La vida es un tablero de ajedrez en donde los cuadros blancos son los días y los cuadros negros son las noches... Nosotros, somos las piezas que vamos de aquí para allá para caer al final en el cuadro de la nada... De Alguna Manera... Una Alternativa…
Volkswagen conmemora casi 50 años
de historia del legendario GTI con una edición especial que marca un nuevo hito
en la saga: el Golf GTI 50º Aniversario, el modelo más potente y veloz de la
gama hasta el momento.
El nuevo Golf GTI
50º Aniversario desarrolla 325 CV de potencia, lo que representa 25 caballos más
que el GTI Clubsport, y una suspensión rebajada 15 mm respecto del Golf
convencional.
Está equipado con un eje delantero MacPherson, eje trasero
multibrazo y control de suspensión adaptativo DCC. De serie, calza llantas
“Queenstown Red” de 19 pulgadas, que aportan un toque distintivo y celebran el
espíritu GTI.
Para los más puristas, Volkswagen ofrece el paquete Performance “GTI 50º Aniversario”, que eleva aún más el carácter deportivo del modelo. Incluye
neumáticos semislicks Bridgestone Potenza Race, llantas forjadas “Warmenau
Black”, un sistema de escape Akrapovic de titanio y un chasis rebajado otros 5
mm, con una caída delantera ajustada a -2°.
Estas mejoras reducen el
peso total en unos 30 kilos y aumentan la precisión dinámica. El piloto oficial
Benjamin Leuchter demostró su potencial al marcar un tiempo de 7:46.13 minutos
en Nürburgring, la vuelta más rápida lograda por un GTI de serie en el mítico
“Infierno Verde”.
El Golf GTI 50º Aniversario presenta
detalles exclusivos que combinan nostalgia y modernidad. Los asientos
deportivos tapizados con diseño tartán en tonos verde oscuro remiten a las
primeras generaciones del GTI, mientras que los cinturones rojos y el volante
forrado en microfibra ArtVelours con el emblema “GTI 50º” refuerzan el ADN
deportivo.
En el exterior, el modelo
incorpora logos GTI 50º en el alerón y en los retrovisores, junto a detalles en negro brillante, techo
pintado en ese mismo tono y una franja lateral con degradé negro-rojo que
acentúa su perfil dinámico.
El Golf GTI 50º Aniversario estará
disponible en Europa con un precio base de 56.980 euros,
mientras que el paquete Performance opcional podrá adquirirse por 4.315 euros
adicionales.
Las primeras entregas están previstas para el primer
trimestre de 2026, marcando el inicio de una nueva etapa en la
historia de uno de los deportivos más emblemáticos del mundo.
Día 687: Es el antikirchnerismo,
estúpido. Fotografía: CEDOC
El miedo a la inestabilidad económica, un patrón
recurrente del voto argentino, volvió a hacerse presente. Esta vez, el gobierno
de Javier Milei articuló su estrategia sobre tres ideas fuerza: “kirchnerismo”,
“inestabilidad” y “caos”.
Esta columna de hoy también podría titularse como:
“El kirchnerismo leyó mal a Ernesto Laclau". O, lo que decía Peter
Drucker: “Se muere de éxito”, por aquello que dio resultado y se profundiza
hasta lograr opuesto, en este caso la polarización. Pero comencemos con nuestro
título.
En 1992, durante la campaña en la que Bill Clinton derrotó
a George W. Bush padre, un asesor de Clinton, James
Carville colocó carteles internos en las oficinas demócratas con los
ejes de campaña. 1) Cambio vs. más de lo mismo. 2) No olvidar el
sistema de salud. 3) Es la economía, estúpido. Este último apuntaba a que
el problema de la gestión republicana se centraba en los dramas cotidianos de
las personas en relación con económico. Esta frase pasó de ser un recordatorio
interno y quedó instalado en la historia política internacional.
Parafraseándola, podemos intentar explicar el triunfo libertario de ayer
con: “Es el kirchnerismo, estúpido”.
La histórica recuperación luego de la derrota bonaerense de 14 puntos
de La Libertad Avanza (LLA) en provincia de Buenos Aires, la
mayor de todas las sorpresas de anoche, se puede explicar por varios factores,
pero evidentemente lo más importante es que los ocho puntos que subieron los
libertarios entre septiembre y ayer, fueron impulsados por un antiperonismo y
más particularmente, un antikirchnerismo muy profundamente
arraigado en la sociedad, inclusive en el bastión del peronismo, que es la
provincia de Buenos Aires.
