La vida es un tablero de ajedrez en donde los cuadros blancos son los días y los cuadros negros son las noches... Nosotros, somos las piezas que vamos de aquí para allá para caer al final en el cuadro de la nada... De Alguna Manera... Una Alternativa…
Un nuevo Papa sorprende al mundo. El estadounidense Robert Prevost se convirtió
en el 267° Sumo Pontífice de la Iglesia Católica. Fue elegido en un Cónclave
rodeado de conjeturas e intrigas políticas con arduas negociaciones y otro
mensaje para Latinoamérica; porque Prevost vivió y realizó la mayor parte de su
tarea pastoral en Perú más allá de cualquier interpretación tirada de los pelos
que implique un guiño hacia el país del Norte.
El recién elegido papa León XIV ofreció su primer mensaje en el que dedicó unas
palabras en español a Chiclayo, su querida diócesis. Había obtenido la
nacionalidad peruana en 2015 y ese mismo año, el papa Francisco –a quien
mencionó en su discurso recordando su voz “siempre valiente”– lo nombró obispo
de esa ciudad que rápidamente lo adoptó como uno de los suyos. Su cercanía con
Francisco es palpable, no sólo por su vínculo formal sino por una relación más
cercana que supieron cultivar en Roma; ambos se reunían al menos una vez por
semana e intercambiaban largas charlas pastorales. Es una señal de continuidad
que haya sido elegido para un nuevo papado como jefe de la Iglesia.
Invito al lector a sumergirse en la trastienda de un Cónclave tan esperado como
apasionante. Lo primero que hay que decir es que la fumata blanca se hizo visible
luego de cuatro rondas de votación de los 133 cardenales en el Vaticano. Esto
implica cierta celeridad y consenso que resulta vital para contrarrestar la
imagen de una Iglesia dividida que hubiera significado un proceso más duradero.
Tras el fallecimiento de Francisco, todas las especulaciones estaban puestas en
la profundización de la grieta entre el ala dura y el grupo más progresista de
los cardenales. Esto quedó desarticulado prácticamente desde el principio y una
ayuda providencial me ayudó a dar con los primeros indicios de este desenlace.
Veamos.
Era la
una de la mañana del jueves 8 cuando me encontraba terminando mis tareas luego
de salir al aire para Telenoche desde Roma. Una persona con atuendo religioso
se acercó y me invitó a caminar diciendo que tenía algo para compartir conmigo:
“Parolin va adelante con cuarenta votos y, en esta noche, habrá negociaciones
intensas”. La fuente se refería al italiano Pietro Parolin, actual secretario
de Estado que varias fuentes citaban como favorito de la Curia romana en
abierta competencia con el cardenal filipino Luis Antonio Tagle. Sonaba el
canto de las gaviotas mientras caminábamos por la Via della Conciliazione –que
es la avenida que conduce a la Basílica de San Pedro– cuando sobrevino una
segunda revelación: “El decano del Colegio Cardenalicio, Giovanni Battista Re,
omitió mencionar a Francisco en su homilía en la misa “Pro eligiendo Pontifice”
considerada la antesala del Cónclave. No es casual. Definitivamente esto cayó
muy mal entre los presentes” –sentenció. Efectivamente los cardenales que
tienen simpatía por Francisco dentro del Colegio Cardenalicio son más que sus
detractores. “Los conservadores apenas llegan a treinta y no tienen
posibilidades de elegir ningún candidato –por ende– olvídese de Péter Erdó”
–agregó en referencia al húngaro de doctrina dura y tradicional con fuerte aval
europeo.
El
segundo día amaneció radiante. A las 10 de la mañana la misma fuente
proporcionó nuevos vaticinios que posteriormente se cumplieron a rajatabla:
—“Si
esta mañana no hay Papa, habrá que descartar a Monseñor Parolin y comenzar a
ponerle atención a otro cardenal que empieza con P. . ..”
—¡Prevost!
–atiné a decir.
—No
olvide ese nombre –replicó– y dijo con voz firme: “El Cónclave termina hoy”.
Efectivamente,
el humo negro del mediodía terminó con las chances de Parolin y amplió la
expectativa a medida que avanzaba la tarde. Otras fuentes confirmaron a
cuentagotas lo relatado por mi nuevo interlocutor que, a esas alturas, ya era
para mí un enviado divino. Imagínense mi felicidad cuando escuché el nombre de
Robert Prevost luego de la fumata blanca. Una mezcla de sorpresa y satisfacción
que quedará en mi memoria para siempre.
