domingo, 15 de enero de 2023

El reino del revés I... @dealgunamaneraok...

El reino del revés I...

Darse corte. Dibujo: Pablo Temes. 

Arrastramos décadas de decadencia y no se ve en el horizonte una posibilidad de cambio.   

© Escrito por Nelson Castro el sábado 14/01/2023 y publicado publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

Dispuesto a quemar las naves, Alberto Fernández se ha adentrado en un laberinto de consecuencias inciertas y malas no sólo para el país sino también para su gobierno. El intento de juicio político a los cuatro miembros de la Corte Suprema genera un conflicto de poderes que paralizará al Congreso durante todo el año.

Las consecuencias más duras las sufrirá el propio Poder Ejecutivo ya que algunas leyes imprescindibles para su gestión quedarán en la nada. Uno de los más afectados será el ministro de Economía quien apostaba a que algunos proyectos como el de blanqueo de capitales le aportara los dólares que le siguen faltando a las magras reservas del Banco Central.Todo –absolutamente todo– tiene ribetes disparatados. Desde la nómina de testigos propuestos por el oficialismo hasta la cantidad de proyectos –27– ingresados al período de sesiones extraordinarias que durarán poco más de un mes. Va de suyo que ninguno de ellos tiene el más mínimo viso de ser aprobado. Está claro, pues, que esto responde a una estrategia de campaña electoral.

La idea es atribuirle a la oposición la culpa por la parálisis del Congreso. 

Vale la pena recordar que el 2022 fue uno de los años para olvidar en materia de actividad legislativa con sólo 37 leyes sancionadas y uno de los números más bajos en la cantidad de sesiones de los últimos diez años.

El Presidente ha terminado de incorporar como herramienta de gestión la metodología del kirchnerismo duro, es decir, la idea de destruir todo sin importar sus consecuencias.

Una de las herramientas fundamentales del kirchnerismo es la mentira. 

Al respecto, AF se ha transformado en un verdadero heraldo del embuste. En estas horas pulula por las redes el reportaje que el 19 de julio de 2019 le hizo por Cadena 3 el inolvidable Mario Pereyra. Durante esa entrevista, Fernández negó enfáticamente que estuviera dispuesto a cambiar la Justicia. “Grábelo, guárdelo de recuerdo, porque después no me va a poder retrucar nada”, completó con tono de ofuscación el entonces candidato presidencial del Frente de Todos contra Todos.

Nada de esto tiene que ver con la realidad que sufren todos los argentinos. La inflación de diciembre que alcanzó el 5,1%  es una demostración más del fracaso de la actual administración. El año cerró con el 94,8% que, para el Gobierno es una victoria sólo por el hecho de no haber tocado el 100%. Se trata de arrebatarle a los medios de comunicación más críticos un título demoledor, como si haber quedado a las puertas de esa cifra no fuera ya una vergüenza suficiente. 

El primer papa emérito 

Escuchar a la portavoz presidencial, Gabriela Cerruti, afirmar que se cumplieron los objetivos inflacionarios de la gestión de Sergio Massa exhibe el desprecio por lo que le sucede en el día a día a los que menos tienen. La proyección del índice de inflación para el corriente año es el principal obstáculo que tiene el ministro para lanzar su candidatura presidencial. Massa es otro de los que ha hecho de la mentira un modus operandi. La bandera de largada del año electoral profundizará los disparates discursivos, la mentira y el todo vale. En tono de campaña: Alberto Fernández dijo que “Siente que cumplió su palabra” y que quien dejó “gente hambrienta se llama Macri”.

El Presidente no tolera la imagen que le devuelve el espejo. No tolera que cada vez más gente le reproche sus acciones y que el archivo no lo perdone. Él mismo ha destruido su carrera política, algo que definitivamente lo perturba. Sus asesores deberían revisar seriamente los actos y apariciones públicas que le ponen en su agenda de actividades oficiales. AF visitó el pasado lunes la ciudad costera de Miramar para anunciar la construcción de una cancha de hockey financiada por el Gobierno. Se trata de un anuncio que le quedaría grande al mismísimo intendente, pero allí estuvo el Presidente que se retiró del lugar insultado por vecinos y veraneantes. 

