La vida es un tablero de ajedrez en donde los cuadros blancos son los días y los cuadros negros son las noches... Nosotros, somos las piezas que vamos de aquí para allá para caer al final en el cuadro de la nada... De Alguna Manera... Una Alternativa…
Negociaciones - Era de contradicciones en el seno del poder de LLA…
No
creo en las Karinas, pero que las hay, las hay. Dibujo: Pablo Temes.
La irrupción de Adorni y Santilli en un rol negociador no termina de hacer más
fluido el diálogo con otros sectores.
Escrito por el Doctor Nelson Castro el domingo 23/11/25 y publicado por el
Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.
Son días de negociaciones políticas febriles. Es una dinámica poco vista
a lo largo de los dos primeros años del gobierno de La Libertad Avanza. “Es
distinto de lo que pasaba cuando hablábamos con Francos”, señalaba esta semana
uno de los representantes provinciales que participan de esta ronda de conversaciones.
En verdad, el problema no era el exjefe de Gabinete; el problema era Javier
Milei.
Era él quien no cumplía con lo que se prometía en esos encuentros. Esa
actitud del Presidente parece haber cambiado después del 26 de octubre. Es que
el triunfo electoral lo dio no solo la reconfirmación de su poder sino también
la comprensión de que el camino de la confrontación puede servir para ganar una
elección, pero no para gobernar. No ha sido menor para arribar a esa conclusión
la posición del gobierno de los Estados Unidos, cuyo apoyo fue clave para
generar el marco de estabilidad económica que hizo posible superar un estado de
zozobra que estaba poniendo en riesgo tanto la economía como la gobernabilidad.
“Al Presidente no le quedaban muchas opciones: o cambiaba y abría la cancha o
la gestión se le iba a hacer cuesta arriba, aun con el buen resultado
electoral”, sentenció un allegado a un gobernador del Norte.
El rol de Guillermo Francos ha pasado ahora a ser desempeñado por el
ministro del Interior, Diego Santilli. Por ahora, Manuel Adorni acompaña.
Santilli, formado en el peronismo, tiene el know how que exige su cargo.
Siempre ha sido un hombre hábil, con soltura política y capacidad de
negociación. Los que conocen las internas del Gobierno señalan que esa
capacidad de dialogar y de entender el quid de la negociación política está
inquietando al ministro de Economía, Luis Caputo. Los gobernadores piden plata
a cambio de apoyar las reformas que pretende implementar Milei. Es lo que hacen
siempre, gobierne quien gobernare. Esa metodología disgusta profundamente a
Caputo quien, en estas horas, salió fuerte en las redes a desmentir un artículo
publicado en The Wall Street Journal en el que se informaba que la asistencia a
la Argentina por parte de los bancos estadounidenses rondaría los 5 mil
millones de dólares y no los 20 mil millones que se habían anunciado. “Nunca
hablamos con los bancos de un rescate de 20 mil millones. Es una operación más,
con la sola intención de generar confusión”, escribió. Ante tal manifestación,
fue imposible no recordar que, hace tan solo un mes, el ministro dijo en LN+
que había “un swap de 20 mil millones. Y estamos trabajando en otra facilidad
por otros 20 mil millones, y ya lo dijo el secretario del Tesoro” (sic). Caputo
se siente con el poder suficiente como para aspirar a que toda negociación
política esté lejos de incomodar o poner en riesgo sus objetivos. Es lógico,
luego de tantos elogios derramados por el primer mandatario.
Es decisiva la
floja imagen del primogénito de los Kirchner en sus apariciones.
En medio de esta circunstancia, las internas dentro del oficialismo
están lejos de haber cesado. Karina Milei avanza mientras Santiago Caputo
retrocede. La hermana del Presidente está empeñada en moverse intensamente en
lo que es su objetivo: la conformación del partido a nivel nacional. La
prioridad absoluta es la elección presidencial de 2027. El Jefe necesita seguir
acumulando poder a nivel federal para contar con apoyo local en cada una de las
provincias. Hay quienes dicen que aprendió la lección y que ya no busca
confrontar en aquellos territorios donde le resultaría más fácil apoyarse en
aliados circunstanciales. Solo el tiempo se encargará de mostrar si este cambio
de actitud es realmente cierto. “Karina aprendió muy rápido a construir y
manejar el poder. Lo ejerce de forma bastante brutal y siempre se ha sentido
más cómoda sin ceder un centímetro de terreno. Difícil que eso cambie”, aseguró
un opositor moderado que tuvo que padecerla en carne propia.
