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domingo, 12 de marzo de 2023

Mi reportaje al Papa... @deaalgunamaneraok...

 Mi reportaje al Papa...


El Papa Francisco, en la entrevista con Jorge Fontevecchia. Fotografía: Prensa Vaticana.


El de PERFIL coincidió con otro dos en Infobae La Nación: los tres reportajes motivados por sus 10 años de papado que se cumplen este lunes 13: también todos 13, un 13 de 2013 lo eligieron Papa, un 13 de diciembre con 33 años lo ordenaron sacerdote. Como si el hombre que muy raramente concedía reportajes, el año pasado solo dos a las agencias Associated Press de Estados Unidos y Télam de Argentina, y durante sus diez años como Papa apenas había concedido un par más de pregunta y repuesta, de repente decidiera hacer en la misma semana tantos reportajes como en sus 86 años de vida (en Argentina tampoco le gustaba dar reportajes).

© Escrito por Jorge Fontevecchia el sábado 11/03/2023 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.


Una interpretación posible es que frente a los homenajes que se le realizarán esta semana en Argentina trató de compensar no haber visitado su país haciéndose presente a través de los medios. Otra es que al conceder un reportaje sintió que sería injusto con los otros medios al no dispensarle igual tratamiento y terminó dando varios.

Mi reportaje tiene su propia historia. Cuentan que cuando Jorge Bergoglio era arzobispo de Buenos Aires y al comienzo del kirchnerismo todos los medios elogiaban a aquel gobierno, mientras mantenía una relación tensa con el matrimonio presidencial recomendaba a los obispos leer Perfil, por entonces la única palabra impresa critica al kirchnerismo.

Cuentan también que ya siendo Papa, en el apogeo de la era macrista, que en su visita oficial al Vaticano Mauricio Macri, como una demostración de poder y disgusto, se sentó frente a él y no le dirigió la palabra por muchos largos minutos.

El Papa con paciencia divina después de un tiempo le habría dicho: “si no tiene nada para agregar podemos dar por concluido el encuentro” lo que después se plasmó en esa foto con seño adusto.


Por entonces Perfil publicó los sábados durante varios años L’Osservatore Romano y en ese 2017 de gloria del PRO y tensión con el Vaticano, Marcelo Figueroa, el pastor protestante que integraba del grupo interreligioso del Papa intercedió para que nos concediera un reportaje a lo que Bergoglio respondió con una de sus cartas escritas a mano, muy elogiosa y cálidamente pero pidiendo disculpas porque no quería dar ningún reportaje.

Pasado la pandemia y aprovechando los viajes de Nelson Castro para su libro sobre la salud de los papas, volví a escribirle pidiéndole nuevamente sin suerte el reportaje hasta que recién fue venciéndose su resistencia tras la muerte de mi padre el 10 de setiembre pasado cuando en una sentida condolencia me recordó la narración de Virgilio en las Eneidas sobre hacerse cargo cuando Eneas se convierte en progenitor del pueblo romano tras la muerte de su propio padre, Anquises; y en una reunión previa al reportaje me dijo “no me afloje”.

Ese es el recorrido de más de un lustro de mi reportaje al Papa. Nada fue fácil hasta que aceptó realizarlo y a partir de allí, todo lo contrario, fue un gran facilitador.

Le envié primero un cuestionario con 110 preguntas proponiéndole que él eligiera las que deseaba contestar y de ser posible fueran no menos de 65 para tener casi tres horas de conversación. Respondió diciendo que elija yo las 65 que prefiriera y así fue.

Quedaron es ese orden 5 de metafísica, 6 de líneas internas de la Iglesia, 9 de teología, 2 sobre los jesuitas, 2 de comunismo, 4 de peronismo, 11 sobre la identidad, 4 de economía, 1 de pandemia, 1 de geopolítica, 1 de inmigrantes, 2 de Brasil, 2 sobre evangélicos, 4 sobre Argentina, 1 de movimiento sociales, 5 de curas de Tercer Mundo, 1 de Madres de Plaza de Mayo, 1 sobre la dictadura, 1 sobre pueblos originarios y 2 sobre volver, a las que se agregaron no muchas repreguntas. Si hubo conversación completando o asociando alguna pregunta o repuesta con otra.