La incorporación del sindicato de Camioneros a los controles realizados en el marco del programa Precios Cuidados, es otro de los disparates de última hora. Un sindicato que hace del apriete y la extorsión una bandera. Oscar Borda, el jefe de Logística de Camioneros y hombre de confianza de los Moyano participa activamente de los nuevos controles. Su nombre salió a la luz cuando el 21 de septiembre pasado ingresó de manera violenta con cincuenta patoteros a golpear al dueño de la empresa Milo, en Avellaneda. Dejaron destrozos y trabajadores heridos. Las cámaras de seguridad registraron todo y una jueza ordenó su detención. Pero la causa no avanzó y Borda descansa tranquilo bajo el ala de los Moyano.

El secretario de Comercio, Matías Tombolini, defendió en Twitter la medida: “Junto a Pablo Moyano sumamos la colaboración de Camioneros para que los trabajadores de la rama logística del gremio aporten en la verificación del cumplimiento. Trabajamos para que las familias argentinas paguen lo que es justo en cada compra”. Otro de los que hace tiempo que ya no se pone colorado es el secretario de Industria y Desarrollo Productivo, José Ignacio De Mendiguren quien objetó el modo de cobertura que los medios hicieron del caso: “Podríamos poner otras tapas más optimistas, de cómo está creciendo la economía. Hay cosas lindas para mostrar en la Argentina”. 

Detrás del escritorio casi todos pierden la brújula y someten al país al reino del revés. 

Nuestro país arrastra décadas de decadencia y no asoma en el horizonte una posibilidad certera de cambio. La oposición debería tomar nota de esto y dejar de pulular en la intrascendencia si de verdad quiere modificar el rumbo y devolverle a los argentinos algo de lo que han perdido después de tantos años de impericia, mentiras y sufrimiento.




domingo, 8 de enero de 2023

Obsesiones… @dealgunamaneraok...

 Obsesiones…

Manotearla al córner. El “Dibu” Lorenzetti. Dibujo: Pablo Temes.

Alberto F sigue la agenda que quiere imponer Cristina.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 07/01/2023 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

Las obsesiones de Cristina Fernández de Kirchner son las que hoy en día marcan la agenda del Gobierno. Así como en sus dos mandatos como presidenta, la hoy vicepresidenta tuvo en el centro de sus caprichos a los medios en general y a Clarín en particular, ese lugar es ocupado hoy por la Justicia. La condena contra CFK en la causa Vialidad y el fallo de la Corte Suprema ordenando la devolución a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires de los fondos suprimidos en septiembre de 2020 –y otorgados a Axel Kicillof– fueron los disparadores de esta ofensiva alocada del Gobierno contra la Corte.

Lo lamentable, pero no sorprendente, es que el presidente Alberto Fernández se ha sumado a esa iniciativa disparatada y nociva para su propia administración. Es difícil entender el pensamiento del primer mandatario que sabe que, por más vueltas que le busque, el juicio político contra los cuatro ministros de la Corte no prosperará porque el oficialismo no cuenta en el Congreso con los votos suficientes para hacerlo avanzar.

Tampoco es fácil de comprender que, a pesar del desprecio que CFK le profesa en público y en privado, intente seguir complaciéndola a costa de someter su propia persona al ridículo. “Sabemos que no tenemos los votos pero intentaremos destruir la imagen pública de los integrantes de la Corte. Lo que pretendemos es ensuciarlos a más no poder”, señala una voz kirchnerista con brutal sinceridad.

Todo es historia. Nada de esto es nuevo en la historia del peronismo. Durante su primera presidencia, el general Juan Domingo Perón ordenó enjuiciar a todos los integrantes de la Corte por haber convalidado los golpes militares de 1930 y 1943. La sentencia, dictada el 30 de abril de 1947, determinó la remoción de todos los ministros del cuerpo, con excepción del Dr. Juan Repetto, que renunció previo al juicio. Lo curioso es que el mismo Perón había participado de esos dos golpes de Estado.

