sábado, 25 de febrero de 2012

Don´t lie to me Argentina... De Alguna Manera...

Don´t lie to me Argentina... The Economist deja de publicar estadísticas oficiales del país...


Afirmó que la intervención al INDEC es una estafa para los inversores y reconoció que existe abuso de poder extraordinario para un gobierno democrático. Qué otras críticas realizó sobre las estadísticas locales.

“Lo que parece haber comenzado como un deseo de evitar malos titulares (en los diarios), y en un país con una historia de hiperinflación, ha llevado a la degradación del INDEC, que en el pasado ha sido una de las mejores oficinas de estadística de América Latina”, relata The Economist.

Y agrega: ahora “sus instalaciones están cubiertas de carteles de apoyo de la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner. El personal independiente ha sido reemplazado por los autodenominados ‘Cristinistas’. Y en un abuso de poder extraordinario para un gobierno democrático, economistas independientes se han visto obligados a dejar de publicar sus propias estimaciones de la inflación por las amenazas de persecución y multas”.

“Imagina un mundo sin estadísticas. Los gobiernos andarían a tientas, los inversores desperdiciarían su dinero y los electorados deberían luchar para que sus gobernantes rindan cuentas. Esta es la razón por la que The Economist publica más de 1.000 gráficos cada semana en temas como producto, precios y empleo de un grupo de países”, apunta  el artículo. Luego añade: “No podemos estar seguros de que todos estos datos son confiables. Las oficinas de estadísticas varían en su sofisticación técnica y habilidad para resistir la presión política. Los números de China, por ejemplo, pueden ser poco fiables y Grecia subestimó su déficit con desastrosas consecuencias. Pero en general, los gobiernos obtienen sus estadísticas de buena fe. Aunque hay una clara excepción. Desde 2007 el gobierno argentino ha publicado índices de inflación que casi nadie cree”.

A través de estas aclaraciones la publicación dispuso no publicar cifras que intentan “engañar a los votantes y estafar a los inversores”. En contrapartida, anunció que utilizará los datos de la consultora PriceStats, con base en los EE.UU. y fuera del alcance del gobierno argentino.

© Publicado por la Revista Fortuna el viernes 24 de Febrero de 2012.

Nota: Se acordaron un poco tarde estos "pelandrunes", una pena, porque si habría que publciar todas las irrealidades de The Economist, no alcanzarían todos los litros de tinta utilizados para editar diarios, revistas, pasquines, etc... Eso no inhabilita lo real del informe, hace tiempo que los datos oficiales están distorcionados...

Con respectos a los "inversores", buenos muchachos, vaya por las tantas otras cosas que no nos cuentan en el "The Economist"...

De Alguna Manera...

Reportaje de Oriana Fallaci a Galtieri... De Alguna Manera...

Galtieri: el general argentino que nunca peleó en una guerra…


plazademayo.com reproduce esta entrevista realizada por la periodista italiana Oriana Fallaci a Leopoldo Galtieri durante los primeros días de junio de 1982.

Oriana Fallaci: -Presidente Galtieri cuando usted piensa en lo que ha hecho, y aludo a los centenares de jóvenes que han muerto, a los centenares que morirán todavía, y aludo también al nuevo detonador de la tercera guerra mundial que se ha encendido en esta parte del planeta; como si no fuesen suficientes el Oriente Medio y el Golfo Pérsico también tenemos el Atlántico Sur, dígame: ¿Nunca se pregunta a sí mismo si valía la pena? ¿Nunca se dijo “a lo mejor he cometido un error”? ¿Usted no se arrepiente jamás?

Leopoldo Galtieri: -No, señora periodista.

O.F. -¿No? Sin embargo, no me parece que usted tenga muchos motivos para estar satisfecho. No obstante las consignas triunfalistas y eslóganes que propala la televisión argentina, “Venceremos”, “Vamos a vencer”, “Estamos por ganar”, las islas están prácticamente de vuelta en manos de los británicos y ha llegado el momento de tener en cuenta la palabra que aquí nadie quiere pronunciar: la palabra derrota.

L.G. -No señora periodista. Las Malvinas no han regresado a manos de los británicos. Los británicos todavía tienen que capturarlas y el resultado de la batalla que tendrá lugar en Puerto Argentino no es tan seguro como usted cree. Yo soy mucho más optimista que usted. Sin embargo, aunque cayera Puerto Argentino, como afirma usted, no me preguntaría si valió la pena haberlo hecho y todavía menos pensaría que cometí un error. ¿Recuerda cuando en la Segunda Guerra Mundial los ingleses fueron derrotados en Dunkerke? Bien, en 1945 estaban en Berlín. En otras palabras, ni aun la caída de Puerto Argentino significaría el fin del conflicto y nuestra derrota. Por lo tanto, ni en un caso así me sentiría arrepentido. De hecho no soy el único que cree que lo que hicimos el 2 de abril era lo correcto. Todo el pueblo argentino lo cree.

Señora periodista, durante 149 años los argentinos han denunciado la agresión cometida por los ingleses en 1833 cuando nos robaron las Malvinas y son 17 años que intentamos recuperarlas por vías diplomáticas, o sea a través de las Naciones Unidas. Si el 2 de abril pasado no las hubiéramos recuperado militarmente, lo mismo hubiera sucedido en abril o en mayo o en junio del próximo año, o en uno de los próximos años. La colonización británica no podía continuar.

O.F. -Entiendo. Pero ¿por qué habla de colonización? Los 1.800 habitantes de las Falklands, perdón las Malvinas, no eran y son ciudadanos británicos? ¿A quién colonizaron entonces los ingleses: a los pingüinos?

L.G. -Son todos británicos porque los británicos no han permitido jamás a los argentinos comprar un pedazo de tierra allí, abrir un negocio, tener un comercio, en suma, establecer su propia presencia. Si voy Roma y tengo el dinero para comprarme un departamento, un negocio, o sea establecerme, las autoridades italianas me lo permiten. Los ingleses, por el contrario, han mantenido esas islas como una granja personal y no han permitido que ningún argentino se asentase allí.

O.F. -Escuche,con el vasto territorio que ustedes tienen, estas bellas costas, ese terreno fértil, es difícil de entender por qué se preocupan en comprar un pedazo de tierra en esos sitios desolados y desiertos donde nadie quiere vivir, excepto los pingüinos, las ovejas y esos británicos habituados al frío y a la niebla. Pero hablando de colonización, usted es italiano ¿verdad?

L.G. -Sí, yo desciendo de italianos. Mis abuelos eran italianos. Mi abuela de Génova y mi abuelo de Calabria. Vinieron aquí como obreros pobres, con las oleadas de emigrantes que se produjeron al comienzo del siglo.

O.F. -Entonces ustedes también son colonizadores. Señor presidente, este país no pertenece a los españoles, a los italianos, a los alemanes, a los franceses, a los ingleses, en suma, a los europeos, a los blancos que vinieron aquí y masacraron a los nativos hasta la última tribu como no habría sucedido ni siquiera en Norteamérica. Entonces ¿por qué llama a las Falk1ands, perdón, Malvinas, colonias?

L.G. -Señora periodista, no retrocedamos tanto en el tiempo. Analicemos las cosas como fueron desde 1833 cuando los británicos nos robaron las Malvinas. Observe dónde están situadas las islas, cómo la plataforma submarina se extiende sobre aquella área y une la costa con las islas. Verá fácilmente la correlación natural que existe entre ellas y la tierra firme. Quiero decir que no sólo históricamente sino también geográficamente, las Malvinas nos pertenecen, deben ser nuestras y nuestras serán.

O.F. -Pero además de la plataforma submarina, ¿qué es lo que lo seduce tanto en aquellos islotes? ¿Oro? ¿Petróleo? ¿O la posición estratégica que podría llegar a ser provechosa el día que el Canal de Panamá se cierre igual que Suez?

