viernes, 16 de julio de 2010

Eduardo Aliverti... Las Veredas... De Alguna Manera...

Las veredas...

Lo siguiente es un encadenamiento de situaciones y opinión cuyo resultado, si se quiere, opera más por el default de algunos cuantos personajotes que en función de sesudos análisis informativos. El momento argentino es apto para, de vez en cuando, animarse a prescindir de ciertas rigurosidades profesionales. O mejor dicho, para acompañarlas de lo obvio.


Por ejemplo, se supone que a nadie, en la sociedad civil, le desvela mayormente lo que vaya a ocurrir con la disputa por el matrimonio entre personas del mismo sexo. Uno imagina que el debate está bueno para ocupar tiempo en pasajes de discusión de familia o café. Es elemental figurarse o protagonizar polémicas en las que habrá horrorizados porque los homosexuales puedan casarse y adoptar. Y gente más superada que advertirá la necesidad de que cada quien, además del derecho a hacer de su culo un pito, tenga franquicias legales idénticas a los hetero. De ahí, para arriba y para abajo, lo que venga.


Pero después, comúnmente, terminan todos en cómo les va en la vida y eso lo pauta la marcha económica general y particular; y se dan cuenta de que el casamiento homosexual es nada más que un entremés. Uno coincide con eso, visto desde cuál es su incidencia concreta en las relaciones sociales. En la interpretación política, por el contrario, ese aperitivo aparece sustanciado por gente como el cardenal Bergoglio, quien advierte que se trata de “una guerra contra Dios”, y los homosexuales una obra del demonio. ¿Por qué el jefe de la Iglesia Católica argentina no habla de lo mismo en la oportunidad permanente de sus sacerdotes pedófilos? No se ha visto que algún dignatario eclesiástico reaccionara con semejante vehemencia frente a las andanzas del padre Grassi, ya que estamos. Sólo para obviar que la Curia, tan sacrosanta y ajena a los conflictos políticos terrenales, acaba de presentar un documento con lo más santificado de la derecha peronista, y el concurso de radicales varios. El propio Bergoglio, junto con figuras como Roberto Dromi y otros arquitectos de los gobiernos de Menem, De la Rúa y Duhalde, convocan en ese libelo a rescatar la Nación cual comunicado número uno de la Junta Militar. El debate acerca del “matrimonio gay” y su pobre alcance, sobre las turbaciones prioritarias del grueso determinante de esta sociedad, se convierten así en un reflejo de las intentonas más reaccionarias. Pretenden casi una remake de la Laica o la Libre que, en derredor del sistema educativo, dividió al país durante el gobierno de Frondizi. Les falta hablar del tirano prófugo, que en su versión remozada vienen a ser las carteras y los zapatos de la yegua montonera de Cristina, y echamos los fideos.


Un poco más cercano a las inquietudes del común, también se supone, es la polémica acerca del 82 por ciento móvil para los jubilados. Un tema capaz de poner en aprietos al kirchnerismo porque, más allá de que ahora lo levante la derecha para correrlo por izquierda, es una reivindicación histórica cuya justeza no puede negarse. La negativa gubernamental a discutirlo, bajo amenaza de que estallaría el esquema previsional, oculta en parte el señalamiento de otros números. Los proyectos de la oposición se centran en que la plata puede salir casi con tranquilidad del flujo corriente de los aportes, lo cual es un disparate por donde quiera mirárselo.


Sea por el volumen de dinero que proviene del sistema (alrededor del 60 por ciento, no más, procede de aportes y contribuciones puros); por la relación entre activos y pasivos, que se redujo en forma considerable; o –precisamente– por el agregado de 2,4 millones de beneficiarios, gracias a la moratoria, hablar con semejante desparpajo de lo fácil que sería satisfacer el 82 por ciento es de una liviandad repugnante. Eso no quita que sí sea válido aceptar el convite en torno de cuál podría ser un origen de fondos genuinos, quizá no para llegar al paraíso previsional de Luxemburgo pero sí en dirección a continuar mejorando el ingreso jubilatorio. Involucra cuestiones que este Gobierno tiene como deuda; por caso, la regresividad del sistema impositivo. Tampoco puede obviarse la rebaja de las cargas patronales, dispuesta en 1993 por el inolvidable –cabe creer– Domingo Cavallo. Sobre tales aspectos no se escucha a, entre otros, la neo-trotskista Elisa Carrió, quien llama a no pagar deuda externa para mantener unos cinco millones de jubilados. Y ése sí que es un problema, porque lo inverosímil de los quién convierte al debate en irrisorio y lo priva, justamente, de la profundidad que en efecto podría poner al oficialismo en apuros.


