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domingo, 3 de noviembre de 2019

Tras las Elecciones. El síndrome de Hubris... @dealgunamanera...

El síndrome de Hubris…

Bombo y guitarra, Alberto Fernández. Dibujo: Pablo Temes.

La soberbia del poder terminó mareando a Macri. Alberto Fernández y un diálogo valioso con Trump.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 03/11/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


La responsabilidad de la derrota electoral de Juntos por el Cambio fue de Mauricio Macri y, a la vez, fue suyo el mérito de haber salvado al oficialismo de una caída catastrófica.

La dirigencia oficialista quedó en un letargo tras la PASO, del cual solo emergió tras la multitudinaria marcha del 24 de agosto.

Ese acto conmovió a Macri y lo decidió a ponerse la campaña al hombro en busca de la hazaña de llegar al ballottage. Hazaña imposible porque el porcentaje superior al 45% alcanzado por Alberto Fernández le permitía ganar en segunda vuelta por apenas un voto y no había tiempo para remontar la diferencia. Como dijo Luis Juez, la campaña de cercanía y medidas de alivio a la penuria económica debería haber comenzado antes.

La derrota de Cambiemos es producto de la soberbia de Macri  su entorno. Es, en definitiva, la enfermedad del poder, el Hubris, que aísla al gobernante de la realidad. Jaime Duran Barba escribió un interesante artículo en Perfil sobre el síndrome de Hubris. Se ve que el Presidente no lo leyó. El consultor estrella del PRO reprodujo allí conceptos que, para disgusto de sus destinatarios, hemos venido escribiendo en esta columna desde hace años.

El momento letal para el Gobierno fue en octubre de 2017, el mismo día en que derrotó en las elecciones legislativas a Cristina Kirchner en la provincia de Buenos Aires, cuando Macri creyó equivocadamente que se había convertido en dueño del poder. Que la negociación política era mala palabra. Que lo peor ya había pasado. Que con la “magia” de Marcos Peña y Duran Barba se manejaba todo.

Se dio entonces una singular dicotomía: el Presidente hablaba de diálogo y consensos, pero en los hechos se hacía lo contrario. Eso dejó muchos heridos internos, como Emilio Monzó, y fue uno de los elementos que empujó al peronismo a su reunificación.

El domingo pasado, Macri recibió su derrota con dignidad. Su discurso, en el que felicitó a Alberto Fernández por su excelente elección, y la posterior invitación que le hizo para compartir un desayuno al día siguiente, representan un mojón en la construcción republicana de la Argentina. Es un contraste brutal con la falta de altura institucional y personal con la que CFK manejó la traumática transición de 2015.

El 40% obtenido en la elección transforma a Macri en el líder de la oposición. Pero si cree que ese liderazgo significa verticalidad, se equivocará. Los radicales que le advirtieron las consecuencias electorales negativas que la crisis económica tendría, ya han pedido cancha. Alfredo Cornejo, clave para el triunfo en Mendoza, lo dijo con todas las letras: de ahora en más deberá discutirse todo.

María Eugenia Vidal fue una de las grandes derrotadas de esta elección. Su liderazgo se debilitó por la amplitud de la caída y por su desvaída campaña. “Abandonamos el Conurbano y se lo regalamos a nuestros rivales”, dijo una voz de las entrañas del gobierno bonaerense.

La victoria de Alberto Fernández fue sólida y no es menor que haya ganado en primera vuelta. El ballottage hubiera sido de resultado incierto. Pero tampoco es un dato menor que   el porcentaje de votos que logró y la diferencia que sacó fueron menores a lo esperado. Es una muestra del rechazo que sigue generando en una parte importante de la sociedad la figura de CFK. El presidente electo tiene una cuota propia de poder. Sin Sergio Massa, el Frente de Todos no ganaba. Y a Massa lo llevó Alberto Fernández, quien tiene un desafío doble: mantener el equilibrio interno y hacer frente a la desastrosa situación socioeconómica que le deja Macri. Lo interno es una incógnita.

