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domingo, 12 de noviembre de 2023

Operación corrupta y berreta... @dealgunamaneraok...

Operación corrupta y berreta...


Huyamos hacia la derecha. Dibujo: Pablo Temes 

Es un auténtico Watergate, fruto de una investigación judicial detallada que ha provocado un revuelo fenomenal en UxP.

“Vamos a terminar con los sótanos de la democracia¨, fue una de las recordadas frases de Alberto Fernández en los albores de su presidencia. Como tantas otras frases dichas por un hombre que, como pocos, desnudó su pusilanimidad no bien llegó al poder, todo quedó en vanas promesas que la realidad ha desmentido de manera brutal en estas horas con el resonante caso del espionaje organizado por personeros del poder y con utilización de fondos públicos. 


Este hecho, un verdadero Watergate que descubierto por una investigación judicial abundante en detalles que dejó expuesta una operatoria corrupta y berreta. Todo dentro del kirchnerismo es así y, si algo le faltaba al kirchnerismo para quedar expuesto en todo su fracaso y en toda su mentira, es esto. No es que sorprenda. Es la esencia de la concepción antirrepublicana que movió siempre a Néstor Kirchner y que compartió su esposa y heredó su hijo. Son abundantes los testimonios que narran la compulsión que tenía el ex-presidente para sentarse en el final del día a escuchar las grabaciones ilegales de las conversaciones privadas tanto de sus acólitos y de sus adversarios que le proveían “los servicios”. A los unos para conocer sus traiciones, y a los otros, sus debilidades. 


En ambos casos, la finalidad era la misma: someterlos a la extorsión. Es allí donde tiene su génesis el escándalo político de baja estofa al que estamos asistiendo en estos días. Claro que no son prácticas exclusivas del kirchnerismo: también las hubo en el macrismo. 


La gran diferencia de este caso es que el objetivo principal fue la Corte Suprema de Justicia. Esto responde a la necesidad de una sola persona: Cristina Fernández de Kirchner.

Debe siempre recordarse que, el motivo principalísimo por el cual batalló la expresidenta en funciones durante los cuatro años de este catastrófico gobierno, fue lograr la impunidad en las diversas causas que enfrenta por el delito de corrupción en sus diversas formas. ¨El principal problema que tiene Cristina en su contra en todos estos casos es el peso abrumador de las evidencias¨, suele señalar una voz que conoce al dedillo todo lo que sucede en el ámbito de los tribunales federales de la avenida Comodoro Py al 2000. Frente a esa realidad, la única alternativa que le quedó a CFK fue la de perseguir a los jueces a fin de presionarlos, amedrentarlos y vilipendiarlos. En ese afán investido de un creciente desasosiego motivado por el paso del tiempo y el temor a la pérdida de poder, el último y desesperado recurso fue el proyecto de juicio político a la Corte. Fruto de ese desasosiego, los operadores de la vicepresidenta y de su hijo Máximo cometieron dos errores garrafales: se metieron nada menos que con la Corte y lo hicieron con operadores de cuarta categoría. Hay un dicho que circula en los ámbitos de los servicios de inteligencia que dice así: “Para hacer lo peor, hay que hacerlo con los mejores”. Ni el expolicía retirado Ariel Zanchetta, ni Fabián “Conu” Rodríguez, número dos de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), exdirector de la agencia oficial de noticias –y operaciones de prensa Télam y exfuncionario del gobierno de Axel Kicillof–, ni Rodolfo Tahilade, diputado nacional, integrante de la Comisión de Juicio. 


Político, exdirector de Contrainteligencia de la AFI durante la mala gestión de Oscar Parrili, pueden ser considerados como “mejores” en nada. Muy por el contrario, todo lo que emana de sus afiebradas mentes tiene el sello de lo definitivamente berreta. 

El escándalo por el espionaje responde a la necesidad de una sola persona: Cristina Kirchner.


