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domingo, 17 de noviembre de 2019

"Seguimos ganando"… @dealgunamanera...

"Seguimos ganando"…

Macri expone el 40% de los votos como un triunfo. Fotografía: Cedoc

Las derrotas sirven para mejorar aprendiendo de los errores. Ojalá Juntos por el Cambio cambie. Y comprenda que perdió porque parte del discurso de Macri, como el informe de Marcos Peña titulado “Ocho puntos sobre la economía”, en el que detalla la herencia que le dejarán a Alberto Fernández, hacen recordar a aquellos viejos títulos durante la Guerra de Malvinas: “Seguimos ganando”.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el sábado 16/11/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


El problema no es nuevo, se podría decir que fue el defecto estructural del gobierno de Macri: su relación con la realidad, la negación o directamente para algunos, la mentira. Las repetidas frases, “la inflación es muy fácil de resolver”, “segundo semestre”, “brotes verdes”, lo peor ya pasó” o “sí se puede” están en perfecta sincronía con “dejamos el país listo para crecer” (sic) del informe “Ocho puntos sobre la economía”, confirmando que su sesgo autista sigue vigente como si nada hubiera pasado.

No hay que confundir tolerancia a la frustración con tolerancia al fracaso. Falta lo primero y sobra lo segundo en el PRO.

Probablemente la simbiótica relación de Macri con Marcos Peña encuentre explicación en la especial necesidad del Presidente de tener un escudo protector de la realidad en forma de narraciones siempre optimistas que el jefe de Gabinete realiza como un posible calmante frente a la falta de tolerancia a la adversidad que Macri pudiera arrastrar desde su infancia y a lo largo de su privilegiada vida.

Pero que Macri lo haya podido sostener hasta aquí tiene explicaciones multicausales; por ejemplo, muchos argentinos tendrán que reconocer que creyeron que el éxito era garantía de saber sin ponderar cuánto la fortuna de contar con recursos facilita la consecución de esos logros.

Por ejemplo, con recursos también se puede disponer de intelectuales que construyan interpretaciones de la realidad siempre favorables, siendo ese uno de los  imprescindibles aportes de Marcos Peña al psiquismo de Macri. Pero resulta muy injusto tomársela con el jefe de Gabinete y exculpar a Macri como hacen muchos integrantes del PRO y sus aliados. Continúa siendo una perspectiva de súbditos frente a un monarca de una dinastía, quien al ser inamovible por su condición de elegido por los dioses o la fortuna, pero en cualquier caso por un más allá de los humanos, haya que disimularle los defectos y agregarle virtudes  de las cuales carece. No le alcanzará a Juntos por el Cambio haber hecho la reunión de mesa chica de esta semana incluyendo a los gobernadores radicales, a Pichetto ahora como integrante permanente, a Rodríguez Larreta más Vidal, y por primera vez sin Marcos Peña. Su problema no era Marcos Peña, era Macri.

No hay que confundir la tolerancia a la frustración con la tolerancia a la derrota. La tolerancia a la frustración es un componente indispensable para el triunfo porque enseña la existencia de límites casualmente para poder superarlos. Festejar que el 40% de la sociedad votó por Macri en lugar de preocuparse porque el 48% votó a la fórmula que incluye a Cristina Kirchner, presentada durante estos cuatro años por el Gobierno como lo que venía a dejar atrás, es parte de esa negación recurrente que los disocia de la realidad. Aprendió más de la derrota Cristina Kirchner que, esperemos que solo por ahora, Macri.

En lugar de reconocer que fue un error no haber desdoblado las elecciones en la provincia de Buenos Aires argumentan que quedó demostrado que María Eugenia Vidal no era tan buena candidata y hubiera perdido aun en elecciones desdobladas anticipando prematuramente el fin de Macri, sin siquiera registrar que fue Macri al impedirle el desdoblamiento quien le anuló sus condiciones de buena candidata al reducirla al lugar de asistente del Presidente: la campaña del Frente de Todos en la provincia de Buenos Aires fue “Vidal cuida a Macri más que a los bonaerenses”.