Pasaron
muchas cosas durante el Cónclave. Hubo un gran lobby a favor de Parolín de
parte de la prensa y del gobierno italiano. No solo de ellos. Grandes actores
políticos de Europa jugaron el mismo partido. La mayoría de los cardenales
detectó esta movida y coincidió con que no era el hombre adecuado por su falta
de contacto con la gente y su falta de experiencia pastoral y parroquial. Así
se elevó el nombre de Prevost, no por su origen estadounidense sino por su
perfil y condición de misionero en Perú y su trabajo en favor de los pobres.
Cada sector del establishment dibujará la interpretación que más le convenga;
lo cierto es que –más pronto que tarde– aparecerán señales inequívocas que
habrá que saber mirar y escuchar.
La
juventud volvió a decir presente en la Plaza de San Pedro. Los fieles le dieron
la bienvenida a su nuevo guía. Así las cosas, una nueva página ha comenzado a
escribirse en la historia de la Iglesia Católica. Una etapa que ilusiona y que
podría completar el legado del querido papa Francisco. Que así sea.
No hay un momento de sosiego. El carácter explosivo de Javier Milei
–recuérdese lo señalado en esta columna hace dos semanas sobre los rasgos de su
personalidad compatibles con el llamado trastorno explosivo intermitente– no
cesa. “La tienen adentro”, fue la expresión que utilizó el Presidente para
referirse a sus críticos durante su discurso ante hombres y mujeres de negocios
en la edición 2025 de la exposición de Economía, Finanzas e Inversiones. La
riña es con todos, incluidos los propios. En esa cercanía se ubican los embates
contra Mauricio Macri, quien, con gesto de hartazgo, le salió a contestar con
un torpedo: “No subieron un solo lugar en el ranking de transparencia”, dijo en
tono fulmíneo.
Es claro que, los que en la cena de la Fundación Libertad, en la que
coincidieron el expresidente y Santiago Caputo, se ilusionaron con la idea de
que el tiempo de la beligerancia entre ellos había terminado, se equivocaron.
La posibilidad de que el expresidente sea invitado nuevamente a la quinta de
OIivos a comer milanesas con puré parece cada vez más lejana. Lo cierto es que,
como consecuencia de las peleas entre Milei con Macri y las de este con Horacio
Rodríguez Larreta, las encuestas están pronosticando un posible triunfo de
Leandro Santoro en la elección de legisladores porteños. No parece que el
Presidente haya hecho una apreciación correcta del impacto político negativo que
esto tendría para su gobierno en medio de un ajuste que no cesa. “Ya sabíamos
que lo de la Ciudad era inviable. Karina siempre quiso marcarle la cancha al
PRO en su territorio, y el eslabón suelto de Larreta terminó apuntalando esa
estrategia más allá de los resultados. El objetivo es mayor”, dijo una fuente
de LLA que recorre la Legislatura porteña. Entre los empresarios la paciencia
también está llegando a su límite, al menos en lo referente a la estrategia
política del Gobierno: “No te podés dormir en los laureles de la estabilidad
con un dólar que no le sirve a casi nadie. La reactivación debe ir mucho más
allá de lo que se está viendo. Ya hemos tenido gobiernos encerrados en sí
mismos y siempre se hace cuesta arriba”, se quejó un hombre de negocios.
"La tienen
adentro", lanzó Milei a sus críticos ante un auditorio de hombres y
mujeres de negocios.
La estabilidad del precio del dólar –con el valor del blue por debajo
del oficial–, un requisito fundamental para estabilizar la economía, ha
transformado a la Argentina en un país caro –y en algunos rubros, muy caro– en
dólares, algo negativo para el desarrollo económico. Se asiste así a la
repetición de un fenómeno pendular que refleja los problemas estructurales de
la economía vernácula que ningún gobierno, sea de la ideología que fuere, ha
podido solucionar hasta aquí. Y, si esto no ocurre, asistiremos, una vez más, a
la reiteración del pasado.
Consciente de esta situación, Luis Caputo salió el miércoles pasado a
advertir a las automotrices que si rompían la confianza y aumentaban los
precios de los autos cero kilómetro, el Gobierno usaría todas las herramientas
disponibles para asegurar la defensa de los consumidores. La amenaza dio sus
resultados. Solo dos automotrices cruzaron tímidamente esa línea. ¿Un émulo de
Guillermo Moreno? ¿No era que el Estado no sirve para nada? Otra vez la
Argentina pendular. La realidad no pasa ni por el Estado omnipresente con aires
chavistas que pergeñó el kirchnerismo ni por su destrucción total. El Estado
tiene un rol, y cuando lo cumple adecuadamente, la sociedad se beneficia. Un
dato más: por primera vez desde 2008, Aerolíneas Argentinas dejará de pedir
subsidios. Es decir que, bien administrada, la compañía estatal puede funcionar
y ser rentable o, al menos, no convertirse en un agujero negro donde se
dilapidan millones. Los principales factores que pusieron en riesgo la
viabilidad de Aerolíneas fueron el kirchnerismo y el grupo de dirigentes
sindicales que, durante muchos años, se apropiaron de la empresa y la llevaron
a un virtual estado de quiebra. La aerolínea de bandera fue un refugio para
militantes de La Cámpora y un sostén de privilegios para lo peor de la
diligencia tanto política como gremial.
