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sábado, 3 de septiembre de 2022

La trampa está servida... @dealgunamaneraok...

 La trampa está servida... 

La diestra, siniestra. Dibujo Pablo Temes. 

La mesa está preparada para que los sectores más radicalizados dominen la escena. Hay una bomba que hay que saber desactivar.

© Escrito por Carlos De Angelis (*) el viernes 02/09/2022 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de las/os Argentinas/os.  

Cuando alguien le apunta con un arma a la cabeza de otra persona se suspende la política. Quedan como abstracciones flotantes las instituciones y sus códigos organizadores. Es un punto de disolución de toda comprensión.

Ética y política. Si en cualquier situación la diferencia entre la vida o la muerte es todo, cuando la víctima posible es un líder político, la situación se complejiza mil veces y la probabilidad de establecer distancias analíticas se hacen mínimas. Desde ya el repudio es un deber ético, pero no puede cancelar el análisis político. La respuesta más próxima y fácil es buscar responsables y culpables, respuesta que puede ser adecuada para observar, desde una perspectiva forense, la escena donde ocurrió el intento de asesinato, pero no alcanza para tratar de entender la intensidad del fenómeno desde una mirada histórica y estructural.

Desde la perspectiva histórica no se puede obviar que lo largo del siglo XX la política argentina estuvo dividida en dos facciones: en la primera mitad del siglo entre personalistas y antipersonalistas (defensores de Hipólito Yrigoyen y sus detractores), y en la segunda mitad entre peronistas y antiperonistas. En ambas situaciones la violencia política fue casi una constante, y ambos procesos políticos fueron terminados con golpes de Estado, cárcel y persecuciones. Incluso en 1935 el senador electo Enzo Bordabehere fue muerto a balazos en el propio recinto por el ex comisario Ramón Valdés Cora.


El restablecimiento de la democracia tampoco estuvo exento de hechos de violencia, tanto por las resistencias de los militares a los juicios iniciados por Raúl Alfonsín y por las condenas subsiguientes. El peronismo quedó con una mancha indeleble por haber bloqueado una bicameral para investigar los crímenes de la dictadura.

Luego vinieron otros hechos, en parte inexplicables, como la toma del regimiento de La Tablada por parte del MTP, y las voladuras de la Embajada de Israel y la AMIA, de las cuales todavía la sociedad espera que se identifique a los culpables frente a la inacción, impericia y desinterés de la política y la Justicia. Tampoco se puede dejar de nombrar la muerte del fiscal Nisman que sigue dividiendo a la sociedad como el primer día.

Nos, los indiferentes. Evidentemente la antinomia kirchnerismo-antikirchnerismo tiñó la política argentina desde 2008, con el inicio del conflicto contra los sectores agropecuarios. Incluso la lógica del enfrentamiento encontró sustento en los escritos teóricos de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe que plantean un modelo de democracia no liberal a la que denominan “radical”. y que se basa en el “reconocimiento de la especificidad de los antagonismos constituidos a partir de diferentes posiciones de sujeto y, de tal modo, a la posible profundización de una concepción pluralista y democrática” (Hegemonía y estrategia socialista, 1987, pág. 11).

No obstante, y a diferencia de otros tiempos el antikirchnerismo encontró dentro del sistema político un efector electoral competitivo, con la emergencia de Mauricio Macri. La trascendencia de ambos liderazgos se da precisamente porque ambos agrupamientos tienen núcleos duros irreductibles (¿35, 40% en total del electorado?) mientras que el resto de la sociedad no involucrada en la maquinaria antinómica puede decidir en forma flotante, lo que da un aire competitivo al sistema electoral.


Mirar a este sector que oscila entre la indiferencia y el hartazgo puede resultar instructivo ya que puede votar a Juntos por el Cambio, sin ser macrista o antikirchnerista, o tal vez elegir al Frente de Todos, sin ser peronista o kirchnerista.

