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domingo, 1 de enero de 2023

Murió el Papa emérito Benedicto XVI a los 95 años... @dealgunamaneraok...

Murió el Papa emérito Benedicto XVI a los 95 años. 

Cuando Ratzinger eligió para sí mismo el nombre de Papa Benedicto, se convirtió en el Papa número 16 con este nombre, siendo el más reciente el Papa Benedicto XV (1914-1922). Fotografías: AFP 

Joseph Aloisius Ratzinger renunció a su cargo como sumo pontífice en 2013 para dedicarse al retiro espiritual, debido al gran deterioro físico que había sufrido su salud. 

© Publicado el sábado 31/12/2021 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

Murió el papa emérito Benedicto XVI, cuyo nombre real era Joseph Aloisius Ratzinger, a los 95 años tras largas semanas de duras complicaciones en su estado de salud. Nació en Alemania, fue arzobispo de Múnich, se convirtió en la mano derecha de Juan Pablo II, asumió en 2005 y marcó historia al renunciar en 2013.

El gran deterioro físico de Ratzinger lo obligó a renunciar a su cargo en la Santa Sede para dedicarse al retiro espiritual. 
Su salida del Vaticano fue la que le dio lugar a Jorge Bergoglio para convertirse en el papa Francisco. De esta manera, existieron dos pontífices en simultáneo.


Pese a que prometió mantener un silencio absoluto y no “opacar” a Francisco, un escándalo estalló al conocerse un informe que lo responsabilizaba sobre actos de encubrimiento de abusos sexuales a menores. 

 

Ratzinger murió en un monasterio del Vaticano.

 

La noticia fue confirmada por el director de la Oficina de Prensa del Vaticano, Mateo Bruni. “Con pesar doy a conocer que el Papa emérito Benedicto XVI ha fallecido hoy a las 9:34 horas en el Monasterio Mater Ecclesiae del Vaticano. Apenas sea posible se proporcionará mayor información”, escribió en un breve comunicado.

La salud del teólogo alemán se había deteriorado mucho más en los últimos días. En ese sentido, el último parte médico decía que se encontraba “estable”, pero que había pedido no ser trasladado a una clínica para recibir tratamiento.

 

 

El funeral de Bendecito XVI

 

Una vez que se conoció la noticia de la muerte de Ratzinger, el Vaticano anunció que el cuerpo del papa emérito será expuesto desde el lunes en la basílica San Pedro para ser venerado por los creyentes. 

 

Ratzinger fue papa durante 8 años.

 

La ceremonia para despedir al papa número 265 estará encabezada por Francisco, por lo que se convertirá en un hecho único en la historia, puesto que la tradición de la Iglesia Católica indica que un papa es elegido como tal luego de la muerte de su predecesor. Se espera que presidentes, líderes políticos y referentes religiosos participen del funeral.

La última referencia que realizó Bergoglio sobre el estado de Ratzinger fue el pasado miércoles 28 de diciembre en una audiencia general en la que pidió "orar" por su predecesor, ya que se encontraba "muy enfermo".

 

 

El mensaje de algunos líderes por la muerte de Benedicto.

 

Uno de los primeros líderes del mundo en referirse a la muerte de Benedicto XVI fue el primer ministro británico, Rishi Sunak, quien expresó: “Me entristece saber de la muerte del papa emérito”. 


Benedicto XVI murió a los 95 años.
 

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, se sumó inmediatamente a Sunak y lo definió como un hombre “que luchó con alma e inteligencia por un mundo más fraterno”.

La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, lo calificó como un “gigante de la fe y la razón”. Además, aseguró que se comunicó con el papa Francisco para manifestar su “dolor” por el fallecimiento de Benedicto XVI.

Francisco, por otro lado, aún no ha realizado una declaración pública sobre la muerte de su antecesor.
 

RdC / ED.




sábado, 6 de noviembre de 2021

En busca de buenas noticias... @dealgunamaneraok...

 En busca de buenas noticias. 


Lo importante es la salud. Cristina Fernández. Dibujo: Pablo Temes.
 

Congelar los precios de los medicamentos es la última puesta en escena de un gobierno que llega dividido a las elecciones. 

