sábado, 19 de agosto de 2023

Lecciones de Malvinas... (Segunda Entrega) @dealgunamaneraok...

 Malvinas: el engaño al pueblo argentino y la crónica de un final anunciado…

Plaza de mayo. Embriagado de poder por el baño de multitudes, el general Galtieri lanzó una proclama belicista que dejó sin margen de negociación a la Argentina.

Primeras “torpes decisiones de la Junta Militar”, la segunda entrega de Martín Balza. Los altos mandos estaban convencidos de que no se llegaría a una guerra. Pero Londres tenía su plan de ataque listo.

© Escrito por Martín Balza, Ex Jefe del Ejército Argentino, Veterano de la Guerra de Malvinas y ex Embajador en Colombia y Costa Rica, el viernes 05/08/2023 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

Del 8 al 30 de abril de 1982. El 7 de abril asumió el general Mario Benjamín Menéndez como gobernador de las islas. Para el canciller Nicanor Costa Méndez la designación de un militar no era conveniente, pues abandonaba la idea de ocupar para negociar. Al día siguiente, el Reino Unido (RU) notificó, a través de la embajada de Suiza en nuestro país, el establecimiento unilateral de una zona de exclusión marítima en un círculo de 200 millas náuticas, con centro en las Malvinas, que iba a entrar en vigencia en tres días.

La intención de la alicaída gestión de la primera ministra, la señora Margaret Thatcher, era por demás evidente: escalar la crisis. El 9 de abril, Alexander Haig, un reconocido europeísta, arribó por primera vez a Buenos Aires y se iniciaron las inconducentes negociaciones. En el gobierno no había una idea definida sobre el proceder británico.

Al día siguiente se produjo una multitudinaria concentración en la Plaza de Mayo. El presidente Galtieri –un fanfarrón–, desde un balcón de la Casa de Gobierno, afirmó: “La dignidad y el honor de la Nación no se negocian. Si quieren venir, que vengan. Les presentaremos batalla”. Con ello hirió innecesariamente el orgullo del pueblo británico y limitó la capacidad negociadora del gobierno.

Lecciones de Malvinas

El 19 de abril se llevaron a cabo, sin éxito, las últimas conversaciones con Haig en Buenos Aires, quien reconoció que la señora Thatcher le había pedido, “desde el inicio, el retiro de todas las fuerzas de Malvinas, y el restablecimiento de la presencia británica como requisitos previos y condicionantes para iniciar negociaciones”.

La flota británica, desde la isla Ascensión, cedida por los EE.UU., había puesto proa hacia el Atlántico Sur. Simultáneamente, el RU amplió la zona de exclusión a toda nave o aeronave que se acercara a la Fuerza de Tareas británica, conformando el cerco marítimo y aéreo sobre nuestras fuerzas en las islas. Al mismo tiempo, atacaron las islas Georgias del Sur y obtuvieron la rendición de la pequeña guarnición al mando del teniente de navío Alfredo Astiz.

El 26 de abril, en Washington, el canciller Costa Méndez en la XX reunión de la Organización de Estados Americanos (OEA), expresó: “La bandera argentina no será arriada mientras corra una gota de sangre por las venas del último soldado argentino que defiende las islas Malvinas”. Indudablemente se trató de una estúpida arenga bélica, que comprometió nuestra postura. El mes de abril continuó sin avance alguno en la negociación con el RU, y la incomprensible inacción política, diplomática y militar argentina.

Además de la Junta Militar, Galtieri, Anaya y Lami Dozo, los principales altos mandos en el continente eran, entre otros: los generales Osvaldo J. García, José A. Vaquero, Cristino Nicolaides, Juan C. Trimarco y Edgardo Calvi; y los vicealmirantes Juan J. Lombardo y Leopoldo Suárez del Cerro. 

Malvinas: el precio del colonialismo

Ellos eran los responsables de la estrategia nacional y militar, que implica, entre otros aspectos, disponer el empleo del potencial nacional y de las Fuerzas Armadas para concretar la obtención de un objetivo nacional o político, libremente en amplio dominio de los factores espacio y tiempo, con miras a un fin futuro definido o no. 

La táctica es la conducción que se realiza en los niveles inferiores de la conducción y se sintetiza en reglas a que deben ajustarse las operaciones de combate en una situación definida en el espacio-tiempo, y en el terreno donde se efectúa el choque. 

San Martín, cuando concibió su genial Plan Continental, era un estratega; pero cuando condujo la Batalla de Chacabuco, era un táctico. En ese ámbito operaron en las islas, entre otras unidades, los regimientos de infantería, incluido un batallón de infantería de marina, los grupos de artillería de campaña y la artillería antiaérea de las tres FF.AA.

Las torpes decisiones de la Junta Militar, Carl von Clausewitz las hubiera calificado como “un insulto a los principios de la estrategia”. Los altos mandos citados –y en las islas los generales Mario B. Menéndez, Oscar Jofre y Omar Parada– evidenciaron una obediencia patológica y paralizadora, y nunca se atrevieron a expresar opiniones contrarias a las directivas y órdenes recibidas a pesar que las circunstancias lo exigían. 

El falaz argumento de moda que usan los malvinenses para justificar la permanencia británica en Malvinas

No dudo que estaban convencidos de que no se llegaría a una guerra, a lo sumo a un “duelo a primera sangre”, y después se negociaría. No se previó ni aplicó el poder de combate disponible en el continente. El hecho concreto es que a las islas no llegaron, entre otros materiales: ni blindados (tanques), cañones pesados (155 mm y 20 km de alcance), artillería antiaérea, radares, vehículos de distinto tipo, material para prolongar la pista del aeropuerto, helicópteros suficientes, y apoyo logístico acorde con los efectivos.