Es decir, en las elecciones bonaerenses de septiembre hubo un 61%
de participación y ayer fue a votar un 68%. Es decir, hay
un 7% de personas votaron ayer y no en septiembre. Esas personas, masivamente
fueron a votar por LLA, asustados por la potencial vuelta del kirchnerismo que
se dedujo luego del importante triunfo de Fuerza Patria por catorce puntos.
Esto llevó a LLA de 33% a 41%. El peronismo, por
su parte, perdió 261 mil votos que probablemente se
dispersaron en varias listas, el voto en blanco y el nulo que juntos sumaron
un 4%.
Quien anticipó esta tendencia en este mismo programa fue Cristian
Buttié, director de CB Consultora, siendo el único de los consultores que
ubicada al oficialismo por encima del 40%. "La elección de provincia de
Buenos Aires despertó un interés en ese segmento que no estaba yendo a votar,
que no está enamorado de Milei. Pero al ver 14 puntos de diferencia a favor del
peronismo, define ese votante apático cuál es su mal mayor y su mal menor en
esta elección. Y ese votante está definiendo si va a votar. Si va a
votar, acompañar a La Libertad Avanza porque su mal mayor es que se caiga el
Gobierno y vuelva el kirchnerismo. Entonces, ese es el vector que hay que
seguir de cerca", había anticipado en Modo Fontevecchia.
La simplificación de la política como una actividad agonística donde la
clave reside en la correcta elección de los enemigos fue una estrategia que
pudo ser útil para Néstor Kirchner en 2003, permitiéndole
confrontar y aumentar su escaso 20% inicial de votos hasta el 40%. Sin embargo,
esta tesis resulta una estrategia deficiente para el peronismo en su conjunto,
ya que en Argentina el antiperonismo es una fuerza mayor que el peronismo, y el
sistema electoral incluye balotaje.
El kirchnerismo revivió el antiperonismo que Carlos Menem había
logrado licuar en los años 90 con su corrimiento hacia la derecha. En la
actualidad, el voto a favor de LLA se interpreta en gran medida como un voto
contra el kirchnerismo. La idea de que "Sin Cristina no se puede,
con Cristina no alcanza" ha evolucionado a la conclusión de
que "Con Cristina no se puede".
Esta polarización fue auto-producida y la estrategia de Cristina
Fernández de Kirchner de intentar cruzarla nominando a Daniel
Scioli, luego a Alberto Fernández, y finalmente a Sergio
Massa, no logró trascender el hecho de que cualquier candidato en alianza
con ella termina siendo percibido como kirchnerista. El "pase de
magia" de nominar a Alberto por haber sido crítico funcionó una vez, pero
el truco ya no funcionará.
El problema electoral para el kirchnerismo no se resume únicamente en el
41% obtenido por LLA, sino en que el peronismo de Tucumán y
el Frente Cívico de Santiago del Estero no
son kirchneristas, y que más del 7% de los votos de Provincias
Unidas es directamente antikirchnerista.
Aunque el kirchnerismo representa aproximadamente un 20% de los votos,
sin los cuales el peronismo iría dividido y no llegaría a un balotaje, este
dilema es aprovechado por fuerzas opositoras como LLA y, anteriormente,
por Mauricio Macri. Además, se observa un corrimiento del
electorado hacia la derecha, lo cual ya se había manifestado con la victoria de
Sergio Massa sobre el kirchnerismo en la provincia de Buenos Aires en 2013, y
con Macri en 2015.
El miedo es una emoción que se
puede manipular en el terreno político si se realiza una lectura adecuada del
contexto para identificar los temores de los ciudadanos. A partir de esto, se
crean estrategias políticas que utilizan la propaganda para incitar al voto
popular. La manipulación del miedo no es nueva en la cultura occidental, ya que
desde la retórica se posicionó como un elemento esencial que un orador debía
usar para conmover y ganar al auditorio.
A
través del tiempo, el
miedo ha ganado espacio en la política, permitiendo la
emergencia y difusión de imaginarios sociales dominantes en las ciudades. Estos
imaginarios pueden incluir la inseguridad, la violencia o las situaciones
experimentadas en los espacios públicos, aunque sus categorías varían según el
lugar y evolucionan con el tiempo.
