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domingo, 1 de diciembre de 2024

Los industriales confunden a Milei con Trump… @dealgunamanera...

 Los industriales confunden a Milei con Trump…

Error. Los industriales aplaudían a un Trump y se encontraron con un Milei. Alguien que, lejos del proteccionismo del estadounidense, los ataca y libera importaciones. Fotografía: Cedoc.

Qué habrán interpretado los industriales argentinos cuando Javier Milei les prometía eliminar al Estado y a cualquier política pública que limitara al libre mercado nacional e internacional. ¿Habrán entendido que el anarcocapitalismo consistía en defender a la industria nacional? ¿O creyeron que Milei, una vez asumido, no iba a cumplir con sus compromisos de campaña? Es posible que todo se trate de un malentendido de origen, producto del optimismo natural de los empresarios. Durante estos meses se la pasaron aplaudiendo a alguien que suponían Donald Trump y ahora descubrieron que siempre fue Milei. 

© Escrito por Gustavo GonzálezPresidente y CEO de Editorial Perfil. El domingo 01/12/2024 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.  

Esta semana la Unión Industrial Argentina celebró su trigésima conferencia. Los industriales habían invitado al Presidente y a su ministro de Economía. Ninguno de los dos fue.  

El Presidente venía de declarar en septiembre que en los últimos años los industriales “se volvieron más dependientes del Estado. A mediados del siglo pasado se decidió que todo se tenía que producir acá y, para proteger a la industria, se le robó al campo”.      

En lo económico, Milei no es Trump, Bolsonaro, Meloni, Orbán ni Abascal. Hay un solo presidente...     

Durante la campaña, Milei casi no habló de la industria. Apenas sostuvo que “van a tener que competir, ganarse el pan con el sudor de la frente o irán a la quiebra”. En la plataforma electoral de La Libertad Avanza ni siquiera le dedicó un párrafo. Los industriales medianos, grandes y pequeños pidieron reiteradamente alguna definición. Siempre les respondieron extraoficialmente diciéndoles que se iría a una “apertura comercial unilateral a la chilena”, porque “el comercio libre produce bienes de mejor calidad a mejor precio”.  

Los industriales que ahora se sorprenden con las actitudes de Milei, quizá querían creer que se encontraban ante un liberal que lo que haría sería resolver el déficit, bajar la inflación y producir una reforma laboral que permitiera producir más con una mayor previsibilidad. 

Dicen que no hay peor sordo que el que no quiere oír.  

Si Milei es un anarquista que detesta la intervención del Estado en el comercio, enemigo de los aranceles y de los límites a las importaciones; si nunca se interesó por la industria argentina y si cuando habló fue para castigar a los industriales; por qué ahora tanta sorpresa.   

Un mundo sin aranceles. En la UIA trataron de minimizar la descortesía de Milei y Caputo. Su presidente, Daniel Funes de Rioja, sólo hizo una advertencia sobre la apertura indiscriminada de importaciones: “El punto es bajo qué condiciones se abrirá la economía. Hay que mirar la experiencia internacional. Hoy tenemos a Estados Unidos protegiendo su producción, Europa, Canadá, Brasil y, desde el punto de vista de las restricciones, tenemos distorsiones fiscales.”      

Tras la confusión inicial de haber festejado a Milei como si fuera Trump, los industriales se encuentran un año después con el peor escenario. En la Argentina hay un Presidente que pretende levantar las restricciones a las importaciones y en los Estados Unidos llega otro, el verdadero Trump, que restringirá aún más el ingreso de productos importados a su país.   

Esto es: las potencias podrán ingresar sin mayores restricciones sus productos, pero el país tendrá cada vez más problemas para ingresar los suyos en esas potencias.   

En ese mismo evento, el titular de la UIA de la provincia de Buenos Aires, Martín Rappallini, se mostró compungido por los ataques presidenciales y explicó que el sector no pedía protección, sino “igualdad de condiciones para competir. El Estado debe nivelarle la cancha a la industria nacional”.     

Cuando Rappallini habla de “igualar condiciones” se refiere a tres reclamos concretos: 1) bajar la presión impositiva local, 2) mejorar la infraestructura competitiva, y 3) modernizar definitivamente la legislación laboral para igualar los costos con los de otros países. 

