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domingo, 18 de agosto de 2024

Una mentira expuesta…@dealgunamanera...

 Una mentira expuesta…

Se dió vuelta la taba... Alberto Fernández. Dibujo: Pablo Temes.

El caso de Alberto Fernández saca a la luz con claridad la doble moral que dominó las décadas de poder kirchnerista.   

© Escrito por Nelson Castro el sábado 17/08/2024 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.


“Pito duro”. Así de brutal es como Cristina Fernández de Kirchner llamaba a 
Alberto Fernández, el hombre a quien escogió para llegar nuevamente al poder. CFK tiene un particular don para demostrar su crueldad. Es una verdadera pena que no tenga el mismo don para hacer el bien. No fue este apelativo la única instancia en la que la ex vicepresidenta aludió sin tapujos a los acontecimientos del ámbito de la vida privada del expresidente que se desarrollaban a la vista de todos los que frecuentaban tanto la quinta de Olivos, como la Casa Rosada. En la tarde del 14 de septiembre de 2021, –48 horas después de la catastrófica derrota electoral ocurrida en las PASO– CFK estalló de furia frente al jefe de Estado al que acorraló durante las tres horas y media que duró la reunión que mantuvieron en la Residencia de Olivos. “Alberto, tenés que dejar de joder con las minas que traes acá, sos un pajero, pero sos el Presidente. Empezá a controlar lo que hacés en tu vida privada porque todo el mundo lo sabe y nos va a causar problemas a todos”, señaló –entre tantas otras cosas– la ex vicepresidenta. 

Uno y otro –el apelativo y el reproche furibundo pronunciado en medio de aquella conversación borrascosa abundante en vulgaridades– muestran claramente que CFK sabía lo que estaba pasando en la trastienda del poder. ¿Podía, pues, desconocer que 
Fabiola Yañez, por la que no sentía –ni siente– ningún afecto y/o empatía, estaba siendo víctima de maltratos y situaciones de violencia física propinados por su pareja, el Presidente? La respuesta es simple y contundente: No.    

El escándalo político que sigue generando este caso es producto de la trama que deja al descubierto. Es una trama repugnante y repudiable, no sólo por los hechos en sí, sino también por el contexto en el cual ocurrieron. Todo esto que estamos conociendo en detalle sucedía mientras cursaba la pandemia de covid-19 a la que el Gobierno manejó de manera horrible y criminal. Horrible por el interminable encierro al que se sometió a la población y criminal por la decisión de no comprar la vacuna producida por el laboratorio Pfizer que podría haber reducido significativamente el número de más de 100 mil muertes causadas por la enfermedad.

Una vida de mentira

Esta trama está llena de silencios cómplices que empiezan por la exsecretaria privada del expresidente, María Canteros y terminan nadie sabe en dónde ni en quién. La causa judicial por violencia de género contra el ex presidente es una mancha venenosa que no para de expandirse. La larga lista de chats a través de los que se desarrolló una conversación explícita y pormenorizada de lo que estaba acaeciendo en la residencia presidencial no dejan dudas al respecto. “No le digas nada a nadie sobre esto” expresa en uno de ellos Canteros, a quien, por otra parte, se la percibe mucho más preocupada por el victimario que por la víctima.  

Esto ilustra también sobre la situación de asimetría existente a lo largo de todo este devenir violento. AF era el Presidente. El poder lo tenía él. Su comportamiento habla de una persona que se sentía impune. Fue Alfredo Yabrán quien, durante el reportaje que Mariano Grondona le hizo en su programa Hora Clave en 1997, pronunció aquella frase de alto impacto: “el poder es impunidad”. Dijo una gran verdad que, desde entonces, se han encargado de materializar presidentes, presidentas, gobernadores, intendentes y un largo etcétera de personas que se sirvieron del poder para delinquir descaradamente. 

Es evidente que el expresidente se sentía impune. Por eso nombraba en cargos públicos para los que no tenían ninguna aptitud a mujeres por las cuales se sentía atraído a las que les proponía citas sin ningún límite ni cuidado. Su falta de decoro no fue accidental, sino intencional.  

Una de las particularidades de esta historia es el nivel de evidencia que presenta. Son innumerables los videos, fotos, chats y comunicaciones telefónicas que dan cuenta tanto de la cronología de los hechos como de sus detalles.   