El resultado
 es un documento audiovisual de tres horas y un texto de 85.000 caracteres, un libro pequeño.


No quise poner foco en nombres propios ni temas de coyuntura tratando de darle valor histórico al reportaje, que pudiera leerse o verse dentro de diez años y siguiera teniendo algún valor historiográfico.

En el reportaje el espíritu santo así como referencia al infierno (“no es un lugar”) aparecen recurrentemente, la Biblia como metáfora de la creación del universo, el tiempo venciendo al espacio y la recurrente mención a la armonía como sustituto religioso de la síntesis en la dialéctica hegeliana. Opinión personal: hay mucho de Hegel en la importancia fundante que el Papa le asigna a la superioridad del tiempo y la armonía. También se refirió al filósofo argentino Rodolfo Kusch.

Sobre el peronismo (me preguntan si soy peronista como diciendo “usted fue leproso y se curó”) se podría parafrasear al primer Perón cuando frente a las acusaciones que se le hacían en la década del cincuenta al arzobispo de Resistencia, Monseñor De Carlo de haber sido el traductor de la doctrina social de la Iglesia a las bases peronistas, en la Plaza de Mayo aclaró: “dicen que De Carlo es peronista, mentira, Perón es decarlista”. Bergoglio no es peronista, el peronismo es (trata de ser) catolicista.

Dos referencias personales que me resonaron, la identificación con la decepción con los gobiernos de San Martin al volver de Guayaquil yéndose de la Argentina (él rápidamente aclaró que nunca podría comparar con él) y la decisión de San Francisco de Asis quien habiendo sido un niño de una clase privilegiada a los 20 años dejó esa vida acomodada para seguir su vocación religiosa con la propia historia de Jorge Bergoglio niño (nuevamente mi propia interpretación) que conoció la pobreza a través del personal de servicio de su casa paterna.

Monseñor Ojea, que fue su obispo auxiliar en Buenos Aires, contó que en la primera reunión del Papa ya electo con los obispos argentinos pido que recen por él: “para que no me la crea”. Creérsela es para el Papa caer en el peor de los pecados: la soberbia, que reaparece varias veces a lo largo del reportaje junto con la hipocresía. Quizás la frese que mejor lo define es que cuando le pregunto qué es la humildad para él y me responde “la humildad es la verdad”.



 

sábado, 2 de mayo de 2020

"No hay que achatar la curva de la pandemia, sino aplastarla"… @dealgunamanera…

"No hay que achatar la curva de la pandemia, sino aplastarla", asegura un investigador del Conicet…

Roberto Etchenique. 

El químico e investigador de Conicet Roberto Etchenique elaboró un modelo de testeo que permitiría detectar personas con Covid-19 en curso con el mínimo posible de pruebas de PCR para minimizar los riesgos de contagio.

© Escrito por Natalia Concina el Miércoles 2904/2020 y publicado por la Agencia Telam de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.

El químico e investigador de Conicet Roberto Etchenique afirmó hoy que "no hay que no conformarse con que la curva epidemiológica no crezca mucho, sino que hay que llevarla al mínimo posible" y para eso elaboró un modelo de testeo que permitiría detectar personas con Covid-19 en curso con el mínimo posible de pruebas de PCR.

Investigador del Instituto de Química Física de los Materiales, Medio Ambiente y Energía (INQUIMAE) y de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, Etchenique dijo a Télam que "todas las medidas que se están tomando fueron efectivas para achatar la curva", pero ante el costo económico y social del aislamiento desarrolló junto a otros científicos un modelo que busca hacer más "eficiente" esa medida.

