sábado, 14 de febrero de 2009

Cortázar y sus lecciones de libertad...

A 25 años de la muerte del escritor en Francia

Cortázar y sus lecciones de libertad

El 12 de febrero de 1984, un domingo del que se acaban de cumplir veinticinco años, Julio Cortázar murió en el hospital St. Lazare, en París. Un mes antes había atravesado por última vez la puerta de la casa de la rue Martel, donde se refugió tras la pérdida de Carol Dunlop, el gran amor de su vida. En diciembre había regresado a Buenos Aires para celebrar en las calles la reconquista de la democracia. Pidió una audiencia con el presidente Raúl Alfonsín, pero regresó a París después de esperar en vano una respuesta.

Más de una vez hablé del tema con Aurora Bernárdez, su primera y devota esposa, a quien el escritor confió el cuidado de su obra. Aurora, que lo conoció como nadie y estuvo junto a su cama en los días finales, recibió por terceros una explicación del incidente, según la cual nadie le avisó a Alfonsín que Julio quería verlo. Un literato notorio habría sugerido a los asesores que el presidente no lo recibiera, porque la figura de Cortázar, demasiado identificada con los movimientos revolucionarios de Cuba y de Nicaragua, irritaría a los militares que aún no se habían retirado por completo. Aurora supone que debió de ser así y desliza el nombre de alguien que, según ella, jamás le perdonó a Julio el lugar de privilegio que ocupaba junto a otros grandes como Fuentes y García Márquez.

Cortázar nunca se repuso de esa herida. Sabía que no iba a regresar, que la leucemia le dejaba pocas incertidumbres sobre la proximidad de la muerte. Se llevó, al menos, el cariño de los jóvenes que lo reconocieron por la calle, los recuerdos de un par de jueves de ronda con las Madres de Plaza de Mayo, los aplausos que lo hicieron llorar en una función de Teatro Abierto.

Por medio de un amigo dejó un mensaje al presidente de la democracia recuperada: "Ojalá que todo le salga bien". Se dirigía a Alfonsín, pero también a su país. Porque, como siempre creyó, su país era la Argentina: "Mis lectores me consideran un escritor argentino, incluso muy argentino", le dijo a Luis Harss en la entrevista que se incluye en Los nuestros, el libro que dio forma al boom. "Creo que ser argentino es participar en una serie de valores y disvalores, en los planos más diversos, en asumirlos o rechazarlos, en entrar en el juego o tirar la pelota afuera."

Entre los papeles inéditos que Alfaguara publicará a comienzos de mayo -cinco cajones repletos que Aurora encontró a fines de 2006 en la vieja casa de Grenelle, donde ambos vivieron durante más dos décadas-, hay una entrevista a sí mismo en la que Cortázar se refiere a su identidad.

Al dictador Roberto Viola le habían pedido una opinión sobre argentinos exiliados a los que él consideraba enemigos del país, agentes de la subversión y otros cargos por el estilo. Cuando se mencionó el nombre de Cortázar, Viola fingió sorpresa: "Que yo sepa", dijo, "ese señor es francés y no tiene nada que ver con nosotros." Luego de treinta años de vivir en París y de dos rechazos a su petición de ciudadanía, el gobierno socialista de François Mitterrand al fin le había concedido a Cortázar la doble nacionalidad, para ahorrarle nuevos trastornos burocráticos.

Julio se sintió en la necesidad de distinguir entre "lo que va del patriotismo legítimo al nacionalismo de consignas y arengas". En la entrevista -entregada al semanario brasileño Veja - declaró que el pasaporte francés lo hacía sentir más argentino y más latinoamericano que nunca, puesto que lo proveía "de nuevos medios y de nuevas fuerzas para seguir luchando contra los regímenes que infaman el Cono Sur".

En París, Cortázar había escrito una decena de libros en castellano dedicados al público de la Argentina y de América latina. Que eso importara menos que un documento de tapas azules le parecía pura lógica de cuartel. "Sé dónde tengo el corazón -escribió- y por quiénes late."