L.G. -Señora periodista, existe el sentimiento. No el oro, no el petróleo, no la posición estratégica, el sentimiento de la nación argentina desde 1833. ¿Usted no cree en el sentimiento del pueblo?

O.F. -Señor presidente yo creo que hablar de sentimiento del pueblo, desgraciadamente,encubre casi siempre verdades menos nobles: intereses políticos, financieros o militares y -más a menudo- los intereses personales de quienes mandan. Por lo tanto le pregunto: ¿no podría ocurrir que aquellos islotes desolados representen a sus ojos una herramienta útil para unir a un país dividido e infeliz, para hacerlo olvidar una inflación que es tan irrefrenable como grotesca y una deuda externa monstruosa, que hoy asciende a 36.000 millones de dólares, o sea, en otras palabras, del fracaso político y económico del régimen militar que usted representa?

L.G. -Acepto su argumento porque usted es una periodista. De otra manera no le permitiría que me dijera esas cosas, se lo aseguro. Porque ofenden mis principios, mi buen nombre, mi carrera militar, todo aquello que yo he tratado de preservar durante mi vida. Jamás he hecho el cálculo frío del que usted me acusa, jamás. La deuda externa y la inflación no tienen nada que ver con mi decisión. Es más, puedo asegurarle que estos conflictos no van a alivianar la inflación ni la deuda. Es verdad que las Malvinas han servido para unir a los argentinos. Pero la idea de obtener esto a través de la guerra jamás ha cruzado mi mente, se lo juro y repito.

O.F. -Muchos otros han tenido esa idea, señor presidente. La historia enseña que cuando las cosas van mal en una sociedad, en un país, aquellos que están en el poder, hacen la guerra: así el pueblo se excita y olvida los fracasos, las culpas, los crímenes de quienes gobiernan. Además de su megalomanía en 1940, Mussolini entró en guerra justamente por esto: ¿Le ofende la comparación?

L.G. -Sí, señora periodista. Me ofende mucho.

O.F. -Gracias a Dios. Pero si no es un cálculo frío, señor presidente, entonces ha habido errores de cálculo. ¿O debería decir ilusiones? Para comenzar, la ilusión de que Gran Bretaña no reaccionaría, no mandaría su flota tan lejos de casa. ¿O me equivoco?

L.G. -No. Le diré que si una reacción británica nos parecía posible, nunca llegamos a verla como una probabilidad. Personalmente, yo juzgaba escasamente posible una respuesta británica y totalmente improbable. De todas formas, yo nunca esperé una respuesta tan desproporcionada. No la esperaba nadie. ¿Por qué un país situado en el corazón de Europa debía afectarse tanto por unas islas tan lejanas en el Océano Atlántico y que no les sirven para ningún interés nacional? Me parece algo que carece de sentido.

O.F. -Pero, señor presidente, ¿sus diplomáticos no le advirtieron que la señora Thatcher iba a reaccionar como lo hizo? ¿O es que -perdone usted el paréntesis un poco frívolo- usted fue motivado por la idea de que una mujer no iba a entrar en guerra? Porque en tal caso, debo recordarle que Indira Gandhi y Golda Meir han hecho sin dudar sus guerras. Y las ganaron.

L.G. -No, no. Le aseguro que jamás me ha influenciado ningún machismo latino.

O.F. -Bien, se lo preguntaba pensando en los insultos prehistóricos y las estupideces que la prensa argentina dedica a la señora Thatcher, “cerebro de gallina”, “vete a tejer”,”vuelve a la cocina”, etc. Y me preguntaba si acaso usted no compartía tales expresiones.

L.G. -La prensa puede decir lo que quiera y además ya sabe que el humor como la caricatura son características del temperamento latino. Como habrá notado, sin embargo, el presidente de la nación, Leopoldo Galtieri, no se ha expresado jamás irrespetuosamente acerca de la señora Thatcher. Y tampoco los miembros de su gobierno, jamás. En cuanto a mi juicio sobre la señora Thatcher es muy simple: creo que está políticamente inadecuada al momento histórico que vive la humanidad. Digo esto refiriéndome a ella como primer ministro no como mujer.

O.F. -Tampoco la señora Thatcher tiene una alta opinión sobre usted, señor presidente. Lo define como un tirano fascista. Pero ocupémonos de otro cálculo equivocado: la ilusión de que Estados Unidos no apoyaría a Gran Bretaña, ¿no sabía acaso que Gran Bretaña era uno de los miembros más importantes de la OTAN?

L.G. -Señora periodista, la diferencia entre América del Sur y América del Norte es que los sudamericanos nos consideramos a nosotros mismos americanos, por el contrario los estadounidenses se consideran pertenecientes a otro hemisferio: el hemisferio norte. Sí, siento una profunda amargura hacia ellos. Debo reconocer. Una tremenda decepción. Porque los estadounidenses saben muy bien que también como comandante en jefe del ejército, es decir antes de ser presidente, yo he intentado por todos los medios de mantener buenas relaciones con ellos y con su gobierno, de restablecer una comprensión recíproca que durante el gobierno anterior se había desvanecido. Dada la importancia que el continente americano tiene para una estrategia global, más en el futuro que en el presente, tener buenos vínculos con nosotros era para ellos más que indispensable. Y debo decir que las relaciones personales que yo había establecido con el gobierno de Reagan eran excelentes. Lo mismo puede decirse de todos los oficiales argentinos. Nos entendíamos bien, e íbamos a hacer muchas cosas juntos en este continente. Y por eso cuando el señor Haig se ofreció como mediador lo acepté sin dudar … y bien, no esperaba su aprobación, su apoyo, pero estaba seguro de que se comportaría con equilibrio y neutralidad. Qué desilusión cuando se alineó con los británicos usando el pretexto de no poder llegar a un acuerdo entre las dos partes. Lo peor es que el señor Reagan junto con todo su equipo hicieran lo mismo. Tanto para mí como para todo el pueblo argentino esto es como una traición.

O.F. -Señor presidente, una traición tiene lugar cuando existe una promesa, un compromiso. ¿Existía una promesa, una obligación entre usted y los estadounidenses?

L.G. -La obligación era asistir a las dos partes, y no sólo a una de ellas. Esto significa equilibrio, neutralidad.

O.F. -¿Podría explicarse mejor? Porque una de las acusaciones que se formulan contra los estadounidenses es la de ayudar siempre a los regímenes dictatoriales como el suyo y es un hecho que Washington no los ha abandonado jamás. Ni siquiera durante el gobierno de Carter y sus campañas de derechos humanos. Entonces algo debe de haber sucedido con Haig.

L.G. -Los hechos demuestran que el señor Haig no ha sido un buen mediador..

O.F. -Haig sostiene que la culpa es de ustedes, porque él no sabía con quién tratar y que cuando usted decía una cosa sus generales decían otra. Incluso respecto a la resolución 502 de Naciones Unidas, aquella que pedía el retiro inmediato de las tropas argentinas, dice Haig que usted y sus generales no se ponían de acuerdo. ¿Si no fuera así cómo se explicaría su exasperación al partir? ¿Y por qué su ministro de Relaciones Exteriores, Costa Méndez, tuvo la necesidad de pedirle excusas.

L.G. -El señor Haig vino aquí con muchos asesores y trabajamos en esta habitación o en el Ministerio de Relaciones Exteriores. En ambos lugares dijimos siempre la misma cosa, que la resolución 502 contenía una serie de consecuencias inaceptables, porque Argentina no había derramado una sola gota de sangre británica para recuperar las Malvinas y, por el contrario, los británicos nos estaban atacando y continuaban enviándonos sus barcos y continuaron las hostilidades incluso durante las negociaciones.

O.F. -Todavía no advierto la traición a no ser que existiese una promesa, o sea que los estadounidenses supieran antes del 2 de abril que los argentinos se aprestaban a intervenir militarmente. ¿Sabían? Señor presidente, debido a que sus relaciones con el gobierno de Reagan eran tan estrechas, no puedo creer que usted no les informara sobre sus decisiones. ¿No es cierto que el Pentágono las conocía y que usted se las había comunicado previamente a Vernon Walters?

