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lunes, 18 de septiembre de 2023

Lecciones de Malvinas… (Quinta entrega) dealgunamaneraok...

Malvinas: una digna lucha hasta el final...


Esta es la última de cinco entregas en las que el teniente general Martín Balza relata los movimientos finales de la Guerra de Malvinas. Desde la caída de Darwin-Goose Green hasta la ofensiva sobre Puerto Argentino. Balza revela los detalles que llevaron a la rendición y destaca la íntegra pelea dada por los combatientes.

© Escrito por Martín Balza, ex Jefe del Ejército Argentino, Veterano de la Guerra de Malvinas y ex Embajador en Colombia y Costa Rica, el sábado 26/08/2023 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.


La batalla de Puerto Argentino. A partir de la caída de Darwin-Goose Green, el 29 de mayo, los británicos se reorganizaron. Al día siguiente, la Fuerza Aérea y la Aviación Naval atacaron al portaviones Invencible, que quedó averiado.

Para iniciar la ofensiva final, que se libraría entre el 8 y el 14 de junio, sobre Puerto Argentino (a 90 km de distancia), el enemigo contaba con un superior poder de combate en abastecimientos, de apoyo de fuego naval y aéreo, de artillería de campaña y antiaérea, gran movilidad helitransportada, tropas frescas e información satelital. Mientras que nosotros llevábamos más de cuarenta días sometidos a gran desgaste psicofísico.

En los primeros días de junio, nuestras tropas de comandos realizaron importantes incursiones nocturnas, en una de ellas, mi unidad (GA 3) apoyó a la Compañía 602, a cargo del mayor Aldo Rico, que tuvo una actuación meritoria.

Uno de sus integrantes, el teniente Jorge Vizoso Posse, relató en el libro La artillería argentina en Malvinas, de Horacio Rodríguez Mottino: “Era una dulce compañía sentir el estallido de los proyectiles de nuestra artillería, aunque se produjera muy cerca. Nos protegió y permitió sentir que no estábamos solos”.

Otro de los integrantes de esa Compañía, el teniente Héctor Losito, herido seriamente en combate, describe uno de los enfrentamientos con comandos ingleses, que permite apreciar el respeto al adversario: “Yo estaba herido y hecho bolsa, no podía ni hablar. El inglés me colocó morfina en la pierna izquierda y me hizo un torniquete. Nos embarcaron hasta un hospital en San Carlos, donde me operaron. Estábamos juntos ingleses y argentinos, incluso los del mismo combate”. El Comité Internacional de la Cruz Roja destacó el cumplimiento al derecho internacional de los conflictos armados y el respeto a la población civil, por ambos bandos.

El 3 de junio, el embajador argentino en Portugal, Carlos Gómez Centurión, dijo al diario El País: “Hemos sido una vez más los ‘tontos útiles’. Hemos hecho la guerra que los británicos han provocado y que los Estados Unidos querían. Están preocupados con el Atlántico sur y quieren asegurar la vía marítima por el sur del continente americano”.

En Puerto Argentino esperábamos el asalto final; añorábamos lo que podíamos haber tenido y no teníamos, y peleábamos –reitero– con menos del 10% de la capacidad operativa y logística del Ejército y de la Armada. Un diario español consignó: “Los argentinos tienen Fuerza Aérea, pero no emplean su Marina, que brilla por su ausencia. Y sin ella no pueden mantener el abastecimiento con las fuerzas de Menéndez”. 

El 8 de junio, a media mañana, el observador adelantado del GA 3 con el Regimiento de Infantería (RI) 4 me informó el desembarco de hombres y helicópteros de barcos enemigos en Bahía Agradable. La zona estaba fuera del alcance máximo de mis cañones pesados (155mm-20 km). 

Hablé con Jofre, quien solicitó apoyo a la Fuerza Aérea Sur del continente. Pasado el mediodía, nuestros aviones atacaron y hundieron a los transportes Sir Galahad y Sir Tristan, ocasionando 51 muertos y más de 46 heridos. Los ingleses lo calificaron como el desastre de Bluff Cove. El ministro de Defensa, John Nott, aseguró en Londres que las pérdidas fueron “trágicas”.

Desde ese día, con la Armada constituimos un original equipo. El capitán de fragata Julio Pérez arribó con un sistema de misiles Exocet MM-38, adaptados para ser lanzados desde una plataforma terrestre al mar, pero carecía del imprescindible radar para proporcionarle al misil los datos de tiro: acimut (ángulo de dirección) y alza (distancia) al blanco. 