El presidente de la Corte, Horacio Rosatti, es un hombre del peronismo que conoce muy bien a la familia Kirchner. Los conoce desde los tiempos de las sesiones de la Comisión Constituyente que sesionó durante tres meses a partir del 25 de mayo de 1994 en la ciudad de Santa Fe y que estuvo a cargo de la redacción de la Constitución de 1994. 


La vicepresidenta, su esposo y el ministro de la Corte fueron miembros de la Comisión, y todos los que fueron protagonistas y testigos de esas sesiones recuerdan la intrascendencia de Néstor Kirchner y la verborragia muchas veces vacua de su esposa, algo propio de abogados mediocres. Por si esto fuese poco, Rosatti fue ministro de Justicia del gobierno del Dr. Kirchner. Fue nombrado en julio de 2004, reemplazando a Gustavo Béliz. Duró en el cargo un año, al cabo del cual presentó su dimisión argumentando “razones personales”. Todos los que sabían lo que en verdad había sucedido tenían un cabal conocimiento de que la razón de esa renuncia tuvo que ver con un desacuerdo con el modo de manejo del dinero de la obra pública que hacía el secretario de Obra Pública, José López. El caso concreto que motivó ese desacuerdo fue una licitación para la construcción de cárceles que Rosatti se negó a convalidar al advertir los sobreprecios que se habían presupuestado.  


Es decir: el presidente de la Corte conoce las mañas, las trampas, las mentiras y la corrupción del kirchnerismo. Lo constató una vez más cuando, ante el comienzo del juicio político a él y los otros miembros del cuerpo, advirtió, a partir del descubrimiento de cuentas de celulares falsas que figuraban a su nombre y de otros de sus colegas, que toda la acusación estaba montada sobre pruebas ilegalmente obtenidas. Fue entonces cuando actuó. Hubo un fiscal de indiscutible probidad y decisión, Gerardo Pollicita, que con rapidez y sagacidad pudo llegar a investigar esta red de espionaje que conducen CFK y su hijo Máximo.  


El revuelo que esto está produciendo dentro del peronismo a una semana de la elección es fenomenal. 


Las broncas contra Máximo Kirchner se multiplican. El panorama electoral de repente se ha complicado. 


Al núcleo duro del kirchnerismo y a una parte importante de la sociedad estos temas no les mueven la aguja. Pero a un porcentaje alto de los ciudadanos que votaron por Patricia Bullrich, sí. Para el votante de No Tan Juntos por el Cambio, la corrupción y el espionaje son temas sensibles que están en su radar político.  


Sergio Massa, que no bien conocido el caso de Julio “Chocolate” Rigau y el yategate que comprometen seriamente a Martín Insaurralde, salió a pedir que lo echen, no ha tenido la misma premura para exigir y/o decretar la renuncia de Fabián “Conu” Rodríguez, que con fondos públicos pagó varias de las operaciones berretas de Zanchetta. Para quienes no lo sepan, Rodríguez responde directamente a Máximo Kirchner. 


Y Rodolfo Tahilade, a Cristina Fernández de Kirchner. ¿hace falta agregar algo más?.



   






domingo, 4 de diciembre de 2022

Sufrir y soñar… @dealgunamaneraok...

 Sufrir y soñar… 

Barrabravas, Cristian Ritondo. Dibujo: Pablo Temes.

Mientras el Gobierno aumenta sus desmanejos, la gente padece. 

© Escrito por Nelson Castro el sábado 03/12/2022 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

En la Argentina pasan cosas dentro del ámbito de la política durante el Mundial de Fútbol. Son hechos lamentables y peligrosos como, por ejemplo, lo sucedido el jueves pasado en la bochornosa sesión de la Cámara de Diputados en la que el oficialismo intentó extender por otro año la designación de Cecilia Moreau como presidenta del cuerpo. 

