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jueves, 24 de abril de 2025

Adiós al papa Francisco… @dealgunamanera...

Adiós al papa Francisco. Referente religioso, político y cultural…

Francisco instaló desde el Vaticano una agenda destinada a exponer los problemas del mundo, entre ellos, las migraciones, el cambio climático, las guerras y la deuda externa. El legado del papa argentino y los interrogantes sobre su sucesión en la nota de la semana de Revista Acción. 

© Escrito el miércoles 23/04/2025 por Washington Uranga y publicado por la Revista Acción de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

Murió el papa Francisco. Difícil habría sido imaginar el 13 de marzo de 2013, cuando Jorge Bergoglio fue proclamado como máxima autoridad de la Iglesia católica, que este porteño nacido en el barrio de Flores y que siempre se siguió reivindicando como «cuervo» por su identificación futbolística con San Lorenzo, se convertiría en poco tiempo en uno de los máximos referentes del universo político, religioso y cultural a nivel mundial. Podrá decirse que esto sucedió –sin duda– en un escenario en el que la crisis de referentes es evidente, y el avance de las ideas conservadoras es notoria en buena parte de los países, mientras el poder económico se concentra en el capitalismo de plataformas y la sobreexplotación de los recursos naturales no se detiene ante la voracidad de la acumulación de riquezas.

Pero habrá que reconocer también que el papa argentino instaló desde el Vaticano una agenda destinada a exponer los problemas y las atrocidades del mundo presente. Por eso su primera salida de Roma fue a Lampedusa, para encontrarse allí con los inmigrantes ilegales que llegan hasta Europa buscando una tabla de salvación. Fue el primer gesto de Bergoglio para con «los descartados» del sistema, como él los ha denominado en varias oportunidades.

La posición de Francisco –que se podría considerar, de alguna manera, su «plan de gobierno» al frente de la Iglesia católica– quedó expresada en sus discursos y alocuciones públicas, también en sus gestos, pero estuvo condensada y sistematizada en dos de sus encíclicas: Laudato si, sobre el cuidado de «la casa común» y Fratelli tutti, sobre la sociedad y la convivencia humanas.

En medio de conflictos. 

En la primera, Bergoglio planteó la corresponsabilidad de todas y todos en el cuidado del mundo en que vivimos. Denunció las consecuencias del cambio climático ocasionado por el modelo económico dominante, al que criticó con dureza basado en fundamentos y precisión técnica. En la segunda se centró en la necesidad de la fraternidad entre las personas, la advertencia sobre las migraciones masivas, los pobres y descartados del mundo, condenando las guerras y su infinita capacidad destructora. 

En todos los casos el papa propuso «la cultura del encuentro», que definió como diálogo en la diferencia y entre diferentes, como manera de crear y definir alternativas al costado de los modelos económicos y políticos dominantes.


A lo largo de su pontificado, Francisco repitió estas mismas ideas en centenares de encuentros con dirigentes, autoridades y jefes de Estado de todo el mundo. También lo hizo con los líderes de las religiones monoteístas a partir del convencimiento de que estas tradiciones religiosas tienen que contribuir a la construcción de alternativas de paz en un escenario en el que –según sus propias palabras– asistimos a una guerra mundial montada en pequeños o medianos conflictos armados de orden regional por motivos territoriales, étnicos, raciales o económicos. 

En esta búsqueda, Bergoglio decidió involucrar a la estructura institucional de la Iglesia católica. Para hacerlo tuvo que cambiar reglas de juego y también personas en el Vaticano. La Santa Sede desempeñó un papel más activo en los foros internacionales y en los organismos multilaterales donde se debatió sobre el cambio climático, pero también sobre migraciones o sobre la deuda externa. El propio Vaticano, a través de la Academia Pontificia de Ciencias, se ofreció como escenario para estos intercambios. La Iglesia se comprometió –no siempre con éxito– en mediaciones frente a conflictos tales como el de Rusia y Ucrania e Israel y Palestina, para mencionar tan solo dos. Y fue el propio Francisco el que intervino para acercar posiciones entre Estados Unidos y Cuba buscando disminuir el impacto de la agresión que implica el bloqueo al país caribeño.

