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sábado, 11 de agosto de 2018

Caminos oscuros… @dealgunamanera...


Caminos oscuros…

En 2005, Lavagna lo denunció antes de irse. La Justicia esquiva juzgar al poder de turno.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 05/08/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

E 22 de noviembre de 2005, siendo aún ministro de Economía del entonces presidente Néstor Kirchner, Roberto Lavagna pronunció un recordado discurso ante la convención anual de la Cámara Argentina de la Construcción. Dijo en ese ámbito Lavagna: “Hay un cierto grado de cartelización entre las empresas que construyen las obras públicas que hace el Estado, con los sobrecostos que ello implica”. Ante el silencio y el azoramiento de los asistentes, el ministro continuó: “El caso de Vialidad es bien conocido por ustedes y saben que está siendo investigado por Defensa de la Competencia e incluso por el Banco Mundial”. El caso en cuestión tenía que ver con las irregularidades detectadas por las investigaciones que había realizado el Departamento de Integridad Institucional del  Banco Mundial (BM) relativas al Crema (Contratos de Rehabilitación y Mantenimiento por Resultados), hecho que obligó a aquel gobierno de Kirchner a suspender diez licitaciones. Lo que el BM detectó fue que se había presentado un grupo de empresas con precios parecidos, todos los cuales estaban por arriba del rango superior a los valores de mercado. Kirchner, enfurecido por esta declaración de su ministro de Economía, hizo dos cosas: la primera, decirles a las empresas constructoras que ellas eran “la columna vertebral del país”; la segunda, echar a Lavagna luego de cortarle el diálogo por varios días.

Siempre más.

Cuando creíamos haber visto todo acerca de la corrupción del kirchnerismo, la historia de los cuadernos de Oscar Centeno, el hombre que de ser chofer de la madre de Julio de Vido pasó a serlo de Roberto Baratta –su mano derecha en el Ministerio de Planificación–, nos pone frente a un episodio más de la frondosa casuística de la corrupción a lo largo de los 12 años que el matrimonio Kirchner ejerció el poder. Este hecho, sin embargo, presenta un addendum que lo hace aún más impactante: el involucramiento de un grupo de poderosos empresarios que hoy están presos. Lo que se vivió entre el miércoles, el jueves y el viernes en las sedes de muchas importantes corporaciones y en los domicilios de sus gerentes y dueños es ya parte de un anecdotario frondoso y variopinto. “¿Vendrán por mí?”, se preguntó con desasosiego más de uno de esos poderosos hombres de negocios al ver el despliegue policial que llegaba a casas vecinas.

La opinión pública ya estaba “acostumbrada” a los bolsos en los que circulaba el dinero de la corrupción K. Se habían visto en La Rosadita y en el caso del ex secretario de Obras Públicas José López. Lo que no se había visto aún era la aparición de un partícipe de la corrupción K que, con una pertinaz obsesión, se dedicó a anotar días, horas, minutos, segundos, domicilios, lugares y trayectos del derrotero del delito. El único empresario K detenido en esta ocasión es Gerardo Ferreyra, uno de los dueños de Electroingeniería, una mediana empresa dedicada al armado de tableros electrónicos que, a partir del advenimiento de los Kirchner, tuvo dinero para expandirse a la construcción de empresas hidroeléctricas, medios de comunicación, y otras áreas sobre las cuales su experiencia y capacidad operativa eran nulas.

El así llamado “Club de la Obra Pública” representa uno de los grandes males de la Argentina. Negado cuando se habla en “on” por las diferentes autoridades de la Cámara de la Construcción de todos los tiempos y confirmado en las conversaciones en “off”.

Conviven y comparten la metodología empresarios como Carlos Wagner –un “mimado” de Cristina y aportante a sus campañas– de Esuco, la empresa donde trabajó en sus comienzos el arquitecto Julio de Vido, con Javier Sánchez Caballero, CEO de Iecsa, la ex empresa de Ángelo Calcaterra, el primo de Mauricio Macri. En la información existente en los cuadernos, las coimas giran alrededor de las obras energéticas. Wagner, por ejemplo, aparecería muy complicado en el tema Yacyretá. En el caso de Iecsa llama la atención que aquí el detenido haya sido solo el CEO de la empresa y no su propietario. El mismo interrogante vale para la empresa del Grupo Pescarmona. A ese “Club de la Obra Pública” supo pertenecer también la empresa de la familia del Presidente. No solo perteneció sino que compartió sus mismos vicios. El escandaloso contrato para la colocación de cloacas entre Sideco –firma de la Sociedad Macri (Socma) y la intendencia de Morón en tiempos del intendente Juan Carlos Rousselot– en nada se diferencia de lo que fue norma en el kirchnerato.

