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lunes, 10 de octubre de 2016

La Justicia entregó el contrato de YPF - Chevron... @dealgunamanera...

La Justicia entregó el contrato de YPF - Chevron y mañana se devela el misterio…


El exsenador Rubén Giustiniani obtuvo la copia tras el fallo judicial y mañana dará una conferencia de prensa para revelar su contenido.

© Publicado el lunes 10/10/2016 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Hace 330 días la Corte Suprema de Justicia ordenó a la petrolera estatal YPF a entregar una copia del acuerdo con la empresa estadounidense Chevron para la explotación de Vaca Muerta. Tras casi un año de espera, el exsenador Rubén Giustiniani, que realizó el pedido, dará a conocer mañana una primera lectura del contenido.

"Pasó toda una instancia de chicanas judiciales de YPF y finalmente me entregaron el contrato valorando la importancia de lo que iniciamos hace casi tres años", dijo Giustiniani en diálogo con Diario UNO, recordando que la empresa se negó a enviarle una copia del contrato al Congreso.

El legislador dijo que el pedido surgió porque "se le estaba dando a Chevron en una contratación directa por 35 años una de las zonas más ricas de la Argentina, la segunda reserva de gas no convencional del mundo y la cuarta en el mundo de petróleo no convencional, que es Vaca Muerta". "Como la empresa se negó, recurrí a la Justicia y después de dos años de juicio la Corte dijo que el derecho al acceso a la información era del pueblo de la Nación y no del Estado y ordenó a YPF darme una copia del contrato. Después de 330 días de la ejecución del fallo y de las obstrucciones judiciales, me dieron la copia. Nosotros vamos a analizarla y el martes que viene vamos a dar a conocer a la sociedad el contenido de la misma", agregó.

En ese sentido, dijo que "el objetivo de esto siempre fue el derecho al acceso de la información porque el secretismo del funcionario público le ha hecho bastante mal al país, la historia reciente así lo demuestra. De hecho tenemos al lado de la Argentina lo que pasa con Petrobrás, empresa hermana de YPF que por actuaciones generó una crisis institucional gravísima conocida por la destitución de Dilma Rousseff".

Giustiniani dijo que "vamos a estudiar" si este contrato implica responsabilidad penal de exfuncionarios K o actuales ministros de Mauricio Macri: "No conocemos todavía el contenido de la copia y después lo vamos a dar a conocer. Yo no puedo adelantar todavía nada porque hace unas horas recién me entregaron la copia. El martes vamos a despejar este tipo de incógnitas".


sábado, 19 de marzo de 2016

Los 100 días… @dealgunamanera

  Los 100 días…


El PRO no se preparó para ganar y el Frente para la Victoria ni se imaginaba que iba a perder. El resultado es malo para el país. Aunque las encuestas verdaderas ya permitían vislumbrar el resultado, las dos fuerzas estaban instaladas en su rol de oficialismo y oposición. Sus estrategias y políticas se estructuraban en esos roles. Los que estaban en la Rosada presuponían que su plan de gobierno se podía trasladar en forma automática en el remoto caso de que pasaran a la oposición. Desde la oposición, el PRO pensaba lo mismo pero al revés. Pero no es tan fácil en ambos casos.

© Escrito por Luis Bruschtein el sábado 19/03/2016 y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


Parece un chiste la forma en que ahora los macristas defienden lo que antes bombardearon, como el secreto del acuerdo con Chevron, o ver las visitas a regañadientes de Macri a la ex ESMA o las críticas sin convicción al sector empresario por los aumentos en los precios. Ninguno tenía plan B y los problemas se van resolviendo sobre la marcha. Un resultado de esta situación de improvisación inevitable fue la negociación apresurada con los fondos buitre y sus malos resultados. Y la oposición quedó presa de las situaciones de hecho que va creando el oficialismo. No hay agenda opositora más allá de lo que dejan entrever los forcejeos y reacomodos de una interna donde los melones no terminan de acomodarse.

