“Argentina está metida en una gran apuesta de casino”
© Escrito por Javier Lewkowicz, Periodista y
Licenciado en Economía (UBA), el domingo 30/11/2025 y publicado por el Diario
Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.
Desde Kuala Lumpur
“Argentina está involucrada en una gran apuesta
de casino. Y no hay evidencia de que esa apuesta vaya a dar resultado. No hay
ningún episodio histórico que indique que una apuesta de este tipo tiene
probabilidades de salir bien, y mucho menos en la magnitud que se está
manejando. Así que si uno se guía por la
experiencia histórica, diría que esto va a terminar mal”.
De esta forma se refirió Joseph Stiglitz a la
economía del gobierno libertario de Javier Milei en alianza con el tándem Scott
Bessent y Donald Trump. Stiglitz es Premio Nobel de Economía, profesor de la
Universidad de Columbia y uno de los máximos referentes globales en la
profesión. Luego de una charla que ofreció en el marco de la Conferencia Global de
Periodismo de Investigación, a la que asistió este cronista, que tuvo lugar
la semana pasada en Kuala Lumpur, Malasia, Stiglitz conversó con Cash sobre la marcha de
la economía argentina post-elecciones.
“Milei está fallando.
Y fue apuntalado primero por un préstamo de 20 mil millones de dólares del FMI,
que no se hubiera otorgado de haberse seguido las reglas normales del
organismo, porque el país ya tiene problemas para devolver los 44 mil millones
de dólares solicitados al Fondo en 2018. Ahora otros 20 mil millones. Y luego
otros 20 mil millones de Estados Unidos, el swap con el Tesoro, con lo cual se
evadió el mecanismo que había sido diseñado para impedir que Argentina se
endeudara sin autorización parlamentaria. Lamentablemente, Argentina se ha
convertido en rehén de Estados Unidos. Es un acuerdo indigno”, consideró.
Montado sobre una economía que no estaba en
condiciones de generar los dólares suficientes para pagar el mega-crédito que
el gobierno de Mauricio Macri tomó del FMI por 44 mil millones de dólares,
sumados a la montaña de deuda con tenedores privados que emitió Luis Caputo en
su primer gestión, ahora Milei, junto a la versión 2.0 de “Toto”, volvió a
acelerar el endeudamiento, con el FMI, con privados y con el Tesoro de los
Estados Unidos, para sostener la política de tipo de cambio bajo que tanto le ha
rendido políticamente, gracias al control de la inflación.
Sin embargo, Milei ya se ha gastado varias balas de plata y la fragilidad sigue
ahí, esperando: primero fue el blanqueo récord, luego el nuevo
crédito con el FMI y en última instancia el salvavidas de Bessent.
La apuesta oficial es volver a los mercados
internacionales para refinanciar los pasivos, pero hasta ahora eso
no ha funcionado: la debilidad de la economía argentina es tal que los rescates duran cada vez
menos y la montaña de deuda a pagar, en un contexto de fuerte ajuste fiscal, se
va agrandando.
En este marco y pensando en un futuro
programa económico de la oposición, el profesor Stiglitz consideró que
“Argentina no puede crecer lo suficiente para poder pagar su deuda. Creo que será necesario
sentarse frente a los acreedores y poner los números sobre la mesa.
Cuál es el crecimiento que se necesitaría y cuál es el real. Hay que pensar en
un sendero sostenible”.
“La inequidad es una elección”
La conferencia de Stiglitz abordó el tema de
la inequidad, un tema recurrente en sus trabajos académicos y en su activismo
político. “A la hora de pensar las causas que están por detrás de los niveles de desigualdad entre
países y dentro de ellos, creo que un ingrediente muy importante son
las reglas del juego, las leyes, las regulaciones, tanto a nivel nacional como
internacional. Por ello, uno de los principales mensajes que dimos en la
reunión del G20 en Johannesburgo, Sudáfrica, fue que la desigualdad es una elección, en el sentido de que no es
inevitable, no es resultado de las leyes de la naturaleza, sino de
las leyes humanas, como la propiedad intelectual y los paraísos fiscales”.
Stiglitz es presidente del Comité Extraordinario de
Expertos Independientes sobre la Desigualdad de la Riqueza Global,
designado por la Presidencia sudafricana del G20, que en la última cumbre
emitió un informe con recomendaciones sobre estos temas.
Dicho Comité advirtió, entre otras cosas, que
entre 2000 y 2024, el 1% más rico del mundo acaparó el 41% de toda la nueva
riqueza, mientras que solo el 1% fue para el 50% más pobre. Pidió por la
creación de un nuevo “Panel Internacional sobre la Desigualdad” destinado
a informar la formulación de políticas a nivel nacional e internacional,
inspirado en el modelo del Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático
(IPCC).
Otro de los temas sobre los que Stiglitz
muestra una histórica preocupación son los paraísos fiscales, aquellas guaridas en donde la
opacidad en la información permite diseñar estructuras de evasión y elusión
tributaria de parte de empresas y ricos y así drenar recursos que deberían
utilizarse por los Estados para favorecer a la ciudadanía.
“Si Estados Unidos y Europa dijeran que nuestros bancos no pueden
tener nada que ver con estos paraísos fiscales, desaparecerían. Así
que los permitimos. Fingimos que es muy difícil lidiar con ellos, pero no lo
es. Tenemos una arquitectura
financiera global que permite sacar dinero de los países pobres y en desarrollo,
llevarlo a los paraísos fiscales y a Londres, Nueva York o Florida. Me gustaría
ver más atención periodística en el papel de Goldman Sachs y el Credit Suisse”,
indicó.