Nuevamente siempre con buenos asesores, como con buenos abogados, se puede argumentar casi cualquier cosa y si hay disposición, luego creérsela. Vidal logró la misma cantidad de votos que obtuvo en 2015 a pesar de haber gobernado con tres años y medio de recesión la provincia que cuenta con el conurbano más gigante y empobrecido del país. La economía y que desde la política no haya contribuido a crear condiciones para que el peronismo continuara dividido fueron responsabilidades del Presidente, no de la gobernadora.

Para que Juntos por el Cambio se convierta en una verdadera coalición precisa que el PRO se convierta en un verdadero partido y los partidos no tienen dueño, tienen alas internas que le suman riqueza en su diversidad, disenso y posterior consenso.

Invalidar una parte de la información desagradable saca a la luz el área del inconsciente que revela la inseguridad del negador.

Macri en su discurso en el CCK pidió “cuidar el legado” porque “tiene que haber lugar para el orgullo” y la “convicción de que finalmente lo que estamos haciendo es a favor de los argentinos”, porque “cuando uno entra en la senda del cambio y del círculo virtuoso lo único que tiene que hacer es, cuando las cosas funcionan, continuar haciéndolas de la misma manera”. Lo mismo que cuando antes de las PASO, en un indiscutible sincericidio, dijo que de ser reelecto “haría lo mismo, pero más rápido”.

El 40% no es de Macri, ni siquiera Juntos por el Cambio, que está más cerca del 30%, y el otro 10% es anti K.

El informe “Ocho puntos sobre la economía” comienza diciendo: “El país está listo para crecer. Sin magia, sin mentira, sin ficción.” La relación de Macri con la mentira es la fuente del opuesto: su tan declamada relación con la verdad. Quizás él genuinamente valore la verdad y critique la mentira en sus predecesores. Y al no poder conseguir que la realidad le devuelva la imagen que su espejo precisa de sí mismo, construye ficciones para tomarlas como verdades. Problema suyo y de su psicólogo, ahora Juntos por el Cambio precisa institucionalizar su acción política para en 2021 tener más y no menos diputados.




domingo, 3 de noviembre de 2019

Tras las Elecciones. El síndrome de Hubris... @dealgunamanera...

El síndrome de Hubris…

Bombo y guitarra, Alberto Fernández. Dibujo: Pablo Temes.

La soberbia del poder terminó mareando a Macri. Alberto Fernández y un diálogo valioso con Trump.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 03/11/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


La responsabilidad de la derrota electoral de Juntos por el Cambio fue de Mauricio Macri y, a la vez, fue suyo el mérito de haber salvado al oficialismo de una caída catastrófica.

La dirigencia oficialista quedó en un letargo tras la PASO, del cual solo emergió tras la multitudinaria marcha del 24 de agosto.

Ese acto conmovió a Macri y lo decidió a ponerse la campaña al hombro en busca de la hazaña de llegar al ballottage. Hazaña imposible porque el porcentaje superior al 45% alcanzado por Alberto Fernández le permitía ganar en segunda vuelta por apenas un voto y no había tiempo para remontar la diferencia. Como dijo Luis Juez, la campaña de cercanía y medidas de alivio a la penuria económica debería haber comenzado antes.

La derrota de Cambiemos es producto de la soberbia de Macri  su entorno. Es, en definitiva, la enfermedad del poder, el Hubris, que aísla al gobernante de la realidad. Jaime Duran Barba escribió un interesante artículo en Perfil sobre el síndrome de Hubris. Se ve que el Presidente no lo leyó. El consultor estrella del PRO reprodujo allí conceptos que, para disgusto de sus destinatarios, hemos venido escribiendo en esta columna desde hace años.

El momento letal para el Gobierno fue en octubre de 2017, el mismo día en que derrotó en las elecciones legislativas a Cristina Kirchner en la provincia de Buenos Aires, cuando Macri creyó equivocadamente que se había convertido en dueño del poder. Que la negociación política era mala palabra. Que lo peor ya había pasado. Que con la “magia” de Marcos Peña y Duran Barba se manejaba todo.

Se dio entonces una singular dicotomía: el Presidente hablaba de diálogo y consensos, pero en los hechos se hacía lo contrario. Eso dejó muchos heridos internos, como Emilio Monzó, y fue uno de los elementos que empujó al peronismo a su reunificación.

El domingo pasado, Macri recibió su derrota con dignidad. Su discurso, en el que felicitó a Alberto Fernández por su excelente elección, y la posterior invitación que le hizo para compartir un desayuno al día siguiente, representan un mojón en la construcción republicana de la Argentina. Es un contraste brutal con la falta de altura institucional y personal con la que CFK manejó la traumática transición de 2015.