L.G. -Conozco muy bien a Vernon Walters, estoy en óptimas relaciones con él. Pero no le dije nada ni ningún miembro de mi gobierno. No hemos tenido jamás la necesidad de pedir permiso a los demás para recuperar las Malvinas, se lo aseguro. Ni el permiso del Pentágono, ni el de Reagan, ni el permiso de Haig. Pensé y pensamos que éramos lo suficientemente grandes como para tomar nuestras propias decisiones. Además, si los americanos lo hubiesen sabido, jamás hubiéramos llegado al 2 de abril.

O.F. -Lo que significa que habrían intentado detenerlos. ¿O quizás intentaron hacerlo y esta es la razón por la cual Haig parecía tan exasperado? ¿Señor presidente ¿cuán rotas están vuestras relaciones con Estados Unidos ahora?

L.G. -Rotas, no diría, pero seriamente dañadas sí. Tan gravemente que hará falta mucho tiempo antes de normalizarlas. Mucho tiempo. Años.

O.F. -Así que está haciendo nuevos aliados.

L.G. -Señora periodista, nuestros aliados naturales son los países latinoamericanos. De todas maneras, sí, es verdad, estamos buscando mayores contactos con el mundo al cual pertenecemos por historia y herencia cultural. Contactos políticos, comerciales, financieros y también una mayor comprensión.

O.F. -En otras palabras usted está descubriendo el Tercer Mundo. Están descubriendo a Simón Bolivar. ¿Debemos creerlo? Los argentinos han sido siempre tan orgullosos en considerarse occidentales, europeos, blancos, han tenido siempre un complejo de superioridad frente a los demás países sudamericanos.

L.G. -Comparto lo que usted dice. Nadie puede negar que siempre nos hemos sentido muy ligados a la América del Norte y a la Europa Occidental. Pero es justamente por eso que nos sentimos traicionados, defraudados, por eso estamos cambiando nuestra política exterior. Tal vez transformaciones parciales, por el momento. Pero sin embargo muy importantes, como verá.

O.F. -Cuando uno escucha las declaraciones de amor que Cuba y Nicaragua ahora les dirigen, no resta más que permanecer incrédulo ante ellas. Y cuando vemos a Costa Méndez que besa a Fidel Castro, uno no puede evitar el pensar que tal vez se trate de una broma.

L.G. -Un momento señora periodista, un momento. Costa Méndez va a La Habana porque allí tiene lugar una conferencia anual de Países No Alineados. Y allí el señor Castro es el dueño de casa. Y no olvide que el señor Castro ha expuesto públicamente su apoyo a la Argentina y nuestras reivindicaciones; como presidente de los Países No Alineados y no como presidente de Cuba. Cuando le damos las gracias es como presidente de los Países No Alineados, no como presidente de Cuba. Y por otra parte, ¿qué debo hacer mientras corre la sangre de nuestros soldados? ¿Qué esperan de mí? ¿Que dé las gracias a Estados Unidos?

O.F. -Yo sólo intento comprender lo que está sucediendo, señor presidente. Porque estas nuevas alianzas son muy sorprendentes.

L.G. -No son alianzas. Son reajustes de las relaciones internacionales. Las alianzas son otra cosa.

O.F. -Si usted lo prefiere, señor presidente … Queda el hecho que miles de personas fueron eliminadas en Argentina bajo la acusación de ser comunistas, marxistas. Así que resulta bastante desconcertante ver a Fidel Castro y Costa Méndez darse palmadas en la espalda como si hubieran estado juntos en Sierra Maestra. Aquellos muertos deben estar revolviéndose en sus tumbas.

L.G. -Señora periodista, las relaciones internacionales se mueven más por intereses que por amor. Desafortunadamente estas cosas son inevitables, como lo demuestra la historia del mundo. Si Estados Unidos aísla a la Argentina, militar y económicamente, si Europa hace lo mismo, si el mundo occidental nos vuelve la espalda, y digo “mundo occidental” poniendo la expresión entre comillas ¿qué otra elección tenemos? Piense en todos los países que mantienen relaciones armoniosas con sus enemigos ideológicos. Estados Unidos y China por ejemplo. Se abrazan exactamente como nosotros nos abrazamos con el señor Castro. No por eso Argentina se está volviendo comunista. No por eso el general Galtieri se convierte en miembro del partido.

O.F. -Y no por eso Fidel Castro se convierte en miembro de la Junta argentina, ya sé. Pero a esta Junta le ofrece sus armas, su ayuda. A propósito ¿aceptarán todo esto?

L.G. -En este momento no necesitarnos la ayuda militar de nadie, pero si Gran Bretaña pone a la Argentina en una situación que requiere una ayuda militar la aceptaremos de cualquiera.

O.F. -Lo que incluye a la Unión Soviética si he comprendido bien. Señor presidente, vuestra cruzada antisoviética parece haber terminado. Y se sabe que el embajador soviético lo ha visitado más de una vez, a usted y al ministro de Relaciones Exteriores, ¿significa que van a aceptar también las armas soviéticas o no?

L.G. -Si llegamos tan lejos que sea necesario, sí las aceptaremos. Me dirigiré incluso a ellos, señora periodista ¿cree que quiero suicidarme?

O.F. -No. no lo creo. De hecho usted ha comprado armas a los abastecedores más diversos en estos días. Uno es Khaddafi, que les ha dado los Exocet que les negó Mitterrand; otro es Israel que les acaba de entregar otros Mirage y misiles, luego están Ecuador, Perú y Venezuela.

L.G. -Estos últimos son países hermanos. Pero ¿por qué me pregunta cosas que no puedo responder por cuestiones de seguridad?

O.F. -Porque usted ha dicho que la caída completa de las islas no significará el fin de la guerra. Porque los periódicos argentinos siguen hablando de guerra total. Y quiero saber si guerra total significa internacionalización de la guerra.

L.G. -Guerra total significa que no importa cómo vayan las cosas militarmente. Argentina no renuncia sus derechos sobre las Malvinas, las Georgias del Sur y las Sandwich. Significa que Argentina no aceptará jamás retornar a la situación en que se encontraba el 1º de abril. Guerra total significa que no habrá paz hasta que hayamos obtenido aquello que queremos. Y no quiero una internacionalización de la guerra, pero esa internacionalización no depende de mí. Depende de Gran Bretaña y de Estados Unidos.

O.F. -¿A costa de involucrar las potencias nucleares, a costa de repetir lo que está sucediendo en el Medio Oriente?

L.G. -Estoy tan preocupado como usted, señora periodista. Más que usted, porque mis responsabilidades no concluyen en el pueblo argentino: existen además en cuanto a otros países. Para serle franco, cuando decidí recuperar las Malvinas no esperaba provocar un hecho de importancia mundial, ahora veo que sí lo tuvo y estoy preocupado. Pero esta preocupación debería ser sentida también por la señora Thatcher, el señor Reagan y el señor Haig. También tendría usted que decirles estas cosas a ellos.

O.F. -Pero fue usted quien empezó, señor presidente. Usted atacó primero. Por el amor de Dios, señor presidente. En todo el mundo hay litigios territoriales. ¿Qué sucedería si resolvieran sus disputas como lo ha hecho usted? Estamos en la era atómica, ¿lo recuerda?

L.G. -Sí, pero les toca a las potencias las que deben ser más abiertas y adecuarse de libertad que la gente quiere hoy. Las cosas han cambiado desde la Segunda Guerra Mundial: los imperios han caído y la mentalidad de la gente ha madurado. O sea, se ha descubierto la libertad. Pero todavía quedan restos de ese imperio y de comportamiento imperialista, trazas de colonialismo. Todo lo cual es inadmisible en una era civilizada y ante lo cual debemos rebelarnos.

O.F.- Santas palabras, señor presidente. Pero suenan un tanto extrañas al oírlas pronunciadas por el representante de un régimen que nunca se preocupó por la libertad. La suya es una dictadura, señor presidente, no lo olvidemos.

