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domingo, 17 de noviembre de 2019

"Seguimos ganando"… @dealgunamanera...

"Seguimos ganando"…

Macri expone el 40% de los votos como un triunfo. Fotografía: Cedoc

Las derrotas sirven para mejorar aprendiendo de los errores. Ojalá Juntos por el Cambio cambie. Y comprenda que perdió porque parte del discurso de Macri, como el informe de Marcos Peña titulado “Ocho puntos sobre la economía”, en el que detalla la herencia que le dejarán a Alberto Fernández, hacen recordar a aquellos viejos títulos durante la Guerra de Malvinas: “Seguimos ganando”.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el sábado 16/11/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


El problema no es nuevo, se podría decir que fue el defecto estructural del gobierno de Macri: su relación con la realidad, la negación o directamente para algunos, la mentira. Las repetidas frases, “la inflación es muy fácil de resolver”, “segundo semestre”, “brotes verdes”, lo peor ya pasó” o “sí se puede” están en perfecta sincronía con “dejamos el país listo para crecer” (sic) del informe “Ocho puntos sobre la economía”, confirmando que su sesgo autista sigue vigente como si nada hubiera pasado.

No hay que confundir tolerancia a la frustración con tolerancia al fracaso. Falta lo primero y sobra lo segundo en el PRO.

Probablemente la simbiótica relación de Macri con Marcos Peña encuentre explicación en la especial necesidad del Presidente de tener un escudo protector de la realidad en forma de narraciones siempre optimistas que el jefe de Gabinete realiza como un posible calmante frente a la falta de tolerancia a la adversidad que Macri pudiera arrastrar desde su infancia y a lo largo de su privilegiada vida.

Pero que Macri lo haya podido sostener hasta aquí tiene explicaciones multicausales; por ejemplo, muchos argentinos tendrán que reconocer que creyeron que el éxito era garantía de saber sin ponderar cuánto la fortuna de contar con recursos facilita la consecución de esos logros.

Por ejemplo, con recursos también se puede disponer de intelectuales que construyan interpretaciones de la realidad siempre favorables, siendo ese uno de los  imprescindibles aportes de Marcos Peña al psiquismo de Macri. Pero resulta muy injusto tomársela con el jefe de Gabinete y exculpar a Macri como hacen muchos integrantes del PRO y sus aliados. Continúa siendo una perspectiva de súbditos frente a un monarca de una dinastía, quien al ser inamovible por su condición de elegido por los dioses o la fortuna, pero en cualquier caso por un más allá de los humanos, haya que disimularle los defectos y agregarle virtudes  de las cuales carece. No le alcanzará a Juntos por el Cambio haber hecho la reunión de mesa chica de esta semana incluyendo a los gobernadores radicales, a Pichetto ahora como integrante permanente, a Rodríguez Larreta más Vidal, y por primera vez sin Marcos Peña. Su problema no era Marcos Peña, era Macri.

No hay que confundir la tolerancia a la frustración con la tolerancia a la derrota. La tolerancia a la frustración es un componente indispensable para el triunfo porque enseña la existencia de límites casualmente para poder superarlos. Festejar que el 40% de la sociedad votó por Macri en lugar de preocuparse porque el 48% votó a la fórmula que incluye a Cristina Kirchner, presentada durante estos cuatro años por el Gobierno como lo que venía a dejar atrás, es parte de esa negación recurrente que los disocia de la realidad. Aprendió más de la derrota Cristina Kirchner que, esperemos que solo por ahora, Macri.

En lugar de reconocer que fue un error no haber desdoblado las elecciones en la provincia de Buenos Aires argumentan que quedó demostrado que María Eugenia Vidal no era tan buena candidata y hubiera perdido aun en elecciones desdobladas anticipando prematuramente el fin de Macri, sin siquiera registrar que fue Macri al impedirle el desdoblamiento quien le anuló sus condiciones de buena candidata al reducirla al lugar de asistente del Presidente: la campaña del Frente de Todos en la provincia de Buenos Aires fue “Vidal cuida a Macri más que a los bonaerenses”.