El 40% obtenido en la elección transforma a Macri en el líder de la oposición. Pero si cree que ese liderazgo significa verticalidad, se equivocará. Los radicales que le advirtieron las consecuencias electorales negativas que la crisis económica tendría, ya han pedido cancha. Alfredo Cornejo, clave para el triunfo en Mendoza, lo dijo con todas las letras: de ahora en más deberá discutirse todo.

María Eugenia Vidal fue una de las grandes derrotadas de esta elección. Su liderazgo se debilitó por la amplitud de la caída y por su desvaída campaña. “Abandonamos el Conurbano y se lo regalamos a nuestros rivales”, dijo una voz de las entrañas del gobierno bonaerense.

La victoria de Alberto Fernández fue sólida y no es menor que haya ganado en primera vuelta. El ballottage hubiera sido de resultado incierto. Pero tampoco es un dato menor que   el porcentaje de votos que logró y la diferencia que sacó fueron menores a lo esperado. Es una muestra del rechazo que sigue generando en una parte importante de la sociedad la figura de CFK. El presidente electo tiene una cuota propia de poder. Sin Sergio Massa, el Frente de Todos no ganaba. Y a Massa lo llevó Alberto Fernández, quien tiene un desafío doble: mantener el equilibrio interno y hacer frente a la desastrosa situación socioeconómica que le deja Macri. Lo interno es una incógnita.

El horrible discurso de Axel Kicillof en la noche del domingo, que en nada se condice con la idea del diálogo y de la búsqueda de consensos que pregona el presidente electo y sus principales referentes, fue un botón de muestra. Varios de los que habitan la geografía heterogénea del nuevo poder aseguran que la ex presidenta pretende reservarse el poder de veto. Y, aunque muchos lo niegan, algo de eso ya se vio en la celebración del triunfo. Matías Lammens confesó que le hubiera gustado subir al escenario, pero que alguien ordenó que no pudiera. Lammens fue y es muy crítico de la corrupción del kirchnerismo. Hubo gobernadores que también se quedaron con las ganas de estar en ese escenario.

El gran misterio por estos días es la conformación del gabinete del nuevo gobierno. Alberto Fernández ya decidió que lo dará a conocer recién en la última semana previa a su asunción. El objetivo de esta decisión es más que obvio: proteger a los futuros funcionarios de presiones prematuras y de su consecuente desgaste. De todas maneras, hay hechos que hablan por sí solos. Felipe Solá parece encaminado a ser el futuro canciller. El viernes fue quien reveló la muy buena conversación telefónica entre el presidente electo y Donald Trump.

Gestores de ese diálogo fueron el embajador de los Estados Unidos, Edward Prado y Santiago Cafiero. Trump, quien no está en su mejor momento debido al proceso de impeachment que acaba de iniciarle la Cámara de Representantes, tiene, con respecto a la Argentina, una procupación: Venezuela. Si las coincidencias se imponen sobre las diferencias, está dispuesto a darle una mano importante al nuevo gobierno en su negociación con el FMI, en la que Fernández necesitará  un negociador con experiencia, conocimiento y, a su vez, reconocido por los funcionarios del organismo. El economista que reúne esas condiciones es Guillermo Nielsen. Y hay alguien más que conoce ese universo: Gustavo Béliz que fue arropado en el exilio al que lo condenó el kirchnerismo por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

La semana estuvo cruzada por rumores sobre la salud de Fernández, quien los atribuyó a Marcos Peña.

Alberto Fernández está bien de salud. Como explicamos aquí en junio, padece una trombofilia, una predisposición a formar coágulos por la que está en tratamiento desde hace años a base de anticoagulantes, bajo control y sin ninguna complicación. Su médico, Federico Saavedra –prestigioso clínico– planea realizarle al presidente electo, que está con sobrepeso, un exhaustivo chequeo luego de su regreso de México. La salud de un presidente es un tema de Estado.  

Producción periodística: Lucía Di Carlo.




lunes, 28 de octubre de 2019

Mauricio Macri y Alberto Fernández se reunieron por una hora… @dealgunamanera...