En cualquier caso, ya se sabe lo utópico que puede resultar intentar igualar las condiciones comerciales de las potencias con las de las naciones subdesarrollados, sin que los Estados brinden algún tipo de protección adicional. Ni siquiera las potencias lo logran.     

Proteccionismo cero. Si Murray Rothbard estuviera vivo (el 7 de enero se cumplirán treinta años de su fallecimiento) sería un duro crítico de Donald Trump y su proteccionismo. Para el anarcocapitalista, ideólogo de Milei, proteccionismo es igual a destrucción de la prosperidad económica. Lo escribió así: “El ímpetu del proteccionismo proviene de la búsqueda de privilegios coaccionados y de la restricción del comercio a expensas de competidores y consumidores eficientes. En la multitud de intereses especiales que utiliza el proceso político para reprimir y saquear al resto de nosotros, los proteccionistas se encuentran entre los más venerables. Ya es hora de que nos los quitemos de encima.”   

La agresividad asertiva de los textos de Rothbard hace que parezcan escritos por Milei.   

¿Por qué entonces la confusión del empresariado en haber creído que Milei podría ser Trump? Más aún: ¿por qué el mismo Milei admira tanto a alguien que es tan distinto a él en lo económico?    

Con los mismos parámetros por los que llama “comunista” a otros proteccionistas y defensores del Estado, también lo podría calificar así al estadounidense. De hecho, hay autores clásicos del liberalismo como el francés Fréderic Bastiat para los cuales proteccionismo y comunismo son iguales.    

La misma dudosa similitud se da entre Milei y un primer ministro como Viktor Orbán, invitado especial a la asunción del libertario. Tan lejos está Orbán del anarcocapitalismo de Milei que el húngaro explica que su modelo es una democracia “iliberal”. O sea, no demasiado liberal, con fuerte raigambre nacionalista, antiglobalista y conservadora.    

Es la misma distancia que existe entre Milei y Giorgia Meloni; una mujer conservadora, nacionalista, con posiciones antimonopólicas y un pragmatismo en su relacionamiento interno y externo que está en las antípodas del dogmatismo libertario. O lo que separa a Milei del proteccionismo nacionalista de Jair Bolsonaro; o de Santiago Abascal, líder de Vox  y heredero español del franquismo, ultranacionalista y confesional.    

Lo que une a Milei con Trump, Orbán, Meloni, Bolsonaro, Abascal y otros líderes mundiales no es el modelo económico.    

Hay un solo presidente anarco en el mundo y es argentino.   

Milei es el único que propone un sistema económico que intenta revolucionar todo lo conocido hasta ahora, y está en las antípodas del conservadurismo, el nacionalismo, el antiglobalismo y de cualquier tipo de regulación (liberal o no) sobre los mercados.   

...anarcocapitalista en el mundo y es argentino. Es el único que no quiere proteger a la industria de su país.    

¿Trump también era zurdo? Los industriales argentinos pueden estar confundidos; pero el Presidente, no. Por eso, antes para Milei, Trump ni siquiera llegaba a la categoría de liberal: “Creer eso es de zurdo burro”, solía decir.    

Hoy es Presidente de la Argentina y se aferra a estos “socios” internacionales por el solo hecho de que no tiene otros presidentes libertarios con los que asociarse.  

En su camino solitario hacia un mundo sin Estados, en el mientras tanto se une a aquellos líderes que no buscan eso, pero que al menos representan a los sectores sociales más refractarios a lo que, genéricamente, se denomina el progresismo. Como él.  

Todos ellos enfrentados a la corrección política internacional, como la defensa de las minorías, las políticas de género o el cuidado del medio ambiente. Son líderes igualados por un mismo populismo comunicacional, violento y enfrentado al escrutinio de los medios críticos tradicionales.  

La confusión ideológica de los industriales parece similar a la de otros liberales y republicanos del PRO, del radicalismo y de cierto peronismo, que creen que Milei también es liberal y republicano.  

Y eso pese a lo que el Presidente les dice y les hace cada semana.  

Lo que confirma, una vez más, una razonable tendencia humana.  

La de siempre creer en lo que nos gustaría que fuera cierto. 





jueves, 7 de marzo de 2024

El anarcocapitalismo... @dealgunamanera...

El anarcocapitalismo...