Es el momento de mayor fuerza del macrismo y el de mayor debilidad para el FpV. 49 a 51 fue el resultado, pero en la realidad esa proporción no duró ni un día. El triunfo fortalece y la derrota debilita, aunque la diferencia haya sido mínima. Así es la ley. Una parte importante de ese 49 por ciento que votó a Daniel Scioli, tras la derrota abrió una expectativa a favor del nuevo gobierno. Pese a la escasa diferencia del resultado electoral, a la semana el gobierno de Macri llegaba hasta casi el 70 por ciento de imagen positiva. Inmediatamente empezó a descender.

Al cumplirse los primeros cien días de gobierno –se toman como un simbólico período de gracia por experiencia histórica–, esa proporción es más o menos la misma que la del resultado electoral, pero con una carga diferente. Cada vez menos los problemas se identifican con la administración anterior, como sucedía en el resultado electoral y cada vez más comienzan a estructurarse con Macri como responsable. El horizonte no es bueno para el macrismo que perdió en estos cien días casi todo el plus que le había concedido el triunfo electoral.

Para la oposición, el balance tampoco ha sido positivo porque en estos cien días no ha podido encontrar un eje que la ordene en su nuevo lugar y quedó entrampada en la aceptación o el rechazo de lo que genera el gobierno. Para la característica volcánica del peronismo, esta podría considerarse una transición en calma hacia la oposición. Después de una derrota ha podido preservar el debate en su interior sin volcarlo al escenario general. Pero permanece en un clima de desconfianza, pases de factura y detonación de viejas inquinas al que se suma la necesidad de gobernar para los que tienen una gestión a su cargo, ya sean gobernadores o intendentes. En esta situación de desconcierto mutuo sale favorecido el macrismo, que encuentra en el gobierno más herramientas para la acción, desde la famosa caja con la que aprieta a los gobernadores, hasta la capacidad de una mayor iniciativa política.


El proceso que culminó en el acuerdo con los fondos buitre puso de manifiesto que el macrismo había tomado como prioridad este tema, pero sin diseñar una estrategia de negociación. El planteo se reducía a cerrar el diferendo. No a negociar. Los representantes argentinos simplemente aceptaron pagar lo que estipulaba el fallo del juez Thomas Griesa. Pero lo hicieron con tal impericia que no pudieron reaccionar cuando los buitres les corrieron el arco como habían hecho en las negociaciones anteriores. Fue una actitud ideologizada porque este gobierno tiende a pensar como lo hacen los ejecutivos de las financieras cuando negocian con los Estados, (son despreciativos y desconfiados de los funcionarios, no de los buitres) no piensan como debería hacerlo un Estado cuando negocia con estos fondos.

Por ideologizar de esta manera fueron incautos y nunca pensaron que esos fondos iban a aumentar sus reclamos y condiciones cuando vieran flaqueza del otro lado. Y la impericia fue mostrarse dispuestos y urgidos, vulnerables. Se la dejaron picando. Fue una mala negociación porque no pensaban negociar y fueron forzados a hacerlo sin tiempo porque estaban apurados por cerrar. Con este acuerdo se les paga más, incluso, de lo que ellos esperaban, y queda abierta la posibilidad de que esos mismos fondos pleiteen contra el país en base a los bonos ya reestructurados que ellos también poseen.

La razón del apuro fue la urgencia por reendeudarse. Ya se tomaron cinco mil millones de deuda y ahora se tomarán otros doce mil millones más. Esa enorme cifra es nada más que para pagar deuda. Ni un solo peso para reactivar a una economía que tras las medidas del gobierno se lanzó en picada al abismo de la recesión. En forma inminente tendrá que tomar más deuda. Los gobernadores han demostrado que respaldarán cualquier acuerdo que les permita endeudarse rápidamente para zafar del cepo que les pone el gobierno de Macri con la canilla del financiamiento.

Aunque el FpV no ve con buenos ojos esta decisión, los gobernadores de esta filiación asumen la posibilidad de endeudarse y la devolución del 15 por ciento de la coparticipación, como una vía que los independiza del gobierno central. En el caso de los gobernadores están entre la espada y la espada: pierden en lo inmediato si se oponen y pierden también si respaldan el acuerdo con los buitres.