El GA 3 poseía un radar Rasit (alcance de 30 km) operado por el sargento Raúl Orcasitas y el soldado Héctor G. Soto. La noche del 11 de junio, Orcasitas me comunicó que tenía un buque “bien adquirido” y de inmediato le pasamos los datos a la Armada. El capitán Pérez, sin vacilar, disparó el misil que hizo impacto en el crucero Glamorgan, que transportaba armas nucleares. El barco quedó averiado, fuera de combate y con importantes bajas. Al término de la guerra, el Glamorgan fue donado a Chile.

El cerco se cerraba sobre Puerto Argentino. El fuego naval y aéreo, incluidas “bobas de racimo” y de la artillería terrestre, se intensificaba sobre nuestros regimientos y los Grupos de Artillería GA 3 y GA 4, este último a cargo del teniente coronel Carlos Quevedo, que concurrió al conflicto convaleciente de una seria operación.

Las erróneas decisiones de Galtieri y aceptadas por Menéndez y Jofre se manifestaron. Se concibió una defensa perimetral sobreextendida, sin profundidad, carente de movilidad, sin reservas ni contraataques planificados, propia de la Primera Guerra Mundial.

También se vulneró el principio de “economía de fuerzas”. De los nueve regimientos de infantería (RI) en las islas, solo cuatro participaron en forma efectiva en combate: el Rl 4, a cargo del teniente coronel Diego Soria, que dejó en el continente un hijo con una enfermedad terminal; el Rl 7, con el teniente coronel Omar Giménez; el Rl 12, con el teniente coronel Ítalo Piaggi, y el Batallón de Infantería de Marina (BIM) N° 5, con el capitán de fragata Hugo Robacio. 

Participaron parcialmente dos: el Rl 6 (teniente coronel Jorge Halperín) y el Rl 25 (teniente coronel Mohamed A. Seineldín). Tres no participaron: el Rl 3 (teniente coronel David Comini), y aislados en la isla Gran Malvina, el Rl 5 (coronel Ramón Mabragaña) y el Rl 8 (teniente coronel Ernesto Repossi).

El 10 de junio, a media mañana, realizamos un ataque coordinado, entre el GA 3 y tres aviones Pucará basados en la isla, sobre blancos que estaban fuera del alcance de nuestros cañones. Sus pilotos eran los tenientes primeros Juan L. Micheloud, Marcelo Ayerdi y Carlos Morales. Fue el primer caso de aero-cooperación en combate en nuestra historia. 

A partir de ese día, era clara la decisión del general Jeremy Moore –excelente profesional y digno adversario– de atacar frontalmente la línea general de montes, de 300 metros de altura: Longdon, Dos Hermanas y Harriet. 

El 11 de junio, alrededor de las 22.00, el Batallón de Paracaidistas 3 atacó Longdon, defendido por una compañía del RI 7. El Batallón de Comandos 45 atacó Dos Hermanas, defendido por efectivos del RI 6 y el Rl 4. Y el Batallón de Comandos 42 lo hizo sobre Harriet, defendido por el RI 4.

Como en toda guerra, hubo debilidades y defecciones. En Longdon, el combate duró varias horas hasta que la fracción del RI 7 inició el repliegue. Se vivió un verdadero pandemónium. Hubo importantes bajas de ambos bandos, entre ellas el observador adelantado del GA 3, el teniente Alberto Ramos. En Dos Hermanas, una fracción del RI 6, con el mayor Oscar Jaimet, tuvo un ejemplar comportamiento.

Sobre el combate en Harriet, el corresponsal inglés, Kim Sabido, en el diario The Sunday Times, consignó: “Nuestros hombres avanzaban lentamente a duras penas. Los que teníamos enfrente no iban a ceder si no era tras una lucha encarnizada”. El día 12, los montes citados estaban en poder enemigo.

La batalla más intensa de la Guerra, la del monte Tumbledown, se desarrolló entre el 12 y el 14 de junio. Los blancos más buscados por el fuego naval, terrestre y aéreo eran el GA 3, el GA 4 y el BIM 5. Un impacto en inmediaciones de mi comando ocasionó heridos y un muerto, el cabo Ángel Quispe. 

