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sábado, 12 de agosto de 2023

Lecciones de Malvinas… (Primera Entrega) @dealgunamaneraok...

 Lecciones de Malvinas… (Primera Entrega) 

Guerra de Malvinas. Fotografía: CEDOC 

Esta es la primera de cinco entregas en las que el teniente general Martín Balza, jefe del Ejército (1992-1999), relata sus vivencias en la Guerra de Malvinas, en la que, con el grado de teniente coronel, se desempeñó como jefe del Grupo de Artillería 3 y como coordinador de los fuegos terrestres de la Agrupación Puerto Argentino. Su objetivo: abordar “en toda su dimensión el sacrificio de quienes durante 44 días combatieron por un sentimiento”. 

© Escrito por Martín Balza, Ex Jefe del Ejército Argentino, Veterano de la Guerra de Malvinas y ex Embajador en Colombia y Costa Rica, el viernes 28/07/2023 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina. 


Guerra de las Islas Malvinas Argentinas.

20 de marzo al 7 de abril de 1982. Relataré cómo combatimos y por qué fuimos derrotados por un digno adversario. Expondré los hechos como los conocí y viví, y agregaré otros que alimentaron mi conocimiento años después. El intento de recuperar las islas Malvinas –incuestionablemente nuestras desde el punto de vista geográfico, histórico y jurídico– por la fuerza constituyó el más notable error de apreciación política, diplomática y militar. 

Se atribuye al exjefe de la Armada, almirante Jorge I. Anaya, haber sido quien concibió la absurda aventura, pero contó con la aquiescencia de otros miembros de la junta militar que regía la última dictadura cívico-militar: el general Leopoldo F. Galtieri y el brigadier Basilio Lami Dozo.

Se atribuye al exjefe de la Armada, almirante Anaya, haber concebido la absurda aventura. 

La apropiación de una causa justa, sentidamente nacional, buscaba galvanizar a la ciudadanía en torno a ella y perpetuar así la dictadura, que se despeñaba inexorablemente, entre otras causas por el reclamo de una salida electoral, el malestar social generado por una seria crisis económica y el desprestigio internacional por las graves violaciones a los derechos humanos. 

La palabra crisis procede de la palabra griega krino, que significa cruce de caminos. Es una chispa, un acontecimiento polémico, una inflexión, una oportunidad, que siempre obliga a elegir y sugiere un avance o un retroceso. Este término puede introducir el empleo del poder militar en forma potencial o efectiva, sin llegar al estado de guerra. En el caso de Malvinas, la crisis se inició el 20 de marzo. 


Es sintomático lo publicado por un matutino de Buenos Aires, el 27 enero de 1982, ligado al almirante retirado Emilio Massera: “En estos momentos estamos en óptimas condiciones: nos gobiernan las Fuerzas Armadas, tenemos un presidente (Galtieri) con empuje y una gran capacidad de decisión, y contamos con un canciller de lujo (Nicanor Costa Méndez). Si además de haber ganado la guerra contra el terrorismo se recuperan las Malvinas, el Proceso quedará signado por estos hechos (…). En cuanto al frente interno, la ciudadanía se sentiría tonificada (…) Las Malvinas son previas al Beagle”. 

Ese mismo mes, el almirante Carlos Lacoste, ligado al gobierno, dijo: “Esto se arregla muy fácil, invadiendo (sic) las Malvinas”. Y según el semanario británico The New Statesman, el periodista argentino Jesús Iglesias Rouco, escribió: “Este año Buenos Aires recuperará las Malvinas por la fuerza”. 

En marzo de 1982, Galtieri le comunicó a nuestro embajador en la ONU, Eduardo Roca: “¡Voy a tomar las islas!”. Clara muestra de irresponsabilidad política y militar, porque al no tener contención alguna la decisión era irrevocable y las consecuencias impredecibles. Es obvio señalar que todo ello era conocido por los diplomáticos británicos en Buenos Aires.


El 20 de marzo de 1982 se originó una crisis por una fuerte reacción británica –a mi juicio desproporcionada– como consecuencia del desguace de una vieja factoría ubicada en la isla San Pedro de las Georgias del Sur, ubicada a 1.500 kilómetros al sudeste de las Malvinas. 