Desde el kirchnerismo se pensó que el pago a los buitres establecería una línea divisoria, pero la realidad es más compleja y plantea sus urgencias. Por el otro lado, lo real es que el endeudamiento indiscriminado termina siendo un gol en contra. Con todas las restricciones que tenían en los mercados financieros, los gobiernos kirchneristas sumaron ahorro propio y alguna deuda, pero con organismos internacionales, y realizaron la mayor cantidad de obra pública de los últimos cincuenta años. Ese megaplan de obra pública se hizo con muy poca deuda.

Es paradójico, pero al macrismo le ha ido mejor en la política que en la economía: a pesar de ser minoría en el Congreso, consigue respaldo para medidas económicas que después no funcionan como esperaban. Pasaron los tres meses de gobierno y no han llegado las inversiones masivas del exterior, sacaron las retenciones y los productores rurales igual especularon para rendir sus dólares, devaluaron y los formadores de precios llevaron los precios a las nubes.

De la inesperada hiperactividad macrista de estos cien días no hubo una sola medida que favoreciera a los sectores de menor poder adquisitivo. La imagen de “gobierno de los ricos” –sin sentido peyorativo sino puramente descriptivo– empieza a circular en la sociedad como una síntesis que define al macrismo.

Al peronismo y al kirchnerismo les está resultando difícil encontrar el eje que los estructure en la oposición, aunque no hubo dispersión ni grandes divisiones. La salida de los 14 diputados del Bloque Justicialista resultó finalmente una sangría mínima que sirvió más para favorecer al macrismo que para debilitar al FpV. Hasta ahora predominaron el desconcierto y las recriminaciones o la búsqueda de chivos expiatorios de la derrota. Algunos intendentes aprovechan sus litigios territoriales para apuntarle a un Martín Sabbatella también hiperactivo. Otros apuntan a La Cámpora, que a su vez atraviesa una situación interna de inquietud.

Pero todas estas expresiones se asemejan más a los reacomodos lógicos en las nuevas relaciones de fuerza que a divisiones internas. Por esa característica el debate interno es pobre y no surgen de allí lineamientos que los ordenen. Kirchneristas y no kirchneristas están condenados a convivir si quieren generar una alternativa de poder en una situación económica muy deprimida que a mediano plazo se los va a reclamar. En vez de líneas divisorias tienen que encontrar un encuadre de reglas de juego y circulación de las decisiones para esa convivencia y recoger los nuevos reclamos de la sociedad para construir desde allí el rol de oposición política.



miércoles, 2 de julio de 2014

Barrio La Carbonilla... De Alguna Manera...

Carta abierta al gobierno que fogoneó el odio y la intolerancia...

La Asociación Madres de Plaza de Mayo, que preside Hebe de Bonafini, acompañada por la agrupación italiana Kabawil Pescara visitan el barrio La Carbonilla para conmemorar el 37° aniversario del nacimiento de la agrupación. Foto: Télam

Respuesta a las injustificadas críticas del trabajo sobre "La Carbonilla".


Hacía 24 horas que mi video "Metáforas de una década ganada. La Carbonilla por dentro" estaba subido al portal de Perfil.com. Fue en ese momento, tras una interminable difamación pública, insultos y agravios de uno de los protagonistas del mini-documental y de un improductivo subgerente de la Televisión Pública, en que me pregunté de qué servía contestar a cada una de sus mentiras e insultos, a través de una red social.

No debería sorprender el nivel de sinsentidos y banalización de la discusión de Juan "Hank" Soriano, el líder del Vatayón Militante que la mismísima Presidenta de la Nación bancó, públicamente, luego de que Sergio Schoklender denunciara su existencia tras su segunda estadía en prisión por malversación de fondos públicos en la Fundación Madres de Plaza de Mayo. Pero sí el de una influyente autoridad que representa a los medios públicos. Sin argumentos de ningún tipo, contestar seriamente sus mensajes sería como dialogar con Beavis and Butthead. Es la lógica imperante en los tiempos kirchneristas: la abogada exitosa premia este tipo de actitudes de inoperantes que han hecho de la alcahuetería una religión.