El jefe de Gabinete
tuvo que salir a aclarar hasta dónde llega la autoridad del asesor Santiago
Caputo.
El Gobierno no se equivocó en ese aspecto de la batalla cultural, pero,
sin dudas, erró el tiro en tantos otros. No se puede generar enemigos
sistemáticamente de forma tal que ni siquiera se suban peldaños en la cohesión
interna. Salvo en un selecto grupo de hombres ligados al Ministerio de
Economía, hay –en todas las áreas de gobierno– una parálisis provocada por el
temor a las cuitas y rencillas internas. “He tenido que generar reuniones fuera
de mi oficina para no despertar suspicacias en otros sectores del poder. Una
forma muy incómoda y contraproducente de trabajar. Desde las decisiones
importantes hasta las más triviales, todo debe pensarse tres o cuatro veces por
temor al qué dirán”, reconoció un funcionario todavía sorprendido. Los
apuntados son siempre los mismos: Santiago Caputo y Karina Milei. El propio
jefe de Gabinete, Guillermo Francos, tuvo que salir a aclarar hasta dónde
llegaba la autoridad del asesor estrella, respecto de su propia persona.
En la misma línea, los ataques constantes a la prensa no hacen más que
recordar a lo peor del kirchnerismo. Alguien debería señalarle al Presidente
que la ciudadanía votó otra cosa.
Mientras tanto, la pobre dinámica política actual continúa dándole un
respiro al oficialismo. La única razón por la cual aún no se ha cerrado un
acuerdo con la oposición dialoguista –en especial con el PRO– en la provincia
de Buenos Aires es la división interna del peronismo, el kirchnerismo y La
Cámpora que tiene su máxima expresión en la pelea entre Axel Kicillof y CFK.
Llegó la hora del destete y ambos ya se encuentran haciendo campaña por separado.
El propio Milei debería tomar cartas en el asunto y dejar de dar ventajas en un
territorio mayormente hostil y difícil de domar con motosierra, como el
conurbano profundo. La cuenta regresiva ha comenzado.
Ni aún en los momentos
de logros indiscutibles hay paz en los espíritus y en las mentes de los que constituyen
el Triángulo de Hierro instalado en la cúpula del poder. Por si algún distraído
no lo supiera, estamos hablando de Javier Milei, de su hermana Karina y de
Santiago Caputo. No importa cuál sea el hecho y la circunstancia, todo es
bienvenido para generar disputas tanto con los adversarios como así también
entre los mismos integrantes del oficialismo.
Dominado por la euforia causada por
la decisión del Fondo Monetario Internacional de concretar el préstamo de 20
mil millones de dólares que le permitió al Gobierno dar comienzo al proceso de
progresivo levantamiento del cepo, y por una incontenible verborragia, el
Presidente se dedicó en sus apariciones mediáticas del lunes pasado –una
entrevista con Luis Majul y otra muy extensa con Alejandro Fantino– a
descalificar y a agredir a políticos, economistas y algunos de los periodistas
que osaron discrepar y/o criticar aspectos de la gestión. Esto –que ya no
sorprende– se ha transformado lamentablemente en parte de un folklore que deja
al descubierto –una vez más– un aspecto patológico de su personalidad que, con
sus expresiones agresivas y sus reacciones de furia, exhibe rasgos que bien
podrían ser compatibles con algunas de las manifestaciones de conductas que
corresponden a lo que se conoce como trastorno explosivo intermitente.
El presidente se dedicó
esta semana a agredir periodistas y economistas, sus blancos predilectos.
Las consecuencias políticas negativas de esta conducta disruptiva ya
tuvieron una primera evidencia en la elección a constituyentes del último
domingo en la provincia de Santa Fe. Hubo no sólo una ausencia absoluta de
voluntad para acordar con el gobernador Maximiliano Pullaro y con el PRO, sino
también entre Karina Milei y Santiago Caputo para consensuar candidaturas.