Lo mejor que se puede hacer en este momento en el país es un diálogo sin exclusiones, en el que la mayoría se ponga de acuerdo en las grandes líneas de desarrollo, que permitan que Argentina recupere el sitio que tuvo hace un siglo. Ese diálogo es posible en Uruguay y Chile, con líderes con discrepancias ideológicas mayores que las que existen aquí y pueden conducirse de manera civilizada. Si un “loco” puede conducir el país a un grado semejante de cordura, estaríamos empezando a escribir una nueva historia.

© Escrito por Jaime Durán Barba (*) el sábado 02-03-2024 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Uno de los valores que ayudó al éxito de Javier Milei es la autenticidad. Gustavo González decía en su columna de la semana pasada, que Milei se hace cargo de lo que hace, no echa la culpa a otros. “No creo, que este hombre haya estafado a sus votantes, yo creo que debe ser el candidato que más fielmente lleva a la práctica, todo lo que prometió en campaña”.

Quienes apoyan a Milei lo han seguido justamente, porque él y su entorno no se parecen a los políticos de siempre. Sus adversarios se equivocan cuando lo atacan calificándolo de “loco”, diciendo que cree en cosas extravagantes, y no se comporta como un estadista. La gente sabe que todos tenemos creencias irracionales, visitamos a los Reyes Magos en Colonia, evitamos el piso trece en un hotel. Sin embargo, la gente de la época de la red busca líderes distintos.

Algunos creyeron que Milei actuaba así porque eso le servía para la campaña, que una vez en el Gobierno se volvería “normal”, podía aceptar el rol de personaje decorativo, traicionando a su entorno, entregando el manejo a los que “saben gobernar”.

Pero Milei no tiene temperamento de títere. Está en el otro extremo. Supone que tiene una misión histórica que debe cumplir, confía plenamente en quienes colaboraron en su corta y meteórica carrera política, nunca los cambiaría por personas que tienen otra ideología y otra forma de ver la vida.

La polémica política se reduce hoy, a acusaciones
personales y morales.

En América Latina, sobre todo desde que acabó la Guerra Fría, existen peregrinos de la democracia, que van de tienda en tienda buscando un cargo. Pueden pronunciar un discurso de izquierda, de derecha o de extrema cualquier cosa, con tal de que les concedan un espacio.  No es el caso de Milei y su entorno. No quieren el poder por el poder, pretenden poner en práctica sus ideas, dijeron siempre que eran anarco- capitalistas, no mantienen las formas ni la mentalidad conservadora del antiguo establecimiento.

En el discurso de Milei, hubo siempre una unidad entre lo místico, lo sobrenatural, lo religioso y lo político. En un país en el que casi la totalidad de los islámicos reza cinco veces por día y el 90% de los católicos no va a misa los domingos, el tema religioso pesa en el entorno del presidente.

En Argentina parte de la burocracia de la Iglesia Católica se ha comportado como un partido populista de izquierda, con la pobreza como el tema que articula sus intereses. El Papa actual, Jorge Bergoglio, es argentino y representa a esa forma de entender la religión. Milei en cambio, hace gala de su vínculo con el judaísmo, manda mensajes en hebreo, una de sus prioridades fue visitar Israel y rezar en el Muro de los Lamentos. La vicepresidenta Victoria Villarruel, pertenece a la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, congregación de católicos tradicionalistas liberada por Marcel Lefebvre, que mantiene una relación conflictiva con el Vaticano, porque no aceptan las reformas introducidas por el Concilio Vaticano II. El secretario de Culto es evangélico.  Todo esto es parte de la libertad de cultos que honra a la Argentina, pero llama la atención cuando se produce en el país del que es oriundo el Papa.  

Milei y su entorno dijeron siempre que son anarcocapitalistas. Algunos políticos y analistas no los escucharon y creyeron que todo el que quiere el “cambio” es lo mismo, que se podía fusionar el liberalismo de Juntos por el Cambio, con el anarco- capitalismo.

Elisa Carrió dijo en una entrevista que si se leía lo que significa el anarcocapitalismo era fácil no equivocarse. La inmensa mayoría del PRO, los miembros de la CCC y del radicalismo son republicanos, pretenden construir instituciones.