L.G. -Yo no la llamaría dictadura. Aquí la gente habla más que en un régimen democrático. El sistema no es democrático, estoy de acuerdo. Pero no es ni siquiera tan duro como en otros países que se definen como democráticos.

O.F. -Hace pocas semanas fueron secuestrados, aquí en Buenos Aires, caso delante del Ministerio de Relaciones Exteriores, tres periodistas extranjeros y después de haberlos aterrorizado, maltratado, robado, se los abandonó desnudos afuera de la ciudad. Como usted y todos lo saben: milagrosamente regresaron con vida. Pero pocas personas quedan vivas después de estos secuestros y…

L.G. – Y esas cosas ofenden a la Argentina. Es por eso que el presidente Galtieri recibe a los tres periodistas a la una de la mañana. Por eso les pide excusas en nombre del pueblo y de la nación.

O.F. -Si usted piensa así, ¿por qué puso a uno de esos asesinos como comandante de la guarnición en las Georgias? Hablo, por poner un ejemplo, del infame capitán Astiz.

L.G. -El capitán Astiz pertenece a la Marina. Debido a su rango y a esa responsabilidad se encontró en aquel puesto de avanzada en las Georgias cuando recuperamos las islas. Las acusaciones contra él deben ser probadas, señora periodista.
 
O.F. -Hay pruebas en abundancia, señor presidente. Si no tas hubiera, Suecia y Francia no hubieran pedido a los británicos que lo retengan como criminal. Suecia, por la muchachita sueca de dieciséis años que fue arrestada por error y después torturada hasta la muerte; Francia por dos monjas francesas que fueron raptadas, torturadas, mutiladas y después echadas al mar desde un helicóptero. Y a causa de eso el capitán Astiz las llamaba “las monjas voladoras”.

L.G. -Señora periodista, ¿quiere unirse al coro de acusaciones difundidas en el exterior por intereses internacionales antes de que el caso del capitán Astiz sea esclarecido?

O.F. -Por supuesto que quiero, señor presidente. Pero estas acusaciones no vienen del extranjero. Vienen de aquí, de Argentina, donde la plaga de los desaparecidos es una vergüenza nacional que dura hace años.

L.G. -En todas las guerras hay desaparecidos, señora periodista ¿Puede imaginarse usted cuántos desaparecidos tengo en este conflicto? Piense en los desaparecidos que hubo en la Segunda Guerra Mundial, en el tiempo de Mussolini. Lo que sucedió aquí durante la oscura década del 70 fue una guerra y yo me temo que usted ignora los detalles de esa guerra.

O.F. -Señor presidente ¿no se da cuenta que si Europa y Occidente le niegan su apoyo también es por la indignación que estos hechos provocan en nosotros?

L.G. -Buena pregunta, señora periodista. Buen argumento. Estoy de acuerdo.

O.F. -Entonces, ¿por qué me responde de esa manera? Dígame: ¿no le gustaría pertenecer a un país más respetado, donde existiera la democracia y la gente pueda pensar y hablar libremente, sin ser asesinada por algún capitán Astiz?

L. G. -La democracia es la máxima aspiración del presidente Galtieri, de su familia y creo que de la mayoría de los argentinos. De hecho, la vida democrática se restablecerá pronto en Argentina: la ley sobre los partidos políticos ya ha sido promulgada por el gobierno y saldrá el mes próximo. Será el primer paso hacia la democracia y, en ese momento, las Fuerzas Armadas no deberán ejercer más el papel que ejercen hoy. Por lo menos eso espero. Este es un país complejo, sabe. Hay que tratar de entender por qué ocurren ciertas cosas y por qué los militares han debido siempre tomar las riendas. Problemas que incluyen una brusca inmigración a comienzos del siglo, las realidades sociales que surgieron de la recesión mundial de 1930, el desarrollo demasiado rápido de una industrialización que nunca ha sido bien absorbida …

O.F. -Sí, pero ¿cómo establecer la democracia después de que miles y miles de opositores han sido masacrados, es decir, después de que el país ha sido privado de tantas vidas jóvenes, de tantas mentes frescas? Y si de verdad le gusta la democracia ¿por qué sigue diciendo que las urnas electorales están bien guardadas?

L.G. -Porque lo están, almacenadas a buen resguardo para ser usadas de nuevo. Si no hubiese querido usarlas de nuevo las hubiese quemado ¿no? Pero déjeme responder a la pregunta acerca de las vidas jóvenes y acerca de las mentes frescas. Ellos representaban a la oposición. No querían participar en ninguna oposición. Pero olvidemos el pasado, señora periodista. Ocupémonos más bien del futuro.

O.F.. – Bueno… el futuro me parece bastante oscuro, señor presidente. Son muchos los que dicen que a causa de esta guerra usted no continuará siendo presidente mucho tiempo, sus días están contados.

L.G. -Mire, sin duda este conflicto tendrá también consecuencias internas. Se diría que a causa de las Malvinas, Argentina ha madurado de golpe. Muchas cosas cambiarán cuando regrese a casa los hombres que ahora están en la guerra, porque ellos especialmente estarán más dispuestos aún que los demás, para una vida política que incluya la disidencia. En cuanto a mi… he sido designado presidente hasta fines de marzo de 1984 si me quedaré hasta esa fecha o no no lo sé, pero más bien creo que sí.

O.F. -¿Aun si la guerra termina en una derrota?

L.G.- Le he dicho que no preveo una derrota y que, de cualquier forma, una derrota militar no cambiaría nada. Las Malvinas no son objetivo personal mío, o un objeto de este gobierno o de este régimen. Son un objetivo nacional en el que están de acuerdo todos los argentinos. Entonces, sea lo que sea que suceda militarmente, sea cual sea el régimen que gobierne el país en el futuro, esté segura de que los argentinos seguirán luchando por las Malvinas. No cederán nunca.

O.F. – Ustedes no ceden, los británicos no cedes y ambos quedan atrapados en un lío sin vía de salida. Sin embargo, a algún compromiso tendrán que llegar. Como para dar un ejemplo: ¿qué tiene de malo aceptar la bandera de la ONU en esas islas?

L.G. -No me cansaré nunca de repetir que prefiero una solución negociable, que estemos dispuestos a una solución negociada, que estemos dispuestos a un alto el fuego, que este derroche de vidas de una y otra parte debe terminar, que todo esto debe ser alcanzado a través de las Naciones Unidas. ¿Cuántos litigios han sido resueltos por negociaciones en la ONU, por qué no puede también resolver este? Sí, la bandera de la ONU me parecería muy bien, hasta que haya una negociación. Pero el futuro deberá haber la bandera argentina sobre las Malvinas. Y la verá.

O.F. -¿Cuán lejos está esa posibilidad? ¿Ese futuro con la bandera argentina?

L.G. – De eso estamos hablando, señora periodista.

O.F. – ¿Está dispuesto a esperar años?

L.G.- Sí, pero no otros 149 años.

O.F. -¿Cuántos entonces?

L.G. -Podemos hablar de eso, señora periodista. Podemos hablar de eso. Yo no tengo nada en contra de hablar. Vea, he estado hablando con usted desde hace más de dos horas, y debo irme.

O.F. -Entonces lo dejo, volviendo a la pregunta que le formulé al principio ¿por qué en el nombre de Dios, por qué ha comenzado este lío? ¿Por qué no espero, como ahora dice, poder hacerlo? El punto es…. señor presidente, usted es un general ¿verdad? Usted es un soldado. Usted lleva uniforme ¿cierto? Por lo tanto debo hacerle esta pregunta: ¿usted ha estado alguna vez en una guerra?

L.G. -Bueno, otro tipo de guerra.

O.F. -No, no. Digo una guerra. Una verdadera guerra. Esa donde se dispara y se muere en combate.

L.G. -No, no he estado nunca. No en una guerra convencional.