El escándalo al que contribuyeron tanto el oficialismo cuanto la oposición, fue causado por la negativa del Frente de Todos contra Todos de frenar el ingreso de la diputada Reyes, de No tan Juntos por Cambio, al Consejo de la Magistratura. El objetivo tanto de esta maniobra como la del Senado de desobedecer la decisión es claro: paralizar el funcionamiento del Poder Judicial. Los ataques no cesan. 

Salvo una sorpresa, el fallo que le aguarda a Cristina Fernández de Kirchner debería serle adverso. El cúmulo de pruebas es de tal magnitud que sería un escándalo que se le absolviera. La debilidad de sus argumentos obligó a que toda la estrategia defensiva de su abogado, Carlos Beraldi, tuviera un enfoque exclusivamente político. 

Las últimas palabras que pronunció la vicepresidenta el martes pasado fueron del mismo tenor. Habló de un “pelotón de fusilamiento”, una definición absolutamente falaz. Quienes la están juzgando son jueces de la Constitución a los que ella misma nombró.

El fallo que le aguarda a CFK debería serle adverso por el cúmulo de pruebas. 

Lo que en verdad se esconde en este Niágara de descalificaciones que enunció la expresidenta en funciones es el temor a la condena. Ella sabe que nunca irá presa. La afectan dos cosas: pasar a ser una persona con prontuario y los títulos de los medios. Para alguien que ha hecho del relato uno de los elementos clave de su accionar en la política, “Cristina condenada”, sin dudas el título que más se replicará si el fallo así lo determina, la perturba profundamente. No sólo la perturba; también la desequilibra emocionalmente. 

Al fin de cuentas, ingresará al club que ya integran su ex vicepresidente de la nación Amado Boudou, el ex Ministro de Planificación Julio De Vido, el ex secretario de Obras Públicas que fue sorprendido revoleando bolsos con dinero, José López, y el ex secretario de Transporte, Ricardo Jaime. 

Los llamados a resistir el posible fallo condenatorio a la vicepresidenta por parte de sus acólitos representa un desafío para la institucionalidad de nuestro país. Sin institucionalidad no hay democracia. Hasta que la sentencia quede firme, le resta a CFK un largo camino por recorrer en el ámbito de la Justicia a través de las apelaciones. 

Nada de esto parece serle suficiente. Las puebladas que se estimulan desde el kirchnerismo son un arma de doble filo. Tienen como objetivo desobedecer un fallo judicial. Tienen, además, el riesgo de derivar en actos de violencia. Son como una caja de pandora: una vez que se abre, nadie sabe en qué puede terminar. 

En el Gobierno algunos se jactan de que, quienes agitan la calle, son personajes secundarios. Entre ellos está Luis D’Elía, un hombre profundamente violento y antidemocrático. Pero también hay sindicalistas y líderes sociales como Juan Grabois que hace pocos meses increpó directamente al presidente de la nación Alberto Fernández enrostrándole la inflación y el hambre de la gente.   

Medidas retrógradas 

En el Frente de Todos contra Todos deberían reflexionar sobre ello. Al jurar como Vicepresidenta de la Nación, CFK prometió observar y hacer observar de cuanto ella dependa la Constitución Nacional que, entre otras cosas, contempla la división de poderes. Sus ataques al Poder Judicial son exactamente lo contrario de lo que prometió. La mentira está en la esencia del kirchnerismo. Haz lo que yo digo pero no lo que yo hago. 

En tanto, en un clima social y económico cargado de tensión, donde los dólares escasean y las empresas no pueden importar productos terminados y, en muchos casos, tampoco insumos para la producción, el Presidente de la Nación decidió que era un buen momento para comprar un avión presidencial. El Gobierno desembolsará más de 22 millones de dólares. La operación se llevará a cabo mediante una ampliación presupuestaria que se financiará, además, con un crédito de la Corporación Andina de Fomento, con un plazo de 10 años. 

