Discursos vacíos…
El índice Alberto. Dibujo: Pablo Temes.
El discurso hueco de
la dirigencia vernácula está más allá de cualquier intento de pragmatismo.
© Escrito por Nelson Castro el sábado 20/08/2022 y publicado por el
Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de las/os
Argentinas/os.
También cantó en la inauguración de un jardín de infantes en La Rioja. Los libros de comunicación política señalan que en momentos de alta popularidad un mandatario puede someterse a situaciones poco convencionales para mostrar cercanía con su electorado y compartir momentos de distensión. Lo supo hacer Carlos Menem en su momento de apogeo. Este no sería el caso de AF. Tampoco lo fue cuando decidió terminar desparramado en la arena de Mar de Ajó luego de intentar atajar un penal a un niño de ese balneario del Partido de la Costa. Hace tiempo que el Presidente perdió el rumbo y ya no interpreta señales. La centralidad de Sergio Massa terminó de descolocarlo.
“El error del embajador argentino en los Estados Unidos, Jorge Argüello –que trató a Massa de ‘presidente’ en el Council of the Americas– fue mucho más que un acto fallido, fue una muestra de cómo se vive la realidad puertas adentro del nuevo circuito de poder del oficialismo”, se sinceró un peronista que supo respaldar al primer mandatario en los comienzos de su gestión.
La vacuidad del
discurso de la dirigencia política vernácula está más allá de cualquier intento
de pragmatismo serio. “No hay que tener vergüenza de sentarse con la
oposición”, dijo el ministro de Economía. “Hay que hacer una coalición”,
afirmó, por su parte, Horacio Rodríguez Larreta. La pregunta es simple: ¿hay hoy
algún gesto en esa dirección por parte de oficialistas y opositores? La
respuesta es contundente: no.
“Si lo van
hacer, háganlo ya”, dijo el embajador de los Estados Unidos, Marc Stanley, en
una muestra de sentido común que, por lo visto, molestó particularmente al
kirchnerismo. Las refutaciones y descalificaciones a Stanley por parte de la
inefable portavoz del Presidente, Gabriela Cerruti, y del “vocero” de Cristina
Fernández de Kirchner, Andrés “Cuervo” Larroque, demuestran, primero, que no
entendieron nada, y segundo, que tampoco les interesa tener una real
comprensión de la verdadera causa de la tragedia argentina.
Las contradicciones del discurso y del accionar del oficialismo alejan las posibilidades de generar la confianza que Massa necesita para avanzar con la implementación de las medidas que sustentan su plan “vamos viendo”. “¿A quién debemos creerle: al ministro, que busca acercarse a los Estados Unidos, o a Larroque, que llamó al embajador Stanley “Braden”, o al Presidente, que defiende a Cuba, Nicaragua y Venezuela?”, se preguntaba en la calurosa tarde del viernes en Washington una voz desde el Departamento de Estado.
El adelanto del
pago de Ganancias a las grandes empresas es una medida altamente controvertida
que demuele el discurso filodesarrollista del ministro. El rechazo por parte de
las entidades empresariales a la resolución RG5248/2022 dispuesta por la AFIP
expone dos aspectos claves: la voracidad fiscal y la imprevisibilidad.
El tarifazo
aplicado a los servicios públicos ha dejado expuestas tres características que
hacen a la esencia del kirchnerismo: la improvisación, el relato y la necesidad
de crear un enemigo.
La improvisación
se vio en las confusas explicaciones que ha venido dando la flamante secretaria
de Energía, Flavia Royón. Su frase: “No sé cómo son las cosas acá”, dicha
durante la presentación de los aumentos, exime de mayores comentarios.
La apelación al
relato la hizo Malena Galmarini cuando, ante una pregunta precisa que le
hizo nuestro colega de TN y Canal 13 Gonzalo Aziz, le respondió –intentando
corregirlo– que no era un “tarifazo” sino una “redistribución de subsidios
(sic)”.
La necesidad de
crear un enemigo a quien culpar por el ajuste dio pie a la andanada de
escraches –siempre repudiables– a “ricos y famosos” no afines al Gobierno por
pagar tarifas subsidiadas que, en verdad, nunca pidieron. No hubo reproche, en
cambio, para los “ricos y famosos” afines al kirchnerismo, que también pagaban
tarifas subsidiadas.
A pesar de haber sido invitado, Massa no participó de la reunión de gobernadores oficialistas que Axel Kicillof organizó en La Plata. Lo que hubo allí fueron temores por los efectos del ajuste tarifario y los giros de fondos para la obra pública.
Tanto fue el
ruido que produjo lo allí hablado entre asado y empanadas, que Kicillof tuvo
que salir a hacer declaraciones, ayer por la mañana, diciendo que de ninguna
manera intentan marcarle la cancha al ministro.
“No aclare, que
oscurece”, habría que señalarle al gobernador bonaerense.
En medio de todo
esto, está la situación judicial de Cristina Fernández de Kirchner, cuyo
futuro es sombrío. Esto también tendrá efectos colaterales sobre la gestión de
Massa. La creciente campaña contra la Justicia que se viene organizando desde
La Cámpora es un indicio de la preocupación que existe en el oficialismo al
respecto de este asunto de alto voltaje jurídico y político.
Las
presentaciones del fiscal Diego Luciani han tenido un impacto inesperado
para CFK y quienes la defienden. El cúmulo de pruebas que exhibieron los
fiscales –junto al doctor Luciani trabaja el doctor Sergio Mola– sorprendió a
más de uno.
Fueron
evidencias desconocidas hasta ahora, y de una gran contundencia, sobre la
fenomenal maquinaria de corrupción pergeñada por Néstor Kirchner y
ejecutada, desde el momento mismo de su llegada al poder, tanto por él como por
la vicepresidenta, a quien hay que recordarle las palabras del papa Francisco:
“La corrupción la pagan los pobres”.