La existencia de este espacio despolarizado (¿50-60% del electorado?), fue la razón de la existencia de un Alberto Fernández como presidente, cuyo peso evidentemente cae en el momento que no puede transformar a este espacio, darle nombre propio, ni es capaz de generar políticas que den cuenta de sus demandas efervescentes, muchas de las cuales son hoy más atendidas por los referentes de JxC, antes que por los del FdT atados a recetas hoy inocuas. Pero también “los indiferentes” son la razón de ser de la candidatura de Horacio Rodríguez Larreta. Como se ha podido observar estas semanas Patricia Bullrich está mejor equipada retóricamente para la confrontación total.

¡Radicalizados a confrontar! Luego de la larga siesta gubernamental de casi 33 meses, arrullado por la aflautada voz de Martín Guzmán el kirchnerismo sale del letargo, no por los problemas propios de la administración (que por otra parte se fue transformando en un lastre inexplicable) por el pedido de condena de los fiscales de la Causa Vialidad.

Este hecho es casi contemporáneo con el traspaso del timón económico a Sergio Massa. Mientras éste hace malabares tratando de poner un corsé a una economía desquiciada –y recibirá en Estados Unidos todo tipo de interrogantes políticos–, el alegato de Cristina Kirchner por YouTube (y que el TOF 2 no permitió que fuera dentro del proceso de la causa) planteó dos cosas:

1.    El Tribunal es ilegítimo (“La sentencia ya estaba escrita”).

2.   Este episodio es solo el comienzo de una lucha de largo aliento (“vienen por todo el peronismo”).


En los días pasados emergían dos estrategias posibles tras su discurso: 1) negar la actuación judicial; 2) ser la candidata en 2023. Ambas estrategias son contradictorias y tienen sus problemas, pero hoy no hay tiempo para profundizarlas.

El llamado a la movilización general de las filas del peronismo buscando un nuevo 17 de octubre también hace escalar en espejo a los anticristinistas (rama radicalizada de los anti-K) con la generación de un nuevo topos político, Juncal y Uruguay, el domicilio de la ex presidenta, espacio de acampe y pernocte de los intensos y de la insensata represión de la Policía de la Ciudad (¿No tienen personal más capacitado? Ese lugar también se transformó en la trampa que le permitió a Sabag Montiel apuntar con su arma en la cabeza de CFK (¿Dónde estaban los custodios federales?).

La mesa está servida para que los sectores radicalizados sigan dominando la escena. La Argentina tiene frente de sí un artefacto explosivo de esos como se ven en las películas del que hay que saber qué cables cortar para desactivarla. Pero esos cables deben ser cortados por la política, mejor dicho, por los líderes políticos del oficialismo y la oposición. ¿Será posible?

(*) Sociólogo (@cfdeangelis).



   

domingo, 16 de diciembre de 2018

Retorna la antipolítica… @dealgunamanera...

Retorna la antipolítica…

Rosca de Reyes. Emilio Monzó. Dibujo: Pablo Temes.

La falta de soluciones alienta el reparto de culpas al Estado. Derecha y populismo, en su laberinto.

© Escrito por Carlos De Angelis, Sociólogo, el domingo 16/12/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Misterios.

No hace falta recordarlo, la caída del PBI en combinación con una alta inflación produce una reestructuración de la economía. Hay menos recursos para más gente, y la redistribución de los ingresos no es neutra ni homogénea. En este marco es notable la pérdida del poder adquisitivo del salario sin una reacción de los trabajadores o sus representantes sindicales que en contadas excepciones lograron reabrir las paritarias.

Probablemente el temor a la pérdida de la fuente de trabajo sea un disuasivo lo suficientemente poderoso para suspender reclamos. La reducción de gastos como esparcimiento, indumentaria, e incluso alimentos de mayor calidad o primeras marcas, producen un efecto cascada en industria, comercios y cuentapropistas que sufren el proceso recesivo sin un horizonte claro. El aumento de la canasta básica tiene su contrapartida en el aumento de la pobreza, como mostró esta semana el Observatorio de la Deuda Social de la UCA.

La situación económica actual tiene un atributo particular, no hay explicación por parte del Gobierno del fenómeno: ya no se hacen predicciones.