El comportamiento y profesionalidad del BIM 5, a cargo del capitán de fragata Carlos Robacio –el mejor regimiento de infantería– fue ejemplar. Los días 13 y 14 se libraron los combates más intensos de toda la guerra. La prioridad del apoyo de la artillería la tuvo el BIM 5, y parcialmente el Escuadrón de Caballería 10, a cargo del capitán Rodrigo Soloaga, en la madrugada del 14. El periodista Bob Mc Gowan, del Daily Express, de Londres, denominó esas acciones como “un episodio terrorífico, desesperado y al mismo tiempo trágico”.

A media mañana, la dislocación psicológica era evidente y el cerco total se había concretado: terrestre desde el Oeste y por mar al Este, Norte y Sur. El aniquilamiento –entendiendo por tal la capacidad de lucha quebrada– había sido logrado por los británicos, al costo aproximado de 300 muertos, 800 heridos, 6/7 buques hundidos y 4/5 averiados, 14/15 aviones derribados y 30 helicópteros en distintas circunstancias.

Ellos, confiados en la victoria, no ahorraron sacrificios en obtenerla, y nosotros, conscientes de una inevitable derrota, combatimos hasta último momento. San Martín sentenció: “Una derrota bien peleada vale más que un triunfo circunstancial”.

El general Anthony Wilson dijo: “Los hombres que se nos opusieron eran soldados tenaces y competentes, y muchos han muerto en su puesto. Hemos perdido muchísimos hombres”. Otro británico, el general Julian Thompson, expresó que fueron “mentiras los dichos de la prensa sobre los oficiales que huían dejando a sus soldados para que fueran masacrados o se rindieran como ovejas”: “Oficiales y suboficiales se batieron duramente”.

El conocido Informe Rattenbach, el informe final de la Comisión de Análisis y Evaluación de las Responsabilidades del Conflicto del Atlántico Sur, aseveró: “Es importante señalar que hubo unidades que fueron conducidas con eficiencia, valor y decisión. En esos casos, ya en la espera, en el combate o en sus pausas, el rendimiento fue siempre elevado”. 

“Tal el caso de la Fuerza Aérea Sur; la Aviación Naval; los medios aéreos de las tres Fuerzas destacados en las islas; el Comando Aéreo de Transporte; la Artillería de Ejército (GA 3 y GA 4); la Artillería Antiaérea de las FF.AA., correcta y eficazmente integradas, al igual que el BIM 5; el Escuadrón de Caballería Blindada 10; las Compañías de Comandos 601 y 602; y el Rl 25. Como ha ocurrido siempre en las circunstancias críticas, el comportamiento de las tropas en combate fue función directa de la calidad de sus mandos”.

La guerra no es una obra de Dios. Siempre es mejor el sendero de la paz. Todos los muertos de Malvinas, argentinos y británicos, siguen viviendo, no solo en la turba isleña y en el mar austral, sino también donde la verdadera humanidad mantiene su alto valor.



   

Lessons from Malvinas… (Fifth installment)

Malvinas: a worthy fight to the end.

This is the last of five installments in which Lieutenant General Martín Balza recounts the final movements of the Malvinas War. From the fall of Darwin-Goose Green to the offensive on Puerto Argentino. Balza reveals the details that led to the surrender and highlights the complete fight given by the combatants.

© Written by Martín Balza, former Chief of the Argentine Army, Veteran of the Malvinas War and former Ambassador to Colombia and Costa Rica, on Saturday 08/26/2023 and published by the Diario Perfil of the Autonomous City of Buenos Aires, Argentine Republic. 

The battle of Puerto Argentino. After the fall of Darwin-Goose Green on May 29, the British reorganized. The next day, the Air Force and Naval Aviation attacked the aircraft carrier Invincible, which was damaged.

To begin the final offensive, which would be fought between June 8 and 14, on Puerto Argentino (90 km away), the enemy had superior combat power in supplies, naval and air fire support, field and anti-aircraft artillery, great heliborne mobility, fresh troops and satellite information. While we had been subjected to great psychophysical exhaustion for more than forty days.

In the first days of June, our commando troops carried out important night raids, in one of them, my unit (GA 3) supported Company 602, led by Major Aldo Rico, who had a meritorious performance.

One of its members, Lieutenant Jorge Vizoso Posse, recounted in the book The Argentine Artillery in Malvinas, by Horacio Rodríguez Mottino: “It was a sweet company to feel the explosion of our artillery projectiles, even if it occurred very close. “He protected us and allowed us to feel that we were not alone.”

