reconciliación posible con las Pandos. En el año 2012 hubo justicia, porque o bien mi viejo terminaba preso en el penal de Marcos Paz o terminaba como terminó. ¿Qué respuesta judicial habría hoy para un caso como el de mi viejo?

Ahora bien, ¿juntarnos para qué? No para seguir regodeándonos en nuestros dolores, sino para organizarse con miras a aportar datos a los familiares que aún hoy buscan justicia, nietos y poder llorar sus muertos. Cuando la palabra circula la historia permanece viva. Cuando nombramos generamos presencia. Y es entonces que podemos estar seguros de que no nos han vencido.

“CUANDO ELLOS PIDEN OLVIDO, NOSOTROS TENEMOS EL DEBER CÍVICO Y HUMANO DE DAR PRESENCIA Y MEMORIA”




miércoles, 20 de diciembre de 2017

Caso Maldonado… @dealgunamanera...

Caso Maldonado…

Santiago Maldonado. Fotografía: NA: Archivo

El "testigo E" contó cómo fueron los últimos minutos de Santiago Lucas Pilquiman declaró oficialmente por primera vez ante el magistrado Gustavo Lleral, quien tiene a cargo la investigación sobre la muerte del joven.

Lucas Pilquiman, el denominado "testigo E" de la causa que investiga la muerte de Santiago Maldonado, el joven artesano que estuvo desaparecido casi 78 días luego de participar de una protesta mapuche en Esquel, que fue reprimida por Gendarmería, y cuyo cuerpo fue encontrado en el río Chubut, aseguró que los efectivos de esa fuerza "no detuvieron" al tatuadorEl joven de 19 años, que hasta el martes era conocido como el “Testigo E”, había acusado en septiembre, bajo identidad reservada y ante la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) a los gendarmes de detener al artesano.

En esa ocasión, había manifestado que él trató de ayudar al artesano a cruzar el río porque éste no sabía nadar. Y completó en su relato que "los gendarmes les dispararon".  Asimismo agregó que Santiago volvió a la orilla del río y trató de ocultarse en un arbusto y él escuchó como los efectivos gritaron "acá tenemos uno" y acto seguido se oyó un escopetazo. Luego, lo subieron a una camioneta Unimog y esa fue la última vez que lo vio. 

Sin embargo, ahora en su declaración oficial, Pilquiman exculpó a Gendarmería. Según publica El Tribuno, el joven declaró: “Sé nadar, pero me hundía porque tenía un buzo y una campera. Me las saqué para no ahogarme. Y le grité a Santiago: ¡Vamos peñi, vamos!. Me di vuelta y vi que el agua le llega al pecho a Santiago, que me decía: No puedo Peñi, no puedo. Dejé que me llevara la corriente y llegué al otro lado. Ahí vi a Santiago agachado escondido entre los sauces. Pude ver gendarmes en la barranca tirando con escopetas de bala 9 milímetros y piedrazos, pero abajo en el agua estaba solo Santiago. Ahí ya no lo vi más”.

El caso. 

Maldonado murió el 1º de agosto por “asfixia por sumersión coadyuvado por hipotermia”, informó el juez tras la autopsia al cuerpo. El joven participó ese día del piquete de los mapuches en la Ruta Nacional 40 para reclamar la liberación de su líder Facundo Jones Huala. Gendarmería los reprimió, los corrió hacia el Pu Lof y los arrinconó en el río Chubut. Allí por última vez. Tras 78 días, luego de varios rastrillajes, apareció su cuerpo.

En la morgue judicial de Buenos Aires, Sergio Maldonado, hermano del tatuador, lo reconoció  por los tatuajes. Desde entonces, la familia insiste sobre las circunstancias que llevaron a Santiago a sumergirse en aguas heladas cuando ni siquiera sabía nadar.


Incidentes en el Congreso. Julio Bazán... @dealgunamanera...

Incidentes en el Congreso…


Julio Bazán sigue internado tras las agresiones: "La intención era destruirme, estaban desaforados". Recibió piedrazos y patadas en la espalda de manifestantes contra la reforma previsional.

© Publicado el miércoles 20/12/2017 por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


El periodista Julio Bazán se recupera en la sala intermedia del Sanatorio de la Trinidad de Palermo tras las agresiones que sufrió por parte de decenas de manifestantes mientras cubría para TN las protestas frente al Congreso contra la reforma previsional.

"Están viendo una tomografías que me hicieron para ver si los golpes que me dieron en el abdomen y en la columna tuvieron alguna repercusión", dijo Bazán en diálogo con Marcelo Longobardi por Radio Mitre. "Especialmente están viendo si hay alguna secuela en el hígado. Las ecografías y las radiografías dieron bien", agregó.

"La intención era destruirme, estaban desaforados", respondió ante la pregunta de si creía que la intención era matarlo.

Bazán, de 71 años, fue agredido por un grupo de una decena de militantes, con golpes, patadas voladoras, piedrazos y hasta le tiraron cenizas calientes en todo su cuerpo, que le provocaron quemaduras y ampollas en el paladar.