Si el secreto eran las metas de inflación, hoy están en el cementerio de las buenas ideas. Si se trata de targets de emisión monetaria, la inflación se debería haber detenido de inmediato como pasó no bien se instaló la convertibilidad menemista. Si el problema era el dólar, los precios se tendrían que haber frenado o incluso bajado cuando se detuvo la corrida cambiaria. Si el problema era la falta de competencia, la apertura a las importaciones demostró que los productos de afuera siguen la misma curva de precios que los locales, con la ruptura del entramado productivo. El Gobierno apuesta a que pase el tiempo, que las tasas de interés hagan su trabajo, que los sectores agroexportadores comiencen a liquidar divisas a más tardar la segunda quincena de marzo, lo que permitiría aflojar el torniquete monetario y “bajar dinero” al terreno, como se dice en las usinas gubernamentales con la reelección como objetivo. La tarea política la hará la polarización y las divisiones dentro del peronismo.

Maldades. 

La única explicación estridente sobre el penoso devenir económico argentino proviene de los economistas ortodoxosLa explicación que dan al problema tiene un solo nombre: el Estado. Es el Estado opresor que ahoga a los empresarios con altos impuestos el causante de todos los males del país. Este razonamiento se propaga en todos los estratos y grupos de la sociedad, aun entre los propios empleados públicos. Dentro de esta explicación, el sujeto de la maldad son los políticos corruptos que solo quieren enriquecerse a costa del sufrimiento de todos los demás. Un grupo que está lejos de las preocupaciones del pueblo y que en cuya agenda figura un solo ítem: enriquecerse.

La antipolítica es la clave y desde ahí, este grupo de economistas sueña con su lanzamiento a la arena política.

Aspiran a arrancarle el 5% del segmento más liberal del bloque electoral de Cambiemos. No se trata de dar pelea al primer nivel, pero sí armar una bancada para la próxima Cámara de DiputadosEn la segunda vuelta esos votos volverán a Cambiemos, pero ya no importará.

Los más lúcidos se preguntan si el programa que proponen –por ejemplo, eliminar los planes sociales, privatizar la salud y la educación– se podría hacer dentro de los marcos de la democracia actual. Estos sectores de la “nueva” derecha vernácula intentan sumarse al viento de cola que sobrevuela en buena parte del planeta. Sin embargo, ni Donald Trump, ni Marine Le Penni Mateo Salvini adscriben al dogma neoliberal; por el contrario, son proteccionistas y especialmente antiinmigrantes. El propio Salvini como hombre fuerte del gobierno italiano causa dolores de cabeza a la “burocracia” de Bruselas por su decisión de aumentar el déficit fiscal por encima de lo permitido por la Unión Europea, mientras rechaza a las pateras que llegan desde África.

Entender. 

El problema es que la elite argentina tiene dificultades para comprender lo que es el populismo, más allá de la visión construida por ciertos comunicadores que han simplificado el fenómeno a unos forajidos que toman el poder para beneficio propio. En este sentido, muchos autores como Gino GermaniOctavio Ianni y Torcuato Di Tella han problematizado la cuestión, antes de que se pronunciasen las palabras kirchnerismo o chavismo. Simplificando, el populismo es un movimiento político que surge como respuesta al fracaso de los proyectos de modernización/globalización/liberalización cuando el resultado es la exclusión de amplios sectores de la sociedad, incluyendo a parte de las clases medias. Respuesta a un fracaso.

Estos espacios sociales excluidos suelen ser lo suficientemente heterogéneos para encontrar denominadores comunes por lo que el concepto de pueblo sirve para reunir a todos, construyendo el antagonismo entre “los de abajo” (el pueblo) contra los de arriba (la oligarquía o el establishment). Por definición va contra un sector de la clase política.

La causa contra el régimen en el yrigoyenismo. 

Desde una perspectiva más cercana a Ernesto Laclauel populismo es la construcción de una lógica política vertebrada por un discurso impreciso y fluctuante porque busca representar a demandas sociales heterogéneas. En este sentido, la figura de líder es central porque es quien logra obtener el apoyo directo, inmediato y no institucionalizado de las bases políticas. La cuestión del “apoyo directo” es fundamental para entender la naturaleza conflictiva con la prensa por parte de quien lidera que no acepta la mediación que propone el periodismo.  

Alianzas. 