Conclusión: el Gobierno, que pudo haber sido parte de una coalición victoriosa,
debió morder el polvo de la derrota. De cara al futuro, lo mismo podría estar
ocurriendo en la Ciudad de Buenos Aires, en donde la falta de acuerdos entre La
Libertad Avanza y el PRO le está abriendo el camino a una posible victoria al
candidato del kirchnerismo, el radical K Leandro Santoro. Algo impensado hace
no mucho tiempo atrás. Lo mismo sucederá en la provincia de Buenos Aires, si no
se alcanzan los acuerdos entre el oficialismo y el PRO. Por si alguien no lo
recuerda, eso ya pasó en 2023 cuando Néstor Grindetti y Carolina Píparo se
negaron a unir fuerzas en pos de obtener una victoria que era segura,
regalándole así la elección a Axel Kicillof. No aprenden.
Lo increíble de todo esto es que Milei no se dé cuenta de lo ilógico que
es conducir a sus candidatos a una derrota y de lo nocivo que eso sería para el
futuro de su gobierno. En efecto, un fracaso electoral en la Capital Federal y
en la provincia de Buenos Aires a manos del kirchnerismo afectaría severamente
la fortaleza política del oficialismo. Le impediría, además, sumar legisladores
en ambas Cámaras del Congreso, algo que necesita imperiosamente para revertir
su situación de extrema debilidad que, de prolongarse, lo alejaría de cualquier
posibilidad de obtener las leyes que necesita para continuar con las medidas
que precisa implementar a fin de seguir adelante con su programa de gobierno.
“Todos los logros obtenidos hasta aquí, han sido bajo esta misma mecánica de
manejo del poder. Mal no nos ha ido” –retrucó una alta fuente de La Libertad
Avanza. Lo que no debería olvidar el oficialismo es que, con o sin acuerdos
rubricados de manera formal, el PRO de Mauricio Macri los apuntaló en distintas
oportunidades. La paciencia tiene un límite y nadie puede prever si la
oposición dialoguista seguirá acompañando de la misma manera. Por las dudas,
los libertarios mantienen en alto su plan de seducción para pintar de violeta a
todo el que se le cruce.
El PRO de Mauricio
Macri apuntaló el déficit político libertario: la paciencia tiene un límite.
A pesar de sus conductas dañinas para la construcción política, el Gobierno es
pragmático. La primera semana de apertura del cepo cambiario trajo los
resultados que el Presidente y su equipo económico esperaban. El régimen
cambiario anunciado con una flotación entre bandas de mil pesos y $ 1.400 no ha
tenido sobresaltos. El lunes, primera prueba sin cepo para los ahorristas, el
dólar oficial subió 12% y cerró en $ 1.230. El martes se mantuvo alrededor de ese
valor para luego cerrar el miércoles a la baja a $ 1.160. Es decir, bastante
más cerca de la banda inferior. Los supermercadistas –grandes cadenas,
mayoristas, pero también pequeños almacenes– hicieron sonar las alarmas al
recibir listas de precios que contenían aumentos desmedidos, incluso antes de
que hubieran trascendido los valores reales de la divisa norteamericana.
Avisaron que no estaban dispuestos a convalidar las subas de precios impulsadas
por las empresas alimenticias.
Discretamente, desde la Secretaría de Comercio habían operado para
lograr la ayuda de los hombres vinculados al retail. Incluso el propio Luis
Caputo salió a celebrar la medida en la red social X. Las empresas apuntadas
fueron Molinos y Unilever. La presión surtió efecto y volvieron sobre sus
pasos. El Gobierno se plantó e hizo valer su poder de control con éxito. El
Presidente y sus funcionarios deberían darse cuenta que la intervención del
Estado de forma adecuada y sin abuso de poder no es algo de lo que deban
arrepentirse. Una cosa es el Estado bobo, cuna de militantes y fuente de
corrupción de los tiempos del kirchnerismo. Inaceptable; otra muy distinta es
condenar al Estado de antemano haciéndolo responsable de todos los males del
país.
El equipo económico ha dado una muestra de carácter. Ahora, es necesario
que el Triángulo de Hierro pueda calibrar sus arranques de furia y de euforia
para reaccionar en su justa medida a los desafíos que demanda el ejercicio del
poder.
Fue un viernes febril, de esos a los que la Argentina parece estar
destinada a vivir con una periodicidad demasiado frecuente. Se aunaron dos
anuncios significativos: a las 4 de la tarde, el del índice de inflación y, una
hora después, el del desembolso del Fondo Monetario Internacional junto al
comienzo del levantamiento del cepo.
Para este último, hubo una puesta en escena prolijamente diseñada.
Primero la comunicación de la noticia y la posterior larga conferencia de
prensa del ministro de Economía, Luis Caputo, y del presidente del Banco
Central, Santiago Bausilli; después, la foto de familia en la Casa Rosada, y
finalmente, la del discurso de Javier Milei por la cadena nacional de radio y
televisión.