En cambio, el anarcocapitalismo es una filosofía política y una teoría económica antiestatista. No es republicano. Quiere abolir al Estado, al que considera una asociación ilícita. Lo dijo Javier Milei como candidato, y lo repitió como presidente. En Davos trató de “socialistas” a todas las corrientes políticas de la actualidad, “ya sea que se declaren abiertamente comunistas, socialistas, socialdemócratas, demócratas cristianos, neokeynesianos, progresistas, populistas, nacionalistas o globalistas”.

Salvo el ataque innecesario contra Morales, fue el 
discurso de un estadista.

El anarcocapitalismo rechaza la igualdad económica y la justicia social. Promueve un sistema en el que cada persona es plenamente propietaria de sí misma, del fruto de su trabajo y de todo lo que haya obtenido mediante cooperación voluntaria con otros, mediante intercambio o por donación o herencia.

Toda forma de organización coercitiva es considerada ilegítima. Esto incluye al Estado que, como los sindicatos o cualquier otra organización, sólo tiene legitimidad ante aquellos que voluntariamente lo acepten.

El término fue acuñado por Murray Rothbard, autor de “The Libertarian Manifesto”, publicado en 1973, que habló primero de “anarquismo de propiedad privada” y luego de “anarcocapitalismo”.

Rothbard se opuso al igualitarismo y al movimiento por los derechos civiles, culpó del auge del Estado de Bienestar al activismo de las mujeres Promovió el revisionismo histórico y fue amigo del negacionista del Holocausto Harry Elmer Barnes. A diferencia de Milei que defiende la vida desde la concepción, el anarcocapitalismo ha defendido el aborto, el suicidio asistido, la eutanasia, la prostitución. Como consecuencia de la propiedad privada de sí mismo, la persona es libre de vender su cuerpo, entero o por partes, idea que hizo hablar a Milei de la venta de órganos durante la campaña.

Rothbard publicó, a los 36 años, su obra magna “El hombre, la economía y el Estado” en la que se opuso a lo que consideraba sobre especialización académica, tratando de crear una “ciencia de la libertad” que fusionara la economía, la historia, la ética y las ciencias políticas. Según él, la especialización es un tipo de ignorancia, porque las personas siempre se especializan en aquella disciplina en la que son peores.

El anarcocapitalismo propone que las funciones del Estado pasen a manos de empresas privadas. Todo debe ser privatizado. Hay que empezar por suprimir los subsidios y las regulaciones, para vender después las empresas y los servicios públicos y, finalmente, privatizar la educación, la salud y la seguridad. Creen que toda actividad de la sociedad puede realizarse por medio de transacciones entre privados. Para ellos, la distribución no voluntaria de las riquezas es contraria a la naturaleza.

La versión argentina del anarcocapitalismo no es exactamente igual a la norteamericana, surgió en un país en el que la izquierda está vieja y en la que los partidos no supieron adaptarse a la sociedad contemporánea. Como en el resto de América Latina, se pueden ganar las elecciones usando comunicaciones modernas, en las que lo que importa son las redes y las imágenes, que fueron el motor de la candidatura de Milei.

Sin embargo, esto ha llevado a que la mayoría de los líderes políticos y sociales dejen de lado toda discusión teórica. Actualmente la polémica política se reduce a acusaciones personales y morales. Todos los políticos se acusan mutuamente de corruptos, se meten en la vida privada de los demás, pocos discuten propuestas y puntos de vista de fondo acerca de la sociedad.

En la sociedad superficial de los algoritmos no hay lugar para la discusión de fondo. No ayuda a conseguir likes. El fanatismo ha puesto de moda el rechazo al diálogo, y la desvalorización de la negociación, columna vertebral de una democracia plural en la que deben existir distintos grupos que puedan llegar a acuerdos para convivir de manera civilizada.

La pandemia, fue el caldo de cultivo en el que se alimentó el anarcocapitalismo, sobre todo entre los jóvenes, con las medidas de confinamiento tomadas por los políticos. Milei instaló un discurso que promovía la libertad como reacción a las restricciones que impuso la crisis.

Las instituciones liberales.

Cuando escribía este artículo, tratando de comprender el anarcocapitalismo de Milei, interrumpí mi trabajo para escuchar su discurso ante el Congreso de la Nación. Algo típico de la política en la sociedad hiperconectada, es que constantemente sucede lo imprevisto. Ganan las elecciones quienes parecían no tener ninguna posibilidad, los ciudadanos cambian de preferencias a una velocidad sideral y muchos presidentes que viven meses de aceptación entusiasta, son crucificados cuando aparece de pronto un rechazo radical.