Mientras
que en el pasado se usaban figuras como el demonio o las brujas, hoy los
prototipos de miedo difieren de acuerdo con cada país o cultura. En la cultura
moderna, quienes buscan instrumentalizar el miedo se valen de los medios de
comunicación, pues estos desempeñan un papel fundamental al producir y difundir
información saturada de imágenes sobre, por ejemplo, la delincuencia urbana.
El
miedo político se entiende como el temor de la gente a que su bienestar
colectivo resulte perjudicado -como el miedo al terrorismo, el crimen o la
descomposición moral- o la intimidación ejercida por el gobierno. Además, es un
tipo de miedo que emana de la sociedad y tiene consecuencias directas sobre
ella.
La
naturaleza del miedo hace que las personas sean vulnerables a la manipulación, tanto
individual como colectivamente. Los políticos conocen esta estrategia y
utilizan los medios para fortalecer los discursos de miedo y alcanzar sus
objetivos, a menudo mediante tácticas como el pánico moral.
El
voto del miedo es el acto de sufragar motivado por una serie de temores,
amenazas, intimidaciones e incertidumbres sobre el presente y el futuro de una
colectividad determinada. Para incitarlo, a los votantes se les suele plantear
un dilema de pánico mediante discursos que advierten que, si ganan los
candidatos opositores, se podría desestabilizar el Estado, poniendo en riesgo
la paz, el bienestar, el progreso, la seguridad o los valores. Por lo tanto, se
invita a votar para evitar esa desestabilización.
Un
ejemplo analizado es la campaña de reelección de George W. Bush en Estados
Unidos en 2004, donde el miedo fue un elemento fundamental. Aunque los votantes
expresaron que Bush no había sido eficaz en la economía y temían por el futuro
económico del país -lo que inicialmente los inclinaba haciael demócrata John Kerry-, el factor
decisivo terminó siendo el miedo a la seguridad nacional y al terrorismo. Dado
el ambiente tenso por el atentado del 11 de septiembre, se encontró que el
presidente Bush generaba más confianza en el manejo del terrorismo, lo cual
incidió directamente en el resultado final.
En
consecuencia, las emociones son fundamentales en el campo político, con una
hegemonía sobre lo racional, y el miedo se utiliza como instrumento para
persuadir a los votantes. La psicología política se ocupa de guiar estos temas,
abordando la propaganda y las decisiones políticas basadas en emociones.
Por
ejemplo, en Argentina, un patrón de comportamiento electoral históricamente
significativo se basa en el miedo a la inestabilidad económica. Este
fenómeno se manifestó por primera vez en las elecciones de 1995 como el "voto cuota".
En ese momento, a pesar de los efectos negativos de la convertibilidad, que ya
venía demostrando pérdida de empleo, y la crisis del "efecto
tequila", el temor a perder la estabilidad impulsó a las personas
endeudadas por créditos y compras, como electrodomésticos o autos, a votar por
la continuidad de la política económica del menemismo.
Esta
dinámica se repitió en 1999, cuando la coalición de la Alianza, compuesta por
el radicalismo, parte del peronismo con Chacho Álvarez, que llevaba como presidente
a Fernando de la Rúa, ganó
las elecciones. Solo logró el triunfo presidencial asegurando que mantendría la
convertibilidad y no devaluaría la moneda. El desafío político en aquel
contexto era lograr votar a favor de la economía, pero al mismo tiempo
manifestarse en contra de la corrupción.
Hoy
en día, este mismo fenómeno se estaría repitiendo, aunque con una nueva
denominación: el "voto
estabilidad". Ante este escenario, la oposición se
enfrenta al desafío de encontrar un candidato que esté dispuesto a prometer la
continuidad de dicha estabilidad económica. Su estrategia de éxito, además de
ese mensaje, dependería de que el desgaste del oficialismo por la acumulación
de casos de corrupción termine por afectar su base de apoyo y se creen las condiciones
para votar a favor de la economía y en contra de la oposición, como sucedió dos
veces en los noventa.
El
Gobierno logró conectar un conjunto de ideas fuerza: “kirchnerismo”, “inestabilidad” y “caos”.
Para eso, contó con la ayuda inestimable de Estados Unidos y probablemente la
amenaza de Donald
Trump de que si perdía Milei, retiraría su apoyo terminó
pesando más que el antiimperialismo en sangre de nuestra sociedad. Operó
generando miedo y terminó definiendo a un sector que entendió que el triunfo
del kirchnerismo significaba un estallido cambiario y un aumento de la
inestabilidad política y económica. Algo que se expresó luego de las elecciones
en la provincia de Buenos Aires.