Se complica el ‘vamos viendo’

En 1990, el entonces presidente Carlos Menem decretó el aumento del número de miembros de la Corte de cinco a nueve, nombrando para los nuevos cargos a jueces adictos. El 14 de junio de 2003, el ex presidente Néstor Kirchner anunció la sustanciación del juicio político a cinco de los nueve miembros del máximo tribunal. Julio Nazareno, Guillermo López, Adolfo Vázquez, Eduardo Moliné O´Connor y Antonio Boggiano. Los tres primeros renunciaron y los dos restantes fueron finalmente destituidos.

En 2006, la entonces senadora Cristina Fernández de Kirchner propuso la reducción del número de integrantes del Consejo de la Magistratura, que pasó de tener 20 a 13 miembros. Ello significó un mayor peso en el cuerpo de los representantes políticos que, en virtud de la mayoría que tenía le dio al kirchnerismo un enorme poder para designar jueces afines y remover a quienes no lo eran.

En 2021 –quince años después de sancionada– esa reforma fue finalmente declarada inconstitucional por la Corte Suprema. En 2013, CFK impulsó la llamada “Democratización de la Justicia”, proyecto que fue aprobado por el Congreso y declarado inconstitucional por la Corte.

Y para completar este resumen de los intentos del kirchnerismo de anular la independencia judicial y obtener la suma del poder público, hay que recordar el desplazamiento del procurador general de Santa Cruz, Eduardo Sosa –hombre de gran valor y apego a la ley en tierra kirchnerista–, que había comenzado a investigar los actos de corrupción cometidos por Néstor Kirchner cuando se desempeñó como gobernador. Alberto Fernández había prometido oponerse a estas maniobras claramente anti republicanas del kirchnerismo. Hoy vemos que eso era mentira. Una más para su colección.

Sin sorpresas 

Pedidos e internas. Desde el oficialismo se esfuerzan por demostrar que el pedido de juicio político a la Corte será ordenado y con total apego a las normas. Fue un pedido directo de Alberto F, según confesó públicamente Germán Martínez, el jefe de bloque del Frente de Todos en la Cámara de Diputados: “Nos pidió ser muy argumentativos, fundamentar todo, darle mucha seriedad institucional al proceso y tratar de que sea un espacio con muchos argumentos y pocas chicanas”.

Tampoco quieren ni pueden darle a la filtración ilegal de los chats que involucran al ministro de Seguridad porteño, Marcelo D’Alessandro, el lugar que les gustaría. Hay que cuidar las apariencias pero la intromisión de un poder sobre el otro, bien gracias.

Dentro de Juntos por el Cambio la defensa del ministro fue bastante tibia. Hay quienes creen dentro de la coalición opositora que el kirchnerismo continuará filtrando información a cuentagotas para perjudicarlos más cerca del desarrollo de la campaña.

Este ha sido un tema más para ahondar las diferencias que subyacen en el seno de la oposición. La líder de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, criticó al jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, por no darle el respaldo suficiente a D’Alessandro y pidió que la justicia investigue si César Milani está detrás de la filtración ilegal de los chats que involucran al ministro. Parte de la UCR también puso reparos.

Asoma una campaña difícil, larga y con los ciudadanos en un triste segundo plano.



  

lunes, 2 de enero de 2023

Reculando en chancletas… @dealgunamanera...

 Reculando en chancletas…

El fallo de la Corte sobre la Coparticipación. Dibujo: Pablo Temes   

El desconocimiento del fallo de la Corte sobre la coparticipación desató un vendaval.

© Escrito por Nelson Castro el viernes 30/12/2022 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina. 

El presidente Alberto Fernández y profesor de derecho –como le gusta enfatizar– fue protagonista, una vez más, de llevar a la Argentina al abismo, empujado por una parte significativa del Frente de Todos contra Todos, más un grupo de 14 gobernadores peronistas.