O.F. -Yo, en cambio sí. He estado en tres guerras, incluida la de Vietnam, como corresponsal de guerra. Por lo tanto yo sé qué es la guerra. Sé eso que usted no sabe. El problema es que en las guerras no pelean nunca aquellos que las declaran, ni las ven siquiera.

L.G. -Muy cierto, pero no debería decírmelo solo a mí.

© Escrito por Oriana Fallaci y publicado por plazademayo.com el miércoles 22 de Febrero de 2012.


¿Qué más tiene que ocurrir?... De Alguna Manera...


¿Que más...?

 Juan P. Schiavi

¿…que más tiene que ocurrir para que veamos con claridad nuestra realidad?

Para que comprendamos que es mentira que seamos apolíticos cuando seguimos los mandamientos del " no te metás”. O del " eso no es asunto mío”. Apartando el dato irrelevante de no afiliarnos a ninguna estructura partidaria, de lo más significativo que es no ejercer nuestras ciudadanías, de desconocer el alcance de nuestros derechos, y en todo lo precedente me incluyo, realmente ejercemos la política del no ocuparnos. Como mujeres y hombres somos animales políticos, lo demostramos con nuestros procederes. Día tras día. Segundo tras segundo. Inevitablemente.

¿Cuánto sucederá para que advirtamos a dónde nos lleva la famosísima y sobrevalorada " viveza criolla "? Hoy, como en tantas otras veces - la puerta doce, keyvis, con su lógica secuela inexorable: cromagnon - , demostramos lo " vivos " que somos.

¿Cuánto falta para que descubramos que cuando prescindentemente (como si de verdad pudiésemos prescindir del lugar en dónde vivimos, ese que contribuimos a moldear todos los días, ese que edificamos entre todos nosotros continuamente) nos quejamos de " este país " - hay quienes lo mencionan como " este bendito país ", con rabia, insultándolo, nos estamos refiriendo a nuestro país, o a nuestra ciudad y a nuestros disfunción arios?

¿Cuántos funcionarios parásitos y desubicados como Juan P. Schiavi tienen que tener la indecencia de no guardar el mínimo decoro al referirse a las víctimas de su incapacidad - la de Schiavi y la de tantos otros como él que lo circundan y le son funcionales - y a sus comportamientos (mencionó: " la “costumbre argentina” de moverse hacia los vagones de adelante para salir más rápido del andén...")? Lamentándose, en su estolidez, de que la tragedia no hubiese ocurrido ayer, que había sido un feriado, ya que las víctimas hubieran sido menos, este individuo que no registra que una sola víctima de su desvergüenza es inaceptable. No hay calificativo, por despreciable y soez que sea para calificar a este partícipe necesario.

 Lo que implican sus palabras, ni más, ni menos, es que conocía y sabía que lo que sucedió iba a suceder y solamente le incomoda que la cifra de asesinatos  - del diccionario : el asesinato ( también denominado homicidio calificado) es un delito contra la vida humana, de carácter muy específico, que consiste en matar a una persona concurriendo ciertas circunstancias, tales como: alevosía, precio, recompensa o promesa remuneratoria y ensañamiento, aumentando deliberada e inhumanamente el dolor del ofendido. - También se percibe que están presentes los cuatro agravantes, que son premeditación, alevosía, ventaja y traición. - sea altísima. Inmanejable dentro de las relaciones públicas aceptables que mal aprendió o mal se asesoró, ni de las leyes del mercadeo que parece conocer un poquito más. Sus conceptos - los del individuo Schiavi J. -, vertidos sin pudor, sin remordimientos, en la certeza de que no va a recibir una sanción, en el convencimiento de su impunidad e imputabilidad, revelan su estatura moral y su calificación para la tarea que... ¿desempeña? Constituyendo lo grave el que sea un cabal representante de su mayoritaria clase de funcionario, mal calificado como " político " y para el cargo que ocupa.

En lo personal, como argentino y porteño me es penoso ver o escuchar, o ambas cosas, a quienes se autocalifican de comunicadores sociales decir que tienen vergüenza de ser argentinos, es indignante, escucharlos diciendo que les agradaría no haber nacido en mi país, deberían avergonzarse de ser ignorantes... de ser frívolos.... de no investigar... de mirar hacia otros lados... de dedicarle espacio a las tonterías en lugar de hacerlo a la educación. ¿Qué tienen que ver la patria con los corruptos, los transeros, los mercaderes de la muerte y los palurdos que ocupan puestos para los que no están capacitados? ¿De qué pensamos que está hecha y cómo imaginamos que se construye nuestra sociedad? Sin inmiscuirnos estimo imposible prevenir los próximos, evitables, asesinatos.

Alejandro Lacquaniti.

P.D.: me resultó difícil eliminar la mayoría los agravios que contenía el texto, los que quedaron son ineludibles.
 
© Alejandro Lacquaniti

El espejo de los culpables... De Alguna Manera...

El espejo de los culpables…

 Grupo. Uno de los hermanos Cirigliano, dueños de TBA, junto al controvertido Ricardo Jaime.

Con los familiares de las víctimas en la puerta de la morgue, el cinismo oficial encontró rápido respaldo en el aparato de propaganda. “Al proclamar que quiere ser tenido como querellante por parte de la Justicia, el Gobierno parece haber querido enviar un mensaje: no será neutral sino acusador ante los eventuales responsables de tantas muertes”, escribió el ex presidente de Télam Martín Granovsky en una columna publicada por Página/12 con el título “Peor no cambiar que cambiar tarde”.

La estrategia de convertirse en querellante en una causa en la que bien podría ser tomado como cómplice es similar a la que siguieron las Madres de Plaza de Mayo en la eternamente postergada denuncia contra Schoklender. Ahora le tocará a la Justicia aceptar esta pretensión, la misma Justicia que ha dicho que sí tantas veces.

No hay muchas maneras de entender el caso Cirigliano: o es una mezcla de Henry Ford, Alexander Graham Bell y Bill Gates, o es un personaje que creció bajo las influencias del gobierno de turno, al calor de concesiones, subsidios y favores personales.

La empresa, que comenzó en 1959 con Nicola Cirigliano, inmigrante de Vaglio Basilicata, Potenza (sur de Italia), tenía el interno 16 de la línea 295, cubriendo el recorrido Palermo-Avellaneda. Hoy tiene 4.340 empleados en el país y algunos cientos en el exterior. Según un informe del periodista Ramón Indart, de Perfil.com, el Grupo Plaza recibe mensualmente 55 millones de pesos del Estado argentino, 37 millones por los trenes y 18 por los colectivos.

La adjudicación de TBA en 1994 fue firmada a bordo de un buque de la Armada, durante una excursión de pesca del entonces presidente Menem, en una escena de James Bond: Cavallo llegó al buque en helicóptero con el expediente para la firma aspirando a una resolución horas después de que la Comisión Bicameral de Seguimiento del Congreso la cuestionara pidiendo su postergación. El tiempo le devolvió su gestión: cuando ya no era ministro de Economía, el Grupo lo ayudó poniendo a su disposición sus oficinas privadas en Chacabuco y Diagonal Sur: allí funcionó la sede de Acción por la República. La relación entre Cirigliano y Menem funcionó a fuerza de partidos de golf en Olivos.

Ya en 2003, fueron los encargados de recolectar entre los transportistas los aportes para la campaña de Néstor Kirchner. Su jet Citation 501 llevó varias veces a Florianópolis al entonces secretario de Transporte, Ricardo Jaime, y los médicos del Grupo Plaza atendieron a Julio De Vido cuando empeoró su cuadro de diabetes.

Los Cirigliano eran, para entonces, parte de la tropa propia. Cuando fue necesario, pagaron los sueldos de una compañía ajena por pedido del Gobierno. Los hermanos crearon Safe Fly, que nunca voló, para tomar a su cargo los salarios de los empleados de Southern Winds después del escándalo de los vuelos narcos. Lograron hacerse con el monopolio de los micros interurbanos que conectan La Plata con Retiro y adquirieron las empresas de larga distancia de Córdoba y el transporte urbano en La Pampa y Bahía Blanca, donde se registra la tarifa más costosa del país.

