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domingo, 17 de marzo de 2024

Tiempos turbulentos… @dealgunamaneraok...

 Tiempos turbulentos…

Axel Kicillof. Dibujo: Pablo Temes.

Nadie se salva en una Argentina que intenta salir adelante, mientras es víctima de sus propios males.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 16/03/2024 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

El Gobierno sufrió su segunda derrota legislativa en poco más de un mes. La primera vez sucedió cuando decidió retirar el proyecto de ley “Bases y Puntos de Partida para la Liberación de los Argentinos” –algo desprolijo y pocas veces visto en la vida parlamentaria–, la segunda, el jueves pasado, cuando el Senado rechazó el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) del 17 de diciembre. En el caso del DNU, además, despuntó una situación de crisis entre el Presidente y la vicepresidenta. El enojo de Milei contra Victoria Villarruel se hizo público, no bien se confirmó la convocatoria a la sesión de la Cámara Alta. “La relación entre los dos, está rota desde hace tiempo”, señalan varias voces desde las entrañas del oficialismo. El epíteto más liviano que se escuchaba por los pasillos del poder contra la vice en esas horas de enojo incontenible, de Milei y de su entorno, era el de “traidora”. En las redes, los trolls del mileísmo se expresaban con una agresividad mucho mayor. Los pocos que, con algo de sentido común, consideraban que había hecho lo correcto, lo decían en voz baja para no caer en la lista negra. “Hizo lo que tenía que hacer, pero por favor, no me nombres” –se atajó un funcionario.    

Villarruel le había advertido a Milei que el Gobierno se encaminaba a sufrir una derrota contundente en el Senado.  También le advirtió que no tenía mucho margen de maniobra para postergar indefinidamente el tratamiento del DNU. El kirchnerismo tiene el dominio numérico de la Cámara Alta, por lo que, con la colaboración de algunos otros opositores, hubiera logrado el quórum por iniciativa propia.

Los gobernadores saben que necesitan del gobierno nacional para no arriesgarse a pasar un invierno malo

El episodio tuvo, en principio, dos consecuencias adversas: la primera fue que lo puso al Gobierno frente a la dura realidad de su debilidad en el ámbito legislativo, lo cual lo complica fuertemente. El oficialismo debe asimilar que el 56% de los votos con los que ganó la elección, no tiene un correlato ni en las gobernaciones ni en el Congreso. Para decirlo con más claridad: el Gobierno no tiene los legisladores suficientes ni en la Cámara de Diputados ni en la Cámara de Senadores. Además, lo ocurrido el jueves, sumado a lo que pasó tanto con el proyecto de ley ómnibus, como con el DNU, ha terminado por envalentonar a la oposición en su objetivo de atacar y poner en jaque no sólo estos proyectos, sino también la gobernabilidad. La vicepresidenta es una mujer muy inteligente y siempre supo que la aventura de gobernar en minoría le traería interminables dolores de cabeza. Una fuente parlamentaria recreó una cruda charla que tuvo con Villarruel meses antes de asumir el poder. Ambos estaban a la salida del Salón de los Pasos Perdidos, que está contiguo al recinto donde se llevan a cabo las sesiones de Diputados en el Congreso. El intercambio fue el siguiente:

X: Victoria, ¿ya tenés jefe de prensa?

V: No, por ahora, me voy a arreglar sola.

X:Pero si llegan a ser gobierno, no podés seguir así.

V: ¿De dónde querés que saque gente, si somos cuatro gatos locos?

X: Imagino que lo decís en sentido figurado

V: Te digo que somos cuatro. Los de confianza, no llegamos ni a los dedos de una mano.

A sabiendas de esta realidad, en las redes del kirchnerismo no cede el deseo de hacer caer al Gobierno.

El segundo punto tiene que ver con la credibilidad y confiabilidad que genera el Gobierno. En el Fondo Monetario Internacional la inquietud aumenta en tanto y en cuanto, no se ve ninguna voluntad por parte del Presidente de buscar acuerdos con los diversos sectores de la vida política argentina. Del mismo modo, la confiabilidad por parte de los distintos grupos empresariales, que apoyan la mayoría de las medidas del oficialismo objeta su método de confrontación permanente. Temen, con fundamento, que la soga termine por romperse. Un hombre de negocios lo describió utilizando una metáfora circense: “Por más que seas el león, no podes correr a todos con el látigo y el banquito”.

