Los dilemas del dólar - Hay aquelarre en la cima…
“Hay que pegarle al chancho, para que aparezca el dueño”. Dibujo: Pablo Temes.
Cruces públicos,
internas cada vez más ásperas y un Presidente que apuesta al caos para sostener
su relato.
© Escrito por el Doctor Nelson Castro
el domingo 13/07/2025 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, República Argentina.
Nada que haya sorprendido: lo sucedido el jueves en el Senado era
cantado. El Gobierno sabía que el Senado le infligiría una derrota categórica.
Y eso fue lo que ocurrió.
No hay lógica en los comportamientos del Presidente. . . ¿O sí? Todo
está muy revuelto tanto puertas afuera como adentro. Javier Milei llamando “traidora”
a Victoria Villarruel, a cuyo denuesto se sumó con vehemencia Patricia
Bullrich. La vicepresidenta, a su vez, llamando “terrorista” a la ministra de
Seguridad. Guillermo Francos, por su parte, señalando que Villarruel había
actuado según lo marcan los reglamentos del Senado. Santiago Caputo y Karina
Milei cada vez más peleados. Los pocos puentes de diálogo con los legisladores
y gobernadores “dialoguistas”, rotos con la necesidad imperiosa de reabrirlos
para evitar que el inminente veto presidencial sea revocado. En fin, un
verdadero aquelarre.
Los rostros de la mayoría de los asistentes al acto en la Bolsa de
Comercio en el que habló Milei fueron harto elocuentes: sorpresa, azoro,
desconcierto, preocupación y poco espíritu celebratorio. Nadie ve un futuro
venturoso más allá de los logros indiscutibles que en algunos rubros el
Gobierno ha obtenido. A ningún inversor entusiasma una nación con una
dirigencia política tan patológica como la de nuestro país. El dólar inquieto
de los últimos diez días es producto de esto. Se conocen algunas situaciones de
tensión entre Milei y Luis Caputo. El ministro todavía está pagando el costo
por la bravuconada que se mandó hace unos días con el dólar, que le está
saliendo cara al Banco Central. “El dólar flota. Si tienen pesos y creen que el
tipo de cambio está baratísimo, compren”, afirmó Caputo. Lo escuchaban unos 700
ejecutivos que se inquietaron ante las expresiones con aires de canchereada con
las que el ministro intentó desafiar a quienes critican la política económica
del Gobierno. Nadie se las sabe todas, y al que así lo crea la realidad se
encarga de darle su lugar.
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Se está repitiendo un clásico de la Argentina para el cual, hasta aquí,
el Gobierno no ha encontrado aún la solución: la falta de dólares. A eso contribuye
el dólar barato, que significa que el país es caro. Eso representa una puerta
abierta para la salida de divisas y no solamente para los pocos que pueden
darse el gusto de viajar y gastar su dinero en el exterior. Un hombre de
negocios expresó su preocupación en términos dramáticos: “Volvemos a los
extremos de una dirigencia que, más allá del color político, no deja de pegar
volantazos. Alguna vez nos tiene que tocar un líder moderado, aunque todos
somos responsables de lo que hay”.
La narrativa maniquea
entre buenos y malos la usó el kirchnerismo hasta el hartazgo. Ahora trae
insultos.
No hay dudas de que la intransigencia de Javier Milei se acentuó luego
del plantón que los gobernadores le enrostraron con su ausencia al acto por el
9 de Julio. La rebelión había comenzado semanas atrás, cuando se materializaron
los reclamos por un reparto más acorde de la coparticipación. Enseguida
aparecieron los primeros papers que terminaron traducidos en proyectos de ley.
Hasta allí el diálogo era conducido por Guillermo Francos –como es habitual–
pero, al parecer, el Presidente tenía otros planes y necesitaba la excusa
perfecta para llevarlos a cabo. Veamos. El equilibrio fiscal es innegociable y
al Gobierno le quedaban pocas fichas por jugar a la hora de contener el reclamo
de los mandatarios provinciales. En realidad, con razón o no, no tenía el más
mínimo deseo de ceder en sus objetivos de política económica. Tampoco hay dudas
de que la verborragia del Presidente no ha nacido luego del acto fallido en
Tucumán. Si no había demasiado para ofrecer en la negociación, qué mejor que
tensar la cuerda para exponer a quienes quieren “destruir al Gobierno”. El
relato maniqueo entre buenos y malos, amigos y enemigos, es algo que ya había
utilizado el kirchnerismo hasta el hartazgo. Una película trillada que ya nos
han contado. Sin embargo, ahora viene en remake con insultos para propios y
ajenos, y nuevos estallidos de furia. Una carta que, además de sostener los
objetivos macroeconómicos, sirve para fidelizar la tropa propia aunque siempre
sean los mismos los que tienen que salir a juntar los platos rotos. Habrá que
ver cuánto más soporta el vapuleado grupo dialoguista que todavía cree que vale
la pena hacer política.
Si todo este acting fue planeado o espontáneo, poco importa ya. El
Presidente sabe que tiene margen para este tipo de maniobras mientras las
encuestas le muestren números a su favor. “Jodan todo lo que quieran, los
espero el 11 de diciembre”, desafió a todos en alusión a que, luego de las
elecciones, con más diputados y senadores logrará revertir todas las leyes que
la oposición pueda aprobar hasta fin de año. Habría que recordarle al primer
mandatario que, en última instancia, ese es el juego de la democracia. ¿Para
qué tanta furia entonces?
Los riesgos de un modelo político y comunicacional taxativo, agresivo y
con una alta cuota de chicana y soberbia están a la orden del día. El caso del
avión privado que llegó a Aeroparque el 26 de febrero proveniente desde Miami,
cuyo equipaje no pasó por la revisión de rutina, es otra muestra de que las
cosas no siempre son tan terminantes. El periodista Carlos Pagni había dado a
conocer esa información, lo que le valió una catarata de críticas del coro
oficial. Sin embargo, los fiscales Claudio Navas Rial y Sergio Rodríguez
presentaron un dictamen en el que reconstruyeron los detalles de ese arribo
con, al menos, diez bultos de equipaje. Manuel Adorni había dicho que era
“imposible” que hubiera ingresado equipaje sin control, que se hicieron todos
los controles de rutina y que la pasajera Laura Belén Arrieta solo había
entrado al país con un carry on. La Justicia mostró lo contrario y seguirá
investigando el caso, cuyas imágenes significaron un baldazo de agua fría para
el Gobierno.
La negación y la confrontación sistemática no pueden ser una política de
Estado para un país que trata de reconstruirse y salir adelante en paz y con
normalidad.