© Escrito por Nelson Castro el viernes 05/11/2021 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 

Los desajustes de una economía pisada para tratar de contener los precios reales de bienes y servicios, está empezando a repercutir de manera evidente en la escalada del dólar y en las expectativas del círculo rojo, de los inversores y hasta de la gente común. El blue ronda los $ 200 y la brecha con el oficial llegó al 100%. Nadie espera que esta tendencia se revierta. En el Gobierno no logran engañar a nadie: congelamiento de precios, tarifas atrasadas, controles que no existen y peleas en el seno del poder. El Frente de Todos contra todos llegará a las elecciones partido –al menos– en dos y es un misterio cómo reaccionará el día después de la contienda, sea cual fuere el resultado. En este contexto el pequeño y mediano ahorrista corre hacia el dólar en busca de seguridad.   

El último ejercicio del desangelado secretario de Comercio Interior Roberto Feletti –quien no alcanza a contener los precios ni la inflación– fue generar un acuerdo de “estabilidad de precios” con los laboratorios para sostener en el corto plazo el costo de algunos medicamentos. 

Es, en verdad, una puesta en escena para lograr transmitir una “buena noticia” en la semana previa a las elecciones. ¿Alguien puede creer que retrotraer los precios al 1º noviembre –es decir hace siete días– puede tener algún efecto real en la baja de los productos esenciales para el cuidado de la salud?  

Mientras tanto los jubilados que hoy son los nuevos pobres de la Argentina miran con espanto una película que ya conocen. Los adultos mayores mastican bronca, tristeza e impotencia al ver que la vice en funciones y el condenado Amado Boudou cobrarán pensiones millonarias frente a los $ 25.900 que ellos perciben y que no les alcanza para vivir. La falta de empatía es escandalosa.  

También puertas afuera todo el Gobierno actúa con una precariedad y falta de seriedad absoluta. Quien escribe esta columna tuvo la oportunidad de observar los movimientos de la comitiva presidencial en Roma en torno a la cumbre del G20. Me encontraba allí en ocasión del lanzamiento del libro “La Salute Dei Papi” que fue presentado en el Vaticano. Los diálogos y conductas de los funcionarios argentinos denotaban una falta de profesionalismo asombroso. Aunque lo negaron públicamente, es cierto que buscaron concretar un encuentro con Su Santidad el papa Francisco para llevarse la foto de cara al escenario electoral. Fuentes inobjetables del entorno papal lo confirmaron.  

Parece que tampoco se enteraron que en la era de la información y las redes sociales, no se puede actuar de una manera fuera de la Argentina y al regresar, querer venderle al país un éxito que no fue. El episodio con el presidente de Francia es una muestra de ello. Emmanuel Macron, contó vía Twitter que en la reunión con Alberto Fernández trató la situación de Latinoamérica, en especial de países como Nicaragua y Venezuela, con sistemas políticos inestables que persiguen a opositores. El presidente Alberto Fernández también compartió la reunión con su par francés: “Con @emmanuelmacron, presidente de Francia, reafirmamos las visiones compartidas en torno a la acción climática, la preservación de la biodiversidad, la defensa de los DDHH y la igualdad de género. Agradecí el apoyo de su país a la negociación con el Club de París y el FMI”. Dos versiones para un mismo hecho. 

Entre otras cosas, la intención de propiciar encuentros fortuitos con figuras como el presidente de los Estados Unidos Joe Biden, tampoco pasó desapercibida para nadie. Para el oficialismo fue casi un encuentro bilateral, pero a los ojos del mundo no fue más que la intención de mendigar una fotografía con fines de utilización en la política doméstica. Hombres de talla mundial como “el compañero Biden” saben detectar a kilómetros de distancia este tipo de situaciones que los incomodan. 

El último tramo de la campaña recalienta los ánimos de ambos lados de la grieta. El Frente de Todos contra todos llega partido y con pocas esperanzas de remontar la derrota sufrida el 12 de septiembre en las PASO. Las peleas internas no se disimulan y es una incógnita qué puede pasar el 15 de noviembre con el resultado puesto. Solo los intendentes han logrado acumular poder como para sostenerse de cara a los dos años que restan de mandato. Su protagonismo en los gabinetes de Nación y Provincia, les devolvió la certeza de no dejarse amedrentar nunca más por lo que queda de La Cámpora.  

