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martes, 9 de abril de 2013

Tragedia política… De Alguna Manera...


Tragedia política…

LA VUELTA DEL MOTONAUTA Daniel Scioli. Dibujo: Pablo Temes.

Dirigentes que hacen agua, el desastre mortal en Buenos Aires y La Plata hay que explicarlo también desde la crisis de liderazgo.

La tragedia desencadenada a partir de las inundaciones producidas por las torrenciales lluvias del martes de 2 abril son consecuencia de los cambios climáticos que vive el mundo y agravadas, en este caso, por la abundancia de las miserias que pueblan el paisaje político del poder en la Argentina. Pocas veces como en ésta, la condición de enemigos con que trata Cristina Fernández de Kirchner a Mauricio Macri y a Daniel Scioli tuvo tanto que ver con las circunstancias que agravaron la dramática situación. La falta de avales en un caso y la demora en otro, para la realización de las obras de los arroyos Vega y Medrano constituyen una realidad innegable.

La actitud del martes del ministro Julio De Vido de chicanear a Macri y solazarse con su desgracia política cesó recién el miércoles, cuando el drama de La Plata crecía minuto tras minuto. El supersecretario de Seguridad exhibiéndose en la zona del Barrio Mitre con libre disponibilidad de la Policía Federal, la Gendarmería y el Ejército, sin ningún atisbo de coordinación con el Gobierno de la Ciudad, era la clara muestra de la intención kirchnerista de dejar solo a Macri. El problema mayor del Jefe de Gobierno porteño no fue que estuviera en Brasil, sino que la mayoría de la gente sintió el desamparo al que lo dejó su gestión. Su aparición en la conferencia de prensa del martes fue penosa. Lo primero que hizo fue querer poner a salvo su responsabilidad política, cuando lo que la gente estaba esperando era ayuda y más ayuda. Creer que con el monitoreo desde el centro de control en Chacarita alcanzaba fue un error de concepto. Se le decía a los afectados que todo estaba controlado, pero ellos no veían funcionarios, policías o alguien que les demostrara cercanía y acción.

Tampoco se lo vio por esas horas a Scioli. Los problemas en el Gran Buenos Aires fueron y siguen siendo graves. Hay quienes lo perdieron todo y tal vez nunca lo vuelvan a recuperar.

Déficit de infraestructura, falta de previsión, inadecuada planificación, ausencia de acción conjunta, capacidad de reacción demorada y lenta, chicanas, aprovechamiento de la catástrofe para castigar al adversario, son los elementos explosivos que potenciaron la dimensión del drama. Esa es la siembra de tempestades que ha venido estimulando Fernández de Kirchner en sus dos mandatos. Scioli y Macri comparten los defectos de la mayoría de la dirigencia argentina. A eso hay que agregarle que desde el kirchnerismo se busca potenciar esos defectos a fin de destruirlos a los dos. Por lo tanto, los problemas de sus respectivas gestiones se profundizan cada vez más, para alegría de la Presidenta y su entorno y para desgracia de la gente.

Es difícil de-sentrañar los misterios de la lógica del pensamiento de  Fernández de Kirchner. Pide diálogo, pero habla con muy pocos de los suyos y nadie de la oposición. Reivindica su condición de Presidenta de todos y todas, pero demuestra preocuparse por unos y no por otros. El martes sólo se la vio y se la escuchó en el acto recordatorio del desembarco de las tropas argentinas en las islas Malvinas.

De paso, allí tampoco faltó el germen de la división, uno de los emblemas del kirchnerismo. Algunos ex combatientes fueron dejados de lado. Todos merecen igual reconocimiento. Parece que ese concepto es ajeno al pensamiento presidencial. Recién el miércoles, Fernández de Kirchner se abocó al tema de las inundaciones. Fue cuando se inundó La Plata. Antes, había mandado a De Vido a castigarlo a Macri.

La Jefa de Estado entonces visitó el barrio de Tolosa, en La Plata, porque allí vive su madre. Tolosa fue la zona más afectada por la tragedia, pero no fue la única. Después visitó el Barrio Mitre, en la Capital. Esa área fue muy castigada por el temporal, pero no fue la única. La Presidenta prescindió de la compañía de Scioli en un caso y de Macri en el otro. Al Jefe de Gobierno porteño, directamente ni lo llamó.