En Bolivia. Francisco en su visita de julio de 2015, donde ofreció un recordado mensaje en favor de la justicia social. Fotografía: Getty Images


Las tres T.

No contento con lo anterior, Francisco se convirtió en un líder en defensa de los derechos humanos y vocero de los pobres y descartados. Para ello buscó una alianza con los movimientos sociales de todo el mundo, empoderándolos en sus reclamos. Un hecho sumamente significativo, en lo simbólico y en lo político, ocurrió con ocasión de su visita a Cochabamba (Bolivia), el 9 de julio de 2015. Allí el papa se presentó ante un auditorio plural de los movimientos sociales y los animó a ser protagonistas del cambio social sobre la base de su consigna de «las tres T: tierra, techo y trabajo». De allí en más, sin distinción de tipo religioso, los movimientos sociales fueron asiduos invitados a los debates y las iniciativas en favor de la justicia social promovidas por el sumo pontífice.

Fue su permanente defensa de la justicia social lo que llevó a Bergoglio a los mayores enfrentamientos discursivos con el presidente Javier Milei, quien rechaza ese concepto como categoría y como práctica, por considerarlo una aberración y un robo para quienes tendrían que ceder parte de las riquezas acumuladas para garantizar la sobrevivencia de los más pobres.


También puso en práctica cambios en la institución católica, cuya credibilidad estaba seriamente afectada por los casos de abusos, de pedofilia y de corrupción financiera. Francisco reformó el funcionamiento de la curia y estableció sanciones. Ydio el debate definiendo una «iglesia de puertas abiertas», incorporando a las mujeres a los puestos de mando y acogiendo también a los homosexuales y a las diversidades de género. En este frente interno encontró resistencias de todo tipo: de los ultraconservadores en lo doctrinario, pero también de quienes delinquieron amparados en el poder eclesiástico. 

Una pregunta que resuena en el aire y que se hace mucha gente, católicos o no, es si la renovación y la perspectiva humanista basada en derechos de la que ha sido abanderado Francisco tendrá continuidad en la Iglesia católica tras la elección de un nuevo pontífice. Es un interrogante que hoy no tiene respuesta, porque a pesar de las previsiones tomadas por Bergoglio para asegurar en el cónclave elector a un grupo de cardenales afines a su perspectiva, esto no resulta hoy asegurado. Habrá que esperar entonces que las ideas y las propuestas sembradas por Francisco florezcan no solo en la Iglesia, sino más allá de sus límites, en otros espacios de la sociedad y para bien de la humanidad.



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sábado, 1 de junio de 2024

Los Años 70. ¿Cómo recordar sin quedar prisionero del pasado?... @dealgunamanera...

 ¿Cómo recordar sin quedar prisionero del pasado?...


Los 70. “Nuestro país vivió una década signada por la violencia”. Fuente: Cedoc

En 1995, como jefe del Ejército, en un mensaje institucional público, entre otros conceptos, expresé: “Nuestro país vivió en los 70 una década signada por la violencia, el mesianismo y la ideología, que se inició con un terrorismo contra el Estado y que desató una represión que aún hoy estremece. No debemos negar más el horror vivido (…) Asumo toda la responsabilidad del presente, e institucional del pasado…”.

© Escrito por Martín Balza (*) el viernes 31/05/2024 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.


El mensaje tuvo muy positiva acogida en nuestro país y en el exterior, excepto para los represores Massera, Videla, Viola, Galtieri, Bignone, Díaz Bessone, Harguindeguy, Riveros, Menéndez y Bussi. O el coronel Pascual Oscar Guerrieri, que amenazó, telefónicamente, de muerte a mis cuatro hijos. Todos gozaban de un indulto presidencial.

Un viejo coronel retirado –nostálgico del 55– por carta me indujo al suicidio. Y Eduardo Luis Duhalde, crítico de los militares, calificó el mensaje como “engañoso, reticente y poco ético”. En la década citada, un grupo paramilitar de extrema derecha conocido como Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) perpetró –se calcula– cerca de mil asesinatos. Las organizaciones irregulares armadas cometieron execrables crímenes, vandálicos atentados y actos terroristas.