En Juntos por el Cambio, hay una mezcla de optimismo y cautela. Nadie quiere arriesgar un resultado. “Llegamos a las PASO con expectativas modestas, ahora estamos obligados a sostener un resultado que generó ilusión y la posibilidad de volver a pensar en un proyecto de cara al 2023” –describió una alta fuente de Juntos en la PBA. Ésta fue la primera semana con las boletas circulando por el territorio. Hasta la semana pasada algunos sentían ciertos niveles de apatía en vastos sectores del Conurbano. En los últimos días eso se modificó. Hay en la oposición la conciencia de que aún con un resultado positivo, sobrevendrán dos  años oscuros. “No sabemos cómo puede reaccionar el Gobierno, pero tenemos la responsabilidad de generar un clima propicio para que la gobernabilidad se mantenga sin sobresaltos. Ellos son peligrosos y lamentablemente les gusta jugar con fuego” –describieron cerca de un intendente. 

La Argentina necesita tranquilidad y un largo período de reflexión. Los Nerones del Gobierno no pueden volver a poner en peligro nuestra institucionalidad. 

Producción periodística: Santiago Serra.



domingo, 16 de febrero de 2020

Las coaliciones en el poder... @dealgunamanera...

 ¿Unidos por amor o por espanto?...

Lápiz rojo, Alberto Fernández. Dibujo: Pablo Temes

Llama la atención que a medida que pasan los días, emergen las diferencias del Frente de Todos. La negociación por la deuda es un nuevo frente de conflictos.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 16/02/2020 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.


Es curioso: según avanzan los días y las semanas el Gobierno va exhibiendo, cada vez con mayor claridad, las diferencias que constituyen la esencia de la duda que subyace en la génesis del Frente de Todos. Las coaliciones representan un verdadero desafío para las dirigencias que las integran. Son ámbitos de acuerdos en los que se debe trabajar en forma intensa para superar una gama de concepciones ideológicas en pos de un objetivo.

En la Argentina, las coaliciones han funcionado muy bien para ganar elecciones.

La Alianza para el Trabajo, la Educación y la Justicia de los 90, el Frente para la Victoria en 2003, Cambiemos en 2015 y el Frente de Todos así lo ejemplifican. Otra cosa es gobernar. A esa hora –la hora de verdad– es cuando se ve la consistencia de esa estructura política. Y ahí, aparecen las tensiones. Eso ya se vio en la historia reciente. Y, como la repetición de la historia es en nuestro país la norma, eso está ocurriendo ahora.

Lo llamativo de este presente es la prontitud y la forma con la que se viene manifestando. No es común que un ministro desautorice al Presidente en forma abierta y pública. Es lo que hicieron primero el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, y luego la ministra de la Mujer, Género, y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta.

La discrepancia giró en derredor del tema de la existencia o no de presos políticos. Tanto fue el estrépito que ello obligó a Alberto Fernández a ordenarles a sus ministros que no polemizaran más sobre el asunto y a hablar el lunes por la mañana con Diego Schurman por Radio Continental para negar la existencia de esa categoría de detenidos y explicar los problemas que esa polémica le está acarreando allende las fronteras.

Al hacer mención a esa circunstancia, el Presidente dio en el blanco. En verdad, lo que esta discusión pública genera es la duda acerca de la real autoridad del Dr. Fernández. Sobre esto se habló en el entorno de la canciller de Alemania, Ángela Merkel, y del presidente de Francia, Emmanuel Macron. Y no fueron solo los entornos: también se habló acerca de esto entre los empresarios con los cuales se entrevistó el Dr. Fernández.

“No quiero un gobierno de pensamiento único”, le dijo el Presidente a Oscar González Oro por Radio Rivadavia. Eso es algo ciertamente valorable. Pero, una cosa es la pluralidad de pensamiento dentro de un gobierno y otra cosa –muy distinta– que los ministros de su gabinete desautoricen públicamente al Presidente.

“Lo que nos pidió Cristina es que el Frente no se rompa, ese es el límite”, se le escuchó decir a un intendente con llegada al Instituto Patria, poniendo en palabras lo que piensa la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner sobre esta discusión y las que vendrán.