El Gobierno necesitaba –sí o sí– concretar este acuerdo con el FMI lo
antes posible. La incertidumbre causada por la demora en su concreción le vino
significando al Banco Central una hemorragia de dólares que no paraba. Salvo
una o dos jornadas, en los últimos quince días, tuvo que salir a vender, con lo
que las reservas de la entidad cayeron por debajo de los 25 mil millones de
dólares. La escasez de billetes de la divisa estadounidense se venía agravando
por la poca liquidación de los exportadores en estos meses, que son claves. Era
un secreto a voces que un levantamiento del cepo iba a generar automáticamente
un fenómeno de inestabilidad que, consecuentemente, podría llevar a una posible
devaluación. Esa incógnita se va a comenzar a develar no bien se abran los
mercados en la mañana del lunes. Pero, bajo las condiciones actuales de la
llamada fase 3 del plan económico del Gobierno, con una flotación sucia
controlada por el BCRA, es poco probable que suceda. Lo que es concreto es que
ya no existirá más el dólar blue sino que el valor de la divisa dependerá de lo
que fije el juego entre la oferta y la demanda, es decir, el mercado.
En este punto es importante señalar que el levantamiento del cepo es
parcial. No hay dólares para todos, en especial, para las empresas. Por lo
tanto, quienes podrán operar con total libertad serán las personas humanas, es
decir, cada uno de nosotros. Eso es claramente un limitante que asegura que no
habrá una avalancha de compradores de grandes sumas de dólares. Por otra parte,
la gran mayoría de la sociedad llega con lo justo a fin de mes y lejos está de
pensar en variables de ahorro; más bien está preocupada por su subsistencia. El
aumento en la inflación de marzo, empujada por la suba del precio de los
alimentos, es una muestra de ello. El otro aspecto que habrá que tener en cuenta
es el impacto que la medida tendrá en las importaciones.
El Gobierno
necesitaba cerrar el acuerdo por la hemorragia de dólares del BCRA
Es menester subrayar la importancia de dos factores que se combinaron
para acelerar la concreción de este acuerdo del cual tanto dependía el
oficialismo: el primero es la magnitud del ajuste con el consecuente superávit
fiscal; el segundo es la estrecha relación entre Javier Milei y Donald Trump.
Eso se verá reflejado mañana durante el encuentro que mantendrá el secretario
del Tesoro –equivalente al ministro de Economía– de los Estados Unidos, Scott
Bessent, tanto con el Presidente como con Caputo.
En medio de tanta euforia en el Gobierno –en verdad hay que señalar que
recibir un préstamo del FMI no es algo para festejar– es importante hacer dos
observaciones: la primera, que, más tarde o más temprano, el préstamo habrá que
devolverlo; la segunda, que el FMI puso tres condiciones que deberán
implementarse a lo largo de lapsos futuros: la reforma previsional, del sistema
de coparticipación y del sistema tributario, metas para las que el oficialismo
va a necesitar acuerdos políticos que hoy no se ven en el horizonte.
Volviendo a lo inmediato, hay en el fondo –como siempre– un tema de
confianza. El anuncio del Gobierno parece acertado y lanzado justo a tiempo.
Sin embargo, el éxito de esta tercera fase, que comenzará concretamente el
lunes, dependerá de la reacción y del acompañamiento de los distintos actores
de la economía.
El campo había anticipado que aumentaría el ritmo de liquidación de la
cosecha entrado el mes de abril. Fuentes del sector señalaron que “habrá una
lógica prudencia al principio pero el aporte de divisas llegará más temprano
que tarde” y aseguraron que “el Gobierno está dando pasos en la dirección
correcta”.
El empresariado en general y el sector industrial en particular deberían
meditar sus próximos pasos pensando en el bienestar general. Son el eslabón
fundamental para darle sustento real a la actividad económica. La historia ha
dado muestras suficientes de su mezquindad. En años de la Alianza le soltaron
la mano a Ricardo López Murphy cuando les planteó la posibilidad de tener que
salir a competir abiertamente y esbozó sus planes de ajuste, infinitamente
menores a los que está llevando a cabo el gobierno nacional. Algunos fueron
cómplices con su silencio en los años del despilfarro kirchnerista y
posteriormente abandonaron a su suerte a Mauricio Macri a pesar de ser
considerado “uno de los suyos”. Al ingeniero le dieron de beber de su propia
medicina. “Acompañaremos en la medida de lo posible pero nos preocupan los
desplantes grandilocuentes y la falta de equipos. Salvo la cúpula de Economía y
del Banco Central, no hay en el Gobierno cuadros formados en gestión y eso se
nota”, resumió un empresario del sector alimentario.