El video en el que se lo ve y escucha hablar con 
Tamara Pettinato en el despacho presidencial, más que una comprobación de las conductas del expresidente es una radiografía de su patológica personalidad. El mejor adjetivo que lo define es libidinoso. Quien consulte el significado del término en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua se encontrará con los siguientes sinónimos: lujurioso, lascivo, impúdico, concupiscente, lúbrico, obsceno, 
pornográfico, sensual, vicioso, rijoso, salido, cachondo.   

En conexión con todo este relato se plantea el rol del entorno presidencial que aparece complicado. Debe entenderse por entorno al médico presidencial, Dr. Federico Walter Saavedra, al intendente de la quinta de Olivos, Daniel Rodríguez, el ex vocero presidencial, Juan Pablo Biondi, personal de seguridad y de servicio y una lista que sigue. Todos sabían. Todos callaron.

El ejercicio de la memoria

El caso que hoy nos atañe e impacta es una muestra cabal –una más– de la doble moral del kirchnerismo. Es importante detenerse en esto.   

Durante los 20 años de vigencia del kirchnerismo su doble moral fue una constante. Criticaban al neoliberalismo, pero en los 90 habían calificado a Carlos Menem como al mejor presidente de la historia de la Argentina. Se mostraban como adalides de los Derechos Humanos, pero en los 90, cuando Néstor Kirchner gobernaba Santa Cruz, habían invisibilizado todas las manifestaciones que en esa provincia intentaron llevar adelante las Madres de Plaza de Mayo. Despotricaban contra la convertibilidad, pero en los 90 habían sido fervorosos partidarios de las políticas implementadas por Domingo Cavallo. De todas estas contradicciones pudieron salir indemnes durante mucho tiempo. Una parte importante de la sociedad que prefirió ignorar esos antecedentes apoyó y votó al kirchnerismo, al que le dio un enorme poder.   

Ese tiempo parece haber terminado.  

Dijo Abraham Lincoln: “Se puede engañar a todo el mundo durante algún tiempo; se puede engañar a algunos durante todo el tiempo; lo que no se puede es engañar a todo el mundo durante todo el tiempo”. Es lo que está sucediendo con el kirchnerismo, cuya mentira –esencia sobre la que edificó todo su poder– finalmente ha quedado expuesta a la vista de todos y todas.



 

viernes, 9 de agosto de 2024

Una sociedad en estado de shock… @dealgunamanera...

 Una sociedad en estado de shock… 

Otros tiempos. Fernández en 2022, durante un encuentro sobre inclusión y diversidad organizado por la CELAC. Fotografía: Getty Images.      

Estado de shock. Así podría describirse a la sociedad y la política argentinas tras la difusión de las imágenes de la ex primera dama, Fabiola Yañez, supuestamente golpeada por quien era su pareja, el expresidente Alberto Fernández. El «supuestamente» vale hasta que la Justicia convalide la denuncia de Yañez aunque, como las luchas del feminismo nos enseñaron, la voz de la víctima debe prevalecer en los análisis.  

© Escrito Jorge Vilas el viernes 09/08/2024 y publicado por la Revista Acción de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

La sociedad, en medio de una debacle social y económica causada por las políticas del actual Gobierno, ve ahora desde los medios y las redes sociales la degradación de la institución presidencial, ya que los episodios difundidos habrían ocurrido en el ejercicio del mandato de Fernández y, además, en la propia residencia de Olivos, aquella que el Estado destina para morada del titular del Poder Ejecutivo.  Y el shock apunta en distintas direcciones. En lo político, seguramente, por sus consecuencias hacia dentro del peronismo, por la crisis evidente de liderazgo y porque el caso de Fernández no es el único.

Otros dirigentes relevantes de ese espacio están condenados o procesados por episodios de esa naturaleza. Esa vinculación, justamente, es la que utilizan los enemigos de las conquistas de los últimos años en materia de una mayor equidad de género, algunas de ellas materializadas durante el gobierno de Alberto Fernández.  En esa ensalada conceptual y mal intencionada que drena por las redes sociales –ejércitos de trolls de ultraderecha mediante–, la denuncia de Yañez es utilizada para burlarse y atacar al feminismo y criticar cada una de sus banderas. Para los simpatizantes de un Gobierno que en poco tiempo desarticuló los espacios de contención y defensa de los derechos de las mujeres y diversidades, la debacle moral del expresidente anularía la lucha feminista, que fue acompañada por vastos sectores de la sociedad y llevada a la discusión política, donde logró los consensos necesarios para convertir parte de esas demandas en políticas estatales.   

