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lunes, 27 de octubre de 2025

Día 687: Es el antikirchnerismo, estúpido… @dealgunamanera...

 Día 687: Es el antikirchnerismo, estúpido…


Día 687: Es el antikirchnerismo, estúpido. Fotografía: CEDOC

El miedo a la inestabilidad económica, un patrón recurrente del voto argentino, volvió a hacerse presente. Esta vez, el gobierno de Javier Milei articuló su estrategia sobre tres ideas fuerza: “kirchnerismo”, “inestabilidad” y “caos”.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el lunes 27/10/2025 y publicado por el © Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.


Esta columna de hoy también podría titularse como: “El kirchnerismo leyó mal a Ernesto Laclau". O, lo que decía Peter Drucker: “Se muere de éxito”, por aquello que dio resultado y se profundiza hasta lograr opuesto, en este caso la polarización. Pero comencemos con nuestro título.

En 1992, durante la campaña en la que Bill Clinton derrotó a George W. Bush padre, un asesor de Clinton, James Carville colocó carteles internos en las oficinas demócratas con los ejes de campaña. 1) Cambio vs. más de lo mismo. 2) No olvidar el sistema de salud. 3) Es la economía, estúpido. Este último apuntaba a que el problema de la gestión republicana se centraba en los dramas cotidianos de las personas en relación con económico. Esta frase pasó de ser un recordatorio interno y quedó instalado en la historia política internacional. Parafraseándola, podemos intentar explicar el triunfo libertario de ayer con: “Es el kirchnerismo, estúpido”.

La histórica recuperación luego de la derrota bonaerense de 14 puntos de La Libertad Avanza (LLA) en provincia de Buenos Aires, la mayor de todas las sorpresas de anoche, se puede explicar por varios factores, pero evidentemente lo más importante es que los ocho puntos que subieron los libertarios entre septiembre y ayer, fueron impulsados por un antiperonismo y más particularmente, un antikirchnerismo muy profundamente arraigado en la sociedad, inclusive en el bastión del peronismo, que es la provincia de Buenos Aires.

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Es decir, en las elecciones bonaerenses de septiembre hubo un 61% de participación y ayer fue a votar un 68%. Es decir, hay un 7% de personas votaron ayer y no en septiembre. Esas personas, masivamente fueron a votar por LLA, asustados por la potencial vuelta del kirchnerismo que se dedujo luego del importante triunfo de Fuerza Patria por catorce puntos. Esto llevó a LLA de 33% a 41%. El peronismo, por su parte, perdió 261 mil votos que probablemente se dispersaron en varias listas, el voto en blanco y el nulo que juntos sumaron un 4%.

Quien anticipó esta tendencia en este mismo programa fue Cristian Buttié, director de CB Consultora, siendo el único de los consultores que ubicada al oficialismo por encima del 40%. "La elección de provincia de Buenos Aires despertó un interés en ese segmento que no estaba yendo a votar, que no está enamorado de Milei. Pero al ver 14 puntos de diferencia a favor del peronismo, define ese votante apático cuál es su mal mayor y su mal menor en esta elección. Y ese votante está definiendo si va a votar. Si va a votar, acompañar a La Libertad Avanza porque su mal mayor es que se caiga el Gobierno y vuelva el kirchnerismo. Entonces, ese es el vector que hay que seguir de cerca", había anticipado en Modo Fontevecchia.

¿Cuánta crueldad y miseria puede tolerar la sociedad en nombre del antiperonismo?

La simplificación de la política como una actividad agonística donde la clave reside en la correcta elección de los enemigos fue una estrategia que pudo ser útil para Néstor Kirchner en 2003, permitiéndole confrontar y aumentar su escaso 20% inicial de votos hasta el 40%. Sin embargo, esta tesis resulta una estrategia deficiente para el peronismo en su conjunto, ya que en Argentina el antiperonismo es una fuerza mayor que el peronismo, y el sistema electoral incluye balotaje.