El horrible discurso de Axel Kicillof en la noche del domingo, que en nada se condice con la idea del diálogo y de la búsqueda de consensos que pregona el presidente electo y sus principales referentes, fue un botón de muestra. Varios de los que habitan la geografía heterogénea del nuevo poder aseguran que la ex presidenta pretende reservarse el poder de veto. Y, aunque muchos lo niegan, algo de eso ya se vio en la celebración del triunfo. Matías Lammens confesó que le hubiera gustado subir al escenario, pero que alguien ordenó que no pudiera. Lammens fue y es muy crítico de la corrupción del kirchnerismo. Hubo gobernadores que también se quedaron con las ganas de estar en ese escenario.

El gran misterio por estos días es la conformación del gabinete del nuevo gobierno. Alberto Fernández ya decidió que lo dará a conocer recién en la última semana previa a su asunción. El objetivo de esta decisión es más que obvio: proteger a los futuros funcionarios de presiones prematuras y de su consecuente desgaste. De todas maneras, hay hechos que hablan por sí solos. Felipe Solá parece encaminado a ser el futuro canciller. El viernes fue quien reveló la muy buena conversación telefónica entre el presidente electo y Donald Trump.

Gestores de ese diálogo fueron el embajador de los Estados Unidos, Edward Prado y Santiago Cafiero. Trump, quien no está en su mejor momento debido al proceso de impeachment que acaba de iniciarle la Cámara de Representantes, tiene, con respecto a la Argentina, una procupación: Venezuela. Si las coincidencias se imponen sobre las diferencias, está dispuesto a darle una mano importante al nuevo gobierno en su negociación con el FMI, en la que Fernández necesitará  un negociador con experiencia, conocimiento y, a su vez, reconocido por los funcionarios del organismo. El economista que reúne esas condiciones es Guillermo Nielsen. Y hay alguien más que conoce ese universo: Gustavo Béliz que fue arropado en el exilio al que lo condenó el kirchnerismo por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

La semana estuvo cruzada por rumores sobre la salud de Fernández, quien los atribuyó a Marcos Peña.

Alberto Fernández está bien de salud. Como explicamos aquí en junio, padece una trombofilia, una predisposición a formar coágulos por la que está en tratamiento desde hace años a base de anticoagulantes, bajo control y sin ninguna complicación. Su médico, Federico Saavedra –prestigioso clínico– planea realizarle al presidente electo, que está con sobrepeso, un exhaustivo chequeo luego de su regreso de México. La salud de un presidente es un tema de Estado.  

Producción periodística: Lucía Di Carlo.




domingo, 21 de julio de 2019

Duelo de aparatos… @dealgunamanera...

Duelo de aparatos…

URNA ET ORBI. Dibujo: Pablo Temes

Más organizado el oficialismo, más caótica la oposición. Campañas y especulaciones con resultados anteriores.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 21/07/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

En investigación, una encuesta es un procedimiento que se utiliza para recopilar datos mediante un cuestionario –previamente diseñado– o conocer la opinión pública sobre determinado asunto.

En épocas electorales, las encuestas deberían ser utilizadas para saber qué temas preocupan a la sociedad y qué condiciones cree que debe reunir un candidato para que la represente, entre otros.

Luego de realizadas las encuestas, los políticos diseñan sus campañas, basándose en los intereses de la ciudadanía.

A través de las campañas, la ciudadanía conoce las propuestas de los diferentes espacios, para decidir –voto mediante– qué fuerza política logra cumplir las expectativas y/o proyectos de país deseados. Nada de eso ocurre en la contienda electoral argentina.

Todo parece indicar que la gran encuesta va a obtenerse a partir de los resultados que arrojen las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias, las PASO.

Extremos. La lógica de campaña que predomina hoy es la de la polarización, es decir, reforzar los dos lados de la grieta: “Nosotros hacemos todo lo que refuerce de nuestro lado y ellos hacen todo lo que refuerce de ellos, porque está todo hiperpolarizado”, sostiene un hombre del peronismo provincial. Y agrega: “Ahora nos estamos hablando a nosotros mismos, nos vamos a ver las caras el 11 de agosto, vamos a ver cuántos soldaditos hay de un lado y cuántos del otro y qué quedó en el medio, y ahí vamos nosotros, por los márgenes de lo que quedó en el medio, lo más cercano a nuestro lado, y ellos harán lo mismo”.