A cargo de ello estaba una empresa comercial privada argentina, perteneciente al ciudadano Constantino Davidoff, quien había realizado los trámites legales correspondientes ante las autoridades británicas en Buenos Aires. Con la evolución de los acontecimientos, siempre aprecié que la intención del Reino Unido (RU) fue, claramente, escalar la crisis, lo que no sorprendió al gobierno argentino. 

El 7 de abril, el general Mario B. Menéndez, asumió como gobernador de las islas. 

La recuperación de las islas, el 2 de abril de 1982, la Operación Rosario, evidenció profesionalidad y eficiencia de las fuerzas propias, sin derramamiento de sangre británica, ante un débil destacamento de infantes de Marina dotados de armas livianas, aunque se carecía de la capacidad de mantenerlas ante la previsible reacción del Reino Unido. El 3 de abril, Alfredo Astiz (rango de capitán de fragata), con efectivos de nuestra Armada, ocupó una guarnición británica de 25 hombres en las islas Georgias del Sur, que nos ocasionó la muerte de un suboficial y dos soldados, además de pérdidas importantes. 

El mismo día, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU) emitió la Resolución 502, que imponía el retiro inmediato de las fuerzas militares. El hecho podría haberse explotado positivamente si el poder político hubiera acatado y dejaba una pequeña guarnición con fuerzas de seguridad, lo que hubiera evidenciado una actitud negociadora por parte de nuestro país. 

Se buscaba galvanizar la ciudadanía en torno a una causa nacional justa y así perpetuar la dictadura. 

Difícilmente el Reino Unido hubiera movilizado la fuerza expedicionaria más importante desde la Segunda Guerra Mundial; más de 28 mil hombres y una moderna flota de más de cien buques, incluidos portaaviones con cuarenta máquinas y cuatro submarinos nucleares, ni recibido el apoyo de la mayor alianza militar de mundo: la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), liderada por los Estados Unidos. 

Era, entonces, el momento de evidenciar internacionalmente una actitud negociadora y la legitimidad de nuestros derechos para terminar con un anacrónico colonialismo. Pero todo ello, hoy, es historia contrafáctica. La inepta conducción estratégica nacional y militar ignoró que el mejor momento de negociar en una crisis, o en un conflicto, es aquel en el que los adversarios todavía creen en una situación no definida y balanceada en fuerzas y esperanzas. 

La incapacidad política y diplomática se basó en dos hipótesis. La primera: que el Reino Unido no reaccionaría, aceptaría el hecho consumado y negociaría una solución sobre la soberanía. La segunda: que Estados Unidos apoyaría a la Argentina o adoptaría una posición neutral. Creer en esos supuestos era desconocer la historia de ambas potencias y de los conflictos del siglo veinte. 


Malvinas nunca constituyó una hipótesis de guerra. Ante esa decisión extrema, la predicción es fundamental; de lo contrario, se apuesta a lo aleatorio. En Teoría de Juegos ello se conoce como “El Equilibrio de Nash” (1994), del Premio Nobel de Economía John Nash, que consiste en una predicción de la(s) mejor(es) acción(es) de las que dispone cada parte, en función de las posibles acciones de la contraparte. 

Una vez más en nuestra historia, la ausencia de líderes era notoria. Aprecio que, psicológicamente, entre otras causas, influyó negativamente una Plaza de Mayo llena y exaltada con la recuperación de las islas. Sin embargo, recuerdo que un real estadista, el general Charles De Gaulle (expresidente de Francia), en 1962, no vaciló en ceder “la Argelia francesa” en contra de una circunstancial opinión pública y de importantes sectores políticos y militares. 

El 5 de abril, el canciller Costa Méndez, en Washington, expresó que la actitud argentina de ocupar Malvinas “fue el acto independiente de política exterior de una potencia media” y que estaba convencido de “la posibilidad y la eficacia de la mediación estadounidense”. Desconocía que los EE.UU., por medio de su seudomediador, Alexander Haig, ya había tomado partido por el Reino Unido. Clara manifestación de que el poder y la estupidez juntos son peligrosos. 

El 7 de abril, el general Mario B. Menéndez, contra la opinión del canciller Costa Méndez, asumió como gobernador de las islas, jurando por la Biblia y el Estatuto del Proceso de Reorganización Nacional (PRN). Asistieron, entre otros, los presidentes de todos los partidos políticos, los secretarios generales de las organizaciones sindicales y sectores empresariales. De los expresidentes solo asistió el general retirado Jorge Rafael Videla. Otra evidente torpeza de la junta militar. 

