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domingo, 22 de diciembre de 2024

Panorama Económico - Los verdaderos enemigos de Milei y Caputo y su misión final para el 2025… @dealgunamanera...

Los verdaderos enemigos de Milei y Caputo y su misión final para el 2025…

Enemigo público. Dibujo: Pablo Temes.

Saben de la economía real, el factor Brasil, el atraso cambiario, el precio de las commodities y hasta el FMI podrían conspirar contra su programa.

© Escrito por Carlos Burgueño y publicado el sábado 21/12/2024 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.


Javier Milei y Luis “Toto” Caputo tienen sus enemigos. No es el kirchnerismo, al que más que un problema, los libertarios los consideran una némesis necesaria para su crecimiento político, bajo el lema: somos nosotros o ellos (“y ya saben cómo son ellos”). Tampoco la izquierda más dura, hoy políticamente, casi marginal y desaparecida de las calles, lo que para los mileístas es uno de los principales logros del primer año de gestión. Tampoco el PRO disidente. Mucho menos los gobernadores, con la cabeza gacha a fuerza de transferencias escuálidas y dependientes del cheque extra mensual. Quizá tampoco califique la interna con su vicepresidenta Victoria Villarruel, pelea que en realidad, el propio jefe de Estado fomenta. Ninguno de estos factores políticos es el verdadero enemigo del proyecto de Milei. El real contrincante de su victoria final (en este caso, algo escueta: ganar las legislativas del 2025 e ir a una etapa superadora en el bienio 2026-2027); son los factores económicos que pueden bombardear su tren financiero, cambiario y de crecimiento del PBI. Saben Milei y Caputo, que ahí están los desafíos. En un puñado de capítulos serios y graves que parecen no querer dejarse dominar por las Fuerzas del Cielo y que plantean batalla. Dura. Complicada. Y en algunos casos, sin solución a la vista, al menos si no se quiere tomar medidas duras que alejen el apoyo fundamentalmente de la clase media.

El primero y fundamental es la economía real, donde habita la mayor cantidad de votantes y donde aún no se ven los efectos reales del eufórico festival que se vive en este segundo semestre en los mercados de capitales y financieros; en una conga que parece no tener fin. Y que esta semana, tuvo como principales números de atracción a la caída del riesgo país por debajo de los 700 puntos básicos y a las acciones de los bancos que cotizan en Buenos Aires y Wall Street. Sin embargo, la construcción, el consumo y la industria siguen sin reaccionar. En el caso de la construcción se trata incluso de un área que parece indomable. No hay actividad pública, salvo algún puñado de obras que sí o sí deben ejecutarse porque están financiadas en todo o parte por organismos financieros internacionales. El problema es la privada, donde el costo de construir está por arriba de los 1.200 dólares el metro cuadrado, un número que espanta la posibilidad de acceso de la clase media. Sólo grandes proyectos se sostienen, la mayoría, a la espera de futuros tiempos mejores. El consumo parece que recién hacia noviembre podría haber encontrado su piso de caída, lo que no quiere decir crecimiento. Sin dinero extra en el bolsillo, el mercado interno languidece y sólo hay compras de supervivencia y sostenimiento de la situación del bolsillo actual. La industria la ve de afuera. Los últimos datos de la Asociación de Industriales Metalúrgicos de la República Argentina, la actividad en noviembre mostró una baja del -7,1% interanual y respecto a octubre de este año del -0,9%. Acumula en el año una contracción de -12,9% en relación a los mismos meses del año anterior, con una capacidad instalada del 50,5%, un -4,5% por debajo del mismo mes del año previo y -8,9% debajo del promedio de 2023.

El segundo enemigo es Brasil. Y no por Luiz Inácio “Lula” da Silva en particular, enemistad que, parece, Milei y el brasileño aprendieron a pilotear. La devaluación del real acumulada del 24% anual en el 2024, es un verdadero problema para el país. Y no sólo por los argentinos que invadirán las playas de Florianópolis este verano y que (con sus colegas que viajarán a Miami, Cancún y otros destinos) demandarán una pérdida de entre mil y 1.500 millones de dólares este verano. Según el Palacio de Hacienda, ese número ya está presupuestado. No sería problema. El tema con Brasil y su moneda en caída es la pérdida de competitividad del país. Y el recuerdo de lo que sucedió en los 90, cuando ante una convertibilidad en pelea permanente por la productividad en caída del uno a uno y un déficit fiscal en dólares, una devaluación fuerte del gobierno de Fernando Henrique Cardoso provocó la debacle final. Los números marcan que esa devaluación de casi el 25% del real durante este año, con una inflación anual en el país vecino del 4,9%; cruzado un alza de los precios en el país de más de 160%; provocaron una pérdida del poder adquisitivo del real contra el peso de más del 60% en un año. Por otro lado, los precios en dólares para los argentinos caen 19% en el mismo período. Quizá la balanza comercial bilateral engañe, ya que sólo existe un déficit de algo más de 300 millones de dólares proyectados para este año. Sin embargo, hay que tener en cuenta en el análisis que ese número comenzará a ser tergiversado por las ventas argentinas de energía a Brasil. El problema será la industria. Y un detalle, mientras Argentina está desmantelando su industria de electrodomésticos y artículos para el hogar, el gobierno brasileño reforzó en las últimas horas la ayuda impositiva a Manaos; el extremadamente protegido polo industrial del país vecino. Que a diferencia de lo que sucede en la masa media criolla, en Brasil genera orgullo tener productos locales producidos con subsidios públicos.