Esta elección tiene un factor que ayuda a la polarización, el nulo protagonismo de la tercera fuerza.  Antes la elección estaba dividida en tres, hoy la torta se divide en dos. Entonces, así como crece Mauricio Macri, también crece el kirchnerismo y viceversa.

Este factor también lleva a que las posibilidades de corte de boleta sean inferiores a 2015. “Nuestra apuesta es al crecimiento de Macri. Mauricio tiene que crecer, cosa que la diferencia en la Provincia entre Fernández y Macri sea lo más chica posible, que nos permita poder defender la Provincia, que nos arrastre y que ese corte sea como máximo de 2 puntos y no de 6-7, como fue con Aníbal Fernández. Con eso tendríamos una victoria nacional y una victoria provincial”, augura un referente de Juntos por el Cambio.

Desde el punto de vista comunicacional, según analistas, batallar contra Juntos por el Cambio es una tarea compleja, “tienen equipos muy grandes que viene trabajando desde hace muchos años, con un orden y discurso unificado”.

Del otro lado –Frente de Todos–, “hay menos profesionalismo y un atenuante clave: son muchos sectores que se juntaron y están empezando a conocerse y están volviendo a tener la confianza que tenían antes –que en algún momento se había roto–. Entonces, ahora lo que se tiene es aparatos comunicacionales de Sergio Massa intentando hablar con aparatos comunicacionales de Alberto Fernández, Instituto Patria, Movimiento Evita, etc.”.

Toda esta pluralidad lleva a tener distintas miradas, por ejemplo, los primeros spots lanzados por el Frente de Todos –realizados por Tristán Bauer–, que hacían referencia al asado y a la mudanza, fueron muy criticados por un sector y muy bien ponderados por otros.

Más allá de los armados comunicacionales, lo que está claro en esta campaña es que cada sector quiere:

1) Retener a sus votantes: la creación de un Servicio Cívico Voluntario por parte del Gobierno pareciera evitar la posible fuga de votos hacia Gómez Centurión o Espert.

2) Captar desencantados: Alberto Fernández afirmando que “La Cámpora maduró”.

La batalla. Si bien para los armados políticos la PASO va a ser una “gran encuesta”, desde el oficialismo saben que la pelea más dura se da en la provincia de Buenos Aires.

De los 27 distritos del Conurbano, en 2015, en el ballottage, Cambiemos ganó siete, que fueron los pegados a la Ciudad de Buenos Aires, hacia el Norte (Morón, Tres de Febrero, San Martín, Vicente López, San Fernando, San Isidro y Tigre), en el resto perdió en todos.

Ahora, además tiene municipios más complicados de retener (Quilmes y Pilar), que es donde siempre le ha ido bien al peronismo, por ejemplo en la elección de noviembre de 2015, cuando Macri ganó el ballottage, Scioli ganó igual en esos distritos.

La estrategia de campaña de María Eugenia Vidal es mostrar lo que se hizo en materia de obras, salud y seguridad. En cambio, de aquellas cosas que hacen ruido la estrategia pareciera ser “no hacerse cargo”. Un ejemplo de ello es el intendente de Mar del Plata, Carlos Arroyo, quien ganó por el frente Cambiemos. Ahora –después de su polémica gestión y declaraciones– desde el oficialismo afirman: “Arroyo no es nuestro”, se despegan, dicen que el “valor agregado” de Cambiemos es la diversidad de voces, tiran la pelota para afuera.

Mientras que, desde la oposición, quienes van a tener un rol clave son los intendentes, “desmitificando” las obras.