El porqué del texto. Martín Balza (*) 


Artillero. El entonces teniente coronel Martín Balza durante su permanencia en las islas. 

A cuarenta años de la Guerra de Malvinas, nuestro pueblo está familiarizado con lo que sucedió en forma emotiva pero, ciertamente, está poco informado. Fuentes extranjeras la calificaron como “la primera guerra de la era misilística”. Convencido de que nunca habrá una única forma de interpretar un hecho histórico, trataré, en forma por demás sintética, de relatar los acontecimientos principales que conmovieron al mundo y a los argentinos en particular. 

Me guía la vivencia personal de los mismos, enriquecido por conocimiento de los principales actores en el contexto estratégico y táctico, y documentación a la que tuve posteriormente acceso. Mi propósito no es dejar una visión más de la única guerra librada por mi país en el siglo XX. La mayoría de los argentinos que escribieron sobre el conflicto no estuvieron en el lugar de los hechos, y algunos lo hicieron enfatizando aspectos políticos e ideológicos, confundiendo la dictadura cívico-militar con la legitimidad de una causa incuestionablemente aglutinante del pueblo argentino, y no abordando en toda su dimensión el sacrificio de quienes –durante 44 días– combatieron por un sentimiento. 

Muchos políticos aún hoy ignoran la gesta de quienes cumplieron con su deber de soldados, en forma anónima y abnegada. Esa fue la hazaña de las Fuerzas Armadas. Una vez más, reitero que la guerra es un renunciamiento a las escasas pretensiones de la humanidad. Deseo que, para nosotros, los argentinos, no se cumpla la sentencia de Paul Valery: “Las lecciones de la historia nunca han servido de nada”. 

*Teniente general (R). Exjefe del Ejército (1992-1999). Veterano de Malvinas.



     

Lessons from Malvinas… (First Delivery) 

This is the first of five installments in which Lieutenant General Martín Balza, head of the Army (1992-1999), recounts his experiences in the Malvinas War, in which, with the rank of lieutenant colonel, he served as head of the Artillery Group 3 and as coordinator of the ground fires of the Puerto Argentino Group. His objective: to address "in all its dimensions the sacrifice of those who fought for a feeling for 44 days." 

© Written by Martín Balza, Former Chief of the Argentine Army, Veteran of the Malvinas War and former Ambassador to Colombia and Costa Rica, on Friday 07/28/2023 and published by the Perfil newspaper of the Autonomous City of Buenos Aires, Argentine Republic. 

March 20 to April 7, 1982. I will relate how we fought and why we were defeated by a worthy adversary. I will expose the facts as I knew and lived them, and I will add others that fed my knowledge years later. The attempt to recover the Malvinas Islands –unquestionably ours from the geographical, historical and legal point of view– by force constituted the most notable error of political, diplomatic and military appreciation. 

The former head of the Navy, Admiral Jorge I. Anaya, is credited with being the one who conceived the absurd adventure, but he had the acquiescence of other members of the military junta that governed the last civil-military dictatorship: General Leopoldo F. Galtieri and Brigadier Basilio Lami Dozo. 

The former head of the Navy, Admiral Anaya, is credited with having conceived the absurd adventure.

The appropriation of a just cause, feltly national, sought to galvanize citizens around it and thus perpetuate the dictatorship, which was falling inexorably, among other causes due to the demand for an electoral exit, the social unrest generated by a serious economic crisis and the international smear for serious violations of human rights. 

The word crisis comes from the Greek word krino, which means crossroads. It is a spark, a controversial event, a turning point, an opportunity, which always forces a choice and suggests a move forward or a setback. This term can introduce the use of military power in a potential or effective way, without reaching the state of war. In the case of Malvinas, the crisis began on March 20. 

What was published by a Buenos Aires morning paper on January 27, 1982, linked to retired admiral Emilio Massera, is symptomatic: “Right now we are in optimal conditions: we are governed by the Armed Forces, we have a president (Galtieri) with drive and a great decision-making capacity, and we have a luxury chancellor (Nicanor Costa Méndez). If, in addition to having won the war against terrorism, the Malvinas are recovered, the Process will be marked by these events (...). Regarding the internal front, the public would feel invigorated (…) The Malvinas are prior to the Beagle”. 

