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viernes, 1 de diciembre de 2023

Prueba de Fuego. Ni pizza ni champagne… @dealgunamaneraok...

Prueba de Fuego. Ni pizza ni champagne…


Mentiras, ¿verdaderas?, Javier Milei. Dibujo: Pablo Temes

Las reales intenciones de Milei estarán en el paquete de leyes que enviará al Congreso.


© Escrito por Carlos Fara, Consultor Político, el viernes 01/12/2023 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

Todo es nuevo. Los protagonistas, su rutina laboral, la fuerza política en sí, el equipo de gobierno, la coalición social electoral, la profundidad de la crisis, el shock sobre el statu quo político, la fragmentación del sistema. Por lo tanto, no se podía esperar otra cosa que muchas idas y venidas que suenen a improvisación. Todos están en el aula aprendiendo un idioma nuevo. Van a tardar en aprenderlo, porque además no hay docentes que conozcan esa lengua. Paciencia. Esto recién empieza. 


Carlos Salvador Milei pasó de ser una persona con ciertas rutinas personales y aislamiento a no poder dar un paso sin la cápsula de seguridad de un presidente en funciones, sumado al vendaval de intereses que se desataron por influir en sus decisiones. Lógicamente, recién se está acostumbrando. También lo está su entorno preelectoral y muchos de los convocados al proyecto. Recién ahora vamos a ver de qué madera está hecho el Rey León.  

No es la primera vez que sucede, ni será la última. Alfonsín tenía un círculo íntimo y un partido centenario, pero era nuevo en las lides ejecutivas y además heredaba a la dictadura. Menem tuvo que improvisar mucho por el tamaño de la crisis. Macri porque estaban aprendiendo y eran un partido siglo XXI con aliados. Alberto porque se tenía que cuidar de Cristina. Milei tampoco tiene manual de instrucciones y la transición es muy corta. Pues, muchas de las cosas que hemos visto en estas dos semanas posbalotaje se explican por la dinámica de lo incógnito. Eso no debería llamar tanto la atención, sino el maravilloso laboratorio de ansiedades, torpezas y miserias que se está exponiendo en el marco de un show inédito, cuando la conducción política está en proceso de aprendizaje. 

Para entender cabalmente un proceso político hay que saber leer la matriz de origen. Alberto –que no era líder– fue ungido por Cristina, y ella debía ser la comisaria política. Él no fue hábil política y gerencialmente, y ella tampoco lo pudo conducir. El resultado es conocido. Acá se da un proyecto muy personalizado, sin una construcción partidaria acorde y con reglas de juego que se van escribiendo por el camino. Así, la contención y el ordenamiento se dificultan. 

Un líder no tiene por qué saber hacer todo: nadie hace todo bien. Los más lúcidos se especializan en un aspecto y delegan el resto. Menem era carisma, conducción y contención, la economía fue de sus sucesivos ministros. Néstor no tenía carisma, pero sin duda conducía, y era un auditor cotidiano y obsesivo de las cuentas. En ambos casos, el ordenamiento político estaba garantizado. Lo que no tenían de antemano lo construyeron y/o lo consiguieron. El Turco, la falta de equipos acordes; Lupín, los apoyos que tuvo el día de la elección. En este caso, se están constituyendo al mismo tiempo los equipos, el poder y la conducción política. Estamos viendo en tiempo real la génesis del proceso.  

Pero Milei no es el único que tiene problemas en esta obra de teatro. Un tanto inesperadamente, el Emir de Cumelén tiene más bronca con su propia interna que con algunas desatenciones por parte del nuevo presidente. Dicen que no hay peor astilla que la del propio palo, y esa astilla es Patricia (que ya no reina). ¿Por qué? Porque todos los actores se toman revancha cuando pueden. Ella debe estar pensando en las zancadillas que le hizo Macri a Horacio. Quizá tarde comprende que quien hace travesuras con otro también las puede sufrir en carne propia. Ahora tenemos tres PRO distintos: el macrista, el bullrichista y el horacista/vidalista. Por si el Rey León tenía pocos problemas, ahora además se dividen los aliados.  