Télam: ¿Cuál es la diferencia entre "achatar" la curva y "aplastarla"?
Roberto Etchenique: La diferencia es mínima, pero es un montón en cantidad de vidas. En términos epidemiológicos consiste en llevar el R a menos de uno. El R es la tasa de replicación, a cuántas personas le transmite el virus alguien infectado. Si R es mayor que uno cada vez hay más infectados, si es menor que uno cada vez hay menos.

En muchos países de Europa ya se logró que el R fuera menor que uno. Y esto se traduce en que comienza a bajar el número de personas con la infección activa. Estas personas son las que pueden pasar el virus a otros.


T: ¿De qué depende el R?
R.E: Sin intervención de ningún tipo, lo que se llama el R0, esa tasa depende de la característica del virus por un lado y de la sociedad por el otro. Por ejemplo, el R0 de Europa era 3, pero hay que tener en cuenta que la gente allá se maneja mucho más fría que acá en la relación personal diaria con desconocidos, sacando algunos países.

En Argentina esto es completamente diferente, saludamos con un beso a cualquier persona y ni que hablar de que compartimos el mate. Entonces, cuando recién llegó el virus, nuestro R0 fue de 5. Luego vinieron las medidas del Gobierno y una toma de conciencia por parte de la gente y entonces el R bajó abruptamente. En este momento nuestro R está por encima de 1 pero muy poco. Los casos suben pero muy lentamente.


T: ¿Esto implica que tenemos una subida lineal y no exponencial de la curva?
R.E: No. Lo de lo lineal es un mito. Cuando la cantidad de casos crece, siempre es exponencial. Cuando lo exponencial es lento se parece a una línea, pero no es lo mismo. Muchas veces se usa lo exponencial como sinónimo de rápido y eso es incorrecto. Exponencial significa que en lugar de que haya una suba constante por día, sube en proporción. Por ejemplo, sube un 1% por día, entonces hoy tenés 100, mañana 101, pasado un poco más de 102, etc. Lo que hoy tenemos es una subida exponencial pero muy suave.

T: ¿Qué se necesitaría para aplastar la curva, es decir, para volver el R a menos que uno?
R.E: Un poquito más, pero socialmente ese poquito más es imposible porque cuesta muchísimo.

Para lograrlo de la forma más eficientemente posible habría que pensar lo siguiente. Cada no infectado que sale a la calle no genera ningún problema, el tema es que se puede infectar. La cuarentena es para aislar a los infectados asintomáticos. Y es necesario que todos estemos en cuarentena porque nadie sabe quién está infectado.

La propuesta que nosotros estamos haciendo es tratar de identificar a los infectados con la menor cantidad de reactivos posibles para poder hacer aislamientos sólo de esas personas.

T: ¿Y cómo se lograría esto sin hacer 40 millones de testeos por PCR (que busca el virus activo)?
R.E: La idea es la siguiente: supongamos que en el Área Metropolitana de Buenos Aires tenemos unos 15 mil infectados que es un número razonable. Teniendo en cuenta que hay unos 15 millones de habitantes, eso sería salir a buscar 1 cada 1.000, lo que al azar es imposible. Pero sí se pueden rastrear entre los que estuvieron en contacto con los confirmados positivos. Por cada positivo buscás familiares, vecinos, el almacenero, es decir, a todos los que estuvo en contacto.

T: Pero no hay reactivos ni capacidad operativa para hacer PCR a toda esa red...
R.E: No, claro. No se puede hacer una prueba por persona. Nuestro método consiste en hacer las pruebas PCR pero en lotes. Es decir, usar material de muestra de una cantidad de personas y hacer una sola prueba, si da negativo quiere decir que ninguna lo tenía; si al menos una persona tiene el virus todo el lote saldrá positivo y ahí habrá que analizar de nuevo muestra por muestra.

No estamos descubriendo la pólvora, es un método que se utilizó y se utiliza para varias cosas, de hecho en Argentina se usó en el VIH al comienzo. Lo que nosotros hicimos fue ajustarlo de modo tal que, por ejemplo, entre 4.000 personas con 120 test podrían detectar si hay cuatro infectados.