Nuevamente siempre con buenos asesores, como con buenos abogados, se puede argumentar casi cualquier cosa y si hay disposición, luego creérsela. Vidal logró la misma cantidad de votos que obtuvo en 2015 a pesar de haber gobernado con tres años y medio de recesión la provincia que cuenta con el conurbano más gigante y empobrecido del país. La economía y que desde la política no haya contribuido a crear condiciones para que el peronismo continuara dividido fueron responsabilidades del Presidente, no de la gobernadora.

Para que Juntos por el Cambio se convierta en una verdadera coalición precisa que el PRO se convierta en un verdadero partido y los partidos no tienen dueño, tienen alas internas que le suman riqueza en su diversidad, disenso y posterior consenso.

Invalidar una parte de la información desagradable saca a la luz el área del inconsciente que revela la inseguridad del negador.

Macri en su discurso en el CCK pidió “cuidar el legado” porque “tiene que haber lugar para el orgullo” y la “convicción de que finalmente lo que estamos haciendo es a favor de los argentinos”, porque “cuando uno entra en la senda del cambio y del círculo virtuoso lo único que tiene que hacer es, cuando las cosas funcionan, continuar haciéndolas de la misma manera”. Lo mismo que cuando antes de las PASO, en un indiscutible sincericidio, dijo que de ser reelecto “haría lo mismo, pero más rápido”.

El 40% no es de Macri, ni siquiera Juntos por el Cambio, que está más cerca del 30%, y el otro 10% es anti K.

El informe “Ocho puntos sobre la economía” comienza diciendo: “El país está listo para crecer. Sin magia, sin mentira, sin ficción.” La relación de Macri con la mentira es la fuente del opuesto: su tan declamada relación con la verdad. Quizás él genuinamente valore la verdad y critique la mentira en sus predecesores. Y al no poder conseguir que la realidad le devuelva la imagen que su espejo precisa de sí mismo, construye ficciones para tomarlas como verdades. Problema suyo y de su psicólogo, ahora Juntos por el Cambio precisa institucionalizar su acción política para en 2021 tener más y no menos diputados.




domingo, 25 de agosto de 2019

Exitismo débil… @dealgunamanera...

Exitismo débil…

Taciturna, María E. Vidal. Dibujo: Pablo Temes

Macri y Peña no se resignan y sueñan con poder darlo vuelta, como en 2015. Vidal, no.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 25/08/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

La última semana, la gobernadora María Eugenia Vidal estuvo reunida con intendentes y legisladores oficialistas. Pese a rumores de chicanas y críticas, todos mostraron reconocimiento y acompañamiento hacia la gestión. No hay optimismo de triunfo en la provincia, la estrategia de aquí a octubre es darle vía libre a cada intendente con posibilidad de ganar para que sostenga representatividad territorial y representatividad regional a través de los legisladores.

“Si en algún momento tenemos posibilidad de volver, nos volveremos a encontrar. Este país es muy dinámico, dentro de dos años la historia puede ser otra”, sostuvo un legislador presente.

Sin embargo, la actitud complaciente hacia la figura de la gobernadora no tuvo eco en la figura del Presidente. “Se vio una actitud crítica –principalmente desde el radicalismo– por la fuerte tensión que se visualiza en el retorno del kirchnerismo”, señala un armador oficialista. También se escucharon quejas por el no adelantamiento de las elecciones en la Provincia. Hoy esto que para muchos fue un error estratégico es contrafáctico, ya que este adelanto no necesariamente garantizaba que se ganaran las elecciones, y mucho menos con los  números que arrojaron las PASO.

“Si la diferencia hubiera sido de 4 o 5 puntos, se podría pensar que adelantándolas se ganaba, pero la diferencia final fue de 22 puntos. Capaz que se adelantaban y se tenía un cataclismo cinco meses antes”, apunta un intendente.