Mientras tanto la gente sufre el ajuste donde manda el tarifazo. Las boletas de AySa que dejaron atrás los subsidios en los barrios de la Capital Federal y vastas zonas de la provincia de Buenos Aires, llegaron con aumentos que superan el 200 por ciento. 

El avión presidencial es un capricho desmedido, una actitud que debería avergonzar al oficialismo todo y que terminaremos pagando el resto de los argentinos. En los momentos más difíciles el kirchnerismo siempre redobló la apuesta llevando el disparate al extremo. 

La gente sufre. 

Los poderosos sueñan.



  

domingo, 28 de agosto de 2022

Mitologías. Nada nuevo bajo el sol… @dealgunamaneraok...

 Mitologías. Nada nuevo bajo el sol… 

V, Cristina Fernández. Dibujo: Pablo Temes. 

La épica de la proscripción y la persecución política, que hoy invoca Cristina Kirchner, al peronismo siempre le sienta muy bien.

© Escrito por Nelson Castro y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de las/os Argentinas/os.


Alberto Fernández está políticamente terminado, pero desde su penosa agonía sigue trabando como puede la gestión. Sabe que Massa –por el momento– ha decidido estar más cerca de CFK y eso lo mortifica”. Asegura un peronista que había comprado la ilusión de un gobierno moderado.
 

La lamentable sobreactuación que el Presidente tuvo en el reportaje que les concedió a Marcelo Bonelli y Edgardo Alfano generó la furia de la vicepresidenta y el núcleo duro del kirchnerismo. El rostro desencajado que tenía la portavoz gubernamental, Gabriela Cerruti, a la salida de los estudios de TN dio el indicio de que haber reflotado el caso Nisman para descalificar al fiscal Diego Luciani constituyó un grueso –y repudiable– error político. Es bien sabido que, como lo ha determinado la Justicia, el fiscal especial de la causa AMIA fue asesinado.

“Es un pelotudo sin remedio. No solo porque trae al presente lo de Nisman que nos complica sino porque, además, saca del centro de la escena la causa de Cristina”, señalaban con indisimulada bronca varias voces del kirchnerismo duro. 

Si no fuera por el dramatismo de la compleja realidad argentina, bien podría decirse –parafraseando a Jorge Luis Borges– que AF se ha transformado en una “criatura risueña de una mitología casera”. 

Los interrogantes que las conductas del Presidente abren sobre su personalidad son inquietantes. En la política argentina hay abundancia de “panqueques” y mentirosos. AF es uno de ellos. Pero lo que estamos viendo no es solo la práctica de la mentira sino algo más: el poco respeto a su dignidad. Hace y dice cosas que lo degradan permanentemente. Lo de Nisman y Luciani es una muestra. Los efectos de la  enfermedad del poder son siempre brutales.  

Se acabaron las fichas

“Cristina sabe lo que hace. Está convencida de que no merece estar en el banquillo para ser parte del show de los fiscales. Los periodistas dejen de joder con lo del indulto. Lo dicen para mortificarla. La única salida que ella espera es la Justicia. Y la Justicia es la absolución. El indulto es para los culpables. Por supuesto que está muy preocupada por Máximo. Pero nadie va a permitir semejante atropello” –se limitan a decir desde el Instituto Patria. 

Hay un primer error a señalar en este intento permanente del kirchnerismo de atribuir todos sus males al periodismo. Quien habló de la idea del indulto fue el ex ministro de la Corte Suprema, Eugenio Zaffaroni. Esto disgustó a CFK que ordenó a sus secuaces detener cualquier intento de avanzar con esa idea. 

Ahí apareció entonces Oscar Parrilli para hacer saber el pensamiento de su jefa. Se indulta a quien comete un delito. 

La vicepresidenta está convencida de ser un prócer. Ella forma parte ya de la historia de la argentina. Pero eso no le alcanza: ella se considera a sí misma como la fundadora de la Patria. Cree que sus dos gobiernos y el de su esposo fueron los mejores de la historia. No solo lo cree sino que lo dice. La última vez fue el martes pasado en su desordenada y larga defensa realizada el martes pasado desde su despacho en el Senado. 

