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domingo, 16 de diciembre de 2018

Retorna la antipolítica… @dealgunamanera...

Retorna la antipolítica…

Rosca de Reyes. Emilio Monzó. Dibujo: Pablo Temes.

La falta de soluciones alienta el reparto de culpas al Estado. Derecha y populismo, en su laberinto.

© Escrito por Carlos De Angelis, Sociólogo, el domingo 16/12/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Misterios.

No hace falta recordarlo, la caída del PBI en combinación con una alta inflación produce una reestructuración de la economía. Hay menos recursos para más gente, y la redistribución de los ingresos no es neutra ni homogénea. En este marco es notable la pérdida del poder adquisitivo del salario sin una reacción de los trabajadores o sus representantes sindicales que en contadas excepciones lograron reabrir las paritarias.

Probablemente el temor a la pérdida de la fuente de trabajo sea un disuasivo lo suficientemente poderoso para suspender reclamos. La reducción de gastos como esparcimiento, indumentaria, e incluso alimentos de mayor calidad o primeras marcas, producen un efecto cascada en industria, comercios y cuentapropistas que sufren el proceso recesivo sin un horizonte claro. El aumento de la canasta básica tiene su contrapartida en el aumento de la pobreza, como mostró esta semana el Observatorio de la Deuda Social de la UCA.

La situación económica actual tiene un atributo particular, no hay explicación por parte del Gobierno del fenómeno: ya no se hacen predicciones.

Si el secreto eran las metas de inflación, hoy están en el cementerio de las buenas ideas. Si se trata de targets de emisión monetaria, la inflación se debería haber detenido de inmediato como pasó no bien se instaló la convertibilidad menemista. Si el problema era el dólar, los precios se tendrían que haber frenado o incluso bajado cuando se detuvo la corrida cambiaria. Si el problema era la falta de competencia, la apertura a las importaciones demostró que los productos de afuera siguen la misma curva de precios que los locales, con la ruptura del entramado productivo. El Gobierno apuesta a que pase el tiempo, que las tasas de interés hagan su trabajo, que los sectores agroexportadores comiencen a liquidar divisas a más tardar la segunda quincena de marzo, lo que permitiría aflojar el torniquete monetario y “bajar dinero” al terreno, como se dice en las usinas gubernamentales con la reelección como objetivo. La tarea política la hará la polarización y las divisiones dentro del peronismo.

Maldades. 

La única explicación estridente sobre el penoso devenir económico argentino proviene de los economistas ortodoxosLa explicación que dan al problema tiene un solo nombre: el Estado. Es el Estado opresor que ahoga a los empresarios con altos impuestos el causante de todos los males del país. Este razonamiento se propaga en todos los estratos y grupos de la sociedad, aun entre los propios empleados públicos. Dentro de esta explicación, el sujeto de la maldad son los políticos corruptos que solo quieren enriquecerse a costa del sufrimiento de todos los demás. Un grupo que está lejos de las preocupaciones del pueblo y que en cuya agenda figura un solo ítem: enriquecerse.

La antipolítica es la clave y desde ahí, este grupo de economistas sueña con su lanzamiento a la arena política.

Aspiran a arrancarle el 5% del segmento más liberal del bloque electoral de Cambiemos. No se trata de dar pelea al primer nivel, pero sí armar una bancada para la próxima Cámara de DiputadosEn la segunda vuelta esos votos volverán a Cambiemos, pero ya no importará.

Los más lúcidos se preguntan si el programa que proponen –por ejemplo, eliminar los planes sociales, privatizar la salud y la educación– se podría hacer dentro de los marcos de la democracia actual. Estos sectores de la “nueva” derecha vernácula intentan sumarse al viento de cola que sobrevuela en buena parte del planeta. Sin embargo, ni Donald Trump, ni Marine Le Penni Mateo Salvini adscriben al dogma neoliberal; por el contrario, son proteccionistas y especialmente antiinmigrantes. El propio Salvini como hombre fuerte del gobierno italiano causa dolores de cabeza a la “burocracia” de Bruselas por su decisión de aumentar el déficit fiscal por encima de lo permitido por la Unión Europea, mientras rechaza a las pateras que llegan desde África.

Entender. 

El problema es que la elite argentina tiene dificultades para comprender lo que es el populismo, más allá de la visión construida por ciertos comunicadores que han simplificado el fenómeno a unos forajidos que toman el poder para beneficio propio. En este sentido, muchos autores como Gino GermaniOctavio Ianni y Torcuato Di Tella han problematizado la cuestión, antes de que se pronunciasen las palabras kirchnerismo o chavismo. Simplificando, el populismo es un movimiento político que surge como respuesta al fracaso de los proyectos de modernización/globalización/liberalización cuando el resultado es la exclusión de amplios sectores de la sociedad, incluyendo a parte de las clases medias. Respuesta a un fracaso.