El kirchnerismo revivió el antiperonismo que Carlos Menem había logrado licuar en los años 90 con su corrimiento hacia la derecha. En la actualidad, el voto a favor de LLA se interpreta en gran medida como un voto contra el kirchnerismo. La idea de que "Sin Cristina no se puede, con Cristina no alcanza" ha evolucionado a la conclusión de que "Con Cristina no se puede".

Esta polarización fue auto-producida y la estrategia de Cristina Fernández de Kirchner de intentar cruzarla nominando a Daniel Scioli, luego a Alberto Fernández, y finalmente a Sergio Massa, no logró trascender el hecho de que cualquier candidato en alianza con ella termina siendo percibido como kirchnerista. El "pase de magia" de nominar a Alberto por haber sido crítico funcionó una vez, pero el truco ya no funcionará.

El problema electoral para el kirchnerismo no se resume únicamente en el 41% obtenido por LLA, sino en que el peronismo de Tucumán y el Frente Cívico de Santiago del Estero no son kirchneristas, y que más del 7% de los votos de Provincias Unidas es directamente antikirchnerista.

Aunque el kirchnerismo representa aproximadamente un 20% de los votos, sin los cuales el peronismo iría dividido y no llegaría a un balotaje, este dilema es aprovechado por fuerzas opositoras como LLA y, anteriormente, por Mauricio Macri. Además, se observa un corrimiento del electorado hacia la derecha, lo cual ya se había manifestado con la victoria de Sergio Massa sobre el kirchnerismo en la provincia de Buenos Aires en 2013, y con Macri en 2015.

El miedo es una emoción que se puede manipular en el terreno político si se realiza una lectura adecuada del contexto para identificar los temores de los ciudadanos. A partir de esto, se crean estrategias políticas que utilizan la propaganda para incitar al voto popular. La manipulación del miedo no es nueva en la cultura occidental, ya que desde la retórica se posicionó como un elemento esencial que un orador debía usar para conmover y ganar al auditorio. 

A través del tiempo, el miedo ha ganado espacio en la política, permitiendo la emergencia y difusión de imaginarios sociales dominantes en las ciudades. Estos imaginarios pueden incluir la inseguridad, la violencia o las situaciones experimentadas en los espacios públicos, aunque sus categorías varían según el lugar y evolucionan con el tiempo. 

Mientras que en el pasado se usaban figuras como el demonio o las brujas, hoy los prototipos de miedo difieren de acuerdo con cada país o cultura. En la cultura moderna, quienes buscan instrumentalizar el miedo se valen de los medios de comunicación, pues estos desempeñan un papel fundamental al producir y difundir información saturada de imágenes sobre, por ejemplo, la delincuencia urbana. 

El miedo político se entiende como el temor de la gente a que su bienestar colectivo resulte perjudicado -como el miedo al terrorismo, el crimen o la descomposición moral- o la intimidación ejercida por el gobierno. Además, es un tipo de miedo que emana de la sociedad y tiene consecuencias directas sobre ella. 

La naturaleza del miedo hace que las personas sean vulnerables a la manipulación, tanto individual como colectivamente. Los políticos conocen esta estrategia y utilizan los medios para fortalecer los discursos de miedo y alcanzar sus objetivos, a menudo mediante tácticas como el pánico moral. 

El voto del miedo es el acto de sufragar motivado por una serie de temores, amenazas, intimidaciones e incertidumbres sobre el presente y el futuro de una colectividad determinada. Para incitarlo, a los votantes se les suele plantear un dilema de pánico mediante discursos que advierten que, si ganan los candidatos opositores, se podría desestabilizar el Estado, poniendo en riesgo la paz, el bienestar, el progreso, la seguridad o los valores. Por lo tanto, se invita a votar para evitar esa desestabilización. 