La propia repercusión pública, las condenas unánimes al expresidente y hasta la posibilidad de Fabiola Yañez de hacer la denuncia son consecuencias de la lucha inclaudicable del feminismo que, no sin costos, logró revertir el sentido común de una sociedad machista e hizo posible, por ejemplo, que hoy ante una denuncia de esta naturaleza, la víctima tenga acompañamiento y espacios de contención, hasta hace pocos años, inexistentes o marginales.   

Otro efecto político de los sucesos denunciados es la «cosecha» en favor del presidente Javier Milei. Además de las balas que le aporta a su «batalla cultural», la degradación de la institución presidencial suma para su prédica «anticasta» y horada al principal espacio opositor. Asimismo, la omnipresencia mediática del tema oculta –al menos en la agenda informativa– los crecientes y devastadores efectos de su política económica. Sin ir más lejos, el aumento de la pobreza y la desocupación, los constantes incrementos de tarifas de servicios públicos y transporte y la pauperización de una gran parte de la sociedad. En un momento en que las encuestas de opinión pública comienzan a mostrar un desgaste en el apoyo que la gestión libertaria registra desde diciembre, y a días de una masiva expresión de rechazo plasmada en Plaza de Mayo el miércoles, sale de la agenda mediática dominante la aguda crisis social.   

Alberto Fernández deberá responder ante la justicia por los hechos denunciados. Eso no opaca ni mancha ni roza en lo más mínimo la lucha de las mujeres y diversidades por sus derechos. La violencia de género es un drama social inocultable y no se lo puede ni debe banalizar ni utilizar políticamente. En todo caso, los hechos que cobran notoriedad pública, como este caso, deben servir para ratificar la necesidad de políticas públicas de defensa, promoción y preservación de los derechos que hoy algunos pretenden poner en cuestión en aras de ideologías reaccionarias y violentas.


 

jueves, 26 de agosto de 2021

La Foto y el Video. Clima de desasosiego…

 La Foto y el Video. Clima de desasosiego… 


“Carga con ese peso...” María Eugenia Vidal y Mauricio Macri.

En el oficialismo nadie sabe muy bien dónde están parados frente a la falta de credibilidad de Alberto Fernández. 

© Escrito por Nelson Castro el sábado 21/08/2021 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.

Vamos a dejar esto atrás. Lo importante es que el Frente de Todos no es una sola persona. Es una marca que trasciende a los funcionarios, aunque se trate del propio Presidente”, dicen en el polo más duro del oficialismo.

 

Es la estrategia para que los errores de Alberto Fernández no minen las posibilidades electorales del conjunto. Despegarse del Presidente es también una forma de vaciarlo de poder. Una estrategia controvertida que no tendría lugar si se tratara de Cristina Fernández de Kirchner y no de su delegado en lo más alto del poder.

 

Se vive en el Gobierno un clima de desasosiego. Nadie sabe muy bien dónde están parados. Hay una cuestión esencial que por estas horas representa un escollo insalvable: la falta de credibilidad de Alberto Fernández. Sus mentiras se van acumulando día tras día. Hoy ya son una montaña.


Esto sume en la angustia a los funcionarios que le responden. A los que, por el contrario, responden a Cristina –que son muchos– los embarga un estado de furia.

 

Ese estado la abarca también a ella. Y ese enojo no solo se focaliza en AF; también alcanza a Fabiola Yañez, que es muy poco querida y duramente descalificada en muchos de los mensajes que van y vienen del Instituto Patria.

 

La foto y el video de la fiesta de cumpleaños de la primera dama fueron dinamita. Una foto tiene un valor testimonial; un video, en cambio, refleja una vivencia. La foto impacta; el video, indigna. La foto confirma un hecho.

 

El video le da vida y lo muestra en toda su obscenidad. No es verdad que se trató de un brindis. No es verdad que el Presidente pasó por ahí de casualidad, casi como quien dijera ¨vi luz y entré¨. Y tampoco es verdad que pidió disculpas por su error a las 24 horas de haberlo cometido: lo hizo más de un año después y luego de que las imágenes alcanzaran estado público.