El video de 12 minutos transcurre en la villa "La Carbonilla" ubicada en el barrio de La Paternal en la ciudad de Buenos Aires. El barrio es noticia pues fue el lugar de encuentro de Hebe de Bonafini, cuestionada hasta por Estela de Carlotto por la forma en que se manejó en Sueños Compartidos, César Milani -el "progresista" general de Cristina- y "Unidos y Organizados", conjunto de agrupaciones que va de Kolina, La Cámpora, Movimiento Evita hasta el, antes mencionado, Vatayón de Soriano.

Es muy fuerte lo que el corto muestra, más aún, lo que no se dice. Las escenas indignaron hasta al director de cine Juan José Campanella. Allí se observa a la plana mayor del Gobierno nacional, festejando la inauguración apócrifa de las cloacas en el barrio junto a Víctor Heredia. El ejército de Milani que aparece en la villa para barrear, y la "militancia", para “palear”, como explica un vecino. Chicos corriendo a las puteadas en un local del Vatayón bautizado, cuándo no, con el nombre del prócer Néstor Carlos Kirchner, mientras una colaboradora de la agrupación habla de integración social. Un grupo de pibes de 15 años que se animan a mostrar su casilla en la que tres baldes y un pozo hecho a mano demuestran que lo de las cloacas K es mitológico.

Una Bonafini que grita que "no tengan miedo de pedir". ¿Será la misma mujer que mandó a reclamarles a su ex hijo putativo, Sergio Schoklender, a cuatro trabajadores de su Fundación, que le pedían saber quién y cuándo se iba a hacer cargo de sus sueldos adeudados? Una dirigente local que aplaude a rabiar a Andrés Larroque y al ministro de Defensa, Agustín Rossi y que, casualmente, es la misma mujer que presentaban, los medios públicos, como una vecina común y corriente que denunciaba al gobierno de Mauricio Macri por dejarlos a la buena de Dios. Una canchita de fútbol sin arcos y una plaza en la que sólo quedaron los fierros del tobogán y el sagrado nombre que tatuó "la militancia" en sus ratos libres. Sí, adivinó: Néstor Carlos Kirchner.

Todos esos pequeños detalles conforman la gran estafa de estos años: el engaño de cuál fue la real inversión en obra pública y la apropiación y partidización del país, desde los organismos de derechos humanos, los grupos piqueteros, los artistas, el rock, los medios públicos hasta las villas miserias.

¿Alguien imagina que podría instalar un local en La Carbonilla sin pertenecer a una agrupación kirchnerista? ¿Quién autorizó al Vatayón a instalarse allí? ¿Con qué recursos bancan ese espacio? De esas cosas, Soriano jamás hablará. Tiene dignos ejemplos para comportarse impunemente. De Amado Boudou a César Milani, del Ricardo Echegaray sorprendido en Río de Janeiro por TN al José María Núñez Carmona de Punta del Este. Por esa razón, nos detestan. El periodismo de investigación es eso. Pero para los "intocables" del poder K, meternos donde nadie nos invita nos convierte en el mal: citan a Alfredo Astiz y a Jorge Rafael Videla de memoria. Señalan con su dedo acusador. Nací un 23 de enero de 1980, difícilmente pude haber tenido algún tipo de relación con la siniestra y asesina dictadura militar. ¿Dónde estaba el revolucionario Masllorens en esos años?

Dicen que somos fachos o la derecha, que nos paga Héctor Magnetto y que funcionamos como soldados que obedecemos las órdenes de tal o cual dueño de un medio. Lanzan el término "servicio", ¿sabrán que los servicios de inteligencia los maneja el gobierno a diestra y siniestra desde hace años? ¿Les sonará el Proyecto X? ¿Milani? Son tan caraduras que están diseñando una ley para no tener que pasear, jamás, por algún pasillo de Tribunales. Hablan de pluralismo porque ahora se escuchan "más voces" y "cada uno dice lo que quiere"... mientras sea dueño de un medio donde expresarse.

