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jueves, 28 de septiembre de 2017

Cristina se fue del peronismo... @dealgunamanera...

Cristina se fue del peronismo, el partido que siempre despreció y nunca entendió…

Cristina Kirchner en la entrada del Instituto Patria (Nicolás Aboaf)

La ex presidente nunca comulgó con las ideas del peronismo y siempre se sintió más cómoda entre los sectores de izquierda. Por qué su ruptura significa el final del kirchnerismo

© Escrito por Julio Bárbaro el domingo 18/06/2017 y publicado por el portal de noticias Infobae de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El Maestro Aníbal Troilo en "Nocturno a mi barrio" refuta la acusación de haberse ido con palabras claras: "Si siempre estoy llegando…". Algo similar podría decirse de Cristina Kichner: no se puede ir del peronismo porque nunca adhirió al mismo. Podría haber intentado superarlo, aunque nadie puede superar aquello que ni siquiera intentó comprender.

El peronismo nunca fue ni de izquierda ni progresista. Sí fue acompañado por una importante izquierda nacional que desarrolló un sólido aporte teórico, pero nunca por aquellos sectores que dependían del pensamiento europeo, como el Partido Comunista, que de puro ruso nunca tuvo nada que ver con nosotros. Y lo del "progresismo", eso es otra cosa. Ambos son modelos universitarios, integran un universo que pocas veces acompañó a los trabajadores.

Recordemos que la universidad descubre el peronismo recién con las "Cátedras Nacionales", allá por los 70. No en vano era "alpargatas sí, libros no"; los que andaban en alpargatas refundaron la nación en el 45, mientras que los de los libros sólo empezaron a descubrirla casi tres décadas después.

El peronismo fue una identidad cultural: Catulo Castillo, Homero Manzi y Enrique Santos Discépolo participaban en su nacimiento; Leopoldo Marechal lo describía como nadie y Hugo del Carril y Nelly Omar fueron sus voces. Eran "cabecitas negras", difícil que fueran "progresistas".

Cada vez está más claro que mientras Néstor construyó una fuerza política, Cristina tan solo la heredó. Nunca quiso al peronismo, tampoco fueron de izquierda en la mala ni defendieron los derechos humanos ni fueron perseguidos. Todo es una cobertura que los del oficio de Durán Barba hicieron para el ayer. Ni peronista ni nada que implique un compromiso con el pensamiento nacional, tampoco con la industria ni con la clase trabajadora, sólo con la marginalidad, con aquellos que se caían del sistema. Subsidiaron a los caídos, ni siquiera intentaron integrarlos socialmente.

Los Kirchner participaron de la privatización de YPF y dieron discursos sobre los ferrocarriles destruidos, pero nunca recuperaron ninguno. El peronismo fabricaba aviones, desde ya vagones, ellos compraban todo afuera, importaron los vagones y hasta los durmientes. Están a la derecha de la misma estructura agropecuaria a la que tanto denigran.

Cristina se fue del peronismo pero nunca participó de sus ideas. Asumió el resentimiento de las izquierdas fracasadas, de aquellas que eligieron la violencia y que todavía nos deben una autocrítica, que siempre nos acusaron de "bonapartismo", de fascismo y otras etiquetas importadas de Europa donde ellos abrevaban sus supuestas ideologías.

Los países hermanos  como Uruguay, Chile, Brasil tienen teóricos sabios que acompañan a sus pueblos. Aquí la cosa es al revés, las izquierdas se imaginan "vanguardia iluminada" como si merecieran conducir a "las masas". Y ahí estriba el conflicto central: nuestro pueblo gestó su propio pensamiento que es peronismo por lo tanto no necesitó importar ninguna de las teorías extranjeras. Las izquierdas intentaron conducir al pueblo y destruir a Perón, sustituirlo por Fidel, el Che, Mao o tantas otras variantes.

Hace décadas, tomando ginebra en Barracas con Godoy, un filósofo analfabeto, se acercó un militante a decirle "¿Godoy, conocés a Mao Tse Tung?" y Godoy le respondió sonriendo "Sí, claro, es el Perón de los Chinos".

Cristina se fue del peronismo, adonde nunca había llegado. A su lado quedan los que imaginaban que el kirchnerismo tenía algún futuro aunque sea obvio que no lo tiene. Ella es la heredera de un constructor que era Néstor, ahora todo es gastar a cuenta, dilapidar la fortuna. Si gana, pierde o empata, eso es secundario; queda sola en la Provincia de Buenos Aires y para su propia candidatura. Luego será el recuerdo, como Menem. Los partidos del poder se disuelven al perderlo.




domingo, 5 de febrero de 2017

Tóxico asedio de lenguaraces… @dealgunamanera...