La corrupción se vio despuntar tempranamente en el caso Skanska. En el libro de Pablo Abiad, El Club K de la Obra Pública, se consigna una ya famosa grabación en la que el gerente comercial de la empresa hablaba de llevar valijas “al pingüino de acá a dos cuadras”.  Por eso, las objeciones que se esgrimen desde el kirchnerismo como intento de neutralización de la denuncia – ¿por qué ahora?; esto es una bomba de humo lanzada por el Gobierno para tapar la realidad socioeconómica; etc. – resultan fatuas. Los hechos son tan irrefutables que ameritan solo una cosa por hacer: investigarlos en profundidad y juzgar y condenar a sus culpables. En las últimas horas hubo una circunstancia de alto valor para el caso: la decisión del empresario Juan de Goycoechea de ser “arrepentido”. Es decir, hablar y aportar evidencias comprobables.

El controvertido juez federal Claudio Bonadio y el fiscal federal Carlos Stornelli tienen la gran oportunidad de demostrarle a la sociedad que están dispuestos a cumplir con su deber republicano. Porque es en el comportamiento de la Justicia donde se debe poner el foco del problema que deja expuesto este y el resto de los casos de corrupción de la historia reciente de la Argentina. La Justicia ha demostrado ser escandalosamente ineficiente para juzgar la corrupción del poder. La causa más emblemática que ratifica esta afirmación es la de la venta ilegal de armas a Croacia y a Ecuador, en 1995. Carlos Menem, condenado a 7 años de prisión 22 años después de cometido el ilícito, anda libre por la vida gozando de la inmunidad que le da su condición de senador. Por eso, no fue casual que el material sobre el que gira toda la causa se lo hayan enviado a un periodista de primer nivel, Diego Cabot –implacable en su rigurosidad e intachable en su honestidad– y no a un juez o a un fiscal.

La Justicia lenta no es Justicia. ¿Lo seguirá siendo o no? Parece una pregunta salida de Hamlet. Nada que sorprenda. “Algo huele mal en Dinamarca” es una frase que podría aplicarse a la Argentina de cada día, del presente y del pasado.

Producción periodística: Lucía Di Carlo.


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domingo, 12 de noviembre de 2017

Inversores. Lo que piden afuera… @dealgunamanera...

Inversores. Lo que piden afuera…

Epístolas Cervantinas. Julio De Vido. Dibujo: Pablo Temes

Macri volvió del exterior con sensaciones duales. Reforma laboral y poder de jueces.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 12/11/2017 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Para el Gobierno, la semana que pasó tuvo al menos dos aspectos salientes en materia económica: uno fue el viaje de Mauricio Macri a Nueva York; el otro, la reunión que el jueves el Presidente compartió con los gobernadores. En el primer encuentro –con banqueros y empresarios del exterior–, las cosas transcurrieron dentro de los carriles esperados por Macri y sus acompañantes.

Sin embargo –y a pesar de la exposición del plan de reformas y los esfuerzos de la Argentina para combatir la inflación y el déficit fiscal–, la delegación de nuestro país regresó con la sensación de que le habían vuelto a correr la línea de llegada: “Ya no importan los planes; para que en el exterior se animen a enviar financiamiento hacen falta resultados y consensos. Nadie puede ya ignorar que en los grandes mercados se conocen los pormenores de nuestra política doméstica; por eso piden previsibilidad más allá de 2019”, explicó un destacado economista que conoce bien los jugadores internacionales.

Atentos.

Consenso y previsibilidad son las dos palabras claves a las que debemos añadir una tercera: peronismo. Es que a los largo de los 34 años que lleva la recuperada democracia argentina, ha sido el peronismo el factor esencial de poder aun en los pocos en los que no estuvo en la presidencia de la Nación. Por eso, si no se construyen grandes acuerdos y lineamientos claros con la oposición, difícilmente el Gobierno logre que se abra en forma contundente el grifo de dólares provenientes de la inversión extranjera. De todas maneras, la realidad comienza a mostrar una cara más amable para los proyectos de corto y mediano plazo: “Se nota mayor confianza, algo está cambiando. Un buen termómetro está dado por las exigencias que las casas matrices imponen a sus filiales locales a la hora de tomar nuevos riesgos. Al encarar un proyecto, te piden una tasa de retorno de utilidades mucho menor a la de hace unos años. Hoy las rentabilidades exigidas están algo más cerca de la línea de las filiales mexicanas o brasileñas, que van en torno al 7% u 8%”, explica un experimentado consultor que conoce la región como la palma de su mano.