En este sentido, el caso del Metrobus en San Martín y las gestualidades durante su inauguración dan cuenta de esto: “Nosotros reclamamos mucho para que llegue. Ellos no lo pensaban. En realidad, una de las promesas de campaña de 2015 era que llegue el Metrobus a San Martín, ellos pensaban que electoralmente les iba a ser fácil San Martín y no así Tres de Febrero, el tema es que les salió al revés, por eso Tres de Febrero tiene Metrobus desde 2017 y San Martín recién ahora, en campaña y omitiendo contar que falta el 40% de la obra”, afirman desde la Intendencia.

En el medio de las estrategias y análisis comunicacionales hay un factor clave: la gente. Pérdida de poder adquisitivo, desempleo, inflación. Por fuera de la gente, los políticos, hablando entre ellos.

Producción periodística: Lucía Di Carlo.





domingo, 21 de abril de 2019

Trampa electoral… @dealgunamanera...

Trampa electoral…

Paquete de Medidas… CEDOC.

Los dos principales candidatos son sinónimos de fracaso. En tanto, un gobierno sin poder real.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 21/04/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

La puesta en escena con la que el Gobierno comunicó las medidas económicas el miércoles pasado fue la representación de la frustración. La ausencia del Presidente no fue un detalle menor sino que representó la clara evidencia de la falta de convicción acerca de la efectividad de los anuncios. Nadie puede sorprenderse por esta actitud. Las medidas son producto de la presión ejercida por la Unión Cívica Radical –entre cuya dirigencia el nivel de crítica hacia la gestión del Gobierno viene creciendo–, María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta. Ninguna de estas iniciativas funcionó en el pasado. Tampoco funcionará en el largo plazo durante esta gestión, cuyo margen de maniobra se va achicando día tras día. Estamos frente a un parche orientado a una sola finalidad: ganar la elección.

Es verdad que, en las actuales circunstancias, al Gobierno no le quedaban muchas otras alternativas. Macri ha dilapidado gran parte de su capital político. Y esto impacta directamente en su credibilidad. Hoy no le cree la persona que se ha quedado sin trabajo, ni el CEO de la empresa de primera magnitud. Hoy no le cree el kirchnerista furioso, ni muchos de sus votantes. Hoy no le cree el pequeño empresario ni el gran inversor que confió en la capacidad de gestión del Gobierno. Lo que verdaderamente Macri debería hacer es algo totalmente distinto: un cambio de gabinete y una propuesta electoral diferente, porque en realidad toda esta desconfianza viene de la mano de que el candidato que está gobernando –que aspira a ser reelecto– es poco creíble desde el punto de vista de lo que fueron sus promesas. El Gobierno le ha fallado no solo a la ciudadanía, sino también a los mercados internacionales.

Cuando el año pasado el mundo le dio la espalda a la Argentina, le dio asimismo la espalda al Gobierno. La inserción en el mundo implica hacer lo que se dice y se promete. En abril de 2018, momento en que empezó a regir el impuesto a la renta financiera, el mundo dijo “basta, financiamos hasta acá; si no se arregla la economía argentina, se acaba el financiamiento”, eso es lo que hizo el mundo financiero, Wall Street y los fondos que tomaron deuda argentina.

Pato rengo. 

Este gobierno tiene hoy muy poco poder real: se va en seis meses. Y si fuera reelecto, tendrá también un poder acotado. Si las encuestas se cumplen, en su actual conformación está más de salida que de entrada. Por lo tanto, lo que pueda anunciar con cierta credibilidad es muy poco. Lo único que podría cambiar el humor de los mercados es que el Gobierno anuncie algo que sea el producto de un acuerdo mínimo con los otros candidatos presidenciales. Algo que dijera que los que quieren tomar el timón y los que lo tienen están de acuerdo en que hay que hacer algo con esta crisis. Esa concordancia política, económica y social se debería plasmar en un acuerdo mínimo de convivencia, hecho que en la Argentina sigue siendo una utopía.

Macri mueve, Cristina calla, por Javier Calvo

El mundo real tiene egos, intereses que llevan a que cada uno siga aferrado a que tanto el macrismo como la oposición tengan liderando las encuestas a los dos peores candidatos. Es una competencia entre malos conocidos: una, Cristina Fernández de Kirchner con una concepción chavista del poder; el otro, Macri, con una monumental falta de visión política.