Percepciones. Lo que la mayoría de los legisladores provinciales percibe es que la pertenencia de Vidal a su espacio político hizo que primara por sobre su conducción de gobernadora bonaerense. Lo de Hernán Lacunza fue el último aporte a la causa.

El “trasladado” ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, está trabajando en dos cuestiones: la primera y urgente es cerrar las cuentas públicas, para poder demostrarle al staff del FMI que arriba al país –ayudado con los que ya están en Argentina en la comisión permanente– que se han cumplido satisfactoriamente las metas del primer y segundo trimestre y que se van a cumplir en la proyección las metas del tercer trimestre que termina en septiembre.

Esto último permitiría que, cuando esté aprobado el board el 15 de septiembre de este año, puedan autorizar el desembolso de los fundamentales 5.400 millones de dólares del Fondo que están acordados y después los 900 millones de dólares más que faltan a fin de año, cruciales para no entrar en default dentro del período presidencial de Mauricio Macri.

La segunda cuestión es diseñar algún tipo de estrategia tendiente a mejorar el ingreso de bolsillo de los sectores medios, por eso se insistió en el control de los combustibles y se sancionó el decreto de necesidad y urgencia de los combustibles. Esta situación les dio una muy buena excusa a los gobernadores para enojarse con el macrismo y devolver el enojo que hay en Olivos con los gobernadores a los que se les había pedido –de no poder jugar a favor del macrismo– que fueran con boleta corta.

 Los números demuestran que los gobernadores que fueron con boleta corta terminaron apoyando implícitamente la fórmula del kirchnerismo (no se llega al 47% de los votos a nivel nacional sin el apoyo de los gobernadores).

Esto lo saben y lo leen desde Olivos. Allí la última semana hubo muchas rispideces con Miguel Pichetto. El involucramiento del ex senador peronista en la campaña le hizo sentir que tenía un espacio de poder como para sugerir cambios en el gabinete, que lo incluían a él como posible jefe de Gabinete. La sorpresa llegó el lunes, cuando los cambios solo quedaron a nivel de Dujovne. “No hubo manera de torcerle el brazo a Mauricio Macri y Lilita Carrió, sobre todo a esta última, que dijo: ‘Si lo sacan a Peña rompo la coalición’. Esta situación dejó con mucha indignación al ala peronista de Cambiemos”, sostiene una voz cercana a la mesa chica presidencial.

Los últimos días se ha escuchado a Marcos Peña reflexionar que en 2015 sacaron 15 puntos en las PASO y lo revirtieron, pero hay dos datos a tener en cuenta: en 2015 no fueron 15 puntos, sino que fueron 8-9 puntos. En 2015 Scioli no pasó el piso de los 40 y en 2015 era el candidato del oficialismo, tras doce años de gobierno, con todo lo que implicaron los últimos cuatro años del mandato de CFK.

En ese momento Mauricio Macri era lo nuevo, la oposición. Hoy tienen 15 puntos abajo, cuatro años de ser oficialismo y una crisis económica feroz.

Estoicos. Al igual que Marcos Peña, el único que se muestra optimista de cara a octubre es el presidente Mauricio Macri. “Macri y Peña no tienen el gen de los tipos que “gozan” el poder, sino que lo padecen. No tienen escuela en política, son éxito o nada”, sostiene un analista

La política incluye el fracaso en la agenda, incluye la derrota, veamos: el ex presidente de Brasil Lula da Silva perdió cuatro veces antes de ser presidente, De la Sota, el ex gobernador de Córdoba, había perdido tres veces antes de ser gobernador.

Para Macri no incluye la derrota ni el fracaso (solo perdió una vez como candidato a jefe porteño en 2003), la política para él es el logro, el éxito, el avance.

No está inscripta en su registro mental la posibilidad de un futuro que no esté atravesado por el éxito, porque en su vida fue todo más o menos exitoso como empresario, dirigente deportivo y político.