Otro
de los datos es el magro resultado de Provincias Unidas.
En Córdoba, el
cordobesismo, liderado por Juan Schiaretti, cayó frente a LLA con una
diferencia de casi 14 puntos (42,39% para LLA frente a 28,28% para el
exgobernador). La división del voto provincial con Natalia De La Sota (más
del 8%) no es suficiente para explicar la magnitud de la derrota.
En Santa Fe, la
vicegobernadora Gisela
Scaglia obtuvo un pobre 18,66%, quedando tercera detrás de
LLA (40,69%) y Fuerza Patria (28,69%), a pesar de su alta imagen positiva.
En
otros distritos, los candidatos de la coalición en la Provincia de Buenos Aires
tuvieron un magrísimo resultado: Florencio Randazzo obtuvo el 2,5%, por
debajo de candidatos que no tenían un partido importante detrás. En Ciudad de
Buenos Aires, Martín
Lousteau cosechó el 6%. Lo mismo sucedió en los espacios
provinciales afines en Santa
Cruz (poco más del 15%), Jujuy (19,52%) y Chubut (20%), que
perdieron frente a LLA y/o el kirchnerismo.
La liga de gobernadores que se había expresado como
una oposición racional y sensata no logró ser la expresión del sector que no
está de acuerdo ni con el gobierno de Milei, ni volver al kirchnerismo. Ahora,
estos gobernadores están en serio problemas. Por un lado, serán convocados por
el Gobierno para apoyar las reformas estructurales. Si se oponen decididamente
y siguen en su rol opositor, pueden correr el riesgo de enfrentarse con parte
de su propio electorado que ayer votó por LLA y no recibir los fondos
coparticipables necesarios para afrontar sus gestiones.
Por
el otro lado, si los mandatarios provinciales son demasiado condescendientes
con el Gobierno, corren el riesgo ser absorbidos por LLA y que les suceda lo
mismo que al PRO. Hoy, el macrismo teme por su bastión, la Capital Federal.
Luego del triunfo de Patricia
Bullrich con el 50% de los votos, Jorge Macri debe estar
pensando mucho en su futuro como jefe de Gobierno porteño y la posibilidad de
caer ante Bullrich, que como se admite off the record, quiere su lugar al frente de la
Ciudad.
Volviendo
a los gobernadores y parafraseando el dilema hamletiano hoy deben pensar: “Ser oficialista u opositor, esa
es la cuestión”. Probablemente, repitan la misma táctica,
acompañar con matices ahora y esperar internamente, un nuevo cambio del viento
político, algo que como pueden ver en este país se da bastante a menudo.
Hablando
de dramas shakesperianos, se viene uno muy fuerte dentro del peronismo.
Cristina Kirchner ya le está pasando la factura a Axel Kicillof por
desdoblar la elección y generar este miedo a la vuelta del kirchnerismo. Desde
los intendentes cercanos al gobernador se quejaban de la conformación de las
listas y la falta de representación territorial, algo que debe haber afectado
en los 260 mil votos de diferencia entre septiembre y octubre. Por primera vez,
en las cuasi-provincias La Matanza y Lomas de Zamora, que tienen más habitantes
que muchas provincias, no tuvieron un solo candidato local en las listas a
diputado nacional.
Además, el gobernador bonaerense podría recriminar
que el miedo a la vuelta del kirchnerismo se centra fundamentalmente en la
figura de Cristina Kirchner y que es ella la que bloqueó toda renovación
posible. En definitiva, siguiendo con este diálogo hipotético entre Kicillof y
Cristina, si el problema es adelantar la victoria bonaerense y generar una
reacción por el miedo, si hubiese victoria en octubre, tal vez el miedo hubiera
operado hacia 2027. Mejor que la derrota ocurra ahora y se genere la
renovación.
Este
problema de concepción que analizamos en el kirchnerismo se expresó con nitidez
en dos postales de ayer. Por un lado, Cristina se mostró bailando en su balcón
sin entenderse exactamente lo que festejaba, una imagen que probablemente
motivó a millones de personas a votar por LLA por la idea de ver a Cristina
festejando en su balcón. Militantes de La Cámpora compartían el video con frases
como “al final Cristina tenía razón, esto recién empieza”. Como si Cristina
estaba festejando que tiene un argumento para derrotar en su pelea interna con
Kicillof y en su mente, si se vuelve a hacer todo lo que dice “la jefa”, el
triunfo del peronismo en 2027 estaría asegurado.
