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miércoles, 15 de octubre de 2025

La muerte de Internet... @dealgunamaneraok...

La muerte de Internet...


Los bots superan en número a los humanos y cada vez cuesta más encontrar contenidos de calidad. Asfixiada por la automatización y la IA, la red de redes podría estar rumbo a su extinción. Tecnología, poder y sociedad en la nota de la semana de​​​​​​​ 
Revista Acción.

 

© Escrito el miércoles 15/10/2025 por Esteban Magnani y publicado por la Revista Acción de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

 

Hace algunos días Sam Altman reflotó con un posteo una teoría de hace varios años. «Nunca me tomé muy seriamente la teoría de la muerte de internet, pero parece que realmente hay muchas cuentas de Twitter gestionadas por LLM», aseguró el CEO de OpenAI. Los «LLM» son los «Grandes Modelos de Lenguaje» como el que hace funcionar a ChatGPT y otros sistemas de IA Generativa. Históricamente, Twitter ha sido un espacio plagado de bots y cuentas automatizadas que trabajan coordinadamente para promover o silenciar ciertos temas y voces, algo que empeoró desde la compra de la red social por parte de Elon Musk, quien redujo los controles. Altman, más allá de dirigir sus dardos en particular contra X, que es propiedad de su exsocio y ahora archienemigo, puso a todos a discutir sobre las consecuencias de que las interacciones automatizadas en internet superarán a las de los humanos.

 

​​​​​​​La teoría había sido planteada en enero de 2021 por un usuario llamado IlluminatePirate, quien se quejaba de que cada vez costaba más encontrar contenidos de calidad hechos por humanos. Por aquel entonces faltaban aún más de dos años para que surgiera ChatGPT y se popularizaran otras IA Generativas capaces de hacer contenidos automatizados casi sin participación humana. Por entonces, la sentencia parecía una exageración pero, como señala Altman, la asfixia de internet empeoró.

 

​​​​​​​Un poco de historia:

Internet es la infraestructura que nace en 1969 cuando se conectan dos computadoras por primera vez. Sobre ella corren numerosos protocolos que dan vida a diferentes herramientas y plataformas. Durante sus primeras décadas de existencia, se utilizaba sobre todo para correos electrónicos y lo que se llamaba «tablones», espacios parecidos a los foros que se siguen usando hoy en día. Pero fue en 1990 que muchos se enteraron de su existencia: ese año se lanzó la World Wide Web, que permitió a millones de personas publicar sus contenidos y navegar libremente por los ajenos de manera simple. A principios del nuevo siglo, se sumaron formas más participativas de producir contenidos, como los blogs y los fotologs, precursores de una intensa actividad de los usuarios que luego capitalizarían las redes sociales para transformarlas en un enorme negocio publicitario.

 

​​​​​​​Así fue que el dinero metió la cola y la disputa por la atención de los usuarios se intensificó. Para ganarla, se requería una actividad más constante que los posteos irregulares de usuarios aislados; por eso comenzaron a utilizarse cuentas automatizadas que producen contenidos o amplifican los de otras cuentas. Como era de esperarse, la IA Generativa facilitó esta automatización, que permite generar la sensación de que las plataformas cuentan con una comunidad vibrante y activa. De esa manera se seducía a los anunciantes con promesas de visualizaciones. Hasta tal punto se explotaron estos recursos que algunos estudios indican que la actividad automatizada en la web hace tiempo que superó a la de los humanos.

 

​​​​​​​Para acelerar la asfixia, ahora se suman otros procesos de nombres extraños. Por un lado, aumenta lo que se llama «AI Slop» o «bazofia de IA»: millones de imágenes, textos y demás productos de la IA Generativa de muy baja calidad, que se producen a escalas masivas pero que comienzan a asfixiar los contenidos de calidad que aún pudieran encontrarse en la web.

 

​​​​​​​Otra de las cuestiones que expulsa a los humanos de la web es la «enshittification» o «enmierdización», término acuñado por el escritor y periodista Cory Doctorow para describir el gradual deterioro de un servicio o producto de una plataforma digital como consecuencia de su búsqueda de ganancias. Los ejemplos de este tipo de procesos son muchos: uno que salió a la luz recientemente durante un juicio revela que el departamento de ventas de Google pidió al sector responsable de las búsquedas que fuera menos preciso al ofrecer resultados para que, de esa manera, los usuarios necesitaran hacer varios intentos y vieran más publicidad. Es decir que la empresa intencionalmente empeoró su servicio para ganar más dinero.

 

​​​​​​​Es la publicidad, estúpido.