En la provincia de Buenos Aires las diferencias entre los intendentes del peronismo y el gobernador Axel Kicillof suman capítulos. El malestar tiene varios frentes. El primero es la falta de espacio en el gabinete bonaerense, donde hay más técnicos que políticos. Sin lugar en las primeras y segundas líneas, se entusiasman con ocupar algún cargo de tercer escalón. El otro es la falta de contención. Los intendentes, tanto del interior como del Conurbano, están buscando vías alternativas al Poder Ejecutivo para canalizar sus reclamos. La vicegobernadora Verónica Magario les abrió las puertas y el paso de intendentes por ámbitos legislativos es una constante en la capital bonaerense. Desde el entorno del gobernador niegan esas diferencias y hablan del “estilo Kicillof” que, afirman, los intendentes conocen.

La impresión que produjo el ministro de Economía, Martín Guzmán, en su presentación en el Congreso fue pobre. En un hecho inusual, asistieron a escucharlo hombres de negocios de diversas extracciones. No hizo grandes anuncios ni prometió grandes cosas. Es más, lo único que quedó claro de su exposición fue que la perspectiva de la economía a lo largo de los cuatro años de este gobierno es poco auspiciosa. Habló de una postura dura frente al Fondo Monetario Internacional, algo casi de libro. Y le faltó exponer, aunque sea algún lineamiento, sobre el plan económico.

Hay un Plan A y otro B, insiste el Presidente. Uno pensado para el después de un acuerdo con el FMI en los términos que propone el Gobierno; otro, sin acuerdo.

Todo blanco sobre negro. El Presidente ha ordenado endurecer la negociación con el FMI. Esto ha ocurrido casi en sintonía con la declaración de Cristina Fernández de Kirchner desde La Habana, en la que criticó al Fondo por haber violado sus propias reglas al prestarle dinero al gobierno de Mauricio Macri para pagar deuda.

Con CFK en el medio, la negociación se complicará. No hay que olvidar lo que sucedió durante sus presidencias: se le terminó pagando al Club de París mucho más de lo que se habría pagado si hubiese habido una buena negociación. Y ni hablar de los fondos buitre, pesada herencia que debió afrontar la gestión de Macri.  

Lo que sucedió el viernes con la postergación de los anuncios de los aumentos y los medicamentos gratis para los jubilados ilustra acerca de los problemas de funcionamiento dentro del Gobierno. Insólitamente el último en ver las medidas fue el ministro de Hacienda. Fue él quien, al ver el volumen de las erogaciones que representaban, pidió aplazar la comunicación oficial. “Guzmán afirmó que esas propuestas no eran sostenibles en el tiempo”, señalan funcionarios de sus cercanías.

Ese será un asunto clave no solo de la negociación con el Fondo, sino también de la gestión de gobierno.

El 2,3% de inflación –que trajo alivio al oficialismo– deber ser tomado con pinzas. No porque haya sido manipulado por el Indec –el equipo técnico que lo elaboró es el mismo que estuvo con Jorge Todesca–, sino porque hay un componente que falta: la actualización de los aumentos de los combustibles y de los servicios públicos. “Sin ese congelamiento el índice de precios al consumidor habría estado alrededor del 4%”, señaló un analista económico afín al Gobierno.

A setenta días de comenzada la presidencia de Alberto Fernández, el principal problema que presenta la economía es la falta de certezas. Y mientras reine la incertidumbre, la reactivación será una quimera.






domingo, 9 de febrero de 2020

De Europa al barro. Después de la gira, las internas... @dealgunamanera...

Después de la gira, las internas...

 “Se va la primera...” Alberto Fernández. Dibujo: Pablo Temes

El periplo europeo del Presidente fue muy productivo. Ahora toca resolver la deuda y alinear funcionarios. Kicillof, siempre amateur, y roces en Justicia.

© Escrito por Nelson Castro y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.


Fue una semana de caricias políticas para Alberto Fernández. Su exitosa gira por Europa le deparó las mieses de la cordialidad de la canciller de Alemania, Ángela Merkel, del presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, y del presidente de Francia, Emmanuel Macron.