Demostrando
que kirchnerismo y antikirchnerismo son dos caras de la misma moneda con pésimo
gusto funerario la militancia libertaria festejaba cantando “saquen al pingüino del cajón”,
otro triste momento de la política argentina a 15 años de la muerte de Néstor
Kirchner.
Los
libertarios si entendieron algo que el kirchnerismo no: que justamente el
triunfo explica que “Cristina no tiene razón”, no sobre el desdoblamiento o no
de una elección local, si no sobre su la posibilidad de kirchnerismo como
alternativa de poder. Un tuit de la abogada y periodista Natalia Volosin que
es contundente al respecto. “Les ganaron con corridas, corrupción, operaciones
y candidatos chorros, narcos, desconocidos o analfabetos. Si no entienden que el problema no es el
Gobierno, sino la oposición, en 2027 Milei va a arrasar”,
escribió.
En
el fondo el problema es que hay un 60% de la sociedad que se opone a Milei,
pero el peronismo representa solo la mitad de esta mayoría. La segunda mitad se
divide en múltiples listas que ninguna alcanza los dos dígitos y no representan
ningún proyecto de poder, pero tampoco quieren tener que ver nada con el
kirchnerismo.
Gran
parte de la derrota del peronismo se centra en que Cristina apuntó por su hijo, Máximo Kirchner, o por
figuras de pura cepa como Wado de Pedro. Las discusiones con el resto
del peronismo dieron lugar a soluciones de compromiso que no expresaron una
renovación y la batalla interna los consumió tanto que terminaron haciendo una
campaña completamente vacía, esperando que la sociedad los vote simplemente
para castigar a Milei. Hoy la oposición está en crisis. Representa al 60% de la
gente que fue a votar ayer, pero no tiene un proyecto claro de alternativa de
poder a Milei.
Mención
aparte merece que si el abstencionismo, más el voto en blanco y el nulo, fueran
representados por una suerte de frente electoral, hubiesen sacado cerca de 35%,
es decir más que el peronismo. Esta fue la elección nacional legislativa con menos
participación desde la vuelta de la democracia. ¿Vendrá de este
sector que no fue a votar el apoyo a un nuevo fenómeno político? No lo sabemos,
lo que sí sabemos es que el peronismo no los motiva.
El
miedo es la palabra clave para entender esta elección y miedo también de
quienes no se sienten representados por el Gobierno y entienden que los rasgos
más autoritarios y crueles de Milei pueden ser acrecentados por esta victoria.
Esperemos no sea así.
Producción de texto e imágenes:
Matías Rodríguez Ghrimoldi.
Día 660: Milei, miente,
miente, y nada de lo tuyo quedará…
Día 660: Milei, miente,
miente y nada de lo tuyo quedará. Fotografìa: CEDOC
Para habitar la misma realidad que el resto de los argentinos, Javier Milei
debería confrontar su tendencia a presentar al país como un éxito económico y a
su gestión como “el mejor gobierno de la historia”. Quizás necesita mentirse
para sostener la ilusión de su propio relato.
Es mundialmente conocida la frase del propagandista nazi Joseph
Goebbels: “Miente, miente, que algo quedará”. Goebbels fue el
arquitecto de un aparato de propaganda tan monstruoso como eficiente, que
sirvió para convencer a millones de personas de las teorías conspirativas más
absurdas y de las mentiras más flagrantes.
Tras la derrota militar
de Alemania en la Segunda Guerra Mundial, los juicios de Núremberg
y la política activa de derechos humanos de la comunidad internacional, se
puede decir que, durante la segunda mitad del siglo XX y el principio del siglo
XXI, no quedó nada de Goebbels y sus mentiras. Inclusive ahora, durante el auge
de la extrema derecha, este tipo de organizaciones tiene que esconder sus
vínculos con las ideas nazis, como sucede con Alternativa por Alemania.
En el caso de Javier Milei, salvando las enormes distancias, sí es
cierto que podemos hacer un paralelismo en la utilización permanente de la
mentira como herramienta de construcción de sentido. Al igual que Goebbels,
Milei, si sigue mintiendo y mintiendo como lo hace, no quedará nada de la
hegemonía que supo construir y que se empieza a desmoronar por todos lados.
A diferencia del
siniestro Goebbels es probable que el presidente padezca mitomanía y precise
mentirse a sí mismo creyendo lo que dice. Desarrollaremos en profundidad ese
desorden mental en esta columna que permite explicar, por ejemplo, por qué dice “sacamos
a 12 millones de personas de la pobreza”, entre otras. Pero primero vayamos
a algunas evidencias.