Según Díaz Bessone: “Las FF.AA. respondieron con un innecesario golpe de Estado cívico-militar que no se debió a la lucha contra la subversión. Nada impedía eliminarla bajo un gobierno constitucional. El objetivo fue clausurar un ciclo histórico” (Quiroga y Tcach, A veinte años del golpe, pág. 127). Invocando esos hechos y principios cristianos, se concibió un terrorismo de Estado que se ejerció con total impunidad. Las organizaciones armadas cometieron actos criminales, pero más grave fue que el Estado se convirtió en criminal.

Ese período fue calificado por el cardenal Jorge Bergoglio como “una de las lacras más grandes que pesan sobre nuestra Patria. Los horrores que se cometieron se fueron conociendo con cuentagotas. Matar en nombre de Dios es una blasfemia. Pero eso no justifica el rencor, con odio no se soluciona” (Sobre el cielo y la tierra, pág. 183).

Al respecto, el rabino Abraham Skorka dijo: “Cuando se mata en nombre de Dios, duele muchísimo más. El daño es mayor ya que, amén del crimen perverso y la destrucción de la dignidad humana, se destruye la dimensión de la fe (…) Como el otro no vive como yo creo que Dios dice que hay que vivir, entonces lo puedo matar”( Op. Cit. Pág. 77 y 79).

El periodista David Rieff, en la revista The New Yorker del 23 de noviembre de 1992, escribió, a propósito de la guerra civil en la ex-Yugoslavia: “Para los serbios, los musulmanes han dejado de ser hombres”. La moraleja que extrae el filósofo estadounidense Richard Rorty es que “los serbios que matan y violan no están convencidos de cometer una violación a los derechos humanos porque los musulmanes no son seres humanos…”. Algo similar manifestó un conocido represor: en 1976, el obispo Enrique Angelelli pudo entrevistarse en Córdoba con el general Mario B. Menéndez. El prelado le sugirió rezar un padrenuestro por los perseguidos por ser los dos creyentes. Menéndez le replicó: “El padrenuestro no lo rezo por los subversivos porque no los considero hijos de Dios” (Colombo S, Clarín, 4 de agosto de 2001).

El Libro de la sabiduría (9.13-18) dice: “¿Qué hombre conoce los designios de Dios? ¿Quién puede hacerse una idea de lo que quiere el Señor?”. Se concibió un terrorismo de Estado que se apartó del orden jurídico vigente y de elementales normas morales y religiosas, una forma extrema de eugenesia que incluía a quienes se consideraba “irrecuperables”: obreros, estudiantes, empleados, docentes, políticos, sindicalistas, religiosos, mujeres, ancianos, deportistas, miembros de nuestro cuerpo diplomático y militares.

Los altos mandos –que tenían dominio del hecho y poder de decisión– nunca aceptaron su responsabilidad en la comisión de violaciones sexuales, secuestros, asesinatos, robo de bebés, saqueos de propiedades, torturas, tirar vivos o muertos prisioneros al río o al mar y desapariciones forzadas de personas. Ignoraron el derecho humanitario y que “La persona no es una cosa, sino que refleja la presencia del mismo Dios en el mundo” (cardenal Joseph Ratzinger, Dios y el mundo, pág. 126).

Al asumir, el presidente Menem dictó una catarata de indultos en favor de militares y civiles que antes habían sido procesados y condenados durante la gestión del presidente Alfonsín, “porque pretendía crear las condiciones para la reconciliación y la unión nacional”. Imponía el arrepentimiento de los beneficiados que, hasta ese momento, nunca lo habían expresado. Ninguno pidió perdón, el Ejército lo hizo el 25 de abril de 1995.

En septiembre de 2003, tres generales indultados confesaron públicamente a la periodista y cineasta francesa Marie-Monique Robin la comisión de crímenes de lesa humanidad. Todo se difundió en un documental, en Francia por Canal Plus y en la Argentina por Telefe. Ello consta en su libro Escuadrones de la muerte. La escuela francesa (Bignone, págs. 420 y 421; Harguindeguy, págs. 446 y 447, y Díaz Bessone, págs. 437, 440 y 441). Por eso no recibieron ninguna sanción ni condena.