El principio de “unidad de comando”–vigente desde Alejandro Magno– brilló por su ausencia, en cambio, se instrumentó una ingeniería operativa curiosa, desconcertante e inservible. La experiencia demuestra que nunca suceden bien las cosas que de muchos dependen, y obviamente atentan contra el cumplimiento de la misión. 

Una de ellas fue el Plan Esquemático N° 1/82, emitido el 12 de abril por el comandante del Teatro de Operaciones del Atlántico Sur, el vicealmirante Juan José Lombardo, que, entre otros aspectos, disponía: “Desarticular y/o rechazar cualquier forma de ataque. Ejecutar tiro de artillería de defensa de costas. Mantener una fuerte reserva. Construir obras de defensa de costas y fortificaciones de playa”. ¿Recursos asignados? Ninguno. 

Es lamentable que Lombardo desconociera la Operación Overlord, ejecutada por los Aliados el 6 de junio de 1944 sobre las costas de Normandía, Francia, que enfrentó exitosamente el Muro del Atlántico de los alemanes, cuya construcción había demandado dos años. 

A 41 años del fin de la Guerra de Malvinas, ¿terminó el conflicto?

El 21 de abril, Nicolaides visitó Puerto Argentino, permaneció unas pocas horas y a su regreso al continente expresó: “He visto una fortaleza inexpugnable”. En rigor de verdad, la posición defensiva era una “tela de cebolla”. Al día siguiente, lo hizo Galtieri, que tampoco se reunió con los jefes de las unidades tácticas y dispuso el envío de otras unidades que no respondía a planificación alguna y agravó la difícil situación logística.

El 30 de abril el cerco marítimo y aéreo estaba consolidado. Casi estábamos solos ante el mundo. Las sanciones de la OTAN en el campo económico y militar se concretaron. La crisis había finalizado. La incapacidad e incompetencia de los altos mandos en el continente y en las islas era evidente. Continuaban creyendo que no habría enfrentamiento y se había perdido durante todo el mes de abril un tiempo irrecuperable. 

Los altos mandos en el conflicto. Hasta el 30 de abril los altos mandos de las Fuerzas Armadas todavía estaban persuadidos de una solución negociada. Su inacción era evidente. Los jefes de unidades tácticas éramos testigos de todo tipo de improvisaciones y de haber cedido totalmente la iniciativa a los británicos. Como consecuencia de lo expresado, y del cerco marítimo y aéreo, se agudizó seriamente la situación logística. 

No es un dato menor recordar que el almirante británico Sir Timothy McClement aseguró que desde mediados de abril operaron en el conflicto cuatro submarinos nucleares. Está probada la presencia de armamento nuclear en buques de la Task Force (fuerzas de tarea), aunque esas armas no se usaron. Desde el inicio de la crisis (20 de marzo) se evidenciaron notorias falencias por parte del Comité Militar.

En el continente se constituyeron trece comandos operativos. La mayoría de ellos solo incrementaron la anarquía y la superposición de esfuerzos. Me limitaré a señalar algunos de ellos: Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas (vicealmirante Leopoldo Suárez del Cerro); Teatro de Operaciones del Atlántico Sur (vicealmirante Juan J. Lombardo); Teatro de Operaciones Sur, (general de división Osvaldo J. García); Fuerza Aérea Sur, (brigadier Ernesto Crespo); Flota de Mar (contraalmirante Walter Allara); Centro de Operaciones Conjunto en Comodoro Rivadavia (general García, vicealmirante Lombardo y brigadier Helmut Walter). 

Lecciones de Malvinas: una huella imprescriptible de la historia argentina

Dos principios vigentes a través de la historia de las guerras, entre otros, son: “unidad de comando y economía de fuerzas”. Ambos brillaron por su ausencia. En cambio, se instrumentó una ingeniería operativa poco efectiva que, en lugar de soluciones y fluidez, afectó negativamente los principios citados. 

Recuerdo que el mariscal Alfred von Schlieffen (1833-1913), dijo: “Uno por lo menos del Comité Militar, que actualmente debe reemplazar al estratega, debe haber recibido un poco de óleo sagrado de Saúl”. No era nuestro caso. Además, el ministro de Defensa, Amadeo Frugoli, el secretario de Inteligencia de Estado, general Carlos A. Martínez, y el secretario de Información Pública, Rodolfo Baltiérrez, fueron marginados de los asesoramientos que durante el conflicto adquirían relevante importancia.

Galtieri seleccionó mal a los altos mandos del Ejército y a varios regimientos enviados a las islas; algunos dotados de soldados que no habían completado la instrucción elemental. Impuso un despliegue inadecuado, invadió jurisdicciones con decisiones inconsultas y erróneas, incomprensiblemente aceptadas por los altos mandos. El Ejército participó con menos del 10% de su capacidad operativa y logística. 

Anaya sustrajo a la flota de superficie de las operaciones, cediendo totalmente el control del mar al enemigo. Su Fuerza participó, con gran eficiencia, con un batallón de infantería de marina y la aviación naval. 

Lami Dozo, para muchos, no arbitró las medidas para el alargamiento de la pista de Puerto Argentino, que podría haber intentado disputar la superioridad aérea local al enemigo, lo cual era muy difícil. No obstante, asumió la responsabilidad de hacer intervenir a la Fuerza Aérea durante todo el conflicto, y fue el moderador dentro del Comité Militar.