That same month, Admiral Carlos Lacoste, linked to the government, said: "This is very easy to fix, invading (sic) the Malvinas." And according to the British weekly The New Statesman, the Argentine journalist Jesús Iglesias Rouco wrote: "This year Buenos Aires will recover the Malvinas by force." 

In March 1982, Galtieri told our ambassador to the UN, Eduardo Roca: "I'm going to take the islands!" Clear display of political and military irresponsibility, because having no containment, the decision was irrevocable and the consequences unpredictable. It is obvious to point out that all this was known by the British diplomats in Buenos Aires. 

On March 20, 1982, a crisis originated from a strong British reaction – in my opinion disproportionate – as a result of the scrapping of an old factory located on the island of San Pedro de las Georgias del Sur, located 1,500 kilometers southeast of the Malvinas. 

In charge of this was a private Argentine commercial company, belonging to the citizen Constantino Davidoff, who had carried out the corresponding legal procedures before the British authorities in Buenos Aires. As events have unfolded, I have always appreciated that the intention of the United Kingdom (UK) was clearly to escalate the crisis, which did not surprise the Argentine government. 

On April 7, General Mario B. Menéndez, took over as governor of the islands. 

The recovery of the islands, on April 2, 1982, Operation Rosario, demonstrated the professionalism and efficiency of the own forces, without spilling British blood, before a weak detachment of Marines equipped with light weapons, although they lacked the ability to maintain them in the face of the foreseeable reaction of the United Kingdom. On April 3, Alfredo Astiz (rank of frigate captain), with members of our Navy, occupied a British garrison of 25 men in the South Georgia Islands, which caused the death of a non-commissioned officer and two soldiers, in addition to losses important. 

On the same day, the United Nations (UN) Security Council issued Resolution 502, which required the immediate withdrawal of military forces. The fact could have been exploited positively if the political power had complied and left a small garrison with security forces, which would have shown a negotiating attitude on the part of our country. 

The aim was to galvanize citizens around a just national cause and thus perpetuate the dictatorship. 

The United Kingdom would hardly have mobilized the largest expeditionary force since the Second World War; more than 28 thousand men and a modern fleet of more than one hundred ships, including aircraft carriers with forty machines and four nuclear submarines, nor received the support of the largest military alliance in the world: the North Atlantic Treaty Organization (NATO), led by the United States. 

It was, then, the moment to demonstrate internationally a negotiating attitude and the legitimacy of our rights to put an end to an anachronistic colonialism. But all this, today, is counterfactual history. The inept national and military strategic leadership ignored that the best moment to negotiate in a crisis or in a conflict is the one in which the adversaries still believe in an undefined and balanced situation in forces and hopes. 

The political and diplomatic incapacity was based on two hypotheses. The first: that the United Kingdom would not react, would accept the fait accompli and negotiate a solution on sovereignty. The second: that the United States would support Argentina or adopt a neutral position. To believe in these assumptions was to ignore the history of both powers and the conflicts of the twentieth century. 

Malvinas never constituted a war hypothesis. Faced with this extreme decision, prediction is fundamental; otherwise, you bet on random. In Game Theory, this is known as "The Nash Equilibrium" (1994), by John Nash, Nobel Prize Winner in Economics, which consists of a prediction of the best action(s) available to each party. , depending on the possible actions of the counterparty. 

Once again in our history, the absence of leaders was notorious. I appreciate that, psychologically, among other causes, a full and exalted Plaza de Mayo with the recovery of the islands had a negative influence. However, I remember that a royal statesman, General Charles De Gaulle (former French president), in 1962, did not hesitate to cede "French Algeria" against circumstantial public opinion and important political and military sectors. 

On April 5, Foreign Minister Costa Méndez, in Washington, stated that the Argentine attitude of occupying the Malvinas "was the independent foreign policy act of a middle power" and that he was convinced of "the possibility and effectiveness of US mediation ”. He was unaware that the US, through its pseudo-mediator, Alexander Haig, had already sided with the UK. Clear demonstration that power and stupidity together are dangerous. 