Desde 1955 no hemos superado el concepto de “grieta”. Pero creo que los argentinos anhelamos otra palabra: reconciliación. Que es un largo camino hacia la concordia, por medio del cual un pueblo avanza de un pasado controversial a un futuro compartido. En nuestro caso, no es fácil, por la grave polarización sobre el pasado y por sectores que están muy consolidados a su propia verdad. Hemos carecido de grandes líderes y testigos que conocieran la realidad del sufrimiento, de la violencia, de la injusticia y de la bondad del hombre a la manera de una Teresa de Calcuta, de un Gandhi o de un Martin Luther King.

En Colombia, monseñor Luis Augusto Castro me recordó un concepto de Nelson Mandela: “Para poder generar una reconciliación a nivel social, cultural o político, es necesario ante todo vivir una conversión humana, profunda y muy espiritual”.

(*) Ex jefe del Ejército Argentino, veterano de la Guerra de Malvinas y exembajador en Colombia y Costa Rica.



    

domingo, 12 de marzo de 2023

Mi reportaje al Papa... @deaalgunamaneraok...

 Mi reportaje al Papa...


El Papa Francisco, en la entrevista con Jorge Fontevecchia. Fotografía: Prensa Vaticana.


El de PERFIL coincidió con otro dos en Infobae La Nación: los tres reportajes motivados por sus 10 años de papado que se cumplen este lunes 13: también todos 13, un 13 de 2013 lo eligieron Papa, un 13 de diciembre con 33 años lo ordenaron sacerdote. Como si el hombre que muy raramente concedía reportajes, el año pasado solo dos a las agencias Associated Press de Estados Unidos y Télam de Argentina, y durante sus diez años como Papa apenas había concedido un par más de pregunta y repuesta, de repente decidiera hacer en la misma semana tantos reportajes como en sus 86 años de vida (en Argentina tampoco le gustaba dar reportajes).

© Escrito por Jorge Fontevecchia el sábado 11/03/2023 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.


Una interpretación posible es que frente a los homenajes que se le realizarán esta semana en Argentina trató de compensar no haber visitado su país haciéndose presente a través de los medios. Otra es que al conceder un reportaje sintió que sería injusto con los otros medios al no dispensarle igual tratamiento y terminó dando varios.

Mi reportaje tiene su propia historia. Cuentan que cuando Jorge Bergoglio era arzobispo de Buenos Aires y al comienzo del kirchnerismo todos los medios elogiaban a aquel gobierno, mientras mantenía una relación tensa con el matrimonio presidencial recomendaba a los obispos leer Perfil, por entonces la única palabra impresa critica al kirchnerismo.

Cuentan también que ya siendo Papa, en el apogeo de la era macrista, que en su visita oficial al Vaticano Mauricio Macri, como una demostración de poder y disgusto, se sentó frente a él y no le dirigió la palabra por muchos largos minutos.

El Papa con paciencia divina después de un tiempo le habría dicho: “si no tiene nada para agregar podemos dar por concluido el encuentro” lo que después se plasmó en esa foto con seño adusto.


Por entonces Perfil publicó los sábados durante varios años L’Osservatore Romano y en ese 2017 de gloria del PRO y tensión con el Vaticano, Marcelo Figueroa, el pastor protestante que integraba del grupo interreligioso del Papa intercedió para que nos concediera un reportaje a lo que Bergoglio respondió con una de sus cartas escritas a mano, muy elogiosa y cálidamente pero pidiendo disculpas porque no quería dar ningún reportaje.

Pasado la pandemia y aprovechando los viajes de Nelson Castro para su libro sobre la salud de los papas, volví a escribirle pidiéndole nuevamente sin suerte el reportaje hasta que recién fue venciéndose su resistencia tras la muerte de mi padre el 10 de setiembre pasado cuando en una sentida condolencia me recordó la narración de Virgilio en las Eneidas sobre hacerse cargo cuando Eneas se convierte en progenitor del pueblo romano tras la muerte de su propio padre, Anquises; y en una reunión previa al reportaje me dijo “no me afloje”.

Ese es el recorrido de más de un lustro de mi reportaje al Papa. Nada fue fácil hasta que aceptó realizarlo y a partir de allí, todo lo contrario, fue un gran facilitador.