Cada Fuerza libró su propia guerra: “el accionar militar conjunto” fue ignorado. El nivel táctico, que el general francés Antoine H. Jominí definió “como el arte de pelear en el terreno donde se realiza el choque”, soportó la incompetencia y limitada profesionalidad de “generales de escritorio” que –reitero–, nunca creyeron que se llegaría al enfrentamiento y privilegiaban un éxito diplomático.

El Comité Militar se aferró a concepciones estáticas superadas desde la época de Julio César y, durante la crisis, olvidó una vieja prescripción reglamentaria. “Las energías de la tropa deben conservarse frescas para las circunstancias decisivas (…) El que somete a una tropa a esfuerzos innecesarios conspira contra el éxito perseguido” (Reglamento de Conducción del Ejército, 1955). 

Tercera entrega: lecciones de Malvinas

En las islas, los altos mandos eran: el general Mario B. Menéndez, jefe de la Guarnición Militar y gobernador; el general Oscar Jofre, jefe de la Agrupación Ejército; el brigadier Luis Castellanos, jefe de la Agrupación Aérea; y el contraalmirante Edgardo Otero, jefe de la Agrupación Naval.

Una reflexión de Juan Pablo ll, a priori, de todo lo expresado: “La estupidez también es un don de Dios, pero no hay que hacer mal uso de ella”. La mala praxis debe tener, en todas las profesiones y actividades, su condena jurídica y social, pero a veces pienso que, en Malvinas, en algunos casos, fue premiada. Galtieri falleció el 12 de enero de 2003, durante un gobierno constitucional. El Ejército, con el aval político, le rindió los máximos honores militares y en su sepelio se lo calificó “como soldado ejemplar”.

El 1° de mayo de 1982 se inició la guerra. Hasta 48 horas antes algunos altos mandos del continente visitaron Malvinas y no obviaron sacarse fotografías. Cuando empezó el ruido del combate ninguno de ellos pisó las islas. Se hicieron merecedores del viejo aforismo militar que dice: “Mantenerse lejos de las bombas y la metralla hace llegar a viejos a los generales”. Hubo miles de casos, en otras jerarquías –soldados, suboficiales y oficiales– que combatieron con un valor que recuerda la hidalguía de los guerreros de nuestra independencia.



   


Malvinas: the deception of the Argentine people and the chronicle of an announced end...

May Plaza. Intoxicated with power by the crowds, General Galtieri launched a warmongering proclamation that left Argentina with no room for negotiation.

First "clumsy decisions of the Military Junta", the second installment of Martín Balza. The high command were convinced that there would be no war. But London had its plan of attack ready.

© Written by Martín Balza, Former Chief of the Argentine Army, Veteran of the Malvinas War and former Ambassador to Colombia and Costa Rica, on Friday 08/05/2023 and published by the Perfil newspaper of the Autonomous City of Buenos Aires, Argentine Republic.

From April 8 to 30, 1982. On April 7, General Mario Benjamín Menéndez took office as governor of the islands. For Foreign Minister Nicanor Costa Méndez, the appointment of a soldier was not convenient, since he abandoned the idea of occupying to negotiate. The following day, the United Kingdom (UK) notified, through the Swiss embassy in our country, the unilateral establishment of a maritime exclusion zone in a circle of 200 nautical miles, centered on the Malvinas, which was going to enter effective in three days.

The intention of the depressed management of the Prime Minister, Mrs. Margaret Thatcher, was more than obvious: to escalate the crisis. On April 9, Alexander Haig, a renowned Europeanist, arrived in Buenos Aires for the first time and the fruitless negotiations began. In the government there was no definite idea about the British procedure.

The following day there was a massive concentration in the Plaza de Mayo. President Galtieri –a braggart–, from a balcony of the Government House, affirmed: “The dignity and honor of the Nation are not negotiated. If they want to come, let them come. We will present battle to them." In doing so he needlessly injured the pride of the British people and limited the government's bargaining power.

Lessons from the Malvinas

On April 19, the last conversations with Haig in Buenos Aires were held, without success, who acknowledged that Mrs. Thatcher had asked him, "from the beginning, the withdrawal of all forces from the Malvinas, and the reestablishment of the British presence as prerequisites and conditions to start negotiations.

The British fleet, from Ascension Island, ceded by the US, had headed towards the South Atlantic. Simultaneously, the UK extended the exclusion zone to any ship or aircraft approaching the British Task Force, establishing the air and sea siege on our forces on the islands. At the same time, they attacked the South Georgia Islands and obtained the surrender of the small garrison under the command of Lieutenant Alfredo Astiz.

On April 26, in Washington, Foreign Minister Costa Méndez, at the XX meeting of the Organization of American States (OAS), expressed: "The Argentine flag will not be lowered while a drop of blood runs through the veins of the last Argentine soldier who defends the Falkland Islands”. Undoubtedly it was a stupid war harangue, which compromised our position. The month of April continued without any progress in the negotiations with the UK, and the incomprehensible Argentine political, diplomatic and military inaction.

In addition to the Military Junta, Galtieri, Anaya and Lami Dozo, the main high command on the continent were, among others: Generals Osvaldo J. García, José A. Vaquero, Cristino Nicolaides, Juan C. Trimarco and Edgardo Calvi; and Vice Admirals Juan J. Lombardo and Leopoldo Suárez del Cerro.

Malvinas: the price of colonialism

They were responsible for the national and military strategy, which implies, among other aspects, arranging the use of the national potential and of the Armed Forces to materialize the achievement of a national or political objective, freely in a broad domain of space and time factors. , with a view to a defined future purpose or not.

The tactic is the conduct that is carried out in the lower levels of the conduct and is synthesized in rules to which the combat operations must adjust in a defined situation in space-time, and in the terrain where the clash takes place.