Paradójicamente, estos mecanismos están dificultando el acceso a contenidos de calidad y espantando a los usuarios. El problema es que los sistemas automatizados de publicidad online, dominados sobre todo por Google, Facebook y Amazon, están perdiendo credibilidad por ubicar los anuncios de sus clientes junto a contenido de pésima calidad. Si a esto se le suma que uno de los principales derivadores de tráfico, el buscador Google, está dejando de hacerlo debido a que ofrece respuestas generadas por su IA, no solo se avizora un futuro con menos personas si no también con menos dinero en la medida en que los anunciantes dejen de confiar en que allí generarán ventas.

 

​​​​​​​Por todo esto, no deja de ser paradójico que, justamente, sea Sam Altman quien denuncie un proceso del que es uno de los principales responsables por ser el creador de herramientas que permiten automatizar masivamente tareas que antes hacían los humanos.

 

​​​​​​​Internet y, sobre todo, la web, nacieron con la expectativa de generar un espacio democrático y enriquecedor, igualando oportunidades y haciendo accesibles contenidos de todo tipo. Sin embargo, el mismo modelo de negocios que surgió en buena medida de su existencia, ahora parece a punto de asfixiarla. Las plataformas podrían estar matando a la gallina de los huevos de oro en su afán de extraerle más ganancias.




domingo, 12 de octubre de 2025

Los costos del «salvavidas»... @dealgunamanera...

Los costos del «salvavidas»

El Gobierno argentino, representado por su equipo económico, aceptó esta semana en Washington decisiones relevantes sobre el futuro del país, en perfecta sintonía con su par de la Casa Blanca, el secretario del Tesoro, Scott Bessent.

© Escrito por Carlos Heller, Dirigente Cooperativista, el sábado 11/10/2025 y publicado por la Revista Acción de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

El plan de «ayuda» acordado se justificó por razones relevantes, explicitó Bessent. «El éxito de la agenda de reformas de Argentina –afirmó– es de importancia sistémica. Y una Argentina fuerte y estable que ayude a anclar un hemisferio occidental próspero es de interés estratégico para Estados Unidos».

 

Adicionalmente, para despejar dudas de «los mercados», aportó lo suyo la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva. La Argentina, dijo en una conferencia, «está llevando adelante un programa de ajuste muy drástico. El éxito va a depender de lograr que la gente acompañe».

En esa expectativa, Georgieva no dudó en sugerir el camino a profundizar, al tiempo que les dijo a los funcionarios de La Libertad Avanza que encaran una tarea de valientes. «En mi parte del mundo, en Europa Central y del Este, tuvimos ejemplos de líderes valientes que hicieron cosas muy difíciles, recortaron pensiones y salarios en un 40% o 50%, y fueron reelegidos. ¿Por qué? Porque lograron que la gente los acompañara».

 

Un punto a destacar de Georgieva fue que advirtió que la reducción del déficit no puede basarse solo en el ajuste del gasto, sino que también se requieren políticas que expandan la actividad y, por consiguiente, la recaudación de impuestos. Escenario que para nada refleja la realidad actual de la Argentina, con su economía estancada, un sector productivo abandonado a su suerte y sometido a la apertura importadora, el achicamiento del mercado interno y desajustes financieros que se expresan en tasas de interés altas y volátiles y un tipo de cambio que genera desconfianzas. 

 

La titular del FMI insistió: «El paso más importante y el más difícil –dijo– es involucrar a la gente. Hacer que comprenda que el creciente déficit y el mayor gasto público no necesariamente les benefician». Y reconoció que «todavía no hemos descubierto cómo involucrar a la gente con nosotros en situaciones que son difíciles».

 

Ciertamente, la coyuntura es tanto o más difícil que la atravesada en la década de los 90, cuando sostuve algo hoy plenamente vigente: «El límite al ajuste radica en la capacidad de resistencia de los ajustados».

 

Urgencias.

Lo que se vivió en los últimos días en la Argentina fue preocupante, si se toma como referencia la sustancial venta de dólares de las reservas por parte del Gobierno, para mantener su esquema de bandas.

​​​​​​​

La sangría duró hasta que Bessent confirmó, mediante un posteo, que «hoy compramos directamente pesos argentinos». Otra forma de decir que el Gobierno de EE.UU. vendió dólares en el mercado cambiario nacional para sostener las cotizaciones. Lo cual, aunque se lo quiera mostrar como una operación normal, fue una inaceptable intromisión en el mercado de cambios argentino.