Le envié primero un cuestionario con 110 preguntas proponiéndole que él eligiera las que deseaba contestar y de ser posible fueran no menos de 65 para tener casi tres horas de conversación. Respondió diciendo que elija yo las 65 que prefiriera y así fue.

Quedaron es ese orden 5 de metafísica, 6 de líneas internas de la Iglesia, 9 de teología, 2 sobre los jesuitas, 2 de comunismo, 4 de peronismo, 11 sobre la identidad, 4 de economía, 1 de pandemia, 1 de geopolítica, 1 de inmigrantes, 2 de Brasil, 2 sobre evangélicos, 4 sobre Argentina, 1 de movimiento sociales, 5 de curas de Tercer Mundo, 1 de Madres de Plaza de Mayo, 1 sobre la dictadura, 1 sobre pueblos originarios y 2 sobre volver, a las que se agregaron no muchas repreguntas. Si hubo conversación completando o asociando alguna pregunta o repuesta con otra.

El resultado
 es un documento audiovisual de tres horas y un texto de 85.000 caracteres, un libro pequeño.


No quise poner foco en nombres propios ni temas de coyuntura tratando de darle valor histórico al reportaje, que pudiera leerse o verse dentro de diez años y siguiera teniendo algún valor historiográfico.

En el reportaje el espíritu santo así como referencia al infierno (“no es un lugar”) aparecen recurrentemente, la Biblia como metáfora de la creación del universo, el tiempo venciendo al espacio y la recurrente mención a la armonía como sustituto religioso de la síntesis en la dialéctica hegeliana. Opinión personal: hay mucho de Hegel en la importancia fundante que el Papa le asigna a la superioridad del tiempo y la armonía. También se refirió al filósofo argentino Rodolfo Kusch.

Sobre el peronismo (me preguntan si soy peronista como diciendo “usted fue leproso y se curó”) se podría parafrasear al primer Perón cuando frente a las acusaciones que se le hacían en la década del cincuenta al arzobispo de Resistencia, Monseñor De Carlo de haber sido el traductor de la doctrina social de la Iglesia a las bases peronistas, en la Plaza de Mayo aclaró: “dicen que De Carlo es peronista, mentira, Perón es decarlista”. Bergoglio no es peronista, el peronismo es (trata de ser) catolicista.

Dos referencias personales que me resonaron, la identificación con la decepción con los gobiernos de San Martin al volver de Guayaquil yéndose de la Argentina (él rápidamente aclaró que nunca podría comparar con él) y la decisión de San Francisco de Asis quien habiendo sido un niño de una clase privilegiada a los 20 años dejó esa vida acomodada para seguir su vocación religiosa con la propia historia de Jorge Bergoglio niño (nuevamente mi propia interpretación) que conoció la pobreza a través del personal de servicio de su casa paterna.

Monseñor Ojea, que fue su obispo auxiliar en Buenos Aires, contó que en la primera reunión del Papa ya electo con los obispos argentinos pido que recen por él: “para que no me la crea”. Creérsela es para el Papa caer en el peor de los pecados: la soberbia, que reaparece varias veces a lo largo del reportaje junto con la hipocresía. Quizás la frese que mejor lo define es que cuando le pregunto qué es la humildad para él y me responde “la humildad es la verdad”.



 

domingo, 6 de diciembre de 2020

En una villa de José León Suárez, el Padre Pepe rehace su vida y vuelve a dar batalla… @dealgunamanera...

 En una villa de José León Suárez, el Padre Pepe rehace su vida y vuelve a dar batalla…


En la oficina de una capilla situada en el barrio José León Suárez, en el partido de San Martín, el cura José María Di Paola, más conocido como Padre Pepe, está bien custodiado: en las paredes cuelgan retratos del Padre Mugica, de Don Bosco, del obispo Enrique Angelelli, del obispo Oscar Romero y de Jorge Bergoglio (antes y después de su llegada al papado). 

©Escrito por Javier Sinay el 06/02/2020 y publicado por Red/Acción de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos. 

