lunes, 12 de septiembre de 2016

José Ortega y Gasset sabía de inflación… @dealgunamanera...

José Ortega y Gasset sabía de inflación…


Entre las frases sobre nuestro país dichas por o atribuidas al pensador español José Ortega y Gasset en una de sus visitas, hace casi un siglo, hay una premonitoria y contundente: “La Argentina es un país con un gran futuro. Y lo seguirá siendo”, habría dicho, y dejó a más de uno sin saber si tenía que agradecerle.

© Escrito por Carlos De Simone el domingo 11/09/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Cuando el diario Perfil en su actual versión llegaba por primera vez a los quioscos, hace 11 años, el gobierno de entonces, a cargo de Néstor Kirchner, disponía elevar la jubilación mínima a $ 390. Era una buena noticia para los jubilados, que con esa suma lograrían acceder apenas a la mitad de la canasta básica, que rondaba los $ 800. Desde entonces hasta hoy desaparecieron las AFJP y pasó todo lo que sabemos que pasó, hasta llegar a esta primavera de 2016. Aquel mismo jubilado que sigue cobrando el haber mínimo, como en 2005, hoy tiene la edición del undécimo aniversario de Perfil en sus manos y $ 5.600 mensuales de jubilación en sus bolsillos, con los que logra acceder apenas a la mitad de la canasta básica, calculada en unos $ 11.300.

No es necesario convocar a Paul Krugman para ver que tanto la canasta básica como la jubilación mínima se actualizaron en estos 11 años más de un 1.300%, y que la cifra no habla de otra cosa que de la inflación que supimos conseguir. El jubilado está en el mismo lugar, e igual de lejos de la góndola del súper.

La información de este septiembre también menciona que por estos días se conocerá el nuevo proyecto para la recuperación del Riachuelo, y reproduce declaraciones de los actuales directivos de la entidad creada para el saneamiento, en las que se asegura que hoy “está peor que hace un siglo”. Veinticinco años atrás, la dupla Menem-Alsogaray prometió que en mil días los porteños se tirarían a nadar en él, pero María Julia se reveló fiel a Heráclito: no sólo no nos bañaremos en ese mismo río, sino que ahora calculan que llevará cuarenta años limpiarlo.

Las referencias son apenas dos botones de muestra, tan arbitrarios como representativos. Se podría elegir otros ejemplos de distintas fechas para comparar, sean años o décadas, y seguramente aparecerían las clases con peligro de no comenzar por el conflicto salarial docente, los hospitales con carencia de insumos vitales, o reclamos por la inseguridad. Tampoco faltaría quien sume datos positivos que contrapesen en el otro plato de la balanza. En tren de comparar aniversarios, el país de hoy no es el mismo que el de septiembre de 1930, y no es poca cosa.

No se trata de abonar al pesimismo nacional en el afán de destacarse. No somos los peores del mundo ni estamos condenados al éxito, y el destino y la grandeza que –se dice– éste nos tiene reservada están por verse.

Está claro que no se avanza sólo mirando el espejo retrovisor (tampoco ignorándolo) y que el pasado no explica el futuro, pero aun sin echar mano del rigor de las estadísticas existe en el inconsciente colectivo la ligera certeza de que las coyunturas se repiten demasiado y que, con matices, vivimos en un país que es más o menos siempre el mismo.

Para que Ortega y Gasset deje de tener razón al menos en eso, no estaría mal en algún momento probar qué pasa si dejamos de señalar a la piedra como la culpable de nuestros reiterados tropiezos.


domingo, 11 de septiembre de 2016

Por el Día del Niño las ventas de juguetes argentinos crecieron 2,5%... @dealgunamanera...

Por el Día del Niño las ventas de juguetes argentinos crecieron 2,5%...


La Cámara Argentina de la Industria del Juguete (CAIJ) informó que las ventas por el Día del Niño fueron un éxito, habiéndose registrando un incremento del 2,5% en las cantidades vendidas en la última “Semana del Niño” respecto al mismo período del año pasado. Esto fue posible principalmente por dos factores: (i) el Programa de Fomento al Consumo y la Producción AHORA 12 y (ii) el Acuerdo firmado por la entidad con la Asociación de Supermercados Unidos (ASU).

