Mi reportaje al Papa...
El Papa Francisco, en la entrevista con Jorge Fontevecchia. Fotografía:
Prensa Vaticana.
El de PERFIL coincidió con otro dos en Infobae y La
Nación: los tres reportajes motivados por sus 10 años de papado que
se cumplen este lunes 13: también todos 13, un 13 de 2013 lo eligieron Papa, un
13 de diciembre con 33 años lo ordenaron sacerdote. Como si el hombre que muy
raramente concedía reportajes, el año pasado solo dos a las agencias Associated
Press de Estados Unidos y Télam de Argentina, y durante sus diez años como Papa
apenas había concedido un par más de pregunta y repuesta, de repente decidiera
hacer en la misma semana tantos reportajes como en sus 86 años de vida (en
Argentina tampoco le gustaba dar reportajes).
© Escrito por Jorge Fontevecchia el sábado 11/03/2023 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires, República Argentina.
Una interpretación posible es que frente a
los homenajes que se le realizarán esta semana en Argentina trató de compensar
no haber visitado su país haciéndose presente a través de los medios. Otra es
que al conceder un reportaje sintió que sería injusto con los otros medios al
no dispensarle igual tratamiento y terminó dando varios.
Mi reportaje tiene su propia historia.
Cuentan que cuando Jorge Bergoglio era arzobispo de Buenos Aires y al comienzo
del kirchnerismo todos los medios elogiaban a aquel gobierno, mientras mantenía
una relación tensa con el matrimonio presidencial recomendaba a los obispos
leer Perfil, por entonces la única palabra impresa critica al kirchnerismo.
Cuentan también que ya siendo Papa, en el
apogeo de la era macrista, que en su visita oficial al Vaticano Mauricio Macri,
como una demostración de poder y disgusto, se sentó frente a él y no le dirigió
la palabra por muchos largos minutos.
El Papa con paciencia divina después de
un tiempo le habría dicho: “si no tiene nada para agregar podemos dar por
concluido el encuentro” lo que después se plasmó en esa foto con seño adusto.
Por entonces Perfil publicó los sábados durante varios años L’Osservatore
Romano y en ese 2017 de gloria del PRO y tensión con el
Vaticano, Marcelo Figueroa, el pastor protestante que integraba del grupo
interreligioso del Papa intercedió para que nos concediera un reportaje a lo
que Bergoglio respondió con una de sus cartas escritas a mano, muy elogiosa y
cálidamente pero pidiendo disculpas porque no quería dar ningún reportaje.
Pasado la pandemia y aprovechando los
viajes de Nelson Castro para su libro sobre la salud de los papas, volví a
escribirle pidiéndole nuevamente sin suerte el reportaje hasta que recién fue
venciéndose su resistencia tras la muerte de mi padre el 10 de setiembre pasado
cuando en una sentida condolencia me recordó la narración de Virgilio en las
Eneidas sobre hacerse cargo cuando Eneas se convierte en progenitor del pueblo
romano tras la muerte de su propio padre, Anquises; y en una reunión previa al
reportaje me dijo “no me afloje”.
Ese es el recorrido de más de un lustro de
mi reportaje al Papa. Nada fue fácil hasta que aceptó realizarlo y a partir de
allí, todo lo contrario, fue un gran facilitador.
Le envié primero un cuestionario con 110
preguntas proponiéndole que él eligiera las que deseaba contestar y de ser
posible fueran no menos de 65 para tener casi tres horas de conversación.
Respondió diciendo que elija yo las 65 que prefiriera y así fue.
Quedaron es ese orden 5 de metafísica, 6 de
líneas internas de la Iglesia, 9 de teología, 2 sobre los jesuitas, 2 de
comunismo, 4 de peronismo, 11 sobre la identidad, 4 de economía, 1 de pandemia,
1 de geopolítica, 1 de inmigrantes, 2 de Brasil, 2 sobre evangélicos, 4 sobre
Argentina, 1 de movimiento sociales, 5 de curas de Tercer Mundo, 1 de Madres de
Plaza de Mayo, 1 sobre la dictadura, 1 sobre pueblos originarios y 2 sobre
volver, a las que se agregaron no muchas repreguntas. Si hubo conversación
completando o asociando alguna pregunta o repuesta con otra.
El resultado es un documento audiovisual de tres horas y un texto de 85.000
caracteres, un libro pequeño.
No quise poner foco en nombres propios ni
temas de coyuntura tratando de darle valor histórico al reportaje, que pudiera
leerse o verse dentro de diez años y siguiera teniendo algún valor
historiográfico.
En el reportaje el espíritu santo así como
referencia al infierno (“no es un lugar”) aparecen recurrentemente, la Biblia
como metáfora de la creación del universo, el tiempo venciendo al espacio y la
recurrente mención a la armonía como sustituto religioso de la síntesis en la
dialéctica hegeliana. Opinión personal: hay mucho de Hegel en la importancia
fundante que el Papa le asigna a la superioridad del tiempo y la armonía.
También se refirió al filósofo argentino Rodolfo Kusch.
Sobre el peronismo (me preguntan si soy
peronista como diciendo “usted fue leproso y se curó”) se podría parafrasear al
primer Perón cuando frente a las acusaciones que se le hacían en la década del
cincuenta al arzobispo de Resistencia, Monseñor De Carlo de haber sido el
traductor de la doctrina social de la Iglesia a las bases peronistas, en la
Plaza de Mayo aclaró: “dicen que De Carlo es peronista, mentira, Perón es
decarlista”. Bergoglio no es peronista, el peronismo es (trata de ser)
catolicista.
Dos referencias personales que me
resonaron, la identificación con la decepción con los gobiernos de San Martin
al volver de Guayaquil yéndose de la Argentina (él rápidamente aclaró que nunca
podría comparar con él) y la decisión de San Francisco de Asis quien habiendo
sido un niño de una clase privilegiada a los 20 años dejó esa vida acomodada
para seguir su vocación religiosa con la propia historia de Jorge Bergoglio
niño (nuevamente mi propia interpretación) que conoció la pobreza a través del
personal de servicio de su casa paterna.
Monseñor Ojea, que fue su obispo auxiliar
en Buenos Aires, contó que en la primera reunión del Papa ya electo con los
obispos argentinos pido que recen por él: “para que no me la crea”. Creérsela
es para el Papa caer en el peor de los pecados: la soberbia, que reaparece
varias veces a lo largo del reportaje junto con la hipocresía. Quizás la frese
que mejor lo define es que cuando le pregunto qué es la humildad para él y me
responde “la humildad es la verdad”.