El exitismo lleva a muchas personas a confiar ciegamente en sus acciones y en las de las personas a las que también creen exitosas, y esto conlleva –la mayoría de las veces– a no escuchar otras voces. De esto mucho sabe el Presidente y su álter ego, Peña.

Producción periodística: Lucía Di Carlo.




domingo, 18 de diciembre de 2016

Impuesto a las Ganancias. Errores que tienen precio… @dealgunamanera...

Errores que tienen precio… 

Una impericia doble del Gobierno lo obliga una vez más a recurrir a ayudas que nunca son del todo gratis.

Fue una de las semanas más difíciles que vivió el Gobierno en este primer año de gestión. En la cima del poder, el Presidente tomó conciencia de lo que hubiera significado la aprobación por parte del Senado del proyecto de modificación del mínimo no imponible a los sueldos. Lo que estaba en juego era la gobernabilidad. Poner freno a una inercia que ponía tanto al gobierno nacional como a los gobiernos provinciales sobre un Titanic rumbo a su iceberg requirió una tarea laboriosa de parte de funcionarios claves y de referentes tanto de la oposición como de la dirigencia sindical. “Llegás tarde pero igual te voy a ayudar”, le dijo Hugo Moyano a Mauricio Macri en el encuentro a solas que tuvieron en la mañana del miércoles en Olivos.

El proyecto oficialista era amarrete con los mínimos no imponibles. El Gobierno cometió dos errores políticos: mandarlo al Congreso sin cerciorarse sobre la viabilidad de lograr su aprobación en un ámbito en el cual es minoría; y negarse a cualquier negociación. “La soberbia del poder es así”, reconoce una voz desde la cercanía de Macri. 

El titular de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), Alberto Abad, fue otro de los hombres que jugaron un rol de importancia en esta trama. Nadie encuentra una explicación lógica acerca de por qué el ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay, no le asignó un protagonismo mayor, por los números que aportó en la tensa reunión que mantuvo con los senadores de la Comisión de Presupuesto, en la que el dominio del Frente para la Victoria (FpV) es contundente. De igual importancia fue el encuentro que Abad mantuvo con la CGT.

Cuando los gobernadores supieron lo que les iba a costar la aventura que representaba el proyecto fogoneado por Massa y Kicillof, tomaron conciencia del perjuicio que representaría para sus administraciones. De ahí devino la importancia de la autoconvocatoria de nueve mandatarios provinciales que presionaron para frenar el proyecto que venía de la Cámara de Diputados. Ya antes, la insólita fe de erratas presentada por el inefable ex ministro de Economía de CFK, mediante la cual reconoció que sus cálculos se habían equivocado en $40 mil millones, había encendido las luces de alarma tanto en el FpV como en el Frente Renovador.

El jefe del bloque de senadores del FpV, Miguel Pichetto, fue otro de los protagonistas decisivos de esta historia que le dio oxígeno al Gobierno. No le fue fácil. Debió lidiar con la impericia del oficialismo, por un lado, y con las intrigas internas, por el otro. En esas arenas estuvo la influencia de Cristina Fernández de Kirchner, embarcada como fogonera de cualquier iniciativa que represente un obstáculo para la gestión de Macri.

Diálogo. La negociación está abierta. Se está discutiendo con el objetivo de acercar posiciones entre el Gobierno y la CGT, cuyo papel es clave. Hay dos restricciones muy fuertes: la primera es la disponibilidad de recursos, aspecto sobre el cual desde el Poder Ejecutivo ha bajado una orden muy fuerte: no se puede seguir aumentando el déficit fiscal. La segunda es que este proyecto tiene un conjunto de impuestos que atacan gravemente la inversión.

