En contra y a favor del DNU...
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Escrito por Carlos Heller el sábado 23/23/2023 y publicado por la Revista Acción
en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.
Claro que no todas fueron manifestaciones
contrarias a los cambios de reglas propuestos desde la Casa Rosada. Hubo
también respaldos entusiastas: de la Asociación Empresaria Argentina (AEA), la
Unión Industrial Argentina (UIA), la Cámara de Comercio de los Estados Unidos
en Argentina (AmCham) y la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, entre otras
entidades. A ellos se sumó el expresidente Mauricio Macri y una porción
significativa del PRO.
Elegidos
Acaso esa disparidad de opiniones refleje de modo
transparente cuáles fueron los segmentos elegidos para beneficiarse y cuáles
los perjudicados, detrás de la maraña de derogaciones de leyes y normas que en
muchos casos protegen conquistas históricas o preservan áreas clave vinculadas
con el patrimonio estatal y el ejercicio de la soberanía nacional.
La mayoría de los pronunciamientos contrarios al
DNU apuntan a su carácter anticonstitucional y antirrepublicano. Tales
expresiones se reiteran en gran parte de la esfera política, mientras en el
Congreso está en proceso de gestación una oposición amplia al DNU presidencial.
Una síntesis de los cuestionamientos fue expuesta
por el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, al sostener que «a espaldas de la
división de poderes» se anunció un decreto que «sin necesidad ni urgencia
pretende derogar un conjunto de leyes de todo tipo». Así, continuó, «se propone
privatizar todo, desregular todo, destruir derechos de los trabajadores,
arrasar con sectores completos de la producción, rifar los clubes de fútbol y
el patrimonio de los argentinos».
Advertencias similares fueron lanzadas por los gobernadores de La Pampa, Sergio Ziliotto; de La Rioja, Ricardo Quintela; de Río Negro, Alberto Weretilneck; y de Tierra del Fuego, Gustavo Melella, entre otros.
Flexibilización
La reacción de trabajadoras y trabajadores frente
al DNU, en tanto, se originó particularmente por los artículos que anticipan la
flexibilización laboral, el límite al derecho de huelga, el recorte de las
indemnizaciones por despido y su reemplazo por fondos de cese, la eliminación
de multas y penalizaciones a empleadores que no registren la relación de
trabajo y la extensión del período de prueba de 3 a 8 meses, entre otros
empeoramientos de las condiciones laborales.
Entre los que repudiaron este y otros apartados del
DNU (como el que crea las condiciones para privatizar empresas públicas, por
ejemplo, Aerolíneas Argentinas) se incluyeron la CGT, la CTA de los
Trabajadores, la CTA Autónoma, la UTEP, la Asociación Bancaria, la
Confederación de Trabajadores de la Educación (CTERA), el Sindicato de Prensa
de Buenos Aires (Sipreba), por citar solo a algunas entidades.
Por otra parte, millones de asalariados, jubilados,
profesionales, comerciantes y gran parte de las capas medias de la sociedad
sufrirán pérdidas de su poder adquisitivo al suprimirse la Ley de Alquileres,
permitir que las empresas de medicina prepaga fijen libremente las cuotas a sus
asociados y derogarse las leyes de Abastecimiento y de Góndolas.
También se opusieron al DNU entidades como
Industriales Pymes Argentinos (IPA) y la Asamblea de Pequeños y Medianos Empresarios
(Apyme). Hay que recordar que el decretazo de Milei promueve la derogación de
la Ley de Compre Argentino y Desarrollo de Proveedores, una herramienta para
canalizar el poder de compra del Estado, así como la de Promoción Industrial.
En definitiva, resulta difícil evitar la
comparación de la coyuntura actual con la de otras experiencias neoliberales
extremas, como las impulsadas por José Alfredo Martínez de Hoz a partir del
golpe de 1976, y por Domingo Cavallo desde 1991. Ambas con desastrosos resultados:
altos niveles de desempleo y pobreza, enajenación del patrimonio público,
fuerte desnacionalización y concentración oligopólica, megaendeudamiento y
profundización de la desigualdad social, a partir de la desmejora en la
distribución de la riqueza y los ingresos.
Se actualiza en estos días el viejo debate entre
los dos modelos de país y la ciudadanía es interpelada sobre el partido a
tomar, de modo que las urgencias coyunturales no den paso a desequilibrios aún
más profundos y a mayores inequidades.