 

Hay en desarrollo una batería de iniciativas destinadas a neutralizar los efectos adversos que todo este affaire tiene no solo sobre AF sino también sobre el Gobierno. En esa retahíla de hechos se ubican las embestidas judiciales contra Mauricio Macri y Elisa Carrió por supuestas violaciones a las mismas normas que violó el jefe de Estado. Ni una ni otra tienen el más mínimo asidero. Y eso lo saben muy bien los mismos funcionarios que impulsan la movida. 

 

Más descabellada aún es la estrategia judicial que plantearán en su defensa quienes pedirán la inconstitucionalidad del DNU –firmado por el Presidente– que estableció la cuarentena estricta. Para Mauricio D’Alessandro, abogado de Stefanía Domínguez, el festejo fue “una barbaridad desde lo ético”, pero “se necesita una ley” para “limitar el derecho de reunión”.

 

Es decir, el Presidente y los que concurrieron a la fiesta quedarían exculpados penalmente por medio de la anulación del DNU que el propio Fernández promulgó. Además de la vergüenza en materia institucional y del daño a la figura presidencial que esto significaría, si la causa se resolviera en ese sentido sería una manera poco ortodoxa de correr el eje de la discusión pública y apuntar hacia la Justicia para poder mostrarle a la sociedad que el primer mandatario terminaría siendo rehén de una decisión de algún juez dispuesto a hacerle un favor.

 

 

A nadie del kirchnerismo explícito le importa el futuro de AF. Solo quieren –como lo mandoneó públicamente la ex presidenta en  funciones–, que ordene lo que tenga que ordenar y no se ponga nervioso. Un deseo enfermizo de control para que las cosas no se desmadren al punto de poner en riesgo las chances electorales

 

“Los que del otro lado de la coalición apuntan con el dedo y se rasgan las vestiduras por la foto tienen otro proyecto político en mente. Ya sabemos que el kirchnerismo no lo incluye a Alberto ni a la mayoría de nosotros”, confiesa una voz del entorno del jefe de Estado.

 

En medio de este escándalo, pasan cosas graves. Una fue la decisión del kirchnerismo de promover la designación en la Justicia Federal de la fiscal de Lomas de Zamora, Cecilia Incardona, que en la lista de postulantes había quedado en el puesto número 20. Por iniciativa de la consejera K Vanesa Siley, fue ascendida al puesto número 3. Incardona es la fiscal que investigó el presunto caso de espionaje ilegal ocurrido durante el gobierno de Mauricio Macri. La otra fue la designación de Federico Diberto, operario especializado en industria farmacéutica –según su propia definición–, conocido militante K y actual pareja de Victoria Donda, como vocal en el Ministerio de Relaciones Exteriores, donde el malestar del personal de carrera es creciente. Se vive un clima irrespirable ya que el Ministerio es un coto de caza del kirchnerismo, en medio de la pasividad del ministro, Felipe Solá, sobre cuya ineptitud también sobran ejemplos.    

 

La vida que queremos. La frase de CFK en el plenario de dirigentes del FDT en La Plata fue muy elocuente en cuanto a su ideal político y su concepción de la democracia. Muy poco democrática por cierto. “La vida que queremos requiere no de uno, sino de muchos períodos de gobierno”. Esta concepción monárquica ya había sido ensayada en tiempos de Néstor Kirchner hasta que su muerte le puso fin. Máximo Kirchner – sin duda el albacea político del matrimonio Kirchner–  junto a Axel Kicillof y otros referentes del Patria, revive los sueños de poder eterno. El problema es que les falta envergadura política.

 

El desafío para CFK es cómo llenar ese vacío. Y eso significa pensar en el 2023. Ni su hijo ni el gobernador dan el piné para ser candidatos a la Presidencia. Si hay algo que la vicepresidenta no quiere es volver a ser candidata. Sabe también que le sería muy difícil ganar. Su figura sigue generando enorme rechazo, tanto fuera como también dentro del peronismo.  

 

 

En la oposición, la reaparición de Mauricio Macri aportó poco y nada. María Eugenia Vidal no repunta en las encuestas y tuvo que soportar que el ex presidente que ancló sus posibilidades en el pasado, ahora la haya acompañado como su salvador en un encuentro en el Museo Fernández Blanco de CABA. “María Eugenia está pagando el precio de su ausencia. Primero intentaron pegarla a Patricia Bullrich, solo basta con mirar sus fotos de Instagram. Ahora con Mauricio. Es como si trataran de inventarle un perfil más de halcón” –reflexionó un destacado miembro de JXC. 