Esta selección de superestrellas con sotana es la guardia espiritual de un sacerdote que hace diez años, cuando vivía en la villa 21-24, denunció al narcotráfico con un sonado documento público. “Fue muy intenso”, dice ahora. “Yo era un cura común y todo esto me cambió el tablero”. 

La repercusión de esa denuncia (firmada con otros 18 curas) fue grande y las amenazas no tardaron en llegar: primero hacia él, luego hacia sus colaboradores. El Padre Pepe tuvo que dejar la villa y pasó dos años en un pueblo en Santiago del Estero. Cuando volvió, eligió José León Suárez: el conurbano profundo. 


El sacerdote José María Di Paola en el patio de su parroquia, en José León Suárez. Foto: JS

Luego de superar la desconfianza inicial de los vecinos (“No estaban acostumbrados: pensaban que les íbamos a pedir algo”), construyó una iglesia muy amplia en la que también hay una escuela, atención sanitaria y cursos de oficios: computación, gastronomía, reparación de celulares y también de motos. La iglesia está situada justo donde comienza la Cárcova, una villa en la que viven unas 13.000 personas, cerca de un basural del CEAMSE. 

Pero aquí también hay droga. En 2013, cuando Di Paola llegó, tres niños fueron asesinados en tiroteos entre bandas narco. “En la Argentina no nos tomamos los temas en serio”, dice el cura. “Hay muchos temas distractivos y éste, en el que está en juego la vida, debiera ser uno de los más importantes”. 

Por eso, el sacerdote –que es el coordinador de la Comisión Nacional de Pastoral de Adicciones y Drogadependencia– viene pidiendo desde hace algún tiempo una ley de emergencia nacional en adicciones. “El presidente Macri la aprobó, pero después no dio los fondos necesarios para cubrir la emergencia”, dice. Marihuana, cocaína y paco son sustancias muy parecidas: “Hay pibes de clase media que las pueden manejar, pero hasta ahí”, explica. “En cambio, en los barrios populares, hay un solo paso de la marihuana al paco. Lo que para algunos es consumo recreativo, para nosotros termina siendo consumo problemático”.


Las paredes de la oficina del Padre Pepe están cubiertas de fotos y retratos del Papa Francisco, el Padre Mugica y Don Bosco. Foto: JS
 

Di Paola administra una comunidad en la que hay nueve capillas repartidas en cuatro asentamientos. Él, que vive en uno de esos barrios, ha sido por seis años el único párroco. “Pero en marzo viene un cura de Buenos Aires para ayudarme y un entrerriano a hacer una práctica”, dice. 

Cada día se despierta temprano y reza. Luego atiende gente, planea actividades, visita esas capillas, viaja a la ciudad de Buenos Aires y a La Plata. Tiene 56 años; es hijo de un empleado bancario que se recibió tardíamente de médico y de un ama de casa; y es el mayor de tres hermanos criados en el barrio de Caballito. Es el único cura de su familia. En el colegio Dámaso Centeno, donde estudió, un grupo juvenil andino y un sacerdote llamado Raúl Perropato guiaron hacia el clero su vocación de servicio, que también podría haberlo llevado a ser un médico, un maestro rural o un enviado a África. 


En un estante de la biblioteca del Padre Pepe conviven imágenes del obispo salvadoreño Oscar Romero y de Don Bosco. Foto: JS
 

Mientras tanto, las necesidades materiales y espirituales en las villas no han cambiado demasiado. “Creo que en 2019 se va arrastrando un problema muy fuerte que tiene que ver con la falta de trabajo y las tarifas altas”, dice. “El alto costo de vida repercute en la clase media, que deja de contratar changas como cortar el pasto o pintar una pared. Esos trabajos, típicos de los barrios nuestros, se empiezan a caer y el panorama es bastante complicado”. Los planes sociales son el único soporte. “En la crisis de 2001, yo estaba en la villa 21 y ahí no había nada. Hoy, en cambio, los planes son un ingreso”.

En 1997, después de pasar diez años en tres parroquias de barrio, Di Paola había llegado a esa villa con el aval de Jorge Bergoglio, entonces arzobispo de Buenos Aires. “Tenía y sigo teniendo dos carismas fuertes”, dice, “trabajar con los niños y los jóvenes; y una opción preferencial por los pobres. Entonces, en la villa sentía que todo eso se daba en un mismo lugar y yo era como un maxikiosco: trabajaba las 24 horas”. 