San Martín, when he conceived his brilliant Continental Plan, was a strategist; but when he led the Battle of Chacabuco, he was a tactician. In this area, the infantry regiments, including a marine infantry battalion, the field artillery groups and the anti-aircraft artillery of the three armed forces, operated on the islands, among other units.

Carl von Clausewitz would have described the clumsy decisions of the Military Junta as "an insult to the principles of strategy." The aforementioned high commands –and on the islands the generals Mario B. Menéndez, Oscar Jofre and Omar Parada– showed a pathological and paralyzing obedience, and never dared to express opinions contrary to the directives and orders received despite the fact that the circumstances demanded it.  

The fallacious fashionable argument used by the Malvinas to justify the British permanence in the Malvinas

I do not doubt that they were convinced that it would not come to a war, at most a "duel at first blood", and then it would be negotiated. The combat power available on the mainland was not anticipated or applied. The concrete fact is that they did not reach the islands, among other materials: neither armored vehicles (tanks), heavy cannons (155 mm and 20 km range), anti-aircraft artillery, radars, different types of vehicles, material to extend the airport runway , enough helicopters, and logistical support commensurate with the troops. 

The principle of “unity of command” – in force since Alexander the Great – was conspicuous by its absence, instead, a curious, disconcerting and useless operational engineering was implemented. Experience shows that things that depend on many never happen well, and obviously threaten the fulfillment of the mission. 

One of them was Schematic Plan No. 1/82, issued on April 12 by the commander of the South Atlantic Theater of Operations, Vice Admiral Juan José Lombardo, which, among other things, provided: "Dismantle and/or reject any attack form. Execute coastal defense artillery shot. Maintain a strong reserve. Build coastal defense works and beach fortifications”. Assigned resources? None. 

It is unfortunate that Lombardo was unaware of Operation Overlord, carried out by the Allies on June 6, 1944 on the coast of Normandy, France, which successfully confronted the German Atlantic Wall, whose construction had taken two years. 

41 years after the end of the Malvinas War, has the conflict ended?

On April 21, Nicolaides visited Puerto Argentino, stayed a few hours, and upon his return to the mainland, he expressed: "I have seen an impregnable fortress." In truth, the defensive position was an “onion cloth”. The next day, Galtieri did, who also did not meet with the heads of the tactical units and ordered the dispatch of other units that did not respond to any planning and aggravated the difficult logistical situation. 

On April 30, the maritime and air siege was consolidated. We were almost alone before the world. NATO sanctions in the economic and military field materialized. The crisis was over. The inability and incompetence of the high command on the continent and on the islands was evident. They continued to believe that there would be no confrontation and irrecoverable time had been lost throughout the month of April. 

The high command in the conflict. Until April 30, the high command of the Armed Forces were still convinced of a negotiated solution. His inaction was evident. The heads of tactical units were witnesses of all kinds of improvisations and of having completely ceded the initiative to the British. As a consequence of what has been said, and of the sea and air siege, the logistical situation seriously worsened. 

It is not a minor fact to remember that British Admiral Sir Timothy McClement assured that four nuclear submarines had operated in the conflict since mid-April. The presence of nuclear weapons on Task Force ships has been proven, although these weapons were not used. Since the beginning of the crisis (March 20) there were evident shortcomings on the part of the Military Committee. 

Thirteen operational commands were set up on the continent. Most of them only increased lawlessness and overlapping efforts. I will limit myself to pointing out some of them: Joint Staff of the Armed Forces (Vice Admiral Leopoldo Suárez del Cerro); South Atlantic Theater of Operations (Vice Admiral Juan J. Lombardo); South Theater of Operations, (Major General Osvaldo J. García); South Air Force, (Brig. Ernesto Crespo); Sea Fleet (Rear Admiral Walter Allara); Joint Operations Center in Comodoro Rivadavia (General García, Vice Admiral Lombardo and Brigadier Helmut Walter). 

Lessons from Malvinas: an imprescriptible trace of Argentine history

Two current principles throughout the history of wars, among others, are: "unity of command and economy of forces." Both were conspicuous by their absence. Instead, an ineffective operational engineering was implemented that, instead of solutions and fluidity, negatively affected the cited principles.

I remember that Marshal Alfred von Schlieffen (1833-1913) said: "One at least of the Military Committee, which is currently to replace the strategist, must have received a little holy oil from Saul." It was not our case. In addition, the Minister of Defense, Amadeo Frugoli, the Secretary of State Intelligence, General Carlos A. Martínez, and the Secretary of Public Information, Rodolfo Baltiérrez, were marginalized from the advice that during the conflict acquired relevant importance. 

Galtieri poorly selected the high command of the Army and several regiments sent to the islands; some staffed soldiers who had not completed elementary instruction. He imposed an inadequate deployment, invaded jurisdictions with unconsulted and erroneous decisions, incomprehensibly accepted by the high command. The Army participated with less than 10% of its operational and logistical capacity. 

Anaya removed the surface fleet from operations, fully ceding control of the sea to the enemy. His Force participated, with great efficiency, with a marine infantry battalion and naval aviation. 

Lami Dozo, for many, did not arbitrate the measures for the lengthening of the Puerto Argentino runway, which could have tried to dispute the local air superiority to the enemy, which was very difficult. However, he assumed the responsibility of involving the Air Force throughout the conflict, and was the moderator within the Military Committee. 

Each Force waged its own war: "joint military action" was ignored. The tactical level, which the French General Antoine H. Jominí defined "as the art of fighting on the ground where the clash takes place", endured the incompetence and limited professionalism of "desk generals" who -I repeat- never believed that they were would come to confrontation and privileged a diplomatic success. 