La ausencia de un programa económico para 2020 es otra de las preocupaciones del mundo. Si no se dan reglas claras a futuro, el cúmulo de dudas sobre la economía argentina pervivirá. Si lo que sigue muestra a un país con mayor presión tributaria y que está en el top ten de los países que tienen mayores dificultades para emprender, es razonable conjeturar que a este presente malo le seguirá un futuro de incertidumbre.

La Argentina es un país que, en muchos sectores, tiene cartelización y posiciones oligopólicas, producto de la pequeña escala de su economía. Uno de los sectores que mejor ejemplifica esta circunstancia es el alimentario. Los sectores cartelizados buscan generar, aun a través de precios cuidados, situaciones ventajosas. El tema de la leche es grosero, con precios cuidados, la semana pasada estaba en $ 25,50 el precio de góndola y entran la semana que viene a este nuevo programa con $ 35, un 40% de aumento. Este es un ejemplo patético de que estas cosas no funcionan, porque aumentan previendo inflación.

El ingreso a precios cuidados hace que las empresas, que saben que les van a congelar los precios, los suban antes de ingresar. Esto, a su vez, genera un adelantamiento de la inflación. Por eso, el programa no luce muy efectivo a priori.

Mediciones. 

Cuando la inflación se torna de dos dígitos, empieza a generarse un cambio en los precios relativos. Esto significa que no hay relación entre los precios del pan lactal con el de la leche, o el de la carne con el de las verduras, porque se empieza a perder la percepción de cuál es el precio de mercado. Esto es fundamental para la ley de oferta y demanda, que en nuestro país no funciona, ni con los alimentos ni con el dólar. Argentina es procíclica, cuanto más sube el dólar, más lo consume la gente.

Efecto económico del apocalipsis zombi, por Gustavo González

Esto impacta sobre los sectores de menores recursos, que han tenido una inflación del 64% en los últimos 12 meses y no han tenido ajustes salariales acordes con esto. Con esta inflación se ha producido un empeoramiento de los niveles de pobreza, subió un punto más.
Las encuestas que tiene el Gobierno contienen resultados cada vez peores para Macri. Cristina Fernández de Kirchner hoy gana. El cuco de CFK ha dejado de ser un amuleto electoral. Y esta novedad es devastadora para Cambiemos. “Si callara de aquí al día de la elección, las chances reales de la ex presidenta crecerían sin parar”, expresa un analista independiente.

La aparición de Roberto Lavagna sigue complicando al oficialismo. También complica a Sergio Massa y a Alternativa Federal. Massa ha quedado absolutamente desperfilado y con un complejo problema en sus bases. No son pocos los que le piden rehacer sus vínculos con CFK.

El país se debate entre dos alternativas principales: el kirchnerismo y el macrismo. Las dos alternativas son sinónimo de fracaso. Penoso presente de un país potencialmente rico que le da vigencia a una de las célebres frases de José Ortega y Gasset: “Acaso lo esencial de la Argentina es eso… ser promesa”.

Producción periodística Lucía Di Carlo.



domingo, 14 de abril de 2019

Recalculando votos… @dealgunamanera...

Recalculando votos…

¡Vamos Ganando! Marcos Peña. Dibujo: Pablo Temes

Se sabe que la inflación arrasa, sin necesidad de encuestas. Precios y efectos electorales.

Cambiemos cruje. A nadie debería sorprenderle. Son crujidos producidos por un presente que amenaza seriamente su futuro electoral. La derrota asoma en el horizonte del oficialismo cada vez con más fuerza. Ninguna de las encuestas que circulan hoy en día por la mismísima Casa Rosada trae augurios de alegría. Todas esas encuestas pronostican la derrota del oficialismo. La entrelínea del reportaje que Jorge Fontevecchia le realizó a Jaime Duran Barba en la edición del domingo pasado era muy clara. “Cristina está muy bien”, dijo el consultor ecuatoriano –elevado a la condición de gurú por el Presidente–, quien habló de un final codo a codo entre CFK y Macri. En ese final codo a codo, hoy Macri pierde. Hace un año, ganaba.

