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domingo, 9 de julio de 2023

Un Massa para cada gusto… @dealgunamaneraok...

 Un Massa para cada gusto…


Ser o no ser, esa es la cuestión. Sergio Massa. Dibujo: Pablo Temes

La “kirchnerización” del ministro de Economía es una alerta para los empresarios que ven con buenos ojos su postulación.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 08/07/2023 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

Fue una puesta en escena como las que le gustan armar a Sergio Massa. Él ocupando la cabecera de la mesa, flanqueado a ambos lados por el ministro de Transporte, Alexis Guerrera, la ministra de Trabajo, Kelly Olmos, un grupo de empresarios, que dócilmente aceptan ser tratados de extorsionadores, y sindicalistas del sector.

El que toma la palabra es el ministro de Economía –con breves intervenciones de los otros dos–, que desgrana una larga perorata con cara de circunstancia –es decir, enojo–, transmitida por cámaras propias instaladas en el despacho en donde se celebró esa reunión. Esa puesta en escena en la que aprovechó para, de paso, tirarle un palo al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, se completó con algunos títulos publicados en algunos medios en los que se decía que era Massa quien había levantado el paro. Nadie explicó por qué esa decisión del candidato presidencial del oficialismo de intervenir en el conflicto buscando una solución no se produjo en la tarde-noche del jueves, lo cual les hubiera evitado a cientos de miles de personas las penurias que tuvieron que padecer para poder llegar a sus trabajos, objetivo que muchos no alcanzaron.

Esta sobreactuación oportunista del exintendente de Tigre es una de las razones por las que muchos integrantes de la cúpula de La Cámpora, así como también militantes hacen escuchar su disgusto. Esa muchedumbre que navega por la orfandad que crea la ausencia de dirigentes con volumen político es un verdadero eufemismo, para denominar a la falta de liderazgo que existe en ese universo de la anacronía en el cual todo remite al pasado. La épica de lo que fue bueno, no puede faltar.

Camino largo y tedioso

Allí Massa genera desconfianza. Es la misma desconfianza que le tiene Cristina Fernández de Kirchner que, por las dudas, intentó blindarse y se aseguró el dominio de las listas a diputados y senadores en la provincia de Buenos Aires. Sergio Massa es una claudicación de CFK impuesta por la imposibilidad de sostener su candidatura, no por causa de la inexistente “proscripción” sino por la cruda realidad de saber que, si hubiese competido por la Presidencia, le habría aguardado como resultado una inexorable derrota. La jefa aún no puede digerirlo. La “kirchnerización” de Massa debería ser una alerta para aquellos sectores empresariales que pretenden ver con buenos ojos su postulación. No deberían olvidar que, en esencia, es un mentiroso, lo cual encaja perfectamente en la tipología K. Sin embargo, existe un Massa para cada paladar. Hay un modelo progresista que quiere, pero no logra coquetear con La Cámpora y el kirchnerismo duro. Hasta accedió a incluir como asesor al exvicepresidente condenado Amado Boudou, como una muestra de su “flexibilidad”.

Hay también un Massa más políticamente correcto que busca seducir a los empresarios y al círculo rojo y hay un Massa que quiere impregnarse de peronismo clásico, para tentar a los gobernadores. Cada uno puede identificarse con el que más le convenga, pero la pregunta que sobrevuela tanta puesta en escena es lógica: ¿cuál de todos los modelos será el real si llegara a quedarse con el sillón de Rivadavia? Probablemente uno para cada ocasión, como nos tiene acostumbrados a lo largo de su sinuosa trayectoria política.

