Riesgosa apuesta a tomar más deuda...
FMI. El ministro Luis Caputo con Kristalina Georgieva, directora del
organismo: en busca de un nuevo acuerdo. Fotografía: argentina.gob.ar
Al Gobierno nacional le bastan, tal parece, algunos datos aislados para afirmar
que la recuperación productiva es un hecho. El Estimador Mensual de Actividad
(EMAE) que publica el INDEC no respalda ese optimismo. Al contrario, el
indicador mostró para septiembre una caída interanual del 3,3%, mientras el
retroceso frente al mes anterior fue de 0,3%.
© Escrito por Carlos Heller el sábado 23/11/2024
y publicado por la Revista Acción de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Lo que puede verse es una gran disparidad entre sectores, con once de ellos por
debajo de los niveles de un año atrás. Por ejemplo, Industria manufacturera (-6,2%),
Construcción (-16,6%) y Comercio mayorista y minorista (-8,3%).
El propio INDEC admite la relevancia de estos tres rubros, al punto que sus
caídas le restan 2,7 puntos porcentuales a la variación interanual del
Estimador de Actividad.
Desde luego, el resultado general no es peor debido a la buena performance de cuatro sectores, entre ellos,
particularmente Explotación de minas y canteras (que incluye combustibles,
+7,6%) y Agricultura, ganadería, caza y silvicultura (+3,1%). Es decir,
ganadores ligados al sector primario (beneficiado por el mejor clima respecto
al ciclo anterior) y al extractivismo.
Entre otras afirmaciones y sin datos que lo corroboren, el presidente Javier
Milei dijo en una entrevista reciente: «No sufrimos en actividad ni empleo, los
salarios básicos reales están encima que cuando asumimos».
De nuevo, las estadísticas del propio Gobierno y del INDEC refutan estas
declaraciones. Hasta septiembre, los salarios registrados reales estaban un
6,8% debajo del valor que tenían en noviembre de 2023 y los del sector público
perdían un 16,1%. Solo algunos trabajadores registrados, con convenio, le
empatan a la inflación en los últimos meses, pero nadie les devuelve lo que
perdieron desde diciembre.
El impacto de la recesión puede observarse, por ejemplo, en el proyecto de
presupuesto nacional, que estima para este año una caída del PBI del 3,8%. El
INDEC, por su parte, muestra que la tasa de desocupación aumentó del 6,2% en el
segundo trimestre de 2023 al 7,6% en el mismo período de 2024.
Lo cierto es que el Gobierno ratifica su rumbo, más allá de las verdaderas
consecuencias en términos productivos o sociales. En ese sentido, sostiene que
la meta de déficit fiscal cero no se negocia. El gran problema de estas
políticas es que el sacrificio termina siendo en vano, porque en vez de cumplir
el objetivo propuesto, terminan por agravarlo.
La experiencia indica que cuanto más se achica el gasto público para cumplir el
equilibrio entre ingresos y egresos del Estado, hay menos actividad, menos recaudación
y vuelve a aparecer el déficit.
Recesión. El comercio registró una caída del 8,3% en septiembre de este
año comparando con 2023. Fotografía: Jorge Aloy.
El paso siguiente.
Por el momento, en la Casa Rosada plantean que a las bajas del gasto, los subsidios, los pasivos del Banco Central, la emisión monetaria y la brecha cambiaria (todo eso que llaman la normalización de la economía, obviando la fuerte caída que experimentan la producción y el consumo), le seguirá la posibilidad de refinanciar deuda con bonistas privados que comienza a vencer a partir de 2025.
Por otra parte, el Gobierno anunció que está tomando nuevas deudas con
organismos multilaterales. El miércoles pasado, el Banco Interamericano de
Desarrollo anunció un préstamo por 2.000 millones de dólares, al día siguiente
el Banco Mundial sumó otros 1.000 millones. También se hizo público que se
busca un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, que según las
expectativas oficiales debería incluir el aporte de fondos frescos.
Para el sector privado, en tanto, se procura facilitar ese proceso mediante el
Decreto de Necesidad y Urgencia 846/24, de septiembre pasado, que permite que
se puedan canjear instrumentos de deuda en pesos por otros en moneda
extranjera, o viceversa.
¿Cuál sería el beneficio de canjear deuda en pesos por nuevos instrumentos en
moneda extranjera? ¿O la urgencia para que una decisión tan importante, con
canjes «a precios de mercado», no pase por el Congreso? Teniendo en cuenta,
además, que se elimina la condición de que se obtenga la mejora de al menos dos
de tres variables: tasa, plazo o monto.
Ante esta especie de anormalidad institucional severa, legisladores y
legisladoras de varios bloques políticos logramos que la presidencia de la
Cámara de Diputados convoque a una sesión especial que tendrá lugar el próximo
martes 26 con el objetivo de rechazar.
Está claro que el mayor endeudamiento no es una solución, es un verdadero
problema. En rigor, los mejores momentos de la Argentina fueron cuando le
pagamos al FMI y nos libramos de su tutela, no cuando nos dieron 45.000
millones de dólares, ese fue el peor momento.
Por eso, se deberían ir construyendo coincidencias en el plano legislativo para
formar los consensos necesarios e ir poniendo frenos a los intentos del Poder
Ejecutivo de obviar los procesos parlamentarios necesarios.
El Congreso Nacional es un ámbito privilegiado para ir tejiendo esos consensos,
buscando las coincidencias entre aquellos que tenemos la voluntad de poner
límites a la avanzada neoliberal o anarco capitalista, como se la quiera
definir.
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