Ya no importa que Marcos Peña diga que el Gobierno va a ganar las elecciones. Ya son muchos los integrantes del Gobierno que no le creen nada. Y entre quienes no le creen, está María Eugenia Vidal. Su perspectiva electoral es muy difícil. También ella se enfrenta a una posibilidad cierta de derrota. Es una posibilidad de alta probabilidad dado que, en la provincia de Buenos Aires la elección se define por una simple mayoría y no hay segunda vuelta. Pero no es solo la circunstancia electoral la que está conmoviendo a la gobernadora, sino también la realidad. En sus cercanías señalan cuánto la afecta el escuchar en sus contactos cara a cara con la gente la voz de alguien pidiéndole comida.

Críticas. Por esta conjunción de factores es que en la reunión que compartió con Horacio Rodríguez Larreta y otros gobernadores oficialistas fue crítica no con Dante Sica en particular,  sino con el manejo de la economía. Ahí los dardos van siempre contra Marcos Peña y Nicolás DujovneEn verdad, deberían ir también contra el Presidente, pero ese es un atrio al que Vidal nunca llegará.

Molesto por la situación, el ministro de Producción y Trabajo ofreció su renuncia, que fue rechazada de plano por el Presidente. Sica, que comparte la filosofía económica del Gobierno, es muy crítico de la gestión de Nicolás Dujovne. No es para menos: Sica es un economista con formación política forjada en las arenas del peronismo, mientras que Dujovne es un comentarista de la realidad que actúa como tal y sobre quien no queda claro cuál fue la razón por la cual Macri lo designó como ministro de Hacienda.

Como ya se ha dicho, el único capital de Dujovne –de quien se sabe que cruza la calle desde el Ministerio de Hacienda a la Casa Rosada en auto con vidrios polarizados por temor a ser reconocido– es su buena relación con la directora gerenta del Fondo Monetario InternacionalChristine Lagarde, cuyo apoyo al Gobierno continúa siendo firme, pero no compartido por los técnicos del organismo asignados al caso argentino, que son muy críticos de la gestión del Gobierno. Varias de esas críticas debieron escucharlas Dujovne y el presidente del Banco Central, Guido Sandleris, a lo largo de su estadía en Washington, lugar donde no se los respeta mucho. Por otra parte, la lectura hecha de la frase de la señora Lagarde – “sería una tontería de parte de cualquiera de los candidatos darle la espalda al trabajo que se está haciendo”–no ha sido dirigida solamente a los candidatos de la oposición, sino también al Presidente ante las nuevas medidas económicas que se anunciarán el miércoles próximo.

Despertar. El presente de la economía argentina es malo. Si bien hay sectores en los que se verifica una cierta reactivación económica – agro, donde la cosecha es mucho mejor que el año pasado, petróleo por Vaca Muerta y construcción por la obra pública–, todos los demás indicadores van mal, con una caída brutal del consumo y aumento de desempleo.

Macri tuvo esta semana varias reuniones con Roberto Zapata, el socio de Jaime Duran Barba que trabaja a full en el diseño de la campaña electoral del oficialismo. En sus famosos focus group apareció algo que no es novedad: la posible derrota de Macri. Zapata no solo transmitió datos, sino que también formuló propuestas para revertir esta situación. Algunas de esas propuestas parecen un chiste en el contexto del drama socioeconómico por el que atraviesa nuestro país. Aunque, hay que reconocer que, hasta aquí, el Gobierno ha sido exitoso en el manejo de esas técnicas electorales. ¿Se repetirá eso este año?

En 2015 Macri también comenzó perdiendo la elección que después terminó ganando. Pero en ese entonces era oposición. Sus promesas generaban esperanza. Hoy, esas esperanzas están idas en muchos de sus propios votantes.


Entre los economistas hay una discusión sobre la efectividad o no del control de precios. Todos coinciden en que en el largo plazo es una medida con destino de fracaso. La única posibilidad que tiene de funcionar es en períodos cortos –90 a 180 días– y, para que eso ocurra, es muy importante el “timing”, el momento en que se pone en práctica. Hacer las cosas en el momento oportuno es un don del que este gobierno carece.