Another member of that Company, Lieutenant Héctor Losito, seriously wounded in combat, describes one of the confrontations with English commandos, which allows us to appreciate the respect for the adversary: “I was wounded and in a bag, I couldn't even speak. The Englishman put morphine in my left leg and made a tourniquet. They took us to a hospital in San Carlos, where they operated on me. We were English and Argentines together, even those of the same combat ”. The International Committee of the Red Cross highlighted compliance with international law of armed conflicts and respect for the civilian population, by both sides.

On June 3, the Argentine ambassador to Portugal, Carlos Gómez Centurión, told the newspaper El País: “We have once again been the ‘useful fools’. We have made the war that the British have provoked and that the United States wanted. They are concerned with the South Atlantic and want to secure the maritime route through the south of the American continent”.

In Puerto Argentino we waited for the final assault; We longed for what we could have had but did not have, and we were fighting – I repeat – with less than 10% of the operational and logistical capacity of the Army and Navy. A Spanish newspaper reported: “The Argentines have the Air Force, but they do not use their Navy, which is conspicuous by its absence. And without it they cannot maintain supplies with Menéndez's forces.”

On June 8, mid-morning, the forward observer of GA 3 with Infantry Regiment (RI) 4 informed me of the landing of men and helicopters from enemy ships in Pleasant Bay. The area was outside the maximum range of my heavy guns (155mm-20 km).

I spoke with Jofre, who requested support from the Southern Air Force of the continent. After noon, our planes attacked and sank the transports Sir Galahad and Sir Tristan, causing 51 deaths and more than 46 injuries. The English called it the Bluff Cove disaster. Defense Minister John Nott said in London that the losses were “tragic.”

Since that day, with the Navy we constitute an original team. Frigate Captain Julio Pérez arrived with an Exocet MM-38 missile system, adapted to be launched from a land platform into the sea, but he lacked the essential radar to provide the missile with firing data: azimuth (direction angle) and elevation. (distance) to the target.

GA 3 had a Rasit radar (30 km range) operated by Sergeant Raúl Orcasitas and Private Héctor G. Soto. On the night of June 11, Orcasitas told me that he had a “well-purchased” ship and we immediately passed the data on to the Navy. Captain Perez, without hesitating, fired the missile that hit the cruiser Glamorgan, which was carrying nuclear weapons. The ship was damaged, out of action and with significant casualties. At the end of the war, the Glamorgan was donated to Chile.

The siege was closing on Puerto Argentino. The naval and aerial fire, including “cluster bombs” and land artillery, intensified on our regiments and the GA 3 and GA 4 Artillery Groups, the latter under the charge of Lieutenant Colonel Carlos Quevedo, who attended the convalescent conflict of a serious operation.

The erroneous decisions of Galtieri and accepted by Menéndez and Jofre manifested themselves. An overextended perimeter defense was conceived, without depth, lacking mobility, without reserves or planned counterattacks, typical of the First World War.

The principle of "economy of forces" was also violated. Of the nine infantry regiments (RI) on the islands, only four participated effectively in combat: Rl 4, led by Lieutenant Colonel Diego Soria, who left a terminally ill son on the continent; Rl 7, with Lieutenant Colonel Omar Giménez; Rl 12, with Lieutenant Colonel Ítalo Piaggi, and Marine Infantry Battalion (BIM) No. 5, with Commander Hugo Robacio.

Two partially participated: Rl 6 (Lieutenant Colonel Jorge Halperín) and Rl 25 (Lieutenant Colonel Mohamed A. Seineldín). Three did not participate: Rl 3 (Lieutenant Colonel David Comini), and isolated on Gran Malvina Island, Rl 5 (Colonel Ramón Mabragaña) and Rl 8 (Lieutenant Colonel Ernesto Repossi).

On June 10, at mid-morning, we carried out a coordinated attack, between GA 3 and three Pucará aircraft based on the island, on targets that were out of range of our guns. Its pilots were First Lieutenants Juan L. Micheloud, Marcelo Ayerdi and Carlos Morales. It was the first case of aero-cooperation in combat in our history.

From that day on, the decision of General Jeremy Moore – an excellent professional and worthy adversary – to frontally attack the general line of mountains, 300 meters high: Longdon, Dos Hermanas and Harriet, was clear.

On June 11, around 10:00 p.m., Parachute Battalion 3 attacked Longdon, defended by a company from RI 7. Commando Battalion 45 attacked Dos Hermanas, defended by troops from RI 6 and Rl 4. And the Commandos 42 did it on Harriet, defended by RI 4.