On April 7, General Mario B. Menéndez, against the opinion of Foreign Minister Costa Méndez, took office as governor of the islands, swearing by the Bible and the Statute of the National Reorganization Process (PRN). Attended, among others, the presidents of all political parties, the general secretaries of trade union organizations and business sectors. Of the former presidents, only the retired general Jorge Rafael Videla attended. Another obvious clumsiness of the military junta. 

The why of the text. Martin Balza (*) 

Forty years after the Malvinas War, our people are familiar with what happened emotionally but, certainly, they are poorly informed. Foreign sources described it as "the first war of the missile era." Convinced that there will never be a single way to interpret a historical fact, I will try, in a synthetic way, to recount the main events that moved the world and Argentines in particular. 

I am guided by their personal experience, enriched by knowledge of the main actors in the strategic and tactical context, and documentation to which I later had access. My purpose is not to leave another vision of the only war waged by my country in the 20th century. Most of the Argentines who wrote about the conflict were not at the scene of the events, and some did so by emphasizing political and ideological aspects, confusing the civic-military dictatorship with the legitimacy of an unquestionably unifying cause of the Argentine people, and not addressing in all its dimension the sacrifice of those who –during 44 days– fought for a feeling. 

Many politicians still today ignore the feat of those who fulfilled their duty as soldiers, anonymously and selflessly. That was the feat of the Armed Forces. Once again, I reiterate that war is a renunciation of humanity's few claims. I wish that, for us, the Argentines, the sentence of Paul Valery is not fulfilled: "The lessons of history have never been of any use". 

*Lieutenant General (R). Former Army Chief (1992-1999). Malvinas Veteran.


"THE MALVINAS ISLANDS WERE, ARE AND WILL BE FOREVER ARGENTINE" 


jueves, 2 de abril de 2020

"No se puede pensar Malvinas como dos macetas que te robaron"… @dealgunamanera...

Federico Lorenz: "No se puede pensar Malvinas como dos macetas que te robaron"…


El historiador propone un ejercicio simple: pensar qué haríamos si Argentina recupera las Malvinas. La propuesta no parte de una imposibilidad sino de asumir el riesgo de pensar desde una perspectiva integradora, regional y suratlántica. Un historiador llamado a cuestionar los rituales que desde 1982 marcan el discurso sobre las islas. Y en torno a una guerra que todavía buscamos asimilar.

© Escrito por Daniel Giarone el  miércoles 01/04/2020 y publicado por la Agencia Télam de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.

El primer recuerdo “en colores” que tiene Federico Lorenz es de 1982. Tenía once años e iba camino a la escuela 24, en el barrio de Balvanera, cuando el 2 de abril la Argentina ocupó las Islas Malvinas. “La novedad para mí fue ver gente en la calle, que en esa época era muy novedoso. Ver gente con banderas en la calle, gente contenta, fue muy impactante. Uno de los pocos recuerdos en color que tengo de entonces”.

Después Federico iría al Nacional Buenos Aires y obtendría la licenciatura en Historia en la Universidad de Lujan. Investigador del Conicet, se especializó en Malvinas, sobre la que escribió numerosos artículos y libros. Entre los que se destacan “Todo lo que necesitás saber sobre Malvinas” (Paidós, 2014), “Las guerras de Malvinas” (Edhesa, 2012) y “Fantasmas de Malvinas. Un libro de viajes” (Eterna Cadencia, 2008).

Lorenz “recibe” a Télam por teléfono, acorde a los tiempos de pandemia y cuarentena. “Con mucho cuidado con la analogía, porque ahora vivimos en democracia, la dictadura militar planteaba la represión ilegal casi como una cuestión biológica y quirúrgica, donde también había que aislar a un sector de la sociedad”, reflexiona al comienzo de la charla.

Y agrega que ahora el asilamiento es para salvar vidas no para sesgarlas, al tiempo que lo vive como una oportunidad: la “pensar” la historia argentina para interpelar lo que somos y el mundo en que vivimos.