The Military Committee clung to static conceptions outdated since the time of Julius Caesar and, during the crisis, forgot an old regulatory prescription. "The energies of the troops must be kept fresh for decisive circumstances (...) Whoever subjects a troop to unnecessary efforts conspires against the success sought" (Army Conduct Regulations, 1955). 

Third installment: Malvinas lessons 

On the islands, the high commands were: General Mario B. Menéndez, head of the Military Garrison and governor; General Oscar Jofre, head of the Army Group; Brigadier Luis Castellanos, head of the Air Group; and Rear Admiral Edgardo Otero, head of the Naval Group. 

A reflection of John Paul II, a priori, of all that has been said: "Stupidity is also a gift from God, but we must not misuse it." Malpractice must have, in all professions and activities, its legal and social condemnation, but sometimes I think that, in Malvinas, in some cases, it was rewarded. Galtieri passed away on January 12, 2003, during a constitutional government. The Army, with political endorsement, gave him the highest military honors and at his funeral he was described as "an exemplary soldier." 

On May 1, 1982, the war began. Up to 48 hours before, some high command from the continent visited the Malvinas and did not forget to take pictures. When the noise of combat began, none of them set foot on the islands. They earned the old military aphorism that says, "Keep away from bombs and shrapnel makes generals grow old." There were thousands of cases, in other hierarchies –soldiers, non-commissioned officers and officers– who fought with a courage that recalls the nobility of the warriors of our independence.


"THE MALVINAS ISLANDS WERE, ARE AND WILL BE FOREVER ARGENTINE" 

Jorge Omar Carrascosa. El Gran Capitán... @dealgunamaneraok...

 Jorge Carrascosa, el capitán que no aceptó jugar el Mundial 78: “Renuncié a la Selección para tener la conciencia tranquila”

Gloria del mítico Huracán campeón en 1973.      

El Lobo participó de Alemania 1974 y hubiera lucido la cinta en 1978, pero le pidió a Menotti no ser incluido en la lista para la Copa del Mundo en la que Argentina se consagró frente a Holanda. Sus recuerdos del Huracán campeón y las razones de su retiro anticipado del fútbol: “Me fui con dignidad”

© Escrito por Luca Gatti el martes 15/08/2023 y publicado por el Periódico Digital Infobae de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

Jorge Omar Carrascosa, que hoy cumple 75 años, renunció a la selección argentina el 13 de enero de 1978. La forma de comunicarlo fue pedirle al entrenador César Luis Menotti que no lo incluyera en la prelista de jugadores que iban a viajar a Mar del Plata para comenzar la preparación de cara a la Copa del Mundo 78. “No va más César…”, le dijo el defensor al técnico rosarino, con quien mantenía una relación muy estrecha. Hasta el día de su renuncia, el Lobo Carrascosa era el máximo referente y el capitán del elenco argentino desde que disputó su único Mundial, el de Alemania 74.

“Renuncié para tener la conciencia tranquila. Me fui cansando de un montón de cosas que desvirtuaban la esencia del fútbol, dentro y fuera del campo de juego. Ocurrieron muchas cosas dentro de mí que hicieron que renuncie. Lo volvería a hacer porque no me arrepiento de haber renunciado a la selección argentina”, reveló en un mano a mano con Infobae el zaguero, quien hizo de su silencio por décadas una marca registrada. 

Carrascosa jugó en el seleccionado en 29 oportunidades y llegó a convertir un gol, pese a lo cual se retiró el año en que Argentina iba a conquistar su primera estrella.

“Me pueden cuestionar que renuncié a la Selección nacional, pero no pueden hablar de mi carrera futbolística porque ya tenía años en eso. Me pueden llevar en andas como ocurrió, ya que se gana, se empata o se pierde, pero lo más importante es jugar con dignidad. Todo tiene un costo en la vida. Yo tomé esa decisión sabiendo lo que me iba a costar, pero consciente de lo que hacía”, reflexiona en un bar de Adrogué, donde vive desde aquella época. 

Carrascosa, el día que Argentina y Escocia jugaron un amistoso en La Bombonera en junio de 1977.  

Fue un símbolo del fútbol argentino. Querido por sus compañeros, respetado por sus rivales, el Lobo Carrascosa caminó los campos de juego defendiendo valores y principios que jamás abandonó. Más allá del éxito o el fracaso deportivo, privilegió otras actitudes. Sus comienzos fueron en 1967 como lateral izquierdo, fuerte y aguerrido, en Banfield, luego se consagró campeón con Rosario Central en 1971 y con Huracán en el gran equipo de 1973. Carrascosa fue protagonista fundamental de un cambio en la selección nacional cuando se inició la era del Flaco Menotti. En ese marco, se transformó en el capitán del equipo desde el inicio del ciclo en 1974 hasta enero de 1978, cuando dio un paso al costado.

Cuando Carrascosa decidió no disputar el Mundial 78, la Argentina transitaba los primeros años de la dictadura militar. Sin embargo, aclara que: “Específicamente no influyó para nada de la manera que uno puede imaginarse. Te hablo de lo deportivo. Para un acontecimiento de esa naturaleza hay que estar física, mental y espiritualmente preparado, estar 10 puntos. Y yo relativizo todo”, subrayó.

- ¿Siempre estuvo alejado del mundo del fútbol desde que se retiró?

- Sí, porque tomé la decisión de alejarme relativamente joven, con apenas 31 años. Hoy, mañana o pasado debía abandonar de una u otra manera el fútbol. Desde que me alejé, me preparé para tener la agencia de seguros de autos y también estuve desempeñándome en una empresa que no estaba relacionada con este deporte.