Del otro lado de la ecuación, la dirigencia gremial sigue demostrando no
estar a la altura de las demandas sociales. Priman en la cúpula de la
desprestigiada CGT las internas y los intereses partidarios. La tenue
movilización y el paro llevados a cabo los días miércoles y jueves fueron una
muestra cabal de su falta de liderazgo. La gente les dio la espalda y salió a
trabajar como lo hace cada día para ganarse el sustento. Nadie come vidrio y la
sociedad se ha hartado de seguirles el juego a los sindicalistas millonarios,
que solo quieren conservar sus privilegios. La distancia con el trabajador de a
pie y la crisis de legitimidad es total.
Cada uno de los sectores de la dirigencia política, gremial y
empresarial debería replantearse su rol en una argentina que ya no tolera la
falta de empatía.
Reportaje al Dr. Nelson Castro por Ernesto Tenembaun (Septiembre 2024)
Fue la crónica de una
estrepitosa derrota anunciada. No es la primera vez que algo así le sucede al
Gobierno. Ya había ocurrido en marzo de 2024 con el primer proyecto de “Bases y
puntos de partida para la libertad de los argentinos”. Evidentemente,
Javier Milei no aprendió la lección. Y, lo que es peor, no comprendió la
dimensión política de una derrota de la contundencia que sufrió el jueves
pasado cuando, por amplia mayoría, el Senado rechazó las postulaciones a
ministros de la Corte Suprema de Justicia del Dr. Ariel Lijo y del Dr. Manuel
García-Mansilla. Lijo se quedará, pues, en su cargo de juez federal de la
Nación a cargo del Juzgado Criminal y Correccional Federal Nº 4.
García-Mansilla, a quien el Gobierno le pide que continúe en el cargo y “no
se deje operar” (sic), hizo saber que va a consultar a los otros tres
ministros de la Corte sobre qué conducta adoptar respecto de su continuidad en
el cuerpo. Uno de ellos, el Dr. Ricardo Lorenzetti, ni lerdo ni perezoso ya le
hizo saber su opinión. Lo hizo en la entrevista que le concedió a Eduardo
Feinmann en su programa en radio Mitre.
Dijo allí que él no hubiera aceptado ser miembro del Alto Tribunal si hubiese
sido nombrado por decreto. A buen entendedor, pocas palabras. García-Mansilla
debería renunciar a su cargo de ministro de la Corte Suprema en comisión e irse
a su casa. Recuperaría así algo de la dignidad que perdió al aceptar ser
nombrado por medio de un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU), designación
que, según él mismo expresó ante la Comisión de Acuerdos del Senado, “no
hubiera aceptado”. Pero lo hizo.
Fue la primera vez
desde la recuperación de la democracia –en diciembre de 1983– que los pliegos
de los postulantes a miembros de la Corte propuestos por el Poder Ejecutivo son
rechazados. Los números de la votación en la Cámara alta fueron contundentes: el
pliego del juez Lijo obtuvo 27 votos a favor y 43 en contra, mientras que
al de García- Mansilla le fue aún peor: lo votaron solo veinte senadores y lo
rechazaron 51. Para ese rechazo concurrieron no solo la mayoría de los
senadores kirchneristas, sino también un puñado de legisladores del PRO y la
UCR. La política vernácula da para todo.
El Presidente ve
conspiraciones por todos lados y cree que estas derrotas lo fortalecen. Está
absolutamente equivocado. Es exactamente al revés. Todo el proceso de estas
nominaciones frustradas, que comenzó en abril de 2024, les ha hecho un daño
enorme tanto a él como a su gobierno. Es un daño autoinfligido y, por ende,
carente de lógica.
Lo que tampoco entendió
el Presidente es que la designación por decreto de Lijo y García-Mansilla abría
un cauce institucional peligrosísimo para el sistema republicano y para la
independencia del Poder Judicial. Imaginemos lo catastrófico que hubiera sido
que Cristina Fernández de Kirchner, en su apogeo en el poder,
hubiese apelado a esta metodología de nombrar a jueces en comisión para cubrir
no solo las vacantes en la Corte, sino también en el resto de los juzgados. La
respuesta es muy simple: hubiera habido una colonización de la Justicia con una
troupe de jueces militantes pertenecientes a ese engendro
kirchnerista llamado pomposamente Justicia Legítima que habrían convertido a la
Argentina en un espejo de la Venezuela chavista.