La ventaja crucial con que cuenta el oficialismo a la hora de afianzar
su poder es que tiene enfrente a un peronismo desmembrado e incapaz de
encontrar una figura detrás de la cual encolumnarse. Axel Kicillof no termina
de convencer y, a estas alturas, se parece más a una figura de transición que a
una oportunidad de peso con chances reales de competir en 2027. Los problemas
que atraviesa la Provincia y la necesidad de conseguir financiamiento para
hacer frente a sus propios vencimientos desnudaron las internas que condicionan
al gobernador; en primer lugar asediado por La Cámpora. El mandatario
provincial no hace caso a los incrédulos y sigue adelante con su juego de
confrontación directa con Milei. La interna entre los Kirchner y el ex mimado
de la señora condenada sigue teniendo de rehén al peronismo bonaerense. “No
podemos continuar viviendo del pasado; hasta que no nos saquemos de encima el
relato de los tiempos grandiosos de Cristina, el partido no terminará de salir
del pantano y no tendremos la oportunidad de ser competitivos ni ahora ni en el
27”, graficó uno de los intendentes que le sirven de soporte al gobernador. El
territorio sigue siendo la apuesta más fuerte de Kicillof, dispuesto a enterrar
a su otrora jefa política. La intrascendencia de Máximo Kirchner al frente del
PJ local condiciona sus posibilidades en las próximas elecciones por el control
del partido. La paciencia se terminó y la floja imagen del primogénito de los
Kirchner en sus últimas apariciones públicas fue decisiva.
Hace solo algunos meses, La Libertad Avanza no imaginaba el cierre de
año auspicioso que tendrá. Una oportunidad única que el presidente Milei no
debería dejar pasar.
El
Gobierno vive un momento de apogeo. El anuncio del acuerdo comercial entre
nuestro país y los Estados Unidos es la confirmación del nivel inédito de apoyo
que la administración de Donald Trump ha decidido darle a Javier Milei. El
rescate que, en momentos dramáticos para la economía argentina, llevó la Casa
Blanca salvó al oficialismo de una posible derrota a la que lo hubiera llevado
una crisis producida por la escasez de dólares que se había acentuado después
del triunfo electoral del peronismo en las elecciones en la provincia de Buenos
Aires.
Como ocurre siempre a estos hechos los acompaña siempre la controversia.
Están las generadas por los que siguen aferrados a ideologías y visiones
políticas ancladas en el tiempo. Esta pasión por lo anacrónico es lo que exhibe
hoy –como ayer– el peronismo. Esta idea de que “vienen por nuestra soberanía”,
un cliché que le ha dado resultados políticos al justicialismo y ha traído el
atraso del país. Eso sí, el ”vienen por nuestra soberanía” se aplica para los
Estados Unidos y no a la hora de hacer concesiones a China o a Venezuela. El
peronismo y sobre todo el kirchnerismo duro todo lo contaminan de su ideología
con olor a naftalina y su desesperación para volver a servirse del poder cueste
lo que cueste.
Más allá de los detalles que aún no se conocen de este acuerdo, cuyo
anuncio se demoró a causa del cierre del gobierno federal ocurrido en los
Estados Unidos que acaba de ser levantado, hay algunas cosas ciertas que van a
suceder para que esto se ponga en práctica. Una de ellas –que es fundamental–
es el levantamiento total del cepo. Se sabe que va a haber un desembarco de
importantes empresarios estadounidenses ávidos de explorar nuevas posibilidades
de negocios. A la cabeza de esta avanzada habrá muchos del sector energético.
Con cepo, nadie pondrá un dólar más allá de oportunidades muy puntuales. Las
inversiones no ingresan a donde no pueden salir. Otro asunto de peso es el de
las reformas tanto laborales como impositivas.
Para alcanzar las
reformas hacen falta consensos políticos de la mano de Santilli.
Para alcanzar esas reformas hacen falta consensos políticos. En eso
están trabajando Manuel Adorni y Diego Santilli para contener el desbande del
peronismo y las necesidades económicas de los gobernadores. La CGT es hoy otro
de los frentes de batalla abiertos para La Libertad Avanza. Nuevamente las
posturas vetustas de los sindicalistas de turno chocan contra la necesidad de
una renovación necesaria para las nuevas formas de trabajo y producción. Todo
esto con un agravante que está –más que nunca– a la vista de todos:
sindicalistas devenidos empresarios –algunos multimillonarios– que se resisten
a soltar sus privilegios. La familia Moyano es el ejemplo perfecto de esta
categoría que se sirve del sudor de los trabajadores para llenarse los
bolsillos. El vaciamiento de la obra social de Camioneros habla por sí solo.
Pero el caso de los Moyano no es el único. El modelo de sindicalistas ricos y
trabajadores pobres se ha extendido demasiado en el tiempo y en el territorio.