Puertas adentro. 

La reunión con los gobernadores y toda la batería de medidas preparadas en la reforma económica presentada por el Gobierno tienen como pilares fundamentales la corrección del déficit fiscal y la inflación. “Macri les planteó la importancia de lograr el equilibrio fiscal y recalcó que para alcanzar el objetivo todos deberán ceder un poco: Nación, provincias y municipios. La reforma tributaria nacional, la provincial (que hará hincapié en la baja de Ingresos Brutos y el impuesto a los sellos) y la previsional entrarán en discusión”, especificó un allegado a la presidencia. Con el problema del Fondo del Conurbano encaminado y casi resuelto, todo hace pensar que los mandatarios provinciales prestarán su colaboración siempre y cuando no vean afectadas las arcas provinciales. 

Una fuente de una de las provincias cuyanas lo graficó muy bien: “Si hay equidad y la palabra federalismo se toma en serio, podemos empezar a mirar hacia adelante”.

Quizá por eso, voceros de la Gobernación bonaerense prefieren la prudencia y remarcan que “se está negociando y todos los aspectos cuentan. No levantaremos la demanda en la Corte hasta que los proyectos no estén plasmados en una ley”.

La otra batalla con resultados hasta ahora no plenamente satisfactorios es la que se libra contra la inflación: el Banco Central está utilizando todos los recursos y jugando al límite para contenerla. La suba de tasas del martes es una prueba de ello. El Gobierno sabe que debe acelerar ahora que tiene bandera libre para los cambios. Habrá nuevos aumentos de tarifas, graduales pero aumentos al fin. En este momento, la lógica de la economía argentina exige nuevos retoques. “Lo de las tarifas es en el fondo parte del problema fiscal porque se trata de ir eliminando subsidios para llegar a los valores reales.

Así se está haciendo con la energía y lo que queda es el transporte, y se hará con mucho cuidado”, explica un economista de llegada al Gobierno.

Ruidos.

La reforma laboral será tal vez el aspecto más conflictivo de este paquete de medidas anunciado por el oficialismo. “Será difícil pero no imposible. El sindicalismo sabe que tiene que negociar. En primer lugar porque la llegada de inversiones cambiará el panorama. En segundo lugar porque los cambios tecnológicos ya están entre nosotros y tienden a generar mayores avances con menor mano de obra, y en tercer lugar porque el peronismo que siempre fue su respaldo natural está dividido, en crisis y buscando renovación”, sostiene una fuente allegada al gobierno con conocimiento de lo que ocurre en la industria.

Hay un dato que ni los gremios ni los empresarios ni el Gobierno deben pasar por alto: el auge de los delegados de la izquierda en varios de los principales gremios. “El gremialismo clásico debe aprender a negociar y ceder posiciones pero sin mostrar fisuras ni dar muestras de debilidad. La izquierda les está comiendo todos los días un delegado de planta”, describió con preocupación un hombre que conoce los vaivenes laborales de la industria. La izquierda no sabe negociar ni quiere hacerlo, por eso, el propio empresariado y el Gobierno prefieren lidiar con este gremialismo.

En paralelo, los jueces federales con despacho en los tribunales de la avenida Comodoro Py al 2000 siguen activando las causas que tienen al kirchnerismo contra las cuerdas y a varios de sus ex funcionarios tras las rejas. El protagonismo de estos días le cupo a Julio Miguel De Vido. A través de sus cartas de prosa encendida, ortografía deficitaria y confusa sintaxis, se encargó de criticar a Cristina Fernández de Kirchner y a José Luis Gioja, y amenazó con romper el silencio.

“Hablen con Julio”, era la frase que Néstor Kirchner utilizaba a la hora de la aprobación a un proyecto vinculado a la obra pública. Esta frase –título del libro de imprescindible lectura escrito por Diego Cabot y Francisco Olivera– ponía al ex ministro en su rol: él era el que implementaba lo que el ex presidente ordenaba. Es decir la corrupción nacía en la Casa de Gobierno y se ejecutaba a través del Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios creado a partir del 25 de mayo de 2003, cuyo titular, durante los doce años del kirchnerato, fue De Vido. A buen entendedor…

Producción periodística: Santiago Serra.