El otro problema es la falta de convicción en la forja de una política de acuerdos. Y como esa carencia comienza en el propio Macri y se refuerza en Peña y Duran Barba, todo es poco creíble.

Lo mismo pasa con las conversaciones con referentes a los que se despreció durante largo tiempo. No queda claro aún si las reuniones que el Presidente tuvo con Martín Lousteau en los últimos días fueron para hablar de la cuestión económica o para evitar su emigración hacia otras arenas políticas. Lousteau está en una situación expectante; el miércoles estuvo reunido con Roberto Lavagna que, por lo que se sabe, lo quiere como candidato a jefe de Gobierno porteño. Hay otro desencantado notable con Cambiemos que busca sumarse a la campaña de Lavagna: Facundo Manes. Manes supo ser asesor especial de María Eugenia Vidal y en 2017 aspiró a ser primer candidato a senador nacional por la provincia de Buenos Aires. “Lo bajaron de un hondazo”, recuerda una voz importante dentro de Cambiemos.

En la calle, mientras tanto, lo que se ve y se escucha es un continuado de desencanto, desesperanza, necesidad, falta de trabajo, pobreza y creciente malhumor.

“El que es elegido príncipe con el favor popular debe conservar al pueblo como amigo”, postulaba Nicolás Maquiavello. Es algo que el presidente Macri parece no haber tenido en cuenta últimamente.

Producción periodística: Lucía Di Carlo.


domingo, 7 de abril de 2019

El voto anti-Macri… @dealgunamanera...

El voto anti-Macri… 

Massa o Menos. Sergio Massa. Dibujo: Pablo Temes

El Gobierno no registra el disgusto, pero para la oposición CFK es un obstáculo.

El Directorio Ejecutivo del Fondo Monetario Internacional aprobó el viernes el desembolso de 10.800 millones de dólares. Días atrás el Gobierno había pedido un waiver (perdón) por no contar con la información sobre las metas fiscales. Pese a la aprobación el FMI no autorizará a utilizar reservas líquidas para apaciguar corridas. Piden que mantengan déficit cero o cerca. Están muy preocupados por la caída de la recaudación, la baja actividad y una inflación que no cede. Obvio correlato en aumento de pobreza en el primer trimestre.

Mientras que el ministro Nicolás Dujovne afirma a inversores externos que tienen 70% de probabilidad de ser reelectos, hay convulsión interna en Cambiemos. Vuelven a circular rumores de desdoblamiento en la provincia de Buenos Aires –hoy las encuestas la dan por perdida–, mientras que en Capital dudan en hacer lo mismo.

Dujovne sigue hablando como si fuera un comentarista de la realidad. Hace acordar a sus tiempos de columnista en el programa de Carlos Pagni. “Estamos cómodos con este valor del dólar” será otra de las infelices frases por las que habrá de ser recordada su mala gestión. La frase en sí encierra una concepción centrípeta del poder. Lo que expresó es su comodidad con el dólar, pero ni siquiera preguntó si esa “comodidad” es compartida por la gente de a pie castigada por una inflación imparable a la que contribuye cada aumento del valor de la divisa estadounidense.

Luces amarillas. Hay un elemento en la cúpula del poder que no están evaluando adecuadamente: el creciente antimacrismo. Cuando estos sentimientos aparecen son muy difíciles de revertir. Y la calle, que siempre habla, está mostrando signos de no retorno. Y no es la calle de los piqueteros o de los que marcharon el jueves pasado al Congreso. En ese universo nunca hubo amor a Macri. Estamos hablando de muchos de sus votantes. El “me arrepiento de haberlo votado se escucha día a día con más frecuencia

A nadie puede sorprenderle: es mucha la gente a la que le está yendo mal. Y lo más preocupante es que ha perdido la esperanza de un futuro cercano mejor. No la tiene en Macri, ni tampoco en Cristina Fernández de Kirchner. Y lo notable –e inquietante– es que el informe del Banco Mundial que se conoció esta semana hace una proyección coincidente: si no produce cambios de importancia, es poco probable que en un eventual segundo gobierno Macri pueda generar las condiciones para el despegue de la economía.