Tiene una sutura con cinco ganchos en la herida tras recibir un piedrazo en la cabeza. 

Todo quedó registrado por las cámaras de los medios que cubrían los incidentes. Su camarógrafo también recibió empujones.

"Todavía tengo la boca hinchada y dificultades para hablar porque me quemaron por dentro con la ceniza".

"Buscaban hacerme daño por todos los medios. Mis hermanos me decían que si me llegaba a caer, por el clima que había, me mataban a patadas."

El periodista dice que los metrodelegados, los delegados del subte, le "salvaron la vida". "Cuando me metieron en la boca del subte, porque una piedra me partió la cabeza, me encerraron en una habitación gremial que tienen ellos, con puerta blindada, porque la turba quería bajar", dijo.

Además de Bazán, también fue agredido Sebastián Domenech, de TN, por otros manifestantes. Lo mismo ocurrió con Mauro Fulco, de C5N, entre otros colegas. Por su parte, Romina Mohr, de Canal 9, "recibió un impacto de bala de goma sobre su rostro, muy cerca de su ojo", según denunció ADEPA, la entidad empresaria de prensa.

En tanto que FOPEA destacó el caso del fotógrafo Juan Pablo Barrientos, de la revista Cítrica, "herido con más de 20 impactos de balas de goma" disparadas por las fuerzas de seguridad.

Bazán dijo no reconocer a ninguno de los manifestantes y sostuvo que las agresiones que recibió se condicen con que "los periodistas ahora son objetos de cacerías".

"Las heridas mías se van a curar, pero lo que hay que curar rápidamente es la animosidad, la agresividad que se instaló en gente que lograron fanatizar para convertirlos en energúmenos", cerró el periodista.

lunes, 18 de diciembre de 2017

Ley Previsional. Bochorno para todos… @dealgunamanera...

Bochorno para todos…

DARTH VADER NATIVO, Patricia Bullrich. Dibujo: Pablo Temes

Nadie se salvó el día de la sesión frustrada. Pases de facturas y negociaciones. El salvataje de Lilita.

© Escrito por Nelson Castro y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Todo –la militarización perimetral del Congreso, los grupúsculos de violentos munidos de piedras y palos, la represión descontrolada de la Gendarmería, la conducta patoteril del diputado de Unión Ciudadana Leopoldo Moreau y compañía, el descontrol del presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó– fue bochornoso. El clima de violencia que se vivió en la tarde del jueves pasado está en consonancia con un germen de intolerancia que se ha instalado en un porcentaje creciente de la sociedad argentina. Las imágenes de la Plaza Congreso y sus adyacencias,  transformada en un verdadero campo de batalla, tuvieron reminiscencias de aquellas otras del trágico diciembre de 2001. 

El Gobierno cometió errores garrafales en la forma como manejó el trámite que desembocó en la fallida sesión de la Cámara de Diputados. A ese error lo llevó el apuro con que quiso aprobar este controvertido proyecto de reforma previsional que, en verdad, es otro ajuste. La realidad de los jubilados ha sido y es penosa para la mayoría de sus “beneficiarios”. 

El pago de esos haberes representa más del 40% del presupuesto nacional y su sustentabilidad es cada vez más compleja porque la relación trabajador activo/jubilado está desfasada. Por eso, a lo largo de los años, las reformas jubilatorias se suceden enmascaradas con discursos que hablan de mejoras que nunca llegan. La dirigencia política vernácula no ha tenido, a lo largo de estos 34 años de democracia, la capacidad de estudiar el problema en profundidad y establecer soluciones consensuadas, posibles y permanentes. La consecuencia de esto es un grotesco que no hace más que ahondar el drama de la clase pasiva.

Antecedentes. 

En octubre de 2010, el conjunto de la oposición encabezada por los legisladores  de Unión-PRO aprobó un proyecto que establecía el reconocimiento del ya legendario 82% móvil para el pago de las jubilaciones. La respuesta de la entonces presidenta no se hizo esperar: “He vetado esta ley de quiebras que ayer sancionó el Parlamento” (...) “Lo que se sancionó, es la ley de quiebra del país y no puedo permitir que el Estado quiebre porque tengo una ley que me obliga”, afirmó Cristina Fernández de Kirchner al justificar su veto.

Se da ahora una situación exactamente inversa: el oficialismo, integrado por muchos de los que en 2010 eran opositores, habla de una modificación del cálculo de haberes de las jubilaciones mínimas so pena de que el sistema es insostenible y la oposición, en la que el kirchnerismo ha hecho punta, lo niega. Lo que pasó el jueves en el Congreso fue el resultado de una trama política compleja de acuerdos débiles entre el gobierno nacional y los gobernadores del peronismo.  

En el entorno de los diputados del PRO insistían y repetían la misma versión: “Teníamos el quórum. Un sector de la oposición fue decidido a generar disturbios; a producirlos dentro y fuera del recinto para lograr el levantamiento de la sesión”. Los aludidos por el oficialismo son el FpV, la izquierda y el Movimiento Evita.