 

Bessent anunció asimismo que «hemos finalizado un marco de swap de divisas de 20.000 millones de dólares con el Banco Central de Argentina». Y por si hicieran falta más señales, sostuvo que el Tesoro de EE.UU. «está preparado para tomar medidas excepcionales para proporcionar estabilidad a los mercados».

 

Cabe resaltar el agudo comentario del estadounidense Paul Krugman, premio Nobel de Economía, publicado en el New York Times. Señaló allí que el intercambio de monedas de Bessent «no solo fue un intento de rescatar a la versión argentina de Elon Musk, sino también a sus colegas de los fondos de cobertura». 

 

Por su parte, una de las principales referentes del partido Demócrata, Elizabeth Warren, expresó: «Trump cerró nuestro Gobierno. Pero está abierto a desembolsar US$ 20.000 millones para su aliado político en la Argentina. Tenemos un nuevo proyecto de ley para detener este rescate y poner a “Estados Unidos primero”».

 

A esta altura cabe preguntarse: ¿hasta dónde llegarán las concesiones no manifestadas aún, que el Gobierno argentino se comprometió a hacer? ¿Cuánto habrá que pagar, no solo en intereses por los fondos recibidos, sino en términos estratégicos? ¿Cuánta soberanía se resignará?

 

Al momento de pagar por los favores obtenidos, difícilmente la mayor parte de la población se vea beneficiada por reformas como la impositiva y la laboral, que en última instancia propician un cambio de precios relativos en contra del salario y recorte de sus derechos.

 

Límites.

El oficialismo, en tanto, trabaja en dos sentidos para mantener neutralizado al Parlamento. Junto con la apuesta al mejor resultado posible en las elecciones, se busca recomponer la relación con algunos gobernadores y con determinados espacios políticos.

 

Son preocupantes, en este sentido, las versiones que hablan de «un acuerdo para trabajar juntos» después del 26 de octubre, publicadas en la prensa tras el último encuentro entre Javier Milei y Mauricio Macri.

A su vez, los gobernadores «dialoguistas» dejan trascender que después de los comicios volverían a acordar a espaldas de la voluntad popular.

 

El Gobierno, por lo pronto, tratará de garantizarse el tercio de legisladores necesario para continuar su cadena de decretos de necesidad y urgencia y de vetos a leyes sancionadas por el Congreso.

 

En la sesión del miércoles pasado en Diputados se alcanzó el quorum para tratar la ley que limita el uso de los DNU, y se lograron las mayorías para la aprobación en general. No obstante, el proyecto volvió al Senado, debido al rechazo del artículo 3, que establecía un plazo de 90 días para que el Congreso deba tratar los decretos.

 

El Gobierno ganó tiempo hasta después de las elecciones, pero sobre todo morigeró una derrota política, al prorrogar momentáneamente el instrumento que utilizó todo este tiempo (los DNU) para avanzar con su programa de ajuste, endeudamiento y reformas, de espaldas a la opinión del Parlamento.

 

El voto de parte de la «oposición amigable» resultó crucial para que el proyecto volviese a la Cámara de origen. Lo ocurrido pone de manifiesto la importancia de votar en octubre a sabiendas de lo que está en juego.




viernes, 15 de agosto de 2025

Hoja de ruta con más restricciones... @dealgunamanera...

Hoja de ruta con más restricciones...

Diputados. En la sesión del 6 de agosto la Cámara Baja rechazó decretos presidenciales que afectan a sectores vulnerables. Fotografía: @DiputadosAR

A un mes y medio de las próximas elecciones legislativas nacionales y a cuatro semanas de los comicios en la provincia de Buenos Aires, el Gobierno libertario mantiene su objetivo de exhibir un índice de inflación moderado, aun mediante la aplicación de políticas que afectan en forma creciente a distintos sectores sociales.


© Escrito
 por Carlos Heller, Dirigente Cooperativista, el lunes 11/08025 y publicado por la Revista Acción de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

 

De este modo se ve impactado el consumo popular, mientras el deterioro del mercado interno repercute en el empeoramiento de la situación de la industria y de empresas medianas y pequeñas, tanto productivas como de servicios.

 

En ese sentido, la hoja de ruta trazada desde la Casa Rosada persiste en acatar la sugerencia del Fondo Monetario Internacional, que al aprobar el último desembolso de 2.000 millones de dólares hizo un llamado explícito a las autoridades argentinas para que «resistan» nuevas iniciativas de gasto público sin fondeo.

 

La fórmula para contener la inflación, en la que coinciden los funcionarios y el FMI, se basa en restricciones presupuestarias crecientes, junto al sostenimiento de un apretón monetario que no cesa. Para evaluar con claridad los impactos de esas disposiciones habrá que esperar más tiempo, pero la suba del dólar en julio genera interrogantes sobre el poder adquisitivo popular.