Pequeño detalle. Los medios de comunicación que afloraron durante la década ganada son, casi en su totalidad, K, filo K, recontra K y ultra K. Argumentan la crítica a una nota por la cantidad de visitas que obtuvo: "Nadie te conoce" o "El día que tengas 1000 visitas te compro una torta". Es su concepción de la democracia. A las minorías hay que silenciarlas, hostigarlas, aniquilarlas. La historia es cíclica. Se repite en forma de parodia, escribió un tal Karl Marx que, quizá algún día estos milibobos se animen a leer más allá de embobarse con su barba "onda el Che Guevara". En los últimos meses, los talibanes del kirchnerismo ingresaron en su etapa final: la de victimizarse asegurando que ellos son los perseguidos y hostigados. Casualmente, siempre que aparecen en las redes sociales para difamar al periodista, son funcionarios del Gobierno nacional, de mayor o menor rango o empleados del Estado. ¿Quedará algún kirchnerista que no pasa a cobrar a fin de mes por las arcas públicas?

Nada sorprende a esta altura. Pero la mañana del miércoles 25 de junio me encontré anonadado con mi respuesta desenfrenada. Había perdido la paciencia. Uno de los que me calificaban como "sorete", cómplice de la dictadura, amigo de Videla y de "ladrón" era el subgerente de Extensión y Desarrollo de Proyectos de la Televisión Pública, un cargo más anodino que el de Ricardo Forster y su pensamiento nacional. Jamás oculté que trabajo desde julio del 2008 en la Gerencia de Prensa e Institucionales del canal público. Público. No de un partido. Cuando salió publicado mi anterior libro, El negocio de los derechos humanos, seriamente me replanteé si debía renunciar a mi trabajo. Un sabio amigo periodista me dijo que no lo hiciera, que no dejara espacios vacíos que, raudamente, otro Hank seguramente ocuparía. La Televisión Pública no son ellos. No todos los que trabajan aquí se comportan como estos matones de poca monta que, ni siquiera, son reconocidos por sus superiores.

En fin, el funcionario que se desempeña bajo la misma gerencia de la que formo parte se preocupaba en difamarme, hostigarme. Se solidariza con el amigo del exdirector del Servicio Penitenciario, Víctor Hortel, el de las cloacas de mentira y los presos fugados de verdad. En seis años, jamás tuvo el coraje de comentar su malestar de trabajar con un "facho" como yo. Sin embargo, explotó en la impunidad de una red social. En una década en la que se fogoneó la intolerancia y el odio, el detalle es menor. Masllorens se presenta como "militante político". Sin embargo, su amor por la patria y su gobierno, no lo ha demostrado en su gestión diaria en la que nadie sabe para qué está ni qué hace.

A fines del 2013, en un duro momento del Gobierno nacional, en medio de los saqueos, la crisis económica y social e intensas protestas internas en los pasillos del canal que debería ser de todos, ideó junto con un pequeño grupo de empleados del canal, Canal 7 Para la Victoria. Quería imitar a los colegas de Télam. Empapelaron el canal para sobreactuar que “bancaban” a Cristina. Una vez más, confundían lo de todos con lo de un grupo determinado, aunque sean los supuestos iluminados que nos están rescatando del capitalismo salvaje y de los malditos monopolios.

Soriano es joven. Masllorens, no. Demuestran que la intolerancia no tiene edad, no envejece. El primero debería explicarle a la familia Taddei cómo el baterista de Callejeros, Eduardo Vázquez, se paseó por las calles de San Telmo acompañando a su Vatayón, poco después de ser condenado por prender fuego a su mujer Wanda. Recuerdo que el subgerente reclamó a su superior que me echaran cuando conoció la publicación de mi libro. La respuesta fue que “a pesar de las diferencias ideológicas, no echamos gente”. La justificación remitía a lo peor de la Historia humana. "Tengo un amigo judío", le faltó decir.

En el estatuto laboral está expresamente prohibida la discriminación religiosa, étnica e ideológica. ¿De qué ideología hablarán? ¿La de Fidel Castro o la de Chevron? Con ese "argumento" teórico, un representante de los medios públicos se enfurece porque alguien que piensa distinto y, encima trabaje y le aporte más al canal que diez subgerentes de vaya a saber qué, sobreviva en "su" canal. El otro, Soriano, odia quedar expuesto. Alberto Lebbos, alguna vez me dijo que "en este país la gente tiene más miedo a perder el trabajo que a que le maten un hijo". Es así. El temor paraliza. No todos somos como estos personajes que tienen que justificar sus jugosos y exclusivos ingresos económicos sobreactuando su supuesto convencimiento a un proyecto que ni ellos saben de qué se trata. 