As in every war, there were weaknesses and defections. At Longdon, the fighting lasted several hours until the RI 7 fraction began to withdraw. There was a real pandemonium. There were significant casualties on both sides, among them the forward observer of GA 3, Lieutenant Alberto Ramos. In Dos Hermanas, a faction of RI 6, with Major Oscar Jaimet, had exemplary behavior.

About the combat in Harriet, the English correspondent, Kim Sabido, in The Sunday Times newspaper, stated: “Our men were advancing slowly with great difficulty. Those in front of us were not going to give in unless it was after a fierce fight.” On the 12th, the aforementioned mountains were in enemy power.

The most intense battle of the War, that of Mount Tumbledown, took place between June 12 and 14. The most wanted targets by the naval, ground and air fire were the GA 3, the GA 4 and the BIM 5. An impact in the vicinity of my command caused injuries and one death, Corporal Ángel Quispe.

The behavior and professionalism of BIM 5, under the command of Commander Carlos Robacio –the best infantry regiment– was exemplary. On the 13th and 14th, the most intense fighting of the entire war was fought. The artillery support priority was given by BIM 5, and partially by Cavalry Squadron 10, under Captain Rodrigo Soloaga, at dawn on the 14th. Journalist Bob McGowan, from the London Daily Express, called these actions as “a terrifying, desperate and at the same time tragic episode.”

By mid-morning, the psychological dislocation was evident and the total siege had taken place: land from the West and by sea to the East, North and South. The annihilation –understanding as such the broken fighting capacity– had been achieved by the British, at an approximate cost of 300 dead, 800 wounded, 6/7 ships sunk and 4/5 damaged, 14/15 planes shot down and 30 helicopters in different circumstances.

They, confident of victory, spared no sacrifices to obtain it, and we, aware of an inevitable defeat, fought until the last moment. San Martín stated: “A well-fought defeat is worth more than a circumstantial victory.”

General Anthony Wilson said: “The men who opposed us were tenacious and competent soldiers, and many have died on the line. We have lost many men." Another Briton, General Julian Thompson, said that the press reports about fleeing officers leaving their soldiers to be slaughtered or surrendered like sheep were “lies”: “Officers and non-commissioned officers fought hard.”

The well-known Rattenbach Report, the final report of the Commission for the Analysis and Evaluation of the Responsibilities of the South Atlantic Conflict, asserted: “It is important to point out that there were units that were conducted with efficiency, courage and determination. In those cases, whether waiting, in combat or during breaks, performance was always high.”

“Such is the case of the South Air Force; Naval Aviation; the air resources of the three Forces stationed on the islands; the Air Transport Command; the Army Artillery (GA 3 and GA 4); the Anti-Aircraft Artillery of the Armed Forces, correctly and effectively integrated, like BIM 5; the 10th Armored Cavalry Squadron; Commando Companies 601 and 602; and the Rl 25. As has always happened in critical circumstances, the behavior of the troops in combat was a direct function of the quality of their commanders”.

War is not a work of God. The path of peace is always better. All the dead from Malvinas, Argentine and British, continue to live, not only in the island peat and in the southern sea, but also where true humanity maintains its high value.



viernes, 2 de abril de 2021

Alfredo Palacios – “Las Islas Malvinas, Archipiélago Argentino” 21 de Septiembre de 1934... @dealgunamaneraok...

 Alfredo Palacios – “Las Islas Malvinas, Archipiélago Argentino”


 

“…Quería hacer silencio, pero, no habrá silencio mientras el archipiélago se encuentre en poder del extranjero…” Alfredo L Palacios.

 

Las Islas Malvinas, Archipiélago Argentino.

 

Proyecto del Senador Socialista, Alfredo Palacios, convertido en ley N°º 11.904, el 26 de Septiembre de 1934.-


Senado de la Nación Argentina, Sesión 21 de Septiembre de 1934.



 

El Senado y la Cámara de Diputados, etc.

 

Artículo 1º: Siendo necesario que todos los habitantes de la República sepan que Las Islas Malvinas son Argentinas y que Gran Bretaña, sin título de soberanía, se apoderó de ellas por un abuso de la fuerza; encomiendase a la Comisión Protectora de Bibliotecas Populares, la publicación oficial de la obra de Paul Groussac “Les Ites Malovines”, hasta ahora inédita en español.