Mauricio Macri y Alberto Fernández se reunieron por una hora…

Mauricio Macri recibió a Alberto Fernández en la Casa Rosada. Fografía: CEDOC


El mandatario saliente y el presidente electo compartieron un desayuno para hablar de la transición.


El presidente Mauricio Macri recibió en la Casa Rosada a su sucesor electo Alberto Fernández, para empezar a delinear la transición. El foco del encuentro habría abordado también la cuestión del dólar, eje de los cruces entre ambos candidatos tras las PASO, luego de que en las últimas horas el Gobierno nacional anunciara un endurecimiento del cepo cambiario.


El mandatario saliente arribó pasadas las 9.30 a Balcarce 50 y saludó a los medios y vecinos que se acercaron a ver su llegada. Por su parte, Fernández llegó en medio de un amplio grupo de periodistas que lo aguardaban en la puerta del edificio de su domicilio en Puerto Madero, de donde salió pasadas las 10:20 rumbo a la Casa de Gobierno.


El encuentro con el líder del Frente de Todos estaba previsto para las 10:30  horas y fue el punto de inicio de la transición, que culminará el próximo 10 de diciembre con el traspaso formal del mando. Ambos informaron anoche en sus discursos tras conocerse los resultados del escrutinio provisorio que iban a reunirse para empezar a llegar a consensos.  Alberto se retiró de la Casa de Gobierno una hora después de haber llegado. Según trascendió, Macri y Fernández estuvieron todo ese tiempo reunidos en solitario.

El análisis de Jaime Duran Barba: Vidal perdía igual y Macri sigue como líder 

El desayuno entre el ex jefe de Gabinete y el actual mandatario se da luego de la conferencia de prensa que realizó el titular del Banco Central, Guido Sandleris, en la que brindó precisiones sobre el endurecimiento del cepo cambiario que se restableció tras la derrota de Juntos por el Cambio en las PASO para frenar la corrida cambiara y la pérdida de reservas. Según consignó el director de la entidad monetaria, el límite para la adquisición de divisas alcanza a 200 dólares para aquellas personas que hagan la operación vía homebanking, pero para las compras en efectivo, sólo se podrán adquirir 100 dólares.


Uno de los reclamos que realizó el entonces candidato del Frente de Todos al Presidente cuando se produjo la corrida cambiara fue que la Casa Rosada trabajara para cuidar las reservas del país. Las medidas que se implementaron apuntan en esa dirección.

Fernández avaló el "dólar Alberto" de $60: "Ya tiene un valor razonable"

La reunión entre Macri y Fernández era algo que desde el oficialismo ya tenían planeado en caso de que se repitiera el escenario de las PASO y el Frente de Todos ganara en primera vuelta. Lo reconoció el asesor presidencial Jaime Durán Barba durante la edición especial del ciclo Periodismo Puro que conduce el CEO de Perfil Network, Jorge Fontevecchia, que se emitió anoche por Net Tv


“La idea fue ganar, pero si no se ganaba había que ver cómo hacemos para dar un paso para que la Argentina tenga una democracia institucionalizada, formal, en la que los adversarios aprendan a respetarse y construir un lindo país. Si bien no estaba planificado en detalle, estaba dentro de ese horizonte. Qué hacemos para que el país cambie porque eso también es cambiar el país, tener actitudes democráticas, republicanas que si se siguen dando en el tiempo van a dar una mejor democracia”, expresó el experto.





domingo, 14 de abril de 2019

Recalculando votos… @dealgunamanera...

Recalculando votos…

¡Vamos Ganando! Marcos Peña. Dibujo: Pablo Temes

Se sabe que la inflación arrasa, sin necesidad de encuestas. Precios y efectos electorales.

Cambiemos cruje. A nadie debería sorprenderle. Son crujidos producidos por un presente que amenaza seriamente su futuro electoral. La derrota asoma en el horizonte del oficialismo cada vez con más fuerza. Ninguna de las encuestas que circulan hoy en día por la mismísima Casa Rosada trae augurios de alegría. Todas esas encuestas pronostican la derrota del oficialismo. La entrelínea del reportaje que Jorge Fontevecchia le realizó a Jaime Duran Barba en la edición del domingo pasado era muy clara. “Cristina está muy bien”, dijo el consultor ecuatoriano –elevado a la condición de gurú por el Presidente–, quien habló de un final codo a codo entre CFK y Macri. En ese final codo a codo, hoy Macri pierde. Hace un año, ganaba.