La tensión en la relación con los gobernadores aflojó, pero no terminó. Los líderes territoriales saben que necesitan del gobierno nacional para no arriesgarse a pasar un invierno malo. De hecho, uno de los entredichos que dejó la semana que pasó tuvo como protagonistas a las principales figuras de la UCR. Alfredo Cornejo y Gustavo Valdés, gobernadores de Mendoza y Corrientes respectivamente se enfrentaron a Martín Lousteau (presidente del Comité Nacional) por haber votado en contra del DNU en el Senado. Junto con Leandro Zdero (Chaco) y Carlos Sadir (Jujuy) firmaron un comunicado rechazando de plano la decisión del líder de Evolución. “Lousteau viene envalentonado, porque alcanzó un nivel de simpatía puertas adentro del partido que ni siquiera había soñado. Pero con estas actitudes termina votando junto al kirchnerismo. Podría haberse abstenido” –aseguraron en el entorno de unos de los gobernadores del norte. El vínculo de Milei con el centenario partido, parece no tener retorno y este tipo de acciones no ayuda a pacificar las aguas. La decisión es clara: ser una oposición responsable, asertiva, pero no destructiva. Que se lo vayan a explicar al Presidente.

Un fiscal implacable

Hablando de relaciones rotas, en la CGT siguen inquietos. Pablo Moyano, volvió a amenazar con un paro para “fines de marzo o principio de abril”, la eventual medida de fuerza, todavía está verde y muy lejos de reunir consenso interno de Los Gordos. Anida en el hijo del líder camionero un espíritu antidemocrático, que sólo sabe apagar el fuego con nafta. Todavía no entendió que la sociedad argentina les ha dado la espalda y ha terminado de comprender que el mote de “casta” les calza perfectamente.

Por estas horas aciagas, el ajuste y la presión sobre la clase media ha dejado de ser exclusividad del Gobierno. En la Provincia de Buenos Aires el gobernador Axel Kicillof fulminó a los contribuyentes con la suba de impuestos en bienes inmobiliarios, urbanos edificados, tierras rurales y patentes. Para que se entienda bien: el dueño de un automóvil nacional de gama media con cuatro años de antigüedad debe abonar más de 150 mil pesos de patente. El preferido de la ex vicepresidenta, está haciendo malabares para que no se le caiga la careta a la hora de criticar al primer mandatario por la suba de precios.

Nadie se salva ni resiste un archivo en tiempos turbulentos de una Argentina que intenta salir adelante, mientras es víctima de sus propios males.



   

domingo, 10 de marzo de 2024

Un fiscal implacable… @dealgunamaneraok...

 Un fiscal implacable


Javier Milei. Dibujo: Pablo Temes.

Así actúa la sociedad, atenta a que se cumpla todo lo prometido. La paciencia no da para mucho más.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 09/03/2024 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina. 


Nicolás Posse le estrechó la mano a cada uno de los gobernadores y vicegobernadores que asistieron a la reunión del último viernes convocada por el Gobierno. Para todos ellos fue la primera vez en que tuvieron la oportunidad de conocer y escuchar la voz del jefe de Gabinete, que se sentó en la cabecera de la larga mesa por la que se distribuyeron los asistentes. 
El ministro del Interior, Guillermo Francos, se sentó a la derecha de Posse. Y a la derecha de Francos se sentó Axel Kicillof. Uno y otro habían cruzado chicanas mutuas a lo largo de la semana. Durante las cuatro horas que duró la reunión en cuestión, todo eso pareció quedar olvidado. De todas formas, no viene mal señalar la incontinencia verbal del preferido de la ex vicepresidenta Cristina Kirchner.

Hace algunos días había acusado al Gobierno de montar encuentros marketineros y soltó una frase socarrona: “Si no llegamos, arranquen nomás”. Algo similar ocurrió a lo largo de su corta historia política como ministro y gobernador. Profirió largas peroratas en contra del capitalismo, el Fondo Monetario Internacional, la deuda externa y la privatización de las empresas del Estado, y terminó siendo un gran pagador, contrariamente a lo que suponía toda su puesta en escena. El caso emblemático fue la estatización de YPF: un error suyo y de su jefa política que le costó una suma multimillonaria a la Argentina.

La número dos del FMI quedó sorprendida y preocupada con lo que vio y escuchó

A la reunión con los gobernadores la precedieron dos encuentros igualmente importantes que tuvo a Francos en la Casa Rosada. El primero fue el jueves con Cristian Ritondo y Rodrigo De Loredo. Ritondo es el jefe del bloque del PRO y De Loredo, el de la UCR. El viernes por la mañana, el invitado fue Miguel Ángel Pichetto, jefe del bloque de Hacemos Coalición Federal. Con todos ellos, Francos testeó las reales posibilidades de aprobación del proyecto de ley Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos. De los tres obtuvo respuestas similares: una delegación de poderes podría ser aceptada y aprobada con los votos de los sectores dialoguistas. En cambio, la restitución del impuesto a las ganancias y la nueva fórmula del cálculo de las jubilaciones, no.

El comienzo fue bueno. En la reunión con los gobernadores el clima fue cordial, aun cuando no faltaron momentos de intensidad en la discusión entre las partes. Uno de los mandatarios provinciales dijo una frase que resonó fuerte en ese ámbito austero en el que lo único que se sirvió fue agua: “Hay que salir de las redes sociales y buscar dialogar”. Hasta aquí, es una recomendación que el Presidente no ha aceptado. ¿Cambiará?