T: ¿Y esto es posible en la situación actual epidemiológica de Argentina?
R.E: Como estamos hoy, sí. No en caso de que la enfermedad se dispare, porque en una situación como estuvo China o Europa todo el mundo tuvo exposición al virus.

El método también puede tener usos muy concretos, por ejemplo, en los centros de salud. Se podría una vez por semana hacer un estudio en lote de todo el personal, y si uno detecta que hay positivo comienza a ir caso por caso. Lo mismo puede hacerse en las provincias con pocos casos o en conglomerados.

Nosotros ya presentamos la propuesta pero este tipo de métodos requieren validaciones particulares según la población que se vaya aplicando. Ojalá sirva como aporte.









jueves, 2 de abril de 2020

"No se puede pensar Malvinas como dos macetas que te robaron"… @dealgunamanera...

Federico Lorenz: "No se puede pensar Malvinas como dos macetas que te robaron"…


El historiador propone un ejercicio simple: pensar qué haríamos si Argentina recupera las Malvinas. La propuesta no parte de una imposibilidad sino de asumir el riesgo de pensar desde una perspectiva integradora, regional y suratlántica. Un historiador llamado a cuestionar los rituales que desde 1982 marcan el discurso sobre las islas. Y en torno a una guerra que todavía buscamos asimilar.

© Escrito por Daniel Giarone el  miércoles 01/04/2020 y publicado por la Agencia Télam de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.

El primer recuerdo “en colores” que tiene Federico Lorenz es de 1982. Tenía once años e iba camino a la escuela 24, en el barrio de Balvanera, cuando el 2 de abril la Argentina ocupó las Islas Malvinas. “La novedad para mí fue ver gente en la calle, que en esa época era muy novedoso. Ver gente con banderas en la calle, gente contenta, fue muy impactante. Uno de los pocos recuerdos en color que tengo de entonces”.

Después Federico iría al Nacional Buenos Aires y obtendría la licenciatura en Historia en la Universidad de Lujan. Investigador del Conicet, se especializó en Malvinas, sobre la que escribió numerosos artículos y libros. Entre los que se destacan “Todo lo que necesitás saber sobre Malvinas” (Paidós, 2014), “Las guerras de Malvinas” (Edhesa, 2012) y “Fantasmas de Malvinas. Un libro de viajes” (Eterna Cadencia, 2008).

Lorenz “recibe” a Télam por teléfono, acorde a los tiempos de pandemia y cuarentena. “Con mucho cuidado con la analogía, porque ahora vivimos en democracia, la dictadura militar planteaba la represión ilegal casi como una cuestión biológica y quirúrgica, donde también había que aislar a un sector de la sociedad”, reflexiona al comienzo de la charla.

Y agrega que ahora el asilamiento es para salvar vidas no para sesgarlas, al tiempo que lo vive como una oportunidad: la “pensar” la historia argentina para interpelar lo que somos y el mundo en que vivimos.


Después Federico iría al Nacional Buenos Aires y obtendría la licenciatura en Historia en la Universidad de Lujan. Investigador del Conicet, se especializó en Malvinas, sobre la que escribió numerosos artículos y libros. Entre los que se destacan “Todo lo que necesitás saber sobre Malvinas” (Paidós, 2014), “Las guerras de Malvinas” (Edhesa, 2012) y “Fantasmas de Malvinas. Un libro de viajes” (Eterna Cadencia, 2008).
Lorenz “recibe” a Télam por teléfono, acorde a los tiempos de pandemia y cuarentena. “Con mucho cuidado con la analogía, porque ahora vivimos en democracia, la dictadura militar planteaba la represión ilegal casi como una cuestión biológica y quirúrgica, donde también había que aislar a un sector de la sociedad”, reflexiona al comienzo de la charla.

Y agrega que ahora el asilamiento es para salvar vidas no para sesgarlas, al tiempo que lo vive como una oportunidad: la “pensar” la historia argentina para interpelar lo que somos y el mundo en que vivimos.