Modelo que enfrenta una severa crisis de liderazgo puesta de manifiesto en la
elección del último triunvirato de la central obrera peronista, incapaces de
encontrar una figura única de consenso que represente la voz real de los
trabajadores. Ante esta combinación, el oficialismo exhala un optimismo
excesivo. No es la primera vez que esto le pasa a un gobierno cuando todo
parece ir viento en popa. La historia es una escuela realista aunque muchos se
nieguen a mirar para atrás. Con buen tino, Jorge Macri advirtió de un exceso de
optimismo, siempre nocivo. “No nos comamos la curva”, graficó el jefe de
Gobierno porteño. Sin ir más lejos, eso fue lo que le pasó a su primo Mauricio
después de haber ganado las elecciones de medio término en 2017. Se creyó que
se “comía” la cancha y dos años después fue derrotado en forma contundente por
el kirchnerismo. Claro que, para ese dramático final, influyó el hecho de
haberse encerrado en un círculo cada vez más chico comandado por Marcos Peña y
unos pocos leales, que lo llevaron a perder el contacto con la realidad. Ese es
el peligro de los triángulos de hierro de la vida y de los magos y gurúes de
turno.
Para amplios sectores de la Argentina también se abrirán oportunidades
de exportar. Uno de esos sectores es el de la carne. El desafío –ahí– será ver
cuál es la capacidad de abastecimiento que tengan los productores y la
industria y la necesidad de cortar lazos con viejos zares salpicados por la
falta de escrúpulos y los negocios espurios.
En medio de todo el ir y venir de la realidad, el jueves fue un buen día
para la lucha contra la corrupción. Ese día Julio De Vido fue llevado otra vez
a la cárcel –su futuro será una larga prisión domiciliaria– y, por acción de la
Cámara de Casación Penal, se dispuso que las audiencias por el caso de los
“Cuadernos de Centeno” sean dos por semana en vez de una como el Tribunal Oral
Federal N° 7 había dispuesto en un principio. Los tiempos de la Justicia deben
ajustarse a la realidad. Al final del camino, a todos los acusados los espera
la seguridad de una condena y a éste y los gobiernos que vendrán la oportunidad
única de terminar con el flagelo de los sobreprecios y retornos en la obra
pública. Se trata de un viejo mecanismo que el kirchnerismo perfeccionó y que
ha producido no sólo grandes pérdidas para las arcas del Estado sino que
también se ha llevado vidas inocentes como en el caso de la tragedia de Once.
La corrupción mata y esa es una lección que ningún gobierno debería olvidar.
Día 660: Milei, miente,
miente, y nada de lo tuyo quedará…
Día 660: Milei, miente,
miente y nada de lo tuyo quedará. Fotografìa: CEDOC
Para habitar la misma realidad que el resto de los argentinos, Javier Milei
debería confrontar su tendencia a presentar al país como un éxito económico y a
su gestión como “el mejor gobierno de la historia”. Quizás necesita mentirse
para sostener la ilusión de su propio relato.
Es mundialmente conocida la frase del propagandista nazi Joseph
Goebbels: “Miente, miente, que algo quedará”. Goebbels fue el
arquitecto de un aparato de propaganda tan monstruoso como eficiente, que
sirvió para convencer a millones de personas de las teorías conspirativas más
absurdas y de las mentiras más flagrantes.
Tras la derrota militar
de Alemania en la Segunda Guerra Mundial, los juicios de Núremberg
y la política activa de derechos humanos de la comunidad internacional, se
puede decir que, durante la segunda mitad del siglo XX y el principio del siglo
XXI, no quedó nada de Goebbels y sus mentiras. Inclusive ahora, durante el auge
de la extrema derecha, este tipo de organizaciones tiene que esconder sus
vínculos con las ideas nazis, como sucede con Alternativa por Alemania.
En el caso de Javier Milei, salvando las enormes distancias, sí es
cierto que podemos hacer un paralelismo en la utilización permanente de la
mentira como herramienta de construcción de sentido. Al igual que Goebbels,
Milei, si sigue mintiendo y mintiendo como lo hace, no quedará nada de la
hegemonía que supo construir y que se empieza a desmoronar por todos lados.
A diferencia del
siniestro Goebbels es probable que el presidente padezca mitomanía y precise
mentirse a sí mismo creyendo lo que dice. Desarrollaremos en profundidad ese
desorden mental en esta columna que permite explicar, por ejemplo, por qué dice “sacamos
a 12 millones de personas de la pobreza”, entre otras. Pero primero vayamos
a algunas evidencias.
Este lunes vimos a un Presidente en otra realidad. Cantando a los gritos mientras la economía se sostiene
en base al endeudamiento externo y asediado por múltiples casos de corrupción,
con la renuncia de su principal candidato en el distrito más grande del país
renunciando por vínculos con el narcotráfico. Probablemente esta capacidad de
Milei para asilarse y construir una realidad paralela sea en parte lo que lo ha
ayudado a llegar hasta acá. Pero se puede mentir mucho tiempo a pocas personas,
a muchas personas poco tiempo, pero no a muchas personas mucho tiempo.