- ¿Qué lo llevó a alejarse totalmente del fútbol?

- Tiene que ver con que siempre me manejé buscando el gran viaje interior a nivel de conciencia, con lo que pensaba y con lo que sentía. En mi vida, siempre busco tener un aprendizaje permanente y en ese andar saqué también mis conclusiones. Yo viví cosas que me superaban y eso me llevó a alejarme un poco del fútbol. Aun así, me siento íntimamente ligado a este deporte.

- ¿Cuáles fueron esas conclusiones?

- Por supuesto no voy a desconocer la importancia del fútbol, pero hay también un montón de concesiones y de cosas que relativizan lo que es la esencia del deporte. El fútbol no deja de ser un negocio muy importante, bastante salvaje, y como todo tengo el modo de pensar en la actividad y en la profesión. No es fácil, pero trato de hacer lo que siento para estar tranquilo con mi conciencia.

- Fue integrante del Huracán del 73 que marcó una historia en el fútbol argentino. ¿Qué le quedó de aquella época?  
- Se cumplen 50 años en este 2023. Es terrible. Estoy negado a la tecnología, pero hay un grupo de WhastApp que somos campeones que estamos comunicados siempre. Hay gente amiga que me manda mensajes en determinados aniversarios y conservo recuerdos en mi altillo.

- ¿Cómo cuáles?

- Un poster de cuando fui elegido el jugador más correcto del año ‘73 jugando para el Globo. Esos recuerdos me levantan un poco el ego, ¿no? Tuve la suerte de caer en un gran equipo que quedó grabado en la memoria de todos. Salir campeón en Huracán no es una cosa menor. También, tuve la suerte de haber jugado los 32 partidos de aquel torneo. En 1973 llegué al Globo y me quedé siete años. Era un club de características muy especiales.

- ¿Qué tenía de especial?

- Huracán está muy identificado con Parque Patricios, un barrio popular y con características muy familiares. En esa época se vivía un ambiente de bohemia, de amistad, tanto con la gente como con los dirigentes. Y a partir de una gran campaña se forjó un clima muy bueno entre todos los que conformábamos aquel grupo. Mucho tuvo que ver el cuerpo técnico y le mando un abrazo a Menotti que fue el artífice de aplicar la filosofía al fútbol, muy bien definida por cierto. Además, había jugadores que pudieron plasmar esa idea para llevarla a la práctica. Más allá de todo, no hay que ganar siempre. Se gana, se empata o se pierde, pero lo más importante es jugar con dignidad.

- ¿Aquel equipo que integró fue el mejor de tu carrera?

- Sí, fue el equipo que plasmó y quedó grabado a la vista de todos. Yo venía de Rosario Central, que habíamos sido subcampeones del 70 y campeones en 1971, y enfrentábamos a rivales muy fuertes. Ese equipo sorprendió a todos con futbolistas excepcionales y era obra pura y exclusivamente de César Menotti. No es fácil manejar un grupo heterogéneo, con distintos niveles educacionales, con diferentes orígenes, consensuarlo, plantearle un ideal e intentar lograrlo a través de los resultados.

- Con el paso del tiempo, ¿observó algún plantel similar al de Huracán del 73?

- De esa característica no, porque cada jugador es una personalidad distinta. Juega mucho lo humano, con quién estuviste y estás. Hubo grandes equipos y tuve la suerte de integrar éste que es inolvidable.

 

El notable Huracán de 1973, Carrascosa es el primero de los parados, con su característico bigote.  
 

-Pero fue su paso por Central lo que le valió tener una oportunidad en la selección argentina. Lo convocó Juan José Pizutti en 1971, y llegó a disputar el Mundial 74, el único de su vida.

- En 1970, estaba Enrique Omar Sívori como técnico de Central y teníamos un gran equipo, pero Sívori se fue al Mundial de Suiza como periodista. Entonces, llegó Ángel Labruna y fuimos campeones al año siguiente. Ya en esa época me habían convocado para el seleccionado. Ese año arribé a Rosario y producto de mi buen desempeño me citó Pizutti para la Argentina.

- ¿Es cierto que lo quiso River antes de su llegada al Canalla?

- Yo arranqué en las Divisiones Inferiores de Banfield en 1967 y me quedé dos años. En enero de 1970 me vino a buscar River. También Racing, pero me venden a Central que me marcó para toda la vida. Tuve tres años muy buenos en todo sentido, porque siempre miro la parte humana también. La gente que conocí fue maravillosa y lo recuerdo con mucho afecto. Como dice la canción de Fito Páez, “Rosario siempre estuvo cerca. Recuerdos que no voy a borrar, personas que no voy a olvidar”. En mi vida, siempre priva lo humano y eso se refleja dentro de la cancha.

- ¿Qué le dejó el Mundial Alemania 74?

- Fue una experiencia muy grande en mi carrera. Arrancamos una gira previa por distintos países, donde fuimos a Italia, España, Inglaterra, Francia y Holanda (hoy, Países Bajos). Ahí saqué mis conclusiones. Lo que es una convivencia de dos meses en un grupo, en un equipo y tomar ciertas responsabilidades, y toda la riqueza que te da el conocimiento de otras culturas. Todo eso te va enriqueciendo.

- ¿Por qué no le fue bien al seleccionado argentino en Alemania?

- En 1974 la Selección no tenía la organización que llegaría después con Menotti. La Copa de Alemania fue la experiencia final para iniciar un proceso de cambio. Se hacían cosas improvisadas, a último momento, y por eso la cosa no funcionó. Había jugadores de excelentísimo nivel, incomparables de alguna manera, pero ocurre que no teníamos competencia.