Mientras tanto, la preocupación principal en el oficialismo pasa por llegar al proceso electoral de la forma más ordenada posible y sin grandes sobresaltos. Tarea difícil o, más bien, imposible. De ahí que haya surgido la posibilidad de generar vía FMI un acuerdo de transición con desembolso de dinero incluido para apaciguar cualquier frente de tormenta. Un detalle no menor: el ministro de Economía que es –además– el candidato del oficialismo, es el principal interlocutor con el Fondo Monetario y, como se cae de maduro, será uno de los beneficiarios directos de las políticas que puedan diseñarse. La ética y la incompatibilidad de funciones es algo que nunca le preocupó al Frente de Todos contra Todos, hoy rebautizado Unión por la Patria. El kirchnerismo sigue siendo experto en escribir relatos teñidos de camuflaje.

Un tembladeral

En la oposición la guerra de guerrillas sigue a la orden del día. Hay en el fondo un problema de base que comparten los postulantes de ambos lados de la grieta. Ninguno de los modelos que se disputan el poder supo canalizar su continuidad política generando uno o más herederos, para suplir a los ya desgastados dinosaurios que custodian la polarización. No hay figuras nuevas que hayan decantado naturalmente como cuadros políticos que aseguren el futuro. Lo de Massa fue un parto por cesárea –más traumático que consensuado– y la brutal pelea a cielo abierto entre la exministra de Seguridad Patricia Bullrich y el alcalde porteño Horacio Rodríguez Larreta es una muestra de que No tan Juntos por el Cambio tampoco supo preparar un sucesor. Tanto Mauricio Macri como Cristina Fernández tienen su enorme cuota de responsabilidad por no haber sabido soltar a tiempo.

El extremo que describe esta parte de la realidad es el caso de los candidatos que saltan de la Provincia a la Ciudad para ocupar cargos ejecutivos haciendo interpretaciones bastante remanidas de la Constitución. Con un abanico de opciones representativo, esto no hubiera sido necesario.

En los últimos días la campaña ha mostrado la peor cara de la política. El ataque directo a las personas, la descalificación y discriminación por orientación sexual, condición física, color de piel y una larga lista de etcéteras, se ha intentado naturalizar y ocultar bajo pretextos pueriles y faltos de empatía. Esto pone de manifiesto la poca calidad personal y profesional de algunos dirigentes que aspiran a ocupar cargos en el país.

No podemos bajar la vara y justificar lo injustificable. Un buen dirigente político debe ser, ante todo, una buena persona.

Sin la más mínima calidez humana y sin nociones básicas de respeto, ningún país tiene destino. La Argentina no es la excepción.



   

domingo, 26 de marzo de 2023

Ellos son la Patria... @dealgunamaneraok...

Ellos son la Patria…

El Cámpora. Dibujo: Pablo Temes.

El componente fascista del kirchnerismo sigue en su camino hacia el sueño alocado del poder total.

© Escrito por Nelson Castro y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

Si alguien se enoja, vamos a elecciones y es la sociedad la que define” dijo Máximo Kirchner el viernes pasado en medio de la marcha del operativo clamor que, con la excusa de una nueva conmemoración del “Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia” organizó La Cámpora, a la que nada le importó el reclamo de Estela de Carlotto que no se utilizara el 24 con una finalidad electoralista. Nada, absolutamente nada le importó a la agrupación que ahora lidera Lucía Cámpora, sobrina nieta del expresidente Héctor J. Cámpora.

Esta afirmación del diputado Kirchner representa una claudicación respecto de la exigencia de la expresidenta en funciones de desplazar a Alberto Fernández y evitar una interna.

Los voceros de esta campaña son no sólo el hijo de la vicepresidenta, sino también Andrés “Cuervo” Larroque, quien una vez por semana concede reportajes en los medios K y los medios públicos transformados en algo más parecido a una topadora, para demoler la figura del primer mandatario.


De persistir en su actitud, el Presidente le habrá asestado un duro golpe a Cristina Fernández de Kirchner, quien está ejerciendo toda la presión que le es posible para que Alberto Fernández decline su postulación a la Presidencia. Su criatura política lo disfruta en silencio y se ilusiona con dejar sin opciones a su mentora. El enfrentamiento es total.