La oposición tiene frente a la sociedad una enorme responsabilidad: frenar el sueño del kirchnerismo de adueñarse del poder y avanzar en pos del sueño de permanencia eterna. El egoísmo de varios de sus líderes demuestra que hay allí quienes parecen no haberlo comprendido.






domingo, 15 de agosto de 2021

Cuando la mentira es la verdad… @dealgunamaneraok...

 Cuando la mentira es la verdad… 


Guitarra vas a llorar. Alberto Fernández. Dibujo: Pablo Temes. 

El Presidente se ha convertido en un personaje de caricatura. Lo grave es que, a su vez día a día, demuestra ser un mentiroso.

Escrito por Nelson Castro y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.

 


El artículo 53 de la Constitución –referido al juicio político al Presidente– expresa lo siguiente: Solo ella (la Cámara de Diputados) ejerce el derecho de acusar ante el Senado al Presidente, vicepresidente, al jefe de Gabinete de Ministros, a los Ministros y a los miembros de la Corte Suprema, en las causas de responsabilidad que se intenten contra ellos, por mal desempeño o por delito en el ejercicio de sus funciones; o por crímenes comunes, después de haber conocido de ellos y declarado haber lugar a la formación de causa por la mayoría de dos terceras partes de sus miembros presentes. 

Es decir, el mal desempeño o el delito en el ejercicio de sus funciones o crímenes comunes –entendiéndose como crimen una acción indebida o reprensible– son causales de juicio político contra el jefe de Estado. 

El decreto 576/2020, que fue promulgado por el profesor de Derecho Alberto Fernández, expresaba en su artículo 29 que, de constatarse la inobservancia de sus disposiciones referidas al distanciamiento social, preventivo y obligatorio o de otras medidas destinadas a la protección de la salud pública en el contexto de la pandemia causada por el covid-19, se procedería “de inmediato a hacer cesar la conducta infractora y se dará actuación a la autoridad competente, en el marco de los artículos 205, 239 y concordantes del Código Penal”. 

El artículo 205 del Código Penal establece que “Será reprimido con prisión de seis meses a dos años el que violare las medidas adoptadas por las autoridades competentes, para impedir la introducción o propagación de una epidemia”. 

Por su parte, el artículo 239 expresa que “Será reprimido con prisión de quince días a un año, el que resistiere o desobedeciere a un funcionario público en el ejercicio legítimo de sus funciones o a la persona que le prestare asistencia a requerimiento de aquél o en virtud de una obligación legal”. 

No quedan dudas de que el Presidente violó una norma por él mismo promulgada. Es decir que incurrió en una acción indebida o reprensible. Por lo tanto, tampoco hay dudas de lo que institucionalmente corresponde hacer de no mediar su renuncia: su destitución a través del juicio político pertinente. Es lo que los legisladores de todos los sectores políticos –incluyendo el oficialismo– tendrían la obligación de hacer, ya que estamos frente a un episodio que está por fuera de toda duda. No solo está la evidencia de la comprobación dada por la foto sino que –si algo faltara– está el reconocimiento del hecho por parte del mismo Alberto Fernández según se vio y se escuchó en su infeliz discurso pronunciado en Olavarría en el ocaso de la tarde del viernes último.  

Para tener una idea cabal del significado de la violación a la norma cometida por el jefe de Estado, valga mencionar que, por una conducta exactamente similar, hay miles de personas a las cuales se les ha abierto una causa penal por haber infringido las disposiciones de la larga cuarentena impuesta por el Gobierno a lo largo de la pandemia producida por el covid-19. ¿Debería el Presidente ser exceptuado de este proceso judicial? La respuesta es simple y contundente: no. La apertura de un proceso penal debería incluir también a la Primera Dama, Fabiola Yañez, y a todos los asistentes a la fiesta de celebración de su cumpleaños. 

Pero hay más. Echarle la culpa a su “querida Fabiola” de lo que pasó en esa noche del 14 de julio pasado fue no solo un acto de poca hombría por parte de AF sino también una falacia. En primer lugar porque no es cierto. El Presidente pudo haber evitado o puesto fin a la reunión. 