El tercer enemigo de Milei y Caputo son los precios internacionales de las commodities, especialmente la soja. Si bien se espera una campaña extraordinaria en cuanto a la producción y el volumen de ventas al exterior, el valor de la oleaginosa se ubica por debajo de los US$ 360 la tonelada. Según los expertos del sector, a estos niveles la actividad no es rentable. Y se perderá dinero. Lo que afectará los ingresos del campo para el año próximo, donde se esperaba un número que coquetee con los US$ 23 mil millones y habrá que festejar unos US$ 18 mil millones.  

El principal enemigo que reconocen todos, es el retraso cambiario y el ingreso de dólares que no cesará en el 2025. Con la emisión de pesos esterilizada al mínimo (solo pago de deudas que no se puedan renegociar) y tres ductos de divisas abiertos (las exportaciones energéticas, las exportaciones del campo y el eventual acuerdo con el FMI); la situación parece no tender a la mejora en el 2025. Más bien a su consolidación. Todos, dentro y fuera del Gobierno, lo dicen: Argentina está cara en dólares, producto de las propias fuerzas económicas internas, y de las devaluaciones múltiples que operan en los mercados emergentes. Y puede encarecerse aún más. Algo que lógicamente provocaría más pérdida de la competitividad, alza de los costos, pérdida de exportaciones con valor agregado y auge de las importaciones de todo tipo y color. Un factor que afectará a la industria local, uno de los tres capítulos que “no arrancan”. El tema fue planteado en todas las reuniones de Pymes y Cámaras del interior, además de la Unión Industrial Argentina en su asamblea anual, un acto que fue abandonado a propósito por el oficialismo. Pero también fue el principal concepto de críticas de la última reunión Propyme, organizada por el grupo Techint, donde Paolo Rocca tomó el micrófono para quejarse de la apertura a las importaciones, especialmente desde China. El problema es hoy. Lo complejo del asunto, es que el ómnibus del plan de Milei y Caputo va en firme por una carretera donde el conflicto se profundizará.

Finalmente, los últimos enemigos están en Washington. Los técnicos del FMI que hoy tienen la responsabilidad del caso argentino, encabezados por la número dos del organismo Gita Gopinath y con la cara visible del venezolano Luis Cubeddu; no creen que el plan económico de Javier Milei sea sostenible en el tiempo, precisamente por la política cambiaria. Si bien ponderan, con aplausos de pie, el ajuste fiscal que llevó al país a superávits primarios y financieros este año, algo que se repetirá en el 2025, y consideran “espectaculares” las decisiones de desregulación de la economía que se aplican en el Ministerio de Federico Sturzenegger; creen que el retraso cambiario afecta una de las tres patas de cualquier acuerdo en firme con el FMI: el aumento de las reservas. Mira el Fondo que el número continúa negativo, pese a que el BCRA tuvo un muy buen año de compras y que no hay un ritmo creciente de recuperación de ahorros en el Central lo suficientemente fuerte y sólido como para sostener una política cambiaria de largo plazo. Creen que el problema de revaluación del peso es serio y que alguna decisión hay que tomar. Concretamente, devaluar un 20%. Esta posición es la que recibieron los enviados del Gobierno comandados por el viceministro de Economía José Luis Daza. Pero también es la que el organismo expuso en julio pasado, y que llevó a la crisis y posterior renuncia a seguir tratando con los argentinos del Director Gerente para la región, el chileno Rodrigo Valdés. Y que aún no cambió. Y que sólo una gestión personal de Donald Trump podría modificar.

Combatir, y  vencer en la contienda a estos enemigos. Esa es la verdadera misión autoimpuesta del jefe de Estado y su ministro para el 2025.



 

La cuarta experiencia histórica del neoliberalismo financiero… @dealgunamanera...

La cuarta experiencia histórica del neoliberalismo financiero…

Tasa de rentabilidad en dólares. Infografía: GP

© Escrito por Santiago Fraschina (*) el domingo 22/12/2024 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.


Argentina transita por un período de exaltación en el mercado financiero por el rally en los precios de bonos y acciones de los últimos meses. Desvinculado de la economía real y la malaria socioeconómica, este sector registra ganancias extraordinarias por un modelo económico dispuesto para valorizar el capital en dólares a corto plazo. Javier Milei y Luis Caputo creen haber descubierto un método infalible para generar una narrativa de éxito, favorecer a su base de sustentación y, a su vez, comprar tiempo. Sin embargo, el programa de Gobierno tiene bases endebles y depende crucialmente de la confianza del mercado, que es siempre una variable gelatinosa.  

La devaluación inicial del peso fue de una magnitud excesiva. Eso aceleró dramáticamente la dinámica de precios, hasta alcanzar un 51% de inflación en el primer cuatrimestre de este año. A partir de entonces, Caputo implementó un programa más pragmático que se alejó de los dogmas del paradigma “liberal libertario”. Aplicó un ajuste tradicional puro y duro. Se centró en una contracción fiscal y monetaria muy severa, tanto ajustando el gasto como haciendo uso de la “licuadora” sobre las partidas presupuestarias. Mantuvo cepos y todo tipo de intervenciones para generar un ancla cambiaria. De su fracaso previo en 2018 Caputo al menos comprendió que “las fuerzas del mercado” se lo pueden llevar puesto si abre de par en par la economía. Por esto, planchar ficticiamente al dólar hoy sigue siendo el eje de su política anti inflacionaria.  