Esa extensa perorata dejó una conclusión muy categórica: sus argumentos defensivos son débiles. En medio de esa maraña de cosas todo fue echarle la culpa a Macri. A la confusión se le sumó el disparate de atribuirle al ex presidente la propiedad de los millones de dólares que contenían los bolsos de José López. 

La peligrosa andanada intimidante contra el fiscal Luciani es algo que los Kirchner viene haciendo desde siempre contra aquellos fiscales que, cumpliendo con su deber, los investigaron ante causas de corrupción que los incriminaban. En 1995 dejaron cesante al procurador de Santa Cruz, Eduardo Sosa, quien investigaba la contratación por fuera del Estado de un estudio de abogados para negociar el cobro de 600 millones de dólares que la Nación le adeudaba a la provincia en concepto de regalías petroleras. 

Una agonía premeditada 

La remoción de Sosa fue motorizada por la hoy vicepresidenta a través de la Legislatura provincial, que creó dos cargos nuevos – el de agente fiscal y el de defensor de pobres, ausentes e incapaces– y lo dejó cesante. 

En diciembre de 2013, la procuradora general de la Nación, Alejandra Gils Carbó, decidió iniciarle un juicio político al fiscal federal José María Campagnoli –sin ninguna prueba que indicara un mal desempeño del cargo de su parte– que estaba investigando a Lázaro Báez.

El 18 de enero de 2015 el cuerpo sin vida del fiscal Natalio Alberto Nisman fue hallado en su piso de Puerto Madero. Al día siguiente, el fiscal especial para el caso AMIA, debía presentarse en el Congreso a  ratificar las graves denuncias que había hecho contra la entonces presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, por el memorándum de acuerdo entre la Argentina e Irán. Como se ha dicho más arriba, la Justicia ha determinado que Nisman fue asesinado.

Ahora, el que está en la mira del kirchnerismo, es el fiscal federal Luciani. Contra él se viene aplicando la misma metodología de la intimidación y la descalificación que ocurrió en los casos precedentes. Eso incluye los carpetazos, que no solo abarcan al fiscal sino que se extienden a los jueces.

El problema que tiene CFK no es la carátula de la causa sino las evidencias. Son las evidencias las que la incriminan más allá de la calificación del caso. Sobre si se podrá comprobar o no la figura de la asociación ilícita hay una intensa discusión jurídica. De lo que no hay dudas, en cambio, es sobre los actos de corrupción diligenciados por los Kirchner.

La teoría de que la corrupción en la obra pública de Santa Cruz fue culpa de funcionarios infieles de los que nada sabía el matrimonio presidencial, no resiste el más mínimo análisis, ya que los involucrados eran todas personas allegadas a ellos: Lázaro Báez, Julio De Vido, José López.

La causa que incrimina a CFK le ha permitido recuperar la épica de la proscripción y la persecución política que al peronismo siempre le sienta muy bien. Por eso el sueño del “17 de octubre de Cristina”. Hace 21 años, Carlos Menem hizo lo mismo y, al igual que la vicepresidenta, buscó por medio de su banca en el Senado los fueros para evitar la cárcel. Como se ve, en la política de la Argentina nada nuevo hay bajo el sol.



   

lunes, 29 de noviembre de 2021

La permanente involución… @dealgunamaneraok...

 La permanente involución… 

Donde hay un dólar, Martín Guzmán. Dibujo: Pablo Temes 

Impunidad, degradación institucional, relato y mentira en lugar de la realidad: la Argentina que tanto nos duele. 

Escrito por Nelson Castro el sábado 27/11/2021 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.