Ya no importa que Marcos Peña diga que el Gobierno va a ganar las elecciones. Ya son muchos los integrantes del Gobierno que no le creen nada. Y entre quienes no le creen, está María Eugenia Vidal. Su perspectiva electoral es muy difícil. También ella se enfrenta a una posibilidad cierta de derrota. Es una posibilidad de alta probabilidad dado que, en la provincia de Buenos Aires la elección se define por una simple mayoría y no hay segunda vuelta. Pero no es solo la circunstancia electoral la que está conmoviendo a la gobernadora, sino también la realidad. En sus cercanías señalan cuánto la afecta el escuchar en sus contactos cara a cara con la gente la voz de alguien pidiéndole comida.

Críticas. Por esta conjunción de factores es que en la reunión que compartió con Horacio Rodríguez Larreta y otros gobernadores oficialistas fue crítica no con Dante Sica en particular,  sino con el manejo de la economía. Ahí los dardos van siempre contra Marcos Peña y Nicolás DujovneEn verdad, deberían ir también contra el Presidente, pero ese es un atrio al que Vidal nunca llegará.

Molesto por la situación, el ministro de Producción y Trabajo ofreció su renuncia, que fue rechazada de plano por el Presidente. Sica, que comparte la filosofía económica del Gobierno, es muy crítico de la gestión de Nicolás Dujovne. No es para menos: Sica es un economista con formación política forjada en las arenas del peronismo, mientras que Dujovne es un comentarista de la realidad que actúa como tal y sobre quien no queda claro cuál fue la razón por la cual Macri lo designó como ministro de Hacienda.

Como ya se ha dicho, el único capital de Dujovne –de quien se sabe que cruza la calle desde el Ministerio de Hacienda a la Casa Rosada en auto con vidrios polarizados por temor a ser reconocido– es su buena relación con la directora gerenta del Fondo Monetario InternacionalChristine Lagarde, cuyo apoyo al Gobierno continúa siendo firme, pero no compartido por los técnicos del organismo asignados al caso argentino, que son muy críticos de la gestión del Gobierno. Varias de esas críticas debieron escucharlas Dujovne y el presidente del Banco Central, Guido Sandleris, a lo largo de su estadía en Washington, lugar donde no se los respeta mucho. Por otra parte, la lectura hecha de la frase de la señora Lagarde – “sería una tontería de parte de cualquiera de los candidatos darle la espalda al trabajo que se está haciendo”–no ha sido dirigida solamente a los candidatos de la oposición, sino también al Presidente ante las nuevas medidas económicas que se anunciarán el miércoles próximo.

Despertar. El presente de la economía argentina es malo. Si bien hay sectores en los que se verifica una cierta reactivación económica – agro, donde la cosecha es mucho mejor que el año pasado, petróleo por Vaca Muerta y construcción por la obra pública–, todos los demás indicadores van mal, con una caída brutal del consumo y aumento de desempleo.

Macri tuvo esta semana varias reuniones con Roberto Zapata, el socio de Jaime Duran Barba que trabaja a full en el diseño de la campaña electoral del oficialismo. En sus famosos focus group apareció algo que no es novedad: la posible derrota de Macri. Zapata no solo transmitió datos, sino que también formuló propuestas para revertir esta situación. Algunas de esas propuestas parecen un chiste en el contexto del drama socioeconómico por el que atraviesa nuestro país. Aunque, hay que reconocer que, hasta aquí, el Gobierno ha sido exitoso en el manejo de esas técnicas electorales. ¿Se repetirá eso este año?

En 2015 Macri también comenzó perdiendo la elección que después terminó ganando. Pero en ese entonces era oposición. Sus promesas generaban esperanza. Hoy, esas esperanzas están idas en muchos de sus propios votantes.


Entre los economistas hay una discusión sobre la efectividad o no del control de precios. Todos coinciden en que en el largo plazo es una medida con destino de fracaso. La única posibilidad que tiene de funcionar es en períodos cortos –90 a 180 días– y, para que eso ocurra, es muy importante el “timing”, el momento en que se pone en práctica. Hacer las cosas en el momento oportuno es un don del que este gobierno carece.