¿Cómo funciona el “carry trade” que hoy es la columna vertebral del modelo macro? Se diseña un esquema basado en garantizar una tasa de interés en pesos por encima de la tasa de devaluación. De esa forma, se alinean los incentivos para que los grandes jugadores del “mercado” se posicionen en activos en pesos, a sabiendas de que su inversión va a crecer valuada en dólares. ¿Qué permite que los “pedaleros” nunca pierdan? El virtual seguro que garantiza el Banco Central a través de la fijación del tipo de cambio. Un simple cálculo matemático marca que la ganancia financiera por la bicicleta acumula 41,6% en el año. Son rentabilidades que no se obtienen en ningún país del mundo en tan corto período de tiempo. Constituye, por tanto, un caramelo muy tentador para los grandes jugadores del mercado, que conocen muy bien este mecanismo y siempre cuentan con información privilegiada para salir más rápido, en caso de eventuales turbulencias. Tal es la sofisticación del dispositivo de valorización financiera, que en los últimos meses empezó a tener lugar el mecanismo que se conoce como “carry exportador”. Se conoce de esta forma al cambio de temporalidad en el comercio exterior con el propósito de aprovechar el diferencial entre tasa de interés y ritmo de devaluación. Así, los exportadores anticipan sus operaciones futuras de ventas fronteras afuera, cambian esos dólares por pesos y ponen “a trabajar” esa liquidez a tasa de interés. Claro que los importadores también se suben a esta bicicleta. En ese caso se retrasan lo más posible los pagos al exterior, mientras se valorizan los pesos montados sobre la tasa de interés. En el corto plazo ambos efectos son positivos para la posición de reservas: se anticipa el ingreso de dólares y se retrasan las erogaciones. Claro que es solo pan para hoy y hambre para mañana. Cuando la bicicleta empieza a mostrar las primeras señales de desgaste, este flujo se da vuelta y corre a presionar sobre la posición de reservas internacionales del Banco Central.  


Los riesgos del esquema de valorización financiera son múltiples. Al igual que un esquema Ponzi, su sostenibilidad depende de la confianza en el funcionamiento del sistema. Cuando todo va para arriba y las ganancias no dejan de crecer, cada vez más participantes se acercan. A medida que el jugo del modelo se va exprimiendo, el margen de rentabilidad se acota. Los últimos que ingresan solo terminan pagando cara la salida de los ganadores. Mientras el financiamiento de capital está presente cubriendo ese bache, las señales de alarma no se encienden y la fiesta continúa. Pero las experiencias previas en los otros tres ciclos liberales marcan que el flujo de dólares “golondrina” no es infinito. Conforme los grandes fondos de inversión internacionales comienzan a desarrollar un proceso de toma de ganancia, las piezas caen como un dominó: el riesgo país rebota, la tasa de interés vuelve a aumentar y resurgen las presiones devaluatorias.  

En el plano productivo, los resultados son aún más aciagos. La actividad económica sufre las consecuencias de un modelo de ajuste brutal, sin ningún tipo de contemplación sobre la salud de las empresas ni el empleo local. El PBI, como medida sintética del ingreso nacional, va a caer más de 3% este año. Esto se da a pesar del agro, que crece en contraste a un año de sequía dramática por mero rebote estadístico. Neteando este efecto, el PBI caería más de 6% en 2024. Una recesión de magnitud no muy lejana al desastre de la pandemia o la crisis del 2001. En el detalle, todos los sectores mano obra intensivos presentan resultados peores al promedio. La industria y la construcción marcan los peores registros, con mermas que superan los dos dígitos. El comercio interno tampoco se destaca, con salarios famélicos y cada vez más competencia importadora. Cuesta ver cuáles serán los motores de la recuperación de cara al 2025. La economía argentina es muy dependiente del consumo privado, sobre el cual no se espera una recuperación firme dada la continuidad del programa de austeridad.  

Para que Argentina crezca con bases sólidas se necesita un programa radicalmente opuesto al que propone Milei. Un modelo que ponga el foco en el mercado interno, fortalezca ingresos y promueva una mejor distribución del ingreso. Con los mismos artífices que ya chocaron la economía hace solo cinco años es difícil que se puedan encontrar soluciones superadoras.  

(*) Director de la carrera de Economía y de la especialización en Estructura Económica Argentina de la Universidad Nacional de Avellaneda.



domingo, 15 de diciembre de 2024

Clima de Conspiración - Ya nadie es intocable… @dealgunamanera...

 Clima de Conspiración - Ya nadie es intocable…

¡Viva la libertad, carajo! Edgardo Kueider. Dibujo: Pablo Temes

El caso del senador Kueider provocó papelones entre las fuerzas del cielo y la casta, tanto kirchnerista como del PRO.

Se lee en la primera línea de “Everness” –poema de Jorge Luis Borges– lo siguiente: “Sólo una cosa no hay: es el olvido”. Parafraseando el comienzo de ese conmovedor poema, bien se podría decir: “Sólo una cosa no hay en la política argentina: el aburrimiento”.  