Un ejemplo analizado es la campaña de reelección de George W. Bush en Estados Unidos en 2004, donde el miedo fue un elemento fundamental. Aunque los votantes expresaron que Bush no había sido eficaz en la economía y temían por el futuro económico del país -lo que inicialmente los inclinaba hacia el demócrata John Kerry-, el factor decisivo terminó siendo el miedo a la seguridad nacional y al terrorismo. Dado el ambiente tenso por el atentado del 11 de septiembre, se encontró que el presidente Bush generaba más confianza en el manejo del terrorismo, lo cual incidió directamente en el resultado final. 

En consecuencia, las emociones son fundamentales en el campo político, con una hegemonía sobre lo racional, y el miedo se utiliza como instrumento para persuadir a los votantes. La psicología política se ocupa de guiar estos temas, abordando la propaganda y las decisiones políticas basadas en emociones.   

Por ejemplo, en Argentina, un patrón de comportamiento electoral históricamente significativo se basa en el miedo a la inestabilidad económica. Este fenómeno se manifestó por primera vez en las elecciones de 1995 como el "voto cuota". En ese momento, a pesar de los efectos negativos de la convertibilidad, que ya venía demostrando pérdida de empleo, y la crisis del "efecto tequila", el temor a perder la estabilidad impulsó a las personas endeudadas por créditos y compras, como electrodomésticos o autos, a votar por la continuidad de la política económica del menemismo. 

Esta dinámica se repitió en 1999, cuando la coalición de la Alianza, compuesta por el radicalismo, parte del peronismo con Chacho Álvarez, que llevaba como presidente a Fernando de la Rúa, ganó las elecciones. Solo logró el triunfo presidencial asegurando que mantendría la convertibilidad y no devaluaría la moneda. El desafío político en aquel contexto era lograr votar a favor de la economía, pero al mismo tiempo manifestarse en contra de la corrupción.  

Hoy en día, este mismo fenómeno se estaría repitiendo, aunque con una nueva denominación: el "voto estabilidad". Ante este escenario, la oposición se enfrenta al desafío de encontrar un candidato que esté dispuesto a prometer la continuidad de dicha estabilidad económica. Su estrategia de éxito, además de ese mensaje, dependería de que el desgaste del oficialismo por la acumulación de casos de corrupción termine por afectar su base de apoyo y se creen las condiciones para votar a favor de la economía y en contra de la oposición, como sucedió dos veces en los noventa.   

El Gobierno logró conectar un conjunto de ideas fuerza: “kirchnerismo”, “inestabilidad” y “caos”. Para eso, contó con la ayuda inestimable de Estados Unidos y probablemente la amenaza de Donald Trump de que si perdía Milei, retiraría su apoyo terminó pesando más que el antiimperialismo en sangre de nuestra sociedad. Operó generando miedo y terminó definiendo a un sector que entendió que el triunfo del kirchnerismo significaba un estallido cambiario y un aumento de la inestabilidad política y económica. Algo que se expresó luego de las elecciones en la provincia de Buenos Aires. 

Otro de los datos es el magro resultado de Provincias Unidas.

En Córdoba, el cordobesismo, liderado por Juan Schiaretti, cayó frente a LLA con una diferencia de casi 14 puntos (42,39% para LLA frente a 28,28% para el exgobernador). La división del voto provincial con Natalia De La Sota (más del 8%) no es suficiente para explicar la magnitud de la derrota.

En Santa Fe, la vicegobernadora Gisela Scaglia obtuvo un pobre 18,66%, quedando tercera detrás de LLA (40,69%) y Fuerza Patria (28,69%), a pesar de su alta imagen positiva. 

En otros distritos, los candidatos de la coalición en la Provincia de Buenos Aires tuvieron un magrísimo resultado: Florencio Randazzo obtuvo el 2,5%, por debajo de candidatos que no tenían un partido importante detrás. En Ciudad de Buenos Aires, Martín Lousteau cosechó el 6%. Lo mismo sucedió en los espacios provinciales afines en Santa Cruz (poco más del 15%), Jujuy (19,52%) y Chubut (20%), que perdieron frente a LLA y/o el kirchnerismo.



