Una larga historia...
Semana de la victoria Villarruel. Dibujo: Pablo Temes
Las desavenencias
entre presidentes y vices se hunden en el fondo de los tiempos republicanos de
la Argentina.
© Escrito por el Doctor Nelson Castro el domingo 24/11/2024 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autònoma de Buenos Aires, República Argentina.
El cargo de vicepresidente es una creación de la Constitución
Nacional de los Estados Unidos. Sus funciones son dos: presidir el Senado y
reemplazar al Presidente en caso de ausencia temporal o definitiva por viajes
al exterior, renuncia, juicio político, enfermedades graves o muerte.
Ya en la presidencia de Bartolomé Mitre se vivió una situación muy
particular. Habiendo tomado Mitre la decisión de ponerse al mando de las tropas
de la Triple Alianza –Argentina, Brasil y Uruguay– en la guerra contra el Paraguay,
le correspondió a su vice, Marcos Paz, hacerse cargo del Poder Ejecutivo
durante todo el transcurso del conflicto bélico. Esto generó innumerables
problemas e, inclusive, una delicada crisis de gabinete que obligó a Mitre a
dejar transitoriamente su puesto de mando y bajar a Buenos Aires para remediar
esa situación.
Domingo Faustino Sarmiento tuvo una mala relación con su vice, Adolfo
Alsina. Esa mala relación quedó inmortalizada en la célebre frase de Sarmiento:
“Limítese a tocar la campanilla en las sesiones del Senado”.
Como consecuencia de la gran crisis de 1890, el presidente Miguel Juárez
Celman, cuñado de Julio Roca, debió renunciar, debiendo completar el período de
mandato su vice, Carlos Pellegrini, cuya gestión hizo historia.
Luis Sáenz Peña falleció durante su presidencia, lo que llevó a José
Evaristo Uriburu a asumir la primera magistratura. Lo mismo sucedió con el
presidente Manuel Quintana, quien falleció en 1906, correspondiéndole entonces
a su vice, José Figueroa Alcorta, completar el mandato. Y, en la
continuidad de una saga fatal, Roque Sáenz Peña también falleció en el
ejercicio de la presidencia, por lo que debió hacerse cargo del gobierno
su vice, Victorino de la Plaza.
Con Hipólito Yrigoyen se dio una situación inversa. Habiendo sido
elegido presidente por segunda vez en 1928, su vicepresidente, Francisco Beiró,
falleció antes de asumir.
El absurdo, siempre presente en la historia política de la Argentina,
hizo que algunos gobiernos de facto, absolutamente inconstitucionales,
designaran también a vicepresidentes.
La diabetes que padeció Roberto Marcelino Ortiz lo dejó ciego,
circunstancia que lo llevó a renunciar. Su vicepresidente fue Ramón Castillo,
alguien carente de carisma y de apoyos partidarios importantes, hecho que fue
aprovechado por el poder militar para derrocarlo en un golpe de Estado que
terminaría siendo el germen del peronismo. De hecho, Juan Domingo Perón fue
designado vicepresidente del presidente de facto general Edelmiro Farrell.
La fórmula electoral de las elecciones presidenciales de 1946 y de 1951
fue Perón-Quijano. Hortensio Quijano, a quien Evita llamaba “Mar Caspio”, –por
la abundante caspa que poblaba su cabellera– falleció antes de asumir en 1952.
Por lo tanto, se produjo un hecho inédito, que nunca más se repetiría en la
historia del país: una elección para vicepresidente en la que fue consagrado el
almirante Alberto Teisaire.
Durante el gobierno de la Revolución Libertadora, la vicepresidencia
provisional fue ejercida por el almirante Isaac Francisco Rojas. Fue tanta la
tensión que hubo entre él y el presidente de facto, teniente general Pedro
Eugenio Aramburu, que en los subsiguientes gobiernos militares decidieron
eliminar la figura del vicepresidente.
Arturo Frondizi tuvo también una relación altamente conflictiva con su
vice, Alejandro Gómez quien fue denunciado por ser supuestamente el líder de un
intento por apropiarse del gobierno. Por lo tanto, fue obligado a renunciar.
La derrota del candidato de Frondizi ante el peronismo, Andrés Framini,
en la provincia de Buenos Aires fue el desencadenante de la asonada militar
que, en marzo de 1962, derrocó al gobierno, debiendo en consecuencia asumir el
cargo –luego de una osada maniobra política del presidente de la Corte Suprema
Dr. Julio Oyhanarte– el entonces presidente provisional del Senado, Dr. José
María Guido.
Juan Domingo Perón cometió un grosero error al elegir a su esposa, María
Estela Martínez de Perón, como su vice. La salud de Perón era ya muy mala y sus
médicos, los profesores Pedro Cossio y Jorge Taiana, advirtieron al Consejo
Nacional del Justicialismo que el líder del movimiento no estaba en condiciones
de ejercer el cargo de presidente. Su muerte fue algo absolutamente previsible.
La desastrosa gestión de su viuda en aquella Argentina convulsionada por la
violencia, fue el desencadenante del golpe militar que abrió las puertas a la
dictadura más cruel de toda la historia del país.
Hubo tensión entre Raúl Alfonsín y su vice, Víctor Martínez. Sin
embargo, el Dr. Martínez fue una persona absolutamente leal al Dr. Alfonsín.
Carlos Menem no dudó en sacarse de encima a Eduardo Duhalde, el
vicepresidente de su primer mandato. Por eso lo convenció de renunciar al cargo
para competir por la Gobernación de la provincia de Buenos Aires con la promesa
de apoyar su candidatura a presidente en las elecciones de 1995. Menem
incumplió esa promesa. Su intención era permanecer en el poder, objetivo que
logró al conseguir forzar la reforma constitucional que le abrió el camino a la
reelección.
Fernando de la Rúa creyó que sacándose de encima a su vice, Carlos
“Chacho” Álvarez, su poder se fortalecería. Lo empujó a dimitir y, al hacerlo,
destruyó la coalición que lo había llevado al poder. Esto representó el
certificado de defunción de su gobierno que terminó en medio de una de las
crisis más profundas que padeció el país.
Néstor Kirchner fulminó a su vice, Daniel Scioli, cuando éste informó
sobre una posible recomposición de las tarifas de los servicios públicos.
Kirchner enfureció y ordenó que se le prohibiera a Scioli el uso del despacho
que tenía en la Casa Rosada.
Cristina Fernández de Kirchner también fulminó a su vice, Julio Cobos,
cuando éste emitió su “voto no positivo” contra la controvertida Resolución 125
que proponía un aumento de las retenciones a la exportaciones de soja. La
ruptura fue definitiva, a pesar de lo cual Cobos, que nunca intentó disputarle
el poder a CFK, no renunció.
A CFK no le fue mucho mejor con Amado Boudou. Cuando la presidenta tuvo
la evidencia de los hechos de corrupción que involucraban a su vicepresidente,
lo condenó al ostracismo político.
Gabriela Michetti fue absolutamente leal a Mauricio Macri, a pesar de lo
cual algunos la sometieron a un trato despreciativo.
La relación de Alberto Fernández con su vice, CFK, fue lo que todos
vieron: malísima. Y, por lo que se ha escuchado en esta semana, no parece ser
mejor la que hay entre Javier Milei y Victoria Villarruel.
Se lee en el Eclesiastés: Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser,
fue ya; y Dios restaura lo que pasó. La historia de los vicepresidentes en la
Argentina, así lo confirma.