- ¿Cuál fue la apuesta de la dictadura al recuperar las Islas Malvinas, cuál era el plan?
- El origen es un acuerdo interno entre (Leopoldo) Galtieri y (Jorge) Anaya, que era Jefe de la Armada, para desbancar a Viola y que Galtieri asuma como presidente. La recuperación de Malvinas fue parte de un acuerdo político en el seno de la dictadura. Esto no implica desconocer que existía un anhelo histórico de recuperar las Islas, del que los militares no estaban exentos. Además, una recuperación exitosa colocaba a la dictadura en otro lugar frente a la sociedad.

- ¿Las convocatorias a Plaza de Mayo que se produjeron durante el conflicto bélico buscaban promover ese nuevo lugar?
- Malvinas fue un hecho público por antonomasia, lo contrario a lo que la dictadura quería. Con eso sacaron a la gente a la calle. Durante la segunda plaza que hizo Galtieri, organizada cuando vino Alexander Haig, el negociador de los E
stados Unidos, Galtieri sale al balcón, levanta la mano para saludar y hace todos los gestos del arco político: la V, levanta el puño, el dedito. No sabía qué hacer en realidad. Entonces se ven dos cosas emblemáticas. En la primera plaza la gente cantaba “hoy le toca a los ingleses / y mañana a los chilenos” y después, cuando Galtieri dice “yo soy el presidente de los argentinos”, la gente chifla. Esto marca que Malvinas abrió la posibilidad de volver a hacer política en la calle.

- Tituló uno de sus libros “Las guerras de Malvinas”. El plural sugiere varias guerras ¿Cuáles fueron?
- Por un lado la interpretación de qué fue la guerra: una maniobra de la dictadura, una gesta, un aspecto más de la lucha antimperialista… Bueno, fue todo eso. Malvinas tuvo un resultado no buscado ni por los militares ni por los combatientes, que es que permitió impugnar a la dictadura. Otro aspecto de lo que llamo “las guerras” es el de los soldados que fueron a las islas. Por un lado los culpables de la derrota, los militares de profesión, y por el otro los conscriptos, los llamados “chicos de la guerra”. Los combatientes en Malvinas pasaron a ser víctimas de la dictadura tanto como los desaparecidos. Y eso también es una guerra por el significado. También fue una guerra por un territorio irredento, donde la cuestión nacionalista atraviesa cualquier interpretación y establece una vara para medir lo que se dice.

- ¿Hablar de “guerras” permite dar cuenta de la complejidad de lo ocurrido?
- Solemos pensar Malvinas desde una visión ‘porteñocéntrica’. Son los grandes medios nacionales los que construyeron los relatos públicos sobre Malvinas, pero la guerra fue muy diferente en distintos lugares del país. No fue lo mismo en la Patagonia que en Buenos Aires, no fue lo mismo para quien combatió que para alguien al que no le tocó hacer el servicio militar, para las mujeres que para los hombres, para una madre con alguien allá que para la madre de un desaparecido, etc. Hay una cantidad de matices que las explicaciones simplistas desconocen.

- ¿Por qué sostiene que “ritualizar” Malvinas es contraproducente para lograr la recuperación de las Islas?
- Desde el punto de vista psicológico no podés quedarte pegado al trauma. La gran cantidad de ex combatientes que se quitaron la vida tiene que ver con la imposibilidad social de procesar la guerra. Alguien que se suicida cuando vuelve de la guerra es alguien que, entre otras cosas, no encontró un lugar social para compartir lo que había vivido, en nombre de todos. Políticamente tampoco sirve quedarse atado al ritual, porque supone imaginar la disputa por Malvinas como una fotografía, como algo fijo, pero a partir de 1982 sucedieron un montón de cosas en Malvinas, y entre Malvinas y el continente.

- ¿En qué se puede observar esto concretamente?
- La semana pasada hubo dos noticias que sirven para pensarlo. Una fue que el gobierno argentino ofreció asistencia al embajador británico ante un posible caso de coronavirus en Malvinas. La otra es que las autoridades de las islas dijeron que iban a mandar las muestras a Gran Bretaña. Esto es un símbolo del retroceso. En la primera mitad de la década del 70 lo automático hubiera sido subir a esa persona a un avión de LADE y hacerle los estudios en Comodoro Rivadavia. Es decir, la guerra para la Argentina fue un retroceso formidable. Y todavía no nos hacemos cargo de eso.

