El Gobierno. Vieja casta, viejos vicios…
Los primeros meses de gestión
tuvieron elementos en común: falta de operatividad y destrato a los
profesionales que se incorporaron.
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Escrito por Nelson Castro el sábado 04/05/2024 y publicado por el Diario Perfil
de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.
Hubo aplausos en la reunión de gabinete del jueves pasado que
formalmente encabezó el jefe de Gabinete, Nicolás Posse –más conocido como “el Mudo”, según el
apelativo de amplia circulación por los pasillos del poder– pero que, en los
hechos, fue manejada por “el Jefe”, es decir Karina Milei. Las internas en el
seno del Gobierno se incrementan día a día.
Las críticas al jefe de Gabinete son continuas. Habrá que prestarle
atención a la exposición que hará en los próximos días en la presentación del
informe que debe hacer ante los senadores. Su figura se ve opacada por la
intensidad de Santiago Caputo, que ha conformado un tándem con el ministro
del Interior, Guillermo Francos. Ambos tuvieron un rol destacado en las
conversaciones con los sectores dialoguistas de la Cámara baja. Las internas no
solo se viven en el seno del Poder Ejecutivo. En el Congreso, el oficialismo
muestra pujas por doquier. Por eso el bloque está tan deshilachado como
producto de relaciones humanas muy complejas. “Todo se hace más difícil cuando
la cúpula del poder parece estar blindada por dos o tres personas y las órdenes
se bajan verticalmente, como si fuésemos soldados. Está claro que alguien debe
tener la última palabra pero el ejercicio de la cohesión y la camaradería sigue
estando ausente”, graficaron en el despacho de un legislador. Esto no será un
problema mayor mientras los resultados sigan siendo positivos pero puede
resultar un boomerang en época de vacas flacas.
El motivo de la euforia actual fue la media sanción que la Cámara de
Diputados le dio al proyecto de ley Bases y Puntos de Partida para la Libertad
de los Argentinos. La así llamada “ley ómnibus”, devenida en “ley minibús”,
constituye el instrumento esencial que necesita el Gobierno para avanzar con su
gestión. “Lo que se aprobó es lo posible”, reconoció un conspicuo miembro del
Poder Ejecutivo. Ese es un dato de la realidad política que refleja los límites
que tiene Javier Milei. La expresión más brutal de ese hecho la reflejó
Federico Sturzenegger –el padre del mamotreto hecho proyecto de ley–, que puso
blanco sobre negro lo que representa lo aprobado en la maratónica sesión
legislativa del martes: sindicatos 1-Milei 0.
Efectivamente, el corazón de la reforma laboral se fue a la basura. Los
sindicatos festejaron en silencio la continuidad de los aportes solidarios que
cada trabajador debe hacer a su gremio aunque no esté afiliado. Lo mismo
ocurrió con la ausencia de sanciones a los bloqueos empresariales. Entre otras
cosas, la llamada caja sindical ha quedado intacta. “Ese era el límite para
garantizar la paz en la calle. Más allá del paro agitado por Pablo Moyano, los
muchachos se quedaron más tranquilos”, atinó a decir una fuente cercana a la
CGT sin ponerse colorada. Para que se vea con mayor claridad. El último borrador
incluía un capítulo laboral muy parecido al DNU 70, por eso los sindicalistas
exigieron encontrarse con Santiago Caputo y con el diputado Miguel Ángel
Pichetto, y acordaron la marcha atrás del oficialismo. Los artículos de
modernización laboral eran 58 y quedaron solo 16, sin la presencia de los
puntos objetados por la CGT. No significa que lo que quedó no sea importante. Lo
que sobrevivió fue el intento de quitarles a esos dirigentes sindicales el
privilegio y el poder que les da el manejo de las multimillonarias cajas de las
cuales viven y con la cuales mantienen su poder. Ese era un objetivo importante
de la reforma que, una vez más, quedó archivado. Es lo mismo que les pasó a los
expresidentes Raúl Alfonsín y Fernando de la Rúa.
La media sanción del proyecto de ley fue producto de la negociación. Es
otra de las moralejas que dejó el trámite parlamentario. El agradecimiento del
presidente a Miguel Ángel Pichetto, a Cristian Ritondo y a Rodrigo De Loredo es
una muestra inequívoca de ello. Pichetto está llamado a tener un creciente
protagonismo a lo largo del mandato de Milei. Por las dudas, ya se ocupó de
quitarle dramatismo a la posible vuelta a Diputados del proyecto de ley si es
que en el Senado se aprueba con modificaciones.
La negociación en la Cámara alta será ardua. El kirchnerismo se juega
una carta clave: si alguno de sus integrantes no cumple con la orden de cerrar
filas que ha bajado Cristina Fernández de Kirchner, la mengua de su poder se
acentuará. Su reaparición en Quilmes mostró esa decadencia y una necesidad,
cuya consecuencia es la interna que crece con Axel Kicillof, a quien se
encargaron de ningunear, impidiéndole estar en el escenario para que no pueda
ganar protagonismo. El kirchnerismo duro está malherido y sus movimientos
internos apuntan a la cristalización de una nueva figura que, por ahora, se
parece bastante al gobernador de la provincia de Buenos Aires. No está dicha la
última palabra pero la puja con Máximo Kirchner sigue abierta y las
desprolijidades en el seno de núcleo K continúan a la orden del día.
Tampoco en el oficialismo son demasiado puntillosos. Los primeros meses
de mandato han dejado un denominador común en distintos ministerios: falta de
operatividad y destrato por los profesionales que se han incorporado. En
algunos casos las mañas de la política sucia propia de la casta que se dice
combatir recayeron en gente calificada a quien se utilizó deliberadamente para
ajustar personal, ordenar secretarías y direcciones, y luego fue dejada en la
calle para que sus puestos sean ocupados por los amigos del poder. Más casta no
se consigue.
Cuando la política se humanice, los viejos vicios podrán empezar a
cambiar de verdad.
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