El fallo de la Corte Suprema que ordenó la restitución del porcentaje de coparticipación que el gobierno nacional le quitó a la Ciudad de Buenos Aires en tiempos de pandemia, dinamitó los nervios de la vicepresidenta en funciones y sus laderos. 

La labilidad del Presidente no deja de sorprender, a pesar de que ya ha hecho historia por su incapacidad para resistir cualquier archivo. Esta vez arremetió con furia contra el máximo tribunal, aseguró en línea con la mayoría de los gobernadores peronistas que “el fallo es de imposible  cumplimiento” y llegó a decir más adelante: “La Corte no me puede decir que le pague a la ciudad”. Resultado: en menos de siete días tuvo que volver sobre sus pasos. El gobierno nacional, luego de tamaño circo que dejó al país en medio de un conflicto de poderes, pagará a la ciudad con bonos. El pequeño elenco de moderados invitó a pensar al profesor de derecho para que entienda que estaba incurriendo en un alzamiento contra otro poder del Estado. La secretaria Legal y Técnica de la Presidencia, Vilma Ibarra, fue una de las personas de confianza del Presidente que lo hicieron reflexionar. Pero hay otros motivos. La lluvia de denuncias penales fue torrencial, y el tembladeral en la economía era una amenaza de ejecución casi automática.

El procurador General porteño, Gabriel Astarloa, denunció el martes penalmente al presidente Alberto Fernández por el delito de desobediencia del fallo de la Corte. La Ciudad no fue la única. La presentación en tribunales se sumó a otras similares radicadas por legisladores de la oposición. El PRO, la Coalición Cívica de Elisa Carrió y otros legisladores de JxC, como Graciela Ocaña, avanzaron con diferentes denuncias penales que se diferenciaban solo por su dureza y alcance. Alberto Fernández, Juan Luis Manzur –jefe de Gabinete de Ministros–, Sergio Massa –ministro de Economía–, Raúl Rigo –secretario de Hacienda–, Wado de Pedro –ministro del Interior– y Silvina  Batakis –presidenta del Banco de la Nación– entre otros, por la presunta comisión de los delitos de sedición, incumplimiento de los deberes de funcionario público y desobediencia.  

Se complica el “vamos viendo” 

El ministro de Economía, Sergio Massa, además de ser uno de los primeros en intentar despegarse de la maniobra, lógicamente puso el grito en el cielo. “Sergio no puede creer que hayamos hecho todo lo posible para llegar a fin de año con relativa tranquilidad y ahora dinamiten todo con esta jugada infantil”, repetían en su entorno. De hecho, hay quienes afirman que fue suya la idea de pagar con bonos a la ciudad para salir del planteo de desobediencia que no hizo otra cosa que recalentar la economía por la falta de seguridad jurídica que implicaba la postura inicial. El mejor ejemplo fue la disparada del dólar, que alcanzó el récord de 356 pesos a mitad de la semana. 

Cuentan fuentes del Palacio de Hacienda que el secretario Raúl Rigo estaba furioso y muy preocupado. Lo mismo dejaron trascender desde el Banco Nación. Silvina Batakis había logrado olvidar por un momento su triste y fugaz paso por el Ministerio de Economía y ahora debía afrontar una serie de denuncias que la ponían contra las cuerdas. En un gobierno que se maneja con reacciones viscerales e impulsos repetitivos que no pasan por el tamiz del lóbulo frontal de sus principales funcionarios, todos están en peligro. 

El desacato hacia la Corte hubiera dejado a la Argentina al mismo nivel que Venezuela. Desde la Casa Blanca no tardaron en advertir la situación. En medio de los planes y el delicado equilibrio con el Fondo Monetario Internacional, esto no le convenía a nadie, y los representantes de los Estado Unidos en el país se lo hicieron saber a los funcionarios argentinos. Todo se volvería mucho más complicado. 

Del otro lado de la grieta, Horacio Rodríguez Larreta buscó capitalizar el papelón a su favor. Se endureció y se mostró renuente a aceptar el pago de la deuda por coparticipación en bonos y aprovechó para sumar a su gobierno y a su equipo presidencial nuevos y viejos nombres. El más destacado es el expresidente del Banco Central Martín Redrado.