Tras naturalizar como
sociedad las terribles inconsistencias y mentiras de Milei, la caída de José
Luis Espert, quién nos mintió abiertamente en reiteradas ocasiones, hizo
notar más las mentiras del propio Milei y después de sintetizarlas,
explicaremos cómo se encuadra en lo que se denomina efecto Baader
Meinhof. Espert dijo primero que no tenía relación con Fred Machado,
que solo le había aceptado una vez un vuelo para presentar el libro. Luego,
dijo que en realidad voló 35 veces a diferentes lugares. Luego, dijo que lo del
pago de los 200 mil dólares era una “operación de
Grabois” y que no había pruebas, era solo un papel de una contabilidad
paralela.
Luego, cuando apareció
el documento del Bank of America con la transferencia que
había cobrado de una empresa minera que no era de Machado, luego que si era de
Machado. Siguiendo a eso, dijo que sí había estado en la pileta de Machado.
Desde el 2021 venía diciendo que no tenía ninguna relación con este narcotraficante
y llegamos en 2025 a que estuvo en su pileta, viajó con él en 35 vuelos,
recibió dinero de su empresa y todo lo que nos falta por descubrir.
De hecho, hace minutos
un par de horas habló Machado en Radio Rivadavia y reconoció
haberle “hecho un aporte de campaña a Espert por 200 mil dólares”. El acusado
de narcotráfico recordó de la siguiente manera el pedido de Espert y cito
textualmente: “¿Che, no me podés hacer un aporte monetario porque
estamos en bolas?”.
El efecto Espert, el
efecto del descubrimiento de una cadena de mentiras, nos hace ver las mentiras
de todo el Gobierno en genera y del presidente en particular. De hecho, este
fenómeno tiene un nombre. El efecto Baader-Meinhof, también conocido como ilusión
de frecuencia o sesgo de recurrencia, es un fenómeno cognitivo fascinante:
ocurre cuando se aprende algo nuevo —una palabra, una idea, una persona, un
símbolo— y, de pronto, esto se empieza a ver por todos lados.
No es que antes no
existiera, sino que la atención ahora está entrenada para detectarlo. El
cerebro, que no puede procesar todo lo que percibe, filtra la realidad
constantemente; al aparecer algo nuevo que considera relevante, lo marca como
importante y comienza a priorizarlo.
El nombre
“Baader-Meinhof” viene de un caso curioso. En 1994, un lector del diario St.
Paul Pioneer Press escribió al periódico contando que había escuchado mencionar
por primera vez a la organización terrorista alemana Baader-Meinhof. Y luego,
en cuestión de días, el nombre volvió a aparecer en todos lados. A partir de
ahí, los psicólogos adoptaron el término popular para describir ese tipo de
experiencia.
Las mentiras e
inconsistencias de este Gobierno estuvieron ahí, pero ahora hay mucha más
pregnancia para procesarlas y desarticularlas. Vamos a hacer un racconto de
algunas de las veces en las que Milei nos dijo una cosa y luego lo contrario.
Realmente es impactante.
Algo que no es tan
conocido es su cambio de opinión del kirchnerismo. En 2019, en una entrevista
enCanal 26, Milei dijo: "Esto te va a sorprender, pero
en términos históricos, Cristina Fernández de Kirchner es la mujer más
importante en la historia de la política argentina. Fue dos veces
presidente". En esa ocasión habló del entonces mandatario Alberto
Fernández y sostuvo: "Tengo una excelente opinión acerca del Presidente.
Es muy inteligente y extremadamente pragmático, digno de todo peronista".
Javier
Milei y Cristina Kirchner en la asunción presidencial de 2023.
En otro reportaje, incluso defendió al kirchnerismo. Muy enojado, dijo:
"Podés decir lo que quieras del kirchnerismo, pero la deuda la pagó y pagó
los intereses". En contraste, en la apertura de sesiones del Congreso el 1
de marzo del 2024, expresó: "Cristina ha sido responsable de uno
de los peores gobiernos de la historia".
Con los
propios también tuvo esa actitud. Recordemos los cambios de opinión sobre Patricia
Bullrich ya no en años, si no en semanas. "Sigue siendo una
montonera tirabombas que tiene las manos manchadas de sangre", dijo antes
de las elecciones generales de octubre del 2023. Luego, antes del balotaje,
declaró: "Bullrich ha sido exitosa combatiendo la seguridad. La tenemos
que llamar".
¿Entienden
que entre que Milei dijo que era una terrorista con las manos manchadas de
sangre y que había que incorporarla al Gobierno porque había sido una buena
ministra de Seguridad pasaron tres meses?
El
ministro Luis Caputo también fue objeto de polémica entre
Milei del pasado y el Milei del presente. "Caputó se fumó 15 mil millones
de dólares irresponsablemente", dijo el Presidente en 2018. EN la
actualidad, lo define como “el mejor ministro de economía de la historia”.
Increíble como no se ruboriza. Puede decir una cosa y lo contrario.
Recientemente
las redes se llenaron de comparaciones entre lo que Milei decía de su nuevo
candidato bonaerense Diego Santilli y lo que dice ahora.
"El chanta de Santilli es un pésimo candidato", dijo en 2023. Ahora,
lo describe como "alguien que sabe de seguridad" y que "ya ganó
en la provincia de Buenos Aires".