Tóxico asedio de lenguaraces…


No habíamos terminado de reponernos de los exabruptos de Juan José Gómez Centurión -su insólita negación del plan sistemático de la dictadura para desaparecer personas-, cuando el ex juez de la Corte Suprema de Justicia Raúl Zaffaroni arremetió, durante dos días consecutivos, con que habría "ahorcado" al fiscal Alberto Nisman en represalia por lo que él considera una pésima denuncia contra Cristina Kirchner por su alocado acuerdo con Irán.

© Escrito por Pablo Sirvén el domingo 05/02/2017 y publicado por el Diario La Nación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El primero es un alto funcionario del actual gobierno que discute sucesivas sentencias judiciales, desafía el más básico sentido común e ironiza respecto del siempre discutido número de desaparecidos; el segundo, que actualmente es miembro de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, carece de la más elemental sensibilidad para darse cuenta de que tampoco está nada bueno juguetear con sorna en torno a otra muerte violenta aún no aclarada y de oscurísimas proyecciones sobre el gobierno que Zaffaroni defiende tan incondicionalmente.

Indigna que gente adulta, con altas responsabilidades institucionales a nivel nacional e internacional, se lance al ruedo con provocaciones absurdas y gratuitas. Inquieta estar en manos de individuos que deciden cuestiones trascendentales, y que pierden el equilibrio con tanta facilidad, sólo por la vanidad de trascender con vergonzosas incorrecciones.

La incontinencia de Gómez Centurión llegó justo cuando empezaba a amainar otra polémica, al volver el presidente Mauricio Macri sobre sus pasos y reponer la inamovilidad del feriado del 24 de marzo, que en una primera instancia el mandatario había dispuesto hacer móvil.

La agitación de aguas tan estancadas sirvió, al menos, para una incipiente ampliación de ese debate en la TV y en otros medios. Desde que los fundadores del kirchnerismo, en 2003, se abrazaron al tema como cruzados contra el terrorismo estatal, como jamás se habían interesado antes, las nuevas generaciones accedieron a un relato incompleto y sesgado. Aunque siempre será mucho peor un terrorismo desatado desde el Estado, detrás de esa excusa se escondió con premeditación el contexto de una feroz violencia política escalada en los años 70 por organizaciones armadas de izquierda que provocaron un sinnúmero de víctimas.

El énfasis sólo puesto en la represión y, peor todavía, su aviesa utilización para hacer política y "maquillar" pasados nada heroicos de la propia tropa -como el de Alicia Kirchner, funcionaria de la dictadura en Santa Cruz o el del mismísimo Zaffaroni, que juró como juez por el estatuto del Proceso de Reorganización Nacional y rechazó hábeas corpus en esos tiempos, sólo por mencionar dos casos- distorsionan hasta hoy la comprensión integral de la tragedia setentista. Con el argumento de no caer en la improcedente "teoría de los dos demonios", que intenta equiparar la violencia guerrillera con la represión castrense, se alimentaron odios indebidos y se manipularon procesos y detenciones que se extienden en el tiempo sin sentencia.

Pero nadie se hace cargo de los asesinados por las "formaciones especiales". Hasta en un reciente artículo en Clarín, Julio Bárbaro esquiva el bulto. "Los peronistas somos una historia -escribió-, los violentos fueron otra." Si Gómez Centurión es negacionista con la represión castrense, Bárbaro lo es con la grave responsabilidad que le cabe al peronismo por haber fogoneado la violencia, no sólo en dictadura, sino también en democracia, a izquierda (Montoneros, FAR, FAP) y derecha (Triple A, Comando de Organizaciones, tiroteos sindicales). Y sigue pendiente la autocrítica que el justicialismo debe a la sociedad por haber construido los monstruosos cimientos del terrorismo de Estado, entre 1974 y 1976, cuando estaba a cargo del poder.

