¡Muchaaaachos!
Al dente, ‘Fideo’ Di María.
Dibujo: Pablo Temes
La
Selección mostró que la historia se vuelve a escribir todos los días.
© Escrito por Carlos Fara el viernes 23/12/2022 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.
Existen varios tipos
de muchachos en la Argentina. Obvio, se nos vienen a la mente los muchachos
peronistas. También estaban Los muchachos de antes no usaban gomina, Adiós
muchachos, de Gardel, o Los muchachos de mi barrio, de
Palito Ortega. Pero en estas últimas semanas todos fueron claramente
desplazados por los Muchachos del tema de La Mosca, con lo cual ahora nuestro
país tiene dos himnos: el de López y Planes y el del grupo musical que
entronizó a la Selección hasta el próximo Mundial.
Los Muchachos –con
mayúscula– son el nuevo parámetro de la sociedad. No solo porque hayan
triunfado, sino porque son lo que la mayoría social quiera que sea la
Argentina: tenaces, profesionales, humildes, con garra, planificados, serios,
que juegan en equipo y que tiran todos para el mismo lado. En los últimos meses
era común en los estudios de opinión pública que los entrevistados querían que
el país se pareciese a Messi por esos atributos
mencionados. Esa identificación, más allá del éxito deportivo, es lo que hizo
que se movilizaran cuatro o cinco millones de personas para saludarlos, que en
un punto es como saludarse a sí mismos.
La Selección le mostró
a la sociedad que el esfuerzo y la disciplina (o sea, el mérito) rinden y
tienen su premio, a la corta o la larga. Por eso, de toda la letra de La Mosca,
quizá lo que más impacte sea: “nos volvimos a ilusionar”. ¿A ilusionar con qué?
¿Con el equipo? Desde ya. Pero en realidad, el punto es que los argentinos y
argentinas se volvieron a ilusionar con ellos mismos, porque de la política
claramente poco esperan.
En los grupos focales
realizados esta misma semana no visualizamos un cambio de ánimo respecto al
país. Los mismos sentimientos de los últimos meses siguen estando sobre la
mesa: angustia, impotencia, bronca, desesperación. ¿Pero, entonces, cómo le
impactó a la sociedad el triunfo deportivo? “Fue un día de alegría sin pensar
en la economía”, “despejar un rato la mente”, “tirar todos para el mismo lado”,
“la unión, no estaba dividido como en la política”, “éramos un solo país”. Casi
les faltó decir que sin la política estaríamos mejor, porque lo que no cambió
fue la perspectiva sobre el futuro del país: “la gente se olvida pronto”,
“Argentina no va a cambiar”, “va a ser un proceso largo para salir de la
situación”, “hay mucho para arreglar”. En definitiva, lo deportivo y la alegría
colectiva transitan por un carril distinto del derrotero del país.
Un triunfo deportivo
en el principal deporte de masas y en la cúspide de la competencia global, iban
a generar un sentimiento de felicidad temporal enorme. Pero hay un ingrediente
adicional a la lógica alegría individual, que es la satisfacción porque también
se viva una dicha colectiva. Es decir, la buenaventura de todos bajo una misma
consigna es un rasgo que potencia la que siente cada uno en forma personal.
Cuatro o más millones
de personas en paz bajo una misma consigna también muestra el desagrado que
despierta la grieta, como lo hemos comentado en esta columna muchas veces, o a
la inversa, lo que conmueve la unidad. Algún lector o lectora me podrán decir
legítimamente: “Pero, ¡qué vivo! Cuando se trata de la Selección campeona todos íbamos a estar
unidos”. Es verdad. Pero acá hay varios puntos por señalar que muestran dónde
está la opinión pública:
· La movilización más grande de la historia argentina, sin
duda (el tamaño sí importa), teniendo en cuenta que a priori había un circuito
a recorrer o un punto de encuentro.
·
Mucha gente en cualquier circunstancia y con alto fervor,
puede ser el caldo de cultivo de que algo termine mal, una “puerta 12” o algo
parecido. Pero casi nada de eso pasó, salvo los hechos aislados que todos
conocemos.
·
La gran mayoría de los cuatro millones de personas que
esperaban saludar a la Selección se vieron frustradas por la imposibilidad
física. Sin embargo, la reacción masiva fue de alegría y comprensión con los
jugadores en los helicópteros luego de muchas horas de trajinar.
·
Se comentó mucho la desorganización o falta de previsión,
que si fue un papelón, etc. Obvio, que todo el operativo fue fallido, como
estamos bastante acostumbrados en la Argentina. Lo cierto es que la alegría
desbordante percibida en la calle hizo que nadie se preocupase mucho por una
organización fracasada. Capítulo aparte es la saga de si iban o no a Casa Rosada, los cambios de trayectoria sobre
la marcha, etc.
¿Qué significa todo esto?
·
Cuando la sociedad se siente agradecida a quienes
muestran los atributos deseados, los detalles negativos pasan de largo (de los cuales
los jugadores no eran los responsables, claramente).
·
Cuando los liderazgos transmiten calma, la mayoría social
no se enerva por deporte. Luego, claro está, los conflictos producen
reacciones. Sería tonto pensar que el clima del martes va a ser el permanente.
El punto es si queremos vivir de forma agresiva los conflictos o no.
Seguro no somos los
maravillosos del martes solamente. También somos conflictivos, irreverentes
ante todo tipo de autoridad, reacios a apegarnos a las reglas, cuestionadores
hasta el infinito, propensos a los excesos. Sin embargo, el punto es que no
somos una sola cosa. También somos los que nos movilizamos en el final de la
dictadura y la llegada de la democracia. Los que llenamos plazas en Semana
Santa del 87. Los que repudiamos el atentado a la AMIA en el 94. O los que
saludamos a los subcampeones en 2014 como si hubiesen traído la copa a casa.
Scaloni, Messi y compañía muestran que la
historia se empieza a escribir de vuelta todos los días. Que una serie de
derrotas sin fin siempre se pueden revertir. Que todos podemos cambiar para
mejor. Que lo inesperado acontece. Que tenemos con qué. Que no somos geniales,
ni un desastre. Que no estamos condenados al éxito, ni tampoco al fracaso.
La frase que ha calado hondo y se ha viralizado hasta el infinito ha sido la de De Paul: “Más que nunca todos juntos”. No nos olvidemos que esos 26 jugadores y el equipo técnico nacieron acá y también podemos ser nosotros. ¡Feliz Navidad!
* Consultor político. Ex presidente de Asacop.