Este lunes vimos a un Presidente en otra realidad. Cantando a los gritos mientras la economía se sostiene
en base al endeudamiento externo y asediado por múltiples casos de corrupción,
con la renuncia de su principal candidato en el distrito más grande del país
renunciando por vínculos con el narcotráfico. Probablemente esta capacidad de
Milei para asilarse y construir una realidad paralela sea en parte lo que lo ha
ayudado a llegar hasta acá. Pero se puede mentir mucho tiempo a pocas personas,
a muchas personas poco tiempo, pero no a muchas personas mucho tiempo.
Tras naturalizar como
sociedad las terribles inconsistencias y mentiras de Milei, la caída de José
Luis Espert, quién nos mintió abiertamente en reiteradas ocasiones, hizo
notar más las mentiras del propio Milei y después de sintetizarlas,
explicaremos cómo se encuadra en lo que se denomina efecto Baader
Meinhof. Espert dijo primero que no tenía relación con Fred Machado,
que solo le había aceptado una vez un vuelo para presentar el libro. Luego,
dijo que en realidad voló 35 veces a diferentes lugares. Luego, dijo que lo del
pago de los 200 mil dólares era una “operación de
Grabois” y que no había pruebas, era solo un papel de una contabilidad
paralela.
Luego, cuando apareció
el documento del Bank of America con la transferencia que
había cobrado de una empresa minera que no era de Machado, luego que si era de
Machado. Siguiendo a eso, dijo que sí había estado en la pileta de Machado.
Desde el 2021 venía diciendo que no tenía ninguna relación con este narcotraficante
y llegamos en 2025 a que estuvo en su pileta, viajó con él en 35 vuelos,
recibió dinero de su empresa y todo lo que nos falta por descubrir.
De hecho, hace minutos
un par de horas habló Machado en Radio Rivadavia y reconoció
haberle “hecho un aporte de campaña a Espert por 200 mil dólares”. El acusado
de narcotráfico recordó de la siguiente manera el pedido de Espert y cito
textualmente: “¿Che, no me podés hacer un aporte monetario porque
estamos en bolas?”.
El efecto Espert, el
efecto del descubrimiento de una cadena de mentiras, nos hace ver las mentiras
de todo el Gobierno en genera y del presidente en particular. De hecho, este
fenómeno tiene un nombre. El efecto Baader-Meinhof, también conocido como ilusión
de frecuencia o sesgo de recurrencia, es un fenómeno cognitivo fascinante:
ocurre cuando se aprende algo nuevo —una palabra, una idea, una persona, un
símbolo— y, de pronto, esto se empieza a ver por todos lados.
No es que antes no
existiera, sino que la atención ahora está entrenada para detectarlo. El
cerebro, que no puede procesar todo lo que percibe, filtra la realidad
constantemente; al aparecer algo nuevo que considera relevante, lo marca como
importante y comienza a priorizarlo.
El nombre
“Baader-Meinhof” viene de un caso curioso. En 1994, un lector del diario St.
Paul Pioneer Press escribió al periódico contando que había escuchado mencionar
por primera vez a la organización terrorista alemana Baader-Meinhof. Y luego,
en cuestión de días, el nombre volvió a aparecer en todos lados. A partir de
ahí, los psicólogos adoptaron el término popular para describir ese tipo de
experiencia.
Las mentiras e
inconsistencias de este Gobierno estuvieron ahí, pero ahora hay mucha más
pregnancia para procesarlas y desarticularlas. Vamos a hacer un racconto de
algunas de las veces en las que Milei nos dijo una cosa y luego lo contrario.
Realmente es impactante.
Algo que no es tan
conocido es su cambio de opinión del kirchnerismo. En 2019, en una entrevista
enCanal 26, Milei dijo: "Esto te va a sorprender, pero
en términos históricos, Cristina Fernández de Kirchner es la mujer más
importante en la historia de la política argentina. Fue dos veces
presidente". En esa ocasión habló del entonces mandatario Alberto
Fernández y sostuvo: "Tengo una excelente opinión acerca del Presidente.
Es muy inteligente y extremadamente pragmático, digno de todo peronista".
Javier
Milei y Cristina Kirchner en la asunción presidencial de 2023.