La sociedad argentina asiste así a una tragedia que se ve notablemente agravada por la tragedia política que hoy vive nuestro país. El área metropolitana que componen el Gran Buenos Aires y la Capital Federal constituye un conglomerado urbano de intereses y necesidades comunes que exige el trabajo conjunto de la Provincia y la Ciudad  con la coordinación y supervisión de la Nación. Esa labor mancomunada es parte esencial de la buena política, ausente de este presente que vive la Argentina.

Hoy lo que abunda es la mala política en donde casi todo se hace en función del relato. El apresuramiento del Gobierno para decir que la inundación en La Plata era un invento de los medios hegemónicos ilustra lo disparatado de creer que la realidad es producto, no de la contundencia de los hechos, sino de la manipulación de las palabras.

El problema de esa concepción es que se alteran profundamente las prioridades. Cuando lo que importa es el relato en pos de la búsqueda desenfrenada del poder total, lo que importa es la declaración altisonante para destruir al adversario y la profusión de propaganda para ensalzar lo propio. Es lo que intentó hacer el Gobierno con Macri. Es lo que quiso hacer el intendente de La Plata, Pablo Bruera, con su lamentable mensaje publicado en su cuenta de Twitter.

El drama de toda esta desastrosa conjunción es que quien siempre paga las consecuencias es la ciudadanía. Es lo que atestiguan las muertes de esta tragedia.

Producción periodística: Guido Baistrocchi.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 07/04/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


viernes, 19 de octubre de 2012

Lógica K... De Alguna Manera...

Victorias pírricas…

Fragmento del Guernica de Pablo Picasso

Toda derrota es una pérdida –excepto por las lecciones que eventualmente la derrota deja al perdedor–, pero no toda victoria es una ganancia. Muchas grandes naciones en la historia –y posiblemente aun más muchas pequeñas– salieron de guerras victoriosas con pasivos enormes, objetivos no alcanzados y en varios aspectos peor de como entraron a ellas. Se ha dado en llamarlas “victorias pírricas”. La conclusión es que a menudo es más sabio buscar compromisos para evitar confrontaciones que, aunque sea, plantean como si fuesen el camino para obtenerlo todo, suelen terminar deparando resultados magros.

El mismo dilema es frecuente en la política. El Gobierno argentino debería tomarlo en cuenta en su cruzada “a todo o nada” contra Clarín y la prensa que no es oficialista.

La lógica del Gobierno –una lógica tantas veces vista a lo largo de la historia– es que lo que no es nombrado no sucede. Según ese punto de vista, casi todo lo feo que la gente cree que sucede es producto de que Clarín lo dice. La gente cree –entre tantas otras cosas– que hay inflación, y el Gobierno responde que es porque hay economistas que hablan de eso y algunos medios lo publican. La gente cree que hay problemas para abastecerse de dólares, y la Presidenta dice que no es así. La lucha es para acallar esas voces que estarían formando un clima de opinión negativo.

Hay dos posibles desenlaces de esta confrontación: el Gobierno vence o el Gobierno no vence. Pero aun en el caso de una victoria, es dudoso que el Gobierno salga de ella ganador. Es posible que los pasivos superen con creces a los aparentes beneficios, aun en el caso de una victoria. Aun más, es posible que si el Gobierno consigue lo que busca el 7 de diciembre, y consigue silenciar las voces que contradicen su discurso, su aprobación en la población decline más que si no encarase esa batalla. Ese es su dilema.

Es una confrontación entre el Gobierno y la sociedad antes que entre el Gobierno y los medios de prensa. El diagnóstico del Gobierno es que todo lo que la gente de la calle cree que le sucede es producto de la comunicación mediática y que si esas cosas dejan de ser dichas los problemas desaparecen. El diagnóstico de muchísima gente de la calle es que el problema consiste en que hay cosas que no andan bien y el Gobierno no habla de ellas. Es una película tantas veces vista que cuesta entender por qué se insiste con el mismo guión.