El
Presidente también mintió sobre los planes de dolarización antes de la campaña. "Hoy
es factible dolarizar. Podríamos hacer transacciones en dólares", dijo
en una entrevista con Alejandro Fantino en 2023. Se podía
dolarizar con el dólar a 320 pesos. Tenía un acuerdo para hacerlo en el que le
iban a dar 10 mil millones de dólares, ya estaba todo arreglado. Luego, Milei
asume y no hace nada de todo esto, de hecho, hizo una enorme devaluación de 118%.
¿Qué pasó con que se podía dolarizar con el dólar a 320 pesos?
Realmente
es increíble que todo este material haya estado publicado y hasta hace poco
tiempo a una importante cantidad de la población no le haya bastado para tratar
de comprender la cantidad de mentiras. Para tratar de entender esto hay que
tomarlo desde las ciencias políticas, la psicología y otras teorías
trasversales a varias disciplinas.
En La
mentira en política (1971), Hannah Arendt analiza
cómo la falsificación deliberada de la realidad se volvió una herramienta
estructural del poder moderno. A partir del caso de los Papeles del
Pentágono, muestra cómo los gobiernos fabrican “mundos ficticios” para
sostener su narrativa, y advierte que el mayor peligro no es la mentira misma,
sino la erosión de la verdad como base del juicio público y de la vida política
democrática.
Es decir,
las constantes mentiras de los políticos no solo destruyen su credibilidad, si
no que en algún punto destruyen el propio concepto de verdad. En ese sentido,
se puede analizar como el auge del posmodernismo, el cuestionamiento a los
grandes relatos y la post verdad son la causa de personajes como Milei.
Evidentemente fue avanzando un cinismo base en la sociedad en la que la mentira
es tolerada.
Ahora, Milei
en particular no es como cualquier político mentiroso. Realmente puede
decir cualquier cosa y lo contrario en cuestión de meses con la misma
vehemencia y emoción. De defender el kirchnerismo a los insultos a atacarlo a
los gritos. La misma emoción con un contenido antagónico. Nosotros no podemos
diagnosticar porque no tenemos matricula de psicólogo o psiquiatra, pero reúne
las condiciones de un mitómano.
La
mitomanía es un trastorno psicológico caracterizado por la tendencia patológica
a mentir de forma compulsiva o sistemática. El término fue introducido
por Ernest Dupré en 1905 para describir a individuos que
mienten no por beneficio inmediato, sino por una necesidad interna de fabular o
deformar la realidad. Según Dupré, el mitómano no busca engañar para obtener
ventajas, sino para sostener una identidad idealizada o escapar de una realidad
que le resulta insoportable.
Sigmund
Freud interpretó
el fenómeno como una expresión del deseo inconsciente: la mentira sería una
forma de “cumplimiento del deseo” donde el sujeto transforma
su frustración en relato. En esta línea, la mitomanía se vincula con mecanismos
de defensa como la negación y la proyección.
Por su
parte, Jean Bergeret y Jacques Lacan abordaron
la mitomanía como un síntoma del narcisismo patológico: el mentiroso crea una
versión mejorada de sí mismo para sostener una frágil estructura del yo. Lacan
señaló que el mitómano “miente para existir en la mirada del Otro”, es decir,
su mentira no busca solo convencer, sino ser reconocida como verdad por los
demás.
Autores
contemporáneos como Paul Ekman y Robert Feldman diferencian
la mentira común, instrumental y consciente, de la mitomanía, donde el sujeto
llega a creer en sus propias invenciones. En este sentido, la mitomanía no es
solo una conducta, sino una distorsión persistente del vínculo con la verdad,
que puede aparecer en contextos neuróticos, narcisistas o incluso psicopáticos.
Entre el
mentiroso instrumental y el mitómano hay un territorio ambiguo, donde la
mentira deja de ser solo una herramienta y empieza a convertirse en una forma
de habitar el mundo. Este “mentiroso intermedio” no miente por
compulsión total ni por cálculo frío, sino para mantener en pie una identidad
frágil. Paul Ekman lo describe como alguien que empieza
creyendo sus propias mentiras para reducir la disonancia cognitiva entre lo que
dice y lo que hace. De a poco, su mentira se vuelve una especie de refugio
narrativo: una historia que lo protege del fracaso, de la vergüenza o de la
falta de amor.
Robert
Feldman lo
llama self-deceiver (o autoengañador en su traducción al
español): no busca manipular, sino sostener su autoestima en contextos donde la
verdad lo dejaría desnudo. En este nivel, la mentira funciona como una prótesis
emocional: repara lo que el yo no puede tolerar.
Lacan
diría que el sujeto no miente “a” los otros, sino “a través” de los otros,
intentando que su ficción sea reconocida como verdad. Y Bergeret advierte que
en estas personalidades narcisistas compensatorias el límite entre la verdad y
la invención se vuelve maleable, según la necesidad de conservar una imagen
consistente ante los demás.