- ¿Qué tipo de política puede romper con la ritualización?
- Desde el final de la guerra para acá hay una constante y varias idas y venidas. La constante es que la Argentina nunca abandonó el reclamo, algo que en realidad se mantiene desde 1833. Pero hay problema grave: el subibajas de las políticas de “acercamiento”. En la primera mitad de la década del 70 las Islas estaban logísticamente atadas al continente, había maestra bilingüe, la pista de aterrizaje la había construido personal argentino, había vuelos a Comodoro, becas en establecimientos educativos argentinos, todo lo que ahora se presenta como novedad ya se había hecho, y lo rompimos. Quienes viven en las Malvinas necesitan de la Argentina cada vez menos.

- ¿Cómo cree entonces que hay pensar Malvinas hoy?
- Más en lógica regional suratlántica que en lógica “nacional-pampeano-oligárquica”. No se puede pensar Malvinas como dos macetas que te robaron sino como parte de un espacio más complejo que es el espacio suratlántico. Argentina es uno de los países con mayor litoral atlántico pero también de menor conciencia marítima. Hay que reconstruir la historia en clave más compleja, no en clave de un hito de despojo. Todo el tiempo hablamos de negociar con el Reino Unido, lo que implica estar dispuesto a ceder. Yo no sé cuán está hecha carne esa idea. En una lógica del todo o nada llevamos las de perder.

- ¿Esto no puede dejar afuera la discusión sobre la soberanía?
- Es que ya lo están haciendo de hecho. Cada vez que se instala el tema lo que responden los británicos es que no van a hacer nada en contra de los deseos de los isleños. Desde el 82 te corrieron la cancha, más allá de las resoluciones de Naciones Unidas. Hasta el 82 vos disputabas por el territorio. Y ese sigue siendo el argumento argentino. Hay que pensar el problema de otra manera para encontrar otro tipo de soluciones. Hay que pensar regionalmente la historia del espacio suratlántico y de los vínculos entre la personas que allí habitan. Quién dice que en la paleta de grises no haya resquicio para avanzar en la posición argentina.


- ¿Qué nuevas herramientas son necesarias para pensar la recuperación de las Islas?
- Estamos denunciando una situación imperialista pero lo hacemos con las herramientas del imperialismo, que es la lógica estatal-regional. Y hoy hay varias cosas que son transnacionales. Dos fundamentalmente: el capitalismo y la pandemia. Uno de los principales factores que condujeron a la expansión del coronavirus es la lógica con que se condujeron los estados para un problema que es transnacional. A esto me refiero con la necesidad de pensar de una manera nueva el problema, que no quiere decir abandonar el reclamo.

- En una nota en Revista Anfibia se preguntaba qué vamos a hacer cuando recuperemos las Malvinas. Lo planteaba casi como un juego pero formulando un interrogante que suena extraño, no por lo cerca o lejos que podamos estar de esa situación sino porque nadie parece hacerse esa pregunta.
- Es que para mí siempre fue una pregunta central. Tantos esfuerzos, tantas vidas por Malvinas merecen un mejor destino a que hagamos siempre lo mismo. Qué pasa si revisamos nuestro vínculo no sólo con Malvinas sino nuestro vínculo federal. Qué pasa que seguimos pensando el Atlántico Sur desde Buenos Aires. Tenemos un problema enorme ahí. Basta con que te alejes un poco de Buenos Aires, vayas a la Patagonia, ni hablar si pisás Malvinas, y el mapa con el que llegaste se te da vuelta, lo tenés que quemar y hacer otro. Y eso no quiere decir tener menos derechos sobre el territorio, quiere decir que lo tenés que pensar diferente.