Siempre lo había sabido, o acaso sea más preciso decir que lo descubrió en su lenguaje al pasar de Los reyes (1949), poema dramático muy torre de marfil y muy laberinto griego, a los cuentos de los tres libros siguientes, Bestiario (1951), Final de juego (1956) y Las armas secretas (1959). Quizás importe precisar que, en ese tránsito, se graduó de traductor y se mudó a París, donde tomó conciencia de su argentinidad esencial.

La amistad con Fuentes y Vargas Llosa le permitió entender que las raíces de su país estaban en América latina, décadas antes de que la crisis económica le revelara a la Argentina que su realidad se parecía más a las realidades mestizas del continente al que pertenecía que a las de la Europa que la había educado.

Escribía desde niño, aunque sólo para sí mismo. "Como tengo una idea muy alta de la literatura -le dijo a Harss-, me parecía muy estúpida la costumbre de publicar cualquier cosa como se hacía en la Argentina de entonces." Los reyes le pareció, a los treinta y cinco años, un texto serio. Y lo era, pero también era un texto anacrónico. Poco a poco le fue perdiendo respeto a la literatura, entró en confianza y terminó burlándose de ella.

Estaba a un paso de cumplir medio siglo cuando publicó Rayuela . En los Papeles inesperados de Alfaguara se incluye una evocación que hizo diez años más tarde, en la que declara su asombro porque los personajes individualistas de su novela, absortos en búsquedas metafísicas, hubieran sido capaces de atraer a una generación que soñaba con cambiar el mundo, no para ellos sino para todos. "Mientras los «viejos», los lectores lógicos de ese libro, escogían quedarse al margen, los jóvenes y Rayuela entraron en una especie de combate amoroso, de amarga pugna fraterna y rencorosa al mismo tiempo, e hicieron otro libro de ese libro, que no les había estado conscientemente destinado."

Ese libro, sin embargo, iba a deslumbrar a más lectores de los que Julio se atrevía a imaginar. E iba a hacerlo durante más tiempo que cualquier otro libro de la época, llevándose por delante a viejos y jóvenes y a las generaciones para las que él sigue siendo el autor muerto de una obra viva, al que se relee en estado de incesante sorpresa.

Estos Papeles inesperados rescatan tres nuevas historias de cronopios, famas y esperanzas, y un capítulo omitido de Libro de Manuel , junto con reflexiones sobre su obra y sobre la política de aquellos años, desventuras de su álter ego Lucas en lucha con las erratas, y hasta un juvenil Discurso del Día de la Independencia que su madre guardó desde 1938.

Esas ráfagas del más puro Cortázar coinciden con los homenajes que le tributa la ciudad de sus amigos y a la que dedicó una maravillosa elegía sobre los paisajes perdidos para siempre: "las lecherías abiertas en la madrugada", "el superpullman del Luna Park", "la fealdad de plaza Once", "el reloj de la torre de Retiro", "los olores de la platea del Colón", "las aceras mojadas de la calle Corrientes".

Recuerdo que en 1972, cuando volvió a Buenos Aires por muy pocos días, me habló de los movimientos incesantes del lenguaje nacional: "Antes -dijo, mostrando un billete de mil pesos- a esto se lo llamaba «fragata» y ahora se le dice «luca»". Le respondí que la constante devaluación del peso iba a librarnos pronto de esa desorientación lingüística, pero al leer en sus nuevos textos la expresión "diez guitas" advertí cuán alerta se mantenía ante esa lengua que era suya, la de su país y la de su obra.

Si Borges dejó en la literatura argentina el lujo de una escritura inteligente en la que cabía el universo, Cortázar enseñó a trastrocar todos los órdenes del lenguaje y a recuperar el desdeñado acento latinoamericano. Rayuela fue, en muchos sentidos, la cifra de generaciones. Es una felicidad rebelarse contra el mandato que Cortázar inscribe en el Tablero de Direcciones de la primera página y releer la novela en desorden, abriéndola en cualquier parte. El autor aconsejaba seguir cierto orden en los capítulos, pero no se habría quejado de la desobediencia, porque estaba a favor de todas.