La liga de gobernadores que se había expresado como una oposición racional y sensata no logró ser la expresión del sector que no está de acuerdo ni con el gobierno de Milei, ni volver al kirchnerismo. Ahora, estos gobernadores están en serio problemas. Por un lado, serán convocados por el Gobierno para apoyar las reformas estructurales. Si se oponen decididamente y siguen en su rol opositor, pueden correr el riesgo de enfrentarse con parte de su propio electorado que ayer votó por LLA y no recibir los fondos coparticipables necesarios para afrontar sus gestiones.  

Por el otro lado, si los mandatarios provinciales son demasiado condescendientes con el Gobierno, corren el riesgo ser absorbidos por LLA y que les suceda lo mismo que al PRO. Hoy, el macrismo teme por su bastión, la Capital Federal. Luego del triunfo de Patricia Bullrich con el 50% de los votos, Jorge Macri debe estar pensando mucho en su futuro como jefe de Gobierno porteño y la posibilidad de caer ante Bullrich, que como se admite off the record, quiere su lugar al frente de la Ciudad. 

Volviendo a los gobernadores y parafraseando el dilema hamletiano hoy deben pensar: “Ser oficialista u opositor, esa es la cuestión”. Probablemente, repitan la misma táctica, acompañar con matices ahora y esperar internamente, un nuevo cambio del viento político, algo que como pueden ver en este país se da bastante a menudo.  

Hablando de dramas shakesperianos, se viene uno muy fuerte dentro del peronismo. Cristina Kirchner ya le está pasando la factura a Axel Kicillof por desdoblar la elección y generar este miedo a la vuelta del kirchnerismo. Desde los intendentes cercanos al gobernador se quejaban de la conformación de las listas y la falta de representación territorial, algo que debe haber afectado en los 260 mil votos de diferencia entre septiembre y octubre. Por primera vez, en las cuasi-provincias La Matanza y Lomas de Zamora, que tienen más habitantes que muchas provincias, no tuvieron un solo candidato local en las listas a diputado nacional.


Además, el gobernador bonaerense podría recriminar que el miedo a la vuelta del kirchnerismo se centra fundamentalmente en la figura de Cristina Kirchner y que es ella la que bloqueó toda renovación posible. En definitiva, siguiendo con este diálogo hipotético entre Kicillof y Cristina, si el problema es adelantar la victoria bonaerense y generar una reacción por el miedo, si hubiese victoria en octubre, tal vez el miedo hubiera operado hacia 2027. Mejor que la derrota ocurra ahora y se genere la renovación. 

Este problema de concepción que analizamos en el kirchnerismo se expresó con nitidez en dos postales de ayer. Por un lado, Cristina se mostró bailando en su balcón sin entenderse exactamente lo que festejaba, una imagen que probablemente motivó a millones de personas a votar por LLA por la idea de ver a Cristina festejando en su balcón. Militantes de La Cámpora compartían el video con frases como “al final Cristina tenía razón, esto recién empieza”. Como si Cristina estaba festejando que tiene un argumento para derrotar en su pelea interna con Kicillof y en su mente, si se vuelve a hacer todo lo que dice “la jefa”, el triunfo del peronismo en 2027 estaría asegurado.

Demostrando que kirchnerismo y antikirchnerismo son dos caras de la misma moneda con pésimo gusto funerario la militancia libertaria festejaba cantando “saquen al pingüino del cajón”, otro triste momento de la política argentina a 15 años de la muerte de Néstor Kirchner.