Milei es también en eso, una expresión de la cultura de la red. Cuando visitó al Papa, después del intercambio de epítetos que habían mantenido, muchos pensamos que Francisco le pondría una cara peor de la que le puso a Macri en su visita al Vaticano. Para sorpresa de todos, el encuentro pareció el de dos viejos amigos que se apoyaban fervorosamente.

En los días previos al discurso en el Congreso, muchos anunciaron que Milei leería una lista de agravios y errores del anterior gobierno, que fomentaría la mala imagen del país en el mundo. Casi todos daban por descontado que sería un discurso violento, como sus reaccionas en contra de los gobernadores y legisladores en las últimas semanas. Se suponía que haría algún anuncio que incendiaría más las relaciones que mantiene la oposición.

Pero Milei sorprendió una vez más, pronunciando un discurso que, salvo el detalle innecesariamente violento en contra de Gerardo Morales, fue el de un estadista. En vez de terminar con una provocación que incendie a las instituciones, hizo un llamado a un diálogo amplio, para llegar al 25 de mayo con diez puntos en el que todos los partidos políticos se pongan de acuerdo para señalar un rumbo de desarrollo para el país.

Desde nuestro punto de vista es lo mejor que se puede hacer en este momento en el país. Un diálogo sin exclusiones, en el que la mayoría se ponga de acuerdo en las grandes líneas de desarrollo que permitan que Argentina recupere el sitio que tuvo hace un siglo.

El diálogo entre todas las fuerzas políticas es posible en Uruguay y Chile, con líderes con discrepancias ideológicas mayores que las que existen en Argentina y pueden conducirse de manera civilizada. Si el “loco” puede conducir el país a un grado semejante de cordura, estaríamos empezando a escribir una nueva historia.

(*) Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino.



 

lunes, 1 de enero de 2024

Un anti Estado con todo el poder del Estado... @dealgunamaneraok...

Un anti Estado con todo el poder del Estado...


Superpoderes. Milei los pide por dos años. Anarcocapitalista, pero con el Estado concentrado en él.

Como les decía, podemos seguir haciendo de cuenta que todo esto es normal. Como si lo que está pasando en el país no difiriera demasiado de lo que pasa en cualquier otro cuando asume una administración de sentido opuesta a la anterior. Como si se tratara de la diferencia que existe entre un gobierno más o menos estatista y otro más o menos liberal.    

© Escrito por Gustavo González, Presidente y CEO de Editorial Perfil, el domingo 31/12/2023 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.  


Se pueden seguir elaborando documentos empresariales para analizar cada nueva medida. 

Los intelectuales pueden armar grupos de reflexión para entender el fenómeno de lo que llaman “nueva derecha”. 

Los economistas pueden continuar con sus proyecciones sobre la casi infinita cantidad de escenarios posibles. 

Los gobernadores pueden esperar que aparezca un ala pragmática en el oficialismo que se siente a dialogar. Lo mismo que los sindicalistas, para no quedar expuestos a llevar adelante un paro general a un mes de haber asumido el nuevo mandatario. 

Los legisladores pueden persistir en su lectura de los 366 artículos del 
DNU
 y de los 644 artículos de la ley Ómnibus.  

El decisionismo no es republicano. Está sustentado en las teorías de Carl Schmitt, pensador...    

Y cada vez que el Presidente responde “¿qué tiene de malo que quiera a los perros?”, los comunicadores amigos pueden seguir sin repreguntarle: “No Presidente, lo raro no es que quiera a sus perros, sino que usted esté convencido de que ellos son capaces de asesorarlo, incluso después de muertos, ¿no cree?.” 

Quizá, en medio de las Fiestas, lo mejor desde el punto de vista psicológico, sea eso: negar un poco la realidad y convencernos de que nada de lo que pasa es tan raro. 

De lo contrario tendríamos la terrible sensación de estar sobre un tembladeral político, social y económico de consecuencias impredecibles. 