Como todo es muy nuevo, como dijimos al principio, también es un interrogante la lealtad de los personajes. ¿En qué circunstancias alguien deja de ser leal?, ¿la culpa la tiene el desleal o el que no supo contenerlo/a? El Emir a veces se tienta con demasiadas travesuras. ¿Acaso habló con alguien muy cercano al flamante electo y esa persona no solo “se olvidó” de avisar sino que además esa conversación fue previa al encuentro de los líderes máximos? ¿Por qué esa premura? Milei será loco, pero no come vidrio. Un famoso tema de Litto Nebbia reza: “Siempre hay alguien que se olvida de avisar, cuando el tiempo del cariño terminó…”.  


El mandatario electo, aun con todas sus desprolijidades de procedimiento, parece más astuto de lo que lo imaginó el exalumno del Newman. No quiere depender de un solo socio, porque ¿qué pasa si el socio se manca y se manda a mudar? Y además, ¿el socio le garantiza el cielo? No, solo una escalera alta, pero que no alcanza: hoy lograr el quórum en Diputados es una quimera. Por eso, Schiaretti y compañía surgen como una minoría estratégica… aunque tampoco alcance.  

Milei está jugando a: 1) ganar tiempo, y 2) sacarse la presión de encima prometiendo desierto por cuarenta años (recuerden su admiración por Moisés). Por eso se arriesga a los peores pronósticos de corto plazo: estanflación. Tiene razón Cristina cuando dice que eso es una catástrofe social, pero la pregunta que se hizo la mayoría social es cómo llegamos a esta situación. El nuevo presidente acierta al bajar las expectativas casi a cero, abriendo el paraguas. Si las cosas salen muy mal, habrá sido “yo les avisé que la mano venía complicada”. Si mejoran antes de lo previsto, será “gracias a las medidas que implementamos, nos estamos recuperando antes”.   

Más allá del discurso que dé el 10 de diciembre y de algunos nombramientos que faltan, la verdadera prueba de fuego va a ser el paquete de leyes que envíe al Congreso. Un avezado hombre del medio calculaba que, si mañana asumen los nuevos diputados, habría 25 bloques. Un verdadero dolor de cabeza para cualquier futuro presidente de esa cámara. Por eso el nombre de Pichetto suena cada vez más fuerte. Varios de LLA quieren ungir a Martín Menem. ¿Vuelven los 90? Da la impresión de que la motosierra esta vez no dejará lugar para la pizza, ni para el champagne.



   

domingo, 25 de diciembre de 2022

¡Muchaaaachos!

 ¡Muchaaaachos! 


Al dente, ‘Fideo’ Di María. Dibujo: Pablo Temes

La Selección mostró que la historia se vuelve a escribir todos los días. 

© Escrito por Carlos Fara el viernes 23/12/2022 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina. 

Existen varios tipos de muchachos en la Argentina. Obvio, se nos vienen a la mente los muchachos peronistas. También estaban Los muchachos de antes no usaban gomina, Adiós muchachos, de Gardel, o Los muchachos de mi barrio, de Palito Ortega. Pero en estas últimas semanas todos fueron claramente desplazados por los Muchachos del tema de La Mosca, con lo cual ahora nuestro país tiene dos himnos: el de López y Planes y el del grupo musical que entronizó a la Selección hasta el próximo Mundial.

Los Muchachos –con mayúscula– son el nuevo parámetro de la sociedad. No solo porque hayan triunfado, sino porque son lo que la mayoría social quiera que sea la Argentina: tenaces, profesionales, humildes, con garra, planificados, serios, que juegan en equipo y que tiran todos para el mismo lado. En los últimos meses era común en los estudios de opinión pública que los entrevistados querían que el país se pareciese a Messi por esos atributos mencionados. Esa identificación, más allá del éxito deportivo, es lo que hizo que se movilizaran cuatro o cinco millones de personas para saludarlos, que en un punto es como saludarse a sí mismos.