Con el sobreseimiento de Cristina Kirchner y sus hijos, Máximo y Florencia, en la causa Hotesur y Los Sauces –acusados nada menos que de lavado de dinero–, la impunidad y la degradación institucional alcanzaron el pasado viernes niveles preocupantes para cualquier república que se considere bien establecida. Hay en las últimas decisiones de una parte de la Justicia que debe juzgar a la vicepresidenta y sus secuaces una lamentable coincidencia: las acusaciones se caen sin siquiera llegar a juicio. Esto es, sin la culminación del proceso, sin escuchar a los testigos y sin la exposición de pruebas en su contra. 


Ya había ocurrido en las causas Qunita y Memorándum con Irán. Mucho se ha hablado del plan de impunidad de CFK sistemáticamente negado por sus abogados, allegados y correligionarios; lo cierto es que la realidad viene demostrando que su diseño se viene cumpliendo a rajatabla. “Cristina necesitaba sí o sí evitar este juicio porque, de haberse llevado a cabo, el cúmulo de evidencias en su contra era tal que no hubiera habido ninguna posibilidad de lograr la absolución”, explica una fuente judicial que conoce la causa al dedillo. La ex presidenta en funciones sabe que nunca irá presa. No es esa su preocupación. Lo que la perturba es la existencia de una condena. 


Amado Boudou logró una reducción del tiempo que pasó preso. Lo que no consiguió –ni conseguirá– es evitar su condición de condenado, es decir, de persona con prontuario. Lo mismo se aplica para Julio De VidoRicardo JaimeJosé López y Juan Pablo Schiavi. La otra cosa que inquietaba a CFK era la situación de su hija Florencia, que no tiene fueros. Para ella, el destino inevitable era la cárcel.

 

En la Justicia hay muchos jueces, fiscales y funcionarios honestos. A todos ellos, el bochornoso fallo dividido del Tribunal Oral Federal Número 5, integrado por Adrián GrünbergDaniel Obligado –que votaron a favor– y Adriana Palliotti –que votó en disidencia y afirmó que “no se advierte la existencia de evidencia alguna con el alcance de ‘prueba nueva’ (...) que pudiera habilitar, siquiera mínimamente, esta vía para arribar a un sobreseimiento”–, deja mal parado a todo el sistema judicial como tal.

 

El apuro en la emisión del fallo tampoco es casual. El Dr. Grünberg termina su subrogancia la semana que viene y, además, el 10 de diciembre, el Frente de Todos contra Todos perderá su supremacía en el Senado, lo cual echa por tierra el sueño de la reforma judicial pro impunidad anhelada por CFK.

 

El fallo pone en jaque la credibilidad del Poder Judicial. Esta es la verdadera dimensión del significado del veredicto de los camaristas Grünberg y Obligado. Y eso tiene consecuencias nocivas para la consolidación del concepto republicano que rige la vida institucional de nuestro país. Cuando la Justicia consagra la impunidad, el ordenamiento social se ve alterado. Si la decencia y la indecencia dan lo mismo, la corrupción finalmente triunfa. Nadie crea que se puede combatir la pobreza en los lugares donde el delito se impone. Los países con más altos niveles de decencia de sus funcionarios son los países donde hay mayor igualdad social. La corrupción en el poder y la pobreza van de la mano. Donde impera la corrupción, la ley no vale nada. Es lo que estamos viendo en muchas zonas de la Argentina.  


En las últimas decisiones de la justicia sobre CFK las acusaciones no llegan a juicio.


La vicepresidenta ya tenía conocimiento de este fallo cuando el pasado miércoles por la noche reapareció por primera vez –luego de su operación y del silencio poselectoral– en el brindis de despedida de los senadores que concluyen su mandato. En el encuentro –de carácter privado– no dejó definiciones políticas pero se la vio distendida y de muy buen humor, algo no habitual en ella. En rigor a la verdad, quien interprete su ausencia mediática como un repliegue se equivoca. CFK está activa y sigue de cerca todas las actividades de gobierno con ojo crítico y mano lista para volantear; desde la negociación con el FMI hasta la llamada ley de envases que, de aprobarse el proyecto, funcionará en la práctica como una nueva caja para las organizaciones sociales.