Después Federico iría al Nacional Buenos Aires y obtendría la licenciatura en Historia en la Universidad de Lujan. Investigador del Conicet, se especializó en Malvinas, sobre la que escribió numerosos artículos y libros. Entre los que se destacan “Todo lo que necesitás saber sobre Malvinas” (Paidós, 2014), “Las guerras de Malvinas” (Edhesa, 2012) y “Fantasmas de Malvinas. Un libro de viajes” (Eterna Cadencia, 2008).
Lorenz “recibe” a Télam por teléfono, acorde a los tiempos de pandemia y cuarentena. “Con mucho cuidado con la analogía, porque ahora vivimos en democracia, la dictadura militar planteaba la represión ilegal casi como una cuestión biológica y quirúrgica, donde también había que aislar a un sector de la sociedad”, reflexiona al comienzo de la charla.

Y agrega que ahora el asilamiento es para salvar vidas no para sesgarlas, al tiempo que lo vive como una oportunidad: la “pensar” la historia argentina para interpelar lo que somos y el mundo en que vivimos.



- ¿Cuál fue la apuesta de la dictadura al recuperar las Islas Malvinas, cuál era el plan?
- El origen es un acuerdo interno entre (Leopoldo) Galtieri y (Jorge) Anaya, que era Jefe de la Armada, para desbancar a Viola y que Galtieri asuma como presidente. La recuperación de Malvinas fue parte de un acuerdo político en el seno de la dictadura. Esto no implica desconocer que existía un anhelo histórico de recuperar las Islas, del que los militares no estaban exentos. Además, una recuperación exitosa colocaba a la dictadura en otro lugar frente a la sociedad.

- ¿Las convocatorias a Plaza de Mayo que se produjeron durante el conflicto bélico buscaban promover ese nuevo lugar?
- Malvinas fue un hecho público por antonomasia, lo contrario a lo que la dictadura quería. Con eso sacaron a la gente a la calle. Durante la segunda plaza que hizo Galtieri, organizada cuando vino Alexander Haig, el negociador de los E
stados Unidos, Galtieri sale al balcón, levanta la mano para saludar y hace todos los gestos del arco político: la V, levanta el puño, el dedito. No sabía qué hacer en realidad. Entonces se ven dos cosas emblemáticas. En la primera plaza la gente cantaba “hoy le toca a los ingleses / y mañana a los chilenos” y después, cuando Galtieri dice “yo soy el presidente de los argentinos”, la gente chifla. Esto marca que Malvinas abrió la posibilidad de volver a hacer política en la calle.

- Tituló uno de sus libros “Las guerras de Malvinas”. El plural sugiere varias guerras ¿Cuáles fueron?
- Por un lado la interpretación de qué fue la guerra: una maniobra de la dictadura, una gesta, un aspecto más de la lucha antimperialista… Bueno, fue todo eso. Malvinas tuvo un resultado no buscado ni por los militares ni por los combatientes, que es que permitió impugnar a la dictadura. Otro aspecto de lo que llamo “las guerras” es el de los soldados que fueron a las islas. Por un lado los culpables de la derrota, los militares de profesión, y por el otro los conscriptos, los llamados “chicos de la guerra”. Los combatientes en Malvinas pasaron a ser víctimas de la dictadura tanto como los desaparecidos. Y eso también es una guerra por el significado. También fue una guerra por un territorio irredento, donde la cuestión nacionalista atraviesa cualquier interpretación y establece una vara para medir lo que se dice.

- ¿Hablar de “guerras” permite dar cuenta de la complejidad de lo ocurrido?
- Solemos pensar Malvinas desde una visión ‘porteñocéntrica’. Son los grandes medios nacionales los que construyeron los relatos públicos sobre Malvinas, pero la guerra fue muy diferente en distintos lugares del país. No fue lo mismo en la Patagonia que en Buenos Aires, no fue lo mismo para quien combatió que para alguien al que no le tocó hacer el servicio militar, para las mujeres que para los hombres, para una madre con alguien allá que para la madre de un desaparecido, etc. Hay una cantidad de matices que las explicaciones simplistas desconocen.

- ¿Por qué sostiene que “ritualizar” Malvinas es contraproducente para lograr la recuperación de las Islas?
- Desde el punto de vista psicológico no podés quedarte pegado al trauma. La gran cantidad de ex combatientes que se quitaron la vida tiene que ver con la imposibilidad social de procesar la guerra. Alguien que se suicida cuando vuelve de la guerra es alguien que, entre otras cosas, no encontró un lugar social para compartir lo que había vivido, en nombre de todos. Políticamente tampoco sirve quedarse atado al ritual, porque supone imaginar la disputa por Malvinas como una fotografía, como algo fijo, pero a partir de 1982 sucedieron un montón de cosas en Malvinas, y entre Malvinas y el continente.