Sólo el presidente Raúl Alfonsín, corriendo grandes riesgos institucionales como los que debió soportar, y que lo obligaron a revisar el plan original de su cruzada justiciera, dispuso el juicio a las juntas y luego dictó órdenes de captura para los cabecillas de la guerrilla peronista, y también del ERP, e incluso para José López Rega, autor intelectual de la abominable Triple A. Su sucesor, Carlos Menem, deshizo todo de un plumazo con los indultos, y los Kirchner se dedicaron sólo al capítulo de la represión, más con sed de venganza que con ánimo verdaderamente reparatorio, que reactivaron divisiones en la opinión pública que habían empezado a quedar atrás.

Una pena que Macri al reponer la inamovilidad del feriado del 24 de marzo no haya dispuesto consagrar uno nuevo: el del 10 de diciembre, Día de los Derechos Humanos y del triunfo de la democracia sobre la dictadura. No costaba absolutamente nada ya que este año caerá en domingo. Ojalá que lo haga en algún momento y que el año que viene se anime a dar definitivamente de baja el absurdo feriado del 24 de marzo. Será un momento más que oportuno ya que caerá en sábado y quienes quieran seguir atando el Día de la Memoria al de la asunción de Videla podrán manifestarse sin ocasionar grandes trastornos ciudadanos (tampoco en 2019, ya que caerá en domingo).


lunes, 16 de mayo de 2016

El Que Gana Gobierna, El Que Pierde Conspira… @dealgunamanera...

Peronismo en estado puro…

La "Cris" y el "Mauri"

Si hay algo que caracterizó al General Perón fueron sus frases célebres. Tan célebres fueron que, todavía hoy, ningún dirigente peronista, a la hora de hablar, deja de citar alguna. 

© Escrito el domingo 15/05/2016 por Pablo Dócimo y publicado por Tribuna de Periodistas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 


Entre las más populares podemos encontrar: "Para un peronista nada mejor que otro peronista", "Primero la patria, después el movimiento y por último los hombres", "Mejor que decir es hacer, mejor que prometer es realizar" y muchísimas más, incluso, algunas no tan afortunadas como "Para el enemigo, ni justicia".

Siguiendo con las frases célebres de políticos argentinos, existe una perteneciente a Ricardo Balbín que muchos, especialmente los más jóvenes, se la adjudican a Perón o, por lo menos, la utilizan los peronistas como propia, y es "el que gana gobierna y el que pierde ayuda", aunque en realidad la han modificado a: "El que gana gobierna y el que pierde acompaña".

Todo esto no significa que estas frases se apliquen a rajatabla, ni mucho menos. Son solo frases hechas, "marketineras" y que, en honor a la verdad, no solo casi nunca se cumplen, sino que en la práctica ocurre todo lo contrario.

El caso más emblemático es el de la frase de Balbín. Nunca, jamás, el peronismo ayudó o acompañó cuando le tocó ser oposición, sino todo lo contrario, lo único que hicieron fue ponerle palos en la rueda al Presidente de turno. Si esa frase la tendríamos que aplicar a la realidad de lo que es el peronismo como oposición debería decir: "El que gana gobierna, el que pierde conspira".

Por supuesto que el kirchnerismo no iba a traicionar a esa costumbre justicialista, y es lo único que están haciendo desde antes del 10 de diciembre de 2015.

Pero, en esta ocasión, ese accionar tan peronista es muchísimo más crudo y evidente, y es lógico, visto desde el punto de vista kirchnerista, obviamente.

El ejemplo más claro y contundente es el de poner en el centro de la agenda política el tratamiento de la "Ley anti despidos".

No es necesario mucho desarrollo para argumentar que la Ley anti despidos no solo no sirve para absolutamente nada, sino que además es contra producente. Bastan, y sobran, tres claros ejemplos. El primero es que quien la impuso, post crisis 2001, el entonces Ministro de Economía Roberto Lavagna, reconoció que no sirvió. El segundo es que uno de los principales defensores de esta ley, el diputado kirchnerista especialista en temas laborales Héctor Recalde, ya en en 2014 manifestó que “prohibir despidos obstaculiza nuevas contrataciones”; y el tercero y más contundente es que la mismísima Cristina Fernández dijo exactamente lo mismo en numerosas ocasiones.

Entonces, ¿cuál es la verdadera razón por la que la oposición desea implementar esta incomprensible ley? Lo vamos a decir de manera simple, fácil y sencilla. La cuestión de fondo es perjudicar al gobierno, ¿para qué? Para desestabilizar, ¿Para qué? Para voltear al gobierno, ¿por qué? Porque muchos, muchísimos ex funcionarios kirchneristas —y muchos de los actuales— saben que, tarde o temprano terminarán presos, y saben que la única manera de zafar es volteando al gobierno de Macri.