Esto ha sido el producto de una mezcla de picardía con perversidad. En lo que pretendió ser una muestra de astucia, Kicillof vio la oportunidad de meterle un toque de perversidad al proyecto y buscó afectar tanto el blanqueo como el proceso de inversión. En eso, el Presidente ha tomado la decisión de no ceder; no quiere que haya más impuestos, y mucho menos impuestos que puedan complicar las inversiones. En el Frente Renovador hay quienes hacen otra cuenta: piensan que gravando las exportaciones agrícolas con un 10% –por única vez– estaría la plata para hacer frente a los costos fiscales del proyecto aprobado en la Cámara baja.  Algunos gobernadores han sido razonables, además de porque no necesitan perder más plata, es porque necesitan mucho la inversión. Después de Jujuy, La Rioja tiene proyectos importantes de energía solar, por ejemplo.

“Queremos algo consensuado pero con estas restricciones. El impuesto sobre el juego lo aceptamos, ahí hubo una mano sucia que se metió”, explica un legislador del riñón de Cambiemos.

La CGT es otro de los estamentos en los que todo este proceso viene dejando secuelas. Hay en ese universo dos protagonistas claves: Hugo Moyano y Luis Barrionuevo. Las aguas están revueltas por allí. Una muestra es el paro del transporte de mañana lunes. “Más allá del rol que hayan podido jugar Barrionuevo y Moyano, queremos dejar en claro que el estado de asamblea dictado para el lunes por los gremios del transporte es una medida fortísima”, señala una voz relevante del sindicalismo que reconoce que hubo impericia de la parte del triunvirato cegetista ligada al massismo, y agrega: “Nosotros queremos una ley votada antes de fin de año. Pero la pata del Frente Renovador terminó mareada por los vaivenes políticos. Aceleraron al principio y luego terminaron cediendo para capitular en las reuniones con el oficialismo. Hay malestar con ellos en esta parte de la CGT. Por eso no vamos a ceder en la medida del lunes que, en la práctica, implicará un parate casi total”.

La Argentina exhibe datos que la dirigencia política en general desatiende. Cuesta entender que no se hayan dado cuenta de que lo que está faltando es una reforma tributaria integral, sensata y realista. Cuesta entender que no hayan comprendido que, sin esa reforma, las dificultades acecharán a cada nuevo gobierno, que lo que hoy es malo para el oficialismo de turno lo será también para el del turno siguiente. Es lo que expresa con total claridad e indubitable contundencia el “teorema de Baglini”, que parece que nadie ha aprendido. Consecuencia de ese entendimiento es esta falencia estructural de la Argentina que, además de perjudicar la gestión de cualquier gobierno, afecta a la ciudadanía. 

“No hace falta un gobierno perfecto; hace falta uno que sea práctico” (Aristóteles).

Producción periodística: Santiago Serra. 



domingo, 1 de diciembre de 2013

Qué le pasa a CFK... De Alguna Manera...


Qué le pasa a CFK…

En trastienda CFK. Foto: Pablo Temes

Hay nuevos rumbos políticos, además de los cambios de hábitos por su salud y el fin del luto. Efecto Pichetto.

“Señora Presidenta, le quedan diez minutos”, es la frase con la que uno de sus colaboradores le informa a Cristina Fernández de Kirchner que el tiempo máximo de duración de las reuniones permitido por sus médicos estaba a punto de expirar. La jefa de Estado se comporta como una muy buena paciente y su observancia de las indicaciones médicas es total. El hematoma subdural crónico y la operación la impactaron. Algo le ha sucedido personalmente. El abandono del luto es un dato más. Políticamente, también le están sucediendo cosas tanto a ella como al kirchnerismo. La causa de esos sucesos es el resultado electoral del 27 de octubre pasado.

Cuando el jefe del bloque de senadores del Frente para la Victoria, Miguel Angel Pichetto, dejó sentado públicamente su voto a favor del cuestionado y peligroso proyecto de reforma del Código Civil y Comercial, no cometió un sincericidio sino que expresó su hartazgo con un estilo de conducción que está agotado: el de la obediencia debida. Este ha sido uno de los peores males impuestos por el oficialismo. Eso de que los proyectos que van al Congreso deben aprobarse contra viento y marea, sin cambiarle ni un punto ni una coma, ha significado una verdadera humillación no sólo para muchos legisladores K que debieron callar sus discrepancias sino también para la República.