El otro problema es la falta de convicción en la forja de una política de acuerdos. Y como esa carencia comienza en el propio Macri y se refuerza en Peña y Duran Barba, todo es poco creíble.

Lo mismo pasa con las conversaciones con referentes a los que se despreció durante largo tiempo. No queda claro aún si las reuniones que el Presidente tuvo con Martín Lousteau en los últimos días fueron para hablar de la cuestión económica o para evitar su emigración hacia otras arenas políticas. Lousteau está en una situación expectante; el miércoles estuvo reunido con Roberto Lavagna que, por lo que se sabe, lo quiere como candidato a jefe de Gobierno porteño. Hay otro desencantado notable con Cambiemos que busca sumarse a la campaña de Lavagna: Facundo Manes. Manes supo ser asesor especial de María Eugenia Vidal y en 2017 aspiró a ser primer candidato a senador nacional por la provincia de Buenos Aires. “Lo bajaron de un hondazo”, recuerda una voz importante dentro de Cambiemos.

En la calle, mientras tanto, lo que se ve y se escucha es un continuado de desencanto, desesperanza, necesidad, falta de trabajo, pobreza y creciente malhumor.

“El que es elegido príncipe con el favor popular debe conservar al pueblo como amigo”, postulaba Nicolás Maquiavello. Es algo que el presidente Macri parece no haber tenido en cuenta últimamente.

Producción periodística: Lucía Di Carlo.


domingo, 3 de febrero de 2019

Candidatos en danza… @dealgunamanera...

Candidatos en danza…

 

Carga con ese peso, Vidal-Macri. Dibujo: Pablo Temes

 

Sin desdoblamiento, vienen otras decisiones. Quién acompaña a Macri y Vidal. ¿CFK va con Kicillof?


María Eugenia Vidal quemó las naves. Es lo que hizo al decirle “No” al desdoblamiento de las elecciones a gobernador en la provincia de Buenos Aires y atar su suerte a la de Mauricio Macri. Fue una decisión que Vidal tomó contra su voluntad. Ella quería discutirlo con el argumento que le dan los números. Ella mide más que Macri. No hubo posibilidad. El Presidente y Marcos Peña –y Jaime Duran Barba también– se oponían firmemente a considerar esta opción.

Esa es la verdad. Por eso el argumento del ministro de Gobierno bonaerense, Federico Salvai, de decir que el motivo para bajar la idea del desdoblamiento de la elección a gobernador había sido el “costo” es falaz. Desde el vamos se sabía que una iniciativa como ésa conlleva una erogación importante por parte de quien la organiza. El motivo real lo reflejó el título de esta columna del domingo pasado: “No hay Macri sin Vidal”. Es obvio que la gobernadora no quedó feliz ni con las formas ni con la resolución de esta delicada cuestión. Y no lo está porque, como tema de fondo, esto complica sus chances electorales. Y no lo está, además, por lo que significan las formas que, muchas veces, son tan importantes como el fondo.

La gobernadora ha experimentado lo desagradable que es –aún para los oficialistas– tener que “discutir” con Marcos Peña. Vidal tiene un contacto con la realidad del que carece Peña y, por consecuencia, dista de compartir un optimismo proselitista nacido al calor de encuestas de las que muchos oficialistas descreen. La realidad es que el jefe de Gabinete ha recuperado la centralidad del poder. No ha sido por mérito propio –su gestión es de escaso mérito– sino producto de las circunstancias. Como ya se ha dicho aquí, el fuerte suyo no es la gestión sino la elección.

Terminado ya el debate del desdoblamiento, lo que viene ahora es la definición de los candidatos. Por las dudas –y para que nadie se confunda–el candidato a la Presidencia será Macri. Cuando hablamos de candidaturas nos estamos refiriendo a los que acompañarán en la fórmula al Presidente y a la gobernadora. Ahí el panorama es variopinto.

Barajando. El ticket Macri-Michetti todavía tiene aire aún porque, a decir verdad, nadie va a modificar su voto a causa del postulante a la vicepresidencia. Se votará a favor de Macri o en contra de Macri y no de Michetti, Stanley o quien fuere.