 

Art 2º: La edición ordenada contendrá fielmente el texto, las notas y los documentos que figuran en el original francés (edic. 1910)

 

Art 3º: El Presidente de la Comisión Protectora de Bibliotecas Populares, traducirá al español el citado libro y a la vez, sintetizará su contenido sustancial, en un compendio, que se imprimirá por separado.

 

Art 4º: De cada uno de esos volúmenes se harán ediciones populares, que la Comisión distribuirá, gratuitamente, entre las bibliotecas del país y del exterior, así como entre las instituciones con las que se mantenga el canje internacional. De la edición del compendio, se hará una tirada especial, destinadas a los institutos de enseñanza de la Nación.

 

Art 5º: El Poder Ejecutivo entregará, de Rentas Generales, a la Comisión Protectora de Bibliotecas, a los fines del cumplimiento de esta ley hasta la suma de treinta mil pesos moneda nacional.

 

Art 6º: Comuníquese al Poder Ejecutivo.

 

Alfredo L Palacios 

 

LA JURIDISCION ARGENTINA EN EL ARCHIPIELAGO (*)

 

Sr. Palacios: Pido la palabra

 

Mi propósito al presentar este proyecto es, en primer término, como lo expreso en su texto, en el difundir en el pueblo el conocimiento de derecho argentino a la soberanía de las Malvinas. Han de perdonarme los señores senadores, si mi exposición no es breve.

 

I – Toma de posesión pública y solemne, en 1820.

 

En la costa patagónica fue ejercida la jurisdicción argentina antes de terminar la guerra de la Independencia, realizándose actos de dominio en 1811 y 1815. En 1817 el gobierno manda en la nave de guerra 25 de Mayo, un destacamento militar. En 1820 el coronel Daniel Jewit, comandante de nuestra fragata Heroína, toma posesión publica y solemne, con salvas de veintiún cañonazos, del archipiélago, en nombre del gobierno de Buenos Aires y en presencia del célebre navegante ingles James Weddell, que hacía escala en Las Malvinas durante su primer viaje antártico y recuerda este hecho en su “Voyage towards the South Pole”, publicado en 1825.


Cuando Jewit llego a Soledad, según refiere Vernet en su informe, redactado por Valentín Alsina, había en aquel puerto y en las adyacencias más de cincuenta buques ingleses y norteamericanos, que se ocupaban en la pesca de anfibios, y cuyos tripulantes mataban el ganado de las islas llevado allí por los españoles. El oficial de nuestra marina, con toda cortesía, paso aviso a los comandantes de los buques extranjeros, para que lo transmitieran a sus gobiernos, de la toma de posesión del archipiélago, en nombre de la República, así como de la prohibición de pescar en las islas y de matar sus ganados, bajo pena de detención y de remisión de los infractores a Buenos Aires, donde seria juzgados.


Aparece en “El Argos” del 10 de Noviembre de 1821, el extracto siguiente del Redactor de Cádiz, de Agosto de 1821:


“El coronel Jewit, de la marina de las Provincia Unidas de Sud América y comandante de la fragata Heroína, en circular de fecha 9 de Noviembre de 1920, en el puerto de la Soledad, previene haber tomado, el 6, posesión de las islas Malvinas de dichas provincias”.

En 1823, el gobierno nombro a don Pablo Areguati, gobernador de Las Malvinas. En el mismo año, don Jorge Pacheco y don Luis Vernet, obtuvieron el derecho a la pesca de anfibios y a los ganados de la isla oriental del archipiélago, así como a treinta leguas de tierra. Salió una expedición compuesta de los bergantines Fenwick y Antelope y la goleta Rafaela, todos bajo la dirección de don Roberto Schofield, expedición que desgraciadamente fracasó.

 

II – La actividad incansable de Vernet.

 

En 1826, Vernet, audaz y emprendedor, preparó otra expedición, sufriendo mil contrariedades y vicisitudes. Se propuso realizar una seria colonización que afirmara sus ensayos en la agricultura y echara los cimientos de la pesca nacional, lo que sería origen de una marina mercante, y con tal propósito pidió al gobierno no solo la propiedad de tierras, sino también el goce exclusivo de la pesca para la Colonia. La empresa era beneficiosa para la República, y de ahí el decreto de 5 de Enero de 1828, que otorgó a Vernet la propiedad de las islas de Staterland y de la Soledad (deduciendo la concesión hecha en 1823 a Jorge Pacheco y la reserva del gobierno de diez leguas cuadradas en la bahía de San Carlos).

