Cristina se fue del peronismo, el
partido que siempre despreció y nunca entendió…
Cristina Kirchner en la
entrada del Instituto Patria (Nicolás Aboaf)
La ex presidente nunca comulgó con las ideas del
peronismo y siempre se sintió más cómoda entre los sectores de izquierda. Por
qué su ruptura significa el final del kirchnerismo
© Escrito por Julio
Bárbaro el domingo 18/06/2017 y publicado por el portal de noticias Infobae de
la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
El Maestro Aníbal
Troilo en "Nocturno a mi barrio" refuta la acusación de haberse ido
con palabras claras: "Si siempre estoy llegando…". Algo similar
podría decirse de Cristina Kichner: no se puede ir del peronismo porque nunca
adhirió al mismo. Podría haber intentado superarlo, aunque nadie puede superar
aquello que ni siquiera intentó comprender.
El peronismo nunca
fue ni de izquierda ni progresista. Sí fue acompañado por una importante
izquierda nacional que desarrolló un sólido aporte teórico, pero nunca por
aquellos sectores que dependían del pensamiento europeo, como el Partido
Comunista, que de puro ruso nunca tuvo nada que ver con nosotros. Y lo del
"progresismo", eso es otra cosa. Ambos son modelos universitarios,
integran un universo que pocas veces acompañó a los trabajadores.
Recordemos que la
universidad descubre el peronismo recién con las "Cátedras
Nacionales", allá por los 70. No en vano era "alpargatas sí, libros
no"; los que andaban en alpargatas refundaron la nación en el 45, mientras
que los de los libros sólo empezaron a descubrirla casi tres décadas después.
El peronismo fue una identidad cultural: Catulo Castillo, Homero Manzi y
Enrique Santos Discépolo participaban en su nacimiento; Leopoldo Marechal lo
describía como nadie y Hugo del Carril y Nelly Omar fueron sus voces. Eran
"cabecitas negras", difícil que fueran "progresistas".
Cada vez está más claro que mientras Néstor
construyó una fuerza política, Cristina tan solo la heredó. Nunca quiso al
peronismo, tampoco fueron de izquierda en la mala ni defendieron los derechos
humanos ni fueron perseguidos. Todo es una cobertura que los del oficio de Durán Barba hicieron para
el ayer. Ni peronista ni nada que implique un compromiso con el pensamiento
nacional, tampoco con la industria ni con la clase trabajadora, sólo con la
marginalidad, con aquellos que se caían del sistema. Subsidiaron a los caídos,
ni siquiera intentaron integrarlos socialmente.
Los Kirchner participaron de la privatización de YPF y dieron discursos sobre
los ferrocarriles destruidos, pero nunca recuperaron ninguno. El peronismo
fabricaba aviones, desde ya vagones, ellos compraban todo afuera, importaron
los vagones y hasta los durmientes. Están a la derecha de la misma estructura
agropecuaria a la que tanto denigran.
Cristina se fue del peronismo pero nunca
participó de sus ideas. Asumió el resentimiento de las izquierdas
fracasadas, de aquellas que eligieron la violencia y que todavía nos deben una
autocrítica, que siempre nos acusaron de
"bonapartismo", de fascismo y otras etiquetas importadas de Europa
donde ellos abrevaban sus supuestas ideologías.
Los países hermanos como Uruguay,
Chile, Brasil tienen teóricos sabios que acompañan a sus pueblos. Aquí la cosa
es al revés, las izquierdas se imaginan "vanguardia iluminada" como
si merecieran conducir a "las masas". Y ahí estriba el conflicto
central: nuestro pueblo gestó su propio pensamiento que es peronismo por lo
tanto no necesitó importar ninguna de las teorías extranjeras. Las izquierdas
intentaron conducir al pueblo y destruir a Perón, sustituirlo por Fidel, el
Che, Mao o tantas otras variantes.
Hace décadas,
tomando ginebra en Barracas con Godoy, un filósofo analfabeto, se acercó un
militante a decirle "¿Godoy, conocés a Mao Tse Tung?" y Godoy le
respondió sonriendo "Sí, claro, es el Perón de los Chinos".
Cristina se fue
del peronismo, adonde nunca había llegado. A su lado quedan los que imaginaban
que el kirchnerismo tenía algún futuro aunque sea obvio que no lo tiene. Ella
es la heredera de un constructor que era Néstor, ahora todo es gastar a cuenta,
dilapidar la fortuna. Si gana, pierde o empata, eso es secundario; queda sola
en la Provincia de Buenos Aires y para su propia candidatura. Luego será el recuerdo, como Menem. Los partidos
del poder se disuelven al perderlo.