Está claro que Mauricio Macri está decidido a ser candidato, pero no es visto con buenos ojos que tenga que estar confirmándolo todas las semanas y que todas las semanas se vuelva a rumorear un plan B. La conferencia realizada durante la visita a Gualeguaychú es un ejemplo de ello: “Vidal es tan buena que la queremos poner en todos lados… pero ella va a ser candidata a gobernadora”.

El llamado “plan B” hablaría de una generosidad política que Mauricio Macri no tiene, dar un paso al costado y dejar al que mejor mida no está en sus planes. Quienes lo conocen desde sus inicios de gestión en CABA afirman que su modo es “pongamos todos la trucha y si perdemos, perdemos todos y nos vamos todos”; este modus ahora se traduciría en “o gano yo o perdemos todos”.

CFK divide. La semana que pasó mostró a un Sergio Massa más cercano al peronismo; el miércoles se reunió en Escobar con un grupo de intendentes de Unidad Ciudadana. “El principal límite que puede tener el crecimiento de una tercera opción es la proximidad con el kirchnerismo”, afirma un ex armador del Frente Renovador.


El electorado de la potencial tercera vía no es compatible con el de Cristina Kirchner. El voto a ella es un voto durísimo, hay que recordar que ingresando al Congreso del PJ a principios de marzo Eduardo “Wado” de Pedro lanzó un tuit: “Llamamos a conformar un gran frente opositor sin exclusiones, e invitamos a Sergio Massa y a los gobernadores peronistas a dirimir roles y candidaturas en las PASO”, que recibió comentarios en contra. El votante kirchnerista no quiere saber nada con Massa.

Ese mismo límite es el que llevó a Roberto Lavagna a correrse del esquema de Alternativa Federal. “Yo no soy Alternativa Federal, yo soy Consenso 2019no voy a ir a una interna peronista”, declaró el jueves en una entrevista radial.

Los gobernadores van a terminar sus elecciones y recién después van a mirar qué hacer. En ese sentido, Schiaretti le dijo a Lavagna: “Yo lo único que le pido, Roberto, es que hasta que nosotros no resolvamos nuestras elecciones no nos pidan definiciones, nosotros no tenemos problema en recibir a todos, pero para ganar en las provincias necesitamos el voto de todos y para eso nos tenemos que ‘descontaminar de lo nacional'".

Internismo. Los únicos gobernadores que se sientan a negociar son los de la UCR.

De Alfonsín a Duran Barbapor Jorge Fontevecchia

La noche del jueves reunió en un restaurante de Recoleta a María Eugenia VidalMarcos PeñaRogelio Frigerio y Horacio Rodríguez Larreta con los gobernadores Alfredo Cornejo y Gerardo Morales. En esa jornada se trató de recomponer la relación UCR- Cambiemos. Además, se definió que la Convención Radical se realizará a fines de mayo; en principio no hay riesgo de ruptura con Cambiemos, ya que el sector opositor –liderado por Ricardo Alfonsín– no tiene ni el 15% de los votos de la Convención y no logra con ese porcentaje que el partido otorgue libertad de acción. Del ofrecimiento de una vicepresidencia solo corren rumores.

Mientras tanto, el silencio de Cristina Fernández de Kirchner la hace crecer en las encuestas, aunque algunos sostienen que “el día que hable se cae”. Está utilizando la misma estrategia de 2017, la elección silenciosa.

El silencio también abundó en el Congreso Nacional frente a las declaraciones de la diputada Graciela Camaño: “Pónganse a trabajar, el pueblo está con problemas, por si no se dieron cuenta”.

Cuando se va perdiendo en la guerra, es necesario negociar la paz, muy por el contrario a lo que sucede en la Argentina: el país del mañana mejor que nunca llega.

Producción periodística: Lucía Di Carlo.