En
términos clínicos, este tipo de mentiroso representa la frontera viva entre el
narcisismo funcional y la mitomanía estructural: no ha perdido el
contacto con la realidad, pero necesita deformarla para sobrevivir en ella. Probablemente
nuestro Presidente esté más cerca de este caso, aunque esto lo decimos para
tratar de analizar la situación política, sin tener los elementos para un
diagnóstico, pero es necesario dotarnos de algunas herramientas de la
psicología porque el peso de personalidades como las de Milei en las
situaciones políticas es determinante.
Javier
Milei presentó su nuevo libro con un show musical en el Movistar Arena este
lunes 6 de octubre.
Milei
ayer que cantaba en el Movistar Arena estaba en plena deformación de la
realidad. Mientras su gobierno se desmorona y está asediado por varios frentes,
se dedica a festejar nadie sabe que de una manera patética.
Pinocho, de Carlo
Collodi, cuenta la historia de una marioneta de madera tallada por Gepetto,
un carpintero pobre que sueña con tener un hijo. Un hada azul da vida a Pinocho
y le promete que podrá convertirse en un niño de verdad si demuestra ser bueno,
valiente y sincero. Sin embargo, su curiosidad y desobediencia lo llevan por
caminos peligrosos: se une a malos compañeros, cae en trampas y cada vez que
miente, su nariz crece.
A lo
largo de sus aventuras, donde es engañado por el Gato y el Zorro, convertido en
burro y tragado por una ballena, Pinocho aprende a distinguir entre el placer
inmediato y la responsabilidad. Cuando finalmente arriesga su vida para salvar
a Gepetto, el hada lo recompensa transformándolo en un niño real.
Para
vivir en la misma realidad que todos nosotros, Milei debe enfrentar lo mismo
que Pinocho, su tendencia a la satisfacción inmediata creando una realidad
paralela en la que el país es un éxito económico y su Gobierno “el mejor de la
historia”. Milei debe enfrentar la realidad y trabajar codo a codo con el resto
de los sectores políticos y productivos del país para estabilizar la terrible
situación en la que estamos.
Es
probable que la suerte de su Gobierno esté echada y no haya más libertarios en
el próximo periodo presidencial, pero un presidente alejado de la realidad nos
puede hacer mucho daño. Hay que poder construir una transición ordenada hacia
la siguiente etapa política de la Argentina.
Producción
de texto e imágenes: Matías Rodríguez Ghrimoldi
La empanada cuyo origen, contra la creencia de muchos, nos lleva a la antigua Persia –hoy Irán– era la comida principal que se ingería durante una larga travesía. Este alimento tan arraigado a nuestra cultura tiene su efeméride: el 8 de abril. En esa fecha se celebra el Día Mundial de la Empanada. No obstante, durante estos últimos siete días pareció celebrarse en la Argentina la “Semana de la Empanada”. Comenzó en el mismísimo momento en que Ricardo Darín se quejó en la mesa de Mirtha Legrand del precio de la docena. La andanada de agresiones y descalificaciones lanzadas desde el oficialismo hacia el actor fueron incesantes, empezando por el ministro de Economía, Luis Caputo, y culminando en el Presidente. Todo tan lamentable como planificado. ¿Dónde quedó la libertad?
Son los mismos métodos que usaban Néstor y Cristina Kirchner para con quienes los criticaban.
Según manifestó Javier Milei en la red X, “el liberalismo es el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo, basado en el principio de no agresión (PNA) y en defensa del derecho a la vida, la libertad y la propiedad privada”. Parece que tanto él como sus seguidores han olvidado esta definición, sobre todo cuando habla del principio de no agresión (PNA). El pueblo argentino votó en las elecciones por un cambio. Ese cambio no significa sostener los métodos con otro contenido. El adoctrinamiento es siempre malo, viniendo de quién viniere.
Otro ejemplo lamentable que hemos sufrido los argentinos en épocas del kirchnerismo fue la omnipresencia de ciclos como 6,7,8 cuyo fin último era sostener el relato y despedazar a quien se atreviera a pensar distinto. Para los más chicos –más grave aún– estaba Paka Paka que se encargaba de bajar línea reescribiendo la historia de forma muy cuestionable. Resulta que ahora el Gobierno de los Milei apuntará a dibujos animados enlatados por el mismo medio para sostener la visión ideológica opuesta.
Más kirchnerismo no se consigue. ¿Hasta cuando los gobiernos de turno buscarán controlar la mente y el pensamiento de los ciudadanos como si estos no fueran capaces de razonar por sí mismos? Es la Argentina pendular, la de los extremos... otra vez la grieta. Lo que antes era relato ahora se llama batalla cultural. Concepto un poco más elegante, pero igual de peligroso, según quién sea el iluminado que seleccione los contenidos.
