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lunes, 22 de septiembre de 2025

Milei Hnos: el factor psicológico… @dealgunamanera...

 Milei Hnos: el factor psicológico…


Junio 2022 – Septiembre 2025. Hace tres años que medios como Noticias y PERFIL explican una red psicológica que hoy derrama consecuencias económicas y políticas. Fotografía: CEDOC - Perfil.

Quienes votaron a Milei lo hicieron movidos por angustia y esperanza, pero para explicar el cuadro actual vale recordar al empresario que en una reunión le dijo “sos el Presidente, no podés decirnos que quien decide es el Jefe, tu hermana...” . "Los que no entienden son ustedes, ella es Moisés", contestó Milei.

© Escrito por Gustavo González, Presidente y CEO de Editorial Perfil, el domingo 21/09/2025 y publicado por la Revista Noticias de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

Samuelson y sus libros educaron a generaciones de economistas. El célebre Nobel de Economía, al que hoy nuestro Presidente calificaría de “zurdo h.d.p.” porque no creía en la destrucción del Estado, solía decir que “con tantos locos, ser cuerdo es una locura”.

Durante los dos años de gestión de alguien que, como Milei, se reconoce loco (“pero no boludo”), es posible que cierto establishment político, empresarial y mediático haya considerado “una locura” no alinearse con él, en medio de una oficialitis generalizada. Lo habrán hecho por sentirse parte de ese clima festivo que ronda los primeros tiempos de cada gobierno, o por creer que ir en contra de esa corriente mayoritaria hubiera puesto en riesgo sus intereses.

Quienes votaron a Milei lo hicieron movidos por dosis similares de angustia y esperanza. Pero quienes dedican su vida a analizar la realidad, porque de ello depende el futuro del país y el suyo propio, son responsables de haber fingido demencia todo este tiempo.

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O creyeron que naturalizar la locura los salvaría o leyeron mal la realidad. O ambas cosas. Porque, como ocurre siempre en estos casos, terminarán siendo ellos los chivos expiatorios cuando la sociedad cargue las culpas en cuerpos ajenos. Puede que ahora intenten despegarse de lo que ayudaron a construir, pero se recordará cuánto aplaudieron al poder de turno.

Empresario: “Vos sos el Presidente. Entendé que no podés decirnos que quien decide es el Jefe, tu hermana”

“Psicología única”. Hace apenas tres meses, Martín Varsavsky (*), uno de los empresarios que desde el principio aplaudió a Milei, escribió un revelador texto sobre la “psicología única” del jefe de Estado. Allí contó encuentros en donde notó en este hombre “una intensidad que, lejos de ser un defecto, es la clave de su éxito”: “Su personalidad agresiva, casi volcánica, es al mismo tiempo su motor y su escudo. No es diplomático: es una fuerza disruptiva (…) En la era del eufemismo, Milei es literal. ¿Brusco? Sí. ¿Necesario? También. Es una anomalía que encajó perfectamente en una coyuntura histórica que exigía cirugía mayor”.

Link: 
Los Varsavsky y la Argentina

Lo que Varsavsky explica en palabras cuidadas y con espíritu celebratorio, es lo que se oyó estos años en la intimidad del círculo rojo: “El tipo está loco, pero es el loco que hoy se necesita.”

El eufemismo de “la psicología única” para describir la “personalidad agresiva, casi volcánica” de Milei, implica que –si la Argentina necesitaba que la gobernara un “loco”– habría que haber contemplado en la ecuación el riesgo de inestabilidad que eso significaba. Y que tanto se evidencia en su gestión.

El país de los Milei se convertirá probablemente en un caso de estudio de cómo las psicologías de dos personas pueden constituir un factor clave de la política y la economía de una Nación.

Secuelas. Por un lado, la crueldad y paranoia del hermano mayor se traduce en un destrato constante hacia las víctimas del ajuste. También hacia quienes fueron sus aliados políticos, sospechados de supuestas deslealtades y conspiraciones varias: desde la vicepresidenta y funcionarios propios hasta Mauricio Macri y los gobernadores.

Ese comportamiento generó este creciente resentimiento social y político.

Social, de la mano de sectores como el de los jubilados, universitarios, empleados públicos o el de la discapacidad, molestos no sólo por ser afectados directos del ajuste sino por la forma ofensiva con la que se los trata. Son los que hacen oír su voz en protestas cada vez más masivas, y en recitales, canchas y redes sociales.