Más allá de todo, pensar que él o la líder construyen todo el proyecto en soledad  es una ingenuidad. Se precisa de la “rosca” que demanda Emilio Monzó. La rosca son las negociaciones informales con dirigentes locales o sectoriales para conseguir apoyos a cambio de distribución de espacios de poder. Entender la rosca es también entender las correlaciones de fuerza de la sociedad. Pero Mauricio Macri con el armado del gabinete y la repartición de los cargos hasta las terceras líneas también "rosqueó", aunque respondiendo a la lógica de abrir el gobierno al "poder real": el económico (los famosos CEO), relegando a los "políticos profesionales" del radicalismo. Un modo de antipolítica. Lo que Monzó pide entonces es otra rosca, una que amplíe la alianza de gobierno a espacios no macristas puros. Lo impulsa la perspectiva de no llegar tan apretado a una segunda vuelta que, a todas luces, va a ser para alquilar balcones.



(Fuente: www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra propiedad intelectual. Robar nuestro contenido es un delito, para compartir nuestras notas por favor utilizar los botones de "share" o directamente comparta la URL. Por cualquier duda por favor escribir a: perfilcom@perfil.com 

sábado, 22 de octubre de 2016

Fantasmas 22 de octubre… @dealgunamanera...

Fantasmas 22 de octubre…

  Poder o no poder, Mauricio Macri. Dibujo: Pablo Temes

Macri avanza más con gremios y empresarios que con la economía.

© Escrito por Carlos De Angelis, Sociólogo Analista Político, el sábado 22/10/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

No se equivocaba el filósofo francés Michael Foucault cuando sostenía que “el poder se ejerce”. La palabra “poder” proviene del latín possum, que significa tener capacidad o fuerza para hacer algo. El poder no es una cosa fija, sino que se produce, se acumula, y seduce cuando pone a circular un discurso que se instala en un lugar de verdad.

Sin estas consideraciones no podría entenderse cómo un gobierno, basado en un partido nuevo, con escasa experiencia política, que ganó con lo justo, y con una minoría legislativa haya logrado consolidarse al punto de sentar en una mesa a una otrora poderosa CGT para ofrecer un escueto bono de fin de año, que incluso los empresarios dudan en poder o querer –según el caso– pagar.

El poder convoca, cautiva y gratifica, por eso otra forma latina de conocerlo es potentia. Pero también segrega y castiga. Lo curioso es que, para instituir el dispositivo, las cabezas ideológicas del Gobierno también leyeron a Ernesto Laclau cuando indicaba la polarización como la herramienta correcta para la acumulación de poder. Bajo esta idea se generó la exitosa narrativa de la pesada herencia, instalando que el gobierno anterior había sido algo cercano a una asociación ilícita.

Esta historia se vuelve “verdad” bajo el motor visual del olvidado José López y los bolsos voladores del monasterio. Pero el mismo movimiento coloca a Cristina Fernández de Kirchner en el sitial de la oposición, como lo reconociera en este mismo diario Marcos Peña. Cristina parece muy cómoda allí y, abandonando todo atisbo de tibia autocrítica sobre su gobierno –como la necesidad del conflicto con el campo o  la imposición del cepo cambiario–, se fortalece marcando las falencias de su sucesor y convocando a los –cada vez más amplios– sectores bajos de la sociedad.

La polarización afectará a candidaturas alternativas, aun cuando el Gobierno complete su estrategia con el sostén de otras boletas que dividan el espacio opositor para poder plantar una bandera ganadora en 2017, aunque sea por un voto.

El triunfo de la pantalla.

Redondeando los preparativos para las próximas elecciones, ya tiene media sanción en Diputados la llamada “reforma política”, que es en realidad un cambio en los procedimientos electorales, con la imposición del voto electrónico y el abandono de la boleta tradicional de papel. La incidencia en los resultados de los sistemas de votación suelen ser impredecibles, como ocurre con las PASO; Macri ganó usando el sistema de primarias –contra Carrió y Sanz–, mientras que Vidal ganó como única candidata. 

Pero el principal efecto que se puede observar de la utilización del voto electrónico parece ser la neutralización del “aparato político” antes imprescindible para “asegurar la elección”. Ya no harán falta miles de militantes para garantizar la limpieza de los sufragios.