Esa es la realidad, y cuando se termine el culebrón de la Ley anti despidos arremeterán con otra cosa. De hecho, ya están tratando de instalar la idea de que uno de los socios de Lázaro Báez fue Macri.

Como arrancamos este artículo con frases peronistas, lo quiero cerrar con una frase de otro peronista, que sintetiza todo de manera perfecta. Dijo Julio Bárbaro: "Como oposición son lo peor".


jueves, 20 de noviembre de 2014

Néstor Kirchner, Lejos del Bronce... De Alguna Manera...

Cuando Néstor no era K: el libro que destroza la historia de Kirchner...


En Lejos del bronce, Julio Bárbaro reconstruye el lado no tan conocido del ex presidente. Entrevistas a vecinos y amigos desnudan la ambición y los vínculos con la dictadura.

Estos son algunos de los testimonios de vecinos, compañeros y adversarios políticos de Néstor Kirchner en Santa Cruz con los que cuenta el libro Lejos del bronce. Estas entrevistas las realizó Omar Pintos.

Carlos Alberto Portel. Vecino de infancia de Néstor Kirchner y militante peronista de la década del 70.

A Néstor Kirchner lo conozco de toda la vida, éramos vecinos. Todos los chicos jugábamos en una canchita de barrio que estaba en Belgrano y 25 de Mayo, en Río Gallegos, y a Néstor no lo dejábamos ir porque era un boludo, el tonto del barrio. El tonto que llegó a presidente. Ya de chico, en la juventud, en la política, siempre fue un prepotente. En barra era prepotente; solo no valía nada. Sus familiares, en cambio, los tíos, las tías, eran excelentes personas.

Lo operaron muchas veces de la garganta en Santiago de Chile porque era gangoso. Cuando fue mejorando su dicción, nos pusimos todos contentos más allá de que fuéramos o no amigos. Pero cuando fue electo gobernador, se vengó de toda la gente que se había reído de él. Contra lo que debe ser la concepción de cualquier político, Néstor se tomó una revancha personal y destruyó a los que se habían burlado de su dicción defectuosa, entre quienes estuve yo.

En política nunca estuve con Néstor porque él no era peronista. Nunca fue peronista. Cuando nosotros militábamos en la JP, allá por el año ’70, ’71, él formaba parte de las regionales peronistas. Venía de La Plata a Río Gallegos, armaba despelote y se iba con un grupito de amiguitos suyos.

Tenían repercusión porque eran los “montoneritos”, pero no eran montoneros de verdad.  

Todos sabíamos que Kirchner vendía a los compañeros de acá. Eso que contó al asumir la presidencia en 2003, cuando dijo que lo secuestraron en La Plata, que lo tiraron en un zanjón, es todo mentira. Jamás estuvo preso, a él nunca lo tocaron. Durante la dictadura, yo estuve preso con el padrino de su hijo, Cacho Vázquez, y después me tuve que ir del país.

Néstor era informante de los militares cuando estaba en la universidad, en el ’74 o ’75, junto con otros que se decían compañeros. Hay una foto en la que está detrás de Camps, en una de las visitas del ex jefe de la Policía bonaerense a Río Gallegos. Kirchner fue estudiante destacado durante la última dictadura. Sus primeros pasos en la riqueza los dio con los militares, gracias a los remates que hizo con la financiera Finsud. Él era un tipo muy reconocido dentro del ámbito castrense por su rol de informante. Eso que dijo de los derechos humanos, de las Madres de Plaza de Mayo, fue puro cuento, marketing para la población. A Néstor le desaparecieron compañeros y él no se ocupó de buscar a esos tipos. Como abogado, no presentó ni un solo hábeas corpus. Es más, han ido compañeros a verlo y él nunca se presentó como querellante del gobierno militar. Se han acercado amigos y amigas de ellos para hacerles alguna consulta y Cristina primero les cobraba. (...)

El Frente para la Victoria (FpV) no tuvo nada de frentista: ahí el único que mandaba era Néstor. En más de una ocasión, pasé por el Hotel Comercio mientras él cenaba con otros, y cuando yo le decía que necesitaba hablar con él, Kirchner chasqueaba los dedos y les decía a Zannini y al Rudy Ulloa: “Rajen de acá, que tengo que hablar con él”. Todos salían disparados como ratitas. En el FpV no había ningún peronista de verdad.