Los libertarios si entendieron algo que el kirchnerismo no: que justamente el triunfo explica que “Cristina no tiene razón”, no sobre el desdoblamiento o no de una elección local, si no sobre su la posibilidad de kirchnerismo como alternativa de poder. Un tuit de la abogada y periodista Natalia Volosin que es contundente al respecto. “Les ganaron con corridas, corrupción, operaciones y candidatos chorros, narcos, desconocidos o analfabetos. Si no entienden que el problema no es el Gobierno, sino la oposición, en 2027 Milei va a arrasar”, escribió. 


Mayra Mendoza: "Cristina tenía razón"


En el fondo el problema es que hay un 60% de la sociedad que se opone a Milei, pero el peronismo representa solo la mitad de esta mayoría. La segunda mitad se divide en múltiples listas que ninguna alcanza los dos dígitos y no representan ningún proyecto de poder, pero tampoco quieren tener que ver nada con el kirchnerismo.

Gran parte de la derrota del peronismo se centra en que Cristina apuntó por su hijo, Máximo Kirchner, o por figuras de pura cepa como Wado de Pedro. Las discusiones con el resto del peronismo dieron lugar a soluciones de compromiso que no expresaron una renovación y la batalla interna los consumió tanto que terminaron haciendo una campaña completamente vacía, esperando que la sociedad los vote simplemente para castigar a Milei. Hoy la oposición está en crisis. Representa al 60% de la gente que fue a votar ayer, pero no tiene un proyecto claro de alternativa de poder a Milei.

Mención aparte merece que si el abstencionismo, más el voto en blanco y el nulo, fueran representados por una suerte de frente electoral, hubiesen sacado cerca de 35%, es decir más que el peronismo. Esta fue la elección nacional legislativa con menos participación desde la vuelta de la democracia. ¿Vendrá de este sector que no fue a votar el apoyo a un nuevo fenómeno político? No lo sabemos, lo que sí sabemos es que el peronismo no los motiva.

El miedo es la palabra clave para entender esta elección y miedo también de quienes no se sienten representados por el Gobierno y entienden que los rasgos más autoritarios y crueles de Milei pueden ser acrecentados por esta victoria. Esperemos no sea así.


Producción de texto e imágenes: Matías Rodríguez Ghrimoldi. 
TV/LT




sábado, 3 de septiembre de 2022

La trampa está servida... @dealgunamaneraok...

 La trampa está servida... 

La diestra, siniestra. Dibujo Pablo Temes. 

La mesa está preparada para que los sectores más radicalizados dominen la escena. Hay una bomba que hay que saber desactivar.

© Escrito por Carlos De Angelis (*) el viernes 02/09/2022 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de las/os Argentinas/os.  

Cuando alguien le apunta con un arma a la cabeza de otra persona se suspende la política. Quedan como abstracciones flotantes las instituciones y sus códigos organizadores. Es un punto de disolución de toda comprensión.

Ética y política. Si en cualquier situación la diferencia entre la vida o la muerte es todo, cuando la víctima posible es un líder político, la situación se complejiza mil veces y la probabilidad de establecer distancias analíticas se hacen mínimas. Desde ya el repudio es un deber ético, pero no puede cancelar el análisis político. La respuesta más próxima y fácil es buscar responsables y culpables, respuesta que puede ser adecuada para observar, desde una perspectiva forense, la escena donde ocurrió el intento de asesinato, pero no alcanza para tratar de entender la intensidad del fenómeno desde una mirada histórica y estructural.

Desde la perspectiva histórica no se puede obviar que lo largo del siglo XX la política argentina estuvo dividida en dos facciones: en la primera mitad del siglo entre personalistas y antipersonalistas (defensores de Hipólito Yrigoyen y sus detractores), y en la segunda mitad entre peronistas y antiperonistas. En ambas situaciones la violencia política fue casi una constante, y ambos procesos políticos fueron terminados con golpes de Estado, cárcel y persecuciones. Incluso en 1935 el senador electo Enzo Bordabehere fue muerto a balazos en el propio recinto por el ex comisario Ramón Valdés Cora.