El voto electrónico, argumentado desde una visión modernizadora de la política, declara en el mismo acto prescindibles las estructuras partidarias ligadas al territorio coronando la tele-política. En plata, el PRO ya puede agradecer los servicios prestados a la UCR, y Cristina puede prescindir del auxilio de los “barones del Conurbano”. Se abre otra discusión: cómo se mostrará la oferta electoral en las pantallas de votación. La mesa, más allá de sus bemoles, exponía al votante a todas las boletas con la simultaneidad que permite la vida offline, y trasladadas a una pequeña pantalla electrónica generan una serie de incógnitas.

“Romperse el traste”.

Todo el entramado político cuya finalidad es un triunfo del oficialismo en 2017 depende del despegue de una economía que sigue sin entregar buenas noticias. La relativa baja de la inflación se está haciendo al alto costo del enfriamiento del consumo, que obviamente afecta principalmente a los sectores de la economía que dependen del mercado interno. Pero una inflación en dólares cercana al 40% para este año vuelve a colocar al país en la encrucijada de un dólar barato, lo que estimula las importaciones, el turismo y las compras en el exterior y complica las exportaciones.

Las declaraciones de consejero de la Embajada de China acerca del alto precio del aceite de soja deben ser una alarma sobre uno de los pocos productos argentinos posibles en el supermercado del mundo. La reticencia de los empresarios locales a invertir –real fórmula para mejorar la competitividad– ha llevado al Presidente al poco académico pedido de que se “rompan el traste”.

Pero los hombres de negocios, renuentes a abandonar el paradigma de “empresarios ricos, empresas pobres”, piden al unísono menos impuestos y flexibilidad laboral, y el clásico menos Estado. La caída del PBI en 1,5 que estima el FMI será la mala noticia que cerrará el año.

¡Ni una menos!

La violencia ejercida contra las mujeres enluta al país a la par que se hacen públicos en forma diaria casos de violaciones y muertes ejecutadas por hombres. Sobre estas situaciones se espera la actuación de una Justicia que muchas veces no llega. Principalmente contra estas circunstancias un grupo de mujeres tomaron la novedosa iniciativa de llamar a un paro de una hora el miércoles y marchar en plena lluvia, una acción colectiva que corre el riesgo de naturalizarse sin un programa concreto de iniciativas mensurable, así como tampoco puede ser un debate que sólo incumba a un pequeño grupo feminista activo.

Debajo de las situaciones extremas existe una multitud de eventos cotidianos y “no públicos” de maltratos, insultos y acosos que pueden provenir de desconocidos en la calle o incluso de compañeros de trabajo. Mujeres temerosas de tomar un transporte público o un taxi porque implican riesgos en determinados horarios del día, mujeres que deben evaluar su vestimenta para no ser  objeto de acoso en su lugar de trabajo y un largo etcétera son condiciones por las cuales jamás pasa un hombre.

Las formas de poder que los hombres ejercen a diario sobre las mujeres constituyen un fantasma autoritario que recorre a la sociedad argentina –y que frecuentemente recala en las formas políticas–, y que debe interpelar tanto al sistema educativo, a la organización familiar como a los mensajes que generan ciertos medios de comunicación con publicidades que insisten en formas esquematizadas de mostrar el mundo.



domingo, 22 de febrero de 2015

El error K... De Alguna Manera...


El error K…

La marcha por Nisman del miércoles pasado fue gigantesca y hubiera sido aún más concurrida sin la lluvia. El kirchnerismo, con su beligerancia, contribuyó a agrandarla. Foto: AP

En el discurso de Cristina Kirchner en Atucha II, el día de la marcha por Nisman, está la clave para entender el núcleo del error K. En el discurso de Cristina Kirchner en Atucha II, el día de la marcha por Nisman, está la clave para entender el núcleo del error K, fuente de la mayoría de sus desaciertos y de los de su marido, a quien sólo la muerte le impidió sufrir las mismas consecuencias.

Cristina contó que en 2001 un empresario, quejándose, le gritó a Fernando de la Rúa mientras golpeaba la mesa del comedor de la Casa Rosada durante un almuerzo al que el presidente lo había invitado como integrante de una delegación de la UIA. Y que a ella ni a su marido nadie se hubiera animado a gritarles.