Y resentimiento político, de parte de dirigentes que fueron humillados y que ahora huelen la sangre de la debilidad oficial y ya no confían en nuevas promesas.

A las particularidades presidenciales, se le agrega la psicología de una hermana menor que toda su vida entendió y contuvo la vulnerabilidad del primogénito. Previo al ingreso a la política, esas cualidades le alcanzaban para acompañar la soledad y la congoja de alguien que había sido tan abusado.

A cambio, Karina ejerció sobre su hermano el poder que le dio ser “imprescindible” para él. Ella lo convenció (o se convencieron juntos) de que la necesita para comunicarlo con su fallecido perro Conan y con Dios.

El Jefe. Ese calificativo nació mucho antes de la llegada de los Milei a la Rosada. Sólo que, a partir de entonces, ser el jefe del Presidente implica ser la verdadera Presidenta.

Quienes trataron con ambos desde el comienzo, reconocen las particularidades psicológicas de esa relación.

Un importante empresario que mantenía un vínculo cordial con Milei cuenta que, tras el balotaje y antes de asumir, le organizó una reunión con otros empresarios. Fue en el Hotel Libertador, perteneciente a Eduardo Elsztain, uno de los hombres de negocios que más alienta a este Gobierno.

Para sorpresa de los presentes, ante algunas de las preguntas de los empresarios, él respondía: “Eso lo tengo que ver con el Jefe” o “Me parece bien, hay que hablarlo con el Jefe”.

Al finalizar, el organizador del encuentro se acercó a Milei y le dijo: “Con todo respeto Javier, vos sos el Presidente. Entendé que no podés decirnos que quien decide es otra persona.”

Milei se lo quedó mirando y le respondió: “Los que no entienden son ustedes. Ella es Moisés.”

Hoy, hasta dentro del Gobierno hay funcionarios que dicen, medio en broma medio en serio, que Javier es el ministro de Economía de Karina. La realidad es que son dos hermanos llevados a gobernar por una mayoría social (más el sustancial apoyo de aquel establishment) que los eligió para romper con todo lo conocido.

Milei: “Los que no entienden son ustedes. Ella es Moisés.”

Además de las cuestiones pscicológicas, los predecibles problemas que sobrevinieron desde el primer día fueron ocasionados por no contar con la mínima experiencia en la materia ni con equipos preparados para afrontar tamaño desafío.

Poder bicéfalo. Recién ahora se acepta que esa es la estructura de poder bicéfalo que gobierna al país. Una explosiva combinación de inexperiencia de gestión con desequilibrios emocionales de cierta magnitud.

Era razonable suponer que los Milei (motivados por el extremismo ideológico y un designio místico, y cebados por una historia personal que los volvió impiadosos y agresivos) no serían los más indicados para generar confianza y previsibilidad. Es lo que medios como Noticias y PERFIL advierten desde que ellos comenzaron a transitar sus carreras políticas.

Pero es un paso en falso más de una lección que no se termina de aprender. No habrá cambios sustanciales y de largo plazo sin acuerdos que incluyan a mayorías sólidas y permanentes, y a sus representantes políticos.

Como ya quedó demostrado en la historia argentina, un núcleo social duro de un 25%-30% conducido por un liderazgo extremo y dogmático, puede ser suficiente para llegar al poder. Para lo que nunca servirá es para garantizar las transformaciones profundas y duraderas que se necesitan.

 

 

domingo, 1 de diciembre de 2024

Los industriales confunden a Milei con Trump… @dealgunamanera...

 Los industriales confunden a Milei con Trump…

Error. Los industriales aplaudían a un Trump y se encontraron con un Milei. Alguien que, lejos del proteccionismo del estadounidense, los ataca y libera importaciones. Fotografía: Cedoc.

Qué habrán interpretado los industriales argentinos cuando Javier Milei les prometía eliminar al Estado y a cualquier política pública que limitara al libre mercado nacional e internacional. ¿Habrán entendido que el anarcocapitalismo consistía en defender a la industria nacional? ¿O creyeron que Milei, una vez asumido, no iba a cumplir con sus compromisos de campaña? Es posible que todo se trate de un malentendido de origen, producto del optimismo natural de los empresarios. Durante estos meses se la pasaron aplaudiendo a alguien que suponían Donald Trump y ahora descubrieron que siempre fue Milei. 