El decreto otorgo una entera libertad de contribuciones por veinte años, y por igual tiempo, la pesca exclusiva en todas Las Malvinas y en la costa del continente al sur del Rio Negro, con la obligación de parte del concesionario, de establecer dentro de los tres años una colonia. Vernet puso manos a la obra con interés; celebro contratos en Norteamérica y en Europa para llevar familias y adquirir buques; y de las pampas de Buenos Aires, fueron gauchos para cuidar el ganado. Pero los pescadores extranjeros, a pesar del acto de soberanía ejercido por la República, en 1820, hacían una competencia desleal, matando anfibios en las islas en forma perniciosa, aun en la época de la parición, con lo que se amenazaba, seriamente, la existencia de la colonia.


Vernet pidió, entonces, que se le invistiera el carácter de comandante político y militar, con plenos poderes sobre el territorio, y se le enviara un buque de guerra y el armamento necesario para hacer respetar las órdenes del gobierno, a lo que este accedió, dictando el decreto de 10 de Junio de 1829. Vernet se estableció en Puerto Luis, con su esposa, nacida en Buenos Aires. Dice Groussac, que un oficial de la marina inglesa ha dejado del home lejano, un croquis agradable y sugestivo, que no se parece, por cierto, al nido de filibusteros imaginados por los merodeadores yanquis, sin duda, después de su propia conducta.


En efecto, Fitz Roy, en Narrative, II, pagina 266, dice, reproduciendo la carta de un compañero suyo: “The governor, Louis Vernet, receivet me with codiality. He possesses much information and speaks several languages. His house is long and low, of one story, with very thick walls of stones. I found in it good library of Spanish, german and English works. A livery conversation passed at dinner, the party consisting of Mr, Vernet and his wife. Mr. Brisbane and others in the evening we had music and dancing. In the room was a grand piano – forte; Mr. Vernet, a Buenos Ayrean lady, gave us some excellent singing, which sounded not a little strange at the Falkland isles, where we expected to fund only a few sealers”.

 

Traducido seria así: “El gobernador, Luis Vernet, me recibió cordialmente. Tiene mucha ilustración y habla varios idiomas. Su casa es larga y baja, de un solo piso y paredes muy gruesas, de piedra. Encontré allí una buena biblioteca de obras españolas, alemanas e inglesas. Durante la comida se sostuvo animada conversación en que tomaban parte el Sr. Vernet y su esposa, el Sr. Brisbane y otros; por la noche hubo música y baile; en la habitación había un gran piano; la señora de Vernet, una bonaerense, nos dejó oír su excelente voz, que sonaba no poco a extraño en las Malvinas, donde solo esperábamos encontrar algunos loberos.

 

III – El Gobierno Argentino nombra comandante político y militar de Las Malvinas.-

 

El decreto del 10 de Junio de 1829, se publicó en el Registro Oficial y su texto expresaba: “Cuando por la gloriosa revolución del 25 de Mayo de 1810, se separaron estas provincias de la dominación de la metrópoli, España tenía una posesión material de las Islas Malvinas y de todas las demás que rodean el cabo de Hornos, incluso la que se conoce bajo la denominación de Tierra del Fuego, hallándose justificada aquella posesión por el derecho de primer ocupante, por el consentimiento de las principales potencias marítimas de Europa y por la adyacencia de estas islas al continente que formaba el Virreinato de Buenos Aires, de cuyo gobierno dependían”.


“Por esta razón, agregaba el decreto, habiendo entrado el gobierno de la República en la sucesión de todos los derechos que tenía sobre estas provincias, la antigua metrópoli, y de que gozaban sus virreyes, ha seguido ejerciendo actos de dominio en dichas islas, sus puertos y costas, a pesar de que las circunstancias no han permitido hasta ahora dar a aquella parte del territorio de la República la atención y cuidado que su importancia exige; pero siendo necesario no demorar por más tiempo las medidas que pueden poner a cubierto los derechos de la República, haciéndola al mismo tiempo gozar de las ventajas que puedan dar los productos de aquellas islas y asegurando la protección debida a su población, el gobierno ha acordado y decreta:

 

Artículo 1º: Las Islas Malvinas y las adyacentes al cabo de Hornos, en el mar Atlántico, serán regidas por un comandante político y militar, nombrado inmediatamente por el gobierno de la República.

 

Art 2º: La residencia del comandante político y militar será en la isla de la Soledad y en ella se establecerá una batería bajo el pabellón de la República.