 

Familias.

Por lo pronto, distintos análisis señalan que la menor demanda de las familias –debido al ingreso reducido, tras el aumento de los gastos fijos– sería el factor decisivo para morigerar las remarcaciones.

 

Jubilados/as y trabajadores/as no registrados, pero también segmentos importantes de planteles laborales formales, ven reducido su poder de compra ante la tendencia alcista.

 

En CABA, por ejemplo, la inflación subió otro escalón al promediar en julio un 2,5% (frente al 2,1% del mes anterior), afectada por la suba de los precios estacionales (9%).

 

Es relevante, asimismo, el encarecimiento de rubros como Servicios, que en la misma jurisdicción registraron un alza del 3,3% el mes pasado, con una fuerte incidencia de Vivienda, Agua, Electricidad, Gas y otros Combustibles (2,3%), todo lo cual impactó sobre las actualizaciones de los alquileres y los gastos hogareños comunes.

 

A su vez, Transporte se incrementó un 3,6% por la suba en los precios de los pasajes aéreos, de los combustibles y de los colectivos.

Menos consumo. El deterioro del mercado interno repercute en la situación de la industria y de empresas medianas y pequeñas. Fotografía: Jorge Aloy.

 

Las importaciones de bienes de consumo, en tanto, se incrementaron un 74,1% interanual en el segundo trimestre, medidas en cantidades, ante lo cual el ministro Luis Caputo desdeñó los efectos negativos en el entramado fabril, las capacidades productivas y el empleo. «Lo que nos importa a nosotros es que la gente tenga la opción de conseguir productos de mejor calidad a menor precio», sostuvo.

 

La realidad es que el Índice de Producción Industrial Manufacturero (IPI, del Indec) registró una caída del 1,6% en junio, comparado con diciembre del año pasado, y bajó 1,2% frente a mayo.

 

Intereses.

Se busca así llevar el superávit fiscal primario, en acuerdo con el FMI, al 1,6% del producto bruto, cuando la meta anterior era de 1,3%. Es decir, más ajuste porque aumentan los intereses de la deuda.

 

El esquema vigente descarga así todo su peso sobre el grueso de la sociedad, mientras los sectores vinculados a la exportación de productos primarios lucen como los elegidos del modelo, aunque generen poco derrame en términos de empleo local y salarios.

 

En este escenario resulta relevante la última sesión de la Cámara de Diputados, en la que se aprobó la totalidad de los proyectos considerados, con dos tercios de los votos afirmativos en el tratamiento de las leyes de Financiamiento Universitario, de Emergencia Sanitaria de la Salud Pediátrica y las Residencias Nacionales de Salud.

 

Se rechazaron además los DNU del Gobierno que disponían la disolución y transformación del INTI, INTA y Vialidad Nacional, la transformación del Banco Nacional de Datos Genéticos y el Régimen de Excepción de la Marina Mercante Nacional, que incluía en sus artículos un límite al derecho a huelga.

 

El oficialismo tuvo que debatir sobre una agenda que no compartía, no pudo evitar la conformación del quorum y tampoco las votaciones favorables a los proyectos que ellos intentaron frenar.

 

En todos los casos se construyeron mayorías opositoras amplias y diversas en las que participaron diputados y diputadas del bloque de Unión por la Patria, Encuentro Federal, la Coalición Cívica y Democracia para Siempre, UCR y FIT, junto a integrantes de fuerzas provinciales.

 

El saldo para el Gobierno fue de 12 votaciones en contra y ninguna a su favor.

 

Frente a la política de «vetar todo lo que se pueda vetar», la conformación de mayorías amplias en el Parlamento debe preservarse y fortalecerse. La resistencia de los ajustados debe ganar aún más cuerpo y encontrar denominadores comunes en los reclamos que lleven a una mayor cohesión política.



miércoles, 6 de agosto de 2025

El mundo después de Hiroshima… @dealgunamanera...

 El mundo después de Hiroshima… 

Nube atómica sobre Nagasaki. Los explosivos de uranio-235 provocaron al menos 200.000 muertos al instante, y muchos más en los años siguientes. Fotografía: Getty Images

 

Las bombas nucleares lanzadas por Estados Unidos hace exactamente 80 años fueron un experimento sobre la capacidad humana de destruir. El cruce sin retorno de un umbral horroroso.