Bergoglio fue también quien lo apoyó cuando los narcos lo amenazaron. Una vez, el ahora Papa Francisco contó en Roma una anécdota sobre Di Paola y uno de sus fieles: “Aquel hombre decía que el sacerdote [Di Paola] era un grande que le decía las cosas en la cara y que esto lo ayudaba a combatir”. A su vez, el Padre Pepe ha dicho que Bergoglio es un guía que en un momento de crisis de fe lo acompañó “como un padre, con gran delicadeza de ánimo”. Se vieron el año pasado, cuando Di Paola hizo un viaje a Italia. 

“El Padre Pepe es un verdadero cura que imita a Jesús”, agrega ahora Martha Pelloni, una monja que ha enfrentado al poder político y criminal. “Vive en la villa con los pobres, pero no solo eso, sino que además se ocupa de los más vulnerables, que tienen la pobreza de haber sido tragados por la adicción de la droga. Nos vemos en paneles y encuentros por temas comunes: Pepe es un hermano y un amigo”. 

Di Paola no cuenta demasiado sobre esa crisis de vocación en la que intervino Bergoglio, pero dice que la fe es como un camino de montaña. “Pasás por paisajes muy lindos y por algunos abismos”, explica. “Nunca es un paisaje monótono como el de una playa. Y uno puede estar a prueba muchas veces: he visto cosas muy chocantes y han muerto chicos y familias muy cercanas a mí. Uno se pregunta a dónde está Dios cuando pasa eso, pero lo que sé es que tengo que seguir adelante porque hay otros chicos que me necesitan. Dios está siempre, pero los hombres a veces no”.   


En 2008, Bergoglio y el Padre Pepe lavan los pies de los fieles en la capilla de la villa 21. Foto: cortesía del Padre Pepe.
 

En Santiago del Estero, donde partió entre 2011 y 2013, se acostumbró a dejar el auto con la puerta abierta y a viajar a las parroquias de los parajes. Vivía en un pueblo llamado Campo Gallo. 

“Aprendí a ver una iglesia más grande”, dice. También se interesó sobre la historia de los hacheros y el camino de la soja, y profundizó su relación con lo divino. “La tranquilidad de esos lugares te permite estar más conectado con Dios. Hay mucho tiempo en camioneta para visitar los parajes, estás dando misa y entran las gallinas... La naturaleza ayuda a fortalecer el vínculo”.


El Padre Pepe en su oficina. Foto: JS

Pero volvió apenas pudo. “Mi identidad pasa por la villa”, dice. “En la villa hay mucho por hacer”. De hecho, el tiempo de la entrevista ya se acaba y algunas personas se reúnen frente a la puerta de su oficina: lo están esperando. 

El Padre Pepe luce una camisa celeste gastada, tan gastada que se ve algo decolorada. Lleva el cabello un poco desprolijo y unas viejas zapatillas negras. Se ríe con la pregunta sobre su ropa. “Hasta que no se rompe del todo, no la cambio”, explica. “Soy medio… Soy muy simple en la vida”.

 

Equipo de Sacerdotes para las Villas de Emergencia de la Arquidiócesis de Buenos Aires... @dealgunamanera...

 Narcotráfico y adicciones / Advierten a jueces y funcionarios. La droga está despenalizada en las villas, según la Iglesia… 



Duro documento de sacerdotes que viven en los asentamientos; los consideran "zonas liberadas" 

© Escrito por Silvia Premat el sábado 04/06/2009 y publicado por el Diario La Nación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos. 

Para la veintena de sacerdotes que comparten la vida con los residentes de 13 villas porteñas, las discusiones de ministros y jueces por la tenencia y consumo de drogas están muy alejadas de lo que pasa en la realidad. Es más, denuncian que las villas, como "zonas liberadas", son funcionales al narcotráfico. 