El restablecimiento de la democracia tampoco estuvo exento de hechos de violencia, tanto por las resistencias de los militares a los juicios iniciados por Raúl Alfonsín y por las condenas subsiguientes. El peronismo quedó con una mancha indeleble por haber bloqueado una bicameral para investigar los crímenes de la dictadura.

Luego vinieron otros hechos, en parte inexplicables, como la toma del regimiento de La Tablada por parte del MTP, y las voladuras de la Embajada de Israel y la AMIA, de las cuales todavía la sociedad espera que se identifique a los culpables frente a la inacción, impericia y desinterés de la política y la Justicia. Tampoco se puede dejar de nombrar la muerte del fiscal Nisman que sigue dividiendo a la sociedad como el primer día.

Nos, los indiferentes. Evidentemente la antinomia kirchnerismo-antikirchnerismo tiñó la política argentina desde 2008, con el inicio del conflicto contra los sectores agropecuarios. Incluso la lógica del enfrentamiento encontró sustento en los escritos teóricos de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe que plantean un modelo de democracia no liberal a la que denominan “radical”. y que se basa en el “reconocimiento de la especificidad de los antagonismos constituidos a partir de diferentes posiciones de sujeto y, de tal modo, a la posible profundización de una concepción pluralista y democrática” (Hegemonía y estrategia socialista, 1987, pág. 11).

No obstante, y a diferencia de otros tiempos el antikirchnerismo encontró dentro del sistema político un efector electoral competitivo, con la emergencia de Mauricio Macri. La trascendencia de ambos liderazgos se da precisamente porque ambos agrupamientos tienen núcleos duros irreductibles (¿35, 40% en total del electorado?) mientras que el resto de la sociedad no involucrada en la maquinaria antinómica puede decidir en forma flotante, lo que da un aire competitivo al sistema electoral.


Mirar a este sector que oscila entre la indiferencia y el hartazgo puede resultar instructivo ya que puede votar a Juntos por el Cambio, sin ser macrista o antikirchnerista, o tal vez elegir al Frente de Todos, sin ser peronista o kirchnerista.

La existencia de este espacio despolarizado (¿50-60% del electorado?), fue la razón de la existencia de un Alberto Fernández como presidente, cuyo peso evidentemente cae en el momento que no puede transformar a este espacio, darle nombre propio, ni es capaz de generar políticas que den cuenta de sus demandas efervescentes, muchas de las cuales son hoy más atendidas por los referentes de JxC, antes que por los del FdT atados a recetas hoy inocuas. Pero también “los indiferentes” son la razón de ser de la candidatura de Horacio Rodríguez Larreta. Como se ha podido observar estas semanas Patricia Bullrich está mejor equipada retóricamente para la confrontación total.

¡Radicalizados a confrontar! Luego de la larga siesta gubernamental de casi 33 meses, arrullado por la aflautada voz de Martín Guzmán el kirchnerismo sale del letargo, no por los problemas propios de la administración (que por otra parte se fue transformando en un lastre inexplicable) por el pedido de condena de los fiscales de la Causa Vialidad.

Este hecho es casi contemporáneo con el traspaso del timón económico a Sergio Massa. Mientras éste hace malabares tratando de poner un corsé a una economía desquiciada –y recibirá en Estados Unidos todo tipo de interrogantes políticos–, el alegato de Cristina Kirchner por YouTube (y que el TOF 2 no permitió que fuera dentro del proceso de la causa) planteó dos cosas:

1.    El Tribunal es ilegítimo (“La sentencia ya estaba escrita”).

2.   Este episodio es solo el comienzo de una lucha de largo aliento (“vienen por todo el peronismo”).


En los días pasados emergían dos estrategias posibles tras su discurso: 1) negar la actuación judicial; 2) ser la candidata en 2023. Ambas estrategias son contradictorias y tienen sus problemas, pero hoy no hay tiempo para profundizarlas.