Los legisladores también son genuinos representantes del pueblo elegidos por el voto popular. Una cosa es compartir un proyecto; otra muy distinta es no poder expresar puntos de vista diferentes. La misma Fernández de Kirchner denunció valientemente esto durante el menemismo cuando, siendo senadora, se opuso a votar bajo la orden de la obediencia debida. “No soy la recluta Fernández”, dijo antes de dar el portazo e irse de ese bloque, en un acto de dignidad política que le valió elogios. Pichetto, que aspira a ser finalmente gobernador de Río Negro, está harto del ninguneo al que lo ha sometido siempre la jefa de Estado. Encima, debe aguantar a Amado Boudou, al que no tiene empacho en dedicarle calificativos denostadores, entre los que cuesta encontrar alguno más o menos elegante.

El giro copernicano dado por el Gobierno en el caso YPF ha dejado boquiabiertos a más de uno dentro del oficialismo, sobre todo en el kirchnerismo duro. Dentro de aquella militancia que se llena la boca con la palabra liberación, hay sorpresa, azoro y una incipiente decepción. Escuchar al mismo Axel Kicillof, quien promovía que a Repsol no había que pagarle nada, decir que ahora no pagar una indemnización sería un acto ilegal –verdad de Perogrullo– ha descolocado a más de uno. En verdad, nada que sorprenda: el kirchnerismo ha sido siempre así. En la City porteña se reconoce que, por primera vez en años, el Gobierno ha comprendido que su preocupación debe estar puesta en favorecer la entrada de dólares más que en luchar infructuosamente contra su salida.

El nuevo jefe de Gabinete, Jorge Milton Capitanich, se mueve con una soltura que nunca llegó a tener su predecesor, Juan Manuel Abal Medina. Capitanich trabaja en pos de su proyecto presidencial. Esto, naturalmente, inquieta mucho a Daniel Scioli, cuyos últimos movimientos –los acuerdos con Sergio Massa y Francisco de Narváez, la defensa del vapuleado Martín Insaurralde– lo han vuelto a distanciar del kirchnerismo, en donde nunca lo quisieron. Hay una realidad que indiscutiblemente favorece al jefe de Gabinete: la imposibilidad de llevar adelante el proyecto “Cristina eterna”. Una de las consecuencias de ese futuro sin posibilidad de re-reelección son las modificaciones que se habrán de producir en el Fútbol para Todos, que terminó siendo un instrumento de propaganda política de la más baja estofa, absolutamente inútil como herramienta electoral.

Como a la Presidenta ya no le sirve para nada, ha llegado la hora de decir basta con el proyecto que, tal como se implementó hasta ahora, le ha costado al país cientos de millones de pesos que pudieron haber tenido un mejor destino y ha profundizado la bancarrota de muchos clubes. Por otra parte, en las cercanías de la Presidenta señalan que los cambios que viene produciendo en su gobierno son producto no tanto de sus convicciones sino, más bien, de sus temores a una progresiva pérdida de poder. En lo inmediato, una de sus mayores preocupaciones son los saqueos que generan un estado de alerta en las proximidades de las fiestas de Navidad y Año Nuevo. Los hechos del sur de Rosario acaecidos en la semana encendieron luces amarillas.

Hubo poca –muy poca– gente en la despedida de Guillermo Moreno. En esas horas finales al frente de la Secretaría de Comercio Interior –en la que La Cámpora se propone realizar una auditoría–, Moreno les aseguró a sus tres colaboradores más cercanos que no se preocuparan por su futuro. “Los llevaré adonde yo vaya”, dijo el ahora ex secretario. “¿A Roma, Guillermo?”, se apresuró a inquirir Ana González, una de las secretarias asignadas a escuchar el ruego de los empresarios que reclamaban por sus importaciones. Entonces Moreno la miró con un dejo de sarcasmo y sonrió, lo cual dejó intrigados e inquietos a muchos hombres y mujeres de negocios que supieron la anécdota.