© Escrito por Gustavo GonzálezPresidente y CEO de Editorial Perfil. El domingo 01/12/2024 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.  

Esta semana la Unión Industrial Argentina celebró su trigésima conferencia. Los industriales habían invitado al Presidente y a su ministro de Economía. Ninguno de los dos fue.  

El Presidente venía de declarar en septiembre que en los últimos años los industriales “se volvieron más dependientes del Estado. A mediados del siglo pasado se decidió que todo se tenía que producir acá y, para proteger a la industria, se le robó al campo”.      

En lo económico, Milei no es Trump, Bolsonaro, Meloni, Orbán ni Abascal. Hay un solo presidente...     

Durante la campaña, Milei casi no habló de la industria. Apenas sostuvo que “van a tener que competir, ganarse el pan con el sudor de la frente o irán a la quiebra”. En la plataforma electoral de La Libertad Avanza ni siquiera le dedicó un párrafo. Los industriales medianos, grandes y pequeños pidieron reiteradamente alguna definición. Siempre les respondieron extraoficialmente diciéndoles que se iría a una “apertura comercial unilateral a la chilena”, porque “el comercio libre produce bienes de mejor calidad a mejor precio”.  

Los industriales que ahora se sorprenden con las actitudes de Milei, quizá querían creer que se encontraban ante un liberal que lo que haría sería resolver el déficit, bajar la inflación y producir una reforma laboral que permitiera producir más con una mayor previsibilidad. 

Dicen que no hay peor sordo que el que no quiere oír.  

Si Milei es un anarquista que detesta la intervención del Estado en el comercio, enemigo de los aranceles y de los límites a las importaciones; si nunca se interesó por la industria argentina y si cuando habló fue para castigar a los industriales; por qué ahora tanta sorpresa.   

Un mundo sin aranceles. En la UIA trataron de minimizar la descortesía de Milei y Caputo. Su presidente, Daniel Funes de Rioja, sólo hizo una advertencia sobre la apertura indiscriminada de importaciones: “El punto es bajo qué condiciones se abrirá la economía. Hay que mirar la experiencia internacional. Hoy tenemos a Estados Unidos protegiendo su producción, Europa, Canadá, Brasil y, desde el punto de vista de las restricciones, tenemos distorsiones fiscales.”      

Tras la confusión inicial de haber festejado a Milei como si fuera Trump, los industriales se encuentran un año después con el peor escenario. En la Argentina hay un Presidente que pretende levantar las restricciones a las importaciones y en los Estados Unidos llega otro, el verdadero Trump, que restringirá aún más el ingreso de productos importados a su país.   

Esto es: las potencias podrán ingresar sin mayores restricciones sus productos, pero el país tendrá cada vez más problemas para ingresar los suyos en esas potencias.   

En ese mismo evento, el titular de la UIA de la provincia de Buenos Aires, Martín Rappallini, se mostró compungido por los ataques presidenciales y explicó que el sector no pedía protección, sino “igualdad de condiciones para competir. El Estado debe nivelarle la cancha a la industria nacional”.     

Cuando Rappallini habla de “igualar condiciones” se refiere a tres reclamos concretos: 1) bajar la presión impositiva local, 2) mejorar la infraestructura competitiva, y 3) modernizar definitivamente la legislación laboral para igualar los costos con los de otros países. 

En cualquier caso, ya se sabe lo utópico que puede resultar intentar igualar las condiciones comerciales de las potencias con las de las naciones subdesarrollados, sin que los Estados brinden algún tipo de protección adicional. Ni siquiera las potencias lo logran.     

Proteccionismo cero. Si Murray Rothbard estuviera vivo (el 7 de enero se cumplirán treinta años de su fallecimiento) sería un duro crítico de Donald Trump y su proteccionismo. Para el anarcocapitalista, ideólogo de Milei, proteccionismo es igual a destrucción de la prosperidad económica. Lo escribió así: “El ímpetu del proteccionismo proviene de la búsqueda de privilegios coaccionados y de la restricción del comercio a expensas de competidores y consumidores eficientes. En la multitud de intereses especiales que utiliza el proceso político para reprimir y saquear al resto de nosotros, los proteccionistas se encuentran entre los más venerables. Ya es hora de que nos los quitemos de encima.”   

La agresividad asertiva de los textos de Rothbard hace que parezcan escritos por Milei.   

¿Por qué entonces la confusión del empresariado en haber creído que Milei podría ser Trump? Más aún: ¿por qué el mismo Milei admira tanto a alguien que es tan distinto a él en lo económico?    