Sin embargo, los desencuentros siguen a la orden del día en No tan Juntos por el Cambio. Es increíble que la coalición opositora con más chances de hacerse cargo de un próximo gobierno no logre refinar sus modales en la discusión pública y ponerse a tono con lo que pide la sociedad: ejecutividad, seriedad, pero, sobre todo, unidad, paz y concordia de cara a 2023. 



    

domingo, 1 de enero de 2023

El hombre de las mil batallas… @dealgunamaneraok...

El hombre de las mil batallas…

Otra vez en la lucha. El dirigente metalúrgico en un acto de campaña en San Pablo. Fotografía: AFP.

Presidente por tercera vez, asume el desafío de recuperar el país tras el paso arrasador de Bolsonaro. Biografía personal y política del líder popular que cambió el rostro de Brasil. 

© Escrito por Manuel Alfieri y publicado el domingo 01/01/2023 por la Revista Acción de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.


Su nombre vuelve a resonar con fuerza en Brasil y a nivel mundial. Lula Da Silva regresa a la presidencia del gigante sudamericano tras vencer al ultraderechista Jair Bolsonaro. Cuenta con una historia de lucha que lo avala y, por eso, su vida merece un repaso.

Muchísimo antes de ser conocido como «Lula», Luiz Inácio Da Silva fue uno de los tantos chicos del nordeste brasileño que experimentó la miseria en carne propia. Nació en una casa diminuta en la que llegó a convivir con 13 personas, sin luz ni agua corriente, y sin la presencia de su padre, alcohólico y analfabeto, quien había emigrado tempranamente al sur en busca de empleo.

Entre tanta falta y precariedad, el pequeño Luiz Inácio jamás había soñado con la posibilidad de ser presidente. «De noche soñaba con el desayuno, a la mañana soñaba con el almuerzo, en el almuerzo soñaba con la cena. Era la ley de la supervivencia», contó alguna vez sobre su dura infancia.

En la adultez las cosas tampoco serían fáciles: sufrió la persecución y la cárcel en dictadura y en democracia, y padeció tanto la enfermedad propia como la muerte de muchos seres queridos de forma inesperada.

Los registros oficiales indican que Lula nació el 6 de octubre de 1945, pero su mamá, Eurídice, siempre juró que tuvo al niño el 27 de ese mismo mes. Del lugar de residencia nunca hubo dudas: Caetés, Estado de Pernambuco, una de las zonas más carenciadas del país. A su papá, Arístides Inácio, recién lo conoció a los cinco años, cuando viajó 13 largos días junto a su madre y sus siete hermanos en la caja de un camión hacia Guarujá, paso previo a instalarse definitivamente en San Pablo.

Ahí trabajó como vendedor ambulante, lustrabotas y ayudante de una tintorería. A los catorce, y tras de dejar obligadamente la escuela pese a ser un estudiante aplicado, conocería el mundo obrero e industrial: consiguió un puesto en una planta de producción de tornillos, con un régimen de 12 horas corridas y bajísimo sueldo. Unos años después pasó a una fábrica de carrocería automotriz, donde perdió gran parte del dedo meñique de su mano izquierda. Fue en 1964, justo cuando comenzaba la dictadura militar que tanto marcaría su vida política.

En 1968, el dolor por el arresto y tortura de su hermano, militante del Partido Comunista, lo llevó a meterse en política. Empezó a participar activamente en el sindicalismo, defendiendo los derechos de los trabajadores y en abierta oposición a la dictadura. Su ascenso fue frenético: para mediados de los 80 ya se había convertido en el líder del sindicato metalúrgico.

Desde allí coordinó las mayores huelgas y manifestaciones contra el Gobierno militar, poniendo contra las cuerdas a sus jerarcas y acelerando su caída. En paralelo fundó el Partido de los Trabajadores (PT), plataforma de izquierda que rompería con el tradicional bipartidismo. El régimen que tanta admiración despierta en el excapitán Jair Bolsonaro no se lo perdonó: en 1980, Lula pasó 31 días en la cárcel.