Todos ellos lo recibieron muy bien, comprometieron su apoyo para los reclamos por la deuda y hasta le hicieron regalos simpáticos y de calidad (la guitarra que le regaló Macron es de muy buena hechura).

Dicho esto, hay que recordar que a Mauricio Macri también lo trataron muy bien en su primera gira europea. Y lo mismo le sucedió a Néstor Kirchner en su primer viaje presidencial al Viejo Mundo. A la única a la que nunca le fue verdaderamente bien fue a Cristina Kirchner. Ya se ha dicho aquí que su patológica personalidad generó el rechazo de todos los jefes de Estado que la conocieron.

La moraleja de este racconto es que el apoyo de los líderes mundiales es una condición imprescindible para enfrentar una negociación tan compleja como la que deparará la búsqueda de un acuerdo de pago con el FMI y los bonistas, pero insuficiente para reconstruir la economía del país.


Deuda. Néstor Kirchner solucionó el problema de la deuda pero Cristina se fue del gobierno con 25% de pobreza, la deuda con los holdouts y altos índices de inflación y desempleo.

Mauricio Macri solucionó el problema con los holdouts, pero su gobierno terminó con más del 30% de pobreza, la deuda con el FMI y bonistas privados, e índices de inflación y de desempleo aún mayor de los que había heredado.

En su periplo europeo, el Presidente fue a pasar la gorra en pos de la ayuda de los líderes mundiales a los que visitó. Es altamente probable que también le vaya bien con Donald Trump, que trató con deferencia al flamante embajador en Washington, Jorge Argüello, quien volvió a ocupar esa sede diplomática de la cual había sido expulsado en 2012 como castigo por CFK.

Está claro que el problema de la deuda se va a solucionar. El desafío es que vengan las inversiones. Por eso –y para que no le suceda lo que a sus antecesores– el gobierno de Fernández debe abocarse a la búsqueda de las soluciones políticas y estructurales que requiere la problemática de la economía argentina.

Kicillof. En el devenir de la negociación por la deuda, el Gobierno tuvo en las dos últimas semanas una especie de quinta columna: Axel Kicillof. Su impericia para manejar el vencimiento del bono por 249.750 millones de dólares emitido en 2011 por Daniel Scioli fue proverbial.

Cuando se propone una postergación de los plazos de pago o alguna otra variante, se requiere un consenso previo con un número de acreedores que sea suficiente para que el deudor se asegure contar con la aquiescencia de la casi totalidad de los acreedores. Eso es lo que no hizo Kicillof. Lo suyo fue un piletazo sin ninguna posibilidad de éxito.

“Fue algo amateur, sin ningún sentido”, lo definió un analista económico de elite. Y tan amateur fue que acabó impactado negativamente en la reestructuración del bono AF20, un bono dual que se paga en pesos o en dólares a un cambio determinado.

Es evidente, además, que Kicillof no tiene muy en claro su rol. Él es el gobernador, no el ministro de Economía. La lógica indica que debió haber sido su ministro de Economía, Pablo López, quien llevara la voz cantante de la negociación ante la opinión pública.
Para eso están los ministros, que son, además, fusibles.

“Axel se equivocó otra vez. Tiene mucho que aprender”, confiesa una voz de su cercanía.


Internas. Poco le duró al Presidente el dulce sabor de las jornadas vividas entre Roma, Berlín, Madrid y París. La interna emergió con toda su potencia apenas el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, volvió a decir que en la Argentina no hay presos políticos.

Que haya salido a cruzarlo Julio De Vido no sorprendió a nadie. Es más, el retruécano del depreciado ex ministro –despreciado, además, por muchos de sus ex conmilitones– es casi un galardón para el jefe de Gabinete. Pero que esa discrepancia haya sido expresada públicamente –una vez más– por una integrante del gabinete, la ministra de las Mujeres, Género y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta, es insólito.

La repercusión de este episodio sin dudas ha sido fuerte al interior del Gobierno. No es casual que el canciller Felipe Solá haya salido de inmediato a respaldar a Cafiero al advertir que este incidente termina afectando la autoridad del Presidente. Y el mismo AF advirtió esto ya que ayer la orden que circulaba al interior del gabinete era no hablar más del tema.