El bloque opositor, en cambio, no pudo ponerse de acuerdo sobre la rebaja de las retenciones agropecuarias. Aquí también jugó Carrió, pero para esto en sentido inverso al de su llamado a la revolución socialista. Junto con radicales, pejotistas disidentes, macristas, se invitó al festín de bajar a un 25 por ciento la alícuota sojera y, directamente, eliminar los derechos de exportación para maíz, trigo, girasol y sorgo. Pero salieron a cruzarlos, desmintiendo el principio de arreglo, agrodiputados radicales e incluso dirigentes de la Federación Agraria, quienes ahora se acordaron de plantear una escala de retenciones propia para no perjudicar a los pequeños y medianos productores. El proyecto de lo que se conoce como Grupo A tiene una fuerte conexión simbólica con el del 82 por ciento móvil, porque elude con idéntica irresponsabilidad el agujero monumental que se produciría en las arcas públicas. Todo forma parte de la desesperación por fijar agenda que asalta al conjunto opositor desde, se diría, el alerta producido por los festejos bicentenarios. Unido a las encuestas, que tomada cual fuere muestran un repunte del kirchnerismo, el Mundial sólo impuso una pausa relativa en esa búsqueda de figuración. Ya se había registrado la foto de unidad del espacio peronista de derecha.


En el Congreso avanzaron con la modificación del Consejo de la Magistratura. El martes pasado se juntaron Cobos y el hijo de Alfonsín, para dejar estipulado que la UCR irá con un solo candidato en las próximas elecciones. Y el jueves, no importa demasiado si como producto de otra de las tantas operaciones mediáticas, surgió el trascendido de la fórmula Duhalde-Reutemann. Para variar, el santafesino mandó decir que de ninguna manera está pensando en eso; pero, claro, en realidad nunca se sabe lo que piensa. Por lo tanto, hay que tomarlo como que dejó correr. Igual que Duhalde, de cuyo entorno habría surgido la versión para que él mismo la desmienta cubriendo dos flancos: evitar enojos de los otros candidateables y a la vez plantar el globo de ensayo. Mientras tanto se fue a España para reunirse con Aznar, en compañía de Roberto Lavagna: otro al que hacen sonar como candidato a algo, que también lo desmiente y que es igualmente funcional a la necesidad de mostrar algo.


Hay definiciones que son remanidas y no por eso menos precisas. Una de ellas es que, a veces, basta con ver quiénes se paran en una vereda para saber que lo mejor, o lo menos malo, es cruzar la calle. Para protegerse, aunque sea.

© Escrito por Eduardo Aliverti y publicado en el Diario Página/12 el lunes 12 de Junio de 2010.

http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-149322-2010-07-12.html

lunes, 12 de julio de 2010

Holanda 0 vs. España 1... De Alguna Manera...

Campeón del mundo:
España pegó el grito más grande de su historia sobre la hora...

Con un gol de Iniesta, a cuatro minutos del final del alargue, los ibéricos vencieron a Holanda por 1 a 0 y ganaron su primera copa del mundo en Sudáfrica 2010; la final tuvo un muy mal arbritaje del inglés Webb, que terminó expulsando a Heitinga en los naranja.

La calabaza resonante fue testigo de cómo España se abrió paso en el glorioso mundo de los campeones. El equipo español se sumó hoy al célebre club de los ocho países que alguna vez alzaron la Copa del Mundo. El desenlace fue dramático, casi fatal, como el inicio del certamen, cuando lamentó una inesperada caída con Suiza. Después de 90 minutos guiados por la paridad, España quebró a Holanda a cuatro del cierre del tiempo suplementario. No podía ser otro que un hombre de Barcelona el héroe que le dio el título por primera vez a un país que empujó su esperanza en este equipo que unificó a españoles y catalanes. Fue Iniesta, el del gol sublime, el del remate que será leyenda.