Hasta el mismísimo Presidente de la Nación, Ing. Mauricio Macri, como muestra de apoyo a la industria argentina, ha adquirido juguetes de fabricación nacional con licencias internacionales en una tradicional juguetería de barrio de la localidad de San Miguel. El Presidente eligió dos rompecabezas, uno de “Monster High” y otro de “My Little Pony”, ambos fabricados por socios de CAIJ licenciatarios de firmas internacionales. El primero se consigue por 110 pesos y el segundo por 120.

El presidente de la CAIJ, Dr. Matías Furió, señaló que el ticket promedio rondó este año los $250 pesos y que los precios de los productos se incrementaron sólo un 15% desde el pasado mes de diciembre. Todos los segmentos del rubro juguetero tuvieron un muy buen desempeño, con una destacada performance en las ventas de los juegos didácticos de primera infancia y los juegos de sociedad, también conocidos como juegos de mesa. Además, se registraron buenos niveles de ventas en rodados y patines (rollers) así como las muñecas, los camiones y los artículos fabricados en el país con licencia de una compañía internacional como los de Peppa Pig, Miles del Mañana, Avengers, Frozen y Soy Luna.

Gracias al apoyo de la Subsecretaría de Comercio Interior a cargo del Dr. Javier Tizado (h), el sector juguetero ha visto impulsadas sus ventas a través del Programa AHORA 12.

Fueron más de 3000 los pequeños comercios y jugueterías de barrio que se registraron como puntos de venta adheridos pudiendo ofrecer esquemas de financiamiento sin topes de. El Dr. Matías Furió señaló a que “el ticket promedio de compra por persona con Ahora12 es de $ 1.400”.

Por su parte, las góndolas de las grandes superficies han quedado prácticamente vacías gracias a las agresivas promociones de liquidación y otros descuentos ofrecidos por las tarjetas de crédito de los diferentes bancos que posibilitaron adquirir los juguetes de mayor valor con rebajas de hasta el 40% y 6 cuotas sin interés. Esta estrategia generó un impacto favorable en las ventas de juguetes de fabricación local por el Acuerdo CAIJ-ASU homologado en la Secretaría de Comercio del Ministerio de Producción. El mismo dispone que el 50% de los juguetes ofrecidos deben ser argentinos y compromete a los supermercados a no importar productos que se fabriquen en el país.

Otro factor determinante que destacó la CAIJ, fue que no se percibieron artículos a la venta en la vía pública, los cuales no cumplen las normas vigentes de seguridad, no pagan impuestos, violan la ley de marcas y ponen en riesgo la salud de los niños. Esto fue posible al trabajo de la Dirección General de Aduanas dirigido a controlar e incautar mercadería de dudosa procedencia en el puerto.

Más allá de promover el desarrollo del sector juguetero, la Cámara Argentina de la Industria del Juguete dona para esta fecha en la que se agasajan a los pequeños de la casa, más de 10 mil juguetes a diferentes centros de atención como el Hospital Ricardo Gutierrez así como comedores y merenderos de todo el país. En esta oportunidad, se realizaron donaciones a la comunidad Wichi de Las Lomitas (Formosa), a la comunidad Toba de Chaco y a varias instituciones de la provincia de Buenos Aires.




¿Cuándo nos fuimos a la mierda?... @dealgunamanera...

¿Cuándo nos fuimos a la mierda?...

Pedraza. Tuvo que morir Mariano Ferreyra para que un sindicalista fuera preso. Foto: Cedoc

Como el personaje de Vargas Llosa de Conversación en La Catedral que se pregunta: “¿Cuándo se jodió el Perú?”, en el bar de Lima donde se sitúa la novela, o como canta Jaime Roos en Los Olímpicos sobre los uruguayos... “Uruguayos / uruguayos/ dónde fuimos a parar/ Antes éramos campeones / Les íbamos a ganar / Hoy somos los sinvergüenzas / Que caen a picotear”, si el lector de esta columna acepta un café en El Hipopótamo o en el Derby, alrededor del Parque Lezama, en algún momento nos quedaremos en silencio, mirando pasar la tarde en la ventana, pensando lo mismo, quizá en términos más vulgares, más nuestros: “¿Cuándo fue que nos fuimos a la mierda?”.