Con los mismos parámetros por los que llama “comunista” a otros proteccionistas y defensores del Estado, también lo podría calificar así al estadounidense. De hecho, hay autores clásicos del liberalismo como el francés Fréderic Bastiat para los cuales proteccionismo y comunismo son iguales.    

La misma dudosa similitud se da entre Milei y un primer ministro como Viktor Orbán, invitado especial a la asunción del libertario. Tan lejos está Orbán del anarcocapitalismo de Milei que el húngaro explica que su modelo es una democracia “iliberal”. O sea, no demasiado liberal, con fuerte raigambre nacionalista, antiglobalista y conservadora.    

Es la misma distancia que existe entre Milei y Giorgia Meloni; una mujer conservadora, nacionalista, con posiciones antimonopólicas y un pragmatismo en su relacionamiento interno y externo que está en las antípodas del dogmatismo libertario. O lo que separa a Milei del proteccionismo nacionalista de Jair Bolsonaro; o de Santiago Abascal, líder de Vox  y heredero español del franquismo, ultranacionalista y confesional.    

Lo que une a Milei con Trump, Orbán, Meloni, Bolsonaro, Abascal y otros líderes mundiales no es el modelo económico.    

Hay un solo presidente anarco en el mundo y es argentino.   

Milei es el único que propone un sistema económico que intenta revolucionar todo lo conocido hasta ahora, y está en las antípodas del conservadurismo, el nacionalismo, el antiglobalismo y de cualquier tipo de regulación (liberal o no) sobre los mercados.   

...anarcocapitalista en el mundo y es argentino. Es el único que no quiere proteger a la industria de su país.    

¿Trump también era zurdo? Los industriales argentinos pueden estar confundidos; pero el Presidente, no. Por eso, antes para Milei, Trump ni siquiera llegaba a la categoría de liberal: “Creer eso es de zurdo burro”, solía decir.    

Hoy es Presidente de la Argentina y se aferra a estos “socios” internacionales por el solo hecho de que no tiene otros presidentes libertarios con los que asociarse.  

En su camino solitario hacia un mundo sin Estados, en el mientras tanto se une a aquellos líderes que no buscan eso, pero que al menos representan a los sectores sociales más refractarios a lo que, genéricamente, se denomina el progresismo. Como él.  

Todos ellos enfrentados a la corrección política internacional, como la defensa de las minorías, las políticas de género o el cuidado del medio ambiente. Son líderes igualados por un mismo populismo comunicacional, violento y enfrentado al escrutinio de los medios críticos tradicionales.  

La confusión ideológica de los industriales parece similar a la de otros liberales y republicanos del PRO, del radicalismo y de cierto peronismo, que creen que Milei también es liberal y republicano.  

Y eso pese a lo que el Presidente les dice y les hace cada semana.  

Lo que confirma, una vez más, una razonable tendencia humana.  

La de siempre creer en lo que nos gustaría que fuera cierto. 





jueves, 7 de marzo de 2024

El anarcocapitalismo... @dealgunamanera...

El anarcocapitalismo...


Lo mejor que se puede hacer en este momento en el país es un diálogo sin exclusiones, en el que la mayoría se ponga de acuerdo en las grandes líneas de desarrollo, que permitan que Argentina recupere el sitio que tuvo hace un siglo. Ese diálogo es posible en Uruguay y Chile, con líderes con discrepancias ideológicas mayores que las que existen aquí y pueden conducirse de manera civilizada. Si un “loco” puede conducir el país a un grado semejante de cordura, estaríamos empezando a escribir una nueva historia.

© Escrito por Jaime Durán Barba (*) el sábado 02-03-2024 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Uno de los valores que ayudó al éxito de Javier Milei es la autenticidad. Gustavo González decía en su columna de la semana pasada, que Milei se hace cargo de lo que hace, no echa la culpa a otros. “No creo, que este hombre haya estafado a sus votantes, yo creo que debe ser el candidato que más fielmente lleva a la práctica, todo lo que prometió en campaña”.

Quienes apoyan a Milei lo han seguido justamente, porque él y su entorno no se parecen a los políticos de siempre. Sus adversarios se equivocan cuando lo atacan calificándolo de “loco”, diciendo que cree en cosas extravagantes, y no se comporta como un estadista. La gente sabe que todos tenemos creencias irracionales, visitamos a los Reyes Magos en Colonia, evitamos el piso trece en un hotel. Sin embargo, la gente de la época de la red busca líderes distintos.