A España le incomodó el partido de pico y pala. En cambio, Holanda reacomodó sus piezas y el estado de batalla les sentó mejor a sus jugadores. Pero el problema estalló cuando el árbitro expulsó a Heitinga y dejó al conjunto orange con un jugador menos con 12 minutos por delante.

A España se le abrieron los espacios, y Fábregas habilitó a Iniesta, que definió ante el buen arquero Stekelenburg y marcó el gol histórico.

Por un momento, Holanda extravió el aire poético que lo suele caracterizar y se entregó al choque físico. Evitó que España ejerciera el dominio de la pelota con constantes interrupciones y faltas innecesarias, algunas demasiado bruscas. A los 28 minutos del primer tiempo De Jong debió irse a las duchas después de una tremenda patada en el pecho a Xabi Alonso. El árbitro inglés Howard Webb ya había sido bastante tolerante y benévolo con Van Bommel. Pero compensó al perdonar a Puyol, a ocho minutos del cierre, cuando Robben se escapaba en soledad para enfrentarse con Iker Casillas, que siempre respondió con seguridad.

España, que había comenzado mejor, respetando la sintonía de su juego que lo guío hasta la final, se embarulló con tanto raspón y cepillo. Así, el fútbol se llamó a retiro por un instante prolongado, en el que dominaron patadas, exabruptos y hasta gestos pocas veces vistos. Sorprendió a todos lo de Heitinga, que casi marca al devolverle la pelota a Casillas tras una gentileza para que Puyol sea asistido por los médicos.

Al partido se le fueron cerrando los caminos. Los dos equipos intentaron por las bandas como por el centro. Lo mejor de España estuvo en dos cabezazos de Ramos y un remate de cachetada de Villa. En la segunda parte, a España le costó más y se acercó a partir de una pelota parada.

En Holanda, Robben y Sneijder siempre fueron inquietantes, hasta cuando retrocedieron para dar una mano en la recuperación. La mejor oportunidad la tuvo Robben, habilitado por un pase fino de Sneijder. Sin embargo, el delantero de Bayern Munich perdió en su duelo con Casillas, que salvó con el pie derecho. Fue la atajada del Mundial.

La celebración será eterna. En el primer Mundial en el continente africano, España consigue su primer título. Este equipo logró lo que no pudieron otras generaciones de estrellas, como las de Puskas y Di Stéfano. España encontró en Sudáfrica su hora más gloriosa.

Todos los campeones mundiales

2010:España

2006:Italia

2002:Brasil

1998:Francia

1994:Brasil

1990:Alemania Occidental

1986:Argentina

1982:Italia

1978:Argentina

1974:Alemania Occidental

1970:Brasil

1966:Inglaterra

1962:Brasil

1958:Brasil

1954:Alemania Occidental

1950:Uruguay

1938:Italia

1934:Italia

1930:Uruguay


© Escrito por Nicolás Balinotti y publicado en el Diario La Nación, suplemento deportivo Cancha Llena, el lunes 12 de Julio de 2010.

domingo, 11 de julio de 2010

La Fábula del Puerco Espín... De Alguna Manera...

La Fábula del Puerco Espín...


¿Alguna vez han visto un cachorro del puerco espín?, vean estas hermosas imágenes y conozcan la fabula.


La fábula del puerco espín:


Durante la Edad de Hielo, muchos animales murieron a causa del frío.


Los puerco espines dándose cuenta de la situación, decidieron unirse en grupos. De esa manera se abrigarían y protegerían entre sí, pero las espinas de cada uno herían a los compañeros más cercanos, los que justo ofrecían más calor. Por lo tanto decidieron alejarse unos de otros y empezaron a morir congelados.


Así que tuvieron que hacer una elección, o aceptaban las espinas de sus compañeros o desaparecían de la Tierra. Con sabiduría, decidieron volver a estar juntos. De esa forma aprendieron a convivir con las pequeñas heridas que la relación con una persona muy cercana puede ocasionar, ya que lo más importante es el calor del otro.


De esa forma pudieron sobrevivir.


Moraleja de la historia:


La mejor relación no es aquella que une a personas perfectas, sino aquella en que cada individuo aprende a vivir con los defectos de los demás y admirar sus cualidades.