En la Argentina, y me consta que también en otras partes, Cortázar fue el resumen de su época. Los sesenta y las décadas que siguieron le deben la libertad para hablar de sexo, criticar las costumbres pequeño burguesas, quitarles el almidón a las palabras y a las cosas. Libertad era su consigna, el santo y seña de su generosa vida. Y porque la aspiración de ser libre está en el aliento de la especie humana, la obra de Cortázar se sigue leyendo con pasión, a veinticinco años de su muerte, como si todavía estuviera escribiéndola.

© Escrito por Tomás Eloy Martínez y publicado en el Diario La Nación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 14 de febrero de 2009.



A 25 años de la partida Julio


"... la rayuela es un juego que se juega con una piedrita, que hay que empujar con la punta del zapato. Ingredientes: una acera, una piedrita, un zapato, y un bello dibujo con tiza, preferentemente de colores. Enlo alto está el Cielo, abajo está la Tierra, es muy difícil llegar con la piedrita al Cielo, casi siempre se calcula mal y la piedra sale del dibujo. Poco a poco, sin embargo, se va adquiriendo la habilidad necesaria para salvar las diferentes casillas ... y un dia se aprende a salir de la Tierra y remontar la piedrita hasta el Cielo; lo malo es que justamente a esa altura, cuando casi nadie ha aprendido a remontar la piedrita hasta el Cielo, hasta entrar en el Cielo, se acaba de golpe la infancia y se cae en las novelas, en la angustia al divino cohete, en la especulación del otro cielo al que también hay que aprender a llegar. Y porque se ha salido de la infancia se olvida que para llegar al Cielo se necesitan, como ingredientes, una piedrita y la punta de un zapato...

(de Rayuela, cap. 36)




domingo, 8 de febrero de 2009

Nelson Castro... Sin Aire...

Nelson Castro deja de hacer su programa en Radio del Plata

Se desvinculó formalmente de la emisora con la que tenía contrato hasta fines de 2009.


El reconocido periodista Nelson Castro quedó ayer desvinculado de Radio del Plata, emisora en la que condujo durante cuatro años su programa Puntos de vista , en la primera mañana. Mediante un convenio de rescisión, los abogados de Del Plata y Castro acordaron una compensación económica para el reconocido periodista, por los 11 meses de contrato que aún le restaban en la emisora.

Desde Córdoba, el vocero de Electroingeniería, Carlos Bergoglio, dijo a LA NACION: "Hoy se ha firmado un acuerdo, por el cual el doctor Nelson Castro ha recibido una adecuada compensación económica. A partir del mismo, las partes nada más tiene que reclamarse entre sí".

Bergoglio comenzó así el diálogo. "A partir del lunes 2 de febrero se discontinúa el programa del doctor Nelson Castro". Y completó que la empresa no había enviado al periodista el telegrama de despido, lo que confirmaron fuentes inobjetables próximas a Nelson Castro.

Ayer, el periodista no pudo ser localizado para hacer comentarios. Fuentes de su confianza no confirmaron que el convenio de rescisión se hubiera firmado, pero dieron por sentado que antes de pasado mañana tenía que resolverse el entuerto, porque comienza la nueva temporada. En el horario de Castro, sale al aire un ciclo conducido por Mario Portugal, periodista del staff de la emisora.

Una cláusula especial

Diversas fuentes coincidieron ayer en señalar que la demora en el acuerdo entre la radio y el periodista no sólo fueron el monto indemnizatorio y las condiciones de pago, sino una cláusula en particular, pedida por Castro: que en el convenio figurara que su salida del aire obedeció a una decisión empresarial.