- ¿En qué se puede observar esto concretamente?
- La semana pasada hubo dos noticias que sirven para pensarlo. Una fue que el gobierno argentino ofreció asistencia al embajador británico ante un posible caso de coronavirus en Malvinas. La otra es que las autoridades de las islas dijeron que iban a mandar las muestras a Gran Bretaña. Esto es un símbolo del retroceso. En la primera mitad de la década del 70 lo automático hubiera sido subir a esa persona a un avión de LADE y hacerle los estudios en Comodoro Rivadavia. Es decir, la guerra para la Argentina fue un retroceso formidable. Y todavía no nos hacemos cargo de eso.

- ¿Qué tipo de política puede romper con la ritualización?
- Desde el final de la guerra para acá hay una constante y varias idas y venidas. La constante es que la Argentina nunca abandonó el reclamo, algo que en realidad se mantiene desde 1833. Pero hay problema grave: el subibajas de las políticas de “acercamiento”. En la primera mitad de la década del 70 las Islas estaban logísticamente atadas al continente, había maestra bilingüe, la pista de aterrizaje la había construido personal argentino, había vuelos a Comodoro, becas en establecimientos educativos argentinos, todo lo que ahora se presenta como novedad ya se había hecho, y lo rompimos. Quienes viven en las Malvinas necesitan de la Argentina cada vez menos.

- ¿Cómo cree entonces que hay pensar Malvinas hoy?
- Más en lógica regional suratlántica que en lógica “nacional-pampeano-oligárquica”. No se puede pensar Malvinas como dos macetas que te robaron sino como parte de un espacio más complejo que es el espacio suratlántico. Argentina es uno de los países con mayor litoral atlántico pero también de menor conciencia marítima. Hay que reconstruir la historia en clave más compleja, no en clave de un hito de despojo. Todo el tiempo hablamos de negociar con el Reino Unido, lo que implica estar dispuesto a ceder. Yo no sé cuán está hecha carne esa idea. En una lógica del todo o nada llevamos las de perder.

- ¿Esto no puede dejar afuera la discusión sobre la soberanía?
- Es que ya lo están haciendo de hecho. Cada vez que se instala el tema lo que responden los británicos es que no van a hacer nada en contra de los deseos de los isleños. Desde el 82 te corrieron la cancha, más allá de las resoluciones de Naciones Unidas. Hasta el 82 vos disputabas por el territorio. Y ese sigue siendo el argumento argentino. Hay que pensar el problema de otra manera para encontrar otro tipo de soluciones. Hay que pensar regionalmente la historia del espacio suratlántico y de los vínculos entre la personas que allí habitan. Quién dice que en la paleta de grises no haya resquicio para avanzar en la posición argentina.


- ¿Qué nuevas herramientas son necesarias para pensar la recuperación de las Islas?
- Estamos denunciando una situación imperialista pero lo hacemos con las herramientas del imperialismo, que es la lógica estatal-regional. Y hoy hay varias cosas que son transnacionales. Dos fundamentalmente: el capitalismo y la pandemia. Uno de los principales factores que condujeron a la expansión del coronavirus es la lógica con que se condujeron los estados para un problema que es transnacional. A esto me refiero con la necesidad de pensar de una manera nueva el problema, que no quiere decir abandonar el reclamo.

- En una nota en Revista Anfibia se preguntaba qué vamos a hacer cuando recuperemos las Malvinas. Lo planteaba casi como un juego pero formulando un interrogante que suena extraño, no por lo cerca o lejos que podamos estar de esa situación sino porque nadie parece hacerse esa pregunta.
- Es que para mí siempre fue una pregunta central. Tantos esfuerzos, tantas vidas por Malvinas merecen un mejor destino a que hagamos siempre lo mismo. Qué pasa si revisamos nuestro vínculo no sólo con Malvinas sino nuestro vínculo federal. Qué pasa que seguimos pensando el Atlántico Sur desde Buenos Aires. Tenemos un problema enorme ahí. Basta con que te alejes un poco de Buenos Aires, vayas a la Patagonia, ni hablar si pisás Malvinas, y el mapa con el que llegaste se te da vuelta, lo tenés que quemar y hacer otro. Y eso no quiere decir tener menos derechos sobre el territorio, quiere decir que lo tenés que pensar diferente.