En segundo lugar porque Fabiola Yañez no puede defenderse. Y en tercer lugar porque es algo típico del kirchnerismo: la culpa es siempre del otro o, como en este caso, de otra. Curiosamente, no se escuchó ni a la titular del Inadi, Victoria Donda, ni a la ministra de las Mujeres. Diversidad y Género de la Nación, Elizabeth Gómez Alcorta, emitir reproche alguno contra esta expresión del Presidente o el horrible comentario sobre la pareja de AF realizado por el inefable Aníbal Fernández. La doble moral del kirchnerismo no tiene límites.  

Se sabe que todo esto ha generado la furia de Cristina Fernández de Kirchner. “Ella lo hizo Presidente; que no se olvide porque día tras día está dilapidando el rol y el mandato que ella le dio. Es un traspié tras otro y lo que más bronca da es que en ésta no hay forma de ayudarlo” –aseguró una voz calificada del Instituto Patria.  

El principio de autoridad incluye un concepto esencial: la credibilidad. De esa credibilidad emana el liderazgo del gobernante. Ese es un rasgo esencial sin el cual el ejercicio del poder se torna no solo dificultoso sino también estéril. Un gobernante puede tener legalidad y legitimidad, pero carecer de liderazgo. La condición esencial para ejercer el liderazgo es la aptitud moral. En el caso de un presidente, esa aptitud moral se ve reflejada en sus acciones y en sus palabras. Es imposible para quien hace de la mentira una parte de su comportamiento consuetudinario lograr el respeto y la consideración que demandan el ejercicio de la autoridad. 

Alberto Fernández ha destruido el valor de su palabra. A los que hicieron lo mismo que él –violar las normas de la cuarentena– los descalificó, los amenazó con sanciones penales y los trató sucesivamente de “imbéciles”, “idiotas” y “malas personas”.   

El Presidente se ha transformado en un personaje de caricatura. Esto es penoso. Lo grave es que, a su vez, día tras día demuestra ser un mentiroso. “No me preocupa que me mientas, me aterra que nunca más te pueda creer” (Friedrich Nietzsche).

 




martes, 3 de agosto de 2021

No tan Juntos ¿Quién tiró la primera piedra?... @dealgunamaneraok...

 No tan Juntos ¿Quién tiró la primera piedra? 

Un chivito santafecino. Agustín Rossi. Dibujo: Pablo Temes.

Para poder cuidar a esos dirigentes nuevos que aportan aire fresco, la oposición debería bajar el nivel de la descalificación. 

© Escrito por Nelson Castro el sábado 31/07/2021 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos. 


La pregunta parece una justificación infantil para acreditar el alto voltaje que tomó la interna de Juntos por el Cambio –ahora bajo el nuevo lema de Juntos–. En dicha argumentación se escudan varios dirigentes del PRO que se debaten entre bajar los decibeles o arremeter contra sus compañeros de ruta en el frente opositor. Lo cierto es que Facundo Manes hizo referencia al uso de fondos públicos de CABA para financiar la campaña de Diego Santilli en la provincia de Buenos Aires y encendió una mecha que dista mucho de haberse apagado. 

 

“Algunos pensaron que se trató de una chicana que se le fue de las manos a un hombre inexperto en política, pero con el correr de los días parece claro que Manes de ingenuo no tiene nada y que todo el radicalismo está montado en una agresividad discursiva que no lo va a llevar a ningún lado. Se envalentonaron” –lamentaron desde el entorno del jefe de Gobierno porteño. 

 

Lo que llamó la atención de la primera semana de campaña del neurocientífico no fue solo la agresividad contra sus compañeros de ruta sino la falta de propuestas concretas sobre las cuales discutir. Todo giró en torno de las personas y no de las ideas. Hasta aquí, una defraudación en relación a la expectativa en torno de su incursión en las arenas de la política para ir hacia sus fuentes más genuinas, es decir, al debate sobre los graves problemas que enfrenta el país y no los ataques personales.  

 

Algo más cauteloso en sus declaraciones públicas se mostró Martín Tetaz, radical que forma parte de la lista de María Eugenia Vidal, aunque dejó trascender lo que se piensa en las entrañas del radicalismo duro: “La UCR está de pie y disputando espacios dentro de Juntos”. 