Ni un paso atrás.

La breve pero difícil experiencia del encierro no lo hizo retroceder un centímetro. Al contrario, lo envalentonó y lo llevó a redoblar la apuesta. Con el retorno de la democracia por la que tanto luchó, se presentó a las elecciones de 1986 y fue el diputado federal más votado de Brasil. Su figura crecía, sobre todo en las barriadas populares, y en 1989 decidió competir por primera vez por la presidencia, con un plan que incluía salario mínimo para los trabajadores y reforma agraria. Perdió, al igual que en 1994 y 1998.

En este caso, la cuarta fue la vencida: ganó las elecciones de 2002 con el mayor caudal de votos de la historia brasileña –más de 52 millones– y el 1 de enero de 2003 fue investido presidente. Por primera vez, un obrero que había nacido en el barro de la miseria llegaba al Palacio de la Alvorada. «Y yo, que tantas veces fui acusado de no tener un título universitario, consigo mi primer diploma, el título de presidente de la República de mi país», dijo, emocionado, en su discurso de asunción.

En una porción del mundo signada por la pobreza y el hambre, su primer objetivo de gestión fue sencillo, pero no por eso menos titánico: que todos los brasileños y brasileñas comieran al menos tres veces por día. Y en parte lo logró. Con los programas «Hambre Cero» y «Bolsa Familia» como bandera, la desnutrición infantil se redujo un 46%.

Eso le valió el reconocimiento del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, que concedió a Lula el título de «campeón mundial de la lucha contra el hambre». El empleo creció, el poder adquisitivo de los trabajadores también, y más de 30 millones de personas salieron de la pobreza en menos de una década. La idea de lo que debía hacer un presidente no venía de un manual de ciencia política, sino de su propia experiencia personal, esa que marcó a fuego su infancia: «El mejor ejemplo de gobierno no se saca un de libro. Se saca de una madre: ella siempre va a cuidar al más débil».

Resurrecciones.

El fervor y entusiasmo que produjo en el pueblo brasileño, golpeado por décadas de neoliberalismo, se tradujo en un enorme apoyo popular y en 2006 ganó nuevamente las presidenciales. Pero los logros no fueron solo sociales, sino también económicos. El país creció como nunca y se convirtió en la sexta economía mundial, desplazando de ese lugar al Reino Unido. Lula intervino en todos los debates internacionales posibles: imperialismo, dependencia, desarrollo, educación, salud, cambio climático. Fue, junto con otros presidentes de la región, uno de los máximos impulsores del proceso de integración latinoamericana. Gobernó hasta el 31 de diciembre de 2010, día en que dejó el cargo con un nivel de popularidad impensado para un dirigente político en retirada y vapuleado por los grandes medios de comunicación: 87% de aprobación.

Con su salida del Gobierno volvieron los padecimientos personales y políticos. En 2011, y después de más de 40 años de cigarro, le diagnosticaron un cáncer de garganta, único momento en que perdió su tupida barba a raíz de la quimioterapia. Tiempo después de superar la enfermedad, comenzó la persecución mediática y judicial: denuncias por corrupción que se multiplicaron, una polémica condena y, nuevamente, la cárcel.

Esta vez no fue un mes de encierro como en los años de plomo, sino 580 días. Casualmente, justo cuando las encuestas lo daban como favorito para vencer a Bolsonaro en las elecciones de 2018. Poco antes de eso había muerto su segunda esposa. Durante su encierro en Curitiba también perdió a un hermano y a un nieto de ocho años. Recuperó la libertad en 2019 y en 2021 la Corte Suprema anuló todas las sentencias dictadas en su contra, considerando incompetente y sesgada la actuación del juez Sergio Moro, archienemigo del fundador del PT. Lawfare puro.