 

En su conferencia de prensa del viernes la señora portavoz de la presidencia, Gabriela Cerruti, teorizó sobre los logros del Gobierno y la “flamante” situación del país para justificar la medida restrictiva para quienes no pueden cancelar el saldo de sus viajes al exterior en un pago y optan –u optaban– por hacerlo en cuotas. 


Según Cerruti todo está tan bien que el nuevo cepo al turismo es necesario. Veamos sus palabras de manera textual para que se entienda un poco mejor lo inentendible: “Es una disposición del Banco Central que es momentánea y puntual, que se refiere a algo absolutamente específico y que tiene que ver con este proceso de crecimiento y reactivación económica en el que estamos, muy fuerte. Han visto las cifras de esta semana de reactivación del consumo, del turismo interno, de las pymes, de la actividad económica”. El kirchnerismo cree que todo es relato y mentira. La medida que tomó el Banco Central tiene una sola explicación: faltan dólares, el acuerdo con el FMI es todavía incierto y hay temor a lo que pueda suceder en el mercado cambiario.

 

Todas estas cosas ya sucedieron en el pasado. Es la larga y permanente involución de la Argentina que tanto duele.

 

Producción periodística: Santiago Serra.




domingo, 15 de diciembre de 2019

Alberto une, Cristina divide… @dealgunamanera...

Alberto une, Cristina divide…

Él y Ella. Dibujo: Pablo Temes.

El Presidente multiplica gestos para cerrar la grieta; la vicepresidenta le marca la cancha para endurecer las relaciones con la oposición.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 15/12/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


Alberto Fernández ha comenzado su presidencia con un objetivo: unir. Tiene un problema: Cristina Fernández de Kirchner, que siempre divide. Casi como si fuera un slogan de campaña electoral, esa es la ecuación política que han dejado a la vista los primeros días del nuevo gobierno.

Alfonsín y Cristina. El discurso del Presidente ante la Asamblea Legislativa tuvo la impronta de aquellos que supo pronunciar Raúl Alfonsín y que constituyen su legado histórico. Un legado de pluralidad y respeto hacia el que piensa y opina diferente, virtudes esenciales de la democracia que el kirchnerismo pisoteó y que Mauricio Macri y su núcleo duro poco hicieron –más allá de las palabras– por revivir.

“Yo quiero ser el presidente de la escucha, del diálogo, del acuerdo para construir el país de todos”, dijo en la parte final de su discurso Fernández. Y dio en la tecla: como se ha dicho ya, una y mil veces, si esa grieta no se revierte, no habrá plan económico que pueda sacar a la Argentina del fangal en el que la han dejado la suma de los dos gobiernos de CFK y el de Macri.

Ese mensaje de unidad del Presidente, acompañado por los gestos que tuvo en el Congreso, tanto con su predecesor como con la vicepresidenta saliente –cuya silla de ruedas empujó hasta el estrado–, en nada fue acompañado por Cristina Kirchner.

Todo en ella –su gestualidad, sus actitudes, sus discursos y sus obsesiones– no ha hecho más que confirmar su narcisismo y egocentrismo, factores patológicos de su personalidad, de enorme y negativa influencia en sus conductas públicas y privadas.

A eso hay que agregarle una nueva falacia. En su libro Sinceramente cuenta que, en 2015, no le entregó los atributos del mando a Mauricio Macri porque quiso evitar la foto de ese momento histórico, porque a su juicio hubiera equivalido a una capitulación. Sin embargo, en las horas previas a la asunción de Alberto Fernández dijo que había sido la Justicia la que le impidió cumplir con ese acto protocolar de alto valor institucional. ¿Dónde estará la verdad?