Comunicado N°2. Entiendo a aquellos que intentan aportarle normalidad a lo que ocurre y a los colegas que, por los motivos que fueran, suelen acompañar con amabilidad los primeros tiempos de todos los gobiernos, y hoy se esfuerzan por justificar lo que Javier Milei dijo e hizo en estas tres semanas. 

Me cuesta imitarlos.  

Porque no logro encontrar la justificación democrática que explique que un presidente pretenda dar vuelta la normativa legal de la Argentina, sin la posibilidad de que los representantes parlamentarios de los argentinos opinen, en cada caso, qué cambios comparten y cuáles no. 

Porque el tono y la letra del capítulo sobre Seguridad Interior de la Ley Ómnibus, es sospechosamente parecido al comunicado N°2 de la Junta Militar de 1976 (“todos los habitantes deberán abstenerse de realizar reuniones en la vía pública, toda manifestación callejera será severamente reprimida”).  

...admirado por los Kirchner. En democracia, el decisionismo debe pasar por el Congreso.      

Ahora, la reforma propuesta califica de “manifestación” la reunión de tres o más personas, las que deberán pedir autorización para reunirse. Además, se reprimirá a quienes “organicen o coordinen” esa manifestación y corten el tránsito “con prisión de dos a cinco años, estén o no presentes en la manifestación o acampe”. 

Siempre critiqué la ausencia del Estado en la resolución de los conflictos entre las personas que generan los piquetes callejeros. La insólita actitud de los gobiernos anteriores de cualquier signo, de que el Estado dejara en manos de los particulares la resolución de ese conflicto, lo que muchas veces derivaba en peleas callejeras entre manifestantes, choferes y transeúntes. 

Pero nunca imaginé que fuera un presidente anarcocapitalista que brega por la desaparición del Estado, el que en este tema iba a hacer intervenir al Estado como ningún otro gobierno desde la recuperación democrática. Tampoco me imaginaba que la forma de esa intervención estatal tendría una contundencia similar a una época en las que sólo había normativas de facto diseñadas para acallar voces críticas. 

Milei como los Kirchner. Son 366 artículos por DNU, más 644 artículos de la ley Ómnibus, suman 1.010 artículos para pensar, debatir, consensuar y votar en… un mes, que es lo que durarán las 
sesiones extraordinarias.   

El vértigo decisionista no es propio del republicanismo. El decisionismo es una doctrina sustentada en las teorías de Carl Schmitt, el pensador admirado por el matrimonio Kirchner. Lo polémico de Schmitt era que creía que el Estado debía ser el vértice moral y legal de una sociedad, y actuar en consecuencia.   

En las democracias liberales el decisionismo debe pasar el filtro de las discusiones parlamentarias. Tiene la contra de que lentifica los cambios, y tiene a favor que genera cambios que toman en cuenta las opiniones de los representantes legislativos de toda la sociedad, y pueden ser más permanentes. 

Los dictadores del mundo siempre fueron decisionistas bajo la lógica de que poseían la verdad y la debían aplicar rápido, sin políticos que lo demoraran. 

Por eso, el primer día de gobierno militar, el 24 de marzo de 1976, se tomaron dos medidas que cambiarían la vida de los argentinos. La primera fue emitir treinta comunicados que tenían fuerza de ley y le otorgaban todo el poder a un general, a un almirante y a un brigadier. La segunda fue encarcelar a los políticos y cerrar el Congreso.  

Es un riesgo y una pena que los legisladores que nos representan a todos, no puedan analizar con el suficiente detenimiento cada uno de los 1.010 artículos enviados por el Ejecutivo. Seguramente, habría un porcentaje de esos artículos que tendría la legitimidad de ser votado democráticamente.  

Formas y fondo. La particular combinación de proponer un país sin Estado, mientras que quien controla ese Estado reclama para sí el poder absoluto y avanza sobre el dominio del espacio público, con la contundencia de otros tiempos, le agrega preocupación al preocupante decisionismo presidencial.  

Milei acaba de decir que el problema no son las formas, sino el fondo. “Me importa un carajo las formas”, repite. Se equivoca. Las formas son el reflejo fiel del fondo. El fondo son las ideas (Platón llama “formas” a las ideas) y cuanto más duras son las ideas, más duras suelen ser sus formas.
 
  

¡Milei cumple!


