Apoyo de Washignton - El acuerdo con EE.UU. y el optimismo de Milei…
Como ocurre siempre a estos hechos los acompaña siempre la controversia.
Están las generadas por los que siguen aferrados a ideologías y visiones
políticas ancladas en el tiempo. Esta pasión por lo anacrónico es lo que exhibe
hoy –como ayer– el peronismo. Esta idea de que “vienen por nuestra soberanía”,
un cliché que le ha dado resultados políticos al justicialismo y ha traído el
atraso del país. Eso sí, el ”vienen por nuestra soberanía” se aplica para los
Estados Unidos y no a la hora de hacer concesiones a China o a Venezuela. El
peronismo y sobre todo el kirchnerismo duro todo lo contaminan de su ideología
con olor a naftalina y su desesperación para volver a servirse del poder cueste
lo que cueste.
Más allá de los detalles que aún no se conocen de este acuerdo, cuyo
anuncio se demoró a causa del cierre del gobierno federal ocurrido en los
Estados Unidos que acaba de ser levantado, hay algunas cosas ciertas que van a
suceder para que esto se ponga en práctica. Una de ellas –que es fundamental–
es el levantamiento total del cepo. Se sabe que va a haber un desembarco de
importantes empresarios estadounidenses ávidos de explorar nuevas posibilidades
de negocios. A la cabeza de esta avanzada habrá muchos del sector energético.
Con cepo, nadie pondrá un dólar más allá de oportunidades muy puntuales. Las
inversiones no ingresan a donde no pueden salir. Otro asunto de peso es el de
las reformas tanto laborales como impositivas.
Hoy más que nunca Suscribite
Para alcanzar las
reformas hacen falta consensos políticos de la mano de Santilli.
Para alcanzar esas reformas hacen falta consensos políticos. En eso
están trabajando Manuel Adorni y Diego Santilli para contener el desbande del
peronismo y las necesidades económicas de los gobernadores. La CGT es hoy otro
de los frentes de batalla abiertos para La Libertad Avanza. Nuevamente las
posturas vetustas de los sindicalistas de turno chocan contra la necesidad de
una renovación necesaria para las nuevas formas de trabajo y producción. Todo
esto con un agravante que está –más que nunca– a la vista de todos:
sindicalistas devenidos empresarios –algunos multimillonarios– que se resisten
a soltar sus privilegios. La familia Moyano es el ejemplo perfecto de esta
categoría que se sirve del sudor de los trabajadores para llenarse los
bolsillos. El vaciamiento de la obra social de Camioneros habla por sí solo.
Pero el caso de los Moyano no es el único. El modelo de sindicalistas ricos y
trabajadores pobres se ha extendido demasiado en el tiempo y en el territorio.
Modelo que enfrenta una severa crisis de liderazgo puesta de manifiesto en la
elección del último triunvirato de la central obrera peronista, incapaces de
encontrar una figura única de consenso que represente la voz real de los
trabajadores. Ante esta combinación, el oficialismo exhala un optimismo
excesivo. No es la primera vez que esto le pasa a un gobierno cuando todo
parece ir viento en popa. La historia es una escuela realista aunque muchos se
nieguen a mirar para atrás. Con buen tino, Jorge Macri advirtió de un exceso de
optimismo, siempre nocivo. “No nos comamos la curva”, graficó el jefe de
Gobierno porteño. Sin ir más lejos, eso fue lo que le pasó a su primo Mauricio
después de haber ganado las elecciones de medio término en 2017. Se creyó que
se “comía” la cancha y dos años después fue derrotado en forma contundente por
el kirchnerismo. Claro que, para ese dramático final, influyó el hecho de
haberse encerrado en un círculo cada vez más chico comandado por Marcos Peña y
unos pocos leales, que lo llevaron a perder el contacto con la realidad. Ese es
el peligro de los triángulos de hierro de la vida y de los magos y gurúes de
turno.
Para amplios sectores de la Argentina también se abrirán oportunidades
de exportar. Uno de esos sectores es el de la carne. El desafío –ahí– será ver
cuál es la capacidad de abastecimiento que tengan los productores y la
industria y la necesidad de cortar lazos con viejos zares salpicados por la
falta de escrúpulos y los negocios espurios.
En medio de todo el ir y venir de la realidad, el jueves fue un buen día para la lucha contra la corrupción. Ese día Julio De Vido fue llevado otra vez a la cárcel –su futuro será una larga prisión domiciliaria– y, por acción de la Cámara de Casación Penal, se dispuso que las audiencias por el caso de los “Cuadernos de Centeno” sean dos por semana en vez de una como el Tribunal Oral Federal N° 7 había dispuesto en un principio. Los tiempos de la Justicia deben ajustarse a la realidad. Al final del camino, a todos los acusados los espera la seguridad de una condena y a éste y los gobiernos que vendrán la oportunidad única de terminar con el flagelo de los sobreprecios y retornos en la obra pública. Se trata de un viejo mecanismo que el kirchnerismo perfeccionó y que ha producido no sólo grandes pérdidas para las arcas del Estado sino que también se ha llevado vidas inocentes como en el caso de la tragedia de Once. La corrupción mata y esa es una lección que ningún gobierno debería olvidar.





