Algunos creyeron que Milei actuaba así porque eso le servía para la campaña, que una vez en el Gobierno se volvería “normal”, podía aceptar el rol de personaje decorativo, traicionando a su entorno, entregando el manejo a los que “saben gobernar”.

Pero Milei no tiene temperamento de títere. Está en el otro extremo. Supone que tiene una misión histórica que debe cumplir, confía plenamente en quienes colaboraron en su corta y meteórica carrera política, nunca los cambiaría por personas que tienen otra ideología y otra forma de ver la vida.

La polémica política se reduce hoy, a acusaciones
personales y morales.

En América Latina, sobre todo desde que acabó la Guerra Fría, existen peregrinos de la democracia, que van de tienda en tienda buscando un cargo. Pueden pronunciar un discurso de izquierda, de derecha o de extrema cualquier cosa, con tal de que les concedan un espacio.  No es el caso de Milei y su entorno. No quieren el poder por el poder, pretenden poner en práctica sus ideas, dijeron siempre que eran anarco- capitalistas, no mantienen las formas ni la mentalidad conservadora del antiguo establecimiento.

En el discurso de Milei, hubo siempre una unidad entre lo místico, lo sobrenatural, lo religioso y lo político. En un país en el que casi la totalidad de los islámicos reza cinco veces por día y el 90% de los católicos no va a misa los domingos, el tema religioso pesa en el entorno del presidente.

En Argentina parte de la burocracia de la Iglesia Católica se ha comportado como un partido populista de izquierda, con la pobreza como el tema que articula sus intereses. El Papa actual, Jorge Bergoglio, es argentino y representa a esa forma de entender la religión. Milei en cambio, hace gala de su vínculo con el judaísmo, manda mensajes en hebreo, una de sus prioridades fue visitar Israel y rezar en el Muro de los Lamentos. La vicepresidenta Victoria Villarruel, pertenece a la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, congregación de católicos tradicionalistas liberada por Marcel Lefebvre, que mantiene una relación conflictiva con el Vaticano, porque no aceptan las reformas introducidas por el Concilio Vaticano II. El secretario de Culto es evangélico.  Todo esto es parte de la libertad de cultos que honra a la Argentina, pero llama la atención cuando se produce en el país del que es oriundo el Papa.  

Milei y su entorno dijeron siempre que son anarcocapitalistas. Algunos políticos y analistas no los escucharon y creyeron que todo el que quiere el “cambio” es lo mismo, que se podía fusionar el liberalismo de Juntos por el Cambio, con el anarco- capitalismo.

Elisa Carrió dijo en una entrevista que si se leía lo que significa el anarcocapitalismo era fácil no equivocarse. La inmensa mayoría del PRO, los miembros de la CCC y del radicalismo son republicanos, pretenden construir instituciones.

En cambio, el anarcocapitalismo es una filosofía política y una teoría económica antiestatista. No es republicano. Quiere abolir al Estado, al que considera una asociación ilícita. Lo dijo Javier Milei como candidato, y lo repitió como presidente. En Davos trató de “socialistas” a todas las corrientes políticas de la actualidad, “ya sea que se declaren abiertamente comunistas, socialistas, socialdemócratas, demócratas cristianos, neokeynesianos, progresistas, populistas, nacionalistas o globalistas”.

Salvo el ataque innecesario contra Morales, fue el 
discurso de un estadista.

El anarcocapitalismo rechaza la igualdad económica y la justicia social. Promueve un sistema en el que cada persona es plenamente propietaria de sí misma, del fruto de su trabajo y de todo lo que haya obtenido mediante cooperación voluntaria con otros, mediante intercambio o por donación o herencia.

Toda forma de organización coercitiva es considerada ilegítima. Esto incluye al Estado que, como los sindicatos o cualquier otra organización, sólo tiene legitimidad ante aquellos que voluntariamente lo acepten.

El término fue acuñado por Murray Rothbard, autor de “The Libertarian Manifesto”, publicado en 1973, que habló primero de “anarquismo de propiedad privada” y luego de “anarcocapitalismo”.