El Gobierno necesita que se apruebe la ley ómnibus cuanto antes. Si no lo logra, las cosas se le van a hacer muy cuesta arriba. Y para obtener los apoyos suficientes en el Congreso necesita negociar. Es algo que surge de la realidad y sobre lo que se le insiste al ministro de Economía, Luis Caputo, cuando participa de foros económicos internacionales o cuando se encuentra con Gita Gopinath, la subdirectora gerenta del Fondo Monetario Internacional, de estrecha cercanía y máxima confianza del presidente de los Estados Unidos, Joe Biden. Una ley basada en el consenso es mucho más fuerte que una normativa arrancada entre gallos y medianoches.

Se abrió una puerta

Hubo alguna expectativa acerca de la posible presencia de Milei en la reunión de los gobernadores. Era la foto que los grupos empresariales hubieran deseado. Cuando hablan con potenciales inversores extranjeros que muestran interés por desarrollar negocios en nuestro país, el tema de la ausencia del diálogo surge de inmediato. Es un asunto que los inquieta. Nadie quiere invertir dinero en un país que siempre has estado lejos de ser normal. Otra preocupación, tanto de los hombres de negocios como del oficialismo, es obtener el visto bueno del GAFI.

El Grupo de Acción Financiera Internacional ya se encuentra en nuestro país capacitando al Estado para la evaluación de los estándares de calidad en la lucha contra el lavado de activos y el financiamiento del terrorismo. Un resultado negativo dejaría nuevamente al país en la lista gris del organismo, lo que impactaría de manera negativa a la hora de hacer negocios con el resto del mundo y, si fuera necesario, obtener financiamiento externo.

Sin embargo, los problemas domésticos vuelven a colocarse por encima de los intereses soberanos. Argentina necesita imperiosamente modificar la Ley de Prevención de Lavado de Activos. Es una exigencia del propio GAFI. Aunque parezca mentira, el proyecto de ley, que ya tiene media sanción de la Cámara baja y un dictamen de comisión favorable en el Senado, aún no ha podido ser tratado en la Cámara alta. ¿Los motivos? Peleas internas en la distribución y reparto de comisiones y la mano de algunos gobernadores para que sus senadores no voten el proyecto como forma de presionar al Ejecutivo en la pelea por la coparticipación, entre otras cuestiones insólitas. El plazo máximo para renovar la ley de Plaft es el 26 de marzo, sin esa ley el Gobierno deberá recurrir a un DNU para satisfacer las exigencias del organismo internacional. El problema es que gran parte del contenido de la ley –como por ejemplo la modificación de los tipos penales– no puede salir por decreto. El país vuelve a quedar preso de los dirigentes que no saben ordenar sus prioridades o, peor aún, lo saben y optan por no soltar sus privilegios.

Hablando de privilegios y de falta de visión de la realidad, ha resultado inentendible el aumento que fue otorgado a diputados y senadores a partir del acuerdo paritario firmado con los gremios de los empleados legislativos y que significó un aumento del 30% en sus dietas. Más “casta” no se consigue. Martín Menem en la Cámara baja y Victoria Villarruel en la alta no tuvieron el sentido común necesario para frenarlo y obligaron al Presidente a pedírselo públicamente. Javier Milei estaba furioso.

No se pueden cometer errores de tamaño semejante mientras el ajuste devora los bolsillos de trabajadores que no llegan a fin de mes. Por la naturaleza del ajuste que se ha autoimpuesto para ordenar el desastre fiscal –en buena hora– el Gobierno está obligado a no volver a cometer este tipo de errores no forzados. Hay demasiada sensibilidad en la sociedad toda, que actúa como un fiscal implacable, verificando que se cumpla con lo que le han prometido. La paciencia no da para mucho más.



   

jueves, 7 de marzo de 2024

El anarcocapitalismo... @dealgunamanera...

El anarcocapitalismo...


Lo mejor que se puede hacer en este momento en el país es un diálogo sin exclusiones, en el que la mayoría se ponga de acuerdo en las grandes líneas de desarrollo, que permitan que Argentina recupere el sitio que tuvo hace un siglo. Ese diálogo es posible en Uruguay y Chile, con líderes con discrepancias ideológicas mayores que las que existen aquí y pueden conducirse de manera civilizada. Si un “loco” puede conducir el país a un grado semejante de cordura, estaríamos empezando a escribir una nueva historia.

© Escrito por Jaime Durán Barba (*) el sábado 02-03-2024 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Uno de los valores que ayudó al éxito de Javier Milei es la autenticidad. Gustavo González decía en su columna de la semana pasada, que Milei se hace cargo de lo que hace, no echa la culpa a otros. “No creo, que este hombre haya estafado a sus votantes, yo creo que debe ser el candidato que más fielmente lleva a la práctica, todo lo que prometió en campaña”.