© Escrito por Carlos Ares el sábado 10/09/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

¿Cuándo y por qué comenzó a importarnos todo un carajo y forzamos los límites de la convivencia hasta reventarlos? No los de la ley que se nos impone, sino los propios, los que nos hacen ser una persona. Esos que desmienten al tango, porque no es lo mismo “ser derecho que traidor”, por ejemplo. ¿En qué momento empezamos a culpar siempre a otro, a negar, a encubrirnos con el discurso de que no podíamos ser “el boludo” que se queda afuera cuando todos “entran”? 

Es probable que haya sido a causa de la última dictadura. Ya, antes, llevábamos varios años quebrando los pactos, los acuerdos, la Constitución, pero ahora hasta los golpes de Estado previos parecen dramas menores frente a lo que sucedió después. Fue en los primeros años de esos trágicos 70 cuando se despreció la vida. Matar pasó a ser un acto de justicia. Y la venganza comenzó a servirse en caliente. Secuestrar, torturar, eliminar, aniquilar, erradicar, reprimir fueron los verbos maestros del poder. Hasta el punto de “desaparecer”, “no estar”, como decía Videla, “ni vivos ni muertos”. Y desaparecimos, miles físicamente y millones como sociedad, como proyecto, como promesa, como cultura. Cultura entendida, según T.S. Eliot, “como todo aquello que hace que la vida merezca la pena ser vivida”.

A más de treinta años, esa explicación, la dictadura como causa y consecuencia, es necesaria pero no suficiente para entender todo lo que sucedió después. Hay una responsabilidad que, en parte, les cabe también a los gobiernos democráticos. Alfonsín, según admitió, no supo o no pudo echar las raíces y desarrollar la construcción de ciudadanía, el debate de ideas, los apoyos mutuos, la alternancia en el poder, la igualdad ante la ley.

Agotados por las resistencias tardías de los carapintadas, desesperados por el fracaso económico, nos saqueamos de paciencia, y en ese desencuentro con la fe democrática regresamos al peronismo, donde el discurso populista de Menem prendió en campo fértil. “La patria morena”, “la revolución productiva”, “el salariazo”. El líder que no iba a defraudar arrasó con lo poco que quedaba de esperanza. Dictó los indultos a Firmenich y Videla, entre otros, y en poco tiempo traicionó todas las palabras dadas y las promesas hechas. El mensaje que bajaba desde el poder era: “Mírenme. Vean cómo miento. Cómo hago lo contrario de lo que digo. Síganme. Todo está permitido”. 

El “favor” pedía “retorno”. 

Los barrios se cerraron. Colocamos rejas, cámaras, alambres de púa. El que no mafia no mama. La policía hizo su negocio. El narco tomó posesión de la tierra de nadie, contrató a sus “soldaditos” y comenzó la guerra. Sálvese quien pueda. El que no es un criminal es cómplice o es víctima.

Desde entonces, la muerte parece ser el único motor de nuestra historia. Tuvo que morir, violada, asesinada, María Soledad en Catamarca para terminar con el régimen feudal de los Saadi. Tuvo que morir, apaleado, el soldado Carrasco para terminar con el servicio militar obligatorio. Tuvieron que morir 52 personas en la masacre de Once para que se ocuparán de los trenes. 
Tuvieron que morir fusilados los pibes Kosteki y Santillán, durante la gobernación de Felipe Solá, para que Duhalde adelantara las elecciones.
 Tuvo que morir Mariano Ferreyra para que finalmente un sindicalista, José Pedraza, fuera preso. Costó muertos terminar con Cavallo. Y sin contar los muertos de hambre, de necesidad, de olvido, de pena, de nada, de tantos que ni siquiera movieron la aguja de la vida.


Nueve meses de duelo y parto… @dealgunamanera...