© Escrito por Federico Lorenz el miércoles 06/08/2025 y publicado por la Revista Acción de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

El 6 de agosto de 1945, el mundo cruzó un umbral del que no hubo retorno. A las 8:15 de la mañana, el bombardero estadounidense Enola Gay dejó caer sobre Hiroshima a «Little Boy», una bomba de uranio-235 que en segundos convirtió la ciudad en un paisaje dantesco. Tres días después, un artefacto similar, «Fat Man», arrasó Nagasaki. Las cifras oficiales hablan de al menos 200.000 muertos al instante, pero la radiación, las quemaduras y el hibakusha (el estigma de los sobrevivientes) elevaron la cifra con los años. Los números, sin embargo, nunca logran capturar el horror. Como escribió Tomás Eloy Martínez en Lugar común la muerte: «La muerte masiva se vuelve un lugar común, una estadística que nos exime de sentir». Y ahí reside el peligro: en cómo el poder convierte el sufrimiento en algo abstracto, en cómo justificamos lo injustificable.

La narrativa dominante sostiene que las bombas atómicas «acortaron la guerra» y «salvaron vidas». Pero ¿es realmente así? Documentos desclasificados décadas después revelan que Japón ya estaba buscando una rendición negociada antes de agosto de 1945. Lo que se probó en Hiroshima y Nagasaki no fue solo la eficacia de un arma, sino la voluntad de usar el terror como herramienta política.


El piloto Claude Eatherly, uno de los tripulantes del Enola Gay, pasó el resto de su vida atormentado por lo que había hecho: «Soy el hombre que ayudó a masacrar a cien mil personas en un solo día», escribió en sus cartas. Su caso, analizado por Günther Anders en El piloto de Hiroshima, expone la contradicción humana: cómo individuos moralmente sensibles pueden participar en crímenes atroces cuando el sistema los convence de que «no hay otra opción».

En la novela La desaparición de Majorana, de Leonardo Sciascia, un científico que ha logrado ver hacia donde llevan los cálculos para controlar la energía atómica elige diluirse entre los vivos: se ha asomado al abismo y prefiere no ser responsable de lo que va a suceder. Los Estados, en cambio, pueden hacer desaparecer la verdad y los dilemas éticos bajo capas de documentos y manipulaciones, en nombre de la razón de Estado.


Con el paso del tiempo, ciertos crímenes se vuelven «parte del paisaje», aceptados como un mal necesario. Algo similar ocurrió con Hiroshima y Nagasaki: el asesinato masivo se normalizó bajo el eufemismo de «daño colateral». El lenguaje, como siempre, fue cómplice.


Destrucción masiva. La ciudad de Hiroshima convertida en cenizas tras la explosión del artefacto lanzado por el Enola Gay. Fotografía: Getty Images.

Hoy, 80 años después, las bombas atómicas aparecen en los libros de historia como un episodio más, despojado de su brutalidad. Las fotografías de las ciudades carbonizadas nos impactan, pero no nos impiden seguir fabricando armas nucleares. ¿Por qué? Porque, como advirtió Sciascia, «el poder no necesita justificarse cuando todos aceptan sus crímenes». La bomba se convirtió en un símbolo de «paz por medio del miedo», y así, el mayor acto de terrorismo de la historia quedó santificado por la narrativa del vencedor.

El argumento de «salvar vidas» es engañoso. Implica que algunas muertes son aceptables si evitan otras peores. Pero, ¿quién decide qué vale más? ¿Dónde está el límite? Anders lo plantea con crudeza: «Si aceptamos que el fin justifica los medios, entonces no hay crimen que no pueda ser excusado».


Hiroshima y Nagasaki no fueron solo un acto de guerra, sino un experimento sobre la capacidad humana de destruir. Y lo más aterrador no es que haya ocurrido, sino que hoy seguimos justificando lo mismo bajo otros nombres: «Guerra preventiva», «intervención humanitaria», «seguridad nacional».


Recordar Hiroshima y Nagasaki no es un ejercicio de nostalgia, sino un acto de vigilancia. Si la memoria no es un refugio, sino un campo de batalla, allí las sombras de las víctimas siguen exigiendo justicia.


El peligro no está solo en las armas nucleares, sino en la indiferencia con la que las aceptamos. En cómo nos acostumbramos a que el fin justifique los medios. En cómo normalizamos lo que nunca debería ser normal.


«El pasado no está muerto, ni siquiera es pasado», decía Faulkner. Hiroshima y Nagasaki no son solo historia: son una advertencia.

Video y Fotos Varias del Editor:



Enola Gay. 

El piloto de Hiroshima. Günter Anders.

La desaparición de Majorana
Leonardo Sciascia.