No fue esa la única instancia en que la vicepresidenta puso su impronta. En el acto de asunción de Fernando Espinoza como intendente de La Matanza habló del complejo tema de la coparticipación con una alusión directa y crítica a la ciudad de Buenos Aires, que –oh, casualidad– gobierna Horacio Rodríguez Larreta. Más allá de la clara intencionalidad política de su declaración, lo que hizo fue marcarle la cancha al Presidente.

Es una mala manera de comenzar la gestión ya que, con actitudes como esta, la vicepresidenta no hace más que azuzar el dilema fundamental que se le presenta a este gobierno: ¿cuál es el poder real de Alberto Fernández? ¿Cuán exitoso podrá ser en vencer la grieta cuando CFK se empeña a diario en ahondarla?

Justicia. Uno de los puntos claves del discurso del Presidente fue el referido a la Justicia, donde la palabra de moda es “lawfare”, la utilización de la Justicia como instrumento de persecución política, una metodología que existe, es peligrosísima y repudiable.

Ahora, ¿es correcto decir que CFK, Lázaro Báez, Julio De Vido, José López, Roberto Baratta, Amado Boudou, Ricardo Jaime, son víctimas de una persecución política? ¿Los bolsos de José López son producto de la persecución política? ¿Las causas por los sobreprecios de las obras adjudicadas a la empresa de Lázaro Báez? ¿Lo descrito por Oscar Centeno en los cuadernos? ¿Las investigaciones por las coimas pagadas por Odebrecht? ¿Lo denunciado por Víctor Manzanares, el contador del matrimonio Kirchner? ¿La causa Ciccone? ¿Las condenas por la tragedia de Once?

Por si algo faltaba a ese menú, generó polémica la designación por parte de Axel Kicillof de dos funcionarios con procesos judiciales en marcha: Daniel Gollán, como ministro de Salud, y Cristian Girard, como director ejecutivo de ARBA. La justificación que dio el gobernador fue que esos funcionarios son víctimas del lawfare. Increíblemente, la Ley 10.430, que rige el ingreso del personal de la administración pública de la provincia de Buenos Aires, exceptúa a los ministros, secretarios y subsecretarios de la aplicación del artículo 3, que expresa que no podrá ingresar a la administración pública “quien tenga proceso penal pendiente”.

Economía. La presentación del ministro de Economía Martín Guzmán había generado una gran expectativa. Por eso su conferencia de prensa decepcionó. El planteo del problema de la deuda y sus anuncios genéricos fueron un compendio de buenas intenciones. Pero se quedó ahí. No podía hacer ningún anuncio concreto por dos razones: porque falta aún la sanción de la ley que declare la emergencia económica y, fundamentalmente, porque no había ninguna medida buena para anunciar. Todo lo que viene son pálidas”, expresó con toda crudeza una voz del Gobierno.

El botón de muestra de esto se vio ayer con el anuncio del aumento de las retenciones a las exportaciones de granos: 18% para los cereales y 30% para la soja.

El asunto de la deuda es el tema esencial sobre el que está trabajando el flamante ministro, quien, cuando su posible designación no era más que un rumor, tuvo una reunión con la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, y el economista venezolano Luis Cubeddu, reemplazante del italiano Roberto Caldarelli como jefe de misión del Fondo para la Argentina. De su presentación hubo dos datos rescatables: la confirmación de que no habrá emisión monetaria, y que se irá a una renegociación amigable de la deuda con el FMI y los acreedores privados.

Guzmán enfrenta un problema similar al que tuvieron sus antecesores durante la presidencia de Macri: su ministerio está devaluado porque deberá negociar medidas de su incumbencia con el Ministerio de Producción, el de Transporte y con el Banco Central.

El apellido Guzmán es motivo de polémicas entre los estudiosos de la etimología de los apellidos, algunos de los cuales sostienen que tiene origen germano y que su significado es “hombre bueno”. Ojalá lo sea y que la palabra “bueno” aquí sea sinónimo de honestidad y eficacia en el diseño de las medidas que le permitan superar a la Argentina el drama de esta hora.