Todo lo que viene haciendo el Gobierno en materia económica es fallido. “Si tengo que devaluar, renuncio”, se supo que dijo el ministro de Economía en medio de las presiones para que así lo hiciera. Lo curioso es que hay devaluaciones todos los días. Y son devaluaciones que ocurren no solo del dólar blue sino también del dólar oficial. Forma parte del humo que vende Massa en su presumido papel de “salvador” del Gobierno. La realidad lo viene castigando duro.


La medida adoptada esta semana de obligar a los organismos públicos a pesificar sus bonos en dólares es un manotazo de ahogado. Se sabe que el ministro de Economía consultó la medida con CFK quien, obviamente, dio su visto bueno. Es una demostración que a la vicepresidenta –una jubilada vip que con su doble pensión de privilegio se lleva más de $ 9 millones– mide las cosas con doble vara. Nada que sorprenda.


Si esta medida hubiera sido tomada por la oposición, la jubilada vip hubiera castigado a ese eventual gobierno en palabras y acciones.

El país estaría incendiado. Para la colección personal de los vaivenes del ministro de Economía quedan sus declaraciones públicas de archivo: “Soy el único que puede ir a un centro de jubilados y mirarlos a los ojos”. Habría que avisarle que esto ya no sería así.


Haga lo que haga el Gobierno en materia económica dispone de un horizonte que no va más allá del corto plazo. Cortísimo. La palabra clave es confianza. La polémica medida fogoneada por Massa que incluyó la venta de títulos en dólares del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la Anses –nadie escuchó a Fernanda Raverta quejarse al respecto– es un ejemplo claro de que importa más el “quién” que el “qué” o el “cómo”.


Un economista que conoce al dedillo cómo piensan en el mercado lo describe así: “Técnicamente la medida no fue incorrecta si lo que se busca es estabilizar los dólares financieros. El problema es que nadie confía en los actores de este gobierno y todo lo que se haga genera falta de confianza. En este contexto los efectos positivos resultan efímeros. Con suerte se puede ganar un mes de tiempo” –sentenció.


Nada más se puede esperar de un gobierno quebrado desde su génesis y que hoy ya no oculta el descontrol de su mala praxis empujada por el todos contra todos. De arriba hacia abajo y viceversa. No hay gestión. El plan se resume drásticamente a aguantar.


Alberto Fernández está decidido a perturbar a CFK con su candidatura. Ésta vive azuzándolo y tratándolo de “pelotudo” en privado. Aníbal Fernández envió fuerzas federales a la Provincia y le mojó la oreja a su par de Seguridad Sergio Berni y al propio gobernador Axel Kicillof, quien teme que Nación descubra el descalabro y los negocios que pululan entre las fuerzas bonaerenses.


La ministra de Trabajo Kelly Olmos le asestó un duro golpe a Wado de Pedro luego de la discusión por el otorgamiento de una suma fija a los trabajadores. Le dijo a su par de Interior que mejor ponga la mirada sobre los sueldos que cobran los municipales de la Provincia de Buenos Aires: “Es el sector salarial más retrasado”. Teléfono para Kicillof.


Para aportar un nuevo disparate a este verdadero todos contra todos, la vocera presidencial Gabriela Cerruti, habló de “depurar” al periodismo y a la Justicia luego de los hechos sucedidos durante la dictadura militar. Entre los sinónimos más comunes de ese vocablo se encuentran: purificar, limpiar, eliminar. La portavoz con sus comentarios y deseos de “depuración” no hace más que confirmar el enorme componente fascista que anida en el corazón del kirchnerismo.


Son ellos o el enemigo. Ellos son los mejores. Ellos son la Patria. El resto, somos objetos prescindibles en el camino al sueño alocado del poder total. Una idea y una fijación inaceptables para todo país que pretenda vivir en libertad y en democracia.