Nueve meses de duelo y parto…

Mauricio Macri. Foto: Pablo Temes 

El viento de cola de la economía mundial que alcanzó para disimular nuestro parate de 2009 a 2015, se apagó. Hará falta mucho más que festiva impertinencia para reemplazarlo.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el domingo 11/09/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Ayer se cumplieron los primeros nueve meses del gobierno de Macri, y la asociación con el embarazo es obligada. Fueron nueve meses dolorosos como un parto, con el inconveniente de no saber cuánto más se prolongará. Tampoco el resultado final de lo gestado es seguro, porque no hay una ideología clara de derecha y a favor de los ricos como creen los K, ni liberal o conservadora o republicana como quieren creer ciertos anti K. El drama tragicómico de la Aduana, o los servicios de inteligencia a los que en esencia se les mantuvo el poder, o la continuidad al frente de la Policía Bonaerense de un comisario que no podía desconocer lo mismo que hoy Vidal combate son todas señales de la debilidad fáctica y conceptual de lo que se denomina “cambio”, porque su expresión ideológica no tiene palabra y lo novedoso, tal vez, sea sólo ornamento de su vacío.

Pero Macri cuenta a favor con el enorme odio que generó el kirchnerismo en la mayoría de los medios de comunicación profesionales, que con tal de castigar todo lo K reducen la agenda del presente para dedicar la mayor cantidad de tiempo a la corrupción de los 12 años kirchneristas, empujando a gran parte de la sociedad a entretenerse con la novela diaria de Comodoro Py, como si estuviéramos preñados de pasado en lugar de futuro.

El futuro es aún terra incognita, y no se sabe si Macri es el demiurgo que precisa la época

Mientras tanto, el déficit fiscal no se reduce: sigue habiendo 36 empleos públicos por cada 100 empleos privados, cuando en Chile hay 12 empleos públicos por cada 100 privados; crece la deuda externa no sólo para obras de infraestructura sino en parte significativa para financiar el pago de sueldos de las provincias, como en los 90, y no se disipa la duda sobre si el gobierno del PRO vino a hacer kirch-nerismo más prolijo imprimiendo deuda en lugar de imprimir billetes. Shakespeare decía: “Vestir palabras viejas en nuevo modo es todo mi arte”.

Desde una perspectiva ideológicamente opuesta a la ortodoxia económica,  más que expectativas y dudas sobre el resultado del parto lo que hubo fue duelo por la reducción del consumo.

A pesar de la pérdida del 8% del poder de compra en lo que va de 2016, los sueldos privados en Argentina son en promedio 50% mayores que en el resto de Latinoamérica. Pero al no ser el resultado de una mayor competitividad, los precios de los productos también son un 50% más caros que en el resto de nuestros vecinos, creando un círculo vicioso cuya solución requerirá mucho más que un incremento sustancial de las inversiones.

Hará falta mucha creatividad para cambiar la matriz económica-cultural de la Argentina, y sorprende que después de nueve meses de gobierno el ministro Prat-Gay proponga un pacto social para tener menos inflación y recesión cuando no se hizo en diciembre, al asumir. Muestra diferencias en el equipo económico y cómo el sistema de dos CEOs supervisando a los ministros genera tensiones. Hay quienes sostienen que Macri terminará poniendo a uno de sus dos vicejefes de Gabinete  directamente como ministro de Economía, y Mario Quintana es el más mencionado.

Tampoco la obra pública alcanzará  para transformar esa matriz. La provincia de Buenos Aires tiene un territorio equivalente al de Alemania y un déficit de infraestructura de 200 mil millones de dólares; aunque Macri lograra destinarle 20 mil millones, no conseguiría un efecto como el del Plan Marshall, que después de la Segunda Guerra reconstruyó a Alemania, y tampoco se acercaría al objetivo de “pobreza cero” que pregona el Gobierno ni se verificarían en la vida cotidiana mejoras contundentes.

Aunque María Eugenia Vidal tenga hoy el récord de casi el 70% de imagen positiva, si no logra transformar la penosa situación de la Provincia (escuelas, hospitales, comisarías y rutas con problemas crónicos de mantenimiento), corre el riesgo de que dentro de cuatro años se diga de ella que fue “Scioli con polleras”: muy querible, pero no pudo cambiar nada. La opinión pública es tan volátil que en cuatro años puede modificar totalmente las condiciones de reconocimiento: en 2011 Aníbal Fernández fue quien ganó las elecciones legislativas en la provincia de Buenos Aires con el 57% de los votos como primer candidato a senador. 

Macri hoy tiene la ventaja de una oposición altamente fragmentada y las organizaciones sindicales desprestigiadas, aún sin liderazgos categóricos. Aunque puedan hacer movilizaciones multitudinarias y hasta paros nacionales, los sindicatos ya no son la base de un partido de oposición como lo fueron en el pasado para el peronismo cada vez que no fue gobierno. 