Juan Pablo de Santis recordó en La Nación que hace tres años Jaime les adjudicó un contrato por $ 1.090 millones para el recambio de coches por unidades de doble piso, más grandes y con aire acondicionado. Después de seis anuncios y de tres años y cuatro meses de firmada la resolución, sólo están en funcionamiento cuatro de los 25 trenes comprometidos. El primer anuncio se había hecho público a poco de que un grupo de pasajeros incendiara cinco trenes y el sagaz Aníbal Fernández le echara la culpa al terrorismo internacional. Los “trenes doble piso” tendrían cabinas de conducción panorámica, ventanas ídem, capacidad para 320 pasajeros por coche, puertas dobles, aire acondicionado, calefacción; estarían comandados por GPS, con pantallas LCD de televisión digital terrestre y asientos ergonómicos. Las chicas y el whisky debían ser puestos por el pasajero.

El 27 de abril de 2006 TBA presentó su primera formación de trenes doble piso junto a Jaime, recién llegado de la playa. El 4 de septiembre del mismo año, El encabezó el llamado a concurso de precios para la fabricación de los coches bajo la atenta mirada de De Vido. La licitación se hizo efectiva en 2008. En 2011, Ella asistió a la remake de presentación de una formación de dos pisos en Puerto Madero.

Mientras no hacía los trenes de dos pisos, el Grupo tomó otro negocio K: los decodificadores digitales. A través de Corporate Corp. y Cometrans fabricó 330 mil convertidores de TV, un tercio del total de decodificadores oficiales, para ver Fútbol para Todos, Paka-Paka y CN23, por 160 millones de pesos,.

El Gobierno, ahora, intenta presentarse como querellante para pedirle a la Justicia que averigüe quién es el culpable. Deberían comprarse un espejo.

© Escrito por Jorge Lanata y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el viernes 24 de Febrero de 2012.


viernes, 24 de febrero de 2012

Estación horror... De Alguna Manera...

"Están dadas las condiciones para que el Estado rescinda la concesión"...

 


El titular de la Auditoría General de la Nación (AGN), Leandro Despouy, consideró que el accidente ocurrido ayer en Once fue "consecuencia directa del incumplimiento de normas básicas" de la concesión que usufructúa Trenes de Buenos Aires (TBA) sobre el ferrocarril Sarmiento, por lo que el Estado puede terminar con el contrato. Despouy indicó que la AGN realizó, en 2008, un informe sobre "la situación desastrosa" que presentaba el servicio ferroviario en el ramal y destacó que "no ha cambiado demasiado".

"A la luz de las observaciones que ya hemos formulado, si la autoridad política, la autoridad del Estado, no ha actuado en consecuencia y no ha aplicado sanciones graves y ha tenido un comportamiento diligente, la responsabilidad en última instancia quedaría en manos de la autoridad", apuntó Despouy.

El funcionario subrayó que "no hay ninguna duda de que el Estado tiene una responsabilidad mayúscula en lo que concierne a la concesión de un servicio público, que sigue estando en manos del Estado: sólo se concede en la medida en que la empresa cumpla estrictamente con las condiciones que el propio Estado establece en el contrato de concesión", insistió, en declaraciones a Radio Mitre.

Despouy manifestó que "TBA ya ha protagonizado varios incidentes y, en algunos casos, accidentes graves, como el del paso a nivel de Flores", ocurrida en septiembre último, cuando una formación atropelló en esa estación un colectivo de la línea 92, con un saldo de 11 muertos y 212 lesionados.

Según expresó, "en cuanto a la responsabilidad, se trata de las máximas autoridades del Ejecutivo, en este caso la secretaría de Transporte. Hemos hecho señalamientos muy graves con respecto a esto ya en la gestión de Jaime. No es un tema nuevo. De la gestión de (Juan Pablo) Schiavi recién vamos a tener una auditoría más actualizada que vamos a concluir la semana próxima".

El auditor sostuvo que "está demostrando de manera palmaria el fracaso de la política de subsidios, que no tienen por destino mejorar ni mejorar la calidad del servicio ni los mantenimientos, y que desembocan en situaciones tan dramáticas como ésta".

© Publicado por el Diario Página/12 el jueves 23 de Febrero de 2012.

Ferrocarriles Asesinos... De Alguna Manera...

Asesinato colectivo...

 
La corrupción y la desidia estatal cómplices en esta  masacre.

¿Cómo es el ruido del hierro cuando se dobla, cuando se encoge, cuando se destroza al abandonar su molde industrial originario para convertirse en otra cosa, en un metal mortal? ¿Cómo es el crujido del hierro que será un sonido que retornará y retornará siempre a las memorias de los sobrevivientes de la masacre ferroviaria de Once y que también habrá sido el último sonido escuchado por sus –hasta ahora- 50 víctimas fatales?

A las ocho y media del miércoles 22 de febrero de 2012 se produjo una de las mayores tragedias ferroviarias de las últimas décadas. Por el rol que le cabe a sus responsables, una masacre.  Un asesinato colectivo.

Los hermanos Mario y Claudio Cirigliano comenzaron su auge bajo el mandato del presidente Carlos Menem. En 1995, el riojano les entregó la concesión de Trenes de Buenos Aires (TBA) mediante el decreto 730/95. Hasta ese momento, la familia sólo era dueña de las líneas de colectivos 61 y 62, negocio en el que había incursionado el patriarca Nicola Cirigliano, un inmigrante italiano que se había desempeñado como chofer de colectivos. Con la concesión del ferrocarril empezaría un ascenso que no tuvo interrupciones jamás, ni siquiera bajo los gobiernos kirchneristas, lo cual demuestra otra de las continuidades entre los años noventa y la actualidad. 

El Estado se comprometió a pagar setenta millones de dólares por diez años por la reparación de la flota de trenes de las líneas Sarmiento y Mitre. La expansión del grupo Cirigliano los llevó a ser dueños de empresas de transporte (Grupo Plaza), concesiones públicas (TBA, Trenes de Buenos Aires), seguros (Lua La porteña), construcción de material ferroviario (Emfersa), construcción de carrocerías de buses (Tatsa) y hasta incursionó en concesiones públicas en el exterior (Opportrans, Metro de Río de Janeiro) o proyectos binacionales, como el tren argentino uruguayo.

Según el informe del diputado del ARI  Sebastián Cinquerrui, “en 1998 TBA realizó compras con sobreprecios del orden del 4000 por ciento, como fue el caso del programa de renovación y puesta a punto del material rodante y del parque tractor de la empresa, material de origen japonés marca Toshiba fabricados durante la década del 60´”. Entre los materiales comprados con sobreprecio se encontraban los vagones del tren accidentado este miércoles. Un accidente que no fue un rayo en cielo sereno. 

Por el contrario, marcan la forma de funcionamiento de la “burguesía nacional” que este gobierno decidió “reconstruir”. El informe de Cinquerrui brinda una cifra escalofriante: hasta 2004, la concesión de TBA en el Sarmiento y el Mitre se habían producido 2077 accidentes, provocando 665 heridos y 1372 muertos. Estas cifras no tienen en cuenta los 212 heridos y 11 muertos del choque entre un tren de TBA en la estación de Flores con un colectivo, que había pasado con una barrera baja que se mantenía en una posición angular de 45º desde hacía 10 días. O los 50 heridos del choque del Mitre en Palermo. Ni los 50 muertos y 705 heridos, por ahora, de la masacre de once ocurrida ayer.

