El pasado que siempre vuelve…
La hora de la justicia, Martín Soria. Dibujo: Pablo Temes
Día a día se multiplican los episodios que confirman el regreso paulatino de la Argentina disfuncional del primer kirchnerato.
© Escrito por Nelson Castro el sábado 20/03/2021 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.
Cada vez resuenan con más fuerza los
ecos de aquella Argentina disfuncional del primer kirchnerato, en la que
ocurrían cosas que escapaban al sentido común de cualquier lógica de
crecimiento económico. Las empresas debían presentar su curva de costos al
gobierno y pedirle permiso al secretario de Comercio Interior para fijar
el precio de sus productos.
A la espera de
la aprobación estatal, enviaban largas planillas de Excel con los aumentos que
pretendían implementar. No podían remitir utilidades a sus casas matrices en el
exterior y un ejército de militantes políticos recorría inútilmente las
góndolas de los supermercados para supervisar y ejercer el control de precios.
Con esa acción pretendían lograr bajas, objetivo que, como siempre, tuvo como
resultado el fracaso.
Desde el Poder
Ejecutivo se les echaba la culpa de la alta inflación a los empresarios y
comerciantes. Nada se decía, en cambio, de las consecuencias negativas del
desequilibrio fiscal y los gastos de la política. El hiperpresidencialismo
caudillista de Cristina Fernández de Kirchner arremetía furibundamente contra
la división de poderes y las autoridades atacaban a jueces y fiscales cuando
sus fallos no se correspondían con sus deseos de poder perpetuo. Ese país está
hoy más vigente que nunca.
El 23 de mayo de
2013 el actual presidente, Alberto Fernández –un crítico implacable por aquel
entonces de su actual vicepresidenta–, le dijo al periodista Julio Blanc en una
entrevista que se emitió por TN: “El principal problema de Argentina es la
inflación, y la solución de la inflación la Presidenta se la confía a los
chicos de La Cámpora”, que eran los encargados de los controles de precios.
Enseguida le recomendó: “Hable con Mercedes Marcó del
Pont –quien ejercía la presidencia del Central– porque el problema es que usted
no tiene en cuenta la cantidad de dinero que ha emitido y que no ha tenido
respaldo, y eso ha sido una causa generadora de inflación enorme”. En esa misma
línea le preguntó a CFK: “¿Por qué no manda a la gente de La Cámpora a
controlar cómo emite el Banco Central?”.
Críticas atinadas que el viento
se llevó. La Argentina,
nuevamente, inicia el mismo camino que fracasó de manera estrepitosa, ahora con
AF de presidente y CFK de vice. Esta vez recargados. Más presión impositiva
para el empresariado, más controles, más militancia y más medidas anacrónicas.
Sin el respaldo del archivo cualquiera que escuche hoy al Presidente y se
percate de las medidas que toma su gobierno bien podría no creer ni una sola
palabra de lo expresado en esta columna.
“El proyecto de
aumento del impuesto a las ganancias para las empresas así como está redactado
no solo es poco razonable sino gravísimo. Mandarán a la quiebra a un montón de
pymes y destruirán emprendimientos pequeños. Pagarán desde los kioscos hasta
los almacenes. Es volver al pasado con la idea de que el empresario es el
demonio. Pero acá la van a ligar todos”, graficó un reconocido tributarista.
Mientras tanto,
los dineros públicos, que son producto de esta presión tributaria asfixiante,
se dilapidan sin miramientos en hechos de corrupción bochornosos. He ahí los
bolsos de los negocios espurios de la TV Pública –más de 11 millones de pesos–
y los de los militantes del Movimiento Evita –1.400.000 pesos– para pagar
micros en vez de alimentos, ropas y medicamentos para los millones de
argentinos que no los tienen.
Mambrú se va a la guerra. Habrá guerra contra la Justicia. La
novela que disparó la salida de la ex ministra Marcela Losardo llegó a su fin
al conocerse el nombre de su sucesor. Tardaron siete días para confirmar en el
cargo a quien sonó como nuevo ministro desde el primer minuto: Martín Soria.
Como ya se ha dicho, Soria es CFK. Se confirma así una regla de este gobierno:
ministro/ministra que se va es reemplazado/a por alguien que responde
directamente a la vicepresidenta.
En los ámbitos
tribunalicios ya se tiene en claro lo que viene: Soria es una punta de lanza en
los embates contra la Justicia para allanar el camino de la impunidad de CFK y
sus secuaces y disciplinar a quien no se someta a los proyectos del
kirchnerismo. Sus primeras declaraciones lo confirman plenamente. Su
altisonante advertencia a la Corte, a la que le quiere pedir explicaciones por
sus posturas, sonó a bravuconada. Soria es un fusible que pretende como
premio el apoyo del Gobierno para llegar a la gobernación de Río Negro. El que
maneja los hilos de ese ministerio es el vice, Juan Martín Mena
La elección de Soria no es
casualidad. Su
temperamento ha sido objeto de discusión pública. En la semana llamaron la
atención las declaraciones del senador y ex gobernador Alberto Weretilneck, de
Juntos Somos Río Negro, que hizo hincapié en el mal genio de Soria, al señalar
que el ex intendente de Roca “es un violento, un improvisado y una persona
agresiva”.
La actual gobernadora, Arabela Carreras, se pronunció en
el mismo sentido. ¿Son declaraciones de rivales políticos o se trata de una
realidad inocultable? Fuentes inobjetables que conocen su pasado aseguran que
ha sido protagonista de episodios de violencia verbal y física tanto en el
mundo político como intrafamiliar. “Creció en un ambiente violento. La familia
Soria –marcada por el trágico final de Carlos Soria, que fue asesinado por su
esposa cuando acababa de ser electo gobernador– era un entorno violento”,
afirma un conocedor de esa trama borrascosa.
El resultado de
la gestión Soria no será otro que el fracaso. Ninguna de las reformas reales
que se necesitan para lograr un mejor funcionamiento de la Justicia van a ser
implementadas por este gobierno.
Los
nombramientos que se vienen realizando en los juzgados claves son malos. La intención
de colonizar los tribunales y las fiscalías con gente afín es evidente y
burda “Cristina quiere que la Justicia la absuelva en todas sus causas”,
dijo Soria. Su lenguaje y su tono tuvieron el aire de una imposición.
Por si todo esto
fuera poco, la agresión furibunda de Sergio Berni hacia el viceministro de
Seguridad de la Nación, Eduardo Villalba, representó un grotesco y un paso más
en el proceso de vilipendio de la ministra de Seguridad de la Nación, Sabrina
Frederic.
Se sabe que –como no podía ser de otra manera– el
Presidente no solo se fastidió con Berni sino que expresó su voluntad de
echarlo. Pero, claro, no puede. Berni es un soldado de CFK, que es la que
manda. Y, como bien dice el proverbio, “donde manda capitán, no manda
marinero”.
Producción periodística: Santiago Serra.
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