 

En el entorno del senador Martín Lousteau tampoco comulgan con la confrontación como herramienta de disputa política. Aseguran que el radicalismo debe continuar atrayendo a figuras novedosas para hacer un mejor y más amplio Juntos por el Cambio. Para cuidar a esos dirigentes nuevos que aportan aire fresco, debería bajarse el nivel de la descalificación y proceder a la búsqueda de un debate sobre la base de propuestas, discutiendo cuáles son las mejores políticas públicas para sacar al país del atraso de las últimas décadas. “Por eso, le cayó muy mal a Lousteau el agravio de Mario Negri a los candidatos que lo enfrentan en Córdoba”. Perdura en la génesis de la disputa fuera de tono de dirigentes como Gerardo Morales, la espina clavada que significó la poca consulta –y la carencia de espacios de poder– que el gobierno de Cambiemos le reservó a sus compañeros de coalición en su primera experiencia como oficialismo. Una crispación desmedida que, a simple vista, tampoco aporta soluciones.

 

Cierres reveladores

 

La puertitas del Dr. Fernández.

 

El Frente Contra Todos se ha transformado también en un conglomerado amorfo de internas y zancadillas en el seno del poder que tiene a maltraer a la Argentina. El cierre de listas, que dejó un tendal de ofendidos y humillados, demostró no solo que lo que los une es el espanto sino también la carencia absoluta de liderazgo por parte del Presidente quien, día tras día, parece esmerado en hacer de su figura una caricatura. El episodio de Sofía Pacchi y sus visitas a la Quinta de Olivos –otro hallazgo periodístico de alto impacto de Carlos Pagni– ha descorrido el telón de muchos de los acontecimientos que acaecen en la intimidad del poder. Vale aquí subrayar un primer punto de relevancia: el Presidente es el Presidente en todo momento y en toda circunstancia, sea ella pública o privada.

 

No hay un doble estándar. El decoro que impone la investidura presidencial abarca todas las esferas de su vida. Ese decoro hace también a la autoridad inmanente al cargo. La lista de invitados a la fiesta de cumpleaños de Alberto Fernández –un hecho de su vida privada– representó no solo una contradicción sino una flagrante inobservancia de las normas de aislamiento y restricción social establecidas por el Gobierno para combatir la pandemia causada por el coronavirus. Con motivo de la reunión para celebrar el cumpleaños número 61 del Presidente, en las últimas horas de ese día 2 de abril hicieron su ingreso al chalet de la Quinta presidencial cuatro personas: la modelo Sofía Pacchi, su novio coreano Chien Chia Hong; Emmanuel López, asesor de la primera dama Fabiola Yañez y su pareja Fernando Consagra.

 

Coincidencia o no, un día después –el 3 de abril– el Presidente comenzó a tener febrícula y dolor de cabeza, por lo que la Unidad Médica Presidencial ordenó su testeo por medio de un PCR que dio resultado positivo. “No tengo la menor idea de cómo me contagié. Soy alguien que se cuida mucho. Si no fuera por la vacuna, la estaría pasando muy mal”, dijo el Dr. Fernández. La realización de esa reunión demuestra que, cuando dijo que se cuidaba, mucho estaba faltando a la verdad. No son estos los únicos deslices del Presidente. La crónica diaria es rica en un anecdotario que habla de largas noches y de un cierto ocio improductivo que abunda, cosas que, como es bien sabido dentro de los pasillos del poder, genera la furia e indignación de Cristina Fernández de Kirchner.

 

Estos hechos, con reminiscencias de una Corte de Babilonia, se contrastan con la dureza de la realidad que padecen millones de ciudadanos y de la cual mucha dirigencia política está absolutamente distante. El triste y dramático episodio que ocurrió con Santiago Moreno Charpentier es un compendio de lo que la política no resuelve. Veamos: una ley de Salud Mental absolutamente mala aprobada por unanimidad por el Congreso; una policía deficientemente preparada e impedida de utilizar armas no letales; ministros de Seguridad que, más allá de echarse culpas mutuamente, no resuelven nada; discusiones teóricas teñidas de ideología que no llegan a ninguna conclusión y/o resolución sobre asuntos concretos, son los ingredientes de este presente del país del mañana mejor que nunca llega.

 

Producción periodística: Santiago Serra.