En otro reportaje, incluso defendió al kirchnerismo. Muy enojado, dijo:
"Podés decir lo que quieras del kirchnerismo, pero la deuda la pagó y pagó
los intereses". En contraste, en la apertura de sesiones del Congreso el 1
de marzo del 2024, expresó: "Cristina ha sido responsable de uno
de los peores gobiernos de la historia".
Con los
propios también tuvo esa actitud. Recordemos los cambios de opinión sobre Patricia
Bullrich ya no en años, si no en semanas. "Sigue siendo una
montonera tirabombas que tiene las manos manchadas de sangre", dijo antes
de las elecciones generales de octubre del 2023. Luego, antes del balotaje,
declaró: "Bullrich ha sido exitosa combatiendo la seguridad. La tenemos
que llamar".
¿Entienden
que entre que Milei dijo que era una terrorista con las manos manchadas de
sangre y que había que incorporarla al Gobierno porque había sido una buena
ministra de Seguridad pasaron tres meses?
El
ministro Luis Caputo también fue objeto de polémica entre
Milei del pasado y el Milei del presente. "Caputó se fumó 15 mil millones
de dólares irresponsablemente", dijo el Presidente en 2018. EN la
actualidad, lo define como “el mejor ministro de economía de la historia”.
Increíble como no se ruboriza. Puede decir una cosa y lo contrario.
Recientemente
las redes se llenaron de comparaciones entre lo que Milei decía de su nuevo
candidato bonaerense Diego Santilli y lo que dice ahora.
"El chanta de Santilli es un pésimo candidato", dijo en 2023. Ahora,
lo describe como "alguien que sabe de seguridad" y que "ya ganó
en la provincia de Buenos Aires".
El
Presidente también mintió sobre los planes de dolarización antes de la campaña. "Hoy
es factible dolarizar. Podríamos hacer transacciones en dólares", dijo
en una entrevista con Alejandro Fantino en 2023. Se podía
dolarizar con el dólar a 320 pesos. Tenía un acuerdo para hacerlo en el que le
iban a dar 10 mil millones de dólares, ya estaba todo arreglado. Luego, Milei
asume y no hace nada de todo esto, de hecho, hizo una enorme devaluación de 118%.
¿Qué pasó con que se podía dolarizar con el dólar a 320 pesos?
Realmente
es increíble que todo este material haya estado publicado y hasta hace poco
tiempo a una importante cantidad de la población no le haya bastado para tratar
de comprender la cantidad de mentiras. Para tratar de entender esto hay que
tomarlo desde las ciencias políticas, la psicología y otras teorías
trasversales a varias disciplinas.
En La
mentira en política (1971), Hannah Arendt analiza
cómo la falsificación deliberada de la realidad se volvió una herramienta
estructural del poder moderno. A partir del caso de los Papeles del
Pentágono, muestra cómo los gobiernos fabrican “mundos ficticios” para
sostener su narrativa, y advierte que el mayor peligro no es la mentira misma,
sino la erosión de la verdad como base del juicio público y de la vida política
democrática.
Es decir,
las constantes mentiras de los políticos no solo destruyen su credibilidad, si
no que en algún punto destruyen el propio concepto de verdad. En ese sentido,
se puede analizar como el auge del posmodernismo, el cuestionamiento a los
grandes relatos y la post verdad son la causa de personajes como Milei.
Evidentemente fue avanzando un cinismo base en la sociedad en la que la mentira
es tolerada.
Ahora, Milei
en particular no es como cualquier político mentiroso. Realmente puede
decir cualquier cosa y lo contrario en cuestión de meses con la misma
vehemencia y emoción. De defender el kirchnerismo a los insultos a atacarlo a
los gritos. La misma emoción con un contenido antagónico. Nosotros no podemos
diagnosticar porque no tenemos matricula de psicólogo o psiquiatra, pero reúne
las condiciones de un mitómano.
La
mitomanía es un trastorno psicológico caracterizado por la tendencia patológica
a mentir de forma compulsiva o sistemática. El término fue introducido
por Ernest Dupré en 1905 para describir a individuos que
mienten no por beneficio inmediato, sino por una necesidad interna de fabular o
deformar la realidad. Según Dupré, el mitómano no busca engañar para obtener
ventajas, sino para sostener una identidad idealizada o escapar de una realidad
que le resulta insoportable.
Sigmund
Freud interpretó
el fenómeno como una expresión del deseo inconsciente: la mentira sería una
forma de “cumplimiento del deseo” donde el sujeto transforma
su frustración en relato. En esta línea, la mitomanía se vincula con mecanismos
de defensa como la negación y la proyección.