¿Cómo se siente sobrevivir, salir de un vagón destrozado tambaleando, ayudar a los heridos, ver a los mutilados, o ser un trabajador ferroviario, moverse en auto desde las estaciones de Flores y Caballito ante el alerta de los trabajadores de evasión y boleterías de la estación plaza Miserere y ayudar en esos primeros minutos a sacar a los heridos, a las mujeres cuyas remeras estaban manchadas de sangre, a los niños, a los trabajadores que iban a cumplir sus tareas desde el oeste no tan lejano y que desde ese momento y para siempre se convertirían en lisiados, por toda sus vidas? ¿Cómo se siente presionar rítmicamente sobre el pecho de un niño de siete años para tratar de reanimarlo en medio del caos de un andén atiborrado de heridos y presionar una vez, dos, tres, y otra vez, y esperar que el niño se reanime y sobreviva, pero no, porque el niño muere?

Los Cirigliano tuvieron una activa participación en el negocio de la tercerización en el ferrocarril. De hecho, su empresa Emfer reparaba los coches que provenían de TBA y de UGOFE en general (UGOFE es la asociación estatal con los concesionarios privados del ferrocarril, integrada por el grupo Romero, el grupo Roggio y el grupo Cirigliano) mediante fondos provistos por el Estado. El Estado paga todos los sueldos, también, de los trabajadores de UGOFE. Los Cirigliano aportan el know how para hacer crecer su portfolio de empresas y billeteras abiertas para recibir subsidios en un negocio absolutamente redondo. En 2003, en pleno momento de salida de la crisis económica, TBA declaró haber repartido dividendos entre sus accionistas por 80 millones de pesos. Los índices de crecimiento de la economía posteriores aumentaron el nivel de flujos de esas ganancias. En 2012 está previsto que TBA reciba más de dos millones de pesos en subsidios estatales por día, totalizando 832,5 millones de pesos anuales. Dinero estatal conseguido, también, a fuerza de lobby, corrupción y dádivas. La Cámara Federal porteña consideró probadas la entrega de dádivas y el pago de viajes por parte de Claudio Cirigliano hacia Ricardo Jaime, predecesor de Juan Pablo Schiavi en la secretaría nacional de Transporte.

La diversificación de negocios para los amigos que propone el kirchnerismo también vale para los Cirigliano, quienes obtuvieron el contrato por la fabricación de 1 millón doscientos mil conversores digitales por la friolera de 160 millones de pesos.

Hoy, los Cirigliano reciben subsidios y organizan sus negocios de la mano de Juan Pablo Schiavi, antiguo jefe de campaña de Mauricio Macri devenido en kirchnerista. Hombre que ascendió a la Secretaría de Transporte de la Nación luego de la caída del íntimo asesor de los Kirchner Ricardo Jaime. Quien se encontraba en una reunión con empresarios ferroviarios, ejecutivos de las empresas tercerizadoras del ferrocarril y José Pedraza y Juan Carlos “El Gallego” Fernández mientras Mariano Ferreyra era asesinado en una calle del barrio de Barracas. El mismo hombre que el día de la masacre de Once brindó una conferencia de prensa en la que no aceptó preguntas y que planteó que si el hecho hubiera ocurrido durante el feriado celebrado el día anterior, “hubiera sido una cosa mucho menor”.

P. trabaja en la línea Sarmiento en el área de Sistema y Mantenimiento. “Existen unas condiciones mínimas establecidas para que un tren salga –asegura a plazademayo.com-. Pero no se cumplen. Los compresores pueden estar andando mal, lo que provoca que se cierre el freno. Sin embargo, en una formación de ocho vagones, si hay cuatro que anden el motorman lo saca. Esto sucede por el rol de los supervisores y la orden de la empresa que dice: ‘los trenes tienen que salir sí o sí’. Es una política de hace muchos años, alentada por el gobierno, que dice que los trenes deben salir porque si no hay riesgos de que se rompa la paz social. Los trenes tienen que andar, no hay que tener el servicio parado, sea como sea. Por eso trabajamos aunque El mantenimiento de las vías o de las señales no funcione. No hay formaciones de repuesto por si un tren se cancela y por eso se juega siempre en el límite. Lo que pasó ayer estaba anunciado. Los sistemas de frenos andan de forma defectuosa, pero la pericia de los motorman hace que sepan cómo manejarlos, los hacen frenar con otros métodos en la estación. Empiezan a tirar el freno desde antes. Lo más normal es que, como consecuencia de este mal andar de los frenos, te quede un vagón afuera del andén. Eso pasa porque se empieza a frenar mil metros antes empiezan a frenar. Pero en una estación un vagón te queda afuera. 

Tal vez ayer no funcionó, y era una cabecera, no había margen para que quede nada afuera. Esos siete metros que se incrustó el tren son los que marcan que el vagón hubiera quedado afuera del andén. Acá se dieron de lleno contra la cabecera. No sólo trabajamos así como consecuencia de la presión directa que sufrimos por parte de la empresa, sino porque nos han llevado a la naturalización de esta forma de trabajo, por esa decisión de que los trenes tienen que moverse, por esa consigna. Ayer los compañeros que estaban en las estaciones de Caballito y Flores se movilizaron en sus autos o como fuera hasta Once para empezar a ayudar con el rescate antes de que llegaran los bomberos. Los compañeros salieron a sacar cuerpos, pilas de cuerpos horizontales, gente muerta, todos los de evasión de Caballito y Flores fueron de raje en auto, fueron de una a tirarse a sacar gente, algunos de los que rescataban se murieron en las camillas. Estaban mal los compañeros. Todos estábamos muy mal”.

¿Cómo se trajina hospitales en busca de un ser querido que tomó el tren por la mañana en la estación Haedo o en la estación Paso del Rey o en la estación Ramos Mejía, temprano, para llegar a tiempo al lugar de trabajo, pero al que nunca llegó, y caminar entonces de hospital en hospital, con la foto carnet del hijo que fue al trabajo pero que no llegó, o la esposa embarazada de seis meses cuyo celular sigue sonando en el vagón chocado en Plaza Miserere cada diez o veinte minutos de llamadas y llamadas insistentes o con la foto de la hija, impresa en blanco y negro, flaquita, de pelo largo, morocha, que iba a trabajar, a prestar servicios, a vivir su vida como la vivía todos los días pero que no llegó? ¿Cómo se decide dejar de buscar en hospitales para, entonces, dirigirse a la morgue y, entonces, reconocer si ese cadáver es el del ser querido que toda la noche se buscó?

Cincuenta muertos y setecientos cinco heridos de la clase trabajadora como consecuencia de la desidia del Estado, de los negocios de los empresarios, de la política kirchnerista de reconstrucción de una burguesía nacional que se prueba una y otra vez criminal. Una masacre que aguarda la clarificación de estas responsabilidades, y que vayan presos los responsables.

© Escrito por Diego Rojas y publicado en: http://www.plazademayo.com/2012/02/asesinato-colectivo-2/ el jueves 23 de Febrero de 2012.

martes, 21 de febrero de 2012

Proyecto X... Conmoción en el poder... De Alguna Manera...

Conmoción en el poder...

Cantor y "Guitarrero". Amado Boudou. Dibujo: Pablo Temes

El impacto del escándalo por el espionaje de Gendarmería. Las sospechas sobre Boudou. Y el eterno doble discurso oficial.

El Proyecto X ha producido conmoción. Y esa conmoción abarca también sectores del Gobierno y a las organizaciones sociales que lo apoyan. Es que en la base de ese accionar reconocido por el titular de la Gendarmería, comandante Héctor Schenone, está la criminalización de la protesta social, algo que socava una de las columnas de sustentación del discurso del kirchnerismo.

Está claro que los hechos que en principio se han denunciado hasta aquí son anteriores a la creación del Ministerio de Seguridad y a la asunción al frente de esa cartera de Nilda Garré. Los testimonios y la causa judicial se refieren al episodio de las protestas por los despidos de trabajadores de la empresa Kraft, allá por 2009. En ese tiempo las fuerzas de seguridad estaban bajo la órbita del entonces jefe de Gabinete, Aníbal Fernández. No es casual que el hoy senador haya salido de inmediato a intentar desacreditar la grave denuncia. A sus palabras las desmiente la presentación de Schenone. De algunos párrafos de esa presentación se desprende la existencia de esas tareas de inteligencia.

