Oposición a la deriva…
El kirchnerismo, el radicalismo y el PRO, fragmentados, enfrentan crisis internas que solo fortalecen al mileísmo.
© Escrito por el Doctor Nelson Castro el sábado 08/02/2025 y
publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República
Argentina.
Las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias
(PASO) fueron creadas por el matrimonio Kirchner luego de la resonante derrota
que le infligió en las elecciones legislativas de 2009 a la lista integrada por
Néstor Kirchner y las candidaturas testimoniales de Daniel Scioli y Sergio
Massa el trío integrado por Francisco de Narváez, Mauricio Macri y Felipe Solá
en la provincia de Buenos Aires. En aquel apogeo del kirchnerismo, el trámite
legislativo fue vertiginoso: el 18 de noviembre se aprobó en la Cámara de
Diputados y el 2 de diciembre se aprobó en la Cámara de Senadores.
El argumento con el que se intentó
darle a este proyecto aires de vocación democrática fue que se buscaba el
fortalecimiento de los partidos políticos. La verdad, como siempre ocurre con
el kirchnerismo, en donde todo es una mentira, era otra: el objetivo de la
barrocamente llamada Ley de Democratización de la Representación Política, la
Transparencia y la Equidad Electoral era impedir que se repitiera un fenómeno
como el que protagonizó en aquellas elecciones Francisco de Narváez que, a
través de una costosísima campaña publicitaria, había podido instalar su
figura, hecho que fue clave para arribar a su impactante victoria. El futuro de
ese trío no tuvo final feliz por los aires de grandeza y los egos de cada uno
de sus miembros, pero eso es ya otra historia.
El devenir demostró que fueron muy
pocas las veces en que las PASO representaron una verdadera interna. La más
recordada e importante fue sin duda la de 2015, que dio origen a Cambiemos:
allí compitieron Mauricio Macri por el PRO, Elisa Carrió por la Coalición
Cívica y Ernesto Sanz por la Unión Cívica Radical.
En ese año también hubo competencia
interna en Una Nueva Alternativa, donde el binomio Sergio Massa-Gustavo Sáez se
impuso al de José Manuel de la Sota-Claudia Rucci, y en la izquierda, donde
compitieron Nicolás del Caño-Miriam Bregman contra Jorge Altamira-Juan Carlos
Giordano.
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En la mayoría de los casos –y sobre
todo en el peronismo, dominado por el kirchnerismo– lo que sucedió fue que las
listas se cerraban a dedo, con lo cual las PASO se convirtieron en una especie
de primera vuelta electoral ya que no había necesidad de competir para definir
quiénes llegarían a la contienda electoral.
Eso lo padeció en carne propia Mauricio
Macri durante su presidencia ya que, el 11 de agosto de 2019, día en que fue
vencido en las PASO por la fórmula Alberto Fernández-Cristina Fernández de
Kirchner, en los hechos su poder se esfumó y su gobierno quedó reducido a una
formalidad, absolutamente desahuciado. Fue la crónica de una muerte anunciada.
Con esta experiencia en mente, el kirchnerismo intentó anular las PASO de 2021,
en plena pandemia, porque presagiaba una derrota que, en los hechos, se
concretó.
Las PASO han tenido a lo largo de estos
años detractores y defensores cambiantes según sus necesidades y conveniencias
políticas. Una verdadera vergüenza marcada por el desprecio a las reglas y la
institucionalidad.
Fueron muy pocas las veces en que las
PASO representaron una verdadera elección interna.
Es lo que ocurrió el jueves en la
Cámara de Diputados, en la que se le dio media sanción al proyecto de
suspensión. De hecho, ni siquiera se eliminaron. El final definitivo hubiera
sido más coherente ya que la suspensión habla de algo temporal, enfocado en
estas elecciones, y luego la vuelta a la misma discusión estéril para las
próximas presidenciales.
El hecho más resonante políticamente
hablando estuvo marcado por el declive irrefrenable del poder de CFK. Se vive
en el peronismo un verdadero “cuesta abajo en la rodada” del poder de la
expresidenta. El bloque de Unión por la Patria (UP) quedó fragmentado en tantas
opciones como fue posible.
Dentro de esa bancada se exhibieron
votos a favor de la suspensión –como pretendía el gobernador de la provincia de
Buenos Aires, Axel Kicillof– otros en contra de la misma –como mandó CFK– y
hasta algunas abstenciones, como la del presidente de la bancada, Germán
Martínez, que tuvo que hacer equilibrio para evitar un quiebre definitivo de su
bloque. Cristina necesita del sostenimiento de las elecciones primarias para
poder utilizarlas para contener el desafío de Axel Kicillof. CFK está
convencida de que, compitiendo como cabeza de lista, las posibilidades de
vencer en una posible contienda a Kicillof son mayores.
La señora sabe que aún conserva el voto
duro del kirchnerismo más rancio pero el desafío de su otrora predilecto hijo
político no deja de crecer de la mano de varios intendentes que no quieren
volver a la hegemonía camporista. Además, para el gobernador sería más fácil
desdoblar las elecciones sin la interferencia de las primarias.
Lo que parece una pelea que atrasa al
menos unos quince años, cuando la hegemonía kirchnerista era sostenida, es en
realidad una crisis que arrastra a todo el peronismo. Sin una figura capaz de
alinear el partido, todos seguirán a la deriva respondiendo de forma reactiva a
la agenda que impone el Gobierno.
Se trata de una crisis que se repite en
el PRO y en un radicalismo fragmentado. Quizá las horas más dramáticas se viven
en el partido amarillo. En primer lugar, porque nadie sabe a ciencia cierta si
el libro de pases hacia el mileísmo está cerrado. El Gobierno insiste, y lo
seguirá haciendo, con su plan de desgaste y seducción sobre la fuerza de
Mauricio Macri. El desaire de Diego Santilli al primo Jorge, que decidió no
trabajar en la mesa chica de su campaña, es una muestra de ello.
En segundo lugar, porque dentro de PRO
no convence la figura del ex intendente de Vicente López. “La gestión en la
Ciudad no está siendo buena, como tampoco lo es el manejo político de lo que
ocurre en la Legislatura. Si hay cierto encolumnamiento detrás de Jorge es para
no generar más internas en la Ciudad que facilitarían el avance de los
libertarios”, aseguró un antiguo miembro del PRO que prefirió mantener en
reserva su nombre.
El presidente Javier Milei respira
tranquilo. Sabe perfectamente que nadie le hace sombra. Pero no debería olvidar
que el tremendo ajuste llevado a cabo para ordenar las cuentas del Estado
debería comenzar a dar sus frutos más temprano que tarde de la mano de la
reactivación económica. Hay señales de incipiente recuperación, pero los
ciudadanos necesitan mayor celeridad con un ritmo de crecimiento sostenido que
les permita dejar atrás sus sacrificios y sus penurias.