Estos espacios sociales excluidos suelen ser lo suficientemente heterogéneos para encontrar denominadores comunes por lo que el concepto de pueblo sirve para reunir a todos, construyendo el antagonismo entre “los de abajo” (el pueblo) contra los de arriba (la oligarquía o el establishment). Por definición va contra un sector de la clase política.

La causa contra el régimen en el yrigoyenismo. 

Desde una perspectiva más cercana a Ernesto Laclauel populismo es la construcción de una lógica política vertebrada por un discurso impreciso y fluctuante porque busca representar a demandas sociales heterogéneas. En este sentido, la figura de líder es central porque es quien logra obtener el apoyo directo, inmediato y no institucionalizado de las bases políticas. La cuestión del “apoyo directo” es fundamental para entender la naturaleza conflictiva con la prensa por parte de quien lidera que no acepta la mediación que propone el periodismo.  

Alianzas. 


Más allá de todo, pensar que él o la líder construyen todo el proyecto en soledad  es una ingenuidad. Se precisa de la “rosca” que demanda Emilio Monzó. La rosca son las negociaciones informales con dirigentes locales o sectoriales para conseguir apoyos a cambio de distribución de espacios de poder. Entender la rosca es también entender las correlaciones de fuerza de la sociedad. Pero Mauricio Macri con el armado del gabinete y la repartición de los cargos hasta las terceras líneas también "rosqueó", aunque respondiendo a la lógica de abrir el gobierno al "poder real": el económico (los famosos CEO), relegando a los "políticos profesionales" del radicalismo. Un modo de antipolítica. Lo que Monzó pide entonces es otra rosca, una que amplíe la alianza de gobierno a espacios no macristas puros. Lo impulsa la perspectiva de no llegar tan apretado a una segunda vuelta que, a todas luces, va a ser para alquilar balcones.



(Fuente: www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra propiedad intelectual. Robar nuestro contenido es un delito, para compartir nuestras notas por favor utilizar los botones de "share" o directamente comparta la URL. Por cualquier duda por favor escribir a: perfilcom@perfil.com 

domingo, 22 de abril de 2012

Cristinizar o reventar... De Alguna Manera...

Cristinizar o reventar...

 Super expropiadora, Cristina Fernández de Kirchner. Dibujo: Pablo Temes

El caso YPF como otra muestra de intentar acomodar la historia, los errores y las mentiras tras un barniz épico.

Cristinización es la palabra que mejor define lo que el Gobierno hizo con YPF-Repsol. No es riguroso denominar estatización o nacionalización a la expropiación del 51% de las acciones que manejaba un señor apellidado Brufau, al que la Presidenta elogiaba y llamaba afectuosamente “Antonio” hace apenas cinco meses. El neologismo “cristinizar” funciona como un verbo que implica someter o satanizar a una persona o institución que hasta hace poco en términos históricos reportaba con obediencia a la propia Cristina. Fueron cristinizados, por ejemplo, Alberto Fernández, Clarín, Jorge Brito, Esteban Righi y, ahora, Antonio Brufau.

La familia Eskenazi y el juez Rafecas están en proceso de cristinización. Es un espasmo que cambia de frente sorpresivamente, al estilo  Riquelme en sus mejores tiempos, y obliga a medio mundo a reacomodarse a la nueva realidad decretada por CFK. El lema es: “Los amigos de hoy serán los enemigos de mañana”. Tanto a la hora de justificar el romance como el divorcio, se hace desde el púlpito que les otorga un certificado de absolutos dueños de la verdad. No importa que lo que digan ahora sea contradictorio con lo que venían diciendo antes. Otra de las veinte verdades kirchneristas dice que “los que se equivocan, siempre son los demás”.

En 1992, “los demás” eran los que no comprendían por qué tanto Néstor como Cristina, en nombre de “la verdadera soberanía”, apoyaban a paso redoblado la privatización y extranjerización corrupta que comandó Carlos Saúl Primero.