La capitulación del PRO sigue su marcha. Inexorable. La comenzaron algunos la misma noche del domingo 18 de mayo en que Manuel Adorni ganó las elecciones porteñas. La oficializó Mauricio Macri con la carta de felicitación que le envió a Javier Milei. Y tuvo una última y contundente manifestación que fue la decisión de Jorge Macri de echar al consultor político y asesor de campaña Antoni Gutiérrez-Rubí. Así las cosas, la reunión que tuvo lugar en la Casa Rosada el lunes pasado entre Karina Milei, Diego Santilli y Cristian Ritondo fue un paso clave en dirección a tejer acuerdos entre los dos espacios. Esto es producto de una necesidad que emerge de la más estricta realidad: si en la provincia de Buenos Aires no se unen, lo que les aguarda en las próximas elecciones es una derrota segura y lapidaria. Claramente no los ha unido el amor sino el espanto, como diría Jorge Luis Borges. A esta altura está claro que La Libertad Avanza es un lugar en el que no se observa ni la generación ni la dación de amor. A eso habría que agregarle el reproche de un número significativo –y seguramente mayoritario– de los ciudadanos y ciudadanas que viven en el primer Estado argentino y que, desde hace largo tiempo, están hartos de ser gobernados por el peronismo en general y por Axel Kicillof en particular.
Que se entienda bien, desde esta columna hemos insistido en la necesidad de unidad opositora para competir en la PBA, pero los últimos pasos del PRO se parecen más a una entrega total del partido –o lo que queda de él– que a un frente o coalición. Otro dato clave: en la Ciudad de Buenos Aires las cosas no son muy distintas. El último anuncio de la vocera de Uspallata, Laura Alonso, intentó –por orden de su jefe– simular la idea de que habían entendido el mensaje de las urnas y que se encaminan a una reestructuración del Gabinete y de sus prioridades. Se trata de más humo de una gestión que se viene quemando desde hace rato. “Si no se construye una nueva coalición similar a lo que fue Juntos por el Cambio en la Ciudad, todos van a terminar pintados de violeta, muy a pesar de Jorge Macri –apuntó un legislador al tanto de todas las internas. El clima en el Gobierno porteño es irrespirable. El último que apague la luz.
Hay en el fondo un problema compartido entre el PRO y el peronismo, como principales opositores: ni Mauricio Macri ni Cristina Fernández tuvieron la grandeza política de preparar un sucesor. El poder se agotó en dos figuras extremadamente personalistas y ahora están pagando el precio. El único ganador en esta orfandad de ideas y liderazgos de peso es el propio presidente Javier Milei, quien se limitó a prender la aspiradora para absorber a los dirigentes que necesita y que todavía le sirven para sostener sus planes de Gobierno. El éxodo es interminable.
La otra nota triste de la semana la ha dado la jueza del caso Maradona, Julieta Makintach, la cara viva de la degradación institucional del Poder Judicial. No todos los jueces son iguales, pero este caso de frivolidad e inmadurez inconmensurable ha desparramado mugre en todas las direcciones. ¿Qué puede tener en la cabeza una magistrada que aspiró a convertirse en figura pública grabando un documental autorreferencial, banal, adolescente y libidinoso?
El guión y las tomas que se dieron a conocer dan vergüenza ajena. Sin mencionar que utilizó un juicio público y la muerte de Maradona para uso personal. ¿Dinero, poder, fama? Habría que preguntarle al ideólogo y guionista qué tipo de buzón le vendió. Sea cuál fuere la especie, la única responsabilidad es de la magistrada que para colmo, tuvo el tupé de intentar resistir en su cargo a pesar de la abrumadora cantidad de pruebas en su contra.
Argentina necesita desintoxicarse de esta clase de funcionarios y elevar drásticamente la vara si quiere llegar a ser un país de verdad. Aún estamos a tiempo.
Fue una victoria pírrica. El Gobierno tuvo que
transpirar la camiseta para evitar que la Cámara de Diputados rechazara y revirtiera el veto
presidencial a la Ley de Financiamiento Universitario. Lo mismo pasó con la Ley
Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos, y con el veto a
la Ley de
Reforma de la Fórmula de Cálculo de los Haberes Jubilatorios. En todos
los casos, el Gobierno debió echar mano a algo que en la retórica y
en el pensamiento del Presidente y su círculo áulico, se desprecia y se
aborrece: la negociación política. De no haber pasado, ninguno de esos tres
éxitos legislativos hubiesen ocurrido.
Surge de esos tres episodios la confirmación de un rol clave por parte
de Mauricio Macri, cosa que los libertarios también hubieran
preferido evitar. Sin la participación decisiva del ingeniero, los dos vetos
hubieran caído y tampoco habría habido Ley “Bases”. Consciente de esto, el
expresidente ya avisó a su propia tropa y a los ajenos, que es la última vez
que le da un cheque en blanco al oficialismo. En adelante, todo se deberá
negociar, es decir que, cada uno de los proyectos que se discutan con el Gobierno
deberán tener en cuenta los puntos de vista –y exigencias– que el PRO
proponga. Se acabó la pasividad. Es un decir: “hasta acá llegamos” que expresa
el nivel de fastidio de Macri quien, hasta aquí, se ha sentido usado. Ya se
sabe que, por ahora, no hay ninguna posibilidad de fusión entre el PRO y LLA.