La Selección le mostró a la sociedad que el esfuerzo y la disciplina (o sea, el mérito) rinden y tienen su premio, a la corta o la larga. Por eso, de toda la letra de La Mosca, quizá lo que más impacte sea: “nos volvimos a ilusionar”. ¿A ilusionar con qué? ¿Con el equipo? Desde ya. Pero en realidad, el punto es que los argentinos y argentinas se volvieron a ilusionar con ellos mismos, porque de la política claramente poco esperan.

En los grupos focales realizados esta misma semana no visualizamos un cambio de ánimo respecto al país. Los mismos sentimientos de los últimos meses siguen estando sobre la mesa: angustia, impotencia, bronca, desesperación. ¿Pero, entonces, cómo le impactó a la sociedad el triunfo deportivo? “Fue un día de alegría sin pensar en la economía”, “despejar un rato la mente”, “tirar todos para el mismo lado”, “la unión, no estaba dividido como en la política”, “éramos un solo país”. Casi les faltó decir que sin la política estaríamos mejor, porque lo que no cambió fue la perspectiva sobre el futuro del país: “la gente se olvida pronto”, “Argentina no va a cambiar”, “va a ser un proceso largo para salir de la situación”, “hay mucho para arreglar”. En definitiva, lo deportivo y la alegría colectiva transitan por un carril distinto del derrotero del país.

Un triunfo deportivo en el principal deporte de masas y en la cúspide de la competencia global, iban a generar un sentimiento de felicidad temporal enorme. Pero hay un ingrediente adicional a la lógica alegría individual, que es la satisfacción porque también se viva una dicha colectiva. Es decir, la buenaventura de todos bajo una misma consigna es un rasgo que potencia la que siente cada uno en forma personal.

Cuatro o más millones de personas en paz bajo una misma consigna también muestra el desagrado que despierta la grieta, como lo hemos comentado en esta columna muchas veces, o a la inversa, lo que conmueve la unidad. Algún lector o lectora me podrán decir legítimamente: “Pero, ¡qué vivo! Cuando se trata de la Selección campeona todos íbamos  a estar unidos”. Es verdad. Pero acá hay varios puntos por señalar que muestran dónde está la opinión pública:

·           La movilización más grande de la historia argentina, sin duda (el tamaño sí importa), teniendo en cuenta que a priori había un circuito a recorrer o un punto de encuentro.

·         Mucha gente en cualquier circunstancia y con alto fervor, puede ser el caldo de cultivo de que algo termine mal, una “puerta 12” o algo parecido. Pero casi nada de eso pasó, salvo los hechos aislados que todos conocemos.

·         La gran mayoría de los cuatro millones de personas que esperaban saludar a la Selección se vieron frustradas por la imposibilidad física. Sin embargo, la reacción masiva fue de alegría y comprensión con los jugadores en los helicópteros luego de muchas horas de trajinar.

·         Se comentó mucho la desorganización o falta de previsión, que si fue un papelón, etc. Obvio, que todo el operativo fue fallido, como estamos bastante acostumbrados en la Argentina. Lo cierto es que la alegría desbordante percibida en la calle hizo que nadie se preocupase mucho por una organización fracasada. Capítulo aparte es la saga de si iban o no a Casa Rosada, los cambios de trayectoria sobre la marcha, etc.

¿Qué significa todo esto?

·         Cuando la sociedad se siente agradecida a quienes muestran los atributos deseados, los detalles negativos pasan de largo (de los cuales los jugadores no eran los responsables, claramente).

·         Cuando los liderazgos transmiten calma, la mayoría social no se enerva por deporte. Luego, claro está, los conflictos producen reacciones. Sería tonto pensar que el clima del martes va a ser el permanente. El punto es si queremos vivir de forma agresiva los conflictos o no.

Seguro no somos los maravillosos del martes solamente. También somos conflictivos, irreverentes ante todo tipo de autoridad, reacios a apegarnos a las reglas, cuestionadores hasta el infinito, propensos a los excesos. Sin embargo, el punto es que no somos una sola cosa. También somos los que nos movilizamos en el final de la dictadura y la llegada de la democracia. Los que llenamos plazas en Semana Santa del 87. Los que repudiamos el atentado a la AMIA en el 94. O los que saludamos a los subcampeones en 2014 como si hubiesen traído la copa a casa.