Rothbard se opuso al igualitarismo y al movimiento por los derechos civiles, culpó del auge del Estado de Bienestar al activismo de las mujeres Promovió el revisionismo histórico y fue amigo del negacionista del Holocausto Harry Elmer Barnes. A diferencia de Milei que defiende la vida desde la concepción, el anarcocapitalismo ha defendido el aborto, el suicidio asistido, la eutanasia, la prostitución. Como consecuencia de la propiedad privada de sí mismo, la persona es libre de vender su cuerpo, entero o por partes, idea que hizo hablar a Milei de la venta de órganos durante la campaña.

Rothbard publicó, a los 36 años, su obra magna “El hombre, la economía y el Estado” en la que se opuso a lo que consideraba sobre especialización académica, tratando de crear una “ciencia de la libertad” que fusionara la economía, la historia, la ética y las ciencias políticas. Según él, la especialización es un tipo de ignorancia, porque las personas siempre se especializan en aquella disciplina en la que son peores.

El anarcocapitalismo propone que las funciones del Estado pasen a manos de empresas privadas. Todo debe ser privatizado. Hay que empezar por suprimir los subsidios y las regulaciones, para vender después las empresas y los servicios públicos y, finalmente, privatizar la educación, la salud y la seguridad. Creen que toda actividad de la sociedad puede realizarse por medio de transacciones entre privados. Para ellos, la distribución no voluntaria de las riquezas es contraria a la naturaleza.

La versión argentina del anarcocapitalismo no es exactamente igual a la norteamericana, surgió en un país en el que la izquierda está vieja y en la que los partidos no supieron adaptarse a la sociedad contemporánea. Como en el resto de América Latina, se pueden ganar las elecciones usando comunicaciones modernas, en las que lo que importa son las redes y las imágenes, que fueron el motor de la candidatura de Milei.

Sin embargo, esto ha llevado a que la mayoría de los líderes políticos y sociales dejen de lado toda discusión teórica. Actualmente la polémica política se reduce a acusaciones personales y morales. Todos los políticos se acusan mutuamente de corruptos, se meten en la vida privada de los demás, pocos discuten propuestas y puntos de vista de fondo acerca de la sociedad.

En la sociedad superficial de los algoritmos no hay lugar para la discusión de fondo. No ayuda a conseguir likes. El fanatismo ha puesto de moda el rechazo al diálogo, y la desvalorización de la negociación, columna vertebral de una democracia plural en la que deben existir distintos grupos que puedan llegar a acuerdos para convivir de manera civilizada.

La pandemia, fue el caldo de cultivo en el que se alimentó el anarcocapitalismo, sobre todo entre los jóvenes, con las medidas de confinamiento tomadas por los políticos. Milei instaló un discurso que promovía la libertad como reacción a las restricciones que impuso la crisis.

Las instituciones liberales.

Cuando escribía este artículo, tratando de comprender el anarcocapitalismo de Milei, interrumpí mi trabajo para escuchar su discurso ante el Congreso de la Nación. Algo típico de la política en la sociedad hiperconectada, es que constantemente sucede lo imprevisto. Ganan las elecciones quienes parecían no tener ninguna posibilidad, los ciudadanos cambian de preferencias a una velocidad sideral y muchos presidentes que viven meses de aceptación entusiasta, son crucificados cuando aparece de pronto un rechazo radical.

Milei es también en eso, una expresión de la cultura de la red. Cuando visitó al Papa, después del intercambio de epítetos que habían mantenido, muchos pensamos que Francisco le pondría una cara peor de la que le puso a Macri en su visita al Vaticano. Para sorpresa de todos, el encuentro pareció el de dos viejos amigos que se apoyaban fervorosamente.

En los días previos al discurso en el Congreso, muchos anunciaron que Milei leería una lista de agravios y errores del anterior gobierno, que fomentaría la mala imagen del país en el mundo. Casi todos daban por descontado que sería un discurso violento, como sus reaccionas en contra de los gobernadores y legisladores en las últimas semanas. Se suponía que haría algún anuncio que incendiaría más las relaciones que mantiene la oposición.

Pero Milei sorprendió una vez más, pronunciando un discurso que, salvo el detalle innecesariamente violento en contra de Gerardo Morales, fue el de un estadista. En vez de terminar con una provocación que incendie a las instituciones, hizo un llamado a un diálogo amplio, para llegar al 25 de mayo con diez puntos en el que todos los partidos políticos se pongan de acuerdo para señalar un rumbo de desarrollo para el país.