- Entonces: ¿Qué vamos a hacer cuando recuperemos las Islas Malvinas?
- No lo sé. Sí sé que sería una Argentina completamente diferente. Una Argentina mucho más federal, mucho más marítima, una Argentina que se mire desde el mar hacia la costa y no al revés. Si una forma de entendernos como Nación nos llevó al terrorismo de Estado y a la guerra mal hacemos en sostener esa forma. Nadie piensa hoy qué haríamos con las Malvinas recuperadas. Sí se pensó en los primeros 70, cuando se diseñó toda una política de vinculación, de logística para incorporar a los isleños “a la vida argentina”, ofreciéndoles espacios en las escuelas, en los medios sanitarios, etc. Todo eso por distintos motivos retrocedió. Creo que hay que trabajar más sobre los grises que sobre las posiciones binarias, que son mucho más autosatisfactorias pero inconducentes.




¿Por qué las Islas Malvinas pertenecen a la República Argentina entre otras tantísimas causas? 


Las Malvinas son argentinas porque antes fueron españolas, y nuestro país se liberó del dominio español al declarar su independencia luego de muchos años de lucha armada contra sus ejércitos. Esa independencia le otorga derecho sobre toda posesión que perteneció a España, ya que las islas eran parte del dominio del virreinato cuyo territorio heredaron las provincias unidas.

Las Malvinas forman parte de nuestro territorio y son un fragmento de Tierra del Fuego. La situación es un ejemplo de colonialismo, una política por la cual estados más poderosos se apropiaron de territorios de las naciones más débiles o nuevas.

Porque el reino Unido usurpó las islas cuando ya éramos una Nación independiente y soberana, con dominio sobre ellas. No pueden argumentar que estaban vacías o en un limbo legal.

Porque están dentro de la plataforma submarina del Atlántico Sur, en el Mar Continental Argentino, y son una prolongación natural de la Patagonia.

Porque Inglaterra aceptó la pertenencia de las islas a nuestro país en el Tratado de Paz y Amistad de 1825.

Porque ninguna nación del mundo puede presentar mejores títulos que la Argentina para su posesión y dominio.

Porque Inglaterra no protestó ante los actos de posesión, afirmación nacional y soberanía cumplidos en la isla Nuestra Señora de la Soledad por la fragata Heroína en 1820 y por el bergantín Belgrano en 1825.

Porque Inglaterra no protestó por la promulgación de la ley de Buenos Aires sobre la caza de animales anfibios en las costas patagónicas e islas adyacentes.

Porque tampoco se opuso a los contratos de explotación y pesquería firmados por el gobierno argentino con el comerciante Jorge Pacheco y su socio Luis Vernet. Este último, primer gobernador de las Malvinas. Pacheco firmó en 1823, y Vernet en 1828.

Porque todavía existen allí reliquias toponímicas y folklóricas del antiguo dominio argentino en las islas. Por ejemplo, los nombres criollos de muchos lugares y de todos los pelajes y aperos de los caballos.

Porque lo dice claramente nuestra Constitución: "La Nación Argentina ratifica su legítima e imprescriptible soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur, y los espacios marítimos e insulares correspondientes, por ser parte integrante del territorio nacional".

Porque la Argentina las reclamó desde siempre, jamás aceptó la usurpación, y por lo tanto los británicos no están en posesión de ningún documento que acredite su dominio o nuestra renuncia al mismo.

Porque ni el acta de rendición de Puerto Argentino del 14 de junio de 1982, ni los acuerdos debatidos en España a partir del 17 de octubre de 1989, ni la declaración (o tratado) de Madrid del 15 de febrero de 1990, cerraron el debate relativo a la soberanía nacional sobre las islas, ya que el 5 de noviembre de 1982 la ONU declaró que la cuestión de la soberanía debía resolverse mediante negociaciones, e instó a las partes a hacerlo.


Porque fueron usurpadas por la fuerza el 3 de enero de 1833, tomando más de un centenar y medio de prisioneros y enviados a Inglaterra. Un claro acto de guerra que ha cumplido 187 años.