Scaloni, Messi y compañía muestran que la historia se empieza a escribir de vuelta todos los días. Que una serie de derrotas sin fin siempre se pueden revertir. Que todos podemos cambiar para mejor. Que lo inesperado acontece. Que tenemos con qué. Que no somos geniales, ni un desastre. Que no estamos condenados al éxito, ni tampoco al fracaso.

La frase que ha calado hondo y se ha viralizado hasta el infinito ha sido la de De Paul: “Más que nunca todos juntos”. No nos olvidemos que esos 26 jugadores y el equipo técnico nacieron acá y también podemos ser nosotros. ¡Feliz Navidad! 

* Consultor político. Ex presidente de Asacop.



miércoles, 25 de mayo de 2022

Cecilia Goyeneche, la "fiscal anticorrupción" destituida: “El peronismo es el gran investigado”... @dealgunamanera...

 Cecilia Goyeneche, la "fiscal anticorrupción" destituida: “El peronismo es el gran investigado”... 





Cecilia Goyeneche, fiscal anticorrupción de Entre Ríos. Fotografía: Cedoc

Acaba de ser corrida de su cargo como procuradora adjunta. Asegura que volverá y señala al gobernador Gustavo Bordet como impulsor del proceso en su contra. 

© Escrito por Ariel Stemphelet publicado el martes 24/05/2022 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.


A pesar de que los medios de comunicación no paran de multiplicar la noticia de que el jury de enjuiciamiento contra la fiscal “anticorrupción” Cecilia Goyeneche (46) votó su destitución por cinco votos a dos, asegura a media mañana del martes que todavía no fue notificada.

 

No duda de la información periodística ya que lleva meses convencida de que tarde o temprano iba a terminar expulsada de su cargo como procuradora adjunta del Ministerio Público Fiscal de Entre Ríos. Tampoco titubea al apuntar al gobernador Gustavo Bordet como el hombre encargado de impulsar un proceso “plagado de irregularidades” en su contra.

 

Lleva casi medio año suspendida de su cargo y, ahora que se consumó su expulsión, sabe que ese plazo se extenderá. En diálogo con Perfil, afirma estar segura "de que me van a reponer”, y expresa su confianza en que prosperen los recursos que presentará en los próximos días con el objetivo de que la Corte Suprema tome intervención en el caso. 

Dice, a su vez, que no la incomoda el apoyo de la oposición y que tampoco le molestaría una expresión de apoyo del Gobierno nacional, aunque no cree que eso vaya a ocurrir.

 

 

—Todo arrancó cuando descubrimos el mecanismo de sustracción que había establecido en la Legislatura, lo que se tradujo en la ‘causa contratos’, en septiembre del 2018. Vimos que hace más de una década el poder político venía sustrayendo, según calculamos, 53 millones de dólares en total. Ahí comenzaron los ataques y las presiones hacia el Ministerio Público Fiscal, incluso se le pidió un jury al procurador. Pasó el tiempo y a mediados de 2021, después de tantas postergaciones, empezaba el juicio a (Sergio) Urribarri. 


(NdR: condenado a principios de abril por negociaciones incompatibles con la función pública y peculado) en una investigación que habíamos impulsado y al poco tiempo se me inició el jury, que se aceleró sobre fines de septiembre pasado.


— ¿Por qué prosperó su jury hacia la destitución y no el del procurador general?

— El problema es que hay un vacío normativo y las posibilidades son dos: o un proceso como el que me sometieron a mí o el juicio político ante la Legislatura. Por mayoría se definió que su situación se defina en la Legislatura con juicio político y ahí el proceso está más trabado.


—El eje de la acusación en su contra es no haberse excusado a tiempo de la “causa contratos” cuando se llegó hasta Pedro Opromolla, con quien usted compartía un departamento. ¿Se arrepiente de no haberlo hecho?

—Primero hay que entender que los fiscales solo se pueden excusar en caso de causal gravemente afectada a la objetividad. Consideré que no tenía posibilidad de apartarme porque el conocimiento que tenía de esta persona, amigo de mi esposo, no afectaba mis posibilidades de llevar adelante la acusación. Incluso esta persona fue imputada y tiene un pedido de condena a seis años que acompañamos.