Kirchner construyó poder en base al miedo. Su manera de hacer política siempre fue la patota. Tenía una patota muy bien armada. Y más aún cuando fue gobernador. Llegó a tener varias. Cacho Vázquez manejaba una patota, Rudy Ulloa manejaba otra; el Negro Vidal, otra; el Karateca Gómez, otra más. El lema de ellos era “por la razón o por la fuerza”, como dice el escudo chileno. La gente les tenía miedo y ellos se manejaron con la intimidación.

Aún hoy hay funcionarios que le tienen miedo al FpV, miedo a la estructura provincial, porque la patota de Néstor sigue operando. Acá, en Río Gallegos, hoy funciona una estructura de inteligencia peor que la SIDE. En las calles Maipú y Chile no van a lo ideológico sino a lo personal.

Kirchner construyó en base a la extorsión con la vida personal de los ciudadanos. Me consta porque así lo hizo conmigo. Acá hubo quienes querían mucho a Néstor porque era muy carismático, pero le tenían miedo.

El apriete a los medios, que tanto sorprendió a nivel nacional, es una vieja práctica del kirchnerismo. Néstor era intendente de Río Gallegos cuando la Gobernación me designó director de Informaciones de la provincia y me hice cargo de Canal 9. Un día, él y cuatro colaboradores suyos, junto con Rudy Ulloa, tomaron el canal sin darse cuenta de que a las 11 de la noche yo todavía estaba adentro de las instalaciones. Los metí en el despacho de la Dirección y ordené que se labraran actas en la escribanía López Donald. Néstor era muy cagón. Cuando uno le decía las cosas de frente, achicaba enseguida. Le demostré que no le estábamos haciendo una campaña en contra y a la mañana siguiente fui, actas en mano, a ver al gobernador, que me dijo que no les diera pelota. Néstor era jodido en ese tipo de cosas, por eso no me llamó la atención que quisiera manejar los medios de comunicación cuando fue presidente: siempre lo hicieron. De prepo, por la fuerza, porque nadie les ponía límites. Y yo se los puse.

Cristina es patotera como los mejores patoteros que tuvo él. A ella nadie le puso un freno nunca porque también le tenían miedo. El aparato kirchnerista está armado para eso, al estilo nazi. El gobierno más parecido a los nazis que tuvo la Argentina es éste. El kirchnerismo se maneja con el libro de Goebbels: “Miente, miente, que algo quedará”. (...)

José Luis Cárcamo. Vecino de Río Gallegos y militante peronista de la década del 80.
Yo conocí a Néstor a principios de los 80, en Río Gallegos. A su hermana Alicia, que era profesora, la había conocido en el ’79, cuando daba clases en una escuela de servicio social. En la última etapa del Proceso, ella fue subsecretaria de Acción Social, y Daniel Varizat fue subsecretario del Interior. Pero Alicia y Varizat, que en democracia sería ministro de Gobierno kirchnerista, no son los únicos funcionarios de Lupín que lo vinculan con los militares.

Hugo Muratore, ministro de Educación durante la gobernación de Lupín a partir del ’91 y también diputado provincial por el kirchnerismo, había sido en la dictadura presidente de la Comisión de Asesoramiento Legislativo (CAL). Cada decreto de ley llevaba la firma del gobernador del Proceso y debajo lo refrendaba el presidente de la CAL, con lo cual Muratore reemplazaba a la Cámara de Diputados completa. Es decir que, durante el Proceso, Lupín ya estaba armando un cerco: él tenía negociados con los militares. 

Siempre tuvo relación con ellos. Néstor no pidió ni un solo hábeas corpus durante la dictadura. El Rafa Flores, en cambio, presentó alrededor de cien amparos para defender a presos políticos. Es más, se estima que Lupín mandó gente presa. A diferencia de los militantes que fueron desaparecidos, como Juan Carlos Josel, y de los que tuvieron que tragarse varios años de cárcel, como César Vidal, Lupín sólo estuvo preso un par de horas y fue por borracho. Después de la dictadura, cuando él ya era intendente, se negó a recibir a las Madres de Plaza de Mayo. En el ’87, después de la asunción de Lupín, Hebe de Bonafini tuvo que hacer la conferencia de prensa en el local del Partido Obrero porque Lupín no estaba de acuerdo con ella.