Desde ese punto de vista, el rechazo de los pliegos de García Masilla y Lijo
sienta un antecedente jurídico de una gran importancia para el futuro a fin de
que, en el caso de que a algún otro presidente se le ocurriera querer nombrar
jueces por decreto, se lo pueda impedir. Lo increíble es que esto haya sido
consecuencia del voto conjunto del PRO, la UCR y el kirchnerismo. Ver
al kirchnerismo preocupado en defender los valores republicanos constituye un
verdadero oxímoron político.
Tampoco Milei entendió
que la designación de los dos jueces por vía de un decreto minaba el concepto
de seguridad jurídica y encendía una alerta para los inversores, a los que el
Gobierno está queriendo atraer y de los cuales tiene creciente necesidad. Sin
esas inversiones, no hay éxito posible para este ni para cualquier gobierno
futuro.
La economía
sigue estando en el centro de la problemática del Gobierno y de la gente.
Las explosivas medidas arancelarias impuestas por Donald Trump han detonado la
economía mundial. La guerra comercial que
se ha abierto genera una incertidumbre de dimensiones mayúsculas y
de consecuencias imprevisibles. Muy probablemente el mundo entero se
encarecerá.
Para el gobierno
argentino, estas medidas son malas noticias: el riesgo país aumentó
casi 300 puntos en las últimas dos semanas y el dólar blue sigue su
marcha ascendente a pesar de las ventas del Banco Central. Esto aleja la
posibilidad de levantar el cepo.
Había la expectativa de
que el Presidente volviera de su viaje relámpago por los Estados Unidos con dos
logros: el primero, la foto con Trump; el segundo, la rebaja de aranceles a
diversos productos argentinos. No obtuvo ninguno de los dos. Martín Menem salió
rápidamente el viernes a desmentir el tema de la foto. Creer que una
foto entre los dos mandatarios por sí sola cambia algo es una fantasía.
Pero lo cierto es que el Gobierno buscó afanosamente ese cuadro. Veremos si con
el correr de los días, las gestiones por la reducción de aranceles dan sus
frutos o terminan siendo puro humo.
Otra ingenuidad se desprende de la creencia de que la simpatía personal que le
prodigó el hombre más poderoso del mundo –y que es cierta– le dará vía libre
para todo. Donald Trump enfrentará de ahora en más sus propios y mayúsculos
problemas y, si bien su voluntad de ayudar a la Argentina es palpable, también
es cierto que en el nuevo escenario mundial no tiene a nuestro país entre sus
prioridades.
En paralelo a lo que
pasa en los mercados, está lo que le pasa al bolsillo de los argentinos. Y lo
que le pasa es que los productos de la canasta básica siguen aumentando. A la
leche, la carne, los huevos, las verduras y las frutas, se les agrega ahora el
pan y la suba en el pago de los servicios. Así las cosas, la
posibilidad de que el índice de inflación perfore el piso del 2% mensual se
aleja.
Ante el escenario
local, varios economistas han advertido que América del Sur debe
prepararse para lidiar con los coletazos de las medidas del presidente de los
Estados Unidos. Lo han hecho en términos dramáticos: “De continuar por este
camino, el mundo y nuestra región sufrirán consecuencias similares al colapso
de la década del 30”. Más claro, agua.
domingo, 23 de marzo de 2025
El ruido y la furia...
Sanguijuela protocolis bullrichense. Dibujo: Pablo Temes
La moda de generar estrépito “garpa” a una clase política
que no se cansa de escandalizar, naturalizando la peor cara del Parlamento.
Semana de victorias políticas para el Gobierno. Las dos ocurrieron el miércoles
en una geografía reducida de no más de diez cuadras en el barrio del Congreso.
Una de ellas sucedió en el edificio legislativo, donde la Cámara de Diputados
aprobó el DNU que autoriza el acuerdo que el oficialismo busca con obsesión con
el Fondo Monetario Internacional. Sin ese acuerdo será imposible alcanzar la
cantidad suficiente de dólares que se requieren para levantar el cepo. La otra,
ocurrió con la manifestación que se movilizó en la zona de la Plaza y de la
Avenida de Mayo. No hubo nada de la violencia que se había visto una semana
atrás. La marcha de apoyo a los jubilados –de escuálida concurrencia y escasa
en adultos mayores– transcurrió en orden y sin violencia.
La sesión de la Cámara baja fue –lisa y llanamente– un
bochorno. No es la primera vez que lo que protagonizan los diputados es
escandaloso. Tampoco será la última. La moda ahora parece ser generar hechos
que produzcan estrépito, aunque carentes de sustancia política. En ese ranking
de penosa notoriedad, el miércoles pasado “sobresalieron” los cruces entre el
presidente de la Cámara, Martín Menem, con el jefe del bloque de Unión por la
Patria, Germán Martínez, el megáfono verde de la diputada Marcela Pagano, la
“finura” de la diputada Cecilia Moreau, exigiéndole al presidente de la Cámara
que “no la pelotudee” (sic), la súbita muestra de “amor” del diputado Lisandro
Almirón hacia el diputado Oscar Zago, con el que se había tomado a golpes de
puño hace una semana, y un largo etcétera de actitudes propias de un reñidero.