 

Jorge Carrascosa, a la izquierda, y René Houseman, a la derecha, en uno de los encuentros de los campeones del 73

 

- ¿Qué cambió con la llegada de Menotti?

- Tuvimos actividad permanente para formalizar un grupo. No basta con designar a 30 jugadores para formar un equipo. A partir del 74 al tener un grupo unido y con salidas al exterior se trató de fortalecer un equipo que sabía muy bien cuál era su objetivo y de qué manera se lograba; eso fue muy importante. Una cosa son grandes futbolistas y otra muy distinta es formar un grupo y cumplir un objetivo, con qué medio y manera se lo logra todo, ¿no?

- Entonces, ¿esa fue la diferencia entre Pizutti y Menotti?

- No comparo, pero lo de César fue un trabajo bárbaro, con un calendario internacional y permanente para conocer a sus futbolistas. De Menotti tengo los mejores recuerdos y trato siempre de comunicarme con él. Es un amigo y compartimos cosas únicas e inolvidables. Mi admiración y respeto permanente hacia César. Recuerdo que fuimos un año antes del Mundial 78 a Europa para competir con selecciones de ese continente, y de esta manera aprovechamos a probar uno y otro equipo para afilar una idea de juego. Si tenés un calendario internacional de Mundial a Mundial es vital aprovecharlo para la preparación.

- En esa gira por Europa, se enfrentaron a la URSS en Kiev, Ucrania. ¿Se acuerda de aquel partido?

- Sí, lo tengo presente más ahora por lo que está pasando con la guerra en Ucrania. Aquel encuentro fue el 20 de febrero de 1976, fechas inolvidables para nosotros. Estuvimos en Ucrania, Polonia, Hungría y en Rusia. Fijate como son las cosas que hoy dos de esos países están en Guerra y nos lleva a reflexiones muy profundas.

- ¿Cómo cuáles?

- Es increíble este sacudón a la humanidad por el mal sueño que tuvimos, producto primero de la pandemia y luego por el conflicto bélico. Esto muestra lo limitados, frágiles y vulnerables que somos. Siempre fui un tipo con muchos ideales desde muy joven, pero la realidad es que no vamos por buen camino. Al contrario, y eso implica una responsabilidad muy grande de todos y en cualquier lugar. No puedo entender cómo llegamos a tener otro conflicto bélico.

Como capitán argentino, Jorge Carrascosa con los presentes para entregar a los rivales de un amistoso jugado en Buenos Aires


-Me fui cansando de todo un poco, de un montón de cosas que desvirtuaban la esencia del fútbol, dentro y fuera del campo de juego. Ocurrieron muchas cosas dentro de mí que hicieron que renuncie al seleccionado. No estaba en condiciones de organizarse el primer Mundial en la Argentina y no era una cosa menor. Era una gran responsabilidad para todos y yo hice lo que sentía en ese momento. Y lo volvería hacer porque no me arrepiento de haber renunciado a la selección argentina.

- ¿Pero por qué lo hizo?

-Renuncié para tener la conciencia tranquila. En otras circunstancias similares que atravesó nuestro país tampoco hubiera jugado y hubiera renunciado. Hice lo que sentía, pero aporté desde mi lugar y con limitaciones el granito de arena también para ser campeones. Fui el capitán antes del Mundial y fue lo más importante de mi carrera.

- ¿Cómo fue el proceso para tomar esa decisión?

-No estaba en condiciones de aportarle al grupo lo que necesitaba. Ya había vivido la experiencia del Mundial 74, que no es un tema menor desde mi óptica, mi visión, experiencia y aprendizaje; y vi cosas que no me gustaron. Bah, que no me gustan en general que pasen en un deporte. Para un evento mundial de semejante trascendencia, uno debe estar física, mental y espiritualmente preparado, tenés que estar 10 puntos sino que vaya otro que esté mejor que vos... Ninguno es tan importante como todos juntos para el grupo, y no me sentía a pleno para disputar el Mundial. Si podés aportarle algo desde tu lugar que le haga bien al plantel es lo mejor que te puede pasar porque es un deporte y un juego en equipo.

- En su momento se habló de una pelea que tuvo con el entrenador por cuestiones políticas. ¿Cuánto hay de cierto?

- Para nada, soy amigo de César que fue quien nos abrió la mente y nos tiró un montón de cosas a la cancha muy importantes, más allá del triunfo o la derrota. Además, compartí con él cosas únicas e inolvidables. Es decir, el fútbol es un grupo de gente de distintos niveles, heterogénea y de diferentes edades, con un éxito en lo deportivo que te lleva por otros lados. No me peleé con Menotti.

- ¿Su experiencia en el Mundial 74 no había sido positiva?

- Fue una experiencia. La vida es un aprendizaje permanente y somos todos aficionados. Vi y veo un montón de cosas en los Mundiales que no me gustan. Hay cosas que viví durante Alemania 74 que me hicieron mal y no me gustaron para nada. Todo lo que hay detrás de una Copa del mundo y sus manejos. El año pasado se estaba jugando el Mundial y el mundo estaba en guerra. Pónganse en el lugar del otro. Estás viendo por televisión que un misil mata a un soldado que podría ser tu hijo, tu padre, tu tío en Ucrania, mientras rodaba la pelotita en Qatar. Por eso estamos viviendo de esta manera…

-Siempre hay sucesos políticos en una Copa del Mundo. En el 78 estaba la dictadura militar en Argentina, en 1982 la Guerra de Malvinas…

- No, no, hablo en general y es un fracaso de la humanidad. Años de humanidad y no se resolvió lo esencial de la vida. Rusia y Ucrania están en guerra, y en Qatar se llevaba la gran fiesta del deporte. Son temas muy complicados. Es el gran misterio del hombre. Siempre pasaron cosas en el mundo.