Agregó Cristina que la historia se la contó el actual vicepresidente de ADIMRA y ex presidente de la UIA, el filokirchnerista Juan Carlos Lascurain, y que ese empresario habría sido el dueño de Techint, Paolo Rocca. Historia que puede ser cierta porque en aquellos meses de terremoto económico, durante una reunión de De la Rúa con otra delegación de empresarios, en este caso dueños de grandes empresas no industriales, fue Héctor Magnetto quien le dijo a De la Rúa que su gobierno estaba agotado.

Cristina –como Néstor Kirchner– cree que la crisis de 2001 fue por la debilidad presidencial. Que personas como Rocca o Magnetto (“antes gobernaban otros que no eran los que la gente votaba”, dijo Cristina en ese mismo discurso) fueron los causantes de la crisis y no que, espantados por el terremoto que veían venir, trataban de torcer el rumbo de sus consecuencias en la dirección menos perjudicial para sus intereses.

Si a los ojos de los Kirchner la hecatombe de 2001 se produjo por flaqueza del presidente, es lógico que crean que la solución a cualquier crisis, y su profilaxis, sea un presidente muy fuerte, que nunca se deje “marcar la cancha” y que, aun cuando estuviera equivocado, siempre sería mejor que se mantuviera firme en el error y no que, al corregirlo, corriera el riesgo de mostrar debilidad. Redoblar siempre la apuesta es hijo de ese razonamiento equivocado.

Por eso, ante cada divergencia, Cristina –o Néstor Kirchner en su tiempo– ve una amenaza a su autoridad. No considera la posibilidad de  que se discrepe con determinadas acciones del Gobierno, sino que se convence de que atacan la propia autoridad presidencial. Ver golpes institucionales detrás de cada conflicto es resultado de esa matriz de pensamiento paranoico. Que termina, no pocas veces, logrando el resultado inverso al buscado, agigantando conflictos, aumentando su presión, en lugar de descomprimirlos.

Esa irracional forma de ser y actuar, en un país al que paralelamente le iba muy bien económicamente hasta 2008, requirió una explicación más elevada que la perturbación psicológica, e inspiró a muchos intelectuales K a utilizar conceptos como amigo-enemigo de Laclau o el Estado total de Carl Schmitt para justificar lo que simplemente eran equivocaciones generadas por una mala lectura de la realidad, errores que eran disimulados por un enorme ingreso de recursos, producido por el aumento de los precios de las commodities.

Con estos precios (aun los achicados a lo largo de 2014), De la Rúa no hubiera necesitado llamar a Rocca o Magnetto para, infructuosamente, pedirles cooperación ante la crisis que se avecinaba. Otro ejemplo de la importancia que tuvo el aumento del precio de las commodities es que el atraso cambiario llegó este año al mismo punto de tasa de cambio combinada que había en 2001, con vencimientos de deuda externa en dólares para 2015 en montos menores, comparables con 2002 y, sin embargo, no se produce un colapso como el de aquel año.

Cristina Kirchner creerá que es gracias a que a ella no le grita nadie, sin comprender que aquel diagnóstico originario sobre la debilidad presidencial de De la Rúa fue sólo una parte del problema de 2001. Y paga el enorme costo político de ni quisiera enviar las mínimas condolencias a la viuda y las hijas de Nisman, en un gesto casi patético de inconmovilidad. Encerrada en su desvarío, se enoja y termina imaginando que la viuda y la huérfana es ella misma, dado que la muerte de Nisman la perjudicó más que a sus familiares directos.

Néstor Kirchner, ante el asesinato del militante del Partido Obrero, dijo que había sido un tiro a su propio corazón. Y en el discurso de Cristina previo a la marcha por Nisman se quejó de “lo que tenía que aguantar”.

El próximo presidente debe cuidarse de caer en otro error de diagnóstico originario y de creer que el problema del kirchnerismo fue su intransigencia, y que todo se solucionará siendo flexible y dialoguista.

© Escrito por Jorge Fontevechia el sábado 21/02/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.