Es evidente que, los que vinieron a terminar con la casta, han terminado por
adoptar varias de sus formas.
Más allá de lo que pasó en el Congreso, la indefinición
acerca de cuándo se firmará el nuevo acuerdo con el Fondo Monetario
Internacional, de qué monto será el préstamo, de qué manera se desembolsará y
qué dirá la letra chica generaron en la semana una turbulencia que afectó
sensiblemente el mercado cambiario, hecho que obligó al Banco Central a
desprenderse de reservas. Desde el viernes 14 debió vender más de mil millones
de dólares. He ahí un problema, porque la falta de reservas es lo que está
impidiendo el levantamiento del cepo, algo que el Gobierno necesita implementar
lo antes posible. “El acuerdo se cerrará a mediados de abril”, dijo MiIei el
jueves pasado a la agencia Bloomberg. Sin embargo, los conocedores de los
procedimientos y los tiempos del FMI albergan muy serias dudas sobre la
factibilidad de concretar ese anuncio en fechas tan tempranas.
La inestabilidad cambiaria llevó al ministro de Economía,
Luis Caputo, a aparecer en el programa de Antonio Laje por A24. Fue una mala
decisión. ¿Habrá sido suya o de algunos de los “cráneos” que rodean al
Presidente? Lo cierto es que las imprecisiones de sus respuestas generaron más
incertidumbre que certezas. Eso fue lo que evidenciaron el aumento del dólar
blue y del riesgo-país. Cuando no hay nada para comunicar, es mejor no
exponerse. Sentido común, más allá de la necesidad imperiosa de ganar tiempo.
Los liderazgos pasados de moda de ambos
extremos del abismo están en crisis.
Un párrafo aparte merece la actitud mezquina de gran parte
de la oposición dura –con el kirchnerismo a la cabeza– que buscó truncar el
apoyo legislativo para el desembolso del Fondo. Permitirle a un gobierno, que
lleva poco más de un año hacerse de los fondos necesarios para terminar de
estabilizar la política económica, es lo menos que pueden hacer si
verdaderamente quieren colaborar con el futuro del pais. Más aún cuando se
trata de un gobierno que, en poco tiempo, está logrando revertir los descalabros
inflacionarios, financieros y fiscales que Sergio Massa, Cristina Fernández y
Alberto Fernández –en ese orden– le dejaron de herencia a todos los argentinos
en forma de tormenta perfecta. Se trata de una realidad objetiva que nadie
puede negar y aquí entramos en un nuevo problema que afecta a la dirigencia
política y a la sociedad toda: a casi nadie le importa la verdad y la promoción
de su prójimo. Cuando en el recinto del Congreso diputados y senadores elegidos
para desempeñar funciones legislativas se trenzan en peleas estériles de tinte
partidario para sacar rédito con acciones desmedidas de alto impacto mediático,
la verdad y el bienestar de la población pasan a un segundo plano. En un año
electoral esto parece ser moneda corriente aunque no debería. El problema de
este tipo de politiquería propia de una verdadera casta es que, ante la
incapacidad del ejercicio del respeto y el diálogo hacia un otro, la reflexión
y la verdadera construcción política en pos del progreso ciudadano se esfuman.
Hacia fines del año 2016 se había vuelto a poner de moda el término
“posverdad”. Tanto es así que un año después la Real Academia Española incluyó
el término en su diccionario: Distorsión deliberada de una realidad, que
manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en
actitudes sociales. Más claro, agua. La argentina ha vuelto a atrasar diez años
–en el mejor de los casos–. Para los que siguen jugando a la grieta es también
un llamado de atención.
Los liderazgos pasados de moda de ambos extremos del abismo
están en crisis. Teléfono para Mauricio Macri y Cristina Fernández de Kirchner,
ambos exponentes de un enfrentamiento estéril que no ha sabido dejar
descendencia política duradera. Javier Milei es perfectamente consciente de
este escenario y se entretiene jugando con el pasado, presa de la tentación de
acabar con CFK de un lado y jubilar a Mauricio Macri del otro. El PRO se
sostiene como puede en la Ciudad de Buenos Aires con un Jorge Macri carente de
liderazgo. Juntos por el Cambio no existe más y difícilmente pueda reeditarse.
Pero el Presidente Milei y su entorno deberían saber que nunca, jamás, por
ningún motivo, se puede decir lo mismo del peronismo.