- Jugó con Diego Maradona en el seleccionado y fue el capitán en el día de su debut. ¿Qué recuerda de aquel partido?

- Sí, fue en el 5 a 1 a Hungría en la cancha de Boca. Es algo que ahora se viraliza por las redes, pero en esa época fuimos unos privilegiados de observarlo en vivo y en directo. Tenía un talento innato, pero entiendo que Menotti no lo haya incluido en la lista definitiva de 22.

- ¿Por qué?

- La decisión que tomó Menotti de dejarlo afuera de la convocatoria por ser un primer Mundial en Argentina con un montón de jugadores en su máximo nivel y en el puesto en el que se destacaba Diego con 16 años, con el miedo escénico de tomar semejante responsabilidad y con un seleccionado que venía trabajando hacía cuatro años para lograr un rendimiento como equipo, más allá de las individualidades. Hasta te diría que pudo haber sido malo para él. Porque si el seleccionado no ganaba el Mundial, Diego fracasaba en el intento. No hay que desmerecer a los jugadores que tenía Argentina con todas las opciones que había. Es como que en nuestro trabajo nos reemplacen por un chico de 12 años, tenés que pensarlo bien. Se estaba jugando un primer Mundial en Argentina, ¿viste? No era un tema menor.

- ¿Hubieras jugado el Mundial 82?

- Durante la Guerra de Malvinas no hubiera jugado un Mundial. Es más, Argentina no debió haber participado de España 82. No se puede participar de un evento deportivo cuando hay compatriotas que están luchando en plena guerra. Ahora pasa igual. Está bien castigada Rusia para que no fuera a Qatar. Para cualquier objetivo en tu vida tenés que estar lo mejor posible; es una cosa lógica y coherente. En plena guerra en Malvinas, como argentino, de ninguna manera iba a ir al Mundial.

- Tuvo la oportunidad de jugar en contra de Pelé en un amistoso Huracán-Santos. Algunos lo ponen por encima de Maradona. ¿En qué lugar lo ubica al brasileño?

- Yo vi nacer a Maradona, tuve la oportunidad de jugar en contra de Pelé en un amistoso Huracán-Santos y lo vi a Cruyff en el Mundial del 74. Ellos fueron los mejores futbolistas que vi.

Miguel Ángel Brindisi y Jorge Carrascosa, integrantes de Huracán campeón de 1973, en una cena de gala. 

- ¿Se arrepiente de haber concluido su carrera tan joven, a los 31 años? 
- No, para nada. Tuve todas las posibilidades y gente que me tuvo en cuenta para seguir trabajando dentro del fútbol, como ayudante de campo, como entrenador en Divisiones Inferiores o captador de talento, pero hice lo que realmente sentía y tengo la conciencia tranquila. Puedo dormir de noche sin tener algún tipo de preocupación. Todo tiene un costo en la vida y yo tomé esa decisión sabiendo lo que me iba a costar, pero consciente de lo que hacía. Yo me retiré a los 31 recién cumplidos, cuando me quedaban dos o más años de contrato. Estaba cansado y dije basta. Me fui bien, como siempre lo quise: con dignidad. El fútbol es limitado, y la vida es mucho más larga.

- ¿Qué puso en la balanza para tomar esa decisión?    
- Fue un cúmulo de cosas. No me hacía ninguna gracia concentrarme seis meses. Además, la presión del periodismo, la necesidad de obtener un resultado hacen que un jugador pueda sentirse mal. Porque se pierde un partido y surgen un montón de críticas. Hasta se piden cambios sin pensar cómo se destruye a otro ser humano. El barrio, los amigos, la familia, las concentraciones largas, etcétera. Todo tiene un costo en la vida y cuando elegís algo, dejas de lado otras cosas. Yo le doy mucha importancia al barrio, a mi familia, a los amigos. Como el tema musical “Corazón al Sur “, de Eladia Vázquez, que dice “la geografía de mi barrio llegó a mí”. Yo siempre viví en Abrogué y sufrí las ausencias cuando tuve que dedicarme al fútbol: concentraciones, viajes y todo lo que implica estar lejos de los tuyos. Por este motivo, yo tomé una decisión y me alejé de la pelota. Ante la exigencia de algo, hay que elegir hacia dónde vas o cómo te sentís y de qué manera eso que sentís influye en algo fundamental, que es un equipo. Primero está el hombre y la profesión en todas las actividades.  

- ¿Qué sintió como ex jugador al observar a la selección argentina consagrarse en Qatar 2022?     
- Vi con mucha tranquilidad a la Selección junto a mi señora que se ponía bastante nerviosa. La vida es un aprendizaje e hice un camino desde adentro del fútbol y del deporte en sí. Tengo una visión más generalizada sobre lo que es el fútbol. Lo que se ponía de manifiesto es que ninguno es tan importante como todos juntos y eso es muy importante para llevar a cabo un plantel. Se notaba que había una solidez en un grupo humano en ese nivel y en esa competencia, muy unido y compenetrado por la misma causa. No conozco a ningún jugador en particular y tampoco al entrenador, pero se manifestaba como un grupo que tenía en claro a dónde y cómo iba para adelante, de qué manera tenía que hacer las cosas y eso es muy importante.   

- Como ex integraste de la Selección, ¿lo llamaron alguna vez para invitarlo a ver un Mundial?    
- No, para nada, tampoco sé si hubiera ido. No me duele. Siempre fui coherente con lo que pienso y siento, y con la toma de decisiones.