 

Goyeneche apunta contra el gobernador entrerriano Gustavo Bordet y asegura que volverá a su cargo en la Procuración.

 

—Pero el departamento que compartían era un interés común entre usted y la persona investigada.

—(Opromolla) Era amigo de mi esposo. Ocurrió que mi esposo trabajaba en un estudio de arquitectura donde se venden los departamentos “de pozo” y me pidió que invierta como forma de compromiso de la familia en su trabajo. Compré el 50% de un departamento y él le pidió lo mismo a su amigo, por eso tuvimos en común ese proyecto inmobiliario. Pero a la primera sospecha que tuve, cuando decidimos allanarlo, me desprendí de la propiedad y cedí mi porción del departamento a una sobrina. Pero acá advierto un sesgo de sexismo: esta gente supone que porque el tipo era amigo de mi marido yo tenía que excusarme. Nunca vi que a un juez o fiscal hombre le hagan una observación de los amigos de la mujer.

 

 

—Más allá de la intervención del Poder Judicial, ¿cree que el proceso en su contra está empujado por una decisión política del Gobierno provincial?

—Esto viene esencialmente de la influencia política del gobernador actual Gustavo Bordet, más allá de que creo que (Sergio) Urribarri ha tenido una influencia fundamental. Sus vínculos motivaron que Bordet dé la orden para destituirme.


—El relato de los hechos que usted hace y la narrativa de los medios de comunicación la sitúan como una funcionaria judicial que es destituida por haber investigado al peronismo en una provincia peronista. ¿Le hace algún ruido ese recorte?

—Es correcto. El peronismo ha gobernado Entre Ríos en los últimos 22 años más o menos. Y cuando uno investiga corrupción investiga a quien tiene la caja. Acá el peronismo es el gran investigado, pero eso no quiere decir que sea el único porque, por ejemplo, también imputamos al intendente radical de Paraná y a otros no peronistas. Pero hay una clara línea de responsabilidad que tiene que ver con eso, con quien tiene la caja. 

 

Gustavo Bordet y Sergio Urribarri, gobernador y ex gobernador de Entre Ríos, apuntados por Goyeneche.

 

—Usted señala una supuesta complicidad en su contra del poder político del peronismo y al menos la parte del Poder Judicial que votó en su contra durante el jury. Sin embargo, quienes motivaron la denuncia que activó el proceso en su contra fueron Rubén Paglietto y Guillermo Mulet, dos personas vinculadas al radicalismo que también denunciaron a Urribarri. ¿Cómo se entiende eso?

—Ellos dicen que son radicales, pero no me queda claro. Urribarri dice que son radicales pero el factor común entre estas dos personas y Urribarri es la “causa contratos” de la Legislatura. Son amigos íntimos de Alfredo Bilbao, principal recaudador, el hombre que gestionaba la recaudación de todos los millones de los que hablé antes, el eje de todo el robo. Y otro dato: uno de estos denunciantes, Mulet, tenía su estudio jurídico pegado a la “cueva” de recaudaciones y un día apareció con la llave de ese lugar.

 

 

—¿Es cierto que contrató o está siendo asistida por el consultor político y especialista en comunicación Carlos Fara para manejar la repercusión del caso en los medios nacionales?

—He tenido alguna conversación con él, pero ocurre que el caso ha tomado una dimensión enorme por la trascendencia institucional y Fara ha difundido las novedades del caso (NdR: en sus redes) porque le interesa.


—La oposición ha levantado fuertemente la voz en defensa suya en los últimos días, ¿le genera alguna incomodidad?

—Me parece que cuantas más voces se levanten marcando la barbaridad de esta situación, mejor. Si lo hiciera el Gobierno nacional, enhorabuena, aunque no tengo expectativas de que eso pase.


—¿Cómo cree que va a terminar esta historia?

—Se tiene que resolver jurídicamente, es el sistema judicial el que tiene que poner el derecho a funcionar y restablecer una cuestión que es de la República. Me van a reponer en el cargo, estoy segura de que eso va a pasar.