Los industriales confunden a Milei con Trump…
Error. Los
industriales aplaudían a un Trump y se encontraron con un Milei. Alguien que,
lejos del proteccionismo del estadounidense, los ataca y libera importaciones. Fotografía:
Cedoc.
Qué habrán interpretado los
industriales argentinos cuando Javier Milei les prometía
eliminar al Estado y a cualquier política pública que limitara al libre mercado
nacional e internacional. ¿Habrán entendido que el
anarcocapitalismo consistía en defender a la industria nacional? ¿O creyeron
que Milei, una vez asumido, no iba a cumplir con sus compromisos de
campaña? Es posible que todo se trate de un malentendido de origen,
producto del optimismo natural de los empresarios. Durante estos meses se la
pasaron aplaudiendo a alguien que suponían Donald Trump y ahora descubrieron
que siempre fue Milei.
© Escrito por Gustavo González, Presidente y CEO de
Editorial Perfil. El domingo 01/12/2024 y publicado por el Diario Perfil de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.
Esta semana la Unión Industrial Argentina celebró su trigésima
conferencia. Los industriales habían invitado al Presidente y a su ministro de
Economía. Ninguno de los dos fue.
El Presidente venía de declarar en septiembre que
en los últimos años los industriales “se volvieron más dependientes del Estado. A mediados del siglo pasado se
decidió que todo se tenía que producir acá y, para proteger a la industria, se
le robó al campo”.
En lo
económico, Milei no es Trump, Bolsonaro, Meloni, Orbán ni
Abascal. Hay un solo presidente...
Durante la campaña, Milei casi no
habló de la industria. Apenas sostuvo que “van a tener que competir, ganarse el
pan con el sudor de la frente o irán a la quiebra”. En la plataforma electoral
de La Libertad Avanza ni siquiera le dedicó un párrafo. Los industriales
medianos, grandes y pequeños pidieron reiteradamente alguna definición. Siempre
les respondieron extraoficialmente diciéndoles que se iría a una “apertura
comercial unilateral a la chilena”, porque “el comercio libre produce bienes de
mejor calidad a mejor precio”.
Los industriales que ahora se
sorprenden con las actitudes de Milei, quizá querían creer que se encontraban
ante un liberal que lo que haría sería resolver el déficit, bajar la inflación
y producir una reforma laboral que permitiera producir más con una mayor
previsibilidad.
Dicen que no hay peor sordo que el
que no quiere oír.
Si Milei es un anarquista que detesta
la intervención del Estado en el comercio, enemigo de los aranceles y de los
límites a las importaciones; si nunca se interesó por la industria argentina y
si cuando habló fue para castigar a los industriales; por qué ahora tanta
sorpresa.
Un mundo sin aranceles. En la UIA
trataron de minimizar la descortesía de Milei y Caputo. Su presidente, Daniel Funes de Rioja, sólo hizo una advertencia sobre
la apertura indiscriminada de importaciones: “El punto es bajo qué condiciones se abrirá la economía. Hay que mirar la
experiencia internacional. Hoy tenemos a Estados Unidos protegiendo su
producción, Europa, Canadá, Brasil y, desde el punto de vista de las
restricciones, tenemos distorsiones fiscales.”
Tras la confusión inicial de haber
festejado a Milei como si fuera Trump, los industriales se encuentran un año
después con el peor escenario. En la Argentina hay un Presidente que pretende
levantar las restricciones a las importaciones y en los Estados Unidos llega
otro, el verdadero Trump, que restringirá aún más el ingreso de productos
importados a su país.
Esto es: las potencias podrán
ingresar sin mayores restricciones sus productos, pero el país tendrá cada vez
más problemas para ingresar los suyos en esas potencias.
En ese mismo evento, el titular de la
UIA de la provincia de Buenos Aires, Martín Rappallini,
se mostró compungido por los ataques presidenciales y explicó que el sector no
pedía protección, sino “igualdad de condiciones para competir. El Estado debe
nivelarle la cancha a la industria nacional”.
Cuando Rappallini habla de “igualar condiciones” se refiere a tres
reclamos concretos: 1) bajar la presión impositiva local, 2) mejorar la
infraestructura competitiva, y 3) modernizar definitivamente la legislación
laboral para igualar los costos con los de otros países.