Cuando Videla vino de visita a Santa Cruz, alrededor de 1977, Lupín estuvo presente en el evento que se armó. En las revistas hay fotos de ese encuentro. Los milicos estilaban agasajar a los jóvenes distinguidos de la comunidad, que en ese momento eran, entre otros, Roberto López y José “Pepe” de Dios. Lupín no era un joven distinguido pero igualmente estaba ahí acompañando al intendente Sancho, el padre del que luego sería gobernador de la provincia: Carlos Sancho. Sancho padre, que además de ser intendente del Proceso tenía varios comercios, fue el primer cliente que Lupín tuvo en su estudio.

En la entrada del estudio jurídico de Néstor, la placa sólo llevaba su apellido: “Dr. Kirchner”. Cristina nunca figuró como abogada. En el ’76, cuando Lupín se recibió en La Plata, los dos se fueron a Gallegos sin título. Y en el ’77 ella volvió a La Plata para recibirse. En esa época jamás vimos a Lupín en la militancia y Cristina tampoco era nadie en política. 

Un compañero dice que el Lupo estuvo en un partido de fútbol que se hizo entre santacruceños y platenses, y que a los cinco minutos lo echaron porque era una maceta. Lupín no tenía mucha vida social en Gallegos. Recién cuando fue intendente empezó a ir todas las noches a la una de la mañana a Carabela, una confitería que estaba enfrente de Mónaco, la confitería histórica de la ciudad.

A la gente de Río Gallegos no le importaban los vínculos de Lupín con el Proceso porque ése era un valor que acá no tenía mucho peso. En la repartija de los militares, Santa Cruz siempre tuvo la suerte, si se puede hablar de suerte, de caer en manos de la Fuerza Aérea, cuyos hombres eran más educados que los del Ejército. Y acá no hubo tantos atropellos como en el resto del país.

Los Kirchner siempre estuvieron ligados a la derecha. No tienen nada que ver con el progresismo que pregonaron desde la Presidencia de la Nación. Eso es sólo un relato. Lupín era el jefe de cobranzas de dos financieras.

En concreto, su trabajo era apretar a la gente. Iba y les sacaba las cosas. Y no importaba si eran pobres. Al que no pagaba la cuota de la heladera, Lupín iba y se la quitaba. El canalizaba todo eso por el estudio jurídico. Hizo un gran negocio con la 1.050 de Martínez de Hoz. Con esa ley, más pagabas, más debías. Comprabas una heladera y no la podías pagar. Llegaba un día que debías 10 mil mangos, entonces te pedían el embargo de tu casa. Ahí es donde aparecía Lupín. El hacía todo el operativo como empleado de la financiera, levantaba el pedido de embargo, pero iba por atrás y te ofrecía el 30% del valor de tu casa. Así se quedó con 25 propiedades durante el Proceso. Arrancó con esa actividad en el ’76 y lo hizo hasta el ’83 aproximadamente.

Así construyó el patrimonio con el que llegó a la intendencia de Gallegos. (...)

Kirchner tenía una preparación intelectual muy básica. Pero era un tipo que iba para adelante, no le importaba nada, tenía coraje. Lo que no tenía era un discurso con contenido. De hecho, su discurso era bastante superficial.

El siempre construyó política en base al enfrentamiento. Siempre buscó al enemigo. Como hizo en la presidencia con los militares y la Iglesia; el campo le puso algún freno, y con los medios no pudo. Pero él construía en base a un enemigo, sin eso era incapaz de hacer política. Creo que eso habla de un resentimiento personal, cuyo origen está en su infancia.

El padre de Lupín era un empleado del Correo, un hombre muy trabajador que, al igual que muchos de nosotros, mandó a su hijo a estudiar a La Plata. Tenía un Citroën 3CV que después heredó Alicia. La madre era un ama de casa con un apellido de fuerte impronta en Gallegos. Pero en ninguno de los dos casos se trataba de un apellido de abolengo. Uno de los abuelos de Lupín, de apellido Valle, era prestamista.

A los hijos de Néstor y Cristina nunca los conocimos. Ellos no los llevaban a la unidad básica como sí hacíamos nosotros. Tampoco a los actos. Néstor, que estaba dedicado de lleno a la política, viajaba mucho y sólo estaba unas horas en su casa. En Gallegos, los pibes de la edad de Máximo no hablan mal de él. Ni él ni su hermana Florencia son rechazados. Los dos iban al boliche bailable del lugar. En Gallegos todos somos amigos. Mi hijo era amigo de Leo, el hijo de Lázaro Báez. Estudiaron juntos desde el jardín hasta el secundario. (...)