Desde nuestro punto de vista es lo mejor que se puede hacer en este momento en el país. Un diálogo sin exclusiones, en el que la mayoría se ponga de acuerdo en las grandes líneas de desarrollo que permitan que Argentina recupere el sitio que tuvo hace un siglo.

El diálogo entre todas las fuerzas políticas es posible en Uruguay y Chile, con líderes con discrepancias ideológicas mayores que las que existen en Argentina y pueden conducirse de manera civilizada. Si el “loco” puede conducir el país a un grado semejante de cordura, estaríamos empezando a escribir una nueva historia.

(*) Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino.



 

lunes, 1 de enero de 2024

Un anti Estado con todo el poder del Estado... @dealgunamaneraok...

Un anti Estado con todo el poder del Estado...


Superpoderes. Milei los pide por dos años. Anarcocapitalista, pero con el Estado concentrado en él.

Como les decía, podemos seguir haciendo de cuenta que todo esto es normal. Como si lo que está pasando en el país no difiriera demasiado de lo que pasa en cualquier otro cuando asume una administración de sentido opuesta a la anterior. Como si se tratara de la diferencia que existe entre un gobierno más o menos estatista y otro más o menos liberal.    

© Escrito por Gustavo González, Presidente y CEO de Editorial Perfil, el domingo 31/12/2023 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.  


Se pueden seguir elaborando documentos empresariales para analizar cada nueva medida. 

Los intelectuales pueden armar grupos de reflexión para entender el fenómeno de lo que llaman “nueva derecha”. 

Los economistas pueden continuar con sus proyecciones sobre la casi infinita cantidad de escenarios posibles. 

Los gobernadores pueden esperar que aparezca un ala pragmática en el oficialismo que se siente a dialogar. Lo mismo que los sindicalistas, para no quedar expuestos a llevar adelante un paro general a un mes de haber asumido el nuevo mandatario. 

Los legisladores pueden persistir en su lectura de los 366 artículos del 
DNU
 y de los 644 artículos de la ley Ómnibus.  

El decisionismo no es republicano. Está sustentado en las teorías de Carl Schmitt, pensador...    

Y cada vez que el Presidente responde “¿qué tiene de malo que quiera a los perros?”, los comunicadores amigos pueden seguir sin repreguntarle: “No Presidente, lo raro no es que quiera a sus perros, sino que usted esté convencido de que ellos son capaces de asesorarlo, incluso después de muertos, ¿no cree?.” 

Quizá, en medio de las Fiestas, lo mejor desde el punto de vista psicológico, sea eso: negar un poco la realidad y convencernos de que nada de lo que pasa es tan raro. 

De lo contrario tendríamos la terrible sensación de estar sobre un tembladeral político, social y económico de consecuencias impredecibles. 

Comunicado N°2. Entiendo a aquellos que intentan aportarle normalidad a lo que ocurre y a los colegas que, por los motivos que fueran, suelen acompañar con amabilidad los primeros tiempos de todos los gobiernos, y hoy se esfuerzan por justificar lo que Javier Milei dijo e hizo en estas tres semanas. 

Me cuesta imitarlos.  

Porque no logro encontrar la justificación democrática que explique que un presidente pretenda dar vuelta la normativa legal de la Argentina, sin la posibilidad de que los representantes parlamentarios de los argentinos opinen, en cada caso, qué cambios comparten y cuáles no. 

Porque el tono y la letra del capítulo sobre Seguridad Interior de la Ley Ómnibus, es sospechosamente parecido al comunicado N°2 de la Junta Militar de 1976 (“todos los habitantes deberán abstenerse de realizar reuniones en la vía pública, toda manifestación callejera será severamente reprimida”).  

...admirado por los Kirchner. En democracia, el decisionismo debe pasar por el Congreso.      

Ahora, la reforma propuesta califica de “manifestación” la reunión de tres o más personas, las que deberán pedir autorización para reunirse. Además, se reprimirá a quienes “organicen o coordinen” esa manifestación y corten el tránsito “con prisión de dos a cinco años, estén o no presentes en la manifestación o acampe”. 

Siempre critiqué la ausencia del Estado en la resolución de los conflictos entre las personas que generan los piquetes callejeros. La insólita actitud de los gobiernos anteriores de cualquier signo, de que el Estado dejara en manos de los particulares la resolución de ese conflicto, lo que muchas veces derivaba en peleas callejeras entre manifestantes, choferes y transeúntes. 