Quienes apoyan a Milei lo han seguido justamente, porque él y su entorno no se parecen a los políticos de siempre. Sus adversarios se equivocan cuando lo atacan calificándolo de “loco”, diciendo que cree en cosas extravagantes, y no se comporta como un estadista. La gente sabe que todos tenemos creencias irracionales, visitamos a los Reyes Magos en Colonia, evitamos el piso trece en un hotel. Sin embargo, la gente de la época de la red busca líderes distintos.

Algunos creyeron que Milei actuaba así porque eso le servía para la campaña, que una vez en el Gobierno se volvería “normal”, podía aceptar el rol de personaje decorativo, traicionando a su entorno, entregando el manejo a los que “saben gobernar”.

Pero Milei no tiene temperamento de títere. Está en el otro extremo. Supone que tiene una misión histórica que debe cumplir, confía plenamente en quienes colaboraron en su corta y meteórica carrera política, nunca los cambiaría por personas que tienen otra ideología y otra forma de ver la vida.

La polémica política se reduce hoy, a acusaciones
personales y morales.

En América Latina, sobre todo desde que acabó la Guerra Fría, existen peregrinos de la democracia, que van de tienda en tienda buscando un cargo. Pueden pronunciar un discurso de izquierda, de derecha o de extrema cualquier cosa, con tal de que les concedan un espacio.  No es el caso de Milei y su entorno. No quieren el poder por el poder, pretenden poner en práctica sus ideas, dijeron siempre que eran anarco- capitalistas, no mantienen las formas ni la mentalidad conservadora del antiguo establecimiento.

En el discurso de Milei, hubo siempre una unidad entre lo místico, lo sobrenatural, lo religioso y lo político. En un país en el que casi la totalidad de los islámicos reza cinco veces por día y el 90% de los católicos no va a misa los domingos, el tema religioso pesa en el entorno del presidente.

En Argentina parte de la burocracia de la Iglesia Católica se ha comportado como un partido populista de izquierda, con la pobreza como el tema que articula sus intereses. El Papa actual, Jorge Bergoglio, es argentino y representa a esa forma de entender la religión. Milei en cambio, hace gala de su vínculo con el judaísmo, manda mensajes en hebreo, una de sus prioridades fue visitar Israel y rezar en el Muro de los Lamentos. La vicepresidenta Victoria Villarruel, pertenece a la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, congregación de católicos tradicionalistas liberada por Marcel Lefebvre, que mantiene una relación conflictiva con el Vaticano, porque no aceptan las reformas introducidas por el Concilio Vaticano II. El secretario de Culto es evangélico.  Todo esto es parte de la libertad de cultos que honra a la Argentina, pero llama la atención cuando se produce en el país del que es oriundo el Papa.  

Milei y su entorno dijeron siempre que son anarcocapitalistas. Algunos políticos y analistas no los escucharon y creyeron que todo el que quiere el “cambio” es lo mismo, que se podía fusionar el liberalismo de Juntos por el Cambio, con el anarco- capitalismo.

Elisa Carrió dijo en una entrevista que si se leía lo que significa el anarcocapitalismo era fácil no equivocarse. La inmensa mayoría del PRO, los miembros de la CCC y del radicalismo son republicanos, pretenden construir instituciones.

En cambio, el anarcocapitalismo es una filosofía política y una teoría económica antiestatista. No es republicano. Quiere abolir al Estado, al que considera una asociación ilícita. Lo dijo Javier Milei como candidato, y lo repitió como presidente. En Davos trató de “socialistas” a todas las corrientes políticas de la actualidad, “ya sea que se declaren abiertamente comunistas, socialistas, socialdemócratas, demócratas cristianos, neokeynesianos, progresistas, populistas, nacionalistas o globalistas”.

Salvo el ataque innecesario contra Morales, fue el 
discurso de un estadista.

El anarcocapitalismo rechaza la igualdad económica y la justicia social. Promueve un sistema en el que cada persona es plenamente propietaria de sí misma, del fruto de su trabajo y de todo lo que haya obtenido mediante cooperación voluntaria con otros, mediante intercambio o por donación o herencia.

Toda forma de organización coercitiva es considerada ilegítima. Esto incluye al Estado que, como los sindicatos o cualquier otra organización, sólo tiene legitimidad ante aquellos que voluntariamente lo acepten.

El término fue acuñado por Murray Rothbard, autor de “The Libertarian Manifesto”, publicado en 1973, que habló primero de “anarquismo de propiedad privada” y luego de “anarcocapitalismo”.