Otro foco de tensión que se está incubando es el de la reforma judicial. El proyecto anunciado por el Presidente el 10 de diciembre en su discurso ante la Asamblea Legislativa aún no tiene fecha de presentación a causa de las diferencias internas entre la ministra de Justicia, Marcela Losardo, y el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz.

AF decidió que se encarguen de su redacción –entre otros– Losardo, Beliz, Cafiero, el secretario General de la Presidencia, Julio Vitobello, y la interventora de la AFI, Graciela Camaño.

La última semana trascendió que Beliz habría solicitado el asesoramiento del fiscal José María Campagnoli. Es un aporte extraoficial. “No está institucionalizado”, afirman. Campagnoli, que fue subsecretario de Justicia durante el período en que Beliz se desempeñó como ministro de Néstor Kirchner, fue víctima de la persecución política del kirchnerismo cuando investigó a Lázaro Báez.

Losardo, por su parte, ya hizo saber en los pasillos de Comodoro Py que está “muy en desacuerdo” con la reforma judicial que está armando Beliz, con eje en la Justicia Federal, conmocionada en estos días por la muerte del juez Claudio Bonadio.

Bonadio fue un juez muy pero muy cuestionable al que el kirchnerismo –en el ejercicio de la doble moral que forma parte de su esencia– protegió y elogió cuando se benefició con sus fallos y a quien recién denostó cuando fue objeto de sus investigaciones por hechos de corrupción.





domingo, 7 de julio de 2019

Desafíos electorales… @dealgunamanera...

Desafíos electorales…

 Peso, Vidal-Macri. Dibujo: Pablo Temes

La compleja tarea de Vidal en Provincia. El rol de Marcos Peña. Cómo el acuerdo Mercosur-UE se mete en la campaña.

Escrito por Nelson Castro el domingo 07/07/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Mauricio Macri ha hecho una adecuada lectura de la dinámica electoral y de sus consecuencias: el Gobierno necesita tener una buena performance en las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO). Si así no fuera, la incertidumbre política que desataría la inminencia de una victoria del kirchnerismo haría trizas la endeble estabilidad económica que exhibe el país hoy en día. Y eso sería para el Gobierno el pasaporte a su derrota. En lo concreto –es decir, en los números–, hacer una buena elección para el oficialismo significa no perder por más de siete u ocho puntos. Una diferencia mayor marcaría el adiós a la posibilidad de reelección del Presidente. Así, pues, las PASO se han transformado no ya en una gran encuesta, sino en una verdadera primera vuelta de la elección presidencial.

El desbande de Consenso Federal ha alcanzado la categoría de fiasco. Si algo le faltaba para coronarlo, es la pelea para evitar la interna en la Capital Federal. La contradicción no pudo haber sido mayor: en la agrupación que lleva la palabra consenso lo que domina es la imposición. Tan lejos ha llegado ese absurdo que se creó ahí una nueva grieta. ¡Inentendible!

Acuerdo Mercosur-UE. Macri vivió el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea como una victoria personal. En verdad, fue una sorpresa. Muy pocos –casi nadie– de los participantes de la reunión del G20 en Osaka tenían esperanzas de llegar a este entendimiento. Los que frecuentan al Presidente coinciden en señalar que esto le levantó el ánimo.

Un acuerdo de este tipo siempre es muy bueno en tanto y en cuanto se observen dos requisitos: el primero es que se negocie con precisión y cuidado su instrumentación. Esa es la clave. Lograrlo lleva tiempo y demanda mucha destreza política.

En los detalles es donde la negociación se hace más ardua. Y esto vale tanto para el frente interno como para el externo. En Europa ya han aparecido las primeras resistencias. Las padeció Emmanuel Macron, con los agricultores franceses, ya que le han hecho saber su posición contraria al acuerdo.

En lo interno no hay que olvidar que el tratado necesita ser ratificado por el Congreso. Solo será posible alcanzar dicho propósito si hay consenso político, algo que en la Argentina tiene la categoría de utópico. Esa discusión se dará recién el año que viene y dependerá del resultado electoral.

El kirchnerismo ya ha hecho saber, a través de Alberto Fernández y de Axel Kicillof, que revisará el acuerdo, lo que, a buen entendedor, significa que lo rechazará. De ser así, será una contradicción –una más– de las que constituyen le esencia K. De Kicillof no sorprende; de Fernández, sí. En 2014, Cristina Fernández de Kirchner abogó fuertemente por alcanzar un entendimiento de este tipo. 