"Es la radio la que toma la decisión de levantar el programa Puntos de vista ", dijo ayer una fuente próxima a Castro. El vocero agregó : "Desde el lunes, Castro y su equipo estarán literalmente fuera del aire".

En diálogo con LA NACION, Sergio Spolzki, a cargo de la gerencia comercial de Del Plata, negó que la salida de Castro obedeciera a razones políticas, dado que el periodista sostiene opiniones críticas respecto del Gobierno. Hubo quienes, con fundadas razones, sostenían ayer que, desde Olivos, el ex presidente Kirchner -que asistió a la megafiesta de Del Plata cuando pasó a manos de Tinelli- habría urdido una minuciosa estrategia para neutralizar a los periodistas más críticos del gobierno.

En su favor, cuenta con un sinnúmero de medios audiovisuales, en manos de empresarios afines a la política kirchnerista, que viven, en su mayoría, de la publicidad oficial. Son medios más inclinados a las operaciones de prensa en favor del gobierno que a un genuino periodismo informativo.

Otros periodistas de la emisora tienen posturas críticas respecto del gobierno. Por ejemplo, Reynaldo Sietecase, Romina Manguel, Mónica Cahen d´Anvers y César Mascetti. Estos últimos fueron los primeros en cerrar su contrato para la nueva temporada en Del Plata. Y otros se mudaron a otra radio, como Fernando Bravo y Alfredo Leuco.

Todos los contratos para la nueva temporada radiofónica, que comienza este lunes, ya están cerrados, por lo que para Nelson Castro y su equipo de producción se hace difícil la inserción en otra emisora. Castro había sostenido negociaciones con Radio Mitre, del grupo Clarín, pero finalmente se decantó, el año pasado, por permanecer en Del Plata, radio que históricamente ha tenido un alto perfil cultural. Su decadencia comenzó cuando pasó a manos del grupo mexicano CIE.

La radio fue adquirida el año último por la empresa Electroingeniería, de Córdoba, de manos del conductor televisivo Marcelo Tinelli. Hasta entonces, el conductor televisivo que supo cultivar una amistad con el matrimonio Kirchner, hasta el traspié con el ex jefe de Gabinete Alberto Fernández, intentó salvarse del naufragio sumando y restando distintos socios a la sociedad; entre otros, a Claudio Belocopitt, que también había sido socio de Daniel Hadad en Canal 9, cuando la televisora se hundía financieramente.

Cabe señalar que el episodio que encendió la discordia entre Nelson Castro y Electroingenería, empresa de Osvaldo Acosta y Gerardo Ferreyra, de fuerte llegada al kirchnerismo fue un informe de Auditoría General de la Nación (AGN), que abrió la edición de LA NACION del primer domingo de 2009. El organismo estatal había cuestionado la política energética oficial en un informe por el que pidió que se investigara la adjudicación del segundo tramo del tendido eléctrico de alta tensión que va de Río Negro a Santa Cruz, cuyo costo fue un 48% más caro por kilómetro que el primero.

A partir de ese guarismo, la Fiscalía de Investigaciones Administrativas (FIA) inició la pesquisa de un presunto pago de sobreprecio del orden de los $ 150 millones. El tendido fue hecho por Electroingeniería, dueña de Radio del Plata.

Acosta y Ferreyra tienen fuertes vínculos con el kirchnerismo, nacidos al amparo de una vieja relación que el segundo mantiene con el secretario legal y técnico de la Presidencia, Carlos Zannini, y con el ministro de Planificación, Julio de Vido. Nelson Castro se hizo eco en su programa de la portada de LA NACION y entrevistó al diputado denunciante Juan Carlos Morán (Coalición Cívica-Bs.As.) y a Bergoglio, vocero de Electroingeniería.

Castro llegó a Del Plata desde La Red, emisora en la que estuvo seis años y que hoy pertenece a los empresarios Francisco de Narváez, Daniel Vila y José Luis Manzano.

© Escrito por Susana Reinoso en el Diario La Nación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 31 de Enero de 2009