Rothbard se opuso al igualitarismo y al movimiento por los derechos civiles, culpó del auge del Estado de Bienestar al activismo de las mujeres Promovió el revisionismo histórico y fue amigo del negacionista del Holocausto Harry Elmer Barnes. A diferencia de Milei que defiende la vida desde la concepción, el anarcocapitalismo ha defendido el aborto, el suicidio asistido, la eutanasia, la prostitución. Como consecuencia de la propiedad privada de sí mismo, la persona es libre de vender su cuerpo, entero o por partes, idea que hizo hablar a Milei de la venta de órganos durante la campaña.

Rothbard publicó, a los 36 años, su obra magna “El hombre, la economía y el Estado” en la que se opuso a lo que consideraba sobre especialización académica, tratando de crear una “ciencia de la libertad” que fusionara la economía, la historia, la ética y las ciencias políticas. Según él, la especialización es un tipo de ignorancia, porque las personas siempre se especializan en aquella disciplina en la que son peores.

El anarcocapitalismo propone que las funciones del Estado pasen a manos de empresas privadas. Todo debe ser privatizado. Hay que empezar por suprimir los subsidios y las regulaciones, para vender después las empresas y los servicios públicos y, finalmente, privatizar la educación, la salud y la seguridad. Creen que toda actividad de la sociedad puede realizarse por medio de transacciones entre privados. Para ellos, la distribución no voluntaria de las riquezas es contraria a la naturaleza.

La versión argentina del anarcocapitalismo no es exactamente igual a la norteamericana, surgió en un país en el que la izquierda está vieja y en la que los partidos no supieron adaptarse a la sociedad contemporánea. Como en el resto de América Latina, se pueden ganar las elecciones usando comunicaciones modernas, en las que lo que importa son las redes y las imágenes, que fueron el motor de la candidatura de Milei.

Sin embargo, esto ha llevado a que la mayoría de los líderes políticos y sociales dejen de lado toda discusión teórica. Actualmente la polémica política se reduce a acusaciones personales y morales. Todos los políticos se acusan mutuamente de corruptos, se meten en la vida privada de los demás, pocos discuten propuestas y puntos de vista de fondo acerca de la sociedad.

En la sociedad superficial de los algoritmos no hay lugar para la discusión de fondo. No ayuda a conseguir likes. El fanatismo ha puesto de moda el rechazo al diálogo, y la desvalorización de la negociación, columna vertebral de una democracia plural en la que deben existir distintos grupos que puedan llegar a acuerdos para convivir de manera civilizada.

La pandemia, fue el caldo de cultivo en el que se alimentó el anarcocapitalismo, sobre todo entre los jóvenes, con las medidas de confinamiento tomadas por los políticos. Milei instaló un discurso que promovía la libertad como reacción a las restricciones que impuso la crisis.

Las instituciones liberales.

Cuando escribía este artículo, tratando de comprender el anarcocapitalismo de Milei, interrumpí mi trabajo para escuchar su discurso ante el Congreso de la Nación. Algo típico de la política en la sociedad hiperconectada, es que constantemente sucede lo imprevisto. Ganan las elecciones quienes parecían no tener ninguna posibilidad, los ciudadanos cambian de preferencias a una velocidad sideral y muchos presidentes que viven meses de aceptación entusiasta, son crucificados cuando aparece de pronto un rechazo radical.

Milei es también en eso, una expresión de la cultura de la red. Cuando visitó al Papa, después del intercambio de epítetos que habían mantenido, muchos pensamos que Francisco le pondría una cara peor de la que le puso a Macri en su visita al Vaticano. Para sorpresa de todos, el encuentro pareció el de dos viejos amigos que se apoyaban fervorosamente.

En los días previos al discurso en el Congreso, muchos anunciaron que Milei leería una lista de agravios y errores del anterior gobierno, que fomentaría la mala imagen del país en el mundo. Casi todos daban por descontado que sería un discurso violento, como sus reaccionas en contra de los gobernadores y legisladores en las últimas semanas. Se suponía que haría algún anuncio que incendiaría más las relaciones que mantiene la oposición.

Pero Milei sorprendió una vez más, pronunciando un discurso que, salvo el detalle innecesariamente violento en contra de Gerardo Morales, fue el de un estadista. En vez de terminar con una provocación que incendie a las instituciones, hizo un llamado a un diálogo amplio, para llegar al 25 de mayo con diez puntos en el que todos los partidos políticos se pongan de acuerdo para señalar un rumbo de desarrollo para el país.

Desde nuestro punto de vista es lo mejor que se puede hacer en este momento en el país. Un diálogo sin exclusiones, en el que la mayoría se ponga de acuerdo en las grandes líneas de desarrollo que permitan que Argentina recupere el sitio que tuvo hace un siglo.

El diálogo entre todas las fuerzas políticas es posible en Uruguay y Chile, con líderes con discrepancias ideológicas mayores que las que existen en Argentina y pueden conducirse de manera civilizada. Si el “loco” puede conducir el país a un grado semejante de cordura, estaríamos empezando a escribir una nueva historia.