El 19 de marzo de ese año, la ex presidenta publicó en su cuenta de Twitter: “Estamos muy esperanzados en avanzar con las negociaciones”, en referencia al posible acuerdo comercial entre el Mercosur y la Unión Europea. La publicación estaba acompañada de una foto en la que se la veía junto al entonces presidente de Francia, François Hollande.

CFK había viajado a la Ciudad Luz para reunirse con él y hablar de la deuda que la Argentina mantenía con los 19 países integrantes del Club de París. Durante ese encuentro también se habló del tratado de libre comercio, que se comenzó a discutir oficialmente en 1999.

El segundo requisito del cual dependerá la viabilidad de este acuerdo tiene que ver con aspectos estructurales de la economía de la Argentina.

Con la presión impositiva, la inflación y las tasas de interés que existen hoy en día, no hay ni habrá ninguna posibilidad de que en la Argentina haya desarrollos productivos que puedan ser competitivos. De esto se habló en la reunión que mantuvo Macri con distintos sectores empresariales el miércoles pasado en la Quinta de Olivos. Todos coincidieron en este punto. El desafío es transformar esa coincidencia en hechos. El actual gobierno se la ha pasado hablando de la necesidad de bajar impuestos y lo que ha hecho a lo largo de su gestión es subirlos.

Lucha por Bs. As. María Eugenia Vidal tiene por delante una tarea ciclópea. Hoy está perdiendo la provincia de Buenos Aires en forma clara. Si bien achicó las diferencias con el envión que, según muestran las encuestas, se produjo en estas dos últimas semanas, la diferencia con la fórmula Kicillof-Magario es aún significativa.

El conurbano bonaerense es donde se definirá la elección. No es novedad. En ese territorio abundante en contrastes y necesidades, la imagen positiva de CFK es alta y eso tracciona hacia arriba los candidatos a la gobernación del kirchnerismo. Es exactamente lo contrario que sucede con Macri, un verdadero salvavidas de plomo para las aspiraciones electorales de la gobernadora. Se calcula que para ganar la Provincia necesitaría un corte de boleta de 6 puntos. Hoy, eso es un imposible.

En la distribución de tareas que se acordó en la reunión del rencuentro de Sergio Massa con los intendentes kirchneristas –en la que participaron también Kicillof y Verónica Magario–, el líder del Frente Renovador se comprometió a ponerle el cuerpo a la campaña para recuperar los municipios del Conurbano que Cambiemos ganó en 2015. En la mira, a priori, hay dos: Quilmes y Pilar.

No está claro aún cuál es el aporte en votos que Massa le suma al Frente de Todos. Hasta ahora parece poco significativo. Es lo que se desprende de la mayoría de las encuestas.  El precandidato a gobernador les pidió a los intendentes que salgan a mostrar las cosas que hicieron con la plata de sus municipios sin ayuda de la gobernación. “Vidal es Macri” es la consigna sobre la que girará la campaña que hará centro en la crisis económica.

La economía sigue arrojando números malos. La disociación con el discurso del Gobierno es abismal. No hay noticias económicas buenas en la vida de la mayoría de los argentinos. Ante las dificultades que esto representa para la reelección, importantes referentes de Cambiemos, más vinculados al PJ y a la línea fundadora del PRO, creen que sería un buen momento para despedir a Marcos Peña y asignarlo con dedicación exclusiva a la campaña.

Tanto es así que, durante las dos últimas semanas, se habló muy fuerte de Peña como ministro de Relaciones Exteriores de un eventual próximo gobierno de Macri. “Estas cosas tendrían que tener algún nivel de definición; eso ayudaría mucho a convencer al votante indeciso de que las cosas mal hechas se van a corregir”, señala un consultor con llegada al núcleo del Gobierno.

La polarización extrema de la elección llevará inexorablemente a una campaña negativa y agresiva en la que abundará la escasez de ideas. Ese oxímoron –la escasez de ideas en abundancia– es el verdadero drama de la política vernácula.

Producción periodística: Lucía Di Carlo.