En cualquier caso, ya se sabe lo
utópico que puede resultar intentar igualar las condiciones comerciales de las
potencias con las de las naciones subdesarrollados, sin que los Estados brinden
algún tipo de protección adicional. Ni siquiera las potencias lo logran.
Proteccionismo cero. Si Murray Rothbard
estuviera vivo (el 7 de enero se cumplirán treinta años de su fallecimiento)
sería un duro crítico de Donald Trump y su proteccionismo. Para el
anarcocapitalista, ideólogo de Milei, proteccionismo es igual a destrucción de
la prosperidad económica. Lo escribió así: “El ímpetu del proteccionismo
proviene de la búsqueda de privilegios coaccionados y de la restricción del
comercio a expensas de competidores y consumidores eficientes. En la multitud
de intereses especiales que utiliza el proceso político para reprimir y saquear
al resto de nosotros, los proteccionistas se encuentran entre los más
venerables. Ya es hora de que nos los quitemos de encima.”
La agresividad asertiva de los textos
de Rothbard hace que parezcan escritos por Milei.
¿Por qué entonces la confusión del
empresariado en haber creído que Milei podría ser Trump? Más aún: ¿por qué el
mismo Milei admira tanto a alguien que es tan distinto a él en lo
económico?
Con los mismos parámetros por los que
llama “comunista” a otros proteccionistas y defensores del Estado, también lo
podría calificar así al estadounidense. De hecho, hay autores clásicos del
liberalismo como el francés Fréderic Bastiat para los cuales proteccionismo y
comunismo son iguales.
La misma dudosa similitud se da entre
Milei y un primer ministro como Viktor Orbán, invitado especial a la asunción
del libertario. Tan lejos está Orbán del anarcocapitalismo de Milei que el
húngaro explica que su modelo es una democracia “iliberal”. O sea, no demasiado
liberal, con fuerte raigambre nacionalista, antiglobalista y
conservadora.
Es la misma distancia que existe
entre Milei y Giorgia Meloni; una mujer conservadora, nacionalista, con
posiciones antimonopólicas y un pragmatismo en su relacionamiento interno y externo
que está en las antípodas del dogmatismo libertario. O lo que separa a Milei
del proteccionismo nacionalista de Jair Bolsonaro; o de Santiago Abascal, líder
de Vox y heredero español del franquismo, ultranacionalista y
confesional.
Lo que une a Milei con Trump, Orbán, Meloni, Bolsonaro, Abascal y otros
líderes mundiales no es el modelo económico.
Hay un solo presidente anarco en el
mundo y es argentino.
Milei es el único que propone un
sistema económico que intenta revolucionar todo lo conocido hasta ahora, y está
en las antípodas del conservadurismo, el nacionalismo, el antiglobalismo y de
cualquier tipo de regulación (liberal o no) sobre los mercados.
...anarcocapitalista en
el mundo y es argentino. Es el único que no quiere proteger a la
industria de su país.
¿Trump también era zurdo? Los
industriales argentinos pueden estar confundidos; pero el Presidente, no. Por
eso, antes para Milei, Trump ni siquiera llegaba a la categoría de liberal:
“Creer eso es de zurdo burro”, solía decir.
Hoy es Presidente de la Argentina y
se aferra a estos “socios” internacionales por el solo hecho de que no tiene
otros presidentes libertarios con los que asociarse.
En su camino solitario hacia un mundo sin Estados, en el mientras tanto se une
a aquellos líderes que no buscan eso, pero que al menos representan a los
sectores sociales más refractarios a lo que, genéricamente, se denomina el
progresismo. Como él.
Todos ellos enfrentados a la corrección política internacional, como la defensa
de las minorías, las políticas de género o el cuidado del medio ambiente. Son
líderes igualados por un mismo populismo comunicacional, violento y enfrentado
al escrutinio de los medios críticos tradicionales.
La confusión ideológica de los industriales parece similar a la de otros
liberales y republicanos del PRO, del radicalismo y de cierto peronismo, que
creen que Milei también es liberal y republicano.
Y eso pese a lo que el Presidente les dice y les hace cada semana.
Lo que confirma, una vez más, una razonable tendencia humana.
La de siempre creer en lo que nos
gustaría que fuera cierto.