"Entre nosotros la droga está despenalizada de hecho. Se la puede tener, llevar, consumir, sin ser prácticamente molestado. Habitualmente, ni la fuerza pública ni ningún organismo que represente al Estado se mete en la vida de estos chicos, que tienen veneno en sus manos", escribieron los sacerdotes en un documento que presentaron ayer ante la prensa. 

Doce de los diecinueve curas firmantes del texto, que viven en las villas porteñas y que son allegados al cardenal Jorge Bergoglio, denunciaron también el tráfico de armas como disparador de la violencia juvenil. 

Es la segunda vez en dos años que el Equipo de Sacerdotes para las Villas de Emergencia de la Arquidiócesis de Buenos Aires interviene públicamente en un tema de interés común para la ciudad. En julio de 2007, tras conocerse proyectos para desalojar algunos asentamientos, reclamaron una "integración urbana" . 

"La mayoría de los que se enriquecen con el narcotráfico no viven en las villas, en estos barrios donde se corta la luz, donde una ambulancia tarda en entrar, donde es común ver cloacas rebalsadas". Sin embargo, admiten: "Otra cosa distinta es que el espacio de la villa, como zona liberada, resulte funcional a esta situación". 

"No queremos entrar en un conflicto. Este documento es fruto de una reflexión sobre el trabajo pastoral. Es un aporte que queremos hacer para todos", explicó el padre Gustavo Carrara, de la villa 1-11-14, durante la presentación realizada en la escuela de oficios Padre Daniel de la Serna, a metros de esa villa de Barracas. 

Además, en el documento, titulado "La droga en las villas: despenalizada de hecho", subrayan que, ligado al tema de la droga, se da el fenómeno de la delincuencia, de las peleas y de los hechos de muerte violenta. Comentan que los adolescentes, al relatar sus conductas, afirman que estaban dados vuelta (drogados). "Esto nos hace tomar conciencia de otro gran tráfico que hay en nuestra sociedad, que es el tráfico de armas, y que visualizamos como fuera de control", dicen los sacerdotes. 

En diálogo con los periodistas, el padre José María Di Paola, de la villa 21-24, dijo: "Para que un chico tenga un arma es porque alguien se la puso en las manos". Por eso, según afirman los curas, las "primeras víctimas de esta despenalización de hecho" de la droga son los jóvenes de esos barrios que, "arruinados en su mente y en su espíritu, se convencieron de que no hay posibilidades para ellos en la sociedad". 

Di Paola destacó también que las experiencias de las que surgen los dichos del documento no son producto de visitas a las villas, sino de compartir la vida con sus habitantes. 

No mencionan datos cuantitativos y afirman que se resisten "a mirar esta realidad social desde los papeles de las estadísticas". Pero sí arriesgan que en esos barrios "la droga está instalada quizá con más fuerza desde 2001". 

Así, los sacerdotes intervienen en el debate sobre la despenalización del consumo de esas sustancias. "¿La legislación actual penaliza al consumidor? No. La ley 23.737 establece que cuando la tenencia es para uso personal y hay una dependencia física o psíquica de la sustancia, el juez puede imponer una medida de seguridad curativa, consistente en un tratamiento de desintoxicación y rehabilitación por el tiempo necesario, por lo que deja en suspenso la pena que le pudiera corresponder", escribió monseñor Jorge Lozano, obispo citado por los sacerdotes en el duro documento presentado ayer. Según Lozano, "la despenalización del adicto ya está en vigencia". 

En ese sentido, los curas se preguntas: "¿Ministros y jueces conocen la situación en nuestros barrios? ¿Han dialogado con el hombre común de la villa? ¿Se han sentado a elaborar con ellos proyectos liberadores, o simplemente se piensa en implementar recetas de otras latitudes? A veces, se busca transmitir la idea de que se está trabajando fuertemente en la lucha contra la droga. Es así como, por ejemplo, se abre un solo centro de recuperación para toda una ciudad y se la empapela para dar una buena imagen". 

Entre las propuestas que, según dicen, "sin ser expertos en la materia", hacen los sacerdotes figura incorporar a la currícula escolar de la primaria una materia de prevención que no explique qué drogas hay y cómo se consumen, sino cuál es el valor de la vida, al tiempo que reclaman que se escuche más a los jóvenes en la casa y en la escuela.