Carta Abierta...
En los últimos
días y a raíz de haber escrito una canción, que debe ser la número mil
doscientos y tantas de mi repertorio, he recibido infinidad de comunicaciones.
La mayoría con elogios, caricias y aliento, que desde ya agradezco
infinitamente.
Pero he recibido
también otro tipo de contactos llenos de reproches, cargados de odio, regados
de violencia, intolerancia, agresión y con un espíritu inquisidor que no creí
que anidara todavía en gente de mi comunidad.
He sido amenazado,
agraviado, insultado, difamado, calumniado y, peor aún, han sufrido ese tipo de
atropello miembros de mi familia.
No me refiero a
los impunes foros de internet sino a e mails, cartas y llamados recibidos.
Simplemente desde
estas líneas aviso a quienes todavía tengan intención de lastimarme, que lo
logren o no, yo no cambiaré ni una coma a las estrofas de mis canciones.
Aquellos que
piensan que la Sra. Presidenta de mi país me paga por verso, recital u opinión,
simplemente están expresando su propia escala de valores y asumiendo que ellos
mismos podrían torcer sus convicciones a un precio determinado. Yo no.
Hace más de veinte
años que en cada escenario y en cada grabación me comprometo con nuestra
historia y siempre se me han cerrado puertas por hacerlo de manera honesta,
clara y sin esperar más recompensa que el abrazo compañero de quien desea que
un cantautor se exprese libremente, como los viejos trovadores que anunciaban
las bodas, los bautizos y también los entierros.
En algunos medios
de comunicación se han referido a mí de manera descalificadora y/o despectiva.
A esos mismos medios, durante años, hemos mandado nuestro material artístico y
la información de nuestras actividades, sin lograr que se nos diera ni un
segundo para comunicarlo al público. Ni siquiera para difundir eventos
solidarios, benéficos o canciones tan o más comprometidas con la realidad que
el tema ¨Cacerola de Teflón¨.
Lamentablemente en
algunos de esos medios se ha mostrado la canción en cuestión, sometiéndola a
una especie de ¨inspección¨ de ideas o cortes marciales - musicales y al
comentar alguna crítica agresiva, en lugar de defender la libertad del artista
para manifestarse, se han escuchado de parte de los comunicadores, tristes y
recordadas frases como ¨él se la busca… ¨ o ¨por algo será…¨
Nunca discuto una
crítica, sea como sea y venga de quien venga. Pero en este caso no recibí
opiniones sobre la conformación estética del tema, de su métrica, de sus rimas,
de sus sonidos, de la destreza para ejecutarla, sino una violenta y censuradora
mirada hacia el contenido de mis ideas y mi conducta, bien típico de tiempos de
inquisición y dictaduras.
Pablo Milanés
cantó ¨Pobre del cantor de nuestros días que no arriesgue su cuerda por no
arriesgar su vida¨…
Yo no creo haber arriesgado mi vida, sencillamente describí, como hago siempre,
un episodio de este tiempo con total sinceridad.
Ni siquiera he
pretendido mostrar una valentía destacable por la simple acción de manifestar
mi pensamiento. Valientes fueron mis compañeros y familiares que hoy están
desaparecidos. Valientes fueron Víctor Jara y Rodolfo Walsh. Yo soy solamente
un cantor.
No creo que a esta
altura de mi carrera, deba dar cuentas de los escenarios que pueda habitar.
Estuve en Plaza de Mayo, cobrando Cero Pesos, respondiendo a la convocatoria de
apoyar nuestra democracia, al igual que estuve el 25 de mayo de hace unos años,
cuando decenas de artistas hacían fila para subir a la escena triunfal.
Estuve en esa
plaza que transité como ciudadano desde que tengo uso de razón, como estuve en
Semana Santa, como estuve con las Madres, con las Abuelas, con los ex
combatientes, con los maestros, con los pibes de la calle y como pienso estar
en cada evento al que me cite mi conciencia.
Si esta acción
espontánea se convierte en un acto de riesgo, pobres de todos nosotros.
Si crear y
expresarse es un acto de arrojo merecedor de insultos y censuras, ha triunfado
para siempre la cultura del ¨no te metas¨ y la incultura sembrada durante el
sanguinario proceso militar y la inolvidable década del noventa.