La situación es diferente en la provincia de Buenos Aires. Ahí la discusión es tensa e intensa. Veamos: en 2015, Vidal había elegido a Cristian Ritondo para que la acompañara en la fórmula como candidato a vicegobernador. Eso significaba que los cuatro cargos más importantes a los que aspiraba Cambiemos –Presidencia y vicepresidencia de la Nación y gobernación y vicegobernación bonaerense– eran del PRO y de la Capital Federal. 

Ahí fue que Ernesto Sanz –¿dónde estará?– hizo oír su voz de queja, por lo que, en menos de 48 horas se lo bajó a Ritondo y lo pusieron a Daniel Salvador. No está clara la causa por la que Vidal no lo quiere más como compañero de fórmula a su actual vice, que ha sido un hombre leal y con muñeca política para manejar los avatares de la compleja Legislatura provincial. Lo que sí está claro, es que no lo quiere. De ahí la danza de nombres que gira alrededor de ese lugar, hecho que lo ha puesto nuevamente en órbita a Ritondo.

Sin embargo, en esta retahíla de noes, síes y peros, apareció un pero. Sucede que Emilio Monzó ya ha dicho que no competirá por su reelección como diputado. Por lo tanto la presidencia de la Cámara Baja habrá de quedar vacante. El Gobierno –es decir, Macri– quiere que el reemplazante de Monzó sea Diego Santilli o, en su defecto, Ritondo. Quiere que los dos vayan al Congreso. Hay que recordar que, mientras gobernaba Macri en la Ciudad, la Legislatura porteña era manejada por Ritondo y Santilli. Por lo tanto el Presidente aspira a tener a ese dúo –Santilli por la Ciudad y Ritondo por la Provincia– en el Congreso. “Macri quiere a gente con linaje peronista”, afirma un profundo conocedor de la “rosca” interna de Cambiemos. 

Conclusión: Vidal se quedó sin su predilecto para la candidatura a vice.


Pero, a fin de hacer la cosa más maquiavélica y para que Salvador no sienta que el puesto es suyo, ha surgido el nombre de Carolina Stanley. Y si finalmente no fuera la actual ministra de Desarrollo Social, la idea es testear el nombre de alguna persona del riñón vidalista como vice. Si después de tanto vaivén la candidatura recayera otra vez en Salvador, será un logro del radicalismo que seguramente tendrá un costo: la pérdida de legisladores.

Zona K. Del otro lado, está la muy activa Cristina Fernández de Kirchner quien, en uno de sus diálogos con un icónico intendente K de la segunda sección electoral, dijo: “Si yo soy presidenta tengo dos problemas: primero los vencimientos de la deuda externa, que son monstruosos para el 2020 y a mí nadie me va a prestar plata; segundo, es que a principios del último año de mi mandato voy a cumplir 70 años, por lo que lo voy a pensar varias veces antes de ser candidata; tercero, no tengo el equipo que tenía en su momento: el que no está preso, está jubilado.” (N. de la R: a eso llama la ex presidenta un gran equipo). Las tres cosas son ciertas. Sin embargo, al leer bien la entrelínea hay algo que surge en forma nítida: lo que CFK no dijo es que haya tomado la decisión de no ser candidata.

Las encuestas muestran que la ex presidenta mide muy bien en el Conurbano y, que con la diferencia que saca en ese bastión del peronismo, hoy podría ganar la provincia de Buenos Aires. En el resto del país, sin embargo, su imagen cae.

En el GBA despunta otra disputa interna del PJ: la de los intendentes contra Axel Kicillof.

Ninguno de esos alcaldes profesa la menor simpatía por el ex ministro de Economía, a quien CFK sigue tratando con el mimo de los preferidos. En realidad, en el peronismo nadie lo quiere. El problema que tienen es que Kicillof mide bien en las encuestas. Su discurso tiene el mismo sesgo del de la ex presidenta: habla como si no hubiera gobernado nunca; como si no hubiera dejado un 25% de inflación anual que, además, ocultaba; como si no hubiera dejado más de un 25% de pobreza, de la cual no hablaba porque era “estigmatizante”; como si no hubiera tenido nada que ver con el cepo cambiario que contribuyó al aislamiento del país y como si no hubiera tenido nada que ver con la pesada herencia de los “holdouts”.

La vigencia de Fernández de Kirchner y Kicillof da la exacta medida de la dramática dimensión de los groseros errores del gobierno de Macri.

Es una ecuación política tan clara como el agua clara.

Producción periodística: Lucía Di Carlo.


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