En sectores críticos de la UCR fueron duros con las espadas del PRO. “Cuando no tenés una mayoría parlamentaria como tuvo el kirchnerismo en gran parte de sus mandatos, no podés intentar hacer jugadas como ésta. Hicieron kirchnerismo embriagados por el resultado electoral. No supieron interpretar lo que el proyecto generaba en la calle en un tema tan sensible como sacarles plata a los que menos tienen, y del otro lado, la respuesta fue la barbarie. Le dieron al FpV y a la izquierda todo lo que necesitaban para generar lo que se generó. Pero no le podés echar toda la culpa a la oposición si tu visión de la realidad tenía vicios de miopía”, señalaba una voz radical que no fue escuchada en el Gobierno.

En la cúpula del poder hubo un enojo casi transitivo: el Presidente estaba furioso con los gobernadores y estos, a su vez, lo estaban con sus diputados. Hubo traiciones explícitas. Muchos diputados no soportaron la presión de la calle. Eso se notó cuando el quórum se sostenía de manera intermitente. “Nadie dejaba el culo pegado en la silla por más de tres minutos” –graficó un funcionario que vivió el minuto a minuto de lo que pasó en el recinto de los diputados.

El lunes el Congreso tendrá una segunda oportunidad. A decir verdad será la prueba de fuego para volver a testear lealtades y acuerdos. Hay quienes sostienen que de obtener un nuevo fracaso parlamentario la riesgosa apuesta del DNU vería la luz.

Luego de la reunión del viernes con los gobernadores en la que participaron el ministro del Interior, Rogelio Frigerio; su par de Hacienda, Nicolás Dujovne; el vicejefe de Gabinete, Mario Quintana; los gobernadores Juan Manuel Urtubey (Salta), Domingo Pe-ppo (Chaco), Gustavo Bordet (Entre Ríos), Alfredo Cornejo (Mendoza), Gerardo Morales (Jujuy), Omar Gutiérrez (Neuquén) y Rosana Bertone (Tierra del Fuego), la calma pareció volver a las filas del oficialismo.

¿Qué ocurrió?

¿Por qué el cambio? Algunas de esas provincias necesitan del acuerdo con el Gobierno y de las reformas pactadas y, por supuesto, la llegada de obras y financiamiento. Se dice que el trato fue duro, pero cordial y quienes conocen las cuentas provinciales no dudan de que la billetera del Gobierno logró zanjar las diferencias. Salta, por tomar un ejemplo, cerrará el año con un déficit superior a los 4 mil millones de pesos. Sus pares del norte no están mucho mejor.

El Presidente tiene una deuda de gratitud con Elisa Carrió, quien tuvo un rol clave en todo este penoso episodio para evitarle al oficialismo males mayores. De todo lo por ella hecho, lo más trascendente fue el tuit en el que le advirtió el carácter inconstitucional del Decreto de Necesidad y Urgencia que, de haberse promulgado, habría significado el fin de Cambiemos y una grave crisis de sustentabilidad para el gobierno de Mauricio Macri.

Producción periodística: Santiago Serra. 


En Misiones, una nena se hidrató de un charco en el piso… @dealgunamaenra...

En Misiones, una nena se hidrató de un charco en el piso…

Fotografía: Miguel Ríos

Una foto que duele y representa la terrible situación que le toca vivir a una nena en las calles de Posadas, Misiones.

© Publicado el lunes 18/12/2017 por https://www.airedesantafe.com.ar de la Ciudad de Santa Fe. Fuente: www.TN.com.ar

Ante el calor insoportable de diciembre, la chiquita busca hidratarse y su única opción fue tomar agua de un charco en el piso. Un usuario de TN y la Gente la subió al portal. El autor, fue un periodista local que quiso mostrar la realidad de la comunidad Guaraní en su ciudad.

Fue el 14 de diciembre, en plena capital provincial con una temperatura de 38 grados. Miguel Ríos la difundió con un mensaje: “Mientras el país se prende fuego, esta niña Guaraní se hidrata desde el suelo. ¿Algo estamos haciendo mal como sociedad, no?”.

El dolor que causó la imagen se propagó instantáneamente por todas la redes. Mientras que algunas personas lo criticaban por publicarla en lugar de asistir a la nena, Miguel dedicó algunas líneas a explicar el porqué de su publicación: “Estoy más que seguro que muchos de los que opinan criticando son los mismo que cuando lo ven en la calle se ponen a criticar en vez de hacer algo por cambiar esa realidad.

¿Por qué la foto fue subida? Para que de una vez por todas se tome debate social respecto a un problema que muchas veces como nadie reclama nada, no se hace nada, y los que deberían hacer algo, se llenan los bolsillos”.

Miguel Ríos aclaró que los niños que estaban en el lugar fueron asistidos, pero con esa foto busca que la sociedad tome conciencia.