Pensar que los medios inventan los problemas y los instalan exitosamente en la agenda del público es una ingenuidad. En nuestros días, además, es contradictorio con otros datos evidentes. Es contradictorio, por ejemplo, con los votos que obtuvo la Presidenta en octubre de 2011 teniendo en contra los mismos medios. Es contradictorio con la notable recuperación en su imagen positiva después del bajón de 2009, cuando los mismos medios que hoy fustiga decían las mismas cosas que venían diciendo durante el bajón; aun más, no pocos de esos medios negaron durante un buen tiempo la recuperación de la Presidenta que las encuestas iban reflejando, pero ella y su Gobierno siguieron creciendo.

El problema hoy es que el Gobierno no habla de lo que a la gente le preocupa, no da respuestas a las preguntas que se hacen millones de personas cada día y por lo tanto se va alejando de esas personas. Tampoco la prensa afín al Gobierno dispone siempre de un discurso unificado. Un ejemplo bien actual es el tema del malestar en las fuerzas de seguridad: según qué diario “oficialista” se lea, se encuentra una versión distinta de lo que está pasando.

En resumen, es poca la gente que cree que le está yendo mal porque otros dicen que le va mal. Más bien es porque a algunos les va mal que otros empiezan a hablar de que algo no está bien. No resuelve las cosas pelear contra distintas voces en busca de una victoria que bien puede terminar siendo pírrica. En la guerra contra el discurso el Gobierno lleva las de perder, no porque eventualmente no pueda ganar la batalla silenciando voces sino porque, aun logrando todo lo que busca, puede ocurrir que salga perdidoso.

© Escrito por Manuel Mora y Araujo, Sociólogo, Profesor de la Universidad Torcuato Di Tella y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 14 de Octubre de 2012.

martes, 12 de junio de 2012

CFK no tiene cura... De Alguna Manera...

CFK no tiene cura...

Palazos. Cristina Fernández. Dibujo: Pablo Temes

El caso Reposo, las idas y vueltas con el dólar y los “Aló Presidenta” que sólo generan nuevas distorsiones.

Indefendible”, “impresentable”, “un papelón”, fue algo de lo que se escuchó en el seno del oficialismo no bien terminó la lamentable presentación de Daniel Reposo en el Senado, en la que defendió su candidatura a la Procuración, durante la cual a los muchos “errores de tipeo” de su CV agregó un desconocimiento supino de cuestiones elementales concernientes al cargo al cual aspiraba. Las citas de algunos de los conceptos que expresó el postulante, que afortunadamente la opinión pública pudo ver y escuchar en directo, pasarán a formar parte de los anales del disparate. A modo de muestra, vaya ésta: “Yo estoy con la corriente trifásica (sic), en cuanto a que el recurso de Casación y el control de constitucionalidad tiene que verse en su amplitud. Y para eso hay que respetar el principio en virtud del cual el juez juzga y el fiscal acusa”. Lo de la corriente trifásica pareció algo más emparentado con la electricidad que con el Derecho.

Otra: “A través de los medios periodísticos se han publicitado situaciones delictivas (...). Así, se generaron un sinnúmero de situaciones, y éstas son materias que hay que regular a través de los tres poderes. Son situaciones que no hacen a la libertad de expresión, pero que se vinculan con el hecho de generar un mecanismo adecuado de regulación para bajar los niveles de insatisfacción que se producen ante la falta de políticas en este sentido...” Es decir que, ante la falta de políticas de Estado, Reposo proponía la restricción a la libertad de prensa para combatir una nueva figura de “inflación penal”.

En el bloque de senadores del Frente para la Victoria se vivió todo con mucha bronca. El jefe de la bancada, Miguel Pichetto, fue el más disgustado. El, que conoce al dedillo lo que ocurre en el Senado, hace tiempo que le hizo llegar a la Presidenta la señal de que los votos para aprobar la candidatura de Reposo no estaban. El senador intentó evitar ver expuesto a su bloque a la dura circunstancia de ponerles el cuerpo a las gruesas inconsistencias de Reposo. Pichetto atraviesa un momento particular de su carrera, ya que tras el homicidio de Carlos Soria carga con buena parte de la administración de su provincia, Río Negro. El hijo de Pichetto es el ministro de Economía de la provincia, cuya demanda de fondos a la Nación es crucial para los gastos de la gestión. Encima, en el Senado está Amado Boudou, con quien Pichetto tiene mala relación.