El llamado a la movilización general de las filas del peronismo buscando un nuevo 17 de octubre también hace escalar en espejo a los anticristinistas (rama radicalizada de los anti-K) con la generación de un nuevo topos político, Juncal y Uruguay, el domicilio de la ex presidenta, espacio de acampe y pernocte de los intensos y de la insensata represión de la Policía de la Ciudad (¿No tienen personal más capacitado? Ese lugar también se transformó en la trampa que le permitió a Sabag Montiel apuntar con su arma en la cabeza de CFK (¿Dónde estaban los custodios federales?).

La mesa está servida para que los sectores radicalizados sigan dominando la escena. La Argentina tiene frente de sí un artefacto explosivo de esos como se ven en las películas del que hay que saber qué cables cortar para desactivarla. Pero esos cables deben ser cortados por la política, mejor dicho, por los líderes políticos del oficialismo y la oposición. ¿Será posible?

(*) Sociólogo (@cfdeangelis).



   

domingo, 16 de diciembre de 2018

Retorna la antipolítica… @dealgunamanera...

Retorna la antipolítica…

Rosca de Reyes. Emilio Monzó. Dibujo: Pablo Temes.

La falta de soluciones alienta el reparto de culpas al Estado. Derecha y populismo, en su laberinto.

© Escrito por Carlos De Angelis, Sociólogo, el domingo 16/12/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Misterios.

No hace falta recordarlo, la caída del PBI en combinación con una alta inflación produce una reestructuración de la economía. Hay menos recursos para más gente, y la redistribución de los ingresos no es neutra ni homogénea. En este marco es notable la pérdida del poder adquisitivo del salario sin una reacción de los trabajadores o sus representantes sindicales que en contadas excepciones lograron reabrir las paritarias.

Probablemente el temor a la pérdida de la fuente de trabajo sea un disuasivo lo suficientemente poderoso para suspender reclamos. La reducción de gastos como esparcimiento, indumentaria, e incluso alimentos de mayor calidad o primeras marcas, producen un efecto cascada en industria, comercios y cuentapropistas que sufren el proceso recesivo sin un horizonte claro. El aumento de la canasta básica tiene su contrapartida en el aumento de la pobreza, como mostró esta semana el Observatorio de la Deuda Social de la UCA.

La situación económica actual tiene un atributo particular, no hay explicación por parte del Gobierno del fenómeno: ya no se hacen predicciones.

Si el secreto eran las metas de inflación, hoy están en el cementerio de las buenas ideas. Si se trata de targets de emisión monetaria, la inflación se debería haber detenido de inmediato como pasó no bien se instaló la convertibilidad menemista. Si el problema era el dólar, los precios se tendrían que haber frenado o incluso bajado cuando se detuvo la corrida cambiaria. Si el problema era la falta de competencia, la apertura a las importaciones demostró que los productos de afuera siguen la misma curva de precios que los locales, con la ruptura del entramado productivo. El Gobierno apuesta a que pase el tiempo, que las tasas de interés hagan su trabajo, que los sectores agroexportadores comiencen a liquidar divisas a más tardar la segunda quincena de marzo, lo que permitiría aflojar el torniquete monetario y “bajar dinero” al terreno, como se dice en las usinas gubernamentales con la reelección como objetivo. La tarea política la hará la polarización y las divisiones dentro del peronismo.

Maldades. 

La única explicación estridente sobre el penoso devenir económico argentino proviene de los economistas ortodoxosLa explicación que dan al problema tiene un solo nombre: el Estado. Es el Estado opresor que ahoga a los empresarios con altos impuestos el causante de todos los males del país. Este razonamiento se propaga en todos los estratos y grupos de la sociedad, aun entre los propios empleados públicos. Dentro de esta explicación, el sujeto de la maldad son los políticos corruptos que solo quieren enriquecerse a costa del sufrimiento de todos los demás. Un grupo que está lejos de las preocupaciones del pueblo y que en cuya agenda figura un solo ítem: enriquecerse.