“Un ejemplo dramático de desigualdad entre
países lo vimos durante la pandemia, cuando Canadá pidió ocho veces más vacunas
que personas, porque querían asegurarse de tener suficientes cuando las
entregaran. Pero quienes vivían en África
simplemente no podían conseguirlas. Es más, India, Sudáfrica y
Brasil tenían la capacidad de producir más vacunas, pero las farmacéuticas no
querían que las fabricaran, ya que eso bajaría el precio y perjudicaría sus
ganancias. Por desgracia, varios países europeos se pusieron del lado de las
farmacéuticas y prefirieron ver morir a la gente antes que renunciar a la propiedad
intelectual”, recordó Stiglitz.
“Entonces cuando se crean estos extremos de desigualdad, hay un
campo fértil para los políticos demagogos y autoritarios. Y
ellos no mejoran las cosas, sino que las empeoran. Dicen poder reconocer el
problema, pero luego se rodean de oligarcas y hacen que el sistema sea más
desigual, aprobando leyes que recortan impuestos a los multimillonarios y a las
corporaciones, financiadas, en parte, mediante recortes a la atención médica
para los más pobres y las personas de clase media”, agregó.
Periodismo como bien público.
Stiglitz
participó de una charla en el marco de la Conferencia Global de Periodismo de
Investigación (GIJC) en donde el financiamiento del periodismo de calidad fue
uno de los grandes tópicos en discusión, en un contexto de creciente deterioro
de las instituciones democráticas en Occidente y la ruptura del negocio de los
medios en manos de las plataformas tecnológicas.
“Llevo
mucho tiempo argumentando que lo que los medios hacen es lo que los economistas
llaman técnicamente bien público, algo de lo que todos se
benefician. No se puede depender de la financiación privada para un bien
público. Si analizamos lo sucedido en los últimos 100 años, tuvimos una
peculiar unión entre la publicidad y la provisión de noticias y periodismo de
investigación. Pero ese modelo de negocio se ha derrumbado, sobre todo debido a
las plataformas tecnológicas, y probablemente se derrumbará aún más debido a la
IA. La razón del colapso es que las plataformas tecnológicas y la IA robaron propiedad
intelectual. Así que, en cierto sentido, para el consumidor es una mejora, pero
la propiedad intelectual y su monetización están siendo apropiadas por las
plataformas tecnológicas y la IA, privando a los productores de la rentabilidad
económica de sus inversiones”, consideró Stiglitz.
“En mi opinión, esto es muy preocupante,
porque si no se obtienen rendimientos económicos de las inversiones en
noticias, no se invertirá tanto en ellas ni en el periodismo de investigación.
El efecto neto de todo esto es que tendremos un ecosistema informativo peor y
en las plataformas tecnológicas de IA ocurrirá lo que llamamos ‘basura entra y
basura sale’. Así que creo que, en última
instancia, debe haber apoyo público. Apoyo público para el periodismo de
investigación, como ocurre con la investigación científica y la salud, bajo
el control de buenas instituciones independientes que asignen fondos de manera
justa y eficiente”.
Puso el ejemplo del colapso del Silicon
Valley Bank en marzo de 2023, institución que financiaba a buena parte de las
startups de los Estados Unidos. “El banco se dedicaba a captar depósitos que
las empresas depositaban en su banco y a especular con ellos. Al final, una
gran parte de estos intentos de ganar dinero especulando fracasaron estrepitosamente.
Y luego el banco quebró. Bueno, el periodismo de investigación demostró que
Silicon Valley Bank participaba en la especulación y luego que el presidente de Silicon
Valley Bank era miembro de la Reserva Federal de San Francisco, que regulaba
Silicon Valley Bank. Así que claramente existía un conflicto de
intereses cuando el presidente del banco se regula a sí mismo”, agregó.
Además, el profesor de Columbia abogó por
medios públicos más fortalecidos: “Creo que es indignante que los funcionarios públicos usen X para difundir
sus anuncios públicos. Debería haber medios públicos. Si
insistiéramos en que todos los anuncios públicos se hicieran a través de una
plataforma pública y que todos los impuestos se pagaran a través de ese medio,
crearíamos plataformas fiables y confiables que, de hecho, socavarían las
existentes, que sabemos que son muy corruptas, como Facebook y las
aplicaciones”.
Recuerdos del sudeste asiático.
Stiglitz fue testigo de la primera fila en el
desarrollo de la crisis
económica en el sudeste asiático a finales de los ’90, que
arrastró a buena parte del mundo, incluso a la Argentina de la convertibilidad.
“El Tesoro de EE. UU. insistía en que todos
estos países eliminaran sus controles de capital. Mi opinión era que una mala
política económica y que además no era responsabilidad del gobierno estadounidense hacer del mundo
un lugar seguro para Goldman Sachs. Esto fue a mediados de los ‘90.
El capital fluyó hacia el este de Asia en una cantidad enorme. Y entonces, de
repente, todo cambió, como sucede en los
mercados de capitales, y se acabó el dinero”.
“Y entonces la pregunta era, ¿qué hacer? Yo
era economista jefe del Banco Mundial. Y el FMI en ese momento dijo que había
que subir las tasas de interés a niveles muy altos, en el caso de Indonesia, al
80%, y recortar el gasto. Y yo dije que eso iba a matar a la inversión y la demanda agregada.
El único país que se enfrentó al FMI fue Malasia, e impuso controles de capital
muy bien diseñados. De modo que en Malasia el costo de la crisis fue del 5% del
PIB, mientras que en los demás fue del 40% o más”.























