Mientras esto sucede en la superficie, en la trastienda Fernández de Kirchner avanza en asegurar la impunidad judicial que libere de amenazas la vuelta al llano de muchos de sus funcionarios. He ahí, pues, la propuesta de designación de conjueces para la Cámara Federal de Casación Penal. Seis de los diez candidatos tienen una marcada y manifiesta afinidad con el kirchnerismo. El colmo lo representa el doctor Martín Magram, que fue abogado defensor de Amado Boudou en 2010, en una causa abierta por la posesión de un automóvil con papeles falsos.

Es realmente descarado proponer para esa Cámara, que será tribunal de alzada en el caso que involucra al vicepresidente, a su abogado. Tanto como eso, lo es el impresionante nivel de enriquecimiento que exhiben algunos de los ex secretarios de la Presidenta. “El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”, famosa frase de Lord John Emerich Edward Dalberg-Acton, es en la Argentina una penosa y cruel realidad.

Producción periodística: Guido Baistrocchi.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 30/11/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

martes, 12 de junio de 2012

CFK no tiene cura... De Alguna Manera...

CFK no tiene cura...

Palazos. Cristina Fernández. Dibujo: Pablo Temes

El caso Reposo, las idas y vueltas con el dólar y los “Aló Presidenta” que sólo generan nuevas distorsiones.

Indefendible”, “impresentable”, “un papelón”, fue algo de lo que se escuchó en el seno del oficialismo no bien terminó la lamentable presentación de Daniel Reposo en el Senado, en la que defendió su candidatura a la Procuración, durante la cual a los muchos “errores de tipeo” de su CV agregó un desconocimiento supino de cuestiones elementales concernientes al cargo al cual aspiraba. Las citas de algunos de los conceptos que expresó el postulante, que afortunadamente la opinión pública pudo ver y escuchar en directo, pasarán a formar parte de los anales del disparate. A modo de muestra, vaya ésta: “Yo estoy con la corriente trifásica (sic), en cuanto a que el recurso de Casación y el control de constitucionalidad tiene que verse en su amplitud. Y para eso hay que respetar el principio en virtud del cual el juez juzga y el fiscal acusa”. Lo de la corriente trifásica pareció algo más emparentado con la electricidad que con el Derecho.

Otra: “A través de los medios periodísticos se han publicitado situaciones delictivas (...). Así, se generaron un sinnúmero de situaciones, y éstas son materias que hay que regular a través de los tres poderes. Son situaciones que no hacen a la libertad de expresión, pero que se vinculan con el hecho de generar un mecanismo adecuado de regulación para bajar los niveles de insatisfacción que se producen ante la falta de políticas en este sentido...” Es decir que, ante la falta de políticas de Estado, Reposo proponía la restricción a la libertad de prensa para combatir una nueva figura de “inflación penal”.

En el bloque de senadores del Frente para la Victoria se vivió todo con mucha bronca. El jefe de la bancada, Miguel Pichetto, fue el más disgustado. El, que conoce al dedillo lo que ocurre en el Senado, hace tiempo que le hizo llegar a la Presidenta la señal de que los votos para aprobar la candidatura de Reposo no estaban. El senador intentó evitar ver expuesto a su bloque a la dura circunstancia de ponerles el cuerpo a las gruesas inconsistencias de Reposo. Pichetto atraviesa un momento particular de su carrera, ya que tras el homicidio de Carlos Soria carga con buena parte de la administración de su provincia, Río Negro. El hijo de Pichetto es el ministro de Economía de la provincia, cuya demanda de fondos a la Nación es crucial para los gastos de la gestión. Encima, en el Senado está Amado Boudou, con quien Pichetto tiene mala relación.

“Tenía los votos”, expresó Reposo el viernes. Esa afirmación no reflejaba la verdad. El Gobierno presionó para que la postulación saliera. “Es una muestra de fidelidad hacia Cristina”, fue la consigna que bajó hacia los que en el oficialismo sabían de su inviabilidad.