Eso da marco con exactitud a lo acaecido en el Senado en la sesión especial del jueves pasado, en la que se aprobó la expulsión del senador Edgardo Kueider. La sucesión de irregularidades y contradicciones –la vicepresidenta presidiendo la sesión con el Presidente ausente, por lo cual en los hechos estaba a cargo del Poder Ejecutivo; la grave inobservancia del derecho de defensa del senador eyectado de su banca; las acusaciones cruzadas entre Javier Milei y Victoria Villarruel; la posterior actitud contradictoria de los senadores de La Libertad Avanza pidiendo la nulidad de la sesión y, por ende, la expulsión del legislador entrerriano que ellos habían votado favorablemente; los senadores de Unión por la Patria impulsando la destitución de Kueider y rechazando la suspensión de Oscar Parrilli, procesado por la firma del Memorándum del acuerdo con Irán, delinea con exactitud el nivel de degradación irrefrenable que sigue exhibiendo –con pocas excepciones– la dirigencia política vernácula... Que quede claro: la suerte de Kueider está echada: más tarde o más temprano, será expulsado inexorablemente del Senado. Pero eso no quita gravedad a lo ocurrido.

Por otra parte, los hechos del jueves demuestran que en el Gobierno no hay una noción real de las consecuencias nocivas que la pelea entre Milei y Villarruel le generan. Está claro que los puentes entre ellos dos están absolutamente dinamitados. La ausencia de la vice en el discurso que por el primer año de gobierno dio el Presidente el martes 10 por la Cadena Nacional de Radio y Televisión fue muestra de ello. El ruido que produjo esa ausencia era absolutamente evitable. Era cuestión de aplicar un poco –sólo un poco– de sentido común y lógica.

Milei no quería la sesión especial del Senado. Por eso, se la culpó a Villarruel por su impericia para evitarla. En verdad, la vicepresidenta no tenía cómo hacerlo. Por eso, en estas horas de tribulaciones, hay quienes especulan con la posibilidad de que el desaguisado institucional del jueves que pone en duda la validez de la sesión del Senado, haya sido generado ex profeso por la poderosísima secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, para anular o demorar la expulsión de Kueider. Como dice el proverbio, “Se non è vero, è ben trovato”.

Verdadero o no, lo cierto es que en este clima de conspiración permanente, todo puede ser verosímil. Lo que sí es absolutamente tangible es que el Gobierno carece de una estrategia para manejar asuntos tan delicados como éste.

Como se señala más arriba, la ecuación Kueider afuera y Parrilli adentro, también representa un bochorno. El senador Oscar Parrilli, procesado por el Memorándum de acuerdo entre la Argentina e Irán, por el atentado terrorista que voló la sede de la AMIA es la constatación de la doble moral –al fin y al cabo una inmoralidad– que está en la esencia del kirchnerismo.

Cristina Fernández de Kirchner aparece como la ganadora de este grotesco. Es una victoria pírrica de poco vuelo. Puede que haya ganado un voto más en el Senado, ya que quien va a reemplazar a Kueider es Stefanía Cora, una integrante de La Cámpora. Lo que CFK no dimensiona es el deterioro que la inmoralidad de mantener a alguien tan poco presentable y desprestigiado como Parrilli le acarrea. Sigue pensando que la sociedad no cambió en nada. Por eso la foto grotesca de una supuesta unión –inexistente en los hechos– entre ella, su hijo Máximo, Sergio Massa y Axel Kicillof es la de un tren fantasma. Es el pasado que vuelve. Ni CFK ni su cohorte se hacen cargo del desastre que fue su último gobierno. Fingen amnesia y, por las dudas, en esa imagen impostada había cierta distancia entre ellos y un acartonamiento supino. La real desconfianza que se tienen entre sí, no pudo ser disimulada por la lente de la cámara.

El otro evento cargado de significado contradictorio fue la asunción de CFK como presidente del PJ. El acto en la sede de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET), en el que la exmandataria intentó reagrupar al peronismo rumbo a las elecciones legislativas de 2025 tuvo al gobernador Axel Kicillof como uno de los grandes ausentes. Tampoco hubo Marcha Peronista. La señora la desprecia, como despreció al partido durante toda su carrera política. Para matizar el encuentro, sonó la canción Fanático que Lali Espósito compuso en alusión a Javier Milei. En este caso, le sirvió de trampolín a CFK para impulsar las críticas al Gobierno.

Dijo que “la sociedad está aceptando un ajuste violento” y trató al jefe de Estado de “infantil y cholulo”. Está claro que no puede tolerar que un outsider de la política haya logrado bajar la inflación, ordenar las cuentas y, a pesar del ajuste brutal, conservar un buen caudal de imagen positiva. Los peronistas de pura cepa deberían haber tenido un poco de amor propio y evitar que la condenada los utilice políticamente una vez más. La explicación es corta y elocuente: no hay dentro del partido figuras de recambio.

En el otro extremo ideológico de la política, el PRO sigue haciendo agua. Un síntoma inequívoco de la pérdida de poder es la denuncia que recayó sobre Cristian Ritondo por departamentos y sociedades en el exterior sin declarar. Ya nadie es intocable. En el partido amarillo ven con buenos ojos la distancia de Villarruel con el primer mandatario, hay quienes ya piensan en darle asilo político si el vínculo institucional se rompiera.