Pero nunca imaginé que fuera un presidente anarcocapitalista que brega por la desaparición del Estado, el que en este tema iba a hacer intervenir al Estado como ningún otro gobierno desde la recuperación democrática. Tampoco me imaginaba que la forma de esa intervención estatal tendría una contundencia similar a una época en las que sólo había normativas de facto diseñadas para acallar voces críticas. 

Milei como los Kirchner. Son 366 artículos por DNU, más 644 artículos de la ley Ómnibus, suman 1.010 artículos para pensar, debatir, consensuar y votar en… un mes, que es lo que durarán las 
sesiones extraordinarias.   

El vértigo decisionista no es propio del republicanismo. El decisionismo es una doctrina sustentada en las teorías de Carl Schmitt, el pensador admirado por el matrimonio Kirchner. Lo polémico de Schmitt era que creía que el Estado debía ser el vértice moral y legal de una sociedad, y actuar en consecuencia.   

En las democracias liberales el decisionismo debe pasar el filtro de las discusiones parlamentarias. Tiene la contra de que lentifica los cambios, y tiene a favor que genera cambios que toman en cuenta las opiniones de los representantes legislativos de toda la sociedad, y pueden ser más permanentes. 

Los dictadores del mundo siempre fueron decisionistas bajo la lógica de que poseían la verdad y la debían aplicar rápido, sin políticos que lo demoraran. 

Por eso, el primer día de gobierno militar, el 24 de marzo de 1976, se tomaron dos medidas que cambiarían la vida de los argentinos. La primera fue emitir treinta comunicados que tenían fuerza de ley y le otorgaban todo el poder a un general, a un almirante y a un brigadier. La segunda fue encarcelar a los políticos y cerrar el Congreso.  

Es un riesgo y una pena que los legisladores que nos representan a todos, no puedan analizar con el suficiente detenimiento cada uno de los 1.010 artículos enviados por el Ejecutivo. Seguramente, habría un porcentaje de esos artículos que tendría la legitimidad de ser votado democráticamente.  

Formas y fondo. La particular combinación de proponer un país sin Estado, mientras que quien controla ese Estado reclama para sí el poder absoluto y avanza sobre el dominio del espacio público, con la contundencia de otros tiempos, le agrega preocupación al preocupante decisionismo presidencial.  

Milei acaba de decir que el problema no son las formas, sino el fondo. “Me importa un carajo las formas”, repite. Se equivoca. Las formas son el reflejo fiel del fondo. El fondo son las ideas (Platón llama “formas” a las ideas) y cuanto más duras son las ideas, más duras suelen ser sus formas.
 
  

¡Milei cumple!


Es cierto que su decisionismo puede ser producto de la debilidad congénita de este gobierno (debilidad legislativa y partidaria e inexperiencia de gestión). Una estrategia política para convertir en fortalezas lo que son sus fragilidades. No negociar para no perder, mostrarse más poderoso de lo que es y advertir a cada paso que siempre puede haber un 
plebiscito popular que le daría la razón.  

Si fuera así, su decisionismo no estaría motivado por el autoritarismo, sino por la necesidad de llevar al límite los marcos institucionales para aplicar su modelo y lograr gobernabilidad.  

El problema es la sucesión de hechos, dichos y símbolos que, por momentos, hace difícil percibir la diferencia entre un motivo y otro.  

Su mensaje de asunción de espaldas al 
Congreso, las inéditas limitaciones para la cobertura periodística de ese primer día, la constante desvalorización de quienes no piensan igual, el intento de gobernar por decreto, el pedido de superpoderes hasta diciembre de 2025, la penalización extrema de la protesta callejera, tratar de “coimeros” y “delincuentes” a los legisladores que se oponen a sus reformas…   

Libertario sui generis. Pasaron solo tres semanas del comienzo de la primera experiencia anarcocapitalista de la historia de la humanidad. 

Por ahora, con parada intermedia en este curioso minarquismo, que por un lado aboga por la eliminación del Estado de la vida de las personas, y por el otro pretende un Presidente con superpoderes estatales.  

Milei está convencido de que “las fuerzas del cielo” eligieron a la Argentina para este experimento único; a su hermana Karina como Moisés, el profeta de Dios; y a él como Aarón, su mejor comunicador, encomendado ahora para conducir el país.  

Ojalá que en este 2024 las fuerzas del cielo, y también de la Tierra, se apiaden de él y no desamparen al resto de los argentinos.