Luego de este traspié, al Gobierno lo acecha otro problema: el de la crisis económica. El descontento social comienza a expresarse de manera creciente, gatillado por los distintos efectos que las medidas oficiales producen. Los cacerolazos del jueves y las movilizaciones del viernes lo reflejan. La imagen de la gente golpeando sus cacerolas y marchando hacia la Plaza de Mayo remite a los aciagos días de 2001-2002. Lo mismo vale para las manifestaciones que organizó la rama de la CTA que no responde al Gobierno.

Hay que ser claros: la situación no es la misma que la de hace diez años. Pero el Gobierno, con sus conductas y sus medidas, no hace más que generar un clima reminiscente de aquel tiempo. Nadie en el Gobierno parece advertir la dinámica de estos hechos y los efectos nocivos que produce la torpeza con la que se pretende enfrentarlos. Veamos, por caso, el ir y venir de declaraciones sobre la pesificación, término que a la sociedad le produce pavor. En su presentación ante el Congreso, el jefe de Gabinete, Juan Abal Medina –que produjo una pobre impresión en la bancada del oficialismo y en la de la oposición–, habló de la necesidad de dar la batalla cultural por la “desdolarización”. En iguales términos se expresaron el ministro del Interior, Florencio Randazzo, y el senador Aníbal Fernández. Ante el revuelo que ello causó, el Gobierno salió a desmentirlo. Lo hizo como siempre, echándoles la culpa a los medios. 

Pero hete aquí que luego se conoció un proyecto de ley para pesificar varias transacciones comerciales. En su “Aló Presidenta” del miércoles –en el que se dio otro paso en la progresiva quita de poder al ex poderoso ministro Julio De Vido y se confirmó la condición de Guillermo Moreno como jefe de Economía en funciones– Fernández de Kirchner dijo que todas las medidas que se viene tomando desde noviembre responden al objetivo de cuidar el dinero de los argentinos. Alguien debería recordarle a la Presidenta que eso mismo dijo el ex ministro Domingo Cavallo el día que anunció el corralito. El corolario de esta y otras acciones y expresiones del Gobierno fue predecible: la gente no para de sacar sus dólares de sus cuentas. En mayo la cifra ascendió a 1.600 millones. En este marco, la decisión de Cristina de pasar a pesos su plazo fijo de US$ 3 millones –algo que inexorablemente tenía que hacer si quería exhibir un mínimo de coherencia–, como toda acción tardía, carece de eficacia.

El problema principal de la economía argentina es la inflación. Y, hasta el momento, el Gobierno no ha tomado ninguna medida seria para combatirla. En muchas provincias se viven momentos de gran preocupación. Sus gobernadores necesitan el dinero que envía la Nación para hacer frente al pago de los sueldos. Además, junio es un mes complicado porque hay que afrontar el medio aguinaldo. Algunas alarmas ya se han encendido porque aún no se han dado los pasos administrativos para liberar esos fondos, demora que puede llegar a complicar la realización de esos pagos.

Siempre dentro de lo que fue el “Aló Presidenta” del miércoles –en el que nunca faltan los “asentidores”, los “reidores”, los “aplaudidores”, ni tampoco los que con sus rostros de incomodidad demuestran estar no por convicción sino por obligación y/o temor–, la Presidenta estuvo impecable al repudiar las agresiones que sufrieron los colegas de Tiempo Argentino, Télam y Crónica a las puertas del hospital de Malvinas Argentinas ante la total inacción de efectivos de la Policía Bonaerense. Me uno a ese repudio. Lástima que Fernández de Kirchner no haya tenido la misma actitud para con los cientos de colegas igualmente agredidos a lo largo y a lo ancho del país por dirigentes y organizaciones que, en muchos casos, manifiestan una clara orientación kirchnerista. Como se ve, el kirchnerismo puro nunca falta.

Producción periodística: Guido Baistrocchi.

© Escrito por Nelson Castro y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 10 de Junio de 2012.