“Tenía los votos”, expresó Reposo el viernes. Esa afirmación no reflejaba la verdad. El Gobierno presionó para que la postulación saliera. “Es una muestra de fidelidad hacia Cristina”, fue la consigna que bajó hacia los que en el oficialismo sabían de su inviabilidad.

Luego de este traspié, al Gobierno lo acecha otro problema: el de la crisis económica. El descontento social comienza a expresarse de manera creciente, gatillado por los distintos efectos que las medidas oficiales producen. Los cacerolazos del jueves y las movilizaciones del viernes lo reflejan. La imagen de la gente golpeando sus cacerolas y marchando hacia la Plaza de Mayo remite a los aciagos días de 2001-2002. Lo mismo vale para las manifestaciones que organizó la rama de la CTA que no responde al Gobierno.

Hay que ser claros: la situación no es la misma que la de hace diez años. Pero el Gobierno, con sus conductas y sus medidas, no hace más que generar un clima reminiscente de aquel tiempo. Nadie en el Gobierno parece advertir la dinámica de estos hechos y los efectos nocivos que produce la torpeza con la que se pretende enfrentarlos. Veamos, por caso, el ir y venir de declaraciones sobre la pesificación, término que a la sociedad le produce pavor. En su presentación ante el Congreso, el jefe de Gabinete, Juan Abal Medina –que produjo una pobre impresión en la bancada del oficialismo y en la de la oposición–, habló de la necesidad de dar la batalla cultural por la “desdolarización”. En iguales términos se expresaron el ministro del Interior, Florencio Randazzo, y el senador Aníbal Fernández. Ante el revuelo que ello causó, el Gobierno salió a desmentirlo. Lo hizo como siempre, echándoles la culpa a los medios. 

Pero hete aquí que luego se conoció un proyecto de ley para pesificar varias transacciones comerciales. En su “Aló Presidenta” del miércoles –en el que se dio otro paso en la progresiva quita de poder al ex poderoso ministro Julio De Vido y se confirmó la condición de Guillermo Moreno como jefe de Economía en funciones– Fernández de Kirchner dijo que todas las medidas que se viene tomando desde noviembre responden al objetivo de cuidar el dinero de los argentinos. Alguien debería recordarle a la Presidenta que eso mismo dijo el ex ministro Domingo Cavallo el día que anunció el corralito. El corolario de esta y otras acciones y expresiones del Gobierno fue predecible: la gente no para de sacar sus dólares de sus cuentas. En mayo la cifra ascendió a 1.600 millones. En este marco, la decisión de Cristina de pasar a pesos su plazo fijo de US$ 3 millones –algo que inexorablemente tenía que hacer si quería exhibir un mínimo de coherencia–, como toda acción tardía, carece de eficacia.

El problema principal de la economía argentina es la inflación. Y, hasta el momento, el Gobierno no ha tomado ninguna medida seria para combatirla. En muchas provincias se viven momentos de gran preocupación. Sus gobernadores necesitan el dinero que envía la Nación para hacer frente al pago de los sueldos. Además, junio es un mes complicado porque hay que afrontar el medio aguinaldo. Algunas alarmas ya se han encendido porque aún no se han dado los pasos administrativos para liberar esos fondos, demora que puede llegar a complicar la realización de esos pagos.