Art. 3º: El comandante político y militar hará observar por la población de dichas islas las leyes de la República y cuidará en sus costas de la ejecución de los reglamentos sobre pesca de anfibios”.

El decreto estaba firmado por Rodríguez y Salvador María del Carril.

 

IV – Vernet, funcionario de la República, vela por el cumplimiento de las leyes.

 

Vernet, inmediatamente después de entrar en posesión de su cargo, dirigió la siguiente circular a los capitanes de los buques extranjeros, circular que aparece en ingles en el número 217, año V, de The British Packer and Argentine New, de fecha Octubre 16 de 1830, y que en español dice así: “El que subscribe, gobernador de las Islas Malvinas, Tierra de Fuego y adyacencias, en cumplimiento de su deber y de lo expresado en el decreto dado por el gobierno de Buenos Aires, el 10 de Junio de 1829, para vigilar el cumplimiento de las leyes sobre pesca y del que se le adjunta una traducción, informa a usted por la presente, que la trasgresión a esas leyes no pasará desapercibida como hasta el presente. El infrascrito se congratula de que esta advertencia, dada a tiempo, a todos los capitanes de buques en las pesquerías, sobre cualquier parte de la costa bajo su jurisdicción, los inducirá a no repetir las infracciones, que los expondrá a convertirse en una presa legal de cualquier buque de guerra de la República o de otros que el suscripto considere conveniente armar, en el ejercicio de su autoridad, para el mejor cumplimiento de las leyes de la República.


“El subscripto proviene, además, a todas las personas sobre la prohibición de cazar o matar ganado en la Malvina oriental, porque ese ganado es de propiedad privada y por más inocente que pueda aparecer una acción así, de parte de aquellos que no conozcan esa circunstancia, ese mismo acto se convierte en criminal, de parte de aquellos que intencionalmente persistan en tales actos, haciéndolos susceptibles de los rigores de la ley, que se aplicará para esos casos. Por otra parte, aquellos que necesiten provisiones o bebidas podrán obtenerlas a precios moderados, dirigiéndose a la nueva colonia en la cabecera de Berkeley Sound, donde no se pagan derechos de puerto, no se fomenta la deserción de tripulantes y se presta toda clase de ayuda a aquellos que la necesiten, por intermedio de subscripto”.

 

Firmado – Luis Vernet.

 

Vernet no era un empresario particular. Era el funcionario de la República que velaba por el cumplimiento de las leyes. Es interesante a este respecto la opinión de Julio Goebel, de la Universidad de Columbia, escritor norteamericano, autor del libro “The Struggle for the Falklnd Islands, del que me ocuparé más adelante y que fue publicado en 1927.


Dice Goebel, de la circunstancia de que como concesionario exclusivo, estuviera Vernet interesado en el cumplimiento del decreto de pesca, nada estaba a su carácter oficial. Más aun, la circunstancia de que en los últimos años se hubiera hecho caso omiso de las notificaciones de Jewit en 1820, exigía, imperiosamente, un procedimiento de esta índole, ya que el derecho de pesca o caza en aguas territoriales es asunto de soberanía cuando no median tratados.


Las notificaciones y amenazas no impidieron la pesca ilegal de anfibios en las costas de las Malvinas, pues los loberos despreciaron las advertencias de Vernet, razón por la que éste se decidió a proceder enérgicamente.


En Agosto de 1831 fueron apresadas tres goletas norteamericanas que se burlaban de las leyes argentinas: la Harriet, la Breakwater y la Superior.

 

Cuando se instruía el sumario para ser elevado al gobierno de Buenos Aires, la Breakwater fugó. Los comandantes de la Harriet y de la Superior, Davison y Congar, respectivamente, aceptaron someterse a la decisión del gobierno, respecto a los buques y cargamento, reconociendo la infracción cometida. Davison se comprometió a responder en Buenos Aires por él y por Congar, cuyo buque quedó en libertad bajo condiciones, en el juicio que se tramitaría.


Es interesante leer el convenio firmado por Gilberto Davison, Esteban Congar y Luis Vernet, que aparece en el informe de este último, dirigido al gobierno de Buenos Aires, el 10 de Agosto de 1832.-

 

(*) Fragmento del discurso pronunciado al fundamentar el proyecto.-

 

Las Islas Malvinas, Archipiélago Argentino.-

Alfredo L. Palacios.
Editorial Claridad. 1934

 

© Publicado el  miércoles 17/03/2021 por el Partido Socialista de la República de los Argentinos.