(*) Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino.



 

sábado, 30 de diciembre de 2023

Javier Milei esgrime su gran apoyo popular para transformar Argentina de forma autoritaria… @dealgunamaneaok...

Javier Milei esgrime su gran apoyo popular para transformar Argentina de forma autoritaria…

Olla popular en una protesta en la localidad bonaerense de La Matanza, este jueves 28/12. Fotografía: Gustavo Garello / LaPresse.

Una concentración de tres o más personas que impida transitar podría ser castigada con seis años de cárcel.
 

© Escrito por Robert Mur el viernes 29/12/2023 y publicado por el Diario La Vanguardia de la Ciudad de Barcelona, Provincia de Cataluña, España.  

“¡Viva la libertad, carajo!”.
Es el grito de guerra de Javier Milei, en la campaña y ahora. El nuevo presidente de Argentina, libertario anarcocapitalista, usa el término libertad para justificar todas las medidas de corte autoritario que ha tomado desde que llegó a la Casa Rosada el 10 de diciembre.


La última muestra es la denominada ley ómnibus, un decreto enviado el miércoles al Congreso por el mandatario, que consta de 664 artículos que pretenden transformar de raíz el sistema político argentino por decreto, declarando al mismo tiempo la “emergencia pública en materia económica, financiera, fiscal, previsional, de seguridad, defensa, tarifaria, energética, sanitaria, administrativa y social hasta el 31 de diciembre de 2025”, arrogándose de esta forma poderes del legislativo. Esta fecha podría prorrogarse dos años más, es decir, que regiría durante los cuatro años de mandato de Milei.

Entre las decenas de medidas, que suponen la modificación de una veintena de leyes, hay una que ejemplifica el riesgo que corre la democracia argentina con un mandatario populista cuya vicepresidenta, Victoria Villarruel, defiende abiertamente la última dictadura (1976-1983). La “congregación intencional y temporal de tres o más personas” que impida transitar libremente o proveer servicios públicos podría ser castigada con hasta seis años de prisión.

El decreto lleva por título: “Ley de bases y puntos de partida para la libertad de los argentinos” y engloba, según el propio Milei, las dos terceras partes de sus promesas electorales. Además de avanzar en la privatización de las cerca de cuarenta empresas públicas argentinas o eliminar las protecciones al sector del libro, por ejemplo, la ley ómnibus también encierra una reforma radical del sistema electoral, eliminando las primarias obligatorias que preceden a los comicios presidenciales y cambiando las listas legislativas de representación proporcional de un territorio por circunscripciones de candidatos uninominales.

La ley ómnibus es el tercer gran paquete de medidas que Milei anuncia en menos de un mes. Nada más asumir el cargo, el Gobierno anunció una decena de acciones económicas de urgencia en un país que tiene un 161% de inflación, advirtiendo que a corto plazo ese índice de precios seguiría incrementándose. El Ejecutivo devaluó el peso un 50%, suspendió la licitación de obra pública, eliminó los subsidios a la energía y el transporte, anunció una reducción del número de funcionarios públicos o suspendió la publicidad institucional en los medios de comunicación.

Unos días después, el 20 de diciembre, el presidente ultraderechista, sancionó otro megadecreto –que entró en vigor este viernes, aunque también debe ser ratificado por el Congreso- que modifica o deroga más de 300 leyes y que tiene por objetivo acelerar la desregulación de la economía sentando las bases para las privatizaciones de empresas públicas, el fomento de la medicina privada o la liberalización de sectores como el vitivinícolas, el aerocomercial o el inmobiliario.

Esta semana ya se concretó el despido de 5.000 empleados públicos temporales que habían ingresado en la administración durante el 2023 y cuyos contratos, que finalizan mañana 31 de diciembre, no serán renovados.



   

miércoles, 22 de noviembre de 2023

Entrevista a Eduardo Rinesi. Las razones y los votos…

 Entrevista a Eduardo Rinesi. Las razones y los votos…


Eduardo Rinesi

¿Cómo se explica el resultado del balotaje? Lejos del recurso fácil del desprecio o la simplificación, el politólogo apuesta a interrogar el sentido del sufragio a favor de Milei.

© Escrito por Osvaldo Aguirre el miércoles 22/11/2022 y publicado en la Revista Acción de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

A horas de la elección que consagró a Javier Milei y Victoria Villarruel como presidente y vicepresidenta de la Argentina los análisis resultan provisorios. El triunfo de La Libertad Avanza estaba dentro de las previsiones, pero no con la cantidad de votos que obtuvo. En la coyuntura, Eduardo Rinesi destaca la necesidad de evitar explicaciones apresuradas y de reflexionar «sin desprecios fáciles a la inteligencia y a la moralidad de los demás y con disposición a revisar nuestros propios modos de pensar».
Rinesi fue rector de la Universidad Nacional de General Sarmiento, donde actualmente es Consejero Superior y dirige la Carrera de Especialización en Filosofía Política; también integró el espacio Carta Abierta, es docente en la Universidad Nacional de Córdoba y en el Colegio Nacional de Buenos Aires y ha publicado numerosos libros sobre teoría social y filosofía política. «Enfrentamos un programa de gobierno que tendrá consecuencias destructivas para la vida social argentina», advierte.