En 2003 los Kirchner encontraron una veta a explotar con los derechos humanos. La economía se caía y encontraron esa reivindicación para atraer a la izquierda, que es la que en los momentos de conflicto encabeza los disturbios. Pero en realidad los Kirchner y la dictadura fueron consecuentes, nunca reivindicaron nada.

En Santa Cruz los cuadros de los milicos están todos colgados, no se bajó ninguno. Ni en la gobernación ni en la Municipalidad de Río Gallegos. Él no hizo nada al respecto, ni como gobernador ni como intendente. Eso de mandar a bajar el cuadro de Videla en Buenos Aires fue una estrategia ante el conflicto económico. Una estrategia que, más allá de su perversidad, le salió bien. Y su arremetida contra la Iglesia, que venía bastante cuestionada, también le salió bien en un primer momento.

El problema es que después hubo uno de esa Iglesia que llegó a papa, y entonces ya no le salió tan bien. La relación del kirchnerismo con la Iglesia siempre fue tirante porque ellos no creen en la religión. Lupín era ateo, como la izquierda marxista. De hecho, al gran ideólogo del programa nacional y popular, Zannini, le dicen “el Chino” porque en la universidad militaba en base a los programas de la juventud maoísta.

Zannini es un intelectual, el impulsor de la re-reelección en Santa Cruz, de la ley de lemas y del diputado por municipio. Así se quedaron con la reelección indefinida, y con 22 diputados sobre un total de 24. Sin respetar a las minorías sobre las que ellos hablaban cuando no tenían tanto poder.

Puricelli se fue del PJ porque Lupín eliminó las minorías en el partido. El partido único, en el que todo se reducía a la figura de Kirchner, es lo que querían implementar a nivel nacional. 

Gracias a Dios, les pegaron una piña en Misiones y el plan no dio resultado. El cura Joaquín Piña salvó al país de una gran dictadura cuando frenó la reelección del gobernador misionero Carlos Rovira. Ese fue un ensayo kirchnerista para poner en el tapete la re-reelección presidencial. Algo parecido a lo que hicieron en Santa Cruz. Después vinieron las reformas de la Justicia, que no son otra cosa que articulaciones para tomar el poder y dominar. Los Kirchner y Menem son iguales: Néstor y Cristina apoyaron la privatización de YPF con Menem, y diez años después los tres apoyaron la nacionalización. Van para donde les conviene, no tienen una ideología. Hasta apoyaron el Pacto de Olivos en el ’93, y un año después, en la reforma constituyente, votaron una nueva ley de coparticipación federal que nunca cumplieron.

Kirchner fue un facho, nunca le interesó el peronismo, sólo le importó el poder, la plata. A Cristina le interesó generar rebeldía, construía su discurso en función de esa rebeldía. Ambos construyeron poder de manera perversa. (...)

© Escrito por Julio Bárbaro, Oscar Muiño y Omar Pintos el domingo 16/11/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.





sábado, 29 de marzo de 2014

El país de Cristina... De Alguna Manera...


El país de Cristina...

Ya probaste el chiquitto… Ahora probá el grandote. Dibujo: Pablo Temes. 

Preocupa una Presidenta que habla de trivialidades y elude los temas de fondo. Zancadillas 2015.

El problema más grave de la Argentina tiene dimensiones gigantescas, pero habita en un lugar pequeño: la cabeza de Cristina. Es difícil comprender qué piensa la presidenta de la Nación cuando despilfarra una cadena nacional para hablar de frivolidades mientras el país arde en la mayor crisis educativa de la década, se congela de pánico frente a una inseguridad que crece geométricamente y es víctima de un feroz ajuste ortodoxo que es música para los oídos del Fondo Monetario Internacional.

La falta de información certera y la liviandad para asumir la realidad hizo correr frío por la espalda de una sociedad que acumula broncas diversas y que se prepara para paralizar la Nación el 10 de abril con las centrales obreras a la cabeza y que incuba cacerolazos para cuando el tarifazo y la devaluación impacten de lleno en sus bolsillos. La jefa de Estado obliga a que una columna de análisis político tenga que explicar nimiedades vinculadas a las bandejitas de catering que las líneas aéreas ofrecen a sus pasajeros o las bondades de los distintos tipos de alfajores. Fantoches se les llama a ciertos títeres ridículos que provocan risa, como algunos de sus funcionarios, que tratan de atajar todos los penales que Cristina les patea al ángulo de manera sorpresiva. 