Por su
parte, Jean Bergeret y Jacques Lacan abordaron
la mitomanía como un síntoma del narcisismo patológico: el mentiroso crea una
versión mejorada de sí mismo para sostener una frágil estructura del yo. Lacan
señaló que el mitómano “miente para existir en la mirada del Otro”, es decir,
su mentira no busca solo convencer, sino ser reconocida como verdad por los
demás.
Autores
contemporáneos como Paul Ekman y Robert Feldman diferencian
la mentira común, instrumental y consciente, de la mitomanía, donde el sujeto
llega a creer en sus propias invenciones. En este sentido, la mitomanía no es
solo una conducta, sino una distorsión persistente del vínculo con la verdad,
que puede aparecer en contextos neuróticos, narcisistas o incluso psicopáticos.
Entre el
mentiroso instrumental y el mitómano hay un territorio ambiguo, donde la
mentira deja de ser solo una herramienta y empieza a convertirse en una forma
de habitar el mundo. Este “mentiroso intermedio” no miente por
compulsión total ni por cálculo frío, sino para mantener en pie una identidad
frágil. Paul Ekman lo describe como alguien que empieza
creyendo sus propias mentiras para reducir la disonancia cognitiva entre lo que
dice y lo que hace. De a poco, su mentira se vuelve una especie de refugio
narrativo: una historia que lo protege del fracaso, de la vergüenza o de la
falta de amor.
Robert
Feldman lo
llama self-deceiver (o autoengañador en su traducción al
español): no busca manipular, sino sostener su autoestima en contextos donde la
verdad lo dejaría desnudo. En este nivel, la mentira funciona como una prótesis
emocional: repara lo que el yo no puede tolerar.
Lacan
diría que el sujeto no miente “a” los otros, sino “a través” de los otros,
intentando que su ficción sea reconocida como verdad. Y Bergeret advierte que
en estas personalidades narcisistas compensatorias el límite entre la verdad y
la invención se vuelve maleable, según la necesidad de conservar una imagen
consistente ante los demás.
En
términos clínicos, este tipo de mentiroso representa la frontera viva entre el
narcisismo funcional y la mitomanía estructural: no ha perdido el
contacto con la realidad, pero necesita deformarla para sobrevivir en ella. Probablemente
nuestro Presidente esté más cerca de este caso, aunque esto lo decimos para
tratar de analizar la situación política, sin tener los elementos para un
diagnóstico, pero es necesario dotarnos de algunas herramientas de la
psicología porque el peso de personalidades como las de Milei en las
situaciones políticas es determinante.
Javier
Milei presentó su nuevo libro con un show musical en el Movistar Arena este
lunes 6 de octubre.
Milei
ayer que cantaba en el Movistar Arena estaba en plena deformación de la
realidad. Mientras su gobierno se desmorona y está asediado por varios frentes,
se dedica a festejar nadie sabe que de una manera patética.
Pinocho, de Carlo
Collodi, cuenta la historia de una marioneta de madera tallada por Gepetto,
un carpintero pobre que sueña con tener un hijo. Un hada azul da vida a Pinocho
y le promete que podrá convertirse en un niño de verdad si demuestra ser bueno,
valiente y sincero. Sin embargo, su curiosidad y desobediencia lo llevan por
caminos peligrosos: se une a malos compañeros, cae en trampas y cada vez que
miente, su nariz crece.
A lo
largo de sus aventuras, donde es engañado por el Gato y el Zorro, convertido en
burro y tragado por una ballena, Pinocho aprende a distinguir entre el placer
inmediato y la responsabilidad. Cuando finalmente arriesga su vida para salvar
a Gepetto, el hada lo recompensa transformándolo en un niño real.
Para
vivir en la misma realidad que todos nosotros, Milei debe enfrentar lo mismo
que Pinocho, su tendencia a la satisfacción inmediata creando una realidad
paralela en la que el país es un éxito económico y su Gobierno “el mejor de la
historia”. Milei debe enfrentar la realidad y trabajar codo a codo con el resto
de los sectores políticos y productivos del país para estabilizar la terrible
situación en la que estamos.
Es
probable que la suerte de su Gobierno esté echada y no haya más libertarios en
el próximo periodo presidencial, pero un presidente alejado de la realidad nos
puede hacer mucho daño. Hay que poder construir una transición ordenada hacia
la siguiente etapa política de la Argentina.
Producción
de texto e imágenes: Matías Rodríguez Ghrimoldi