–Después del último debate entre los candidatos hubo una expectativa por las chances de Massa que finalmente hizo más categórico el resultado de la elección. ¿Cómo observas la composición del voto a Milei?
–Está claro que hay muchas cosas que no vimos. Una es la que vos decís: el salto entre los argumentos presentados en un debate y la decisión de voto de la gente. Otra: creo que nos dejamos entusiasmar por el hecho de que una cantidad de organizaciones, instituciones y colectivos se habían expresado muy contundentemente en contra de Milei y en muchos casos a favor de Massa, porque pensamos que esas manifestaciones iban a determinar las decisiones individuales de los miembros de esos colectivos, o expresaban sus opiniones personales, mucho más que lo que lo hicieron. Fue un latiguillo repetido el de que a Milei lo votaban los repartidores de pizza; pero eso no explica el 55% de los votos con los que ganó.

–¿Qué se agregó a esa base de votantes?
–Todo esto es en borrador, a horas del escrutinio. Pero me parece que hay que sumar a lo que ya sabemos sobre la «desafiliación» de mucha gente (la palabra es de Robert Castel, y entre nosotros la usó Denis Merklen para pensar el 2001 y el 2002) respecto a las formas más estructuradas del mundo laboral, político o social, otra cosa que tal vez podamos llamar la «desafección» de millones de personas que sí forman parte de esas estructuras, pero que no necesariamente piensan o actúan como las declaraciones públicas de las dirigencias de esos colectivos nos podrían hacer pensar que deberían hacerlo. Digo: ni los hinchas de fútbol votaron como parecía sugerir que iban a hacerlo la declaración de la dirigencia de la AFA ni los estudiantes y los trabajadores de nuestras universidades votaron como parecía indicar que iban a hacerlo según la declaración que sacó el Consejo Interuniversitario Nacional.

«No diría que este es un país de desmemoriados, de reaccionarios ni de tontos. El voto en esta elección debe ser motivo de una reflexión mucho más serena.»

–¿Qué votó el que eligió a Milei?
–No lo sé. Sí sé que debemos evitar suponer que votó un sinsentido. El voto a Milei hacía, hizo, todo el sentido para quienes lo eligieron. No supongamos que nosotros podemos responder a la pregunta por el sentido de lo que votamos al elegir a Massa con una respuesta razonable y que los que eligieron a Milei no pueden responder a la pregunta por el sentido de lo que votaron sino con insensateces. Preguntémosles. Cuando andamos por la historia suponiendo que las únicas razones son las nuestras, nos pegamos sorpresas como esta que nos acabamos de pegar, que nos llevan a condenar rápidamente como irracionales o ignorantes de sus verdaderos intereses a quienes nos revelan que el mundo era más complicado que lo que creíamos.

–En el Día de la Soberanía Nacional, Milei anunció que privatizará Aerolíneas, YPF y los medios públicos. Nadie puede decir que no cumple una promesa.
–Ese anuncio, en efecto, no nos sorprende. Lo que me parece, ya que aludís a la idea de soberanía, es que vale la pena preguntarnos por el sentido de lo que dice Milei cuando dice la palabra que funciona como eje central de su discurso: la libertad, a la que piensa en los términos de un anti-estatalismo extremo, que es el que busca realizar con estas privatizaciones que ha anunciado y, más en general, con la fuerte reducción de las funciones del Estado que se propone llevar adelante. El problema es que en el modo en que solemos pensar la idea de libertad, que hereda las grandes tradiciones liberal, democrática y republicana, la libertad requiere y no rechaza, en su defensa, la intervención del Estado. Si creemos, como nosotros creemos, que nadie puede ser libre en un país que no lo es, para que haya libertad de los individuos tiene que haber libertad colectiva del pueblo, es decir, soberanía. Ahora: Milei no cree eso (y esto es lo que tenemos que discutir con él), porque no sostiene su idea de libertad sobre ninguna de esas tres tradiciones que mencioné, sino sobre un libertarianismo radicalmente individualista que expulsa a la noción misma de comunidad de su pensamiento.

«Fue un latiguillo repetido el de que a Milei lo votaban los repartidores de pizza; pero eso no explica el 55% de los votos con el que ganó.»