Como hace más de 40 años, el encierro le dio a Lula más fuerza. Volvió a casarse y se puso al hombro una gigantesca campaña electoral. Ahora, el hombre de las mil batallas tiene una nueva –y quizás la más desafiante– por delante: recuperar la deteriorada democracia de su país y el bienestar de su pueblo, ese del que él mismo surgió.





 

Murió el Papa emérito Benedicto XVI a los 95 años... @dealgunamaneraok...

Murió el Papa emérito Benedicto XVI a los 95 años. 

Cuando Ratzinger eligió para sí mismo el nombre de Papa Benedicto, se convirtió en el Papa número 16 con este nombre, siendo el más reciente el Papa Benedicto XV (1914-1922). Fotografías: AFP 

Joseph Aloisius Ratzinger renunció a su cargo como sumo pontífice en 2013 para dedicarse al retiro espiritual, debido al gran deterioro físico que había sufrido su salud. 

© Publicado el sábado 31/12/2021 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

Murió el papa emérito Benedicto XVI, cuyo nombre real era Joseph Aloisius Ratzinger, a los 95 años tras largas semanas de duras complicaciones en su estado de salud. Nació en Alemania, fue arzobispo de Múnich, se convirtió en la mano derecha de Juan Pablo II, asumió en 2005 y marcó historia al renunciar en 2013.

El gran deterioro físico de Ratzinger lo obligó a renunciar a su cargo en la Santa Sede para dedicarse al retiro espiritual. 
Su salida del Vaticano fue la que le dio lugar a Jorge Bergoglio para convertirse en el papa Francisco. De esta manera, existieron dos pontífices en simultáneo.


Pese a que prometió mantener un silencio absoluto y no “opacar” a Francisco, un escándalo estalló al conocerse un informe que lo responsabilizaba sobre actos de encubrimiento de abusos sexuales a menores. 

 

Ratzinger murió en un monasterio del Vaticano.

 

La noticia fue confirmada por el director de la Oficina de Prensa del Vaticano, Mateo Bruni. “Con pesar doy a conocer que el Papa emérito Benedicto XVI ha fallecido hoy a las 9:34 horas en el Monasterio Mater Ecclesiae del Vaticano. Apenas sea posible se proporcionará mayor información”, escribió en un breve comunicado.

La salud del teólogo alemán se había deteriorado mucho más en los últimos días. En ese sentido, el último parte médico decía que se encontraba “estable”, pero que había pedido no ser trasladado a una clínica para recibir tratamiento.

 

 

El funeral de Bendecito XVI

 

Una vez que se conoció la noticia de la muerte de Ratzinger, el Vaticano anunció que el cuerpo del papa emérito será expuesto desde el lunes en la basílica San Pedro para ser venerado por los creyentes. 

 

Ratzinger fue papa durante 8 años.

 

La ceremonia para despedir al papa número 265 estará encabezada por Francisco, por lo que se convertirá en un hecho único en la historia, puesto que la tradición de la Iglesia Católica indica que un papa es elegido como tal luego de la muerte de su predecesor. Se espera que presidentes, líderes políticos y referentes religiosos participen del funeral.

La última referencia que realizó Bergoglio sobre el estado de Ratzinger fue el pasado miércoles 28 de diciembre en una audiencia general en la que pidió "orar" por su predecesor, ya que se encontraba "muy enfermo".

 

 

El mensaje de algunos líderes por la muerte de Benedicto.

 

Uno de los primeros líderes del mundo en referirse a la muerte de Benedicto XVI fue el primer ministro británico, Rishi Sunak, quien expresó: “Me entristece saber de la muerte del papa emérito”. 


Benedicto XVI murió a los 95 años.
 

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, se sumó inmediatamente a Sunak y lo definió como un hombre “que luchó con alma e inteligencia por un mundo más fraterno”.

La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, lo calificó como un “gigante de la fe y la razón”. Además, aseguró que se comunicó con el papa Francisco para manifestar su “dolor” por el fallecimiento de Benedicto XVI.

Francisco, por otro lado, aún no ha realizado una declaración pública sobre la muerte de su antecesor.
 

RdC / ED.