© Escrito por Luis Gasulla el Viernes 27/06/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

sábado, 25 de enero de 2014

Del dicho al hecho… De Alguna Manera...


La derrota cultural K…

Uniforme de combate. César Milani. Dibujo de Pablo Temes

Cómo el propio Gobierno demuestra en la gestión que la batalla por una sociedad justa era, más que nada, retórica. Del dicho al hecho.

No es lejano el recuerdo de cuando se hablaba de la “batalla cultural” ganada por el kirchnerismo. Apenas tres años después de aquel juicio impactante, con la misma contundencia y el mismo apoyo empírico aquella vez alegados, podemos proclamar la noticia, en principio muy buena, de su derrota. Necesito aclarar por qué digo que la noticia es “muy buena,” por qué digo que es “contundente,” y por qué digo sólo “en principio”.

La noticia es muy buena porque, finalmente, el kirchnerismo dejó claro que era más un obstáculo que un medio para alcanzar una sociedad más justa, más igualitaria y sobre todo más fraterna. Luego del huracán de su paso por diez años, los niveles de pobreza y desigualdad son dramáticos en términos históricos, y con tendencia al empeoramiento (la diferencia de ingresos entre el 20% superior y el 20% inferior era de 7,36 en 1961, 10,24 en 1986, 12,28 en 2009, y en grave declive desde entonces, si las simuladas cifras oficiales nos permitieran confirmarlo); todos los servicios públicos básicos aparecen abandonados; y los lazos sociales se han corroído hasta los niveles de horror que comprobamos durante los últimos saqueos: vecindarios armados contra un “enemigo interno”, nacido y criado en su propio vientre.

La noticia es contundente porque hoy ya no es necesario hacer esfuerzos de “desenmascaramiento”. Para cualquiera –salvo para el núcleo duro de su militancia– el kirchnerismo es, más que la contracara, la caricatura de los ideales que alguna vez predicó. Años atrás, cualquiera podía entender de qué hablaba el kirchnerismo cuando sacaba el pecho y contraponía el intervencionismo estatal (con el que se identificaba) al neoliberalismo menemista (al que repudiaba con el fanático fervor de los conversos). Hoy, en cambio, el kirchnerismo representa la falta de luz en verano, ante los primeros calores; la falta de gas en invierno, ante los primeros fríos; tarifas subsidiadas para los ricos y caras para los más pobres; una red de transporte que nos condena al sufrimiento, con trenes que luego de la masacre siguen rodando salvajes, amenazantes: un insulto que se graba día a día sobre la piel de un pueblo cansado. Pese a la retórica estatista, fue el kirchnerismo el que obligó a ese pueblo a recurrir al abuso de los proveedores privados. En manos privadas hubo que recalar para proveerse de los bienes dignos que antes garantizaba un Estado bueno: primero salud y educación, luego transporte y seguridad, enseguida el agua porque bajaba sucia, y –la novedad de estos días– generadores de electricidad particulares.

Años atrás, hablar de las continuidades existentes entre menemismo y kirchnerismo resultaba una provocación que corría en desventaja, una injuria que debía demostrarse ante interlocutores impávidos. Hoy, esa continuidad es demasiado obvia como para ser demostrada. No sólo porque el elenco es casi el mismo (repásese la lista de los principales legisladores, gobernadores, intendentes), sino, sobre todo, porque la estructura económica y social del país no difiere mucho de la que entonces predominaba: la economía está tan concentrada y más extranjerizada que durante el menemismo; el país quedó maniatado a la voluntad de los Repsol, los Chevron, las compañías mineras contaminantes y los empresarios del juego. Es decir, seguimos dependiendo de las decisiones de un puñado de empresarios ricos, envueltos en negocios sucios, y aplaudidos por la misma farándula excitada de los años idos.