Hay un dato fundamental que debe ser subrayado: las fuerzas de seguridad están habilitadas a hacer inteligencia sobre organizaciones delictivas a los efectos de prevenir y/o de evitar un delito. Lo que no pueden ni deben hacer es inteligencia sobre organizaciones políticas o sociales. Decíamos que esto viene desde antes de Garré. Pero bajo su gestión ha continuado. ¿Pudo a alguien como la ministra, que hace de la obsesión en el control un dogma, habérsele pasado un proyecto así?

¿Qué hubiera dicho la Presidenta si un proyecto de este tipo lo hubiera pergeñado Mauricio Macri? 

¿Habría respondido con el silencio como ha hecho hasta ahora?

Todo esto ha complicado las horas presentes de la ministra de Seguridad. Es cierto que sus horas vienen complicadas desde hace unos días. La represión contra los manifestantes que reclamaban un reconocimiento por haber sido movilizados durante la Guerra de las Malvinas no la dejó bien parada. La ministra acusó a los que protestaban de extorsionadores e intentó excusarse de responsabilidad alguna por el accionar policial, explicando que sus efectivos habían actuado así como consecuencia de una orden emanada de un juez. Ante esta argumentación, vale recordar que en otras ocasiones –toma del Parque Indoamericano, ocupación del club Albariño e intrusión de las viviendas destinadas a los habitantes de Villa Riachuelo– en las que también existieron órdenes judiciales la ministra se arrogó para sí la potestad de impedir el accionar de la policía, en una clara actitud de desobediencia.

El análisis de la causa es fundamental para tener una noción exacta de la dimensión de este Proyecto X. De la lectura del expediente surge que el juez se valió de los datos obtenidos por la Gendarmería para procesar a varios de los incriminados. Cortar una calle o una ruta es un delito que, cuando está promovido por sectores que no son afines al Gobierno, es castigado por los jueces pero que, cuando es protagonizado por quienes son cercanos al oficialismo, queda impune. De los testimonios de los efectivos de la Gendarmería vale como muestra el siguiente, perteneciente a la oficial Elisabeth Calisaya, quien dijo que “pudo observar que había tres personas, claramente identificables, que evidenciaban ser los cabecillas, dando indicaciones a los manifestantes y siendo entrevistados por medios periodísticos que allí se manifestaban. Por tal motivo, encontrándose la dicente de civil, se entremezcló con la multitud, de manera encubierta, y comenzó a recabar los datos de las personas en cuestión, preguntando entre las personas que se manifestaban el nombre de los cabecillas, obteniendo los datos de los imputados Gentile, Norniella y Coria”.

El tema no termina aquí. A esta altura es imprescindible saber cuál es la vastedad y la implementación de este Proyecto X. Está claro, además, que será la decisión política la que pueda determinar esa amplitud, ya que hasta aquí los jueces han convalidado el accionar de la Gendarmería. Si se tiene en cuenta que el juez que está a cargo de la causa penal a que dio pie el Proyecto X es Norberto Oyarbide, se entenderá que la probabilidad de una investigación seria es prácticamente nula.

Hay otra realidad que complica al Gobierno: es el escándalo que involucra a Amado Boudou con las operaciones de la ex Ciccone Calcográfica. Por algún sino desconocido del destino, es evidente que el kirchnerismo no tiene suerte con los vicepresidentes: Néstor Kirchner y la entonces senadora Cristina Fernández de Kirchner nunca digirieron a Daniel Scioli cuando ocupó ese cargo (ahora tampoco); con Julio Cobos las cosas no estuvieron bien ni antes ni después de su voto, que pulverizó la Resolución 125; y ahora con Boudou este hecho de corrupción que lo involucra y que en el Gobierno no saben cómo manejar. La contundencia de las evidencias que lo complican están comenzando a incomodar en forma creciente a varios funcionarios. “El silencio de Amado es algo tremendo porque significa que no hay respuesta capaz de demostrar que todo lo que se está diciendo es mentira”, reconoció con muchísimo temor de ser identificada una fuente con despacho en la Casa Rosada. Un hecho que era vox populi en la City porteña en la semana que pasó fue la participación de Jorge Brito, el banquero del poder que ahora parece haber caído en desgracia, a quien se menciona como el aportante de los fondos destinados a levantar la quiebra de Ciccone. Esa decisión de Brito dio origen a lo que se conoció como el “divorcio del año”, ya que Eduardo Ceballos, su socio, se negó a avalar esa operación.

Que el kirchnerismo, con la impronta de su cruzada contra los estandartes del menemismo que se enseñorearon en los 90, se vea ante semejante escándalo que involucra nada menos que al vicepresidente con la saga de una empresa como Ciccone, emblemática de la corrupción de aquellos años, ligada a Alfredo Yabrán e involucrada en los orígenes del escandaloso caso de los DNI, no hace más que confirmar las contradicciones permanentes del kirchnerismo puro que constituyen, al fin y al cabo, su mismísima esencia. En Alemania acaba de renunciar el presidente Christian Wulff, acusado de tráfico de influencias por haber recibido de parte de un empresario amigo un préstamo de 500 mil euros destinado a comprarle una casa a su segunda mujer. Ante la difusión de semejante hecho, la indignación de la opinión pública forzó la renuncia de Wulff. Igualito que acá.

Producción periodística: Guido Baistrocchi.

© Escrito por Nelson Castro y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 18 de Febrero de 2012.

lunes, 20 de febrero de 2012

Lydia Lamaison... De Alguna manera...

Lydia Lamaison...
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Lydia Lamaison.

La reconocida actriz de telenovelas como Celeste siempre Celeste y Muñeca Brava falleció esta mañana luego de permanecer internada en la Fundación Hemocentro de Buenos Aires, tras ser operada por una obstrucción intestinal. La familia comunicó que no se realizará velorio y solicitaron a sus admiradores que "en lugar de enviar alguna ofrenda floral, envíen una donación a la Casa del Teatro, que era su pasión".

Lamaison, quien nació el 5 de agosto de 1914 en la ciudad de Mendoza, durante su larga trayectoria en el mundo del espectáculo, participó de 25 películas, como La hora de las sorpresas, Fin de fiesta, Un guapo del 900. La caída, fue otra de ellas, convocada por el director Leopoldo Torre Nilsson, donde compartió elenco con Elsa Daniel y Lautaro Murúa, por la que ganó un premio a la mejor actriz de reparto.

La actriz inició su carrera en el teatro en la compañía de Blanca Podestá y en 1939 trabajó en su primera película, Alas de mi patria, de Carlos Borcosque, y en 1940 fue elegida revelación Femenina por su labor en Madame Curie.

Por sus labores en Fin de fiesta y Un guapo del 900 ganó un premio a la mejor actriz y uno a la mejor actriz de reparto por su labor en Voy a hablar de la esperanza.

En 2003, escribió Qué es el erotismo, un espectáculo unipersonal que ella misma ofreció y a mediados de 2004 se estrenó en el Teatro Regina El libro de Rut, donde ella fue quien le dio vida al principal personaje de la obra.

Lamaison ha recibido varios reconocimientos y premios por su trayectoria, ya que fue nombrada "Ciudadana Ilustre de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires" en 1997, y en diciembre de 2005 Daniel Scioli, entonces vicepresidente, le brindó un homenaje en el Salón Azul de la Cámara de Senadores.

En 2001 recibió el premio de Platino de la Fundación Konex a la actriz de Televisión y, simultáneamente, el diploma al Mérito en la misma categoría. Por su parte, en 1999 fue declarada formalmente como una de las "Notables Argentinas", y recibió premios como Santa Clara de Asís, ACE, María Guerrero, Estrella de Mar y Florencio Sánchez.

© Publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el lunes 20 de Febrero de 2012.

Revista El Porteño Nº 1... De Alguna Manera...

Revista El Porteño Nº 1...


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