–¿Qué dice la elección de un candidato de ultraderecha acompañado de una negacionista de la dictadura en el marco de los 40 años de democracia?
–La pregunta es si algo de los grandes consensos que se fueron construyendo a lo largo de estos años corre el riesgo de resquebrajarse. Si atendemos a la superficie de los discursos de Milei y de Villarruel, diría que sí. Sin embargo, no me apuraría, y esperaría a ver qué dice sobre este asunto en particular (sobre todo si el presidente electo quiere llevar al plano de las políticas públicas las consecuencias de sus postulados sobre estas materias) una ciudadanía que no me parece que haya olvidado esos consensos. Se dijo mucho en estos últimos días: el voto a un candidato no supone necesariamente la adhesión a todos y cada uno de sus postulados. Creo que Milei no lo ignora. De hecho, sus primeras declaraciones y decisiones no se refirieron a estos temas, sino más bien a la orientación que quiere dar a la política económica.

–También habló de volver a la Argentina del siglo XIX, como su utopía de Gobierno.
–La Argentina del siglo XIX quiere decir la Argentina anterior a 1916. El rechazo de Milei a los grandes partidos democráticos de masas es mucho más furioso que el de Macri. La Argentina a la que quiere volver no es la anterior al peronismo: es la anterior al voto universal. Su utopía es la de la república conservadora de la generación del 80, que es desde donde lee, por cierto, muy sesgadamente las ideas de la generación del 37 en general, y de Alberdi en particular.

«Para que haya libertad de los individuos tiene que haber libertad colectiva del pueblo, es decir, soberanía.»

–El programa del nuevo Gobierno supone también volver a la universidad anterior a la Reforma de 1918. ¿Es posible?
–Las ideas que viene anunciando Milei sobre la Universidad implican, en efecto, un gran retroceso, y son además contrarias a una ley de la nación, la de Educación Superior, reformada en 2015, que indica que no se puede cobrar por garantizar el ejercicio de lo que esa misma ley considera un derecho universal. El problema es que Milei no cree en los derechos. O solo cree (mucho: lo repite todo el tiempo) en uno, que es el derecho a la propiedad privada, que es un derecho raro, porque, en la organización actual del mundo, no es, justamente, un derecho universal, sino un derecho particular… de los propietarios. El derecho a la educación superior, en cambio, sí es un derecho universal, que es o que tiene que ser de todo el mundo, y que para que lo sea de manera efectiva y cierta reclama la intervención activa del Estado. Milei no cree que eso esté bien. El pequeño problema que tiene es que eso no es una idea de algún loquito suelto: es lo que dice el texto de una ley. Hago votos porque el Gobierno que se inicia administre el país en el respeto de las leyes.

Hotel Libertador. Primer discurso de Javier Milei tras su consagración como presidente electo. Fotografía: Télam


–Milei plantea un programa económico que remite a épocas traumáticas del pasado reciente y reivindica a Margaret Thatcher, con lo que significa respecto de Malvinas. ¿No importa la experiencia histórica en el voto?
–A pocas horas de la elección no me apuraría a decir que este es un país de desmemoriados, de reaccionarios ni de tontos. El voto en esta elección debe ser motivo de una reflexión mucho más serena. Y que debemos hacer sin automatismos del pensamiento. El pasado al que nos referimos cuando reclamamos tener memoria no forma parte de la experiencia vital de la enorme mayoría de los argentinos y de las argentinas. No me parece que debamos suponer que todo sujeto que fue a votar sea un conocedor de la historia de la Argentina anterior a su nacimiento, y eso no debe ser motivo de una rápida condena, sino de una reflexión. En todo caso, deberemos preguntarnos qué hemos hecho en relación con la transmisión de esa historia.

–¿Cómo podría comenzar la reflexión?
–Sin autocomplacencias, sin coartadas, sin desprecios fáciles a la inteligencia y a la moralidad de los demás y con disposición a revisar nuestros propios modos de pensar. Porque es cierto que fue difícil ser oficialismo en medio de la pandemia y de la sequía, es cierto que fue duro administrar un país con la deuda que el Gobierno anterior le había dejado y es cierto que la ultraderecha es un fenómeno global. Pero estas obviedades no deberían agotar nuestra reflexión: si no avanzamos un poco más que esto, estamos fritos.

–Los libertarios parecen moverse con consignas que clausuran la discusión antes que con discursos. ¿Cómo se puede debatir en esa escena?

–El Gobierno que tendremos será un Gobierno fuertemente doctrinario, que tiene un programa y que tiene una teoría. Tiene frases eficaces, desde luego, como las tuvo el peronismo y como las tiene toda fuerza política que se precie. La política siempre tiene algo de consignismo. Me cuidaría de pensar que enfrentamos un conjunto de frases sueltas y delirantes. Enfrentamos un programa que tiene una teoría. Una teoría que me parece que está mal, y cuya aplicación tendrá consecuencias que van a ser muy destructivas para la vida social argentina. Pero no diría que estamos apenas ante un conjunto de frases vacías. Eso sería muy autocomplaciente, y de autocomplacencia ya tenemos bastante.