Siempre dentro de lo que fue el “Aló Presidenta” del miércoles –en el que nunca faltan los “asentidores”, los “reidores”, los “aplaudidores”, ni tampoco los que con sus rostros de incomodidad demuestran estar no por convicción sino por obligación y/o temor–, la Presidenta estuvo impecable al repudiar las agresiones que sufrieron los colegas de Tiempo Argentino, Télam y Crónica a las puertas del hospital de Malvinas Argentinas ante la total inacción de efectivos de la Policía Bonaerense. Me uno a ese repudio. Lástima que Fernández de Kirchner no haya tenido la misma actitud para con los cientos de colegas igualmente agredidos a lo largo y a lo ancho del país por dirigentes y organizaciones que, en muchos casos, manifiestan una clara orientación kirchnerista. Como se ve, el kirchnerismo puro nunca falta.

Producción periodística: Guido Baistrocchi.

© Escrito por Nelson Castro y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 10 de Junio de 2012. 


lunes, 1 de noviembre de 2010

Cristina Fernández de Kirchner... De Alguna Manera...

Cristina Fernández de Kirchner... Presidente de los argentinos...


La Presidente, visiblemente emocionada, agradeció las muestras de solidaridad por la muerte de Néstor Kirchner. "No hablo para hacer terapia emocional", dijo, y prometió "hacer honor" a la memoria de su esposo y a la tarea que realizó.

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Con una voz quebrada en muchos pasajes y al borde del llanto, la Presidente expresó en un mensaje grabado por cadena nacional que la muerte de su esposoNéstor Kirchner le produjo "el dolor más grande de su vida", pero aclaró que no es el momento "más difícil" de su carrera política para mostrarse firme al frente del Gobierno.

Vestida de negro, Cristina expresó que "he leído que este es mi momento más difícil. En realidad es el momento mas doloroso. Yo he tenido en mi vida política y en mi gobierno muchísimas dificultades y adversidades (...) Pero el dolor es otra cosa", fueron sus primeras palabras en público luego de perder a su " compañero de vida, de lucha y de ideales durante 35 años", según recordó emocionada. "Una parte mía se fue con él, está en Río Gallegos", siguió.

La Jefe de Estado, acostumbrada a las extensas alocuciones, sólo habló cuatro minutos y medio. El mensaje fue grabado, según explicó, a las 17.40 antes de recibir las credenciales de embajadores en su primer día de retorno a la actividad tras el fallecimiento del ex presidente. De todos modos, señaló que " esta cadena nacional no es para hacer terapia emocional".

En realidad, continuó una Cristina muy emocionada, "quería utilizar estos minutos para agradecer a todos y a todas. A todos los hombres y mujeres que se movilizaron para verlo, despedirlo, para llorar por él (...) Tengo todos los rosarios que recibí colgados en mi casa de Río Gallegos. Quiero agradecer mucho esa formidable muestra de cariño y de amor. Que él se la mereció", insistió.

CFK dejó impreso luego su talante, pese al trance que vivió: "No voy a tener falsa humildad. Como decía una dirigente fallecida: hay que ser muy grande para ser humilde. Y yo no voy a ser grande y no voy a ser humilde. Simplemente voy a decir que él se lo merecía (el afecto de la gente)", repitió.

Párrafo aparte tuvo para la juventud. "A las decenas de miles de jóvenes que marcharon y cantaron por él, por la patria . Quiero decirles que en cada una de esas caras es la cara que yo vi a él cuando lo conocí. Ahí estaba el rostro de él exacto. Pero tienen mucha más suerte que él porque este país es mucho mejor que aquel, porque no los persiguió", agregó, siempre muy cerca de romperse en un llanto.

"Siempre he tenido un gran sentido de la responsabilidad. De mí depende la suerte de todos los argentinos (...) Desde el miércoles siento otra gran responsabilidad, que es hacer honor a su memoria y a su Gobierno. Gracias a todos por todo", finalizó Cristina Fernández.

De nuevo a la actividad. La Presidenta recibió esta tarde en la Casa de Gobierno las cartas credenciales de los embajadores de Azerbaiyán, de los Países Bajos, Suecia, Irlanda, Canadá, Cuba e Indonesia.

La jefa de Estado, como parte de su agenda oficial que retomó hoy, recibió a los flamantes diplomáticos de esos países durante un acto que se realizó en la Casa Rosada, en compañía del canciller Héctor Timerman.

© Publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el lunes 1º de Noviembre de 2010.