La Presidenta y su gobierno tienen méritos para exhibir. La asignación universal, el matrimonio igualitario, la vigencia de las paritarias y varios más. Pero no debería encapricharse en sacar pecho por Aerolíneas Argentinas, que nos costó 700 millones de dólares por año a todos desde que los pícaros muchachos camporistas se hicieron cargo. Es tan inmenso el barril sin fondo que el caso Aerolíneas se estudia en el mundo de los negocios como un tema extremo e insólito. La Presidenta no lo sabe, pero nadie le dice que Aerolíneas no es la única que reparte algún tentempié durante los vuelos de cabotaje. LAN incorporó una cajita de productos Havanna donde hay una bolsita con snack, un alfajor y una galleta dulce, además de las gaseosas, el jugo o el café. Un lujo, che, como dijo Cristina. 

Y no hay que pagar en “efeté”, para seguir con su lenguaje. Aerolíneas hizo bien en copiar esa idea, aunque lo hace casi con los mismos elementos, pero de Arcor. Lo grave es que, además del agujero negro terrible que genera para nuestra economía, Aerolíneas tiene cosas inexplicables. El vuelo a Jujuy, adonde no va otra empresa, vale un 30% más que el de Salta (adonde viajan también LAN y Andes), pese a que es la misma distancia. Curiosidades que Cristina no tiene por qué conocer, pero que debería averiguar.

Referirse a los dos aires acondicionados que se compró su madre y al poco frío que hacía en la sala donde le hicieron la resonancia magnética en Italia por el percance del esguince puede ser un paso de cordialidad coloquial si son colaterales a los temas que más preocupan a los ciudadanos. Pero quedarse solamente con esas cuestiones menores lleva a la pregunta más inquietante desde el punto de vista institucional. ¿Qué le pasa a Cristina? ¿En qué país vive quien se siente la madre de todos los argentinos, que, a veces, nos sentimos huérfanos de conducción?

Axel Kicillof, el ministro que abandonó el marxismo académico para convertirse en el ejecutor de las medidas más neoliberales, podría concursar como inventor de metáforas o, mejor dicho, de eufemismos. “Deslizamiento de precios”, bautizó a la inflación, que licuó el aumento semestral de los jubilados en sólo sesenta días, y ahora denomina “reducción diferencial de subsidios” al simple y llano “tarifazo”. Y, si no lo cree, que le pregunte a Hugo Yasky, a quien nadie podría acusar de opositor, que dijo que “la devaluación afectó fuerte el bolsillo” y que “deberían reducir subsidios por el nivel de ingresos de cada familia” porque, se preguntó, “¿cómo baja un 20% del consumo alguien que sólo tiene una cocinita de cuatro hornallas?”. 

Puro sentido común, que escasea en varios ministerios. Es ofensivo a esta altura, provocador, que el ministro de Educación de la Nación haya enmudecido frente al conflicto de los docentes bonaerenses y ocho provincias más que sacudió las fibras íntimas de las familias. Me hizo acordar a una chicana de Julio Bárbaro sobre la presunta genialidad de los que no hablan en política, como Carlos Zannini o Máximo Kirchner: “No hablan porque no tienen nada para decir”.

La parábola descendente del cristinismo debe ser custodiada por toda la sociedad para no permitir que se desborde. Los ataques a Sergio Massa (responsable del paro, de la inseguridad y la falta de cloacas en Tigre, según Capitanich) y el aislamiento hostil al que someten a Daniel Scioli, para que se cocine en su propia salsa con los maestros estrella de los programas oficialistas, es un gesto desesperado ante la ausencia de un candidato puro de Cristina que tenga chances reales de superar el 10% de los votos. Miguel Díaz, el sindicalista docente, contó por radio que los funcionarios del sciolismo les confesaban que era Cristina la que boicoteaba todo tipo de acuerdo hasta que se hizo la luz.

Cosecharás tu siembra. Fue tanta la concentración del poder y los negocios sucios del matrimonio Kirchner que en lugar de que florezcan mil flores se pisaron todos los brotes. Cristina está aceptando lentamente la idea de que necesita que no gane un peronista de ninguna especie para poder soñar con un regreso heroico tipo Michelle Bachelet o, por lo menos, aspirar a la módica ambición de no recorrer los tribunales de la mano de Máximo y de un tal Lázaro Báez.

© Escrito por Alfredo Leuco el Viernes 28/03/2014 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.