La antipolítica es la clave y desde ahí, este grupo de economistas sueña con su lanzamiento a la arena política.

Aspiran a arrancarle el 5% del segmento más liberal del bloque electoral de Cambiemos. No se trata de dar pelea al primer nivel, pero sí armar una bancada para la próxima Cámara de DiputadosEn la segunda vuelta esos votos volverán a Cambiemos, pero ya no importará.

Los más lúcidos se preguntan si el programa que proponen –por ejemplo, eliminar los planes sociales, privatizar la salud y la educación– se podría hacer dentro de los marcos de la democracia actual. Estos sectores de la “nueva” derecha vernácula intentan sumarse al viento de cola que sobrevuela en buena parte del planeta. Sin embargo, ni Donald Trump, ni Marine Le Penni Mateo Salvini adscriben al dogma neoliberal; por el contrario, son proteccionistas y especialmente antiinmigrantes. El propio Salvini como hombre fuerte del gobierno italiano causa dolores de cabeza a la “burocracia” de Bruselas por su decisión de aumentar el déficit fiscal por encima de lo permitido por la Unión Europea, mientras rechaza a las pateras que llegan desde África.

Entender. 

El problema es que la elite argentina tiene dificultades para comprender lo que es el populismo, más allá de la visión construida por ciertos comunicadores que han simplificado el fenómeno a unos forajidos que toman el poder para beneficio propio. En este sentido, muchos autores como Gino GermaniOctavio Ianni y Torcuato Di Tella han problematizado la cuestión, antes de que se pronunciasen las palabras kirchnerismo o chavismo. Simplificando, el populismo es un movimiento político que surge como respuesta al fracaso de los proyectos de modernización/globalización/liberalización cuando el resultado es la exclusión de amplios sectores de la sociedad, incluyendo a parte de las clases medias. Respuesta a un fracaso.

Estos espacios sociales excluidos suelen ser lo suficientemente heterogéneos para encontrar denominadores comunes por lo que el concepto de pueblo sirve para reunir a todos, construyendo el antagonismo entre “los de abajo” (el pueblo) contra los de arriba (la oligarquía o el establishment). Por definición va contra un sector de la clase política.

La causa contra el régimen en el yrigoyenismo. 

Desde una perspectiva más cercana a Ernesto Laclauel populismo es la construcción de una lógica política vertebrada por un discurso impreciso y fluctuante porque busca representar a demandas sociales heterogéneas. En este sentido, la figura de líder es central porque es quien logra obtener el apoyo directo, inmediato y no institucionalizado de las bases políticas. La cuestión del “apoyo directo” es fundamental para entender la naturaleza conflictiva con la prensa por parte de quien lidera que no acepta la mediación que propone el periodismo.  

Alianzas. 


Más allá de todo, pensar que él o la líder construyen todo el proyecto en soledad  es una ingenuidad. Se precisa de la “rosca” que demanda Emilio Monzó. La rosca son las negociaciones informales con dirigentes locales o sectoriales para conseguir apoyos a cambio de distribución de espacios de poder. Entender la rosca es también entender las correlaciones de fuerza de la sociedad. Pero Mauricio Macri con el armado del gabinete y la repartición de los cargos hasta las terceras líneas también "rosqueó", aunque respondiendo a la lógica de abrir el gobierno al "poder real": el económico (los famosos CEO), relegando a los "políticos profesionales" del radicalismo. Un modo de antipolítica. Lo que Monzó pide entonces es otra rosca, una que amplíe la alianza de gobierno a espacios no macristas puros. Lo impulsa la perspectiva de no llegar tan apretado a una segunda vuelta que, a todas luces, va a ser para alquilar balcones.



(Fuente: www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra propiedad intelectual. Robar nuestro contenido es un delito, para compartir nuestras notas por favor utilizar los botones de "share" o directamente comparta la URL. Por cualquier duda por favor escribir a: perfilcom@perfil.com