Es cierto que su decisionismo puede ser producto de la debilidad congénita de este gobierno (debilidad legislativa y partidaria e inexperiencia de gestión). Una estrategia política para convertir en fortalezas lo que son sus fragilidades. No negociar para no perder, mostrarse más poderoso de lo que es y advertir a cada paso que siempre puede haber un 
plebiscito popular que le daría la razón.  

Si fuera así, su decisionismo no estaría motivado por el autoritarismo, sino por la necesidad de llevar al límite los marcos institucionales para aplicar su modelo y lograr gobernabilidad.  

El problema es la sucesión de hechos, dichos y símbolos que, por momentos, hace difícil percibir la diferencia entre un motivo y otro.  

Su mensaje de asunción de espaldas al 
Congreso, las inéditas limitaciones para la cobertura periodística de ese primer día, la constante desvalorización de quienes no piensan igual, el intento de gobernar por decreto, el pedido de superpoderes hasta diciembre de 2025, la penalización extrema de la protesta callejera, tratar de “coimeros” y “delincuentes” a los legisladores que se oponen a sus reformas…   

Libertario sui generis. Pasaron solo tres semanas del comienzo de la primera experiencia anarcocapitalista de la historia de la humanidad. 

Por ahora, con parada intermedia en este curioso minarquismo, que por un lado aboga por la eliminación del Estado de la vida de las personas, y por el otro pretende un Presidente con superpoderes estatales.  

Milei está convencido de que “las fuerzas del cielo” eligieron a la Argentina para este experimento único; a su hermana Karina como Moisés, el profeta de Dios; y a él como Aarón, su mejor comunicador, encomendado ahora para conducir el país.  

Ojalá que en este 2024 las fuerzas del cielo, y también de la Tierra, se apiaden de él y no desamparen al resto de los argentinos.



    

miércoles, 13 de diciembre de 2023

13 de Diciembre. ¡Feliz (nuevo) Día del Periodista!... @dealgunamaneraok...

¡Feliz (nuevo) Día del Periodista!...


José Ignacio López, ejerció su derecho a preguntar y repreguntar, aun en medio de la peor dictadura, frente a Jorge Rafael Videla. Fotografía: Captura Archivo Histórico RTA.

Un día como hoy, de hace 44 años, José Ignacio López, ejerció su derecho a preguntar y repreguntar, aun en medio de la peor dictadura. Un ejercicio que los periodistas no debemos olvidar.

© Escrito por Gustavo González (*) el miércoles 13/12/2023 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina. 

El 13 de diciembre de 1979, hace 44 años, un día como hoy, el país atravesaba la peor dictadura de su historia. El presidente de facto era un general llamado Jorge Rafael Videla. Como había asumido tres años antes diciendo que los políticos eran los culpables de todo, la mayoría de ellos estaban escondidos, detenidos, exiliados, muertos o se había dedicado a otra cosa.  

Aunque los medios no lo informaran, en el país existían centros clandestinos de detención y había miles de personas cuyos paraderos se desconocían. Estaban “desaparecidos”, una palabra prohibida.  

A comienzos de ese año, el fundador de esta editorial, Jorge Fontevecchia, había sido uno de ellos, mientras permaneció detenido en uno de esos campos, El Olimpo, en plena ciudad de Buenos Aires. Sobrevivió porque un periodista, Bob Cox, director de un diario escrito en inglés, El Buenos Aires Herald, se había atrevido a dar la noticia que enseguida tuvo resonancia internacional. 

A la par de esa represión, el gobierno impulsaba un modelo económico que se decía inspirado en la ultra ortodoxia de Milton Friedman, quien venía de obtener el Premio Nobel de Economía. Sin embargo, siguiendo sus consejos la dictadura nunca pudo bajar la inflación ni lograr el crecimiento del Producto Bruto.  

Era el mismo Friedman en cuyo honor Javier Milei le puso “Milton” a uno de sus perros clonados. “Milton”, de acuerdo a la interpretación esotérica del Presidente, es el encargado de mostrarle el futuro (cada mastín tiene su especialidad, según su creencia).   

Un día muy particular    

Pero aquel 13 de diciembre, en medio de esos días oscuros en los que no era bueno dar malas noticias, pasaron dos cosas extrañas. Una fue que Videla concedió una conferencia de prensa. La otra es que un periodista se animó a hacerle una pregunta en serio.    