- Entonces: ¿Qué vamos a hacer cuando recuperemos las Islas Malvinas?
- No lo sé. Sí sé que sería una Argentina completamente diferente. Una Argentina mucho más federal, mucho más marítima, una Argentina que se mire desde el mar hacia la costa y no al revés. Si una forma de entendernos como Nación nos llevó al terrorismo de Estado y a la guerra mal hacemos en sostener esa forma. Nadie piensa hoy qué haríamos con las Malvinas recuperadas. Sí se pensó en los primeros 70, cuando se diseñó toda una política de vinculación, de logística para incorporar a los isleños “a la vida argentina”, ofreciéndoles espacios en las escuelas, en los medios sanitarios, etc. Todo eso por distintos motivos retrocedió. Creo que hay que trabajar más sobre los grises que sobre las posiciones binarias, que son mucho más autosatisfactorias pero inconducentes.




¿Por qué las Islas Malvinas pertenecen a la República Argentina entre otras tantísimas causas? 


Las Malvinas son argentinas porque antes fueron españolas, y nuestro país se liberó del dominio español al declarar su independencia luego de muchos años de lucha armada contra sus ejércitos. Esa independencia le otorga derecho sobre toda posesión que perteneció a España, ya que las islas eran parte del dominio del virreinato cuyo territorio heredaron las provincias unidas.

Las Malvinas forman parte de nuestro territorio y son un fragmento de Tierra del Fuego. La situación es un ejemplo de colonialismo, una política por la cual estados más poderosos se apropiaron de territorios de las naciones más débiles o nuevas.

Porque el reino Unido usurpó las islas cuando ya éramos una Nación independiente y soberana, con dominio sobre ellas. No pueden argumentar que estaban vacías o en un limbo legal.

Porque están dentro de la plataforma submarina del Atlántico Sur, en el Mar Continental Argentino, y son una prolongación natural de la Patagonia.

Porque Inglaterra aceptó la pertenencia de las islas a nuestro país en el Tratado de Paz y Amistad de 1825.

Porque ninguna nación del mundo puede presentar mejores títulos que la Argentina para su posesión y dominio.

Porque Inglaterra no protestó ante los actos de posesión, afirmación nacional y soberanía cumplidos en la isla Nuestra Señora de la Soledad por la fragata Heroína en 1820 y por el bergantín Belgrano en 1825.

Porque Inglaterra no protestó por la promulgación de la ley de Buenos Aires sobre la caza de animales anfibios en las costas patagónicas e islas adyacentes.

Porque tampoco se opuso a los contratos de explotación y pesquería firmados por el gobierno argentino con el comerciante Jorge Pacheco y su socio Luis Vernet. Este último, primer gobernador de las Malvinas. Pacheco firmó en 1823, y Vernet en 1828.

Porque todavía existen allí reliquias toponímicas y folklóricas del antiguo dominio argentino en las islas. Por ejemplo, los nombres criollos de muchos lugares y de todos los pelajes y aperos de los caballos.

Porque lo dice claramente nuestra Constitución: "La Nación Argentina ratifica su legítima e imprescriptible soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur, y los espacios marítimos e insulares correspondientes, por ser parte integrante del territorio nacional".

Porque la Argentina las reclamó desde siempre, jamás aceptó la usurpación, y por lo tanto los británicos no están en posesión de ningún documento que acredite su dominio o nuestra renuncia al mismo.

Porque ni el acta de rendición de Puerto Argentino del 14 de junio de 1982, ni los acuerdos debatidos en España a partir del 17 de octubre de 1989, ni la declaración (o tratado) de Madrid del 15 de febrero de 1990, cerraron el debate relativo a la soberanía nacional sobre las islas, ya que el 5 de noviembre de 1982 la ONU declaró que la cuestión de la soberanía debía resolverse mediante negociaciones, e instó a las partes a hacerlo.


Porque fueron usurpadas por la fuerza el 3 de enero de 1833, tomando más de un centenar y medio de prisioneros y enviados a Inglaterra. Un claro acto de guerra que ha cumplido 187 años.