Hay una diferencia muy fuerte entre el expresidente y Milei. Macri aboga por el
diálogo con los sectores afines de la política. Mileiy su entorno, en cambio, no. Desprecian esa
herramienta. Ese es un problema grande. Si bien, tras lo ocurrido en la Cámara
de Diputados con los dos vetos, las acciones de Cristian Ritondo y Diego
Santilli van en ascenso, a fin de posicionarse como interlocutores directos del
PRO con el Gobierno, nadie sabe hasta dónde llegan.
Argentina necesita verdaderos
estadistas capaces de gobernar para todo un país sin sembrar la
discordia.
En lo concreto, el próximo hecho que requerirá de negociación será el
proyecto de ley del presupuesto. Ahí se va a necesitar también muñeca política.
Sin el apoyo de los sectores dialoguistas de la oposición –con el PRO a la
cabeza–, la aprobación del presupuesto será una quimera. “No es momento de
festejar nada, pero sí es hora de hacer valer nuestro apoyo. El Presidente debe
entender que gobernar en soledad, no es posible e implica un desgaste de su
figura que se sentirá más pronto que tarde” –aseguró uno de los protagonistas
del equipo amarillo. Otro detalle no menor al respecto: el kirchnerismo viene
fogoneando un rechazo al proyecto. Tal vez haya olvidado que en el 2010, año en
que la oposición lo dejó sin presupuesto, gobernó con amplia comodidad
disponiendo de la caja a su antojo y sin control. Por lo tanto, la oposición
debería repensar cuán funcional o conveniente resulta su idea de dejar al
Gobierno sin esa herramienta. En parte del peronismo, la UCR, todo el kirchnerismo y la izquierda, todavía se
frotan las manos por los resultados de la marcha universitaria. Deberían dejar
de lado la idea siempre presente de ganar la calle frente a un gobierno que,
aún con sus dificultades, sigue marcando la agenda. Milei ha demostrado ser un
hombre de acción, y sin una oposición seria seguirá avanzando a paso firme.
En el Gobierno se vive un momento de manifiesta euforia. El 3,5% que
arrojó el de Precios al Consumidor (IPC) se recibió con una alegría que, en
algunos casos, fue desbordante. Perforar el 4% se había transformado en una
especie de obsesión dentro del equipo económico. Dólar y riesgo-país a la baja,
y un blanqueo que supera con creces el guarismo alcanzado por el que se vivió
durante la presidencia de Macri. El oficialismo no debería confundirse ni
engolosinarse con esto. Cuando la gente va al supermercado o al almacén de
barrio, lo que vive nada tiene que ver con la euforia. Lo que abunda allí es la
penuria. Eso es lo que padecen quienes hacen malabares para comprar leche, pan,
fideos, arroz, huevos, algo de carne, verduras y frutas. Todo parece un lujo. Los
bolsillos siguen flacos, porque los salarios no llegan a cubrir las necesidades
básicas de la mayoría de la gente. Sin reactivación de la actividad económica
esto seguirá siendo así.
Mientras tanto, la confrontación no para. El acto en el CCK demuestra
que el Gobierno está lanzado a la campaña electoral, dentro de una estrategia
que tiene como objetivo marcar la agenda para así mantener la centralidad
política.
A eso ha comenzado a dedicarse con todo ímpetu Karina Milei, quien está dando pasos concretos en el
armado de su plan que tiene, como uno de sus objetivos, dar la batalla
cultural. Por eso lo de ayer en el CCK sumado a la sorpresiva y súbita
revalorización de Tecnópolis que, hasta hace un tiempo tenía destinos de
motosierra. Los libertarios han demostrado ser pragmáticos en la reconstrucción
de su propio relato. Al igual que en tiempos del kirchnerismo, pero con
ideología opuesta, la obsesión por reescribir la historia está siempre
presente. Los riesgos de esta conducta –al igual que aquella del pasado
reciente–, tienen que ver con los vaivenes abruptos que terminarán por agrandar
la grieta. Para dar esa batalla cultural enfocada en el cambio, en el Gobierno
–hasta el momento– apuestan a seguir profundizando la división. En esto
demuestran no haber aprendido una de las pocas virtudes que dejó el menemismo:
la unidad por sobre todas las cosas.
Argentina necesita de una vez por todas verdaderos estadistas capaces de
gobernar para todo un país sin sembrar la discordia entre los argentinos. El
tiempo dirá si Javier Milei tiene la capacidad de serenarse para pacificar un
país, que ya camina cansado entre tantas disputas ideológicas.