Carcomida la retórica K sobre el Estado, la de los derechos humanos pasó a ser la última frontera de su legado. La debacle en la materia fue brutal: medidas y nombramientos sucedidos uno tras otro, sin respiro, sin compensación y sin matices: la ley antiterrorista, aprobada –para no dejar dudas– como primera ley del cristinismo. Enseguida llegaron el espionaje sobre militantes sociales (Proyecto X), organizado por el Ministerio de Seguridad; el uso de las fuerzas armadas para resolución de conflictos internos; los nombramientos de Sergio Berni en el Ministerio de Seguridad, César Milani al frente de la Inteligencia, Alejandro Granados en la Seguridad de la Provincia, Alejandro Marambio en el Servicio Penitenciario. No eran errores ni excesos, sino una política consistente, rotunda y sin fisuras, que se coronó días atrás con Hebe de Bonafini abrazada a Milani, nuevo jefe del Ejército, y un coro de partidarios celosos balbuceando tonterías.

Los hechos señalados sólo ilustran el fin de la fábula. Dejo constancia de que hasta aquí no mencioné siquiera a la corrupción; no he dicho nada sobre los diez años de mentiras del Indec; nada del hiper-presidencialismo; nada sobre la hostilidad con los campesinos e indígenas; nada sobre el modo en que desalientan, ridiculizan y atacan a la participación popular, a las ONG, a los grupos ambientalistas; nada sobre el modelo extractivista, clientelista y consumista de desarrollo. No es necesario hacer más esfuerzos argumentativos. Quien no quiera convencerse no será convencido por nadie, pero ya no es necesario convencer a más gente. (Hasta hace poco, muchos veían estos problemas, pero los balanceaban diciendo que el peronismo era liderazgo, la única garantía de gobernabilidad en un país desbocado. Pero luego de meses de una presidenta ausente, con pánico de contaminar su investidura con algún problema; luego de saqueos que recorrieron el país en medio de la falta de luz, gas, agua, trenes, policía, es difícil seguir repitiéndolo. El peronismo no garantiza la gobernabilidad, y es parte fundamental de los problemas que la ponen en crisis).

El kirchnerismo perdió la batalla cultural, pero el problema es que el mal contra el que peleamos lo trasciende largamente. De allí que la buena nueva de su derrota sea buena sólo “en principio.” Las bases de la desigualdad estructural, que el kirchnerismo consolidó como nadie, nacieron antes que él, y seguirán luego de su duelo. Resolver la desigualdad no requiere sólo medidas que no se toman, sobre una estructura de miseria sólida e intacta, sino disposiciones morales y actitudes sociales –un ethos extendido– que hace años quedaron exhaustas. Por eso la derrota del kirchnerismo no significa victoria. La disputa por una sociedad justa, igualitaria, fraterna la venimos perdiendo desde hace años.

© Escrito por Roberto Gargarella, Doctor en Derecho, el Domingo 12/01/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

jueves, 28 de noviembre de 2013

YPF, Repsol y el relato reinventado... De Alguna Manera...

Tres cambios de discursos en menos de un año...


"La historia es un acto de fe. No importan los archivos, los testimonios, la arqueología, la estadística, la hermenéutica, los hechos mismos; a la historia incumbe la historia libre de toda trepidación y de todo escrúpulo; guarde el numismático sus monedas y el papelista sus papiros. La historia es inyección de energía, es aliento vivificante. Elevador de potencia el historiador carga las tintas, embravece, alienta; nada de entibiar o enervar; nuestra consigna es rechazar de plano lo que no robustece, lo que no positiva, lo que no es lauro". Honorio Bustos Domecq fue el autor ficticio más importante de la literatura argentina y, aunque muchos kirchneristas no lo sepan, el más reivindicado por el gobierno “nacional y popular”. Bajo ese nombre irreal, inspirado en los apellidos de los abuelos de los célebres escritores, Adolfo Bioy Casares y Jorge Luis Borges publicaron una serie de cuentos imperdibles entre 1942 y 1967.

El kirchnerismo, como negación de la realidad, es capaz de asegurar que, en realidad, fuimos los americanos quienes conquistamos a Europa, ya que es falso lo que la historiografía liberal ha desparramado en los manuales escolares desinformando que los españoles conquistaron nuestras tierras.