El archivo no perdona y se puede consultar para asombrarse incluso con la terminología sobreactuada con la que el matrimonio Kirchner atacaba a los que los acusaban (con absoluta razón) de “traicionar sus historias militantes y entregar la soberanía”. Los detalles se pueden consultar, entre otros textos, en el Diario de Sesiones de la Legislatura provincial o en La Opinión Austral del 26 de septiembre de 1992. “No hay nada más soberano que conseguir inversiones. YPF era una empresa manejada por 15 o 20 gerentes pero que no llegaba a los santacruceños. Estos 500 millones de dólares van a llegar a todos los habitantes.” Néstor se refería a los tristemente célebres fondos de Santa Cruz que fueron depositados en el exterior. ¿Qué pasaría ahora si Scioli depositara algún dinero provincial en Suiza? Esa fortuna, además, se perdió en el agujero negro de la historia. Nadie vio jamás una boleta de depósito ni un resumen de cuenta de ese pago que era de los santacruceños y que Néstor recibió por respaldar la decisión más neoliberal de Menem.

Otro que hizo lo mismo fue el entonces diputado neuquino Oscar Parrilli, miembro informante del bloque. Fue todo un logro del menemismo porque Parrilli era cafierista. Aquel 24 de septiembre fue un día glorioso para Alvaro Alsogaray, que como diputado votó el proyecto que presentó el actual secretario general de la Presidencia. Parrilli sin ponerse colorado dijo: “No sentimos vergüenza por lo que somos y tampoco venimos a pedir disculpas por lo que estamos haciendo. Esta ley servirá para darle oxígeno a nuestro gobierno y será un apoyo explícito a nuestro compañero presidente (Carlos Menem)”.

La indignidad no fue generalizada. Uno solo de los cinco diputados de Santa Cruz levantó la manito: el actual ministro de Defensa, Arturo Puricelli. Lo acompañaron otras actuales estrellas K: José Luis Gioja y Eduardo Fellner. No quisieron ser cómplices Chacho Alvarez, Germán Abdala, Rafael Flores, entre otros, y el bloque radical, que se fue del recinto.

Es historia que merece recordarse, aunque en estos últimos días se pudo registrar una novedad. Hasta ahora el Gobierno ni se preocupaba por dar alguna explicación para justificar la modificación del rumbo. A Cristina siempre le alcanzó con no responder preguntas a los periodistas. Pero esta vez el cambio de convicciones fue demasiado veloz.

Fueron patéticas las declaraciones de Julio De Vido, citando a Cristina sobre “la excelencia de la empresa” y asegurando en Página/12, en diciembre de 2010, que con Brufau y Eskenazi “tendremos gas para noventa años”. O Guillermo Moreno alardeando que “va a llover gasoil” (12/10/06, con Néstor al lado, en la Casa Rosada), pese a las advertencias de opositores y periodistas que no se alquilan ni se venden que fueron acusados de “agoreros y destituyentes”.

Algo había que explicar. Hasta Horacio Verbitsky le dijo a Manuel Alzina, de la CTA oficialista, que “tengo muy claro lo desastrosa que ha sido la política de desnacionalización, pero también el ingreso de accionistas privados argentinos en condiciones absurdas como pagar su participación con utilidades, lo cual ya garantizaba que no iban a invertir porque todo lo que obtuvieran lo iban a aplicar para pagar su deuda”.

La Presidenta, consciente de sus responsabilidades, por lo menos en dos ocasiones trató de argumentar algo que no los dejara tan mal parados. Primero dijo que su esposo, en el libro de diálogos con Torcuato Di Tella editado en 2003, planteó que “el gran problema energético fue la desnacionalización de YPF”. Después respondió la pregunta que muchos se hacían sobre por qué no lo hicieron antes. Autocomplaciente, se quedó tranquila: “La historia no se construye como uno quiere sino como uno puede. El camino de la historia es sinuoso, con altibajos y obstáculos que hay que sortear”. 

Fue un resumen de lo que el profesor de la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo Gabriel Chamorro utilizó para rematar una columna que citó la Presidenta: “(…) La humanidad sólo se plantea los problemas que puede resolver porque al examinarlos con mayor detalle siempre descubre que el problema mismo sólo surge cuando las condiciones materiales requeridas para su solución ya existen o, por lo menos, están en proceso de formación”. El concepto de Karl Marx en Contribuciones a la crítica de la economía política nos lleva al otro Marx, a Groucho, para tratar de entender cómo el máximo responsable de la desastrosa política energética que permitió el vaciamiento fue colocado al frente de la revolución cristinizadora. 

De Vido, de culpable a interventor de la YPF nac & pop, debería decir, como Groucho, que no pertenecería a un club que permitiera a un socio como él. El asesoramiento para la soberanía de Roberto Dromi y el voto K de Carlos Menem completan ese laberinto que encierra a los Marx. Y ya que estamos citadores, podemos terminar con Jean-Paul Sartre para iluminar mejor: “Incluso el pasado puede modificarse; los historiadores no paran de demostrarlo”.

© Escrito por Alfredo Leuco y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 21 de Abril de 2012.