El periodista era José Ignacio “Nacho” López. Y le preguntó lo siguiente: “El último domingo de octubre, el papa Juan Pablo II se refirió a la Argentina de distintas maneras y, entre otras cosas, habló de los desaparecidos y de los detenidos sin causa, sin proceso. Le quiero preguntar si usted le ha contestado reservadamente al Papa y si hay algunas medidas en estudio".   

En las imágenes de archivo se puede ver que Videla no sale de su asombro por lo que acababa de escuchar, pero improvisa una respuesta para no responder: “El Papa le habla al mundo, no a la Argentina. Para defender la dignidad del hombre, la Argentina tuvo que enfrentar esta guerra, los argentinos no tenemos nada que ocultar ni nada de qué avergonzarnos…”   

Videla siguió con su no-respuesta unos instantes más, suponiendo que López había entendido el mensaje. No le dijo “señor periodista, esto es una dictadura, ya desaparecieron decenas de periodistas, me imagino que usted no quiere ser el próximo, pasemos a otro tema”. No le dijo eso, pero estaba claro que pretendía eso.  

El problema es que aquel 13 de diciembre de 1979, Videla se encontró con un periodista. Nacho hizo lo que suelen hacer los periodistas cuando están comprometidos con su profesión. Repreguntó:     

-Yo le preguntaba si había otras medidas que pudiera estar estudiando el gobierno. Porque el Papa hizo una solicitud para solucionar este grave problema…  

Entonces, ese militar que encabezaba un gobierno que decidía sobre la vida y la muerte de las personas, no tuvo más alternativa que responder. Lo hizo con su conocido giro argumentativo que con los años se volvería en signo de aquella época trágica: “Frente al desaparecido, en tanto esté como tal, es una incógnita el desaparecido. Si el hombre apareciera tendría un tratamiento equis. Y si la desaparición se convirtiera en certeza de su fallecimiento, tendría un tratamiento zeta. Pero mientras sea un desaparecido, no puede tener ningún tratamiento especial, es una incógnita, es un desaparecido, no tiene entidad, no está, ni muerto ni vivo. Está desaparecido". 


Nuevo día  

Hasta ahora, el Día del Periodista se celebra el 7 de junio, recordando la salida del primer número de La Gazeta de Buenos Aires, el periódico oficial de la Primera Junta de Gobierno. Un medio que hoy llamaríamos de militancia oficialista, aunque sería un error historiográfico ver al pasado con ojos del presente. 

Desde hace tiempo, en la Academia Nacional de Periodismo (de la que Nacho López es miembro) y en otros ámbitos periodísticos, venimos planteando la necesidad de reivindicar aquel instante de grandeza de nuestro colega

Creemos que la mejor forma de hacerlo es que la nueva fecha de celebración para los periodistas argentinos sea cada 13 de diciembre. Con el objetivo de recordarnos, a la sociedad y a nosotros los periodistas, que esta profesión tiene la obligación de mantener siempre una mirada crítica e independiente de los poderes de turno. Incluso en los momentos más difíciles. Incluso a contrapelo de lo que puedan pretender las audiencias.     

Fíjense su importancia. 

Al día siguiente de aquel 13 de diciembre de hace 44 años, ningún medio mencionó en tapa el tema de los desaparecidos que se tocó en aquella conferencia de prensa. Apenas alguna mención en sus notas, pero sin citar el diálogo entre Videla y López. Sólo el diario La Prensa de la ciudad de Buenos Aires y, quizá, algún otro del interior del país, mencionaron el intercambio entre el dictador y el periodista. 

Pero dos días después, el 15 de diciembre, los diarios sí debieron llevar en sus tapas el tema de los desaparecidos. Porque la Iglesia Católica argentina, que nunca había sido crítica de esa dictadura, no tuvo más remedio que hacerse eco de la pregunta del periodista que traía a colación la voz del Papa.   

Por primera vez, la palabra “desaparecido” llegaba a las portadas de los grandes medios. Y fue responsabilidad de un hombre que eso sucediera. Un periodista que está con vida y es un orgullo para todos los que ejercemos esta profesión.  

Por eso, hoy, 13 de diciembre, ¡Feliz Día del Periodista! 

(*) Gustavo González, Presidente de editorial Perfil y miembro de la Academia Nacional de Periodismo.