Juro por mis hijas
que yo no especulo con estas cuestiones. Que si de momento, por mi decisión de
ser coherente, pierdo trabajos y gano enemigos, es un precio que debo pagar
como tantas veces pagué.
Nada más espero,
que no sea nuevamente con el exilio.
© Ignacio Copani
¨ Para escribir una simple canción,
no sólo empeño y oficio se emplea,
hay que embarrarse con la inspiración,
hay que mirarse por dentro y no hacer lo que todos desean.
Mucho más cómoda es la posición
de dar la crítica sorda y pedante,
despedazando con rabia y rencor al autor y al cantante.
Sólo mi historia me obliga,
Usted no me diga qué frase hay que usar…
Haga su cuadro y elija
el color de la tinta que quiera mezclar.
Pero nunca se arrogue el derecho
de andar por mi techo
espiándome la libertad,
que ni una coma le voy a cambiar
ni a lo dicho ni al hecho.
Y hasta el final del olvido… maltrecho…
diré mi verdad.¨
© Video
"Cacerolas de Teflón" Intérprete Ignacio Copani
No te oí… En los
días del silencio atronador. No te oí junto a las madres del dolor, no sonaste
ni de lejos, por los chicos, por los viejos… olvidados.
No te oí… Puede
ser que ya no estoy oyendo bien, pero al borde de las rutas de Neuquén, no te
oí mientras mataban por la espalda a mi maestro.
Y entre nuestros
cantos desaparecidos yo jamás oí el sonido de tu tapa resistente, que resiste
comprender que hay tanta gente que en sus pobres recipientes solo guarda una
ilusión.
Cacerola de
teflón, volvé al estante, que la calle es de las ollas militantes… Con valiente
aroma de olla popular.
Cacerola de teflón, a los bazares, o a sonar con los tambores militares… Como
tantas veces te escuché sonar.
No te oí… Cuando
el ruido de las fábricas paró, cuando abril su mar de lágrimas llenó. No te oí
con los parientes del diciembre adolescente… asfixiado.
No te oí… Puede
ser que mis oídos oigan mal, pero no escuché en la exposición rural, reclamar
por el jornal de los peones yerbateros, por la rentabilidad de los obreros, por
el tiempo venidero, por que venga para todos.
No te oí ni te
oiré porque no hay modo de juntar tu avaro codo, con mi abierto corazón.
Cacerola de
teflón, volvé al estante… De los muebles de las casas elegantes, que las
cocineras te van a extrañar.
Cacerola de
teflón, a los bazares... O a sonar en los conciertos liberales... Como tantas
veces te escuché sonar.
No te oí… En el
puente de Kosteki y Santillán, no te oí por el ingenio en Tucumán, no te oí en
los desalojos, ni en los barrios inundados… de este lado.
No te oí… En la
esquina de Rosario que estalló cuando el ángel de la bici se cayó… Y sus
ángeles pequeños se quedaron sin comida.
Y jamás te oí en
la vida repicar desde acá abajo, por un joven sin trabajo, a la deriva. Debe
ser que desde arriba, desde los pisos más altos no se ve nunca el espanto y las
heridas.
Cacerola de
teflón, volvé al estante… Yo me quedo en una marcha de estudiantes, donde vos
nunca supiste resonar.
Cacerola de teflón, a los bazares o a llenarte de los más ricos manjares que en
la calle no se suelen encontrar… Cacerola de teflón... a cocinar.
Nota del editor:
Querido Nacho,
Sin duda
cualquiera opina cualquier cosa... los que te conocemos sabemos quién sos y es
suficiente...
Leyendo de la
Historia Antigua, rescaté esto de Marco Tulio que dice más o menos así...
Existen dos clases de hombres:
Los que pasan la vida soñando
y los que dan vida a sus sueños
Los que sueñan con logros
y los que logran sus sueños
Los que siguen las huellas
y los que las dejaron
Los que ven para poder creer
y los que creen antes de ver
Los que te pisan al subir
y los que suben a ayudar
Los que te dan confianza
y los que te la quitan
Los que dan sin pedir a cambio
y los que te piden el cambio
Los que escogen una de dos
y los que toman las dos
Los que se asoman por la ventana
y los que se salen por ella
Los que hacen, se reproducen y mueren
y los que nacen, producen y nunca mueren...
Marco
Tulio