Pasamos de la elocuencia vulgar al discurso del silencio, donde la esperanza es la espera.

Hoy no hay una “ancha avenida” de oficialismo y otra de oposición, sino una atomización de espacios políticos todos minoritarios, con el riesgo para la oposición de que cada vez que trate de amalgamarse para adquirir peso electoral termine pasándole lo de Alfonsín-De Narváez, para quienes la suma de partes fue menor que el todo. En su acuerdo con Stolbizer, le atribuyen a Massa decir que sólo sería candidato en 2017 si Cristina Kirchner se postulara para senadora por la provincia de Buenos Aires.

Un ejemplo del estado líquido de las fuerzas políticas argentinas lo muestran los  principales cuadros de la frustrada Alianza que gobernó de diciembre de 1999 a diciembre de 2001,  sirviendo tanto para aportar funcionarios y candidatos al kirchnerismo como al PRO. 

El corolario es que duelo y parto comparten la esperanza en la espera. Ambos en el fondo tienen su poder de concepción porque se supone que, acabado el trabajo de duelo (también hay trabajo de parto), quien tiene su humor dolido se cura sustituyendo lo perdido por su reemplazo. El viento de cola de la economía mundial que sopló de 2003 a 2008 y que alcanzó incluso hasta para disimular nuestro parate de 2009 a 2015, se apagó. Hará falta mucho más que festiva impertinencia para reemplazarlo.

 

Internas que paralizan… @dealgunamanera...

Internas que paralizan…

Lo efímero de una llama. Juan Carlos Aranguren. Foto: Pablo Temes

Entre las dificultades con la economía y las tarifas, el Gobierno se sacude con una seguidilla de choques.

© Escrito por Nelson Castro y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

En medio de una recesión que no cede, el Gobierno clama por alguna buena noticia de la economía. Se la generará el freno al aumento de las tarifas, que le dará un respiro temporal al hacer que el índice de inflación se acerque al cero por ciento. Sin embargo, para tener una noción más ajustada a la realidad habrá que esperar a que se computen los nuevos aumentos tarifarios en las mediciones.

La reunión informativa que el vapuleado ministro de Energía, Juan José Aranguren, mantuvo con las asociaciones de consumidores el jueves no terminó bien. Las internas políticas y los intereses cruzados volvieron a agitar viejos fantasmas. Ese es el pensamiento de muchos de los participantes que salieron de ese encuentro convencidos de que el kirchnerismo había metido la cola.

El expediente de la audiencia pública se fue completando con la información necesaria para que en la audiencia que se celebrará la semana próxima todos los asistentes tengan los datos para poder tener en ella una participación activa. Las transportadoras y distribuidoras de gas ya respondieron al pedido y aportaron lo que tenían mientras que el Gobierno, por su parte, hizo pública la nueva propuesta tarifaria.

De lo que se anunció se desprende que esa propuesta implica reducir los subsidios, elevando así el precio que pagan los consumidores del gas en boca de pozo, que pasará de 1,30 a 3,42 dólares el millón de BTU, para luego actualizar esa cifra hasta llegar a 6,78 dólares en 2019.

¿Cuál fue el problema, entonces? Al menos tres de las asociaciones de consumidores presentes se quejaron porque consideraban que –de acuerdo con su interpretación del fallo de la Corte– debía quedar explicado en el expediente cómo se llegaba a esos valores de gas en boca de pozo. Esta interpretación no fue compartida por el ministro, quien arguyó que eso no era necesario. Pedro Busetti (titular de Deuco) insistió con el tema y agitó el ya de por sí duro temperamento de Aranguren, quien entonces le preguntó: “¿Usted, qué es lo que quiere?”. La respuesta resultó obvia: “Queremos un tiempo razonable para juntar y analizar toda la información”.

En medio de un clima de tensión creciente, el ministro retrucó: “Los tiempos son razonables; si usted quiere impugnar la audiencia, hágalo”. Luego de este cruce, Aranguren se levantó y abandonó la sala. “Le están buscando el pelo al huevo –dijo uno de los representantes de los consumidores–; la información está y la audiencia se tiene que hacer; lo que ocurre es que están operando sectores afines al kirchnerismo que buscan volver a judicializar la cuestión para complicar al Gobierno”. Otros vieron en esta actitud la mano de Patricia Vaca Narvaja, ex subsecretaria de Defensa de la Competencia y ex embajadora en México en la era K.

