Operativo impunidad. Loteos
en el Gobierno…
“Conmigo esto
no pasaba...” Mauricio Macri. Dibujo: Pablo Temes
En el juego de la oca
que se vive en el seno del poder, la vicepresidenta sigue avanzando.
© Escrito por Nelson Castro el Sábado 02/05/2020 t publicado por el
Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los
Argentinos.
No es cierto que Alberto
Fernández no haya estado involucrado en el escandaloso
asunto de la liberación de los presos que indignó a la inmensa mayoría de la
sociedad.
Este episodio,
que tuvo su origen en la inexplicable prisión domiciliaria otorgada a Amado Boudou, continuó
con la desembozada gestión del secretario de Derechos Humanos, Horacio Pietragalla Corti,
en pos de la obtención del mismo beneficio para Ricardo Jaime y Martín Báez.
Tras una versión
errónea –que señalaba que el Presidente se había enojado con esta actitud de
Pietragalla– se hizo público un apoyo abierto del jefe de Estado hacia su
secretario.
En el medio
apareció el titular de la Comisión por la Memoria de la provincia de Buenos
Aires, Cipriano García,
diciendo que “hay que lograr la liberación de la mayor cantidad de presos
posible”. Ya no quedaron pues dudas. Era un intento indiscutible de utilizar la
pandemia para avanzar en un plan con un objetivo claro: la impunidad. Todo
esto, agregado a la irresponsable decisión de otorgarles a los detenidos
teléfonos celulares para que se comunicaran sin restricciones con quienes
quisieran, tuvo como resultado el motín del penal de Villa Devoto.
El cacerolazo del
jueves fue una cachetada para el Gobierno. El tardío mensaje de AF intentando
despegarse del operativo impunidad que quisieron montar sectores de su gobierno
no alcanzó a frenar la indignación de mucha gente que incluso lo votó.
El episodio,
además, generó internas fuertes dentro del gabinete. No son un secreto las
diferentes posturas que en este caso –como en otros– vienen manifestando la
ministra de Justicia, Marcela
Losardo, y el secretario de esa cartera, Juan Martín Mena.
Mena es un cuadro
del kirchnerismo. Losardo, una abogada destacada que históricamente trabajó al
lado de AF, quedó descolocada y disgustada con la maniobra de Pietragalla Corti
invocando la figura del amicus curiae para pedir la virtual liberación de Jaime
y de Báez. “Fue una disputa caliente, pero estuvo manejada”, afirman
desde el entorno de la ministra.
Los derechos
humanos de los presos deben ser respetados absoluta y puntillosamente. Eso no
significa su liberación ni consagrar su impunidad. El presidente de la
Asociación de Fiscales, Carlos
Rívolo, fue muy claro al fijar su posición sobre el tema y la
de la asociación: “Hay que respetar las normas de aislamiento e higiene. Para
eso hay que utilizar dependencias de la Escuela de Policía, cuarteles de la
Gendarmería y de las fuerzas de seguridad, para darles albergue durante el
tiempo que dure la cuarentena”, dijo con total claridad.
Otra de las
falacias fue decir que las excarcelaciones serían solo para los detenidos por
delitos leves y no para narcotraficantes, asesinos, femicidas y violadores. Los
hechos demuestran que esto no se ha cumplido. Hay más de un violador con
domiciliaria a metros de donde viven sus víctimas, sin ningún tipo de control.
Este
conflicto también interpela al Poder Judicial. Casos como el del
juez que le otorgó la domiciliaria a un individuo con graves trastornos
psiquiátricos que vive en situación de calle y no tiene domicilio, o el del
juez Víctor Violini –un militante kirchnerista devenido juez–, que abrió las
puertas de las cárceles bonaerenses a unos 2.300 presos, o el de los jueces de
Neuquén Liliana Deiub,
Federico Sommer y
Richard Trincheri,
integrantes del Tribunal de Impugnación, que liberaron a una persona acusada de
abusar de su propio nieto, son escandalosos.
Otras de las
falacias por parte del poder político y de los sectores K ha sido la de querer
asimilar la situación a lo ocurrido en España y en Italia, donde las
domiciliarias fueron muy pocas y limitadas a personas con delitos leves. Nada
que ver con lo que sucedió aquí.
Loteos del poder.
Esta semana hubo dos. El más resonante fue en la Anses, con la cesación de Alejandro Vanoli y la
designación en su reemplazo de Fernanda
Raverta. Vanoli había quedado muy golpeado por su
irresponsabilidad al mandar a cientos de miles de jubilados y pensionados a
hacer largas colas en medio del frío para cobrar sus magros haberes. No fue el
único tema. La mala implementación del Ingreso Familiar de Emergencia, más
otros desmanejos, lo dejaron colgando de un piolín.
Las voces dentro
del poder que no quieren a Vanoli –que no son pocas– subrayaron que para el
jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, fue un verdadero placer pedirle la
renuncia. Igual, ya le dieron otro puesto. Parece que el Presidente volvió a
olvidar su promesa de volver para ser mejores.
El ascenso de
Raverta representa la apropiación de ese organismo por parte de La Cámpora. "La Anses ya es nuestra",
expresan sin tapujos conspicuos referentes de la organización K. No es un dato
menor. La Anses es caja para proyectos políticos electorales y para hacer
negocios. Y el kirchnerismo las domina todas. Las otras dos son el PAMI e YPF.
Hablando de la
empresa petrolera, ahí también hubo novedades de peso y de pesos: la
designación del nuevo CEO. Se trata de Sergio Affronti. Sus antecedentes
profesionales son muy buenos, pero el dato más significativo es su vinculación
con Miguel Galuccio, es decir, con Cristina Kirchner.
En el juego de la
oca que se vive dentro del poder, la vicepresidenta sigue avanzando. Mal que le
pese al Presidente, esa es la verdad. La situación no deja de ser paradojal
porque, en el colectivo social, la valoración de AF sigue siendo muy positiva.
Su figura se ha venido consolidando a partir de la cuarentena. Habrá que ver
cómo lo afecta el bochornoso tema de la liberación de los presos.
La cuarentena fue
un acierto sanitario y político que, más allá de la comunicación llena de
contradicciones del anuncio de la fase 4, ha permitido al Presidente
consolidarse en el poder. La relación fluida con los intendentes del conurbano
bonaerense lo ha ayudado y le ha permitido dejar a un lado tanto a Axel Kicillof como a
La Cámpora.
Todo esto no hace
más que acentuar la evidencia de un gobierno bicéfalo en el que el kirchnerismo
busca avanzar en su objetivo doble de lograr impunidad y manejar las cajas del
Estado para consolidar su poder. Alberto Fernández debería presentar mucha
atención a esto. Lo ayudaría recordar la frase de Montesquieu: “Para que no se
pueda abusar del poder, es preciso que el poder detenga al poder”.