Como broche de oro entre tantos papelones de la casta y de las fuerzas del cielo por igual, la Legislatura rechazó la posibilidad de sancionar ficha limpia en el ámbito de la Ciudad. Otra oportunidad perdida para elevar la calidad de la política doméstica.



lunes, 9 de diciembre de 2024

Siempre oficialistas... @dealgunamanera...

Siempre oficialistas...

Altri tempi. Álbum fotográfico. Kueider en ‘la mesa de los senadores héroes’ del 11 de septiembre. Fotografía: Cedoc.


El presidente debería recordar que un juez que adhiere al oficialismo siempre lo hará, no importa el color político.


© Escrito por Nelson Castro el sábado 07/12/2024 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

El caso del senador Edgardo Kueider tiene aire de cosa repetida. La conclusión es simple: la corrupción política en nuestro país sigue vivita y coleando. El Congreso se ha convertido en una guarida para los corruptos. Casi un aguantadero. Eso no es nuevo.

No obstante, es menester no generalizar. Hay honestos. Sin embargo, lo que pervive no son sólo los deshonestos sino también los circuitos de la corrupción. Cuando Javier Milei llamó al Congreso “un nido de ratas” cometió el error de usar la descalificación. Debió, en cambio, haber usado la descripción y hablar concretamente de los nichos de corrupción que allí subsisten.

El impactante caso descubierto en la frontera, ha dado pie a una disputa entre Milei y Cristina Fernández de Kirchner por ver a quién se le debe cargar la responsabilidad de que Kueider sea senador. La respuesta es indubitable: esa responsabilidad es de la expresidenta. La boleta electoral con la foto suya y del senador es lapidaria. Dicho esto, lo que tampoco se puede negar, es que el senador había entrado en el grupo de los predilectos del Gobierno como consecuencia de haber votado positivamente la Ley Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos junto a su par Carlos “Camau” Espínola. Hay que recordar que el Presidente había tratado de “héroes” a los diputados que votaron a favor de la ley. Por carácter transitivo, Kueider estaba en esa categoría y estaba nominado a ser el presidente de la Comisión de Inteligencia del Senado, nada menos. Afortunadamente no ocurrió. 

El senador viajó a Paraguay los días 3 y 6 de marzo, 16 y 21 de junio y 13 de octubre. Su secretaria, Lara Guinsel Costa lo acompañó en cuatro de esos viajes. Hizo uno más –sola– el día 18 de junio. En total, los dos hicieron seis viajes.

En la investigación en curso se sabrá seguramente cuáles fueron los motivos de esos desplazamientos hacia el Paraguay compartidos con su subordinada. Algún día se sabrá qué pasó esta vez para que el senador fuera sometido a la revisión que evidentemente, nunca había ocurrido. ¿Alguien lo vendió? ¿Se trata, acaso, de un pase de facturas?

“Esa plata no es mía”, dijo el legislador. Fue lo mismo que dijo Guido Antonini Wilson cuando, el 4 de agosto de 2007, fue sorprendido con 790.550 dólares que llevaba en una de sus valijas por la entonces funcionaria de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) María del Luján Telpuk. Aquella plata se supo luego que era para la campaña presidencial de CFK. La otra reminiscencia nos lleva a José López y los bolsos con 5 millones de dólares en el monasterio de Nuestra Señora de Fátima en General Rodríguez. “Ese dinero no es mío” expresó el exsecretario de Obras Públicas de los tres primeros gobiernos kirchneristas hoy preso. Más tarde, luego de prestar declaración, atinó a decir que era plata de la política.

El caso Kueider pone otra vez en superficie el tema de la ficha limpia, algo de lo cual hay una enorme necesidad. Sin embargo, lo que se ve hasta hoy en los hechos es la escasa –o nula– voluntad del Presidente de enviar el nuevo proyecto prometido para el cual, como se recordará, se convocó al destacado abogado Alejandro Fargosi. No hay indicios de que este proyecto sea enviado para su tratamiento en el período de sesiones extraordinarias del Congreso. Tampoco se ve una acción decidida para acelerar el proceso de destitución del senador entrerriano. Quien tiene sí una sorprendente voluntad para forzar el desafuero del legislador, es CFK, quien no tuvo la misma actitud antes, considerando que él ya venía siendo cuestionado por sospechas de corrupción al momento de candidatearse.

Cabría preguntarse por qué la exvicepresidenta ignoró esos antecedentes a la hora de postularse. Por lo pronto, hay un dato clave para entender esta súbita preocupación por la decencia de “la condenada” por activar los mecanismos de destitución del senador. Es que, en caso de prosperar, su reemplazante sería Stefanía Cora, referente de La Cámpora. Créase o no, a CFK volvió a preocuparle la política. En realidad, lo que necesita es volver a contar con una masa crítica de votos –dentro y fuera del Congreso– que le permitan postularse como cabeza de lista y blindarse tras los fueros para gozar de impunidad.