En cambio, el oficialismo respiró con alivio en el asunto de la tarifa de electricidad. El fallo de la Corte, que no convalidó las cautelares que pusieron freno a los aumentos, no sólo le terminó dando al Gobierno aire político sino que también le va a permitir ahorrar unos 4 mil millones de dólares. El déficit está en la base de la problemática situación económica.

Este es un factor que complica al Gobierno, como también lo complica la dinámica de los hechos que no concuerdan con sus pronósticos ni con sus expectativas. El segundo semestre avanza y todo marcha más lentamente de lo previsto. Un ejemplo de ello es lo que está pasando con el blanqueo de capitales. Ante los 20 mil millones de dólares previstos por alguno de los economistas del oficialismo, lo que se ha blanqueado hasta ahora representa la nada misma. Por eso aflora la necesidad imperiosa de destinar fondos para reactivar la obra pública.

La consecuencia del parate económico es el aumento de la conflictividad social. En el horizonte está ya el anuncio de un paro general convocado por todas las centrales sindicales para octubre. El Gobierno no debería subestimar este hecho.   

Sin respiro.

Donde tampoco parece no haber resuello es en el affaire que tiene como uno de sus protagonistas a Juan José Gómez Centurión. Nadie en el Gobierno sabe bien por qué el ex titular de la Aduana salió a denunciar, ante la jueza María Servini de Cubría, la existencia de barriles que contenían 250 kilos de pseudoefedrina en uno de los galpones de almacenamiento ubicados en el aeropuerto de Ezeiza. 

La jugada tuvo un golpe de efecto tan fuerte como efímero ya que la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, salió a desmentir a Gómez Centurión, asegurando que ésa era una información que ya estaba en su poder desde hacía tiempo. La reacción de Bullrich fue cantada. La denuncia de Gómez Centurión la había dejado en una posición desairada.  

Lo peor para Mauricio Macri fue que quien quedó en el medio de esta disputa fue él, que había salido a respaldar al ex militar con varios gestos claros. En verdad, el jefe de Estado le hizo saber a su entorno que se sentía arrepentido por haberlo removido de su cargo. En ese sentido, María Eugenia Vidal tuvo una conducta distinta: ante la grave denuncia contra el jefe de la Policía Bonaerense, Pablo Bressi, realizada por Elisa Carrió, quien lo vinculó con el narcotráfico, la gobernadora pidió las pruebas que servirían de respaldo y anunció que, si éstas se hacían patentes, procedería a la remoción del funcionario. 

“Al Presidente no le gustó lo que pasó porque lo hizo quedar muy expuesto”, aseguró una fuente que conoce los detalles de lo ocurrido. Tan fuerte fue el contrapunto entre Bullrich y Gómez Centurión que hizo que lo que debió haber sido un logro resonante para el Gobierno terminara siendo un verdadero papelón.

Fuentes cercanas al Ministerio de Seguridad y a la AFIP señalaron que no terminaron de comprender la jugada, pero unos y otros coincidieron en aseverar: “La verdad, no estamos acostumbrados a trabajar con estos muchachos. La Aduana era un nido de víboras entre corruptos espías y algunos oportunistas; ahora estamos tratando de que no nos piquen”.

El servicio de inteligencia representa un dolor de cabeza para este y para cualquier otro gobierno. La desvirtuación de sus objetivos y el uso de sus estructuras para llevar adelante tareas de espionaje político de la más baja estofa lo han transformado en una fuente de corrupción y de negociados. 

Primigeniamente, el Presidente había evaluado la posibilidad de disolver la Agencia Federal de Investigaciones (AFI). Lo cierto es que, así como funciona, la AFI no brinda ningún servicio útil ni para el Gobierno ni para el país.

El episodio entre Bullrich y Gómez Centurión es uno más de la seguidilla de internas que viene complicando la gestión de Macri. Una cosa son los matices; otra, muy distinta, las internas. Los matices enriquecen una gestión. Las internas, la paralizan. El Presidente debería advertirlo cuanto antes.

Producción periodística: Santiago Serra.