Bisturí vs. Motosierra. Algo más que discursos…
Radical
penitente arrodillado, Rodrigo De Loredo. Dibujo: Pablo Temes.
Los constructores del relato oficialista deben buscar
acuerdos políticos más profundos para tener paz en el segundo semestre.
© Escrito por
Nelson Castro el sábado 27/04/2024 y publicado por el Diario Perfil de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.
“Fue como tirarse un tiro en el pie”. Con esa frase, un conspicuo
miembro del gabinete nacional reconoció el grueso error que cometió el Gobierno
en su evaluación previa de la marcha
en defensa de la universidad pública, que se extendió a lo largo y a
lo ancho del país, hecho que, a su vez, resonó muy fuertemente en decenas de
medios internacionales.
El episodio, además, fue producto de una trama que ejemplifica los problemas internos que atraviesan al Poder Ejecutivo. Los protagonistas centrales de esta historia fueron el asesor sin cartera, Santiago Caputo –sobrino del ministro de Economía–, el secretario de Políticas Universitarias, Alejandro Álvarez, y la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello. Caputo y Álvarez llevaron adelante una negociación con el vicerrector de la Universidad de Buenos Aires, Emiliano Yacobitti con la esperanza de desactivar la marcha. Creyeron que liberando los fondos para los hospitales de la UBA la marcha se suspendería. Cometieron un grueso error. Parece que Javier Milei creyó que eso era posible. También se equivocó, motivo por el cual perdió la oportunidad de comunicar durante la inexplicable Cadena Nacional de Radio y Televisión del lunes pasado por la noche, que los fondos que reclamaban la universidades habían sido finalmente transferidos en la tarde de ese día.
Así las cosas, el Gobierno le regaló a la oposición un escenario
sin igual al que intentó subirse desesperadamente en pos de alguna
reivindicación que, hay que decirlo, no logró. Los muy malos discursos que se
escucharon de personas identificadas con el kirchnerismo –empezando por la
integrante de Madres de Plaza de Mayo, Taty Almeida, hasta de referentes
sindicales– generaron el rechazo de muchos de los asistentes al acto, que
fueron a defender a la universidad pública y gratuita, y no a la dirigencia
opositora y al Gobierno. Esos discursos inflamados de kirchnerismo –“perdimos”
dijo Taty Almeida– contrastaron con el impecable documento consensuado por los
rectores, leído por la presidenta de la Federación Universitaria Argentina,
Piera Fernández.
La educación pública es un factor determinante en la vida de la sociedad argentina. Es una de las pocas cosas sobre las que no hay grieta. El interminable cierre de las escuelas que, durante la pandemia, ordenó el tándem Alberto Fernández–Axel Kicillof, impactó negativamente a las clases más bajas que expresaron su bronca, a través del voto que capitalizó el hoy disuelto Juntos por el Cambio a lograr una victoria que sorprendió a todos.
La universidad pública tiene decenas de cosas para mejorar. Claro que debe haber nichos de corrupción que investigar y esclarecer. No por nada el rector, Ricardo Gelpi, hablando con quien esto escribe por Radio Rivadavia respondió “no me consta” cuando fue interrogado acerca de la existencia de hechos de corrupción. Es decir, no negó la eventualidad de su ocurrencia. Para eso es clave el rol de las auditorías y, sobre todo, que se hagan en tiempo y forma. Pero todo eso debe hacerse con las aulas funcionando, así como también las tareas de investigación. Todo eso estuvo y está aún en riesgo. El Gobierno debería cambiar la motosierra por el bisturí. Ya ha sido dicho hasta el cansancio. Curioso que el Presidente y sus ministros no terminen de darse cuenta de esto.
La conducta del ex superministro como le gustaba que lo llamen– Sergio Tomás Massa, en torno a dicha protesta, merece un párrafo aparte. No sólo por la utilización política del caso sino por el propio accionar y el de su gobierno respecto al tema. El derrotado por Javier Milei, había compartido en sus historias de Instagram el spot con el que la Universidad de Buenos Aires convocaba a la jornada nacional del 23 de abril en Plaza de Mayo, bajo el lema #YoVoy. Fue su forma de anunciar que estaría presente. Lo curioso es que Massa en pleno empoderamiento tras la inacción del gobierno de los Fernández para estabilizar la macro, recortó recursos para Educación, Producción, Obras Públicas, Transporte y Salud. En particular, el Tesoro recortó en $ 70 mil millones las transferencias previstas para el Ministerio de Educación, en $10 mil millones al de Salud y en $ 50 mil millones al programa Procrear. Ocurrió en agosto de 2022, cuando pretendió iniciar un ahorro o ajuste fiscal que le diera oxígeno para corregir los desequilibrios. En ese recorte significativo a la educación pública, estaban incluidos unos $ 5 mil millones asignados originalmente a “infraestructura y equipamiento” para educación. La conclusión es simple, histórica y reiterada: cuando el ajuste lo hace el peronismo, se encarga de controlar la calle para no pasar sobresaltos.
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