Existe una cuestión de fondo que es la piedra fundamental para alargar la vida de este tipo de maniobras: los interminables tiempos de la Justicia. Sobran ejemplos a lo largo de la historia política reciente y, por si esto fuera poco, vale la pena recordar las palabras del juez de la Corte Suprema de Justicia, Juan Carlos Maqueda, quien ya se había expresado sobre la ratificación de la condena a Cristina Fernández de Kirchner en la Causa Vialidad y la posibilidad de que sea el Máximo Tribunal el que defina la suerte de la expresidenta. “La Corte estudiará el caso en los tiempos correctos. Seguramente habrá un pronunciamiento en un tiempo prudencial”. ¿Cuál sería un tiempo prudencial? La respuesta es obvia. Veamos otro caso paradigmático: el expresidente Carlos Menem murió con una condena confirmada por la Cámara de Casación, pero sin que la Corte resolviera su caso y, por ende, sin que la pena empezara a hacerse efectiva. Más claro agua.

Se entiende, pues, el porqué de la necesidad de muchos expresidentes de nombrar jueces compulsivamente. Por este camino la calidad institucional no tiene oportunidad de mejorar y el caso de Javier Milei no es la excepción. La intención de nombrar al juez Ariel Lijo para ocupar un sillón en el Máximo Tribunal, es una muestra cabal de ello. El primer mandatario debería tener presente una de las mayores lecciones de la historia: un juez oficialista es oficialista siempre, más allá del color político. Lo que hoy se defiende con naturalidad, mañana sin dudas, cambiará.



domingo, 1 de diciembre de 2024

Los industriales confunden a Milei con Trump… @dealgunamanera...

 Los industriales confunden a Milei con Trump…

Error. Los industriales aplaudían a un Trump y se encontraron con un Milei. Alguien que, lejos del proteccionismo del estadounidense, los ataca y libera importaciones. Fotografía: Cedoc.

Qué habrán interpretado los industriales argentinos cuando Javier Milei les prometía eliminar al Estado y a cualquier política pública que limitara al libre mercado nacional e internacional. ¿Habrán entendido que el anarcocapitalismo consistía en defender a la industria nacional? ¿O creyeron que Milei, una vez asumido, no iba a cumplir con sus compromisos de campaña? Es posible que todo se trate de un malentendido de origen, producto del optimismo natural de los empresarios. Durante estos meses se la pasaron aplaudiendo a alguien que suponían Donald Trump y ahora descubrieron que siempre fue Milei. 

© Escrito por Gustavo GonzálezPresidente y CEO de Editorial Perfil. El domingo 01/12/2024 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.  

Esta semana la Unión Industrial Argentina celebró su trigésima conferencia. Los industriales habían invitado al Presidente y a su ministro de Economía. Ninguno de los dos fue.  

El Presidente venía de declarar en septiembre que en los últimos años los industriales “se volvieron más dependientes del Estado. A mediados del siglo pasado se decidió que todo se tenía que producir acá y, para proteger a la industria, se le robó al campo”.      

En lo económico, Milei no es Trump, Bolsonaro, Meloni, Orbán ni Abascal. Hay un solo presidente...     

Durante la campaña, Milei casi no habló de la industria. Apenas sostuvo que “van a tener que competir, ganarse el pan con el sudor de la frente o irán a la quiebra”. En la plataforma electoral de La Libertad Avanza ni siquiera le dedicó un párrafo. Los industriales medianos, grandes y pequeños pidieron reiteradamente alguna definición. Siempre les respondieron extraoficialmente diciéndoles que se iría a una “apertura comercial unilateral a la chilena”, porque “el comercio libre produce bienes de mejor calidad a mejor precio”.  

Los industriales que ahora se sorprenden con las actitudes de Milei, quizá querían creer que se encontraban ante un liberal que lo que haría sería resolver el déficit, bajar la inflación y producir una reforma laboral que permitiera producir más con una mayor previsibilidad. 

Dicen que no hay peor sordo que el que no quiere oír.  

Si Milei es un anarquista que detesta la intervención del Estado en el comercio, enemigo de los aranceles y de los límites a las importaciones; si nunca se interesó por la industria argentina y si cuando habló fue para castigar a los industriales; por qué ahora tanta sorpresa.   

Un mundo sin aranceles. En la UIA trataron de minimizar la descortesía de Milei y Caputo. Su presidente, Daniel Funes de Rioja, sólo hizo una advertencia sobre la apertura indiscriminada de importaciones: “El punto es bajo qué condiciones se abrirá la economía. Hay que mirar la experiencia internacional. Hoy tenemos a Estados Unidos protegiendo su producción, Europa, Canadá, Brasil y, desde el punto de vista de las restricciones, tenemos distorsiones fiscales.”      

Tras la confusión inicial de haber festejado a Milei como si fuera Trump, los industriales se encuentran un año después con el peor escenario. En la Argentina hay un Presidente que pretende levantar las restricciones a las importaciones y en los Estados Unidos llega otro, el verdadero Trump, que restringirá aún más el ingreso de productos importados a su país.   

Esto es: las potencias podrán ingresar sin mayores restricciones sus productos, pero el país tendrá cada vez más problemas para ingresar los suyos en esas potencias.   

En ese mismo evento, el titular de la UIA de la provincia de Buenos Aires, Martín Rappallini, se mostró compungido por los ataques presidenciales y explicó que el sector no pedía protección, sino “igualdad de condiciones para competir. El Estado debe nivelarle la cancha a la industria nacional”.     

Cuando Rappallini habla de “igualar condiciones” se refiere a tres reclamos concretos: 1) bajar la presión impositiva local, 2) mejorar la infraestructura competitiva, y 3) modernizar definitivamente la legislación laboral para igualar los costos con los de otros países. 

En cualquier caso, ya se sabe lo utópico que puede resultar intentar igualar las condiciones comerciales de las potencias con las de las naciones subdesarrollados, sin que los Estados brinden algún tipo de protección adicional. Ni siquiera las potencias lo logran.     

Proteccionismo cero. Si Murray Rothbard estuviera vivo (el 7 de enero se cumplirán treinta años de su fallecimiento) sería un duro crítico de Donald Trump y su proteccionismo. Para el anarcocapitalista, ideólogo de Milei, proteccionismo es igual a destrucción de la prosperidad económica. Lo escribió así: “El ímpetu del proteccionismo proviene de la búsqueda de privilegios coaccionados y de la restricción del comercio a expensas de competidores y consumidores eficientes. En la multitud de intereses especiales que utiliza el proceso político para reprimir y saquear al resto de nosotros, los proteccionistas se encuentran entre los más venerables. Ya es hora de que nos los quitemos de encima.”   

La agresividad asertiva de los textos de Rothbard hace que parezcan escritos por Milei.   

¿Por qué entonces la confusión del empresariado en haber creído que Milei podría ser Trump? Más aún: ¿por qué el mismo Milei admira tanto a alguien que es tan distinto a él en lo económico?    

Con los mismos parámetros por los que llama “comunista” a otros proteccionistas y defensores del Estado, también lo podría calificar así al estadounidense. De hecho, hay autores clásicos del liberalismo como el francés Fréderic Bastiat para los cuales proteccionismo y comunismo son iguales.    

La misma dudosa similitud se da entre Milei y un primer ministro como Viktor Orbán, invitado especial a la asunción del libertario. Tan lejos está Orbán del anarcocapitalismo de Milei que el húngaro explica que su modelo es una democracia “iliberal”. O sea, no demasiado liberal, con fuerte raigambre nacionalista, antiglobalista y conservadora.    

Es la misma distancia que existe entre Milei y Giorgia Meloni; una mujer conservadora, nacionalista, con posiciones antimonopólicas y un pragmatismo en su relacionamiento interno y externo que está en las antípodas del dogmatismo libertario. O lo que separa a Milei del proteccionismo nacionalista de Jair Bolsonaro; o de Santiago Abascal, líder de Vox  y heredero español del franquismo, ultranacionalista y confesional.    

Lo que une a Milei con Trump, Orbán, Meloni, Bolsonaro, Abascal y otros líderes mundiales no es el modelo económico.    

Hay un solo presidente anarco en el mundo y es argentino.   

Milei es el único que propone un sistema económico que intenta revolucionar todo lo conocido hasta ahora, y está en las antípodas del conservadurismo, el nacionalismo, el antiglobalismo y de cualquier tipo de regulación (liberal o no) sobre los mercados.   

...anarcocapitalista en el mundo y es argentino. Es el único que no quiere proteger a la industria de su país.    

¿Trump también era zurdo? Los industriales argentinos pueden estar confundidos; pero el Presidente, no. Por eso, antes para Milei, Trump ni siquiera llegaba a la categoría de liberal: “Creer eso es de zurdo burro”, solía decir.    

Hoy es Presidente de la Argentina y se aferra a estos “socios” internacionales por el solo hecho de que no tiene otros presidentes libertarios con los que asociarse.  

En su camino solitario hacia un mundo sin Estados, en el mientras tanto se une a aquellos líderes que no buscan eso, pero que al menos representan a los sectores sociales más refractarios a lo que, genéricamente, se denomina el progresismo. Como él.  

Todos ellos enfrentados a la corrección política internacional, como la defensa de las minorías, las políticas de género o el cuidado del medio ambiente. Son líderes igualados por un mismo populismo comunicacional, violento y enfrentado al escrutinio de los medios críticos tradicionales.  

La confusión ideológica de los industriales parece similar a la de otros liberales y republicanos del PRO, del radicalismo y de cierto peronismo, que creen que Milei también es liberal y republicano.  

Y eso pese a lo que el Presidente les dice y les hace cada semana.  

Lo que confirma, una vez más, una razonable tendencia humana.  

La de siempre creer en lo que nos gustaría que fuera cierto. 





miércoles, 20 de noviembre de 2024

En los supermercados no hay ninguna fiesta… dealgunamanera...

En los (súper) mercados no hay ninguna fiesta…
 

Mientras el Gobierno y el sector financiero celebran ganancias millonarias en los mercados especulativos, en la vida real el régimen económico de Javier Milei -precios altos, tarifazos y sueldos bajos- muestra una postal diametralmente opuesta. El consumo masivo, el básico, el gasto de las familias en productos de la canasta básica cayó 20,4 por ciento en octubre y encadena 10 meses consecutivos de derrumbe. El dato es histórico, pero hacia adelante se viene lo más duro: noviembre y diciembre, dos meses donde las ventas suelen ser altas, volverán a ser más bajas que el año pasado y Argentina tendrá, por primera vez en su historia, un año completo de caída del consumo.

© Escrito por Leandro Renou periodista del Diario Página/12 y publicado el sábado 17/11/2024 por el Portal Recursos Humanos TdF de la Ciudad de Ushuaia, Provincia de la Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlético Sur, República Argentina. 


¿La razón de este fenómeno inédito? No sólo es la recesión, que deprimió la compra de alimentos, sino que lo más importante es que los tarifazos del Gobierno, que duplicaron a la inflación, les quitaron a las familias el excedente que utilizaban para comprar productos básicos. Para ser justos, hay que advertir, también, que los datos del último bimestre ya comparan con una base alta de consumo, que tiene que ver con el recalentamiento de precios que hubo en plena campaña presidencial. Pero ese dato explica sólo las últimas tres comparaciones, no el resto del año, donde el consumo se derrumbó a igual nivel, comparando con bases incluso negativas.  

Los datos surgen del último informe de la consultora Scentia, que trabaja para el sector comercial midiendo, en todo el país, tickets en todos los canales de venta (hipermercados, comercios barriales y pymes). El informe, al que accedió Página /12, refleja que, de sostenerse la tendencia, el año terminará con una caída de 12,8 por ciento. Para ver la foto completa, el Gobierno anterior dejó un consumo creciendo al 7,7 por ciento en noviembre, y ya en diciembre, post devaluación de Milei (que dejó los precios de la comida a niveles récord), se desaceleró a 1,4 por ciento. De allí en más, todo fue negativo: caída de 3,5 en enero, del 4 en febrero, del 7,4 en marzo, del 13,7 en abril, 9,9 en mayo, 12,4 en junio, 16 en julio, 17,2 en agosto, 22,3 en septiembre y 20,4 en octubre. 

Para tener una idea de lo malo que fue este año y para evitar lecturas erróneas de que las bajas se deben a comparaciones con bases altas, hay que ver los números del 2023 de enero a mayo, donde hubo cifras bajas o negativas de consumo: en enero del 23, el consumo cayó 1,1 por ciento (en enero de este año un 3,5), en febrero del 23 la caída fue del 1,6 (este año un 4 por ciento), en marzo del 23 subió 1,6 (marzo de este año cayó 7,4), en abril del 23 hubo una caída del 0,3 (en este abril la caída fue de 13,7 por ciento). En mayo del 23, en tanto, el consumo cayó 3,1 (en mayo de este año cayó casi 10 puntos).  

No se salva nada ni nadie. 

Uno de los síntomas de esta crisis es que el consumo no está yendo a ningún lugar, no cambia de canales. Según Scentia, las ventas en hipermercados en octubre cayeron 20,7, y en chinos y barrios un 20,2. 

En paralelo, si se mira lo que pasó por rubros, todos los sectores tuvieron ventas negativas. Impacta, sobre todo, el derrumbe de ventas en Bebidas y productos de Higiene y Limpieza: Bebidas con Alcohol se desplomó 22,3 por ciento en octubre; Sin Alcohol un 21,7; Higiene y Cosmética un 25,8; y Limpieza del Hogar un 18,2 por ciento.  

En Alimentos, la caída fue del 17 por ciento, al igual que Perecederos. El dato de color, los Impulsivos, las golosinas que se encuentran cerca de las cajas: las ventas cayeron arriba de los 29 puntos. 

Los tarifazos, una bomba al bolsillo. 

En este escenario, no sólo los super advierten que esta caída del gasto responde a que la gente no tiene margen para ir al comercio una vez que paga los costos fijos. También lo hacen cada vez más consultoras económicas. 

La firma Vectorial, que comandan Haroldo Montagú y Eduardo Hecker, advirtió ayer que los precios de los servicios, "con un incremento del 4,3%, continúan superando ampliamente a los precios de los bienes 2,1% en el índice. Los precios relativos al interior del índice se siguen “acomodando y rubros como Transporte y Salud ya se alinearon a los valores del 2019". Y agregan que "la depresión del consumo moderó el alza en alimentos y bebidas 1,2%, el rubro que más pesa dentro del índice. Las diferencias entre las canastas de consumo del IPC oficial y una que refleje patrones de consumo actuales evidencian una distorsión significativa en las mediciones, mostrando que la caída real del salario podría duplicar la reportada oficialmente".  

Por su parte, EPyCA consultora, la firma de Martín Kalos, también dio a conocer un análisis general de la economía que refleja que "mientras la inflación promedio en el año fue de +107% interanual., para la división Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles fue de +217%, para Comunicación +169% interanual y para Enseñanza, +151%, que son las divisiones de mayores aumentos". Asimismo, precisan que "el IPC no se calcula a partir de un promedio simple, sino que las distintas divisiones se ponderan en base a la distribución de los gastos. Esos gastos fueron relevados en la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares (ENGHo) de 2004/2005. Esa ponderación no permite ver los cambios en la distribución de los salarios y en el consumo, cuando cambian los precios relativos. Por ende, el IPC actual no capta cabalmente cuánto está afectando en términos reales la inflación a los distintos tipos de variables, entre ellas los salarios. Esto alerta sobre el peso que están teniendo entre los sueldos y jubilaciones los bienes y servicios elementales que están aumentando en mayor medida que el IPC promedio, que luego se toma como referencia para negociaciones salariales y actualización de jubilaciones".  

Lo mismo se vio en el último informe de Econviews, la consultora de Miguel Kiguel, muy cercano al Gobierno. Una analista de su firma subió a las redes un gráfico mostrando que "si deflactamos los salarios con la inflación por la ENGHO de 2018, hay una caída adicional de 5,2 puntos este año". Y concluyó que, hoy, "las familias derivan una porción mucho mayor de su ingreso al pago de servicios públicos que antes".