En la lógica del relato, 500 años después, hay periodistas que difaman a los próceres del siglo actual, al contar que, durante la última dictadura militar, Néstor Kirchner no fue un perseguido político y que sería falso que estuvo detenido durante aquellos oscuros años. “Es el único perseguido que huye en avión, un par de años antes, a la Patagonia y se dedica a hacer plata con su nombre real”, dijo en un reportaje el periodista Lucas Carrasco, que supo conocer de cerca a las usinas del pensamiento oficial. “Muestren una foto de Kirchner con un militar”, exigen a los gritos los comunicadores que defienden las bondades del modelo más que a su propia madre ante la crítica del pasado del ex presidente en los años de plomo. Tampoco se esmeran en hallar una foto de él con alguna Madre o Abuela de Plaza de Mayo, no durante la dictadura, sino durante el alfonsinismo o los noventa.


“¿Qué es el kirchnerismo?”, le pregunté a un ferviente defensor de Cristina y de Néstor Kirchner, desde la primera hora quien estaba molesto con una nota en la que me preguntaba cómo el discurso oficial había reinventado a Jorge Bergoglio tras convertirse en Papa. “Es el peronismo de estos tiempos, nacional, popular y, fundamentalmente, antiimperialista”, respondió, sin dudar, mi interlocutor. ¿Y qué sería el peronismo? Un movimiento, es la respuesta que suele tirar la pelota afuera para definiciones más acotadas.

El antiimperialismo nació en el siglo XIX como oposición al imperialismo cuestionando los mecanismos de dependencia neocolonial caracterizados de sujeción económica y financiera.

El kirchnerismo es capaz de apoyar, fervientemente, la privatización de la empresa petrolera estatal, expropiar –eso sí, solo una parte, la de un socio devenido en enemigo-, afirmar que a los españoles no se les dará un centavo, abrirse al mundo con la multinacional Chevron y volver a sentarse a negociar una indemnización con los malditos imperialistas españoles. Los últimos tres cambios de postura se produjeron en menos de un año y una misma persona fue su protagonista. El hombre que simbolizó la expropiación fue premiado como Ministro de Economía y, a las pocas horas de asumir su cargo, aceptar el pago de una millonada –en España, aseguran que serán 5.000 millones de dólares- pero sin revelar los detalles del acuerdo por una cuestión de “confidencialidad”. Axel Kicillof es un marxista de película… de los hermanos Marx.

El kirchnerismo corre por izquierda a la oposición que, en gran parte, aplaude la reinserción del gobierno con el mundo. Festeja la llegada del “sensato” jefe de gabinete de ministros que retomó una vieja costumbre menemista de comunicarse con la sociedad: pequeñas conferencias de prensa al estilo Carlos Corach con periodistas que, a duras penas, pueden meter un bocado ante la repetición de datos, cifras, estadísticas sin fin a una velocidad que envidiaría Aníbal Fernández.

El relato ya no puede esperar a la noche, con 678, para engañar a los otros y a los propios. Ahora lo hace bien temprano, cuando el público está despabilándose. El relato todo lo justifica. Sin Guillermo Moreno, los flamantes ministros cuentan las novedosas ideas para defender “el bolsillo de los trabajadores”: sentarse con los empresarios para “esperar alcanzar nuevos acuerdos de precios”.

Hace años que repiten la frase como si se tratara de un disco rayado. Mientras tanto, la nafta “súper” de YPF aumentó un 57% en lo que va del año. El término “inflación” sigue sin aparecer en el vocabulario de los kirchneristas de ayer, hoy y siempre. Tampoco la solución al problema.


El narcotráfico desaparece de las tapas de los diarios y la ¿victoria? del gobierno contra el Grupo Clarín pareciese que se produjo en el siglo pasado. El nuevo enemigo público número 1 del “proyecto” ya no es Magnetto, ni siquiera Sergio Massa. Ahora la culpa de todo la tiene el novio enamorado del candidato pródigo que se escapó unos días a descansar a Miami. Pero Insaurralde tiene peor defensa que Boca y respondió que fueron “cuatro días y me volví un día antes”. ¿Para qué seguir?

En el placer de la literatura, Bustos Domecq ha transmitido, desde la historia, la más deslumbrante reivindicación del relato del kirchnerismo. Es justo reconocerlo.